EPÍLOGO
Dedicado a: Todos los que han pasado por una situación similar.
Porque todo tiene una solución, incluso el problema más grande que puedan imaginar.
3 meses después
Ernesto
Digamos que Martín no era el único escéptico con toda la situación, mi cabeza en esos días estaba llena de dudas y posibilidades, ninguna agradable si soy sincero. Y las cosas empeoraron cuando lo vi en mi casa, al inicio creí que iría a golpearme o reclamarme por "pervertir" a su hijo.
Pero no, sus palabras y el cambio de actitud me cerraron la boca, mentalmente claro. Aun así, no estaba del todo seguro y me preocupaba la tensión que había durante la cena.
Hasta que sucedió.
Temí por Martín, porque sabia que estaba ansioso y demasiado nervioso para continuar. Sin embargo, nuevamente el señor Roberto se encargó de sorprendernos.
Todo lo que dijo, el como se expresó y el esfuerzo enorme que puso en ello terminó por convencerme.
El miedo que Martín sentía lo hacía dudar, pero con solo ver su expresión sabia que luchaba por creerle. ¿Y quién no lo haría? Su discurso fue bastante sincero y conmovedor, desde mi punto de vista.
Y aunque se que no fue fácil para él, estoy de verdad orgulloso por su forma de actuar.
Logro vencer el miedo a su padre, la inseguridad y la ansiedad que crecieron en el durante esos últimos meses de infierno. Porque eso fue para él.
La cosa estaba así, el señor Roberto ha la sido colocado en periodo de prueba, si mantenía su palabra posiblemente la relación pueda ser restaurada poco a poco y quien sabe, ser mejor de lo que fue anteriormente.
Seria maravilloso, ¿No creen?
Pero es cuestión de espera.
Hoy, habiendo pasado ya tres meses desde esa noche de cena y lágrimas, veo que ese esfuerzo ha dado resultados.
¿Buenos o malos?
Los mejores.
Si en algún momento el señor Roberto llegó a odiarme, ahora ni se nota, como si nunca hubiese sucedido.
A decir verdad tenemos intereses similares, pero no voy a hablar de ello. Lo que si seré, es que mi suegrito me tiene en buena estima. Es más, estoy sospechando que disfruta hacerme bullying.
¿Y con Martín? Es aun mejor, nunca lo había visto tan sonriente ni feliz como ahora. Es como si hubiese recuperado algo que no sabía había perdido, a su padre. No volvió a ser el niño que cuidaba como a su vida, pero si es ese muchacho fuerte e inteligente que llena de orgullo a su familia.
El señor Roberto ha cambiado pese a lo que llegamos a creer, lucho fuertemente contra esos ideales y los dejo consumir por la llama del olvido.
Ahora es un padre no ejemplar, pero si más comprensivo con su hijo; un esposo más amoroso y reflexivo; y sobre todo, una persona más abierta no solo de pensamiento, sino de sentimientos.
Es más expresivo que antes, no guarda sus problemas solo para él, porque sabe que no es necesario hacerlo. Su familia puede ayudarlo y si quiere que confíen en él, él debe hacer lo mismo con ellos. Y lo entiende a la perfección.
Aún falta mucho por recorrer, mucho por esperar y cosas que deben suceder, pero por ahora quiero pensar que las cosas seguirán su rumbo y no volverán a desviarse. Por el bien de Martín, de la señora Melanie, del señor Roberto, por el bien de todos.
Carta a un padre homófobo (Semana.com)
«Papá:
Cuando atravieso por momentos duros, cuando siento que algo me está quedando grande, cuando pienso que el miedo y el dolor me arrastrarán, uno de los recuerdos que viene a mi mente es el de aquella tarde en la que descargaste en mí toda tu ira después de que mi mamá te contara que me gustan otros hombres. Y lo recuerdo para decirme a mí mismo que si pude salir de eso, cando tenía menos de 20 años, podré salir de muchas cosas más.
Me dijiste que por ser gay iba a ser una persona vergonzante. Yo guardé silencio durante casi todo el tiempo. Me dijiste que ser heterosexual se lleva incluso en los genes, que las cosas son así porque son así. Y me dijiste que esta decisión me iba a hacer infeliz toda la vida. Mi mamá pecó por ingenua. No esperaba esa reacción. Tenía las mejores intenciones. Por mi lado, tenía razón al desconfiar, al resistirme a contarte eso por mí mismo, incluso aunque más de una vez había escuchado a tu esposa decirle a familiares y amigos: "a él no le molestaría que alguno de sus hijos fuera homosexual". Qué bajo poner a otras personas a mentir por ti, que ni siquiera fueras capaz de aparentar por ti mismo.
Por mucho tiempo te guardé rencor. Creo que ya no. Creo que el tiempo y la distancia me ayudaron, no a olvidar, pero sí a perdonar. Me ayudaron a entender que la discriminación puede esperarse hasta de la persona más liberal, que es como a ti siempre te ha gustado mostrarte en público. Más aún, entendí que un golpe tan duro puede venir también de las personas que nos aman. No recuerdo si en ese momento lo puse en duda, pero hoy sé que nos amas. Y quizás esa fue una de las grandes lecciones: que aun, amándonos, nos pueden hacer mucho daño.
No sé si ya pasó el tiempo para hacer reproches o si esta carta vaya a ser la última oportunidad. Tampoco es que me desvele hacerte algún reclamo. Más allá de reprochar, le diría al padre hiriente, arrogante y machista que fuiste esa tarde, que aceptarme tal como soy, incluso aunque me haya valido ese y muchos más dolores, ha sido una de las decisiones que más feliz me ha hecho en la vida».
Y FIN
PD: se los dije, estaba cerquita.
Espero de verdad haya sido de su agrado, para ser sinceros al inicio me dio flojera escribirla pese a que la idea inicial era buena y me gustaba, pero solo fue cuestión de iniciar los primeros capítulos para emocionarme nuevamente.
Quiero que no solo se distraigan leyendo esto, también aprendamos un poquito. Sin importar a quien elijan amar, seguimos siendo seres humanos con sentimientos. Todo merecen respeto, sin excepción.
Besos.
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