Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

08 | imperius

VIII. IMPERIUS

Al final, resultó que lo que el profesor Moody quería era comentarle a Neville que la profesora Sprout le había dicho que era muy bueno en Herbología. Y, además, prestarle el libro Las plantas acuáticas mágicas del Mediterráneo y sus propiedades. Allison se sintió un poco estúpida al darse cuenta de que eso animó a Neville, porque había pensado que Moody le iba s interrogar sobre su actitud y no quería que se sintiera mal. Pero el profesor solo les pilló caminando de vuelta a la Sala Común después de la cena y le dio el libro, explicando lo de la señora Sprout.

Ahora, Allison estaba con Harry y Ron, inventándose predicciones para la clase de Adivinación.

—¿Crees que a tu hermano le importará si predigo nuestra ruptura? —le preguntó Allison a Ron—. Suena como algo trágico que le gustaría a Trelawney.

—Tienes que añadir detalles como que vas a sufrir mucho —apoyó Ron.

—Mejor pondré que George llorará toda la noche por mí.

Al cabo de más o menos una hora, después de haber estado otra intentando hacerlo bien pero fracasando, llegó Hermione.

—¡Hola! —saludó—, ¡acabo de terminar!

—¡Yo también! —contestó Ron con una sonrisa de triunfo, soltando la pluma.

Hermione se sentó, dejó en una butaca vacía las cosas que llevaba, y cogió las predicciones de Ron.

—No vas a tener un mes muy bueno, ¿verdad? —comentó con sorna, mientras Crookshanks se hacía un ovillo en su regazo.

—Bueno, al menos no me coge de sorpresa —repuso Ron bostezando.

—Me temo que te vas a ahogar dos veces.

—¿Sí? —Ron echó un vistazo a sus predicciones—. Tendré que cambiar una de ellas por ser pisoteado por un hipogrifo desbocado.

—¿No te parece que es demasiado evidente que te lo has inventado? —preguntó Hermione.

—¡Cómo te atreves! —exclamó Ron, ofendiéndose de broma—. ¡Hemos trabajado como elfos domésticos!

Hermione arrugó el entrecejo.

—No has elegido una muy buena expresión —apuntó Allison con una risa.

—¿Qué hay en la caja? —inquirió Harry, señalando hacia ella.

—Es curioso que lo preguntes —dijo Hermione, dirigiéndole a Ron una mirada desagradable. Levantó la tapa y les mostró unas insignias de colores en las que ponía «PEDDO».

—Vaya, no sabía que eras tan fan de los pedos —se burló Allison, agarrando una insignia.

—No es «pedo» —repuso Hermione algo molesta—. Es pe, e, de, de, o: «Plataforma Élfica de Defensa de los Derechos Obreros».

—No había oído hablar de eso en mi vida —se extrañó Ron.

—Por supuesto que no —replicó Hermione con énfasis—. Acabo de fundarla.

—¿De verdad? —preguntó Ron, sorprendido—. ¿Con cuántos miembros cuenta?

—Bueno, si vosotros os afiliáis, con cuatro.

—¿Piensas que voy a ir con una insignia que pone pedo por el castillo? Tengo una reputación que mantener, Herms.

—Pe, e, de, de, o —la corrigió Hermione, enfadada—. Iba a poner «Detengamos el Vergonzante Abuso de Nuestras Compañeras las Criaturas Mágicas y Exijamos el Cambio de su Situación Legal», pero no cabía. Así que ese es el encabezamiento de nuestro manifiesto. —Blandió ante ellos el manojo de pergaminos—. He estado documentándome en la biblioteca. La esclavitud de los elfos se remonta a varios siglos atrás. No comprendo cómo nadie ha hecho nada hasta ahora...

—Yo apoyo lo que quieres hacer —se apresuró a decir Allison—. Pero eso del PEDDO...

—Hermione, métetelo en la cabeza —interrumpió Ron—: a... ellos...les... gusta. ¡A ellos les gusta la esclavitud!

—Nuestro objetivo a corto plazo—siguió Hermione, ignorando lo que habían dicho sus amigos— es lograr para los elfos domésticos un salario digno y unas condiciones laborales justas. Los objetivos a largo plazo incluyen el cambio de la legislación sobre el uso de la varita mágica y conseguir que haya un representante elfo en el Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas.

—¿Y cómo lograremos todo eso? —preguntó Harry.

—Comenzaremos buscando afiliados —explicó Hermione muy contenta—. Pienso que puede estar bien pedir como cuota de afiliación dos sickles, que darán derecho a una insignia, y podemos destinar los beneficios a elaborar panfletos para nuestra campaña. Tú serás el tesorero, Ron: tengo arriba una hucha de lata para ti. Y tú, Harry, serás el secretario, así que quizá quieras escribir ahora algo de lo que estoy diciendo, como testimonio de nuestra primera sesión. Allison, quiero que tú me ayudes con ideas. Tengo demasiadas y con tu ayuda las perfeccionaré.

Allison, antes de ese curso, no se había planteado demasiado el tema de los elfos domésticos. Tampoco se había molestado en pensarlo cuando se colaba en las cocinas, con el Mapa del Merodeador y la Capa de Invisibilidad, y veía a los elfos domésticos trabajando ahí. Pero Hermione le había estado hablando toda la semana sobre ello, soltándole datos aleatorios de vez en cuando. Y estaba de acuerdo con sus ideas, desde luego. ¿Cómo no se había parado antes a pensarlo?

Ni Harry ni Ron parecían muy interesados, por el contrario.

Pero aquel silencio fue interrumpido por Hedwig, que golpeaba la ventana. Allison abrió la ventana, muy contenta, y la lechuza pasó al interior, posándose sobre el trabajo de Adivinación.

—¡Ya era hora! —exclamó Harry, cogiendo un trozo de pergamino que llevaba atado a la pata.

Allison llegó a su lado mientras su hermano la desataba.

—¿Qué dice? —preguntó Hermione con impaciencia.

La carta era muy corta, y parecía escrita con mucha prisa. Harry la leyó en voz alta:

Harry, Allison y Eliza:

Salgo ahora mismo hacia el norte. Esta noticia de que la cicatriz le ha dolido a Harry se suma a una serie de extraños rumores que me han llegado hasta aquí. Si vuelve a dolerte, Harry, ve directamente a Dumbledore. Me han dicho que ha sacado a Ojoloco de su retiro, lo que significa que al menos él está al tanto de los indicios, aunque sea el único.

Estaremos pronto en contacto, y darles un abrazo de mi parte a Ron y Hermione. Abrid los ojos, chicos.

Sirius

Todos se miraron entre ellos.

—Está totalmente loco. No puede venir —dijo Allison, asustada.

—¡No tendría que haberle contado nada! —exclamó con furia, dándose con el puño en la cabeza y ahuyentando a Hedwig.

—¿De qué habláis? —preguntó Ron, sorprendido.

—¡Ha pensado que tenía que venir! —repuso Harry, dando un puñetazo en la mesa que hizo que Hedwig fuera a posarse en Allison, que parecía más calmada, ululando indignada—. ¡Regresa porque cree que estoy en peligro! ¡Y a mí no me pasa nada!

Allison acarició a su mascota para que se tranquilizara y pensó seriamente en hacerlo con Harry, porque parecía que estaba perdiendo los estribos.

—Tenemos que hablar con Maddy y Remus —repuso Allison—, y enseñarle la carta a Lizzy. Seguro que Maddy puede mandarle una carta para que no venga. Es peligroso.

Hedwig salió por la ventana, a la lechucería, pegando a Harry con el ala al pasar.

—Chicos... —comenzó a decir Hermione, en un tono de voz tranquilizador.

—Me voy a la cama —atajó Harry—. Hasta mañana.

Allison suspiró mientras su hermano subía totalmente enfadado a su habitación, seguido poco después de Ron.

—Maddy me contó que Sirius es un cabezota y muy dramático. No me extraña que vaya a venir... No deberíamos habérselo dicho, ¿verdad? —preguntó Allison a Hermione mientras ellas subían a su cuarto, Hermione con la caja de las insignias y Allison con los pergaminos de Adivinación.

—Bueno, si Maddy y Remus lo mencionaron en la carta, sabrían que podría pasar —opinó Hermione.

—¿Sabes? No tengo nada de sueño hoy —informó Allison—. Tal vez debería quedarme despierta pensando en qué decirle a Maddy para que no nos mate a nosotros o a Sirius. Da miedo cuando se enfada.

—Si vas a quedarte despierta —empezó a decir Hermione, en voz baja, cuando llegaron al cuarto y vieron a Parvati y Lavender cuchicheando en una cama—, podrías ayudarme un rato con la PEDDO. Tengo que organizar las ideas que tengo.

—¿Sabes? Me acaba de entrar el sueño —dijo Allison fingiendo un bostezo—. Voy a ponerme el pijama y a dormir, sí.

Pero, aunque trató de dormir, no podía pegar ojo. ¿Y si descubrían a Sirius? Sabía que era muy arriesgado que viniera al país, y al fin y al cabo Maddy y Remus podían encargarse de todo lo de la cicatriz.

A la mañana siguiente llamaron a Liz para que se sentase con ellos, y me enseñaron la carta de Sirius. Lizzy se mostró preocupada por fuera, pero por dentro no podía evitar pensar que quería que su padre viniese. Quería verle de nuevo, por fin sabía la verdad y él había tenido que irse. Se sentía un poco egoísta por pensar en las ganas de tener cerca a su padre, en lugar de en lo peligroso que eso podía ser, pero así era.

Le mandaron una carta a Maddy y Remus, para avisarles de que Sirius pensaba venir, y le dejaron la tarea a Liz de enviarle otra. Harry le había pedido que le dijera que se había imaginado lo del dolor de cicatriz, pero podía ser que Liz no hubiese usado sus palabras y se hubiera dejado llevar por la emoción de ver a su padre.

* * *

Mientras las semanas pasaban, Allison aprovechaba algo del tiempo libre que tenía para estar con George. Durante el verano no se habían visto mucho —más que en su cumpleaños y en los Mundiales— y ahora por fin podían estar solos. Como habían empezado a salir de forma oficial apenas una semana antes de que se acabara el curso, no habían podido disfrutar juntos como pareja, y ahora definitivamente lo estaban haciendo.

George echaba a sus compañeros de su habitación para poder estar con Allison ahí. A veces simplemente hablaban, otras se besaban, pero de una forma u otra siempre acababan entre risas.

Lo que a George más le gustaba era hablar de chicas. Porque, ahora que sabía que Allison era bisexual, discutían sobre quién tenía más posibilidades con algunas de las chicas de Hogwarts.

—Te puedo asegurar que Angelina caería antes bajo mis encantos —dijo muy convencido George.

—Tienes que estar de broma. ¡Angelina me adora!

—Todo el mundo te adora, pero no todo el mundo te quiere besar.

—Eso lo dices tú. Seguro que hay un montón de gente muriéndose por probar estos labios —replicó Allison, poniendo morritos de forma exagerada.

—Pero yo soy el único lo suficientemente bueno —aseguró George, acercándose a ella hasta que sus narices rozaron.

Allison quería responder con alguna otra broma, pero al ver los ojos marrones de George tan cerca, fue incapaz de pensar en otra cosa que no fuera besarle. Así que eso fue lo que hizo.

Justo dos semanas después de que les hubiera llegado aquella carta de Sirius, tuvieron una clase de Defensa Contra las Artes Oscuras bastante distinta. El profesor Moody anunció que les echaría a cada uno la maldición imperius, por turnos, para mostrarles su poder y para comprobar si eran capaces de resistirse a sus efectos.

—Pero... pero usted dijo que eso estaba prohibido, profesor —se atrevió a decir Hermione, vacilante, al tiempo que Moody apartaba las mesas con un movimiento de varita, dejando un amplio espacio en el medio del aula—. Usted dijo que usarlo contra otro ser humano estaba...

—Dumbledore quiere que os enseñe cómo es —la interrumpió Moody, girando hacia ella el ojo mágico y fijándolo sin parpadear en una mirada sobrecogedora—. Si alguno de vosotros prefiere aprenderlo del modo más duro, cuando alguien le eche la maldición para controlarlo completamente, por mí de acuerdo. Puede salir del aula.

Señaló la puerta con el dedo. Hermione se puso roja y murmuró algo como «No quería decir que deseara irme».

Allison definitivamente no estaba nada contenta con la noticia. ¿Iba a lanzarle un imperius? ¿Iba a ser capaz de controlarla? Eso no le hacía ninguna gracia. Precisamente que fuera él era lo que no le hacía ninguna gracia. Moody, desde el enfrentamiento con ella al salir de su primera clase, tenía —para disgusto de la chica— su ojo mágico puesto en ella. Allison odiaba eso. Y Moody lo sabía, pero le daba igual, porque seguía haciéndolo y le ponía los pelos de punta.

No quería darle razones de más para que mantuviera su ojo mágico sobre ella —le daba escalofríos cada vez que lo hacía—, así que prefirió callarse. Por esta vez. Porque pensaba hacer todo lo que estuviera en su mano por resistirse a la maldición, y tal vez lo conseguiría y de esa forma acabaría sintiéndose más segura frente a él.

Pero seguía teniendo una conversación pendiente con McGonagall sobre el ojo de Moody.

Las maldiciones empezaron a llegar a los alumnos. Dean dio tres vueltas al aula a la pata coja cantando el himno nacional. Lavender imitó a una ardilla. Neville les sorprendió con unos movimientos gimnásticos que no habría podido hacer de normal.

—Potter —gruñó Moody, y a Allison se le congeló la sangre—, ahora te toca a ti.

Como ambos ojos de Moody estaban posados sobre la chica, supo que se refería a ella, y no a su hermano. Cogió aire y se adelantó con paso decidido al centro del aula.

«Resístete. No le dejes controlarte» se repetía una y otra vez en la cabeza. Se concentró en sus palabras, pensando en eso y en nada más. Ni siquiera vio a Moddy levantar la varita y echarle la maldición.

Se sentía como si flotara por el aire, en paz. Pero notaba un picor en su cerebro, que se iba haciendo cada vez más fuerte. Aun así, Allison se sentía extrañamente feliz. Había algo inquietante en esa relajación, que confirmaba aquel picor que ahora era imposible ignorar.

«Da una voltereta» ordenó la voz de Moody en su cabeza. Allison empezó a levantar sus brazos, pero se frenó, porque aquel picor estaban empezando a parecer unas palabras, como si las susurraran en su oído.

«Resístete. No le dejes controlarte».

Allison vaciló, bajando los brazos, mientras sentía esas últimas palabras cobrando significado.

«Da una voltereta» mandó de nuevo la firme voz del profesor.

«No. No quiero» respondió otra voz en su cabeza. La suya. «Me voy a resistir. No me vas a controlar».

«¡Da ya la voltereta!»

Lo último que Allison recordaba era darse con la cabeza contra el suelo mientras gritaba.

* * *

Cuando se despertó, sintió como si la cabeza fuera a explotarle del dolor. Soltó un gruñido por ello, y trató de no moverse demasiado.

Con los ojos abiertos, pudo observar su alrededor y se dio cuenta de que se encontraba en la enfermería. Pero no recordaba por qué.

—¿Madame Pomfrey? —llamó Allison, viendo a la enfermera de espaldas cogiendo algo de la estantería.

—¡Allison! —La mujer se dio la vuelta y se acercó rápidamente a ella—. ¿Cómo te encuentras?

—Mi cabeza va a explotar, Poppy —murmuró la chica, aunque no sabía por qué le había llamado así—. ¿Dije eso en voz alta? Soy una bocazas.

—Debes estar agotada, la poción que te he suministrado es muy fuerte y no vas a poder procesar bien lo que dices.

Allison se llevó una mano a la cabeza, pero se la quitó rápidamente debido al daño del roce de sus dedos con la parte superior de esta. Tenía puesta una venda.

—Será mejor que no te toques —avisó, tarde, la enfermera, apartando sus manos—. Todavía se está curando. Te has saltado la cena, son las diez de la noche. ¿Tienes hambre? Tengo un sándwich y un zumo de calabaza para ti.

—Sí, por favor —terminó diciendo, después de percatarse que el asentir con la cabeza había sido una pésima idea.

Todavía no sabía por qué estaba en la enfermería.

Mmm, Poppy —repitió. De nuevo había usado su nombre, ¡había sido sin querer!—. ¿Por qué estoy aquí?

—Te golpeaste muy fuerte la cabeza en clase de Defensa Contra las Artes Oscuras —informó, después de ponerle una bandeja flotante con la comida y la bebida, y haberla ayudado a incorporarse.

La chica comenzó a recordar. Estaban practicando la maldición imperius. Moody le estaba ordenando que hiciera una voltereta y ella se negaba. Pero no se acordaba de nada más.

—El profesor Moody te trajo corriendo aquí, no te preocupes. Me contó que estabais usando algunos hechizos y que debiste perder el equilibrio y golpearte. —Madame Pomfrey miró a su alrededor, como si quisiera cerciorarse de que nadie la escuchara. Aunque solo había un par de alumnos dormidos en las camillas—. Pero el golpe que llevabas, Allison, no era de una caída. Parecía que te hubieras tirado adrede al suelo. Supongo que no recordarás por qué.

Allison estaba comiendo su sándwich, y no había escuchado gran parte de lo que le había dicho. Ella quería concentrarse, pero le costaba mucho esfuerzo.

—No —dijo, esperando que fuera la respuesta correcta, porque no sabía qué le había preguntado.

—Es normal... El golpe que llevabas... —repitió la señora Pomfrey.

Madame Pomfrey le dio otro vaso con una poción que le hizo tragarse de un sorbo. Cuando se había comido medio sándwich y el vaso entero de zumo de calabaza, Allison comenzó a sentir un sueño tan fuerte que no pudo resistirlo. Se le cayó la otra mitad del sándwich encima cuando perdió la fuerza de los brazos y cerró los ojos, quedando profundamente dormida.

* * *

—Binns nos ha mandado otra redacción de las revueltas de los duendes —informó Hermione al día siguiente.

Sus tres amigos se habían pasado, junto a Lizzy, el viernes por la tarde a la enfermería. Madame Pomfrey no le había dejado a Allison salir de la enfermería. Así que tuvieron que decirle toda la tarea que les habían mandado.

—¡Y tenemos que leer otro libro para Flitwick! —exclamó Ron, que parecía desesperado—. Todavía no he acabado el anterior.

—Dejad de agobiarla con deberes —protestó Liz, sentándose a su lado en la camilla—. ¿Estás mejor, Ally?

—Bueno, ya puedo decir lo que pienso. No, pensar lo que digo. Mejor olvida lo que pensé.

Hizo una mueca y soltó una carcajada. Estaba claro que, aunque físicamente estaba prácticamente curada, los efectos de las pociones para el dolor y el sueño duraban bastante. Porque Allison estaba más desorientada que de costumbre, y hablaba sin procesar lo que quería decir.

Había sido una escena terrible de ver la de la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras, y todos se habían quedado muy preocupados. Parecía ser que Allison se estaba resistiendo muy bien, pero no había podido soportarlo del todo y había colapsado: lo que dio como resultado que se tirase de lleno contra el suelo.

Moody había sido muy rápido y la sacó inmediatamente para llevarla a la enfermería, pero había sangre en el suelo y un rastro por los pasillos. Harry, Ron y Hermione corrieron detrás del profesor, muy alarmados porque había sido un golpe muy fuerte. En cuanto llegaron a la enfermería vieron cómo madame Pomfrey curaba a toda prisa a Allison, y que el resto de alumnos que se encontraban ahí se asomaban con curiosidad para ver de quién se trataba.

Madame Pomfrey tuvo que despertar a Allison para que se tomase una poción reabastecedora de sangre, pero la chica se puso a chillar de forma histérica. Después de darle también una dosis mediana de poción calmante, se quedó dormida de nuevo.

—¿Cómo ha ido con Snape? —preguntó Allison mirando el trozo de pergamino donde Hermione le había escrito los deberes—. ¿Me ha suspendido porque no he ido a clase? No me sorprendería.

—En realidad, dijo que por fin podría dar una clase tranquila —comentó Ron, con rabia.

—Qué encantador. El martes le daré la clase más tranquila que haya tenido en... ¿Cuántos años lleva dando clases? Tiene la edad de nuestros padres y parece que tenga cincuenta tacos.

Ron y Harry se rieron con ganas, y Lizzy casi se cayó de la camilla, lo que solo hizo que se rieran con más ganas.

Madame Pomfrey los acabó echando por montar un escándalo.

El sábado por la mañana, la enfermera le retiró los vendajes a Allison. Limpió con un hechizo la sangre seca que había quedado, que era poca, sobre todo en comparación con la que había cuando se hizo la herida.

Sin embargo, ahora Allison tenía una cicatriz. Madame Pomfrey había tenido que hacer desaparecer el pelo de Allison, por lo que se veía al completo. Allison se horrorizó ante su visión, y agradeció tener las cortinas para que nadie más pudiera ver aquello. La señora Pomfrey le dio una poción crecepelo, que hizo un rápido efecto, dejando su pelo casi tan largo como lo tenía antes. Solo que ahora no tenía flequillo.

No le quedaba mal, pero echaría de menos el flequillo. Porque, además, sin él la cicatriz de su cabeza se asomaba un poco por la raíz del pelo. Le daba un toque raro, pero madame Pomfrey le había dicho que no podía quitarla y le había asegurado que no se notaba tanto y le daba un toque misterioso.

Al menos, Allison había dejado de sentirse tan drogada como el día anterior. La señora Pomfrey le dio el alta aquella noche, y pudo reunirse con sus compañeros a la hora de la cena en el Gran Comedor. Salió de ahí con George, quien le acompañó a cenar.

—Creo que estás muy guapa con el nuevo peinado —opinó su novio—. Aunque también lo estabas con el flequillo.

—Así se me ve la cicatriz y Harry y yo nos pareceremos más —dijo ella, señalándola.

Cuando llegaron al Gran Comedor, varias miradas se posaron en Allison, pues su accidente había estado en boca de todos esos días. Había sido, según testigos, sangriento y brutal. Por supuesto, todos se habían puesto a exagerar la historia, y nadie sabía del todo lo que había ocurrido.

Allison solo pudo sonreír mientras sentía las miradas sobre ella, caminando de la mano de George hasta la mesa de Gryffindor. Lavender y Parvati le preguntaron un millón de veces si se encontraba mejor, y le elogiaron por el nuevo peinado, que según ellas le daba un toque más maduro.

—A parte de apellido ahora compartimos cicatriz —señaló Allison a su hermano. Era un poco exagerado, porque la suya apenas era visible, al contrario de la de Harry. Pero ¿quién era Allison sin el drama?

Para su desgracia, su accidente no era excusa para librarse de los deberes, y tuvo que pasar el domingo entre pergaminos y libros.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro