1|| Sανε Yσυя Tεαяѕ
⚜️Canción: Save Your Tears.
⚜️Shipp: JimSu.
⚜️Palabras: 3078.
⚜️Importante: Angst.
Las luces de varios colores bailaban al son de la música, que de una manera envolvente y ensordecedora, sonaba en aquella habitación llena de gente. Eran colores rosas, azules y a veces verdes, las que acompañaban los pasos sosos de la gente que se encontraba disfrutando de esa fiesta.
Algunas personas sostenían vasos de cerveza y algunas otras bebidas alcohólicas que estaban disponibles en aquella fiesta. Era una celebración de universitarios, en la que se congratulaban y relajaban por haber terminado —finalmente y después de tanto estudio— su carrera en producción musical.
Bailaban junto con la música que los transportaba a otro lugar, junto con las influencias del alcohol y de algunas sustancias sutilmente ilegales.
Justo en medio de la pista, cantando alguna canción de nombre desconocido, se encontraban tres chicos. Los tres eran aficionados a la música y al espectáculo; el primero, Kim NamJoon, tenía el sueño de convertirse en un productor famoso en todo el mundo; el segundo, Jung HoSeok, quería hacer sus propias canciones, con su propio toque feliz y entusiasta que lo caracterizaba; y por último, Min YoonGi, quien siempre había soñado con tener su propia disquera.
Los tres, junto con los demás chicos que tomaban y disfrutaban de la fiesta, habían pasado por muchísimo esos últimos tres años; todo con la esperanza de poderse graduar y cumplir sus sueños.
YoonGi rió cuando, al final de la ceremonia de cierre de ciclo y entrega de diplomas, una chica de cabellos castaños y grandes ojos le gritó a todo su curso que lo habían logrado. Todos estaban regocijándose de haber acabado sus años escolares y comenzar su vida de adultos.
—¡No más tareas! —La voz de Kim NamJoon apenas se escuchó entre tanto ruido, a lo que HoSeok celebró y tomó otro gran trago de su cerveza.
Min sólo soltó una carcajada y continuó bailando, agradeciéndose sí mismo por haber continuado con sus estudios a pesar de todo lo que vivió. A pesar de todo por lo que tuvo que pasar, y a pesar de cierta persona que trató de destruirlo.
Esos ojos grises lo habían cazado por tanto tiempo, apareciendo en sus sueños; cada que cerraba los ojos para parpadear, ahí estaban esos ojos.
Al pensar en eso, sus párpados apretaron con fuerza sus globos oculares, logrando que lágrimas que acumularan en sus lagrimales. Sin embargo, abrió los ojos y el tiempo pareció detenerse; su novio bailaba con emoción junto con su mejor amigo. La gran sonrisa en el rostro de HoSeok hizo que Min se tranquilizara.
NamJoon, su mejor amigo, siempre había estado ahí para él; ambos chicos lo apoyaron cuando su corazón fue roto sin ninguna pizca de misericordia.
YoonGi volteó hacia atrás y se quedó paralizado, había sentido una mirada posada en él, hizo lo que cualquier persona habría hecho, pero su corazón dolió cuando se percató del propietario de esos ojos.
Entre la multitud de jóvenes que bailaba y se embarraban unos contra otros, vio esos ojos, que tanto lo habían atormentado, mirándolo. Era ese chico, entre la multitud, de cabellos grises y ojos del mismo color, mirándolo impasible.
—JiMin... —Susurró YoonGi para sí mismo, mientras que una lágrima recorría su mejilla finalmente.
Mientras tanto, Park JiMin, el dueño de esos ojos grises que tanto atormentaban a YoonGi, mantenía sus manos en los bolsillos de su pantalón de mezclilla. Se había quedado parado en medio de la multitud, observando cómo Min YoonGi, su exnovio, la pasaba feliz ahora que no estaban juntos.
Por supuesto que lo lastimó, y al ver la lágrima de Min recorrer su mejilla, se preguntó, de nuevo, por qué estaba ahí. Quiso correr, pero sabía que el pálido de cabellos rizados azabaches ya lo había visto.
Suspiró pesado; YoonGi estaba mucho más delgado a como lo recordaba; antes de mirarse, había estado bailando con una gran sonrisa, junto con Jung y Kim.
Sacó las manos de los bolsillos de su pantalón, y las metió en las bolsas de su chaqueta de cuero gris cuando se arrepintió de haber vuelto. Quería salir corriendo de ese lugar, no podía ver a YoonGi a los ojos después de todo lo que había ocurrido.
Caminó aprisa entre la multitud y se decidió a abandonar aquella gran casa de alguno de los compañeros de su exnovio. No obstante, mientras caminaba por el pasto verde del patio frontal de casa, deseaba y le rogaba a todos los cielos —o en realidad a cualquier fuerza mayor a la del humano— que Min le pidiera que se quedara. Pero, vaya... Ni en un millón de años iba a ocurrir eso.
—¡Park! —escuchó la voz de ese chico de ojos gatunos que tanto extrañaba, así que volteó y lo vio ahí. Estaba usando aquella chaqueta de colores inexactos y, aparentemente, deslavada. JiMin siempre había odiado que se pusiera esa chaqueta—. ¿Qué mierda haces aquí?
Ambos chicos estaban nerviosos, JiMin se acercó mucho más al pálido y, por primera vez, se sintió intimidado por ese chico delgado de ojos gatunos.
—Vine a —se interrumpió a sí mismo por unos segundos, preguntándose cuál era en realidad la razón de su presencia— felicitarte, YoonGi. Supe de su graduación, ¿era hoy o...?
—No mientras, Park. ¿Qué carajos haces aquí? —Le preguntó el mayor al de ojos grises, usando cierta dureza en sus palabras y hablando con recelo.
Por su parte, JiMin soltó una pequeña risa de burla, regresando a su estado natural, y acomodando su cabello con vanidad mientras miraba a Min con la misma superioridad con la que siempre lo había mirado.
—Ah... —suspiró con burla, mostrando esa sonrisa que tanto había lastimado al pálido en un pasado—, ¿por qué tienes que ser así, YoonGi? ¿Hay alguna razón por la que tengas que ser grosero conmigo? —Preguntó mientras formaba un falso puchero con sus labios, cosa que revolvió el estómago del mayor.
—Tú me hiciste así, Park —contestó fríamente, demostrándole a JiMin todo el crecimiento interior que había forzado cuando este terminó de romperlo por completo—. Esta actitud la uso sólo contigo, porque eres el único que la merece.
—¿Disculpa? —Preguntó ofendido el de ojos chicos.
—Soy mucho más feliz ahora que me has dejado libre de ti, Park. No tenías por qué volver...
El mayor comenzó a negar con la cabeza, siendo la idea de irse de ahí la que pasaba por su mente. Comenzó a caminar con la intención de pasar de largo a Park. No obstante, JiMin tomó la chaqueta —que tanto odiaba de Min— y lo hizo parar con fuerza.
—No finjas que no te importa, YoonGi. Si estoy aquí, es por una razón.
—Más te vale hablar rápido, JiMin. Lo que quiero ahorita es alejarme de ti, no vale la pena que te hable. —Admitió mientras, de un movimiento brusco, lograba que JiMin soltara su chaqueta. Regresó a donde estaba y se cruzó de brazos.
—Bien, estoy aquí porque quiero pedirte perdón —YoonGi bufó con burla, interrumpiendo al menor y sacudiendo su cabello rizado—. Sé que no debí de haber hecho todo lo que te hice, pero yo-
—¡Oh, por favor! ¡Basta JiMin, no actúes como si no hubieras disfrutado cada momento de mi sufrimiento! Toda nuestra relación se fue a la basura por tu maldita actitud.
—¡Lo sé! ¡Lo sé, YoonGi! Es por eso que-
—Es por eso que terminaste conmigo, que huiste esa mañana, y es por esa misma razón que desearía no haberte conocido nunca, Park. —Le gritó el pálido, lleno de ira al recordar ese día en el que comenzó todo.
JiMin se sintió ofendido, retuvo el aire que había inhalado segundos antes y su pecho se infló. No recordaba que el YoonGi a quien le rompió el corazón fuera así.
Él lo conoció muy diferente, pero ahora era otra persona.
En una mañana fresca, donde la lluvia de la noche anterior comenzaba a desaparecer de la vista de las personas y ese delicioso olor a tierra mojada inundaba la ciudad, Min YoonGi apagaba su ruidosa alarma.
Odiaba levantarse temprano para asistir a la universidad, sobre todo si la noche anterior se había desvelado haciendo la mezcla de su nueva canción; tenía que escuchar canal por canal, subirle el volumen a este mismo y realizar el paneo de los canales, así con cada uno de ellos.
Le dolía el cuello y su trasero parecía haber desaparecido en la noche, así que, a regañadientes, se levantó de su cama y se vistió lo más rápido que pudo. Notó que su celular decía: 9:00am. Pero... ¡él entraba a las ocho y media de la mañana!
—¡Mierda! —Gritó el chico mientras cerraba la cremallera de su pantalón de mezclilla, mismo que hacía que sus piernas se vieran aún más delgadas.
Bajó las escaleras con una prisa impresionante, saltándose algunos escalones y peinando su cabello lacio. En realidad deseaba poder hacerse base para lucir unos preciosos rizos, ah... pero eso tendría que esperar.
—¡YoonGi! —Escuchó la voz de su padre llamarlo, volteó la mirada cuando pasó por la cocina y pudo observar a su mamá, quien escribía algo en su computadora rosa y a su padre, quien con un delantal algo curioso —de color rosa y una frase melosa en inglés— cocinaba el desayuno—. ¿Trabajaste hasta tarde de nuevo?
—Sí, se me hace tarde. ¡Adiós!
—¡Min YoonGi! —Esta vez fue la voz de su mamá la que retumbó por sus oídos. Este volteó apurado y la miró—. Dale un beso a YoonA antes de irte.
El adolescente entró a la cocina después de rodar los ojos, y vio a la pequeña bebé casi recién nacida de signo piscis como YoonGi. Era igualita a él, según su mamá: Ambos parecían gatitos. ¡Ah, pero ella no se salvaba!
Le dio un besito a la bebé que apenas podía abrir sus ojos, después de esto, salió volando hacia su automóvil rojo. Arrancó el vehículo e, ignorando las señales de tránsito y la velocidad máxima de algunas calles, condujo hasta la universidad.
Ahí tenía otra razón por la que debió de haber elegido residir en el mismo campus. Ah... pero ya era muy tarde, y es que tenía una gran relación con sus dos padres, ellos no querían que su bebé se fuera de la casa; y aquí entre nos, el bebé YoonGi tampoco quería dejarlos.
Después de casi diez minutos, el azabache de piel pálida caminaba aprisa por los pasillos desiertos del instituto. Todo iba bien hasta que, al pasar frente a un salón, unos ojos grises llamaron su atención como si de miel pegajosa se tratara.
Paró unos segundos; necesitaba observar al dueño de aquellos ojos llamativos. Un chico de mejillas ligeramente abultadas; labios gruesos que lucían un deseable color rosa en ellos y cabello gris lo estaba mirando.
—¡Park! La clase es hacia acá. —Regañó el profesor que daba clase en esa aula. El tiempo pareció detenerse entre las miradas de estos dos chicos, quienes se encontraban en una especie de trance, tratando de descifrar la mirada contraria. No obstante este grito rompió el contacto visual e hizo a Min reaccionar.
Llegaba tarde a su clase, y nunca se imaginó que ese chico iba a buscarlo al finalizar de las clases y lo iba a enamorar en tan sólo dos horas. ¿Cómo era eso posible?
Park JiMin era el dueño de los ojos grises, esos ojos que difícilmente iban a soltar lágrimas en la vida. Esos ojos a los que miraba Min YoonGi cuando estaba triste. Esos ojos que comenzaron a atormentar al pálido cuando JiMin se mostraba indiferente y comenzaba a tratarlo como basura.
Esos ojos se volvieron pesadilla de todos los días para Min.
—Mira, de verdad no tengo tiempo para esto, JiMin. Yo te dejé libre desde esa mañana, misma en la que saliste de mi cuarto y recibiste una llamada de otro chico. ¿Lo hiciste para molestarme? —Preguntó con dolor en el corazón. Odiaba pensar en esa horrible mañana, pero tenía que preguntar.
—Sé que fui un idiota, Min. Lo acepto —YoonGi alzó las cejas incrédulo ante lo dicho por el contrario—. También acepto que fue una tontería haber buscado algo más mientras seguía contigo, pero...
El de cabellos rizados miró duramente al menor, quien miraba al suelo de una manera pensativa.
—¿Qué?
—Tú nunca preguntaste... —Habló con voz baja, levantando de nuevo la mirada y enfrentado a Min.
—¿De qué hablas?
—Al siguiente día, después de esa mañana, me viste en una cafetería con ese chico... —hizo una pausa, tratando de poner sus ideas en orden—. Pero nunca preguntaste de qué se trataba; asumí que no te interesaba saber nada más de mí.
—¿Por eso desapareciste, Park? —Preguntó a modo de burla, se cruzó de brazos y chistó—. Creí que había sido tu cobardía la responsable de tu huida a Busan.
—¿Cómo sabes que estaba ahí, YoonGi? —Preguntó incrédulo el menor.
—Todo el mundo lo sabía, bastardo idiota.
—Nunca me preguntaste cuál había sido la razón y creí que te daba igual, que yo era desechable así como todos.
—¡Vaya, Park! —Min miró los ojos tristes de Park y se burló—. ¡Entonces coincidimos en algo! ¿Creerás que yo también me sentí desechable para ti? Siempre van a haber más chicos estúpidos en el mundo, que dejarán que alguien como tú les pase por encima una y otra vez sin decir nada; que los ignore en todas partes y que se vaya sin decir nada. ¡Eres toda una joya! —Exclamó en un tono sarcástico, asustando a JiMin y haciéndolo percatarse de lo mucho que YoonGi había cambiado.
—¡Tú tampoco eras precisamente el mejor novio del mundo, YoonGi! —Contestó el menor a la defensiva. De verdad estaba resentido con ese pálido—. Preferías estar más tiempo con tus amigos que conmigo...
—Oh... ¡claro! ¡Ahora entiendo todo! —Seguía con su actitud sarcástica y molesta, pero tenía derecho a desquitarse por todo lo que Park le había hecho—. No soportabas verme con nadie más... y yo juntándome con HoSeok y NamJoon... —Negó con la cabezas repetidas veces—. Debiste de haber sufrido un infierno, JiMin.
El peligris se pasó la mano por el cabello y cerró sus ojos con fuerza, demostrando que estaba más que molesto por lo que había dicho YoonGi—. ¿Puedes dejar esa actitud, Min? Es imposible razonar contigo.
—Recuerdo que esas fueron las mismas palabras que usé contigo cuando traté de que te calmaras por verme con HoSeok...
—Mira YoonGi, sé que arruiné todo y he estado pagando las consecuencias de haberte tratado de esa forma, ¡pero escúchame ahora! —Pidió desesperado el hombre de las pesadillas de Min.
Por primera vez en la noche, el pálido se quedó callado y miró los ojos cristalizados de JiMin. Se cruzó de brazos y pensó que, unos tres meses antes, habría corrido a limpiar sus lágrimas y a abrazarlo. Pero... vaya, eso parecía un mal chiste justo ahora.
—Sé que dije cosas que no debí de haber dicho; sé que te prometí que siempre iba a estar contigo y que nunca me dejaras ir... Pero, ¿cómo podría cumplir mis promesas si la música era mucho más importante que yo? Y me dejaste ir, pretendiendo que no te importaba...
—Mi música no es la culpable de tu actitud de mierda, Park. Y pudiste habérmelo dicho. —Negó con la cabeza, completamente molesto con el más bajo.
—Pudiste haberme preguntado por qué estaba rompiendo mis promesas, YoonGi —una sola lágrima cayó por la mejilla de Park, resbalando por esa zona tan delicada y suave, creando caminos sin congruencia hacia abajo—. Te pude haber dicho que te rompí el corazón como me lo rompieron a mí, pero no preguntaste.
—No me interesaba en ese entonces, Park, y no me interesa ahora —rió socarrón antes de acercarse a él—. Me lastimaste mucho todo el tiempo que estuvimos juntos; fui tu tapete y también tu pasatiempo, Park. Pero no dejé que eso me derrumbara.
—YoonGi, perdóname. —JiMin quiso salir corriendo, pero la presencia de YoonGi lo obligaba a quedarse en su lugar—. Perdóname por haberte roto de esa manera, yo-
El pálido observó, con un nudo en la garganta, como las lágrimas de su exnovio comenzaban a caer sin cesar de sus ojos.
—Sería muy descarado de mi parte pedirte una segunda oportunidad, es muy tarde ya... —Comenzó a sorber sus propios mocos mientras que los ojos de Min se cristalizaban—. Jamás quise hacerte llorar, YoonGi. Pero yo- tú mereces-
—A alguien mejor... —Terminó de decir Min—. Lo sé, JiMin.
El de ojos grises alzó la mirada y, esperanzado, miró al chico que tanto había estado soñando los últimos días. Sólo que ahora era diferente. Seguía llorando, pero Min negó con la mirada.
—Mejor guarda tus lágrimas para otro día, JiMin. Hoy no tiene caso que las saques; todo esto ya pasó y yo ya lo superé. Estoy con alguien mejor y deberías de hacer lo mismo.
—YoonGi, yo-
—Guarda tus lágrimas para alguien que las merezca, JiMin. Yo, sin duda, no lo hago.
El pálido se acercó al vulnerable Park, quien perdió todo ese porte de arrogancia que lo había caracterizado por tanto tiempo y se derrumbó en los brazos de YoonGi quien, cálidamente, le dio un abrazo.
—Te amo, YoonGi.
—Es un poco tarde para decir eso —contestó enseguida, cerrando más los ojos y sintiendo lástima por su menor—. Yo lo hice, pero ya no más, JiMin. Guarda tus lágrimas para alguien que te ame.
El abrazo se rompió y YoonGi, después de haberse desquitado por todo lo que Park le había dicho y hecho en el pasado, corrió hacia adentro de la casa.
Besó a HoSeok, su novio y el amor de su vida, quien lo cuidaba y amaba como a un tesoro preciado. Esos ojos grises no lo iban a atormentar nunca más, y ahora podría disfrutar de su fiesta de graduación junto a sus amigos.
Mientras tanto, Park JiMin comenzó a llorar más fuerte cuando YoonGi se fue de ahí. Fue un idiota por no haberlo tratado mejor cuando eran pareja, fue un idiota por tratar de arreglar las cosas sin comunicación directa y, sin duda, perdió a la persona más dorada del mundo.
Sin embargo, mientras caminaba hacia su casa, no dejaba de repetirse lo mismo una y otra vez: "Guarda tus lágrimas para alguien que más merezca, Park".
—Lo mismo digo, Min YoonGi.
Fin.
Nota: Me obsesioné con la canción .-.
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