Capítulo 74: Soy más Lupin que Potter y Weasley
Remus llegó a la casa de los Tonks al día siguiente y no fue para hablar con Tonks.
— Sabía que estarías aquí —le dijo a Atria cuando la vio sentada en el porche junto a Tonks. Seguía ignorándola, como si no estuviera ahí—. Vamos a casa, Atria.
— ¿Qué vayamos a casa? —Atria no terminaba de entender cómo podía hacer como si nada.
— Si estás aquí supongo que es porque no quieres volver con Fred, ¿no?
— ¿Y tú no deberías hablar con tu esposa sobre el hijo que esperáis juntos? —le dijo y él solo negó.
— Eso no es algo que te incumba.
— Pero a mi sí, es mi hijo —dijo Tonks, poniéndose en pie—. No lo quieres, ¿no?
— No es eso...
— ¿Entonces qué es? ¿Que va a ser un paria? ¡Atria no lo es y es tu ahijada! —se lo grita, para que lo entienda, pero Remus no parece que quiera hacerlo.
— Atria es una Potter —responde— y casi una Weasley.
— Soy más Lupin que Potter y Weasley —le contesta ella, poniéndose en pie y sacando la varita para apuntarle—. Te juro que como no arregles esto que estás haciendo ahora mismo te modifico la memoria para que dejes de ser tan gilipollas. Deja de huir.
— Tú estás huyendo de Fred.
— No, yo le dije anoche que no iba a volver esa noche, pero voy a ir hoy y voy a hablar con él.
Bueno, en realidad no era lo que pensaba hacer si éramos sinceros. Pensaba volver a La Cueva, tumbarse en la cama abrazando su peluche de lobo y echarse a llorar porque, joder, que el amor de tu vida no confiara en ti era duro.
— Habla con ella, me voy al apartamento. Volveré esta noche, si no has hablado con ella...
Deja la amenaza en el aire, abraza a Tonks y empieza a andar por el pequeño camino hasta que está lo suficientemente lejos y luego se desaparece. Y como no estaba lo suficientemente concentrada, una de las uñas de la mano izquierda se queda atrás.
— Genial —murmura empezando a sentir el dolor en el anular. Con solo tener la nueva herida al aire basta para que sea jodidamente molesto. Necesita tapar la herida, así que avanza por el Callejón Diagon y va directa a Sortilegios Wealsey, porque sabe que en el despacho tienen un botiquín.
La tienda no tiene clientes, solo un par de lo que deben de ser mortifagos con sus hijos. Les dan todo lo que piden y tienen a Verity yendo detrás de ellos, llena de cajas porque la utilizan como si fuera uno de los carritos del supermercado de los muggles. Atria avanza un poco, lista para ir con Verity y quitarle cajas de los brazos, pero ella niega y le hace un gesto hacia la escalera que lleva al despacho. Y por la mirada que le lanza entiende que es mejor que no se acerque.
— ¿Qué te has hecho? —George está en la caja, mirando de malas maneras a los mortifagos que están utilizando a Verity.
— Me he desparticionado —responde ella—. ¿Por qué los dejas hacer eso?
— Han mostrado una orden de cerrar la tienda si no hacemos lo que quieren —casi lo gruñe y Atria frunce el ceño—. Sube arriba, hemos tenido que encerrar a Fred antes de que les lanzara una maldición, ¿por qué habéis discutido? Está insoportable.
— ¿Recuerdas a vuestro primo, el que vino a la boda? —espera que pille que se refiere a Harry y George asiente—. Bueno, Remus se lo encontró cuando andaba por la vieja casa de Londres, esa que estaba llena de doxys.
George vuelve a asentir y por la mirada que le lanza entiende que lo está pillando todo. Que Remus había encontrado a Harry en Grimmauld Place.
— Bueno, ya sabes como es Remus, vuestro primo preguntó por todos vosotros y dijo que quería organizar algo por el cumpleaños de Ginny así que Remus le dijo que yo ayudaría —George intenta ser serio, pero se le nota en la mirada que le está haciendo gracia la forma en la que Atria le está contando todo—. Y a Fred no le hizo gracia que fuera a organizar la fiesta con vuestro primo. Y eso que le dije que solo iba a ir para decirle que no era momento de fiestas con Ron tan malo.
— No te creyó, ¿no? Pensaba que ibas a montar la fiesta sí o sí —definitivamente George lo ha entendido todo y Atria asiente—. Bueno, ya sabes que yo soy el brillante de los dos.
— No me creía, George, y ya se lo prometí —susurra ella y nota como se le llenan los ojos de lágrimas, así que George sale de detrás del mostrados para abrazarla.
— Ya sabes que es un poco gilipollas, pero tampoco le culpo por no creerte, nos has dado motivos con tanto hechizo de memoria.
— También le prometí que no iba a volver a jugar con mi memoria. Nada de olvidar si las cosas se ponen feas y nada de intentar recuperar lo perdido —dice ella y George sonríe.
— Pues sube a explicárselo. Y, por favor, si os reconciliais, subid al apartamento, la mesa del despacho la utilizamos los dos —Atria no duda en intentar darle una colleja, pero George consigue escapar y vuelve detrás de la caja registradora.
— Va a ser en el escritorio y en tu cama.
— ¡No quiero sobrinos!
— ¡Tarde, Remus nos va a dar uno!
No sabe cual es la reacción de George, pero sin duda alguna es divertido gritarlo. Va a criar a ese bebé y ella se va a encargar personalmente de ello. Y si no, Molly se encargaría. También estaba la opción de resucitar a sus padres y a Sirius. Seguro que se las podía apañar para hacer algo así y por fin tendría algo de cordura de vuelta.
Pero Remus ahora tenía que esperar porque ya estaba delante de la puerta del despacho y lo único que se oía eran pasos al otro lado. Tenía que acabar con eso ya.
— ¿Puedo? —lo dice a través de la puerta, llamando suavemente primero y, cuando oye que se para, abre la puerta—. George me ha dicho que te habían encerrado aquí.
— ¿Siguen aquí? —casi gruñe cuando Atria entra en el despacho y cierra la puerta. Agita la varita con disimulo, poniendo en la puerta varios hechizos, tanto para silenciar la habitación como para protegerla de posibles entradas. Y, como no está muy segura de que eso vaya a detenerlos, crea una ilusión de ellos en la puerta del despacho. Dándose el lote. Si eso no los detiene nada lo hará porque es demasiado explícita.
— Sí, están usando a Verity de carrito de la compra.
En el despacho solo hay silencio. Ninguno de los dos sabe qué más decir. ¿Qué es lo que dices cuando lo siento se queda corto? Así que no dicen nada, solo se quedan en la habitación, mirándose. Dejan que el tiempo pase, en un intento de que todo se arregle, pero obviamente no pasa.
Se mueven a la vez, hacia el escritorio para apoyarse. Y no pueden evitar sonreír al ver que han hecho lo mismo.
— Creo que no lo estamos haciendo bien —dice Fred, y aprovecha la cercanía para pasar el brazo por encima de los hombros de Atria.
— Habla por ti, yo he vuelto, como te dije —responde ella y Fred asiente.
— Sí, y lo siento por pensar que no lo harías.
— Yo siento no haber vuelto anoche.
— Bueno, lo dijiste, ¿no? Que no ibas a volver porque tenías que pensar —responde él—. ¿Has podido pensar?
— No, la verdad, han... han pasado algunas cosas —gritarle a George que Remus va a ser padre es sencillo, explicarle a Fred todo no tanto—. Remus ha protegido La Cueva con un encantamiento Fiddelio.
Parece un buen punto por el que empezar, aunque causa que Fred se aleje para ponerse frente a su novia.
— ¿Cree que estáis en peligro? ¿Ha sido por encontrar a Harry? —se le nota preocupado solo con eso y Atria niega rápidamente.
— Es que es idiota, lo ha hecho porque... bueno, pensaba irse con Harry, Ron y Hermione, así que había dejado protegida la casa para Tonks y para mi. Porque una vez estuviera huyendo como ellos sería peligroso y podrían venir a por nosotras para preguntar amablemente por él.
— ¿No es un poco sospechoso? —pregunta Fred y Atria asiente.
— Ya —se lo va a contar sin más—. Tonks está embarazada.
Fred se aleja un poco, para ver si está o no bromeando y, cuando ve que no y que Atria sigue seria y que no parece estar chillando de felicidad, entiende que hay algo más, así que espera a que ella siga hablando.
— Remus cree ha convertido al futuro bebé en un paria, así que se quería ir con Harry por eso —dice ella y coge aire—. Creo... creo que... intenta enmendarse. Por ser un hombre lobo. Y que se va a poner en riesgo de forma innecesaria porque algo en él grita que tiene que compensar a Tonks y al bebé por ser un hombre lobo y apartarlos de la sociedad.
— Pues si él no lo quiere, nos lo quedamos nosotros, ¿has reclamado ya tu puesto como madrina?
— Se lo he dicho a Tonks.
— Vas a ser la mejor madrina del mundo.
Vuelven a quedarse callados. Pero se acercan de nuevo al otro. ¿Cómo lo han podido hacer tan mal que parece que no son capaces de hablar ahora mismo entre ellos? ¿Cómo se ha podido torcer todo tanto en cuestión de horas? No puede estar roto, ¿verdad? Su relación tiene que poder aguantar más que una estúpida pelea.
— ¿Vamos a romper? —la pregunta se escapa de los labios de Atria y Fred la mira fijamente.
— No, ¿por qué dices eso? —la pregunta le sorprende porque ni siquiera había llegado a considerarlo.
— No lo sé, es lo que parece, ni siquiera parecemos nosotros —Atria había decidido irse a la peor de las situaciones y parecía que no quería salir de ella.
— Siento haber hablado sin pensar, de verdad, sabía que no te ibas a ir con ellos y...
— ¿Y por qué lo dijiste? —dice ella, cruzando los brazos de forma que se abraza a sí misma—. Si yo, ahora mismo, te dijera que no confío en ti, ¿cómo te sentirías?
— Como una mierda, ya lo sé, pero también me sentí como una mierda cuando casi te quitas el anillo.
— ¡Lo sigo llevando!
— Pero te lo quitaste y casi me lo devuelves.
Podrían seguir discutiendo o podrían parar. Una parte de Atria quería contestar y empezar a gritar porque estaba molesta con Remus y quería gritar a Harry por las tonterías que tenía encima. ¿Cómo se le ocurría pensar que quería ser como sus padres? Sí quería, pero cuando fuera más mayor, ¿y si acaba como ellos? ¿Muerta y con un hijo que tiene que matar al mago más oscuro de los últimos tiempos? No, gracias, prefería esperar a estar todos sanos y salvos y entonces podría llegar a pensar en ello.
Se había dispersado.
— Podemos seguir discutiendo, ganas no me faltan —dice Atria, cogiendo aire—, pero no quiero discutir, no por esto. He vuelto y no me he quitado el anillo, pero podría haberlo hecho perfectamente porque no confías en mis promesas.
Fred abre la boca y está a punto de recordarle cómo acaban sus promesas, pero la cierra cuando ve como Atria levanta una ceja y se cruza de brazos.
— Venga, dilo de nuevo, como no lo has dicho veces repite que me desmemoricé a pesar de haber dicho que ya no estaba con los hechizos de memoria.
— Tengo razón con eso y lo sabes —responde él y Atria va a contestarle, pero entonces llaman a la puerta.
Sacan las varitas y el enfado pasa a estar en tercer plano. Están encerrados en una habitación sin salida, con solo la puerta y puede que estén paranoicos, pero en la tienda había mortifagos y ellos están en el despacho. Atria acaba de volver a ver a Harry y pueden saber donde está, Snape tiene acceso a la casa, podrían encontrarle en cuestión de minutos, tienen que advertirle.
— Ponte detrás.
— No me voy a poner detrás.
— Atria, no es momento de...
— Yo soy la que puede arrancarles la cabeza, no digas que me ponga atrás.
— Tú eres la que acaba de ver a Harry así que ponte detrás antes de que se metan en tu cabeza.
Vale, no lo había pensado así. Pero aunque se metieran en su cabeza daba igual, no verían nada, no había nada que ver. O no sabían buscar, lo que fuera la solución. Quizá tenía que hablar con Madame Pomfrey sobre ello porque la enfermera sí que parecía saber qué pasaba en su cabeza y cómo funcionaba.
— Ya se han ido, ¿queréis abrir la puerta? —Fred gruñe ante las palabras de George y mueve la varita para dejarle entrar en la habitación—. ¿Qué os pasa que estáis tan vestidos y peinados?
— No te importa, ¿te vas ya? Estamos hablando.
— No, no me voy, me he tragado la estúpida ilusión del pasillo para algo, quiero saber lo de Remus —responde George y Atria pone los ojos en blanco.
Lo peor para George es que la ilusión frente a la puerta del despacho fue lo más inocente que vio a partir de entonces. Hubo algunos gritos más entre Fred y Atria, todavía discutiendo, pero George se cansó —despertarse por la noche y ver una loba en el sofá le provocaba gritar— y los encerró en la habitación un día entero hasta que dejó de oír gritos. Y, sinceramente, prefería verlos a punto de acostarse que peleando. Que Fred y Atria peleasen solo podía significar que el amor no era tan real como pensaba y no quería aceptar eso, muchas gracias.
Pasó varias veces, a veces quedaba con Lee —uy, todavía no había hablado con Fred y Atria sobre la radio— y cuando volvía al piso se los encontraba en cualquier lado. En la encimera de la cocina, en el sofá, en la mesa de café, en la puerta de la habitación, en el pasillo o en el baño. Y podía encontrarse cualquier cosa, pero nunca un beso.
— ¡Hacedlo en vuestra habitación!
Poco les importaban los gritos de George, claro, porque en cuanto desaparecía del apartamento poco importaba donde estuvieran porque lo único que sentían es que el tiempo se acababa.
George no había sido consciente de que, el día que los encerró, tanto Atria como Fred habían ido a varias misiones de la Orden. Ella había vuelto hasta La Cueva, para revisar el pueblo muggle ya que, según había dicho Kingsley, estaban buscando a Remus —que desde que había vuelto con Tonks ninguno de los dos salía fuera de La Cueva a no ser que tuvieran una misión de la Orden— y había grandes posibilidades de que atacasen el pueblo. Contaba con la ayuda de Tonks y Remus, así que entre los tres consiguieron parar el ataque. Lo malo es que Atria no pensaba y si veía a alguien que quería en peligro se lanzaba contra ello. Tonks se negaba a parar de luchar —y Remus quería llorar constantemente por eso, ella también era como Lily y joder, lo que daría en esos momentos por tener a James y Lily allí porque estaba acojonado— y una maldición iba a ir a por ella, pero dio con Atria. El encantamiento escudo quitó lo peor, pero la maldición por lo visto te quemaba por dentro y el brazo derecho de Atria ardía.
Luego estaba Fred, al sur de Inglaterra, intentando sacar a un montón de nacidos de muggles del país para evitar que la nueva comisión de registro de nacidos de muggles los llevasen hasta Azkaban. Había conseguido meterlos a todos en el túnel que conectaba con Francia cuando aparecieron los mortifagos. Y había que distraerlos, claro, porque a un mago sangre pura tampoco le harían mucho, pero a unos nacidos de muggles sí. Así que Fred se dedicó a distraerlos con el mayor número de hechizos posibles.
Ambos habían vuelto al apartamento y habían conseguido esquivar a George antes de que les encerrarse en la habitación. Los gritos, a pesar de lo que él pensaba, no habían sido por la pelea, si no los intentos de curarse las heridas. No necesitaban enseñar lo que se habían hecho, no había necesidad ninguna de que los demás supieran que habían vuelto heridos, no cuando eran tan pocos y, si los retiraban para curarse, serían aún menos.
Así que Atria había gritado mientras que los huesos de su brazo derecho se deshacían y luego volvían a crecer con poción Crecehuesos mientras que Fred intentaba lidiar con una maldición de conjuntivitis teniendo medio cuerpo paralizado. No había sido lo ideal para reconciliarse, pero al menos sirvió para hacerles ver que estaban perdiendo el tiempo al discutir. Porque, siendo los bobos que eran, habían llegado incluso a dormir separados.
Con eso llegó el cumpleaños de Atria y el cumpleaños se celebró en La Madriguera, en mitad de una reunión de la Orden que acabó con todos saliendo corriendo a distintos puntos del país para intentar evitar las redadas que están realizando los mortifagos. Claramente no había sido el mejor cumpleaños, igual que septiembre tampoco fue un buen mes.
Para empezar, Harry se había colado en el Ministerio. Y ella, pensando que seguiría en Grimmauld Place, no dudó en ir en cuanto la noticia salió en el periódico. Claro que la casa estaba llena de mortifagos, así que de allí no salió ilesa. Todos pensaban que sabía donde estaba Harry porque lo primero que había hecho era ir hasta allí. No ayudó tampoco que Remus acabara apareciendo y los intentase hechizar a todos. Los dos acabaron volviendo a La Cueva con nuevas heridas, unas que no estaban curadas para la luna llena de mediados de mes. No fue agradable, algo que ya se esperaban, claro, pero no sabían hasta qué punto iban a odiarlo. Remus solo podía pensar en el bebé, en lo que podría ser de él, en lo que le podría haber condenado sólo por no haber sido un poco más responsable.
— ¿Cómo estás?
— Bueno, quitamos los huesos que no cicatrizan, el dolor de cabeza y esta herida que parece que me va a partir en dos bastante bien, cariño —Atria no llevaba muy bien el dolor, tampoco tener que estar en la cama mientras que los demás tenían distintas misiones, así que Fred intentaba animarla como podía e intentaban aprovechar a Kreacher lo máximo posible.
— Te prometo que, en cuanto estés completamente recuperada, vamos a Wetvalley —Fred se sentó en la cama junto a su novia, pero ella no dudó en tirar de él hasta que estuvo tumbado y, entonces, le abrazó.
— ¿Seguro que podemos ir? Pensaba que solo era como último recurso, para escondernos si encuentran a Harry, Ron y Hermione —esa era la teoría, ahora bien, ¿cuándo habían seguido ellos las normas?
— Marius me ha dicho que no tiene problemas en que vayamos a ver el apartamento, además, creo que también había algún local vacío —empezó a hacer círculos en la espalda de Atria, consiguiendo que ella empezara a relajarse—. Ya que no vamos a abrir la tienda de Hogsmeade pues quizá abrimos una en Wetvalley.
— Eso suena muy bien.
— ¿Te imaginas? Tener nuestro apartamento, salir de él e ir a la tienda a trabajar, tú te pasas más tarde por allí, con la escoba en la mano lista para ir a entrenar con las Arpías —empieza a decir Fred y Atria sonríe—. Y cuando vuelvas te pasas de nuevo por la tienda, los niños te pedirán autógrafos y aprovecharé que los estás distrayendo para poder cerrar la tienda.
— ¿Te aprovecharás de mi fama? —Atria finge estar completamente ofendida, pero ya tiene los ojos cerrados y su tono de falsa ofensa parece un susurro.
— Por supuesto, es todo un plan, te enamoro y me aprovecho del apellido Potter para hacer famoso Sortilegios Weasley.
— Una pena que tu plan se haya estropeado y te hayas enamorado de mí, ¿verdad?
— Una completa pena —susurra él contra sus labios. Y Atria puede estar medio dormida, pero no tan dormida como para no aceptar un beso.
Se acaban quedando dormidos, quizá no en la posición más cómoda, pero sí juntos y eso es lo que les importa, sobre todo a Fred, cuando se despierta en mitad de la noche, completamente paralizado. Hasta que nota que Atria está a su lado, respirando profundamente y no puede evitar acercarla más a él.
No se esperaba tener esa pesadilla, no se esperaba soñar que iban a Wetvalley y todo salía mal. Que los mortifagos los encontraban cuando volvían al apartamento a por cajas para la mudanza, que los atacaban sin piedad. Y mientras que a él no le tocaban, sí que iban a por Atria, que a cada segundo se iba haciendo más y más pequeña sobre sí misma hasta que los mortifagos desaparecieron y lo único que quedó fue Atria en el suelo, tal y como la había encontrado en el bosque el verano anterior. No iba a poder olvidar nunca esa imagen y, ahora que la guerra sí que estaba encima y ellos acababan heridos en cada pelea, aun menos.
Así que pospuso la visita a Wetvalley todo lo que pudo. Lo que no pudo evitar fue la visita al cementerio el treinta y uno de octubre. No le malinterpretéis, que Atria quisiera ir a ver a sus padres era algo completamente normal, él también lo haría, pero las cosas no estaban para nada bien. E ir a un cementerio, probablemente rodeado de mortifagos, no era la mejor opción.
— ¿De verdad tienen que estar aquí? —le susurra Atria.
Aprieta su mano, con fuerza. Remus tenía que estar allí, Tonks también iba a ir y ahora no podían venir porque todo estaba lleno de mortifagos. No duda en convocar el patronus, haciéndolo aparecer detrás de un árbol para que no lo vean y le avisa, tal y como habían quedado.
Aunque no se sorprende cuando ve aparecer a los pocos minutos a una pareja de ancianos que, definitivamente, son ellos.
— Irresponsables —les suelta y Remus pone los ojos en blanco.
— Ha ido a hablar la bruja más responsable de Gales —contesta él y ella le saca la lengua.
— Al menos si tengo que ocultar mi acento galés puedo, no como otros.
Acaban llamando la atención de los mortifagos, por supuesto, porque que un anciano y una Potter hablen como si nada delante de la puerta del cementerio es algo que les llama la atención.
— Son mis vecinos, venimos a ver cuál es la tumba que escogen, que ya están a punto de morir —les contesta ella y Tonks, que para completar el disfraz ha decidido utilizar un paraguas como bastón, lo aprovecha para darla en la cabeza.
— ¡No más plumas de azúcar para ti! —a Tonks se le da bien aparentar que es otra persona, no como a Remus, así que es realmente divertido ver cómo ella mantiene todo el teatro hasta que los mortifagos se cansan y deciden volver a sus puestos.
— ¿De verdad creen que Harry va a venir? —le pregunta Fred en un susurro cuando se arrodillan frente a la tumba de los Potter y ella solo se encoge de hombros.
— Espero que Hermione tenga la cabeza suficiente como para hacerles ver que es una idea horrible —susurra ella de vuelta.
Le pasa el brazo por los hombros, acercándola suavemente a él mientras que Remus está de pie, en la tumba de al lado, pero mirando la de James y Lily. Tiene que apoyarse en Tonks porque sabe que si no no se va a mantener en pie, como le ha pasado todos esos años que ha ido. Pero ahora tiene a alguien, ya no está solo.
— Te hubiera encantado conocerlos —le dice a Tonks, intentando aguantar las lágrimas y ella sonríe tristemente.
— Sirius siempre me habló de James cuando era pequeña, que era como su hermano así que también es un primo para mi. Me gustaría haberle conocido. A él y a Lily —Tonks se toca la tripa de forma inconsciente. Sí, le hubiera gustado contar con Lily Evans como amiga, alguien que pudiera guiarla en estos momentos, que la aconsejase.
Lily Evans hubiera conseguido que Remus no fuera idiota. Que no se hubiera intentado alejar de todos cuando Sirius murió. Aunque, siendo sinceros, si Lily Evans estuviera viva Sirius nunca habría muerto, ni mucho menos. Y Tonks lo pensaba y la felicidad de Remus era lo más importante así que sí, Tonks hubiera preferido que Lily estuviera viva, Sirius estuviera vivo y Remus estuviera con Sirius porque eso significaría que Remus estaba feliz. Y había muchas brujas en el mundo, seguro que había alguna que era de su agrado.
— El disfraz de viejo supongo que es para que los pesados de la puerta no te reconozcan, Remus Lupin.
A Mary Macdonald le gustaba visitar a Lily Evans. Le gustaba hablar con ella y le gustaba encontrarse con Remus cuando iba, hablar de su época de Hogwarts, hablar de todo lo que podrían estar haciendo ahora si Lily estuviera viva. Es el único momento del año donde se reencuentran, donde es fácil dejar que la puerta de los muertos se abra del todo y dejar volver a Lily. Al menos para Mary, que intenta no dejarse llevar por la melancolía, por el dolor de haber perdido a todas sus amigas tantos años atrás.
— No sé quién es Remus Lupin —responde el hombre lobo, abrazando a la mujer, que se ríe.
Las presentaciones comienzan y Mary nota como los ojos se le llenan de lágrimas al conocer a Atria. A la misma Atria por la que Lily tanto había protestado cuando no podía atarse los cordones gracias a la gran tripa que tenía.
— Eres tan guapa como tu madre.
— Cuidado, no lo digas cerca de la tumba, que mi padre todavía está a tiempo de levantarse para darte las gracias —bromea Atria y Mary sonríe y también se ríe junto a los demás—. Encantada de conocerte, Mary.
Comienzan las anécdotas, también las actualizaciones de las misiones para la Orden. Es un milagro que todavía no hayan encontrado a Mary porque llevan buscándola desde septiembre por ser hija de muggles.
— Ese estúpido de Mulciber, seguro que ha sido él quien les recordó a todos que mis padres son muggles, no tuvo bastante con atacarme cuando estaba en Hogwarts —dice ella, quejándose y Remus le da un pequeño empujón.
— Al menos nos vengamos de él, recuerdo quedarnos sin productos de Zonko.
— Sí, creo que no se lo agradecí a James lo suficiente para evitar que se le subiera a la cabeza.
Nadie sabe qué más decir, no cuando solo recuerdan el pasado, los tiempos donde casi todo el grupo estaba vivo. Ahora solo quedan ellos, solo quedan dos.
— Os echo de menos —susurra Remus, dejando que las palabras se las lleve el viento.
El viento y una ya muy anciana Bathilda Bagshot, que llega con un gran ramo de flores en las manos. Lo deja en la tumba mientras que empieza a gritar hasta que acaba invitando a su casa tanto a Atria y a Fred como a Mary y a la pareja de ancianos que no reconoce. Pero si están visitando a los Potter son sus amigos, así que los invita.
Y, cuando se van, ninguno de ellos sabe que esa es la última noche de Mary Macdonald y Bathilda Bagshot en el mundo de los vivos. Mientras que Atria, Remus, Fred y Tonks se van primero, llamados por el patronus de Molly Weasley, Mary se queda a ayudar a la anciana a recoger todo ya que Molly sonaba demasiado preocupada. Las tazas salen volando por la casa, ambas conversan sobre los Potter, sobre las familias de cada una, sobre la guerra, sobre la vida y la muerte.
Ninguna de las dos sabe lo que les espera cuando Mary abre la puerta.
No da tiempo a reaccionar, ninguna de las dos puede sacar la varita para defenderse porque las pillan confiadas, sin saber que han estado vigilando la casa en todo momento, listos para atacar y capturar a cuatro de las personas que había en su interior y matar a las otras dos.
Es rápido, es solo un suspiro lo que tardan los dos cuerpos en chocar contra la alfombra de la casa y no tienen que ver lo que viene a continuación. No ven como Naguini entra a la casa, siguiendo a su amo, como se estira junto al cuerpo de Mary, midiéndose para ver si puede comerla de un solo mordisco y entonces empieza.
— A la anciana no —ordena Voldemort a la serpiente cuando ve que ya ha acabado con Mary y empieza a medirse junto a Bathilda.
Entonces comienza el espectáculo de luces y, pronto, el cuerpo de Bathilda Bagshot vuelve a andar por La Tierra.
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Feliz cumpleaños Harry :)
Para variar se me ha olvidado que iba a decir jajajaj así que voy al grano, que el capítulo de la semana que viene es el domingo porque es cuando me viene bien jajajaj
¡Queda solo un mes de Atria! Madre mía si parece que fue ayer cuando empezó...
Mil gracias por votar y leer, que en nada estamos en las 50k lecturas y yo voy a estar llorando como una magdalena por ello ♥
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