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Carta 2: Petricor

"Nombre que recibe el olor que produce la lluvia al caer sobre suelos secos."

La bella joven se encontraba apoyada contra la pared. Observó por ambos lados para asegurarse de que todo estaba despejado y se dirigió hacia su objetivo. Con gran determinación pero aún con las manos temblorosas colocó la pequeña carta en el casillero, rogando a todos los dioses que aquella persona haya aceptado su petición.

—Por favor Adrien... permíteme entrar en tu corazón... —suspiró y sus ojos se elevaron hasta el cielo contemplando como caían las gotas de lluvia.

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—¡Adrieeeeeeeeeeeeen! —oh no, dije internamente, sabía perfectamente de quién era esa voz.

—Hola Chloe —hablé cariñosamente para que no se diera cuenta de mi disgusto.

—¿Cómo está el novio más maravilloso de todo el mundo? —mostrándome una amplia sonrisa.

—Muy feliz porque tiene a la novia más preciosa del universo —le dediqué una cálida sonrisa.

—Y aquí tenemos a nuestros dos tórtolos. ¿Saben?, mejor me voy a ir alejando de ustedes, me van a dar diabetes por toda esa dulzura.

—Nino no te pongas así sólo porque tú no tienes novia —sonreí satisfactoriamente, sabía que había dado en su punto débil.

—Ya vas a ver, el día que yo tenga novia me vas a pedir consejos a mí de cómo ser un fantástico novio como yo —ante estas palabras solté una gran carcajada.

—Ni en tus mejores sueños.

—Chicos, no es por interrumpirlos pero, ¿por qué no mejor continúan con su disputa de macho alfa adentro? Es que no quiero que se me arruine mi peinado —Chloe habló, refiriéndose a que pronto comenzaría a llover. Nos dirigimos a los salones, de seguro el día de hoy sería tan aburrido como el de ayer. Ayer... y mis mejillas comenzaron a calentarse al recordar la carta. Aún no tenía ni idea de quién podría ser. ¡No Adrien! ¡Tú ya tienes novia, no tienes que pensar en otras mujeres! Me grité internamente a mí mismo. Suspiré pesadamente, no tengo que seguir pensando en eso.

—Silencio, ¡Silencio! —con el grito de la profesora todo el salón quedó mudo y asombrado, era la primera vez que la escuchábamos gritar así—. Es increíble que tenga que tratarlos de esta forma para poder tener su atención —habló molesta— Hoy es un día especial, ya que nos hemos reunido con los demás profesores y nos dimos cuenta de que entre cada curso no tienen mucha comunicación. La escuela está muy dividida, por este motivo hemos tomado una decisión. Cada curso realizará un intercambio de 5 personas entre sí para trabajar en un gran proyecto que se expondrá dentro de 3 meses. Tienen tiempo de sobra para hacerlo, así que no se asusten, pero tengan en cuenta de que la calificación que obtengan será el 80% de su nota final. Así que mejor no lo tomen a la liguera —pude sentir cierto grado de maldad en aquellas últimas palabras.

—Profesora, no entendí bien lo del intercambio —uno de nosotros habló con tono de duda.

—Es simple joven Bruel, eligiré por sorteo a 5 de ustedes y se irán al aula B, y 5 del aula B vendrán aquí, al A.

—Eso quiere decir que estaremos con personas de nuestra misma edad.

—Claro.

Eso sí que sonaba interesante, siempre es bueno conocer a gente nueva. La idea me había gustado mucho. Rápidamente la profesora tomó nuestros nombres y comenzó a elegir al azar a las 5 personas.

—Ya está decidido, los jóvenes Bruel, Couffaine, Lahiffe, Kubdel y Kurtzberg serán los que vayan al aula B —así que Ivan, Juleka, Nino, Alix y Nathaniel se irán... ahora sólo queda ver quiénes vendrán aquí.

—Me alegro mucho que no nos separaran —me habló en voz baja Chloe, yo sólo sonreí como respuesta. Los 5 tomaron sus cosas y se marcharon. Unos minutos más tarde golpearon a la puerta del aula.

—Sean bienvenidos, los estamos esperando —la radiante sonrisa que les brindó jamás nos la mostró a nosotros. Cuando entraron, las tres jóvenes que estaban me dedicaron una penetrante mirada, por un instante me sentí profundamente incómodo. Al parecer Chloe también se había dado cuenta de esto y se aferró aún más a mi brazo, como si estuviera marcando su territorio, sonreí internamente por eso—. Jóvenes, pueden presentarse.

—Es un gusto, mi nombre es Lê Chiến Kim.

—Yo soy Lavillant Rose, espero que todos nos podamos llevar muy bien —nos brindó una amplía sonrisa llena de felicidad, pero al verme bajó su mirada y pude notar un gran rubor en su rostro.

—Yo soy Duparc Jean.

—Y yo soy Beauréal Aurore —pude sentir cómo su miraba recorría mi cuerpo completamente y al llegar a mi rostro me guiñó un ojo. Miré de reojo a Chloe y esta parecía dedicarle una mirada asesina a nuestra nueva compañera.

—Y por último, pero no menos importante, yo, Rossi Lila —ella fue la única de las tres que no apartó sus ojos de mí, su voz seductora hacía eco en mis oídos. Gracias a esto percibí al lado mío el aura maléfica que mi novia les estaba dedicando a las tres. Dios, dime, ¿qué he hecho para que me castigaras así? Me lamenté internamente.

El día se había hecho sumamente largo. Chloe se tuvo que ir antes ya que la había llamado su padre diciendo que su mamá había decaído. Por suerte no fue nada grave, pero ella decidió ir igual para estar a su lado.

En conclusión, me quedé sólo rodeado de tres mujeres que me estaban contemplando como a su próxima presa. La campana del final de clases me salvó por completo. Con gran rapidez tomé mis cosas y salí de ahí antes de que ellas pudieran decir algo. Fui hasta el baño de hombres y esperé hasta que todos se fueran, en ese momento sentí como si ese fuera el único lugar seguro en toda la tierra. Cuando por fin todo estaba despejado me dirigí con tranquilidad hasta mi casillero. Al abrirlo un nuevo sobre cayó a mis pies. Otra carta... casi lo olvidaba con todo lo que había pasado. La levanté y la abrí con sumo cuidado, como si se tratara de la cosa más frágil del mundo y me dispuse a leer.

"Mi querido Adrien:

Aún no puedo saber si realmente aceptaste o no mi trato. Espero de todo corazón que sí lo hayas hecho, pero para estar segura te ruego que si estás leyendo esto mañana lleves puesto una chaqueta de cuero color negra. Estoy segura de que debes tener una. Es sólo para yo poder estar segura de esto.

Cambiando de tema... nunca en mi vida había conocido una persona con un alma tan maravillosa como la tuya. No todos saldrían con alguien que no quieren sólo para que este no sufra tanto... Lo que estás haciendo por Chloe es realmente muy bello Adrien. Entiendo perfectamente el dolor que está pasando ella, porque yo también lo sufrí y me hubiera encantado tener a alguien como tú a mi lado.

Me siento tan orgullosa de que la persona que amo sea alguien tan amable y bondadoso. Estoy segura de que elegí bien a quién sería el dueño de mi corazón.

Por favor nunca cambies, nunca dejes de mostrar esa radiante sonrisa que llena de calidez a todo aquel que la mira. Porque sólo tú haces que mi mundo tenga sentido.

Sólo tú. Te amo Adrien Agreste.

Desde el fondo de mi corazón, la persona que te ama desde la lejanía."

Se dio cuenta... tan sólo ella... Ni siquiera Nino, mi mejor amigo, lo notó. Mi corazón no dejaba de palpitar velozmente. No podría estar más feliz. Ya quisiera saber quién es esta persona y estrecharla entre mis brazos. Con gran cariño tomé la carta y la guardé, por último agarré mi paraguas y cerré el casillero.

Estaba dirigiéndome hacia la salida cuando vi una figura parada al lado de la gran puerta. Era una joven, con su cabello azulado sujeto en dos coletas y con unos delicados lentes puestos. Estaba esperando a que la lluvia se detuviera para así irse o a que alguien la viniera a buscar. Miré que mi limusina ya estaba aguardando por mí, tranquilamente podría haber seguido caminando, como si no la hubiera visto, y subirme al vehículo. Pero algo en mí quería hablarle, como si no pudiera evitar la necesidad de entablar una conversación con ella.

—Parece que no quiere parar de llover —dio un pequeño salto, como si la hubiera sorprendido—. Perdón, no quería asustarte.

—N-No, d-descuida, estoy bien — tartamudeó un poco.

—¿Sabes? Es un bello día para ir a la cama y dormir —ella sonrió ante mi comentario.

—Es verdad, pero también me gusta sentir el fresco aroma que deja la lluvia al caer, es muy tranquilizante.

—Sí, el petricor es muy relajante...

—¿Eh? —su rostro expresaba una gran duda.

—Petricor, así se llama ese aroma.

—Woow no lo sabía, todos los días se aprende algo nuevo —la sonrisa que me había dedicado hizo que mi corazón se detuviera por un instante y que el tiempo dejara de correr. Pero la bocina de la limusina hizo que saliera de mi trance—. Parece que te están esperando.

—Tienes razón, fue un gusto hablar contigo... —dije esperando que ella dijera su nombre.

—Marinette.

—Marinette... —pronuncié aquella palabra como si estuviera disgustándola, saboreando letra por letra. Sin lugar a dudas era un precioso nombre para una hermosa joven—. Así que fue todo un placer Marinette... —dije extendiéndole mi paraguas. Y en ese mismo momento nuestras miradas se conectaron profundamente, y pude sumergirme en ese inmenso océano azul. Cuando ella tocó mi mano para tomar el paraguas, sentí como una corriente placentera me recorría por completo—. Hasta mañana —le dediqué una cálida sonrisa y me marché.

—H-Hasta m-mañana... —fueron las últimas palabras que escuché de ella antes de subirme al vehículo he irme.

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