Tenía claro mi destino, lo que significaba mi existencia, un deber que hacía por amor y compromiso a un mundo que amaba.

Pero...¿De quién son estos sentimientos?

¿Cómo es que amo un mundo que me pide morir por él?

¿Cómo es que amo a sus habitantes que ignorantes seres frágiles no tendrán idea de tal sacrificio? Muriendo yo, en total anonimato.

Con cada día en la tierra, en este mundo lleno de vida y colores, lleno de muerte y tinieblas mi mente discernía de su objetivo y de lo que mi nueva consciencia, adquirida en este cuerpo mortal querían.

Ya no me siento parte de las estrellas, parte de un mundo divino, ya no siento la pureza de mi alma y corazón, de mi cuerpo estelar.

Ya no...

¿Por qué?

¿Por qué?

¿Por qué?

¿Por qué?

¿Por qué comienzo a dudar...de mi destino?

¿Es porque en este reino, una sociedad de seres mortales y mágicos me han dado un nombre y un origen nuevo?

Soy Sir Galahad, caballero de la mesa redonda, hijo de Sir Lancelot, el caballero más fuerte, la mano derecha del rey, la espada y espalda del rey.

Se me respeta, se me trata con amabilidad y cariño, eso que los seres mortales hacen para decirse que se aprecian.

Veo amor en todas partes, ese cariño que los hace sonreírse, comunicarse y protegerse, hacer por el otro lo que esté a su alcance, incluso lo imposible.

Los seres de este mundo se empeñan en vivir aún cuando su destino ha sido ya marcado, enfermedad, muerte, peste, maldiciones, maldad y más...maldad.

Lancelot no para de luchar, de blandir su espada y matar, todo por su rey, por su gente; defender y matar, sangre es el olor que percibo más en él, y yo, aunque se me dio el título de caballero, no hago nada realmente.

"No puedes poner en peligro tu destino, tu existencia debe ser bajo perfil"

Me dice el rey ordenándome permanecer en las sombras.

¿De qué me sirve tanto poder si me es negado usarlo?

Pero...¿Por qué quiero ayudar? ¿Por qué estoy apoyando a un rey? ¿Por qué, deciden sobre mí un rey un mortal, una profecía, una semi deidad y...un hombre que, le he entregado el poder de darme un nombre, uno real...?

Porque para mí lo que vivo y escucho, lo que observo en él, es...

Genuino.

-De nuevo aquí.

Le dije, el erizo negro con rojo miraba todo el tiempo las estrellas, la mayoría de su tiempo libre lo perdía en éste balcón de su casa o en el castillo, en una torre donde nadie lo molestaba, ni siquiera el mismo rey.

-... La comida ya está servida, deberías ir a comer-Me dijo con voz calmada, sin apartar la mirada del cielo.

La comida era otro gusto que había adquirido, era deliciosa.

-Precisamente vine por mi padre, hace mucho que no cenas conmigo.

-... ... No tengo ganas, de nada.

-Pero a estas alturas tu cuerpo colapsará, debes nutrirlo, le exiges demasiado.

-No pasa nada, vete.

Alguna vez fue amable, pero con los días convirtiéndose en meses, esa persona que significa más que mi padre, me ha alejado de si.

Su rostro es gris, sin vida, como si estuviera harto de vivir.

Él es la otra cara de la moneda.

¿Sí muero y salvo a éste mundo...él será feliz? ¿Qué es lo que he hecho mal para merecer su desprecio?

-Padre, cre-

-¡Cállate!-Grito furioso, sin voltear a mirarme.

-¡Ah!

-... Cá...lla...te... No lo digas más.

-No lo entiendo, ¿Qué he hecho mal?

-Tú nada... sólo vete, estoy muy cansado, quiero estar solo.

El amor que los seres mortales viven, es demasiado complicado, duele, duele demasiado sentir aprecio por este ser que se empeña en lastimarme cada que intento acercarme a él.

Y cada que interactúo con su persona, mi alma se siente más necesitada a hacerlo, como si fuese el mismo cielo, el universo de donde vengo, un infinito que anhelo y me hace sentir paz.

-No puedo dejarte en paz, pues tú eres mi paz.

Mis pensamientos los considero corruptos, manchados con la mortalidad frágil de estos seres.

-¡Por favor dime...! ¿Qué debo hacer para recuperar tu aprecio?

-Sólo... debes dejarme en paz y vivir hasta cuando tu destino llegue, ¿comprendes?

Comprendo...

No, no puedo comprender.

Me gusta este mundo, me gusta su comida, su naturaleza, sus seres vivos, me gustan los niños, quiénes viven sin sombras en su corazón, quienes yo envidio.

Comienzo a envidiar a las personas, son comunes y corrientes, esas personas que no saben cuando morirán y viven despreocupadas.

Quiero ser como ellos.

Quiero vivir...

Quiero...

Vivir

Me gusta este mundo...

Me gustan sus personas...

Envidio su naturaleza vana, sin misión alguna que vivir.

Me gusta este mundo...

Me gusta...

Y por esa razón...

El peso del mundo está sobre mis hombros.

El día llegó, el día en que debo entregarme al chaos y salvar mi mundo.

El rey me agradece nombrándome como un caballero especial, un santo, todos aplauden y ovacionan mi título por todo lo alto, y Lancelot, mira desde las sombras, su mirada sigue siendo impenetrable, incapaz de comprender qué es lo que piensa y siente.

Pero me duele

Duele tanto su indiferencia.

Se ofrece una fiesta en mi honor, se me obsequian cosas que jamás usaré, que jamás podré disfrutar.

-... ...

De nuevo esa mirada gris, en sus ojos rojos sin brillo alguno, como si estuvieran muertos en vida me miran a la distancia.

-Pa-...no...-Lancelot...

Al decir su nombre hubo una reacción, ¿odia que le diga padre?

-Ten...

-¿Eh?

Una peineta, un ornamento que usan las damas más finas, su belleza y valor se nota a simple vista.

-Son, flores que la luna y solo ella conocen, es su reina es la dama que baila con ella al caer la oscuridad fría.

La peineta tenía moldeadas en oro y oro blanco una flor de pétalos blancos y diamantes engarzados, era realmente hermosa.

-Es una peineta de dama muy hermosa, pero yo...so-

-¿Eso importa?

-... no.

En un paso rápido y ligero, tomó la peineta y la puso entre mis púas de la cabeza, sentí el fino y cuidadoso movimiento.

-Me hubiera encantado mostrarte la flor, pero es una flor que conocí hace tiempo, en una de mis cruzadas, lejos muy lejos de aquí, tal flor solo florece a las horas de la luna una vez al año, en cuanto la vi, pensé en ti, en la forma peculiar de tus púas y en tus ojos, dorados, en tu aroma, el cual es tan único y exquisito como el de esa flor.

Tanto tiempo sin hablarme y ahora, en la soledad de un rincón de esa fiesta, me dice palabras que no termino de comprender.

-... Es... todo.

Se aleja de mí, dando media vuelta y desapareciendo de mi alcance.

¿Por qué no lo detuviste?

¿Por qué lo dejaste ir?

...¿Por qué mi corazón parece no funcionar y siento que muere?

-Lancelot...

Digo su nombre una vez más, pero no regresa.

-Lancelot...

Nuevamente lo llamo, pero es inútil, él no vuelve...

Él no volverá...

Continuará....

Esta bella flor es mi favorita, hace tiempo yo la busqué como flor de luna pero nadie la conocía ni por foto, hasta días acá que deseo usarla como símbolo de Silver en mis fanfics fue que conocí su verdadero o mejor dicho más conocido nombre.

Gracias por estar aquí apoyando esta historia.