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Capítulo 3: "Cree"

Me quedo pensando seriamente en las palabras que Luke nos transmitió hace un par de horas. El simple hecho de recordar lo que podría suceder hace un pequeño y doloroso vacío dentro de mi corazón.

Me siento mal de pensar en todo lo que ha sucedido.

"¿No tienes idea de todo lo que está sucediendo?

Niego más de una vez.

Intento entender lo que sucede, pero es demasiado todo lo que pasa.

No lo sé... yo no sé nada murmuro con seriedad. Todo esto es nuevo para mí. Quiero entender, pero no puedo hacerlo.

¿Por qué no? Alza ambas cejas.

Me encojo de hombros.

No lo sé... susurro mirando sus ojos. Quiero entender, pero no puedo hacerlo y nadie me ayuda a comprender.

No entiendo nada de lo que sucede ni mucho menos. Lo único que espero es poder lograr lo que se supone que debo hacer en el momento correcto, pero cómo sabré cuándo llegará ese momento".

No quiero pensar en nada que arruine más a este pobre mundo, ya es suficiente con nosotros, bueno, con los mundanos. El mundo no necesita más destrucción ni seres sobrenaturales.

¿El Anticristo está entre nosotros? ¿Quién podrá ser aquella abominación? No sé absolutamente nada, soy nueva en ese mundo... hay cosas que aún me faltan recorrer, pero sé o al menos quiero creer que por cuan doloroso sea podré lograrlo.

Camino con lentitud hacia la cocina, quiero saber lo que está sucediendo allí dentro. Estoy harta de tantos secretos en mi vida.

Una pequeña sonrisa se dibuja sobre mis labios al ver a Castiel, ahí está él. Me resulta bastante interesante verlo cocinar, supongo que no me imaginaba a un ángel del señor haciendo un desayuno. Lo sé, suena ridículo.

—Hola, Rubby ¿en qué piensas? —Puedo sentir la mirada de él sobre mí.

Aunque me está observando, él sigue trabajando con aquel desayuno.

—Pensaba en demasiadas cosas, padre... —Me armo de valor y decido que ya es tiempo de preguntar lo que da más vueltas dentro de mi subconsciente—. ¿Qué es Luke?

Castiel me observa con el ceño fruncido. Deja lo que está haciendo para prestarme más atención. Por un segundo, creo que he preguntado algo indebido, ya que su accionar no me deja pensar en nada más que lo peor. Pero no es así, él simplemente me observa y luego decide responder mi interrogante.

—Luke es un Nefilim, mayormente conocido en el cielo como Nephilim.

Ahora me encuentro mucho más confundida.

Jamás había oído hablar sobre eso, quiero creer que esas cosas no son malas.

Luke no parece ser malo.

—¿Qué es una cosa de esas? —Decido que lo mejor será que mi padre respondiera aquellas preguntas.

—El hijo de un ángel y un humano.

Mi ceño se frunce inmediatamente.

Ahora estoy más perdida que antes.

—¿Y eso sería?

Castiel me mira como si estuviera loca; su mirada azul penetro mi alma.

—Lucifer es el Rey del Infierno, pero aún así él sigue siendo un Arcángel.

Alzo ambas cejas mirándolo del mismo modo que él me observa.

—¿Entonces... Luke es un ángel?

—Mitad ángel, mitad demonio. Es uno de los Nephilim más poderosos que existen, es el primero de la creación de Lucifer.

—¿El primero?

Castiel asiente con la cabeza.

—Así es, no salió mucho del infierno.

Asiento.

No es lo que me estaba esperando, pero suena muy interesante saber lo que existe en el mundo.

Quiero suponer que he comprendido aquella extraña plática con mi propio padre.

Hay una cosa más que aún no logro comprender.

—¿Por qué Jenna lo persigue?

Castiel alza una ceja.

—No es su intención. Jenna está en desventaja.

No comprendo lo que me está diciendo.

¿Por qué me resulta tan extraño de comprender?

—¿Qué quieres decir con que está en desventaja?

—Luke puede ver lo que Jenna hace.

Su brazo se estira y me muestra la taza de café con una pequeña sonrisa sobre sus labios.

—Claro... —Agarro la taza—. ¿Qué la conecta con Luke?

Bebo un poco de café.

—No lo sé... algo que lo trajo aquí.

Su ceño se frunce.

—¿Sabes qué fue lo que lo trajo? —Pregunta lleno de intriga.

Suelto un suspiro de mis labios ante aquella pregunta, no lo esperaba, pero no puedo hacer nada para cambiar los minutos anteriores. Ahora solo queda ser lo más sincera posible, así como lo ha sido él.

Lo observo fijamente dejando la taza sobre la mesa. Hago una mueca con mis labios y me armo de valor para contarle la verdad.

—Sí. Julieta, unas garras de leopardo y mi sangre...

Castiel asintió con la cabeza.

—Las garras... es eso.

No comprendo que tiene que ver unas garras de animal con el mismísimo Anticristo. Bueno, solo espero que mi padre me cuente lo que él sabe. No es justo que todavía me guarden ese tipo de secretos por miedo.

—¿Qué tienen que ver con el Anticristo?

—Es una bestia, la primera marca fue en Luke. —Responde sabiendo de sus palabras.

—Comprendo. ¿Cómo haremos para salvar a Luke?

Mi padre me mira con su ceño fruncido.

—Trayendo a Lucifer.

—¿Cómo hacemos eso?

Una pequeña sonrisa se dibuja sobre los labios del ángel del señor.

—Sabemos que está muerto, así que solo Dios o Julieta pueden traerlo nuevamente.

Niego con la cabeza al oír sus palabras.

—Pero Dios no está y Julieta no nos hará caso. Solo le hace caso a Dios y ninguno de los dos está.

—Esto será imposible...

—Todo lo que está pasando ya fue. Nada es imposible, créeme.

Sé que me estoy metiendo en un terreno poco firme, pero no me voy a quedar callada con tantas cosas que decirle. Sé que él tiene mucho que aprender, y tengo en claro que yo igual. Así que esto recién acaba de comenzar.

Es un juego en el que todos debemos tener que mover una ficha, hacer algo por el otro. Este mundo no se va a salvar solo; las personas tienen derecho a saber lo que está pasando, quizás ellos puedan ayudarnos.

—No lo creas, hay cosas que aún son imposibles.

—Sigue creyendo en lo que quieras creer.

El ceño de Castiel se frunce inmediatamente.

Mi padre siempre hace eso, es algo que no puede dejar de hacer, no entiendo. ¿Tendrá algún problema en la vista?

—¿Por qué debería creer en algo que no quiero creer?

—Porque no es en lo que deberías, sino en lo que tienes que creer.

Niego con la cabeza. Yo no haré tal cosa y al parecer él tampoco cedería ante sus caprichos angelicales.

—Pero no lo hago y jamás lo haré. Solo esto es un sueño del que debo despertar y todo esto terminara.

—Ve, duerme, despierta y verás que no es un sueño. Esta es la realidad, es la verdadera.

Mi ceño se frunce inmediatamente ante aquella respuesta y niego más de una vez. No estoy orgullosa por aquello, pero creo que él puede tener razón.

Igualmente, jamás va a escuchar de mis labios que tiene razón y que yo me equivoqué. Nunca voy a aceptar que cometí un error, sé que eso me convierte en un ser como ellos, pero no pienso cambiar mi forma de ser.

—¿Por qué siempre hablas tan seguro? ¿Acaso tú crees en lo que dices?

—Si no creo en lo que digo, ¿cómo haré que los demás si lo hagan?

Asiento con la cabeza al oír sus palabras.

—Buen punto.

—Debes creer para que crean.

—¿Si matamos a Luke?

—¿Para qué?

—Para matar a Jenna.

Una carcajada sonora sale de los labios de él.

—No. Para matar a Jenna hay que hacer algo mejor que matar a Luke.

Lo miro a los ojos sin saber qué podría ser mejor que matarlo a él.

Sé que ya hablamos del tema de Lucifer, pero estoy completamente segura de que él no está muerto. Es Lucifer y, por ese motivo, me siento segura con respecto a que no murió.

Un arcángel no puede morir fácilmente, así que yo me rehúso a creer que Lucifer murió. No sé por qué motivo me cuesta creer en las palabras de mis padres, pero yo no puedo... No puedo dejar de pensar que ese arcángel está vivo en algún lado de este paraíso inmenso.

—¿Y si traemos a Lucifer? La idea es interesante y coherente, pero no sé de que otro modo podríamos hacerlo.

—Es más que interesante... ni Luke, ni Jenna se lo imaginaran.

—Nadie...

—Lucifer tiene sus trucos.

Asiento con la cabeza no convencida ante las palabras de mi padre.

—Si tú dices...

Él me observa fijamente a los ojos con detenimiento absoluto.

—Debe estar oculto por alguna parte.

No digo nada más al respecto. Tengo muchas cosas que hacer, la Navidad está muy cerca y no había nada decorado. El espíritu navideño está mucho más perdido que yo misma con toda esta locura sobrenatural.

Una pequeña, pero concisa sonrisa se encuentra dibujada sobre mis labios y espero que mi padre lo sepa. Esperaba que él notara que las cosas que están sucediendo me estoy volviendo loca, pero aún así lucharé por todo lo que tengo y amo.

—Iré a comenzar con la decoración para la Navidad. —Murmuro observando mis pies.

—Jesús...

Mi ceño se frunce inmediatamente.

—¿Jesús?

—Jesús, el hijo de Dios.

Asiento con la cabeza al oír aquello que salió de sus labios, es cierto.

—¿Y si traemos a Jesús? —Pregunta Castiel.

—No sé si es muy buena idea...

—Lo traeremos joven.

—¿Joven?

Castiel se acerca con lentitud hacia mí.

—Sí, de unos diecisiete años.

Alzo ambas cejas al oír con atención la conversación que mantenía con mi padre. Es recién ahí cuando me pregunto por mi madre, ¿dónde estará aquella mujer?

—¿Por qué tan joven?

—Por la edad de Jenna. Se dice que el que destruya al Anticristo debe tener una edad más joven.

Estoy un poco confundida por la situación, pero entiendo la razón de sus palabras, supongo que Castiel sabe más que cualquiera en esos temas.

—¿Quién dice tal cosa?

Castiel me mira con el ceño fruncido al oír mis preguntas.

Hay algo que él no me quiere decir, no quiere asimilar algo, pero no sé qué podrá ser. Tengo un poco de miedo al respecto, sé que no tendría que tener miedo, pero es muy complicado.

—Sin comentarios.

—No, espera dime...

—No.

Castiel chasquea sus dedos y sin esperar demasiado aparece un árbol de Navidad y mucha decoración de aquella época. Todo es demasiado bonito, pero yo no he hecho nada al respecto.

Me siento completamente estúpida ante la situación, ya no lo soporto. Aquellas cosas que se hacen tan rápido me recuerdan que yo no soy humana, y a decir verdad, no me agrada para nada.

—¿Cómo lo traeremos? Castiel, me gusta decorar por mi cuenta...

—Sé como hacerlo, pero es muy difícil créeme. Hay que hacerlo antes de que la Navidad llegue —me informa con su tono de voz peculiar.

Mi ceño se frunce.

—¿Cómo? —Alzo ambas cejas en la espera de una respuesta.

—Yo me encargo.

Asiento con la cabeza al oír aquellas palabras salir de los labios de mi padre. En este preciso instante, sé lo que tengo que hacer.

—Bien. Le diré a Luke.

Castiel niega con la cabeza severamente.

—No. Que no sepa nada.

—¿Por qué? —Me atrevo a preguntar.

—Porque si lo haces, Jenna lo sabrá.

Una mueca se dibuja sobre mis labios al notar que aquello es verdadero.

—Tienes razón... nos vemos.

Castiel asiente con la cabeza.

Lo observo comenzando a caminar hacia la puerta de salida, ya no puedo seguir dentro de la casa. Ya no me siento a gusto y, mucho menos, después de todo lo que habíamos hablado con respecto a la situación del Anticristo.

Giro para verlo una vez más y le sonrío. Lo observo que se encuentra camino a la cocina con ambas tazas de café sobre sus manos.

Comienzo a caminar hacia la escuela pensando en todo lo sucedido de este año. Había conocido a mis padres, casi veo morir a Dios y ahora estoy por salvar al hijo de Lucifer. No hay coherencia alguna en mis actos.

No entiendo nada de lo que está pasando, todo esto es demasiado para mí. Tengo miedo de hacer las cosas mal y no poder cambiar al mundo para bien.

Ya estoy harta de perder a los que quiero, estoy harta de no saber nada de lo que me rodea. Necesito más explicaciones.

¿Por qué salvar de vuelta al mundo? ¿Por qué el Anticristo llega ahora? ¿No hay solución alguna? ¿Esta vez podremos ganar la batalla?

Al llegar a la escuela, miro todo lo que una vez vi, pero ahora con otros ojos. Me siento una persona diferente, una persona que no sabe nada al respecto de la vida y quiero que todo eso cambie para poder ayudar a mi gente.

¿Por qué todo se trata de algo?

Siento una mano sobre mi hombro y sonrío ladinamente al ver a Luke. No entiendo la razón por la que él está en la escuela, pero me pone un poco feliz verlo aquí. No deseo estar sola, ya no más.

—¿Qué estás haciendo aquí, Luke? —Alzo ambas cejas borrando mi sonrisa.

—Estaba un poco aburrido en casa y pensé que podría venir a verte, pero si quieres... —Se encoge de hombros—. Puedo irme si eso es lo que deseas, ¿eso es lo que deseas?

Lo miro a los ojos y ruedo los míos con diversión ante aquellas preguntas que él me brinda. Niego con la cabeza tan solo una vez.

—No, no es lo quiero... —Soy lo más franca posible—. Luke, no quiero que te vayas. Eres la única persona que está en la misma que yo, no me dejes sola en este quilombo.

Luke me dedica una dulce sonrisa, pero luego niega más de una vez, casi frenéticamente. Me siento un poco nerviosa ante sus acciones, me siento confundida y no entiendo nada.

Cada segundo que pasa puedo sentir que no entiendo más cosas, nada se acomoda en mi vida.

—Estás equivocada, Rubby, yo entiendo muchas más cosas que tú.

—Será mejor que te vayas, las ganas de hablar que tenía, se fueron.

Observo que de la nada Luke desaparece.

¿Yo podré hacer eso que suelen hacer todos?, ¿cómo lo hago?

Camino por los pasillos de la escuela sin saber qué hacer, estoy más confundida de lo que me podría haber imaginado.

Siento como alguien me lanza contra la pared, pero no hay nadie.

—¿Qué rayos? —Me atrevo a preguntar.

Luke se hace presente y me mira a los ojos.

—No me agradó haberme ido de ese modo, así que regresé.

Lo empujo con brusquedad y me limpio la ropa con cuidado, no puedo creer que me haya empujado así por esa estúpida razón.

—Me da igual, pero la próxima vez, ni se te ocurra empujarme de ese modo.

Él hace una mueca con sus labios y asiente con la cabeza tan solo una vez.

—Está bien, no volveré a hacer eso.

—¿Puedes enseñarme a chasquear los dedos y hacerme desaparecer? Quiero hacer lo que hacen todos —comento con diversión y lo tomo de la mano—. Luke, ayúdame, por favor.

Él observa mi mano y luego hace una mueca con sus labios, pero luego niega con la cabeza tan solo una vez.

—No puedo, eso debes hacerlo solo tú, yo no puedo ayudarte.

Hago una mueca con mis labios y lo empujo, tal y como lo había hecho él, me separo con rapidez y comienzo a caminar dejándolo solo.

¿Por qué no puede ayudarme? ¿Por qué nadie puede ayudarme?

Todo esto es demasiado extraño y no me agrada.

Tengo miedo, estoy triste y nadie sabe nada.

¿Por qué Dios?

Pienso que lo mejor que puedo hacer es irme de allá. Necesito comenzar a investigar por mi cuenta, creo que eso va a ser lo mejor por todos.

Se supone que la vida nos da oportunidades para tomar caminos diferentes, pero creo que no conmigo. A mí nunca me han dado una verdadera oportunidad, jamás pude demostrar de lo que estoy hecha, pero al menos quiero ayudar.

Deseo que la vida me pongo obstáculos, pero que yo los pueda superar. Quiero muchas cosas, pero no tengo nada. Por ahora lo único presente es que estoy viva, que mientras lo esté, puedo ayudar a salvar a mi gente.

Este mundo es mío, la Tierra es parte de mí. Yo crecí aquí, no tengo recuerdos con Castiel o Tamara en el Cielo. Mi vida siempre se llevó a cabo en Argentina. No quiero que nadie cambie eso, no puedo superar la traición de Dios. Me duele de tan solo pensarlo.

Las hojas de un árbol se han llevado un montón de recuerdos de la memoria de Castiel y de Tamara. Ellos no habían hecho nada malo, simplemente, se amaron. Supongo que el único error que cometieron fui yo.

Yo no debí hacer nacido, pero me siento estupenda en ese mundo.

—Deja de pensar en el pasado, deja de pensar en que no debes haber nacido.

La voz de Luke se hace presente.

Niego más de una vez.

—No quiero hablar contigo, ¿no lo entiendes? —Me atrevo a preguntar.

Él me mira a los ojos y luego hace una mueca con sus labios, no está muy feliz al respecto. No quiere escuchar mis palabras, pero no puedo hacer nada para que eso cambie.

—Nadie me quiere escuchar...

—No puedo hacer nada para cambiar eso.

Luke toma mi mano y niega acercándose hacia mí.

—Nosotros podemos cambiar el destino de las almas, ya no deseo que la gente esté en peligro...Los más débiles van a morir —comenta mirándome a los ojos.

No puedo creer lo que me está diciendo, pero no sé la razón por la que no puede creerle. Realmente, algo dentro de mí me dice que abra los ojos y que crea, debo creer en algo... y ¿por qué no creer en Luke?

—No quiero que los débiles mueran, quiero luchar por los seres que no pueden protegerse a sí mismos —respondo con seriedad en mi tono de voz.

Él asiente tan solo una vez, parece comprender de lo que estoy hablando. Quizás no soy la única que está harta del secreto y de la mentira.

—Hay que ponerse manos a la obra, esto va a llevar su tiempo, no creo que sea tan sencillo como pensamos que es.

Suelto una carcajada sonora ante sus palabras. Yo nunca me había imaginado que todo esto sería fácil. Es más pienso que es más complicado de lo que pensaba.

—Hay que hacerlo ya o nunca.

—No hay que tener miedo —comenta lleno de seguridad.

Niego más de una vez, pero siento miedo. Tengo mucho miedo de no lograr lo que pensamos. No quiero ser yo la que le diga a Luke que todo esto no está funcionando.

Me detengo antes de que sea demasiado tarde, no quiero que Luke me haga pensar que puedo hacer algo que en realidad no.

—No estoy lista, no puedo hacerlo... Todavía no, Luke.

Él asiente con una pequeña sonrisa sobre sus labios.

Ambos comenzamos acaminar de regreso a la casa, es hora de investigar. 

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