Después de buscar los regalos que les trajeron los Reyes Magos, Ace, Deuce e Itami fueron al Jardín Botánico a recoger fresas para el desayuno. Cuando llegaron a la cocina, Ace preparó un batido, lo endulzó con miel y decoró cada porción con una fresita.

— ¡Te quedó delicioso! — dijo Deuce, relamiéndose.

— Así es — agregó Itami.

— Si quieren, les sirvo más — respondió Ace, y llenó los vasos con lo que quedaba.

Mientras tanto, sin hacer ruido y procurando pasar inadvertido, llegó Riddle y se paró en un rincón para que nadie lo viera. ¡Se le antojaba tanto el batido! Pero no se atrevía a decir nada, porque le daba mucha pena interrumpirlos.

De pronto, Ace escuchó un suspiro muy tenue, miró hacia el rincón y descubrió a Riddle.

— ¿Qué haces ahí?, ¿por qué no te sientas con nosotros? Te prepararé un batido.

Riddle suspiró de nuevo.

— No, no te molestes...

Ace se levantó, tomó a Riddle de la mano, lo sentó a la mesa y le ofreció unas fresas mientras le preparaba el batido.

— ¡Eres nuestro amigo, Riddle, tu lugar está aquí con nosotros! — dijo Ace mientras le daba una palmadita en la cabeza.