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*- Howling-*
*- Minsang -*
*- Omegaverse -*
*- Yeosang 20 años. Mingi 21 años -*
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Yeosang caminaba de aquí para allá, daba vueltas y vueltas por su cuarto. Se mordía las uñas, pasaba constantemente las manos por su cabello rubio, miraba el reloj cada dos segundos. Estaba nervioso, no; más que nervioso. No sabía ni cómo expresarse.
Hoy era el día en el que conocería a su prometido. Y muchos piensan, ¿pero, cómo va a casarse con alguien que ni siquiera conoce? Pues ni el mismo sabía la respuesta. De un día para el otro su padre había decidido que contraiga matrimonio con el hijo de el lider de otra manada, y así formar una alianza.
Hoy, su madre, había puesto un esmero casi anormal en hacer que se vea perfecto. Así que estaba con su cabello rubio peinado delicadamente, y un traje de color crema.
Se vio en el espejo por décima vez en los diez minutos, acomodo su traje y suspiro. Esperaba que el alfa fuera, al menos, amigable.
Tenía a sus amigos, Choi Jongho y Jung Wooyoung. Los únicos dos alfas con los que se lleva bien en la manada. El resto eran bastante estereotipados. Esos tipicos alfas que creen que los omegas son únicamente para brindarles placer y cargar con sus hijos, para luego cuidarlos.
Y él odiaba a esas personas, agradecía enormemente que sus amigos no fueran así a pesar de que sus padres si fueran ese tipo de personas.
—Joven Kang, —una de las mucamas dijo desde afuera de su habitación. Yeosang se acercó y abrio la puerta. —lo esperan en la sala, el lider Song ha llegado con su hijo.
—Claro, ya voy, gracias.
Cerró la puerta luego de aonreirle a la chica y respiró profundo. Sentía su corazón latir en su pecho y parecía que en cualquier momento saldría de su lugar. Trató de tranquilizarse, y salió de su cuarto caminando lentamente a la sala.
Al llegar observó alrededor. Puede que haya vivido toda su vida allí pero la sala siempre lo maravillaba. Era un salón grande, con tres candelabros iluminando cada pequeño rincón del lugar. Las paredes pintadas de un color blanco, columnas de cuarzo con detalles de oro. Una alfombra roja de un extremo a otro. Definitivamente ese era su lugar favorito, luego de la biblioteca.
—Ah, llegaste hijo. —su padre se acercó y lo atrajó a su cuerpo, abrazándolo. Yeosang le correspondió el gesto, no le había gustafo para nada saber que su padre lo había comprometido sin su concentimiento pero no podía estar enojado con él o guardarle rencór por más que quisiera.
—¿Cómo te sientes cariño? —su madre también se había acercado. Vestida con un largo vestido negro y rojo.
—Estoy nervioso, ¿qué pasa si no le caigo bien?
—Hijo, conozco al joven Song. Es un alfa de un corazón puro. Además, no hay ni una persona en el mundo a la que no le caigas bien. No te preocupes.
—Gracias papá.
—Bien, vamos a la sala del trono. Los invitados esperan.
El camino hasta ese lugar parecía eterno desde la perspectiva de Yeosang. Por cada paso que daba sentía cada vez más presión. Millones de inseguridades se formaban en su mente a la vez que caminaba.
¿Y si era un estereotipado?
¿Y si no le gusta su forma de ser?
¿Qué haría se el alfa se aburre de él?
No tuvo tiempo de calmarse cuando habían llegado a las altas puerta de roble y esperaban a que los guardias las abriera.
Todo parecía suceder en cámara lenta. Las puertas fueron abiertas y uno de los guardias de la manada contraria presentó a los invitado: Song Hyun y su hijo Song Mingi.
Song Mingi, su prometido.
—Hyun, que alegría verte otra vez. —Yeosang vio a su padre saludar a ese tal Hyun con un apretón de manos y tomó unos segundos para tratar de calmarse.
Levantó la mirada para observar a su prometido, y para su suerte este se encontraba muy concentrado en saludar a su padre. Por lo cual pudo observarlo bien.
El chico era alto, muy alto. Tal vez dos cabezas más que él. Su cabello era de un color ceniza, y por su apariencia parecía tener unos veinte años. Vestía un traje negro que lucía muy bien en su cuerpo y Yeosang pudo notar una pequeña cicatriz en su cuello.
—Yeosang, acercate por favor. —la voz de su padre lo sacó de su pequeño trance y obedeció al mayor, posicionándose a su lado. —Mi hijo, Kang Yeosang.
—Un gusto Yeosang, tu padre nos ha hablado muy bien sobre ti. —el señor Song comenta, y el omega no puede evitar sonrojarse al sentir a los tres alfas mirándolo. —Él es mi hijo, Song Mingi.
—Un placer poder al fin conocerte Yeosang. —la voz de chico era grave, pero tenía cierta amabilidad en ella.
—El placer es mio, Mingi. —miró al contrario y sonrió un poco, tratando de ocultar sus nervios.
—Bien, nosotros los vamos a dejar solos así pueden conocerce un poco. Estaremos en los jardines de castillo por si nos necesitan.
Sin decir más fueron dejados solos en la enorme sala, en un silencio bastante incómodo que Mingi rompió.
—Y dime, ¿cuántos años tienes?
—Tengo veinte años, ¿tu? —no tenía idea de cómo pero el ambiente cambió repentinamente, ahora no estaba tan nervioso. Ese alfa le transmitía cierta paz y tranquilidad.
—Veinti-uno.
—Vaya, pareces más joven.
—No lo creo.
Y otra vez, silencio. Pero esta vez no era incómodo, era todo lo contrario. Ambos se sentían a gusto con el otro.
Ese día se la pasaron hablando y riendo, en tan poco tiempo habían caido por el otro.
||
Todos sabemos que la vida no es color de rosas, pues la de ellos tampoco.
Luego de unos meses de haberse conocido se casaron y ahora vivían en una casa alejada de las demás con sus hijo San y Yunho. El primero tenía tres años y el segundo tenía cuatro. Los niños se llevaban muy bien, Yunho cuidaba a su hermanito cómo si fuera de cristal. El mayor era un alfa, aunque parecía más un beta por su forma de ser; mientras que el menor era un omega.
Y algo que hay que decir también es que, ambos chiquitos, eran muy sentimentales y asustadizos. Hasta el más mínimo grito los asustaba y lloraban. Por eso ahora estaban en el sofá, abrazados y con sus mejillitas empapadas en lágrimas.
Odiaban que sus padres pelearan.
—¡Nunca estás en casa Mingi!¡Tus hijos te extrañan, yo te extraño!¡Pero a ti no te importa en lo más mínimo eso!
—¡Sabes que siempre voy al castillo, en unos años seré el líder de la manada y debo aprender desde ahora cómo serlo!
—Y-Yunnie, ¿por qué pelean? —San era un niño que lloraba con lo más insignificante, un ser de luz y con un corazón lleno de amor. Por eso Yunho odiaba verlo llorar.
—Porque papá Mingi no está mucho en casa y a papá Yeosang no le gusta eso. —explica, tratando de que su voz no se quiebre. San iba a hablar pero unos pasos acompañados de gritos y llantos se oyeron en el pasillo.
Sus padres aparecieron, gritos e insultos salían de sus labios. Yeosang estaba llorando mientras le decía a Mingi que nunca estaba con ellos y el alto le decía que no tenía tiempo.
Discutieron en ese lugar por un minuto hasta que Mingi dejó escapar eso que lastimó tanto a Yeosang.
—¡Me arrepiento de todo lo que tuvimos!¡Me arrepiento de haber aceptado casarme contigo y de todo lo que vivimos juntos!
Yeosang se quedó estático, igual que sus hijo que; a pesar de ser pequeños; entendieron a lo que su padre se refería.
—¿Acaso te arrepientes de haber tenido hijos conmigo Mingi? —soltó el rubio con cierto recelo. Las lágrimas no dejaban de caer por sus mejillas.
—No, porque ellos no tienen la culpa de lo que eres.
Luego de eso el mayor allí se fue de la casa, quedando la misma en silencio.
Un sollozo de Yeosang resonó en la sala, sus hijos se alarmaron y se acercaron a su papá, quien ahora estaba en el piso llorando.
—Papá, no llores por favor. —pidió San, abrazando al mayor por el cuello y escondiendo su cabecita en el hueco del mismo.
—Lo siento... p-perdón mis amores, no quería que escucharan todo eso. —Yeosang se sentía terrible, el ama a Mingi pero le molesta su actitud tan indiferente ante lo que le plantea. Mingi se va a las seis de la mañana o incluso antes al castillo y volvía alrededor de las ocho de la noche, al ser el hijo del líder de la manada tiene que estar presente en guerras, charlas, y demás. Y ahora que, en dos años, sería el nuevo líder estaba aprendiendo de su padre, ahora era él quien planeaba las estrategias, quien preparaba algún borrador de lo que podía decir su padre en los discursos. Debía ir a otras manadas para asegurarse de que todo estuviera bien.
Y estaba cansado, porque cada vez que le pedía si se podía quedar un día, el alfa le decía lo mismo: "no, debo ir al castillo".
—Papá, —San levantó su mirada para observar a su padre quien asintió para que siguiera hablando. —¿papá Mingi no nos ama? ¿Nos va a dejar?
La voz de San se quebró y un sollozo escapó de sus labios. Yunho se acercó a su hermano y le dio un abrazo, mientras Yeosang buscaba las palabras correctas para hablarle a su hijo.
—No, no amor. Él nos ama y no nos va a dejar. Mingi los ama muchísimo.
Aunque no sabía si él de verdad lo amaba.
||
Esa noche, luego de que Yunho y San se durmieron, Yeosang se sentó en el sofá a esperar a que Mingi volviera. Quería hablar con el alfa, ya que odiaba cuando estaba distanciados.
La puerta de la casa fue abierta, dejando ver al alto alfa entrar. Yeosang se levantó de donde se encontraba sentado y esperó a que Mingi cerrara la puerta para hablar, pero se sorprendió al escuchar hablar al contrario.
—Lo siento Sanggie, no debí haber dicho eso. No me arrepiento de nada porque yo te amo y sé que tienes razón pero soy demasiado orgulloso cómo para admitirlo.
—MinMin...
—Esperaba, quiero terminar. Te amo, a ti y a nuestros hijos. Los amo más que nada en el mundo, ustedes son mi mundo. Cuando me fui, me tomé el tiempo de reflexionar sobre lo que me dijiste y tienes razón. Siempre puse mi deber sobre mi familia y no debo hacer eso, ahora lo sé. Gracias, gracias Yeosang. Porque me has hecho dar cuenta de que soy una mierda, cómo alfa y cómo padre. Espero poder recuperarte, espero que puedas perdonarme.
—MinMin, —Yeosang se sintió muy conmovido por las palabras de su esposo, tanto que unas pequeñas lágrimas traicioneras escaparon de sus ojos. —yo también te amo, con todo mi corazón y me alegra mucho que te hayas dado cuenta de tu error. Pero no eres una mierda, ni de alfa ni de padre. Tus hijos te aman y no puedo imaginar un mejor padre que tu, alguien tan único. No quiero estar peleado contigo, sabes que soy incapaz de guardar rencor a alguien. Y también lo siento, no sé lo que es ser un líder y te exigía algo que tal vez no podías ofrecer.
—Entonces, ¿todo bien? —cuestionó el alto, abriendo sus brazos para abrazar al omega.
—Todo bien.
Ambos se abrazaron toda la noche, mientras se daban pequeños besitos.
||
Un aullido resonó en el bosque y Mingi fue hacía allí, encontrando al lobo de su esposo sentado a la orilla de lago.
El lobo de Yeosang era blanco cómo la nieve y con ojos azules cómo el mar. El lobo de Mingi era negro, ojos de color verde que se asemejan a dos esmeraldas en la oscuridad.
Sus hijos estaban en la escuela y ellos aprovecharon para tener su pequeño momento a solas.
—Te amo Yeosang. —dijo Mingi a través del enlace.
—Yo también te amo mi alfa gruñón. —respondió Yeosang, para luego salir corriendo a la vez que era perseguido por Mingi.
Ambos habían aprendido a amarse, a no dejar ir al otro.
Stan Victon
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