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*- Dreams Come True -*
*- 2ho -*
*- Fantasía/fluff -*
*- 2286 palabras -*
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Cómo príncipe heredero, Yunho, tenía miles de obligaciones y quehaceres en su día a día. En tan sólo dos meses su padre, el Rey, le cedería el trono del Reino Jeong y tendría que gobernar sobre el mismo.
¿Creía que podía gobernar? Puede que sí. ¿Le importaba gobernar? Probablemente no. ¿Acaso quería gobernar? No.
Nunca, en sus diecinueve años de vida, nadie le había siquiera preguntado si él de verdad quería tomar el gobierno del Reino. Pero así era la vida de un príncipe.
Aburrida y en la cuál debes olvidar todos tus sueños. Porque estos nunca se harían realidad.
Sus amigos, Seonghwa y Mingi, dos príncipes de Reinos vecinos le dicen que muchas personas les gustaría tener la vida que tiene él. Es verdad, había tanta gente en la miseria, vagando, y moribunda que darían hasta lo inimaginable por mínimo vivir en el palacio. Él estaba agradecido de la vida que tuvo, donde nunca le falto absolutamente nada y todo lo que quisiera sólo tendría que pedirlo y lo tendría en bandeja de oro, pero él no quería el trono del que su padre tanto le habla.
Por muy alocado que parezca, Yunho quería ser un artista. Pintar sobre un lienzo y poder reflejar todos sus sentimientos en esa pintura. Ese era su sueño.
Suspiró, vaciando su mente de todo pensamiento y caminando por el amplio pasillo hasta el jardín para tomar un poco de aire fresco. El solía pasar mayor parte de su tiempo encerrado en su cuarto, o mínimo entre las paredes del castillo. Pero estaban entrando en primavera y el clima era perfecto; ni mucho calor ni mucho frío.
Los rosales que decoraban el exterior comenzaban a florecer y Yunho sonreía ante este simple hecho. Decidió caminar, dejar que sus pies lo llevarán a donde ellos quisieran y le sorprendió un poco que ese lugar fuera la caballeriza.
Habían cuatro caballos allí; uno de su padre, otro de él y los otros dos eran de dos caballeros sumamente importantes. Fue hasta su caballo marrón y lo acarició. El animal bufo.
—Lo sé, no he venido a verte en un largo tiempo. Pero aquí estoy. —le dijo, cómo si el caballo pudiera entender lo que estaba diciendo.
—Pareces tenerle mucho afecto a los caballos. —un chico, de cabellos castaños y orbes color miel, le habló. Yunho, sorprendido, se volteó; al principio un poco cohibido por la repentina aparición del muchacho pero se relajó al ver que parecía ser inofensivo. Principalmente porque parecía un niño bastante joven.
—La gente normal saluda primero.
—Hola, ¿te parece mejor así? -cuestionó el chico con ironía.
—Algo, ahora dime quién eres y que haces aquí. —por mucho que quisiera conocer mejor a ese joven, Yunho sabía que no podía involucrarse con muchas personas ya que algunos intentarían aprovecharse de él y de su posición.
—Tranquilo, no voy a hacerte daño. Soy Choi Jongho y estoy simplemente alimentando a este caballo, no deberías temer. Además no es que pueda hacer mucho contra un gigante cómo tú. —alegó, soltando una leve risita luego de eso. Y para Yunho esa risa fue el sonido más tierno que alguna vez había escuchado, sonriendo ante la ternura que Jongho emanaba.
—Supongo que sabes quién soy, pero ¿cómo es que nunca te había visto por aquí? ¿Cómo entraste si esté lugar es sólo para personas que estén dentro del castillo? Y que yo sepa nunca te he visto antes.
—Eso no importa príncipe, ahora cuénteme porque no ha venido a ver a los caballos. Quiero decir, son animales fantásticos y por lo que veo usted también les tiene un gran aprecio.
—No debería contarte, pero ya que eres el único que me pregunta sobre mi vida personal te aguantas. —hace énfasis con su mano derecha y continúa, —Verás, ser el príncipe heredero no es fácil. Tienes millones de deberes y obligaciones, oyes a todos hablar sobre ti y, a pesar de que muchos se sentirían bien con eso, yo no. Odio que donde sea que vaya todos estén diciendo "uy mira es el príncipe", "felicidades su majestad"; simplemente lo odio. Mi padre dice que cuando asuma el trono podré hacer a todos arrodillarse ante mí, que tendré el control absoluto sobre cada persona del Reino; cada animal y cada porción de tierra. Siendo príncipe heredero a nadie le importa lo que de verdad te gusta, para ellos la vida que te tocó es privilegiada y que no podrías pedir más. Pero no es cómo todos lo plantean. —finaliza con un suspiro, bajando su vista al suelo del establo.
—Comprendo. Ha de ser difícil fingir que eres feliz cuando no es así. —Jongho miró hacía abajo y sonrió con nostalgia, cómo si hubiera recordado algo.
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Una semana había pasado desde el encuentro con Jongho, todos los días sin falta alguna, Yunho iba al establo para verificar si el chico estaba. Y cada día estaba allí, alimentando a los animales y a veces cantando. En poco tiempo habían formado un vínculo de amistad muy bonito.
Hoy no sería la excepción, Yunho salía del castillo y bajaba por el camino de piedra hasta la caballeriza; donde ya se encontraba el menor sonriente cómo siempre.
—Hola Ho, —lo saludó, el contrario se volteó, sonriendo aún más al verlo.
—Hola Yun. ¿Qué tienes en la cabeza? —inquirió, entrecerrando los sus ojitos y acercándose al mayor.
—¿Uh? —vio al pequeño ponerse de puntillas, debido a su diferencia de altura, y retirar unas hojas de su cabello. —Oh, gracias. No lo había notado.
—Está bien. Yo... quería preguntarte algo, si no te molesta. —Jongho se veía un poco avergonzado, lo cual para Yunho era muy tierno.
—Claro dime, mientras tenga la respuesta y pueda dártela, te la daré.
—¿Tienes algún sueño que quieras cumplir? Siempre que hablamos es sobre mí, pero no hablamos mucho sobre ti. —el más bajito levantó su mirada, encontrándose con los ojos color avellana que lo observaban con detenimiento. Se sonrojó, pero no apartó su mirada de la contraria.
—Bueno... sí, quiero decir, todos tenemos sueños. Para algunos es más fácil cumplirlos y para otros no, pero sí; tengo un sueño. —sonrió al recordar el primer cuadro que pintó. —Pero nunca podré cumplirlo, es parte de la vida de un príncipe, ¿sabes?
—¿Por qué dices eso? Es obvio que si continúas diciendo que no podrás cumplirlo, no se hará realidad. Debes luchar por tu sueño y tratar de que cumplirlo; y si no lo logras al menos sabrás que lo intentaste.
—No es fácil Ho, mis obligaciones cómo heredero no me permitirán cumplir mi sueño. —explico, pero el menor parecía no querer ceder ante esto ya que le respondió.
—A ver, dime tu sueño. —dejo de acariciar al animal y se acercó a Yunho, cruzando sus brazos y mirándolo con una sonrisa.
—Bueno... yo... quiero ser artista. Ya sabes, pintar y eso. —admite, rascando su nuca y apartando la mirada de los orbes del menor.
—Eso es lindo, ¿has pintado algo ya?
—Sí, pero mi padre lo ocultó; me dijo que pintar no me ayudaría al momento de ser rey.
—Oh... bueno, pero tampoco es un sueño imposible Yun.
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Faltaban sólo dos días para la coronación, para que asuma el trono del Reino. Esos días había estado ocupado practicando su discurso, eligiendo la decoración y demás; pero hacía un espacio para ver a Jongho, incluso había practicado su discurso con él una vez.
Esa vez, al llegar al establo, no vio al menor por ninguna parte pero sonrió al sentir que unas pequeñas manitos cubrían sus ojos.
—¿Quién soy?
—Mmm... no sé. —dijo, quitó las manos de Jongho de sus ojos y se volteó rápidamente; tomando por sorpresa al chico cuando lo tomó de la cintura y lo elevó en el aire. Por puros reflejos, Choi, enrolló sus piernas en la cintura contraria y rodeó el cuello del mayor con sus brazos al sentir que caería. —un chico bonito tal vez.
Hace unas semanas, ambos se habían dado cuenta de que se habían enamorado, pero ninguna daba el paso siguiente. Coqueteaban de vez en cuando, se abrazaban e incluso se habían puesto apodos amorosos.
—Hola bebito. —saludó Yunho al chico, aún sosteniéndolo.
—Hola principito. —le devolvió el saludo el menor.
Pasaron horas hablando, Jongho sentado sobre una roca y así podía ver bien a los ojos a Yunho; este último estaba reclinado sobre un pilar junto a Choi. Estaban bastante cerca, cualquiera que los viera diría que son pareja. Pero según ellos no había nadie mirándolos, eso creían o al menos eso esperaban.
En un momento se quedaron callados, un silencio un poco incómodo. Jongho miro a Yunho y este ya lo estaba observando. Sus rostros se fueron acercando de a poco, hasta que Yunho estaba entre las piernas de Jongho y besando esos labios que tanto deseaba.
No era un beso desesperado, era un roce de labios; pero conforme pasaba el tiempo se volvió un poco salvaje.
Ahora sus lenguas danzaban entre sí, sus dientes mordían y al separarse creaban sonidos que volvía a ambos locos.
—Y-Yun.. ah. —jadeo Jongho al sentir los labios de Yunho en su cuellos, chupando, mordiendo y succionando. Al ver cómo iba a terminar todo eso, decidió separar al mayor de su cuerpo. —no podemos hacer esto.
Yunho asintió, cayendo en cuenta lo lejos que habían llegado. Se separó del chico, arreglando su cabello y el contrario, mientras Jongho arreglaba su vestuario. Luego de eso ambos se despidieron con un besito, prometiendo verse al día siguiente.
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Un día, eso faltaba para la coronación. Yunho estaba nervioso, sus manos temblaban y cada vez que alguien le recordad ese tema se sentía mareado.
Por eso decidió ir a ver a Jongho; pero para su sorpresa el menor no estaba allí. Pensó que haría lo que hizo el día anterior pero no, se quedó esperándolo por al menos quince minutos y no había señales de que fuera a aparecer; desanimado y un tanto triste se fue al castillo nuevamente.
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Hoy era el gran día, hoy asumiría el trono del Reino. Ahora mismo estaba repasando su discurso mientras caminaba en círculos por su cuarto.
—Hijo, vamos ya es hora. —su madre le informa, pero al ver el estado del su hijo se acerca y lo abraza; puso sentir lo tenso que estaba y para relajarlo le acarició el cabello. —Tos va a estar bien, lo harás genial.
Asintió, aunque no muy seguro. Camino hasta donde su padre esperaba a ambos y sonrió a su hijo señalando las puertas que daban hacía la entrada del castillo; donde seguramente estaría todo el pueblo observando. Lo único que tranquilizaba a Yunho era saber que tal vez Jongho estaría allí.
Tomó aire y abrió las puertas, aplausos, silbidos y más lo recibieron; eso sólo lo puso más nervioso.
Frente suyo había un pequeño micrófono, se acercó y comenzó a dar su discurso.
—Muchas gracias por asistir a este día tan especial para todos, para mi es un honor poder tomar el trono del Reino. Prometo gobernar de manera justa, tal cómo mi padre lo ha hecho durante estos años. Sepan que los protegeré, porque ese es mi deber a partir de hoy; cómo Rey. Hemos pasado por etapas difíciles durante estos años, hubo sequías, robos y demás; pero debemos seguir adelante, yo siempre pensaré en el bien de todos ustedes al momento de tomar decisiones; pues nunca haría nada que los perjudicará. Muchas gracias.
Y así finalizó, luego todos gritaron "larga vida al Rey" y un señor se acercó a él con la corona; agachó su cabeza y sintió el peso caer sobre la misma, al mismo tiempo que sentía el peso caer sobre sus hombros. Ahora tenía a todo el Reino cómo responsabilidad.
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Yunho dejo el pincel en un vaso con agua, y sonrió al ver su trabajo.
Durante esos dos años había logrado ser Rey y artista al mismo tiempo, uno por obligación y otro cómo método de relajación.
Escuchó unas risitas y supo que eran sus hijas, Ann y Beth. Había contraído matrimonio con Alicia, una princesa de el Reino Lee. Ella era la única que sabía de Jongho, y lo mejor es que lo había aceptado a pesar de eso. Incluso lo había ayudado a recuperar un poco su alegría.
—¡Papá! Dile a Ann que me deje de perseguir. —Beth era la copia exacta de su madre, mientras Ann era más parecido a él.
—Haber, ya ya; saben que aquí no pueden jugar. —les dijo cuando Ann entró a la habitación seguida de cerca por su madre.
—Niñas, vayan a su cuarto a jugar. —las dos pequeñas obedecieron a su madre y se retiraron, dejando a la pareja sola. —Te quedó hermoso principito.
—Gracias.
—¿Es él verdad?
—Sí...
Alicia lo abrazó y luego le dijo que estaría en el jardín. Yunho asintió y cuando su esposa se fue se acercó al cuadro; la pintura ya se había secado así que posó su mano sobre el lienzo.
Había pintado el establo, a los caballos tal cómo lo recordaba hace dos años. Y, además, había pintado a un chico; cabello marrón y el cual acariciaba a uno de los animales; había pintado a Jongho.
Tomó un pincel fino y lo unto en pintura negra para luego escribir su nombre en una de las esquinas junto al nombre de la obra.
"Jongho"
Porque gracias a ese chico, sus sueños se hicieron realidad.
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quiero llorar, me gustó mucho.
por si no entendieron bien porque Jongho dejo de aparecer en el establo es que el padre de Yunho los descubrió, y obligó a Jongho a alejarse de su hijo :)
¿les gustó?
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