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Capítulo 2: "El tigre azul"

Luke


Estoy más que harto de todo lo que está pasando. Lo único que deseo es volver el tiempo atrás. Ya no soporto la voz de esta mujer en mis oídos. Quiero que se calle de una vez. ¿Cuándo va a cerrar la boca? ¿Tan difícil es callarse por lo menos un par de minutos?

Estuve años muerto, así que debería ser yo el que no pare de hablar, pero no. Mi madre siempre quiere ser el centro de atención. ¿No se da cuenta de que su momento ya ha pasado? Ahora, es mi momento.

—¡Luke! —Se oye la voz, ese maldito sonido que explota mis oídos.

Ya no soy un niño y esos sonidos estúpidos con mi nombre me vuelven completamente loco.

—Sí, ¿qué sucede? —Ruedo mis ojos y me acerco a ella con el ceño fruncido al detenerme frente a frente.

¿Por qué todo tiene que ser de este modo? ¿Nadie está feliz por mi regreso? Entiendo las razones por las que Lucifer me ha traído, pero ¿a los demás no les alegra verme de nuevo? ¿Tan mal ser era en el pasado? ¿Acaso la gente no puede cambiar?

—¿"Qué sucede"? —Frunce el ceño de igual manera que yo. Me observa fijamente con la esperanza de que cambiara, pero yo no lo haría ni en sueños y de eso estoy completamente seguro—. Sucede, hijo querido, que dejaste a Rubby y a Dios. —Hace una extraña mueca con su rostro.

Evidentemente, no está para nada feliz con mi acción de dejar en libertad a esos seres.

—Ahh, eso... —Imito su mueca, lo logro hacer a la perfección—. Me pareció estúpido y los liberé.

—¿Sin mi consentimiento? —Alza una ceja—. Y mataste a tú padre, ¿Qué clase de hijo eres?

—Sí. —Asiento moviendo mi cabeza—. Soy la clase de hijo que se venga de su querido papi.

—Ajam...

—Mamita, tranquila...

—Nos vemos, Luke. —Ella se acerca y besa mi frente y camina hacia la salida.

—¡Qué aburrido! —Camino hacia la salida—. ¿Qué?

Trato de abrir la puerta, está no se abre así que me comienzo a alterar, no me gusta esta clase de jueguitos tontos que no comprendo. Hace demasiado tiempo estaba encerrado, ahora quiero salir y disfrutar del tiempo libre.

Me parece más que justa mi decisión de libertad; no estoy pidiendo nada del otro mundo, ¿o sí?

Oigo como alguien se levanta y se acerca hacia la puerta, al abrir la joven parece un tanto perpleja por la situación, no siempre un joven guapo aparece por tu placar.

—¿Qué rayos? —Se asombra.

La miro.

—Gracias. —Observo su atuendo y luego su rostro—. ¿Rubby? —Ladeo la cabeza con el ceño fruncido sin dejar de observar sus ojos.

—Sí, ¿qué haces aquí? —Frunce el ceño sin poder comprender lo que estoy haciendo yo en su casa y mucho más en el placar de su habitación—. Esta es mi habitación.

—Lo siento, no podía salir y uno de los portales se abrió aquí.

—Vete, ahora de mi casa, ¡Ya! —Grita.

—Sí, lo siento. —Alzo mis manos en forma de paz—. Gracias...

Camino hacia la salida de su casa, pero antes la observo sin descaro alguno.

—Idiota... —Murmura y se va a dormir nuevamente.

«Sí que me odia» ruedo los ojos y camino hacia el maravilloso parque que todos le hacen propaganda.

—Este debe ser.

Me adentro al parque y tomo asiento en una banca, es un hermoso lugar.

—Lindo lugar —Murmuro.

—Lo sé... —Sonríe y me mira con sus cabellos rubios, oculta su rostro con ellos—. El jardín de Dios.

La miro asombrado por su capacidad de entender lo que no debería saber.

—¿Cómo sabes eso? —Alzo una ceja y trato de ver sus ojos.

—No lo sé... Yo solo... —Sonríe con amplitud—. No tengo idea.

—Parecías segura de saberlo.

—Sí, Luke. Parecía. —Se levanta y me mira sin borrar aquella sonrisa de sus labios—. Nos vemos.

Frunzo el ceño y agarro su brazo con brusquedad.

—¿Cómo me dijiste?

Nadie sabe de mí. Dios se encargó en el pasado de borrar muchos recuerdos, pero por lo que veo, eso sigue siendo el juego favorito de Dios. Mi abuelo ama borrar la mente de todos, pero... ¿Por qué ella sabe con claridad mi nombre? Ni siquiera yo la conozco.

Se suelta de mi agarre con velocidad.

—Luke. —Se da la vuelta y camina.

—¡¿Cómo sabes mi nombre?! —Alzo la voz para que me oiga.

Vuelve hacia mí y me mira a los ojos.

—Porque me persigues...

—Disculpa, no comprendo. —Ladeo la cabeza y frunzo el ceño sin comprender lo que sale de los labios de aquella joven—. ¿Te persigo?... Imposible recién ayer salí del...

No me deja continuar con mi oración.

—¿Del infierno? —Ella sonríe y asiente—. Lo sé... Yo sé todo de ti.

Al oír que supuestamente sabe todo de mí no puedo evitar reírme a carcajadas frente a su rostro, una cosa es que sepa mi nombre y de dónde vengo, pero dudo mucho que sepa todo con claridad. Ni siquiera yo mismo lo sé.

—Sí, claro... Ajam... —Ruedo los ojos como yo solo sé hacerlo.

—Emmm... Así es, sé que es muy raro pero... No lo sé, solo sé que me persigues.

—No te persigo. No te conozco.

—Pero yo a ti sí.

—¿Y eso qué?

—Que dejes de aparecer, por favor. Tu voz está en mi cabeza, y quiero que se vaya.

—No puedo hacer nada por ti. —Me encojo de hombros.

—Nos veremos, Luke.

—Pero...

La joven de cabellos rubios desaparece caminando lentamente por un oscuro sendero.

—Qué extraña... —Susurro mirando el lugar.

«¿Rubby?», pienso en mis adentros con una pequeña sonrisa sobre mis labios.

Observo a una joven muy parecida a la dicha y me acerco para platicar, si es que era ella.

—Hola, ¿Rubby?

—Hola, Luke. —Una hermosa sonrisa se dibuja en su bello rostro.

—No, no eres Rubby. —Me alejo con rapidez—. ¿Quién eres?

—Mmm... No funcionó. —Sonríe y vuelve a su cuerpo normal.

—¿Quién eres? —Digo reiterando mi pregunta. Mi ceño se frunce inmediatamente al no recibir una respuesta, no puedo evitar que mis ojos cambien. Me sentía indefenso—. Mejor dicho... ¿Qué eres? —Me quedo completamente asombrado al visualizar su cuerpo en forma de agua, un aura de tigre azul.

—Sí, un tigre... —Sonríe con suficiencia—. Bueno, soy todo lo que quiera ser. —Me mira.

—Genial... —Sonrío y toco su agua—. ¿Cómo?

—¿El agua? —Sonríe. Al parecer ha leído mis pensamientos o algo por el estilo—. Sí, bueno. Estamos en un auto, Luke y te estás ahogando. —Se encoje de hombros y desaparece.

—¿Qué? —Tomo conciencia de lo que está sucediendo.

Es verdad estoy en un auto, inmediatamente comienzo a golpear las puertas y ventanas del vehículo.

«¿Cómo es posible?», pienso tratando de encontrar el modo de salir de allí.

Se oye un fuerte grito y veo como el agua se va del vehículo.

—¡Luke! —Me mueven con fuerza—. Luke.

Toso escupiendo todo el agua de mi interior.

—¿Rubby? —La miro a los ojos—. ¿Qué sucedió?

—Casi mueres, idiota —Sonríe.

—Ohh, se sintió genial. —Digo irónico.

Me ayuda a salir de ahí.

—¿Qué hacías con esto en la mano? —Me muestra lo que sostenía.

—Eso es... —Pienso en voz alta.

—Ya sé lo que es, solo pregunto... ¿Qué haces con el?

—Mmm... Cosas.

—¿Qué cosas? —Alza una ceja.

—Cosas que no te incumben. —Lo agarro de su mano y camino.

—¿Gracias? —Se señala.

—De nada. —Sonrío sin darle importancia y camino.

«Idiota». Piensa ella.

Oigo su pensamiento pero aún así continuo con mi camino.

Voy hacia una tienda de ropa, observo un pantalón y una hermosa campera de cuero negra que combinan a la perfección, agarro la ropa, me cambió pago y salgo de allí.

«Interesante la nueva moda», pienso mirándome.

Al salir de allí comienzo a caminar pensando en todo lo que ocurrió, no comprendía absolutamente nada. Voy al cementerio, me arrodillo enfrente de una tumba, dejo flores y abrazo fuerte, con todas mis fuerzas, aquella lápida.

—Qué día loco hoy... —Sonrío. Murmuro con un poco de enfado por todo lo sucedido anteriormente—. Pero ya lo viste... —Mis ojos ya no soportan más la necesidad de dejar caer mis lágrimas.

Observo detenidamente el lugar, luego de una hora salgo, camino hacia mi casa.

"Casa, algo que nunca tendré. ¿Acaso casa es dónde vives o creces? ¿Qué es una casa? ¿Alguna vez la tendré?".

Camino hacia mi habitación.

Sé que no soy un humano, pero debo aparentar tal cosa por las personas.

Me recuesto pensando: «¿Qué era la joven del tigre Azul?».

Agarro mi laptop y comienzo a investigar sobre tigres azules. Había una página que hablaba sobre un tal Jesús, el hijo de Dios. Así que comencé a adentrarme en la lectura, la cual era corta, concisa e interesante.

«¿Existe un tigre Azul?», pienso.

Rio leve y busco información sobre lo pensado.

—¿Ahora me buscas por internet? —Pregunta con un tono irónico en su voz.

—Por lo que he leído, se puede buscar cualquier cosa aquí. —Respondo frío, pero conciso.

—Sí, pero no me hallaras, Luke. —Una sonrisa de autosuficiencia se le dibuja sobre los labios.

—¿Por qué? ¿Qué eres? —Frunzo el ceño y la miro con espanto en mi mirada—. ¿Cuál es tu nombre?

—Ya, Luke. Mi nombre es Jenna. —Ella sonríe y me tiende su mano con total delicadeza en su accionar, esperando que yo le conteste aquel saludo extraño y humano.

—No contestaste todo lo que te pregunté, Jenna. Por lo menos vamos progresando. —Extiendo mi mano aceptando su saludo—. No te diré quién soy, ya que lo sabes a la perfección.

—Ajam... bueno.

—Nos vemos. —Digo a unísono—. Buenas noches. —Agrego para no sonar de igual manera que ella.

Sonrío ocultando sus blancos y delicados dientes.

—Nos vemos. —Se va, pero luego de unos pocos segundos regresa—. Ten cuidado con el auto, Luke. —Cierra sus ojos y desaparece mágicamente.

—Genial.

Sonrío y miro para todos lados con la esperanza de poder encontrarla, pero fue completamente en vano. No lo logré.

Deseo que la vida me dé una nueva oportunidad, quiero ser el hijo de Lucifer, el príncipe del Infierno.

Luego de diez meses fríos, oscuros y húmedos no había visto a Jenna. Esa joven me asusta un poco, realmente mucho, siempre me habla sobre un auto y lluvia.

«¿Qué rayos era una lluvia?», pienso con el ceño fruncido.

¿Por qué debía estar asustado de unas simples palabras de una joven?

«Me cansé, me harté de todo. Si algo me tiene que pasar que sea ya, no soporto estás tonterías irracionales».

Salgo de mi casa, camino hacia el garaje de esta. Observo los vehículos, había como doscientos. Mi padre tenía buen gusto; me quedo atontado, elijo subir a uno, tomo asiento y comienzo a pensar en cada una de las palabras de Jenna.

Lentamente me voy durmiendo.

—¡Despierta, Luke! —Escucho un grito y a una persona que comienza a mover mi cuerpo.

—Mmm... —Respondo aún con los ojos cerrados, poseía por todo mi cuerpo frío—. Prende la calefacción, hace mucho frío aquí.

—Luke... —Solloza con temor ante la situación que yo aún no estoy observando—. ¡Luke, nos ahogaremos! —Murmura con su tono de voz casi inaudible—. Luke...

Abro mis ojos y trato de modular, pero es inútil. El auto se va llenando lentamente de agua. Cuando me doy cuenta de que la joven a mi lado me observa, trato de romper una ventana. Cierro mis ojos y trato de romper una de las ventanillas con mis pies, miro a la joven y le hago una seña para que ella pueda salir primero de aquella horrenda situación inesperada que la que nos encontrábamos en ese preciso instante de la vida.

Abro mis ojos con cuidado y siento como mis pulsaciones elevan con rapidez, mojado de sudor por todo mi cuerpo.

«¿Pero qué?».

Frunzo el ceño y observo mi reflejo en el espejo del retrovisor del vehículo en el que me encuentro en ese preciso instante.

—Con que yo estoy en su mente. —Aquello suena como una pregunta, pero en realidad es una verdadera afirmación de parte de Jenna.

—Tú estás en mi mente, nada es real, ¡nada! —Exclamo en la espera de que esa joven pudiera oír mis palabras.

Salgo del vehículo nuevamente y se me ocurre que debo hacer una buena búsqueda de Internet. Ahora ya tengo mucha más información y quizás sea mucho más sencillo saber lo que está sucediendo conmigo.

Al estar tres días sin comer, dormir o beber haciendo esa búsqueda, decido levantarme de la silla y pedir ayuda, voy caminando lentamente hacia la puerta y comienzo a golpear esperando ser atendido.

—Luke... —Dice con un tono de repudio en su voz.

Esa joven realmente me odia y no deja de demostrar que está en lo cierto al pensar aquello.

—Sí que te ves feliz de verme. —Digo con sarcasmo.

—¿Qué quieres? —Pregunta y se hace a un lado para que yo pueda pasar.

—Gracias... no es lo que quiero, es que...

—Es que nada. —Frunce el ceño y luego agrega: —Vete.

—No, por favor... ayúdame.

Decido que si necesita realmente ayuda debo hacerlo como corresponde, así que me arrodillo ante la joven Rubby. Cuando veo que ella se cruza de brazos ante mí accionar, mi esperanza se va con lentitud. Rubby se asombra ante mi pedido, pero yo mucho más al oír lo que sale de sus labios.

—Bien, ¿qué sucede, Luke? —Me ayuda a ponerme de pie.

—Sucede que no puedo quitar a alguien de mi mente.

Rubby se sorprende ante mis palabras.

—¿Cómo? No entiendo. —Responde moviendo la cabeza de un lado al otro repetidas veces.

—Una tal Jenna... —Tomo la cabeza de la joven entre mis manos. Esos movimientos que ella hace me están enojando demasiado. —Deja de hacer eso.

—Bien.

Rubby hace que suelte su cabeza y se aleja un poco de mí.

—Jenna... —Repite aquel nombre y toma su laptop.

—No hay nada ahí.

—Aquí hay de todo... tienes razón, no hay nada ahí.

—¿Y dónde hay? —Pregunto.

—En un gran libro y te doy una muy buena pista... apuesto que nunca lo leíste.

Aquellas palabras que salen de sus labios me dejan completamente pensando cuál es ese gran libro que yo nunca leí.

—¿Hablas de La Biblia? —Pregunto.

—Así es... —Oigo aquella voz. No era Rubby.

—Jenna... —Murmuro mirando a la nada misma.

—¿Luke? —La voz de Rubby se hace presente y me despierto de esa locura.

—Háblame, Luke. —Me observa fijamente a los ojos con la esperanza de que pueda reaccionar ante su palabra—. ¡Luke!

La miro. Después de todo eso es lo que aquella jovencita quiere.

—Rubby... —Murmuro y luego agrego con una pequeña sonrisa sobre mis labios—. La Biblia.

—¿La Biblia?

Aquella pregunta que sale de los labios de la joven me deja bastante en claro que aquello no le agrada demasiado, pero yo no logro comprender la razón.

—Así es... ella dijo La Biblia.

La puerta de la habitación de la joven Rubby se abre y Castiel junto con Tamara se hacen presentes. Lamentablemente, la conversación que mantenía con la joven Rubby debía acabar de una vez por todas.

—¿De qué hablan? —Pregunta Tamara.

—De Jenna y también de La Biblia. —Respondo sin darle importancia a la situación.

Al parecer ninguno de los presentes tiene idea de aquella joven, las caras me dan esa respuesta. Castiel alza una ceja acercándose aún más a nosotros dejando atrás a la joven Tamara.

—¿Jenna? —Pregunta Castiel.

—Sí. Jenna, ella engañó a Luke haciéndole creer que él estaba dentro de la cabeza de ella, cuando es al revés—. Comenta Rubby.

—¿Hablas de Jenna?

La cara de Castiel se distorsiona y observa con una mirada de pánico.

—¿El anticristo? —Pregunta Tamara.

—Así es. —Le responde Castiel.

—¿Eso es real? —Pregunto.

Sinceramente no sé qué debo creer ante todas esas palabras, hasta que oigo la respuesta que me brinda Tamara.

—Todo lo que está en La Biblia es real.

—Nadie me menciona en La Biblia. —Comento—. Tampoco a Rubby, Tamara y menos a Castiel.

—Lo sé, pero somos reales... —Responde con un tono de frío en su voz.

Castiel se acerca a mí. Su mirada azul se encuentra con la mía.

—¿Cuándo la viste por primera vez, Luke?

—En el jardín de Dios.

—Otra vez el fin se acerca.

Mi ceño se frunce inmediatamente al oír aquellas palabras sin esperanza.

—¿No hay forma de detenerla?

—No detienes un tsunami, tratas de soportarlo.

Tamara niega con la cabeza tan solo una vez.

—Ella puede ser cualquier persona.

—Sí, pero yo la vi. Ella es un tigre azul.

—¿Hablas de su alma?

Simplemente asiento con la cabeza.

—¿Hay forma de salvarnos? —Pregunto en la espera de una respuesta positiva, pero como ellos son seres celestiales sé que eso es realmente imposible.

—No lo sé, no lo creo. —Responde Tamara—. Iremos todos al refugio, quizás allí no suceda nada.

—No dejaré a mi familia... —Susurra Rubby.

—Por eso iremos al refugio.

—Hablo de Laby, y de mi madre...

Tamara la observa fijamente a los ojos.

—Habrá desaparición de los creyentes y dignos de estar en el reino de mi hermano... ellas estarán ahí, créeme.

Rubby parece estar feliz con aquellas palabras.

—Depende... —Murmuro arruinando el momento de felicidad Rubby.

Rubby me observa con el ceño completamente fruncido, de ese modo se parece mucho más a su padre.

—¿Cómo? —Pregunta y luego agrega a la conversación: — ¿Depende de qué?

—No lo sé, ni me interesa, pero lo primero aquí es encontrar al Anticristo y matarla.

—Tú no lo harás. —Se oye nuevamente la voz de Tamara en la habitación. Puedo notar que sostiene lo que parece ser La Biblia. —Todo está aquí... —Comenta y me entrega La Biblia—. Tómala, la necesitas mucho más que yo.

Mi ceño se frunce y la tomo.

—¿Usabas esto para atacar? —Pregunto lleno de intriga.

Una sonrisa amplia se dibuja sobre los labios de Tamara al oír aquella pregunta que sale de mis labios. Sé que ellos creen que yo debo ser como mi padre, pero yo no me siento un monstruo. No quiero ser lo que ellos desean.

Lo que tengo pensado es lograr un algo mágico, no sé lo que sea, pero algo va a ser; estoy seguro de eso.

—Quizás, pero... Sabía que jamás mataría a mi hermano. Porque al final la familia es lo único que nos queda —Responde con un tono de voz que me deja completamente estupefacto.

Nunca me hubiera imaginado que la Oscuridad dijera algo como eso, al menos no en este Universo.

Hay muchos universos, pero en este la Oscuridad es muy diferente. No mal entiendan, eso es muy bueno.

—¿Si volvieras el tiempo atrás lo matarías? —Pregunto lleno de intriga.

Una de mis cejas se alza en la espera de una respuesta hacia dicha pregunta que salió de mis labios. Mi mirada sigue en la verde de Tamara, yo espero una respuesta afirmativa a mi pregunta.

—¿La verdad? —Una de sus cejas imitan mi accionar.

La mano de Tamara busca con delicadeza la de Castiel y la toma en busca de apoyo ante la situación en la cual yo la había puesto con aquella pregunta de hace unos pocos segundos atrás. La mirada verdosa de la Oscuridad examina con facilidad el rostro de su propia hija y le dedica una tierna sonrisa ladina.

—No, no lo haría —responde por fin.

—Gracias —comenta Rubby al oír la respuesta de su propia madre.

Rubby posee una hermosa sonrisa de felicidad. No puedo evitar mirarla y sonreír del mismo modo, al notar mi accionar niego con la cabeza y mi ceño se frunce inmediatamente. Mi mirada se dirige hacia Castiel y Tamara.

—Nos vemos y me llevaré esto —digo dirigiéndome a La Biblia.

Comienzo a caminar hacia la puerta del placard con aquel artefacto misterioso sobre mis manos, me detengo en seco y giro para verlos por última vez.

—Gracias... —Susurro.

Ya es tiempo de seguir.

Voy a mi hogar.

Entro de una vez por todas y me dirigo hacia el comedor, tomo asiento observando La Biblia con admiración absoluta.

Mis pies se comienzan a mover de un lado al otro, oigo como mi corazón se acelera rápidamente, dejo salir de mis labios un fuerte suspiro sonoro.

Decido que ya es tiempo de leer, abro La Biblia con cuidado. Comienzo a leer atentamente, todo parece interesante e imposible, pero ya nada es imposible en un mundo como en el que vivimos y mucho más al saber la verdad que nos rodea. Nada es imposible.

«Esto será muy interesante, no cabe duda», pienso con una enorme sonrisa.

Tengo que llamar a Rubby, no sé por qué quiero llamarla.

Tomo el teléfono que se encuentra sobre la mesita y la llamo.

Rubby atiende la llamada.

—¿Luke? Son las tres de la mañana. —Su voz suena irritada—. Mmm... ¿Qué quieres? Espero que sea algo bueno o te mataré con mis propias manos.

Oigo con detenimiento las palabras que la joven utiliza al decirme aquello. Mi ceño se frunce con facilidad y niego más de una vez con la cabeza; sé que eso no iba a suceder ni en sueños.

—Necesito tu ayuda y la de todos, toda la ayuda posible. —Hago una mueca con mis labios, ya que esto de pedir ayuda no es justamente lo mío—. No puedo creer lo que estoy diciendo...

Se oye del otro lado del tubo la risa burlona de Rubby ante mis palabras utilizadas en la conversación.

—Tenías razón, valió la pena atender este llamado —Susurra y luego agrega—: Esta bien, te ayudaré y veré que puedo hacer por ti.

—Gracias... —Me cuesta demasiado dar las gracias.

—De nada. —Sisea la jovencita—. Te cuesta mucho, ¿verdad?

—Sí. Demasiado.

—¿Por qué?

—Porque yo no pido ayuda, no agradezco. Ni nada de esa tontería.

Puedo imaginar el rostro de Rubby girando sus hermosos ojos marrones.

—No es ninguna tontería.

—Para mí lo es —respondo con suma sinceridad al respecto.

—Para mí, no.

—¿Por qué te hace más humano?

Al oír aquella pregunta mi ceño se frunce con facilidad.

—Sí. Eso es de seres humanos, no de seres como nosotros.

—Te llamas ser y te crees importante, pero... no puedes tener la decencia de pedir.

—Exactamente, no quiero pedir y nunca necesito pedir nada.

—Qué raro... —Se oye su risa burlona—. Porque yo te escucho pedir ayuda más de una vez.

Al oír aquellas palabras no puedo evitar que un bufido se escape de mis labios.

—Lo sé, pero de igual... es difícil para mí. ¿Entiendes?

—Sí, comprendo, Luke... nos vemos.

—Espera... no me cuelgues —susurro.

—Ya quiero irme a dormir, Luke.

Mi ceño se frunce aún más al oír aquellas palabras.

—¿Tú duermes? —Pregunto.

—Por supuesto. —Un silencio incómodo se instala entre nosotros—. ¿Acaso tú no?

—No, jamás... bueno, eso creo.

—Por favor, déjame, porque yo sí duermo.

—Si yo no duermo, no dejaré que tú lo hagas.

—Bueno... un beso. —Cuelga la llamada.

—No se vale... —Imito su accionar.

«¿Dormir? ¿Por qué será eso? ¿Cómo se hará? ¿Por qué? ¿Por qué yo no puedo hacerlo?», aquellas preguntas se instalan en mi cabeza.

Luego de pensar aquellas preguntas y no obtener respuestas decido comenzar a caminar hacia mi habitación.

Veo una cosa a la cual los humanos llaman cama, me recuesto en esta y golpeo un poco el artefacto que se encuentra bajo mi cabeza, lo acomodo con cuidado y cierro mis ojos lentamente; siento una hermosa comodidad.

Luego de un tiempo, duermo pacíficamente y comienzo a ver imágenes en la mente: cosas raras y a personas que no conozco, lugares que nunca vi y el pánico comienza a apoderarse de mi pobre cuerpo.

Mi cuerpo comienza a sudar y me muevo completamente asustado para luego de unos pocos segundos despertar, llevo mi mano a mi rostro para limpiar mi sudor.

«¿Qué fue eso?», pienso mirando el techo.

Me levanto de la cama y camino por la casa viendo con atención algunas habitaciones que nunca recorrí.

«¡La Biblia!», pienso casi en un grito.

Camino de regreso hacia el comedor, al visualizar La Biblia sobre la mesa la tomo sin dudar. De camino hacia la habitación comienzo a leer. No puedo dejar de pensar en lo que estoy buscando, o quizás solo camino para matar al aburrimiento.

—¿Qué es todo esto? No entiendo nada —digo mirando las hojas y pensando seriamente en lo que estoy por hacer—. ¡Ohhh! No debería de hacerlo.

Hay algo dentro de mí que me dice que las cosas están mal, que no debería leer ese artefacto; sin embargo, las cosas no son lo que parecen. ¿O sí?

—Deberías —escucho una voz, pero no hay nadie a mi lado—. Tienes que conocer la historia, tienes que amar la historia de la vida eterna.

Hago una mueca con mis labios ante la situación, pero no respondo. Siento que me estoy volviendo completamente loco.

—¿La historia de la vida eterna? —Cuestiono mirando la nada.

—Pues, deberías leer y verás lo que hay.

—¿Quién eres? —Alzo ambas cejas sutilmente esperando que alguien me responda.

—Mmm... No importa eso, pero tienes que hacer lo que te he dicho o perderás más de lo que piensas —responde con facilidad.

—¡Yo no haré nada de lo que diga una voz en mi cerebro!

—Como tú quieras, yo te advertí.

Ya no vuelvo a escuchar esa voz. Pasan los minutos y no sucede nada, así que decido tomar la Biblia en mis manos. Lo pienso dos veces y la cierro.



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