120.Inventa un cuento con dos objetos a los que dotas de vida.

30-07-2018

El sabor de Sentir

Un hechizo se había lanzado en medio del sueño de una hechicera, la verdad es que nadie le explicó sobre esa consecuencia de sus poderes, sus poderes funcionaban aún dormida como si de algún tipo de sonámbulo se tratará. Por eso no había tenido cuidado a la hora de dormir.

El conjuro fue a parar a un oso de peluche y a su reproductor de música, permitiéndoles hablar y mejorar sus sentidos que ya formaban de alguna forma parte de ellos. Al oso le mejoró su oído, pues siempre estuvo para escuchar a la joven hechicera y al reproductor le mejoró si vista pues siempre veía los colores que se formaban en la pantalla.

Ambos viéndose, moviéndose, después de comprender un poco la situación, se observaron y saludaron, luego, gracias a los nuevos sentimientos y sentidos, expresaron sus pensamientos como nunca antes lo habían podido hacer.

—Tu color me hace recordar al ritmo del pop, tan brillante, colorido y agradable —habló primero el reproductor de música.

—Tu voz tan suave y dulce que mereces ser de color rosa pastel, no de ese todo tan oscuro que tienes —continuo el oso.

Ambos objetos estuvieron de acuerdo en lo se dijeron y se dieron cuenta que cada uno estaba interesado en el sentido aumentado del otro. Al reproductor le interesaba poder escuchar como el peluche y al oso le interesaba poder ver así como el que reproducía música.

A través de comparaciones sinestesias, ambos lograron entender como sentía el otro. Los dos se volvieron muy amigos durante toda la noche que duró el hechizo, pues nadie nunca les hubiera podido explicar lo que ellos querían saber, al igual que podían ser diferentes en muchos sentidos, pero se complementaban tan bien que nadie habría podido creer en una conexión así.

Al final de la plática el oso de peluche pudo oír colores y el reproductor de música ver sonidos; que fue cuando el conjuro se fue, justo cuando la hechicera comenzó a despertar, ella nunca se enteró de lo que realmente había pasado y, entonces, ellos no pudieron volver a hablar de nuevo.

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