№1. ~Pony and Boy~
Canción: Pony and Boy.
Nota/Aviso: El one-shot se vuelve triste y deprimente.
Reía y vivía.
Estaba despierto.
Estaba viviendo.
No podía dudar de su gozo y alegría ingenua que aún a su edad era natural, y era ajeno de todos que la perdieron.
Y sin saber el cómo o porqué —pues eso solo arruinaría la magia.— Se hallaba volando.
Su piel blanca y cabello, casi tan blancos pero completamente igual de suaves que las nubes que tenía a su alcance, adornaban las esmeraldas que admiraban la pureza intacta y sin manchas, y como cualquier niño solo la quería tocar.
Pecas salpicadas en el puente de nariz y mejillas, con el toque especial de una sonrisa de perlas y labios rojos. Y de ella se escapó la enternecedora risa luego del tacto con la nube en su mano.
Su cuerpo flotaba y se elevaba. Dejó relajar sus extremidades. El peso de su nuca hizo que apreciará las nubes que no había visto antes. El efecto causó girarse lento.
Podía reír y vivir.
Primero su cabeza, luego el torso. Y ahora estaba de cabeza con sus piernas en lo alto y su cabeza mirando hacia abajo. Ligero se encontraba a flote. Podía sentir la alegría de los que abajo retozaban en los campos, entre los árboles y en sus hogares.
De pronto un sonido abdució por completo su concentración en aquel paisaje aéreo. Sus esmeraldas brillantes quedaron atónitas y denotaban emoción, aunque todavía no creyera que aquello que relinchaba y volaba a trote, era un hermoso pony. De cresta amarilla, y pelaje blanco. A su paso un rastro de estrellas que de a poco entintaban el cielo hasta su atardecer. Era simplemente hermoso y mágico.
Su risa inocente atrajo la mirada del cuadrúpedo. Por puro instinto, como si su mente y la del niño pensaran igual, tomó impulso, dibujando una curva de arriba a abajo y alrevés, y subió para llevarse al niño volando.
Se aferró a su cuello y tardo en acomodarse hasta quedar sentado en su lomo. Su corcel no se detuvo, era como si fuera disparado, y la fuerte brisa chocando contra su rostro le incómodo al principio y revolvía los cabellos, pero cubriéndose con una mano, alcanzó a apreciar su paisaje.
La poesía del cosmos puesta en un lienzo con sus proporciones frías y calidad, brillantes y oscuras, basadas en el orden de la imperfección, existiendo ahí sin razón pero con propósito, pues inspiración en grandes mentes marcaron y su fuente permanece.
Flotaban juntos entre estrellas y nebulas. Cada que podía alzaba sus brazos e intentaba tocar una estrella. Un camino eterno que nunca sintió durar, y pudo en una de tantas apenas rozar la punta de una. Con eso quedó satisfecho.
Miró a su alrededor. Planetas de todos los tamaños, asteroides, estrellas brillantes, lunas de colores, y más estrellas. Tenía a su disposición tanto que ver, mucho que tocar y una infinidad que conocer. Obviamente debía de ir.
Sus puños apretados por la emoción y una enorme sonrisa en la espera de emprender el viaje. Pero algo fallaba. Había algo que no estaba bien, y eso lo desconcertó.
Serio, sin describir el vacío que sentía, busco la mirada del pony, pero el cuadrúpedo que parecía mirar a la nada, fijaba su vista en el planeta azul que conocía como Tierra. También era bonita. Pero no movía la euforia que hace un momento sentía.
Acaricio observando con duda. Deslizó sus manitas, y luego brazos, hasta quedar abrazado al cuello del pony. Se aferró a él. Con la misma fuerza deseaba no volver. Irse con él. Porque estaba disfrutando de lo que pasaba, o más bien, lo que había pasado.
Estaba riendo. Estaba viviendo.
Abrió suplicante sus ojos que se cruzaron con los de su pony, y veía uno que el otro no tenía intenciones de regresar tampoco. No querían mirar atrás, y así fue.
De los costados alas blancas crecieron. Pero eso no fue lo único que en verdad emocionó al niño. A la par que el pony admiraba las alas que crecieron y eran iluminadas, de pronto, sintió el impulso de girar hacia atrás, no para ver su planeta, para ver las alas blancas que también había salido de su espalda.
Cuando volvieron a mirarse, supieron que todavía ni llegaba la mejor parte, y no querían esperar más para verlo. Se abrazo sonriente nuevamente al pony, y montado sobre este, emprendió su viaje, alzando vuelo en el cuadrúpedo para irse lejos, atravesando esa resplandeciente aro de luz blanca.
Ninguno reía. Y ninguno vivía.
Solo con uno era en totalidad, pero en alma todos yacían eclipsados.
No quería seguir presenciando su reflejo, en dónde sus padres todavía lloraban, listos para ir al hospital después de recibir esa llamada que desmoronó su mundo aún más. Sus lágrimas empapaban sus cubrebocas, y la madre sintió sus rodillas inútiles y se derrumbó para ser consolada por su marido.
No soportaba ver la tremenda guerra que había fuera de su cuerpo, pero también en las ventanas al alma de su madre. Las bocinas de alerta de ataques que habían en otras calles manifestadas, en su hogar era la voz de salía de los labios de su progenitora. Gritos desesperados y desgarradores, inhumano sonido que suplicaba ayuda porque sabía que sola no podría más. Veía el miedo y la debilidad luchando contra el amor y la fuerza. Ver a ambos así de impotentes le dejaba un nudo en la garganta, los puños apretados, incapaz de gritar, obstruido por las lágrimas que caían por sus mejillas,y sus labios contraídos tampoco permitirían unirse al disturbio de las dos almas. Había uno igual de gigante que cuál torbellino arrazaba con todo dentro de su ser.
No quería seguir mirando a la vida luchando contra la muerte, a la debilidad luchando contra la supervivencia.
Se fue para irse ella por lo que necesitaría para salir. Mientras al igual que ellos se culpaba por no haberse dado cuenta de cuando él escapó. De cuando en un descuido, hartos entre ellos, teniendo a los padres discutiendo más seguido ahora que trabajaban en casa, y ella apenas ubicándose con la monumental cantidad de tareas escolares y soportando el encierrro, nublados por el estrés y la desesperación, cada quien encerrándose en sus habitaciones y bloqueando con sus puestas y sus frías miradas, prácticamente se terminaron olvidando de ese pequeño inquieto incapaz de comprender lo que ocurría, que desesperado de los gritos y las peleas logró salir.
Y después de casi una semana sin encontrarlo, alguien por fin lo hizo, pero ya era tarde. Fue hospitalizado y atendieron al verlo así de enfermo. Y después de más días él por fin se había ido, y no pudo despedirse de él siquiera.
Ocurrió apenas esa madrugada, mientras su hermanito dormía.
El cuarto del menor estaba antes que el suyo. Como un imán la detuvo y la hizo entrar, desconcertada, a paso lento. Hipnotizada con el vacío oscuro.
Cuando él buscaba con quién jugar. Cuando más quería hablar con ella teniendo a sus padres ocupados, ya sea peleando o trabajando, de mala gana le decía que no, y lo mandaba a entretenerse en su cuarto. Él solo.
Encendió la luz de la habitación. Todo estaba limpio e intacto. Tal y como su madre nunca pudo mantener cuando su hermano estaba ahí jugando. Lo preparo con ella para cuando lo dieran de alta y volviera a casa. Miró el techo pintado como un cielo nocturno, las paredes tapizadas de azul con estrellas fosforescentes pegadas, pósters de planetas y de naves. Se valora lo que quería y hacia hasta que uno se tiene que morir, y no en vida, demostrando que el remordimiento era más fuerte que el amor.
Se sentó en la cama. Tendida, ordenada. Sus ojos en blanco y acuosos sabían que nunca lo volvería a oír gritar y jugar, jamás volvería a saltar sobre esa cama con sus zapatos sucios. No volvería a seguir pintando y dibujando planetas y estrellas.
De repente tomo en sus manos temblorosas su preciado juguete que alguna vez le perteneció y se lo regaló. Ver la sonrisa en ese pony de peluche le hacía querer vomitar. Todo su entorno daba asco.
No se podía enojar con su hermano por no haber luchado por su vida, porque de tener la oportunidad, también se hubiera ido con él. También quería dejar de mirar afuera y ver las calles llenas de gente inconciente sin cuidarse como habían ordenado. Destrucción de vida silvestre por su especie. Odio y agresión contra inocentes. Ignorantes al poder que dicen que todo saldrá bien, sin ellos siquiera estar seguros al respecto, y viven de la desgracia a la que somenten a sus pueblos.
No estaba enojada porque su hermano menor se hubiera ido teniendo un mundo así, lo que le dolía era que no se pudo marchar con él.
Quería llorar y gritar hasta que sus cuerdas vocales se rompieran. Quería ser ella la que se fuera. Quería destruir algo o a alguien. Pero también sus sollozos fríos y entre cortados eran ecos de su deseo por reír, por vivir.
Se agachó para llorar mientras estrujaba contra su pecho el peluche, mojándolo con sus lágrimas. Sintiéndose tan débil para salir, pero tan patética como para llorar.
Este mundo era patético.
Y quizá exista uno mejor.
Quizás se fue más que por solo sentirse listo. De verdad estaba listo.
Puede que unos estemos listos antes de tiempo. O que solo seamos entes sin lugar de origen ni fin al que las coincidencias la muerte termina por reclamar. Tal vez sigamos por suerte, o porque aún falta prepararnos para emprender el viaje de la verdadera vida que toca al alcanzar esa famosa luz que está al final del túnel.
No sabemos si es solo ésta, o si hay otra vida. Más sin embargo, y por encima de lo que es la supervivencia de anteponerse sobre los que llaman débiles, siempre existirá ese deseo, y nunca sabremos cuando es que se cumplen si no lo intentamos.
Reír y vivir.
La canción letra ni tenía, y por lo general las composiciones de este grupo son como tétricas o que con un tono oscuro, así que me decidí en meter un poco de mi frustración.
Quedó muy corto y siento que muy edgy para mí gusto :/
No está mal pero creo que puedo hacer cosas mejor en las siguientes canciones.
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