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Capítulo 69: Sí, voy contigo.

Atria estaba en la enfermería porque madame Pomfrey no se fiaba de ella y de que curase de sus heridas. Ni que fuera capaz de estar tranquila en cualquier lado.

Al menos, en la enfermería, tenía compañía porque Neville también estaba hospitalizado y Bill no podía salir todavía. Recibían visitas dos veces al día de Harry, Ron, Hermione y Ginny, además de una de Luna y siempre estaba una de las primas O'Brien sentada en la silla al lado de Atria. Solía ser Beth ya que era la única de las cuatro que aguantaba bien ver las heridas tanto de Atria como de Bill y ayudaba a madame Pomfrey con ambos.

Beth se puso rojisima cuando Fleur llegó una de las tardes para ver a Bill y él le dijo que Beth era quien le estaba aplicando la pasta verde. Entonces la rubia le plantó dos besos en las mejillas y Beth acabó de un tono rojo realmente divertido.

Acabó saliendo de la enfermería un día antes del funeral de Dumbledore, aunque tenía que ir a la enfermería antes del desayuno, después de comer y después de cenar, porque, como no dejaba de rascarse la herida del hombro, no dejaba de abrirse las cicatrices una y otra vez. Y, encima, tenía que llevar el brazo en cabestrillo. Eso era jodidamente molesto, pero si no lo hacía le dolía el hombro y luego le costaba mover el brazo.

Quería que el dolor desapareciera, cuanto antes, así que no dudó en prepararse algunas pociones para hacer que el dolor se fuera. Necesitaba poder mover el brazo cuanto antes ahora que solo les quedaban un par de días más en el castillo.

La graduación de los de séptimo se había cancelado, al igual que los pocos exámenes que quedaban de los más pequeños y las rondas de los prefectos no eran necesarias porque la Orden del Fénix patrullaba por el castillo. El curso parecía haber acabado de golpe para Atria y no tenía muy claro cómo se sentía con respecto a ello, así que dedicó el último día a esconderse por cualquier parte del castillo hasta que llegaba alguien y tenía que engañarle con alguna ilusión. Tuvo que anularla más de una vez porque Ron y Hermione entraban de la mano y no quería verlos cariñosos, y también le pasó con Ginny y Harry. Asustó a ambas parejas, pero mereció la pena por los saltos que dieron ambos cuando apareció de la nada.

Aunque, por la noche, cuando la sala común estaba vacía, no dudaron en regañarla, como si tuviera cinco años. Y luego, Harry por fin habló.

— Hay una profecía, Atria —murmuró y cerró los ojos cuando vio que su hermana se sentaba bien en el sofá—. Tengo que ser yo quien mate a Voldemort.

— ¿Por qué tienes que ser tú? No es justo —se movió hasta su hermano, buscando el abrazo y él se lo devolvió rápidamente.

— Lo dice la profecía, no... es lo que hay que hacer —iba a decir que no tenía opción, pero sí que la tenía, podría huir, esconderse y dejar que Voldemort hiciera lo que le diera la gana y le buscase por cielo, mar y tierra. Pero no podía dejar así al mundo mágico, no.

— ¿Y qué es lo que hay que hacer? ¿Tiene que ver con lo que hacías con Dumbledore?

Harry sacó el guardapelo de su bolsillo, siempre lo llevaba encima, con la nota dentro y se lo tendió a Atria. Que lo miró fijamente.

— Si todavía llevases los pelos que llevabas cuando el torneo te diría que te vale, ¿para qué quieres esto?

— Abrelo.

Atria obedeció y leyó la nota lentamente, asimilando cada palabra que decía la nota. Alguien había robado a Voldemort. Y era un guardapelo. Y al final de la nota ponía R.A.B., tenía que ser una coincidencia, ¿verdad? Tenía que serlo, era imposible.

— ¿Dónde has conseguido esto? —casi chilló al hablar y eso los puso nerviosos a los tres, y más cuando Atria se levantó y empezó a moverse de forma nerviosa—. ¿Dónde, Harry? ¿En una cueva? ¿Había una poción? ¿Una que causaba mucho dolor?

— ¿Qué? ¿Cómo sabes tú eso? —o Atria había aprendido legeremancia y la estaba usando con o sabía algo que ellos no.

— Ay, mi madre, no puede ser verdad, madre mía, madre mía, madre mía.

— ¡Atria!

— ¡Ahora vuelvo!

Y salió corriendo hacia las escaleras de chicas, hasta su habitación. Katie ya no estaba allí, sus padres habían ido a buscarla al día siguiente de la muerte de Dumbledore y Atria no los culpaba después de que su hija hubiera sido atacada lo que menos querían era que estuviera en peligro de nuevo. Y Leah estaba con sus primas, probablemente ayudando a Ciara a preparar todo el equipaje. Así que nadie vio como Atria arrasaba con todo hasta que encontró el diario de Regulus al fondo de su baúl.

— No os vais a creer quien es R.A.B —soltó cuando llegó abajo y los tres salieron prácticamente corriendo hasta su lado.

— ¿Y bien?

— ¿Qué lees aquí?

Abrió las páginas del diario, por la parte en la que Regulus le había ocultado a Walburga, la parte donde había puesto sus iniciales.

— ¡Tienes el diario de R.A.B.! —chilló Hermione, para después intentar quitárselo de las manos.

— No, no os lo pienso dar, no voy a darlos la única pieza de información que... —¿se iba a atrever a decirlo? Sí, tenía que decirlo—. La única información que me lleva con vosotros a donde quiera que vayáis.

— No, tú no te vienes —Harry respondió antes que nadie.

— Si quieres saber quien es R.A.B. voy contigo a donde sea que vayas.

— Me apuesto lo que quieras a que Fred sabe quién es, así que solo tengo que decirle que me lo diga o vendrás con nosotros.

— ¡No utilices a mi novio para tus planes malvados!

— ¿Pero qué planes malvados?

— No quiero quedarme sin hacer nada, Harry, por favor, soy útil, de verdad, quiero ayudar, cuéntame qué tenéis que hacer—se lo estaba suplicando, pero Harry negó—. Si somos cuatro será más fácil y... ¡Ron, no!

Había sido descuidada y por eso Ron le quitó el diario de Regulus. Harry sonrió de oreja a oreja cuando vio que ella intentaba saltar para cogerlo y se dio cuenta de que solo la estaban distrayendo para hacerlo. No iban a llevarla con ellos de ninguna forma.

— Es Regulus, el hermano de Sirius —murmuró y, de la impresión, Ron bajó el brazo y Atria pudo recuperar el diario—. Se lo robó a Voldemort porque él utilizó a Kreacher para dejarlo en la cueva. Así que la venganza de Regulus fue volver allí y robarle lo que casi mata al elfo.

— ¿Estás de broma?

— No, lo puso Regulus en el diario —respondió, levantándolo—. Bueno, puso algo parecido, he tenido que leer entre líneas. Hay también una nota de Kreacher que dice que va a destruir el guardapelo, supongo que lo seguirá teniendo él.

— ¡Kreacher!

El elfo apreció, gruñiendo y protestando hasta que vio el diario en manos de Atria y empezó a gritar de todo a la chica porque se había atrevido a robarlo. Entonces Harry habló, de forma calmada, le enseñó el guardapelo falso y Kreacher se ablandó de golpe cuando Harry le dijo que iba a matar a Voldemort y que se vengaría de la muerte de Regulus.

— Kreacher va a buscar el guardapelo original, sí, Kreacher se lo traerá.

Le había dado la copia falsa, que ahora Kreacher llevaba con orgullo colgada al cuello y se desapareció, de golpe.

— Si hubiera sabido que era tan fácil que fuera agradable le hubiera hablado de Regulus hace meses —dijo Atria y todos se le quedaron mirando fijamente—. ¿Qué?

— ¿Por qué no dijiste nada de Regulus? —Harry parecía dolido, pero Atria puso los ojos en blanco.

— No me escuchas, te lo dije cuando lo de tu libro de pociones, que había estado leyendo el diario del hermano de Sirius.

— ¿Cómo iba a acordarme de que se llamaba Regulus? —protestó Harry y Atria suspiró.

— Mira, tú no me cuentas todo y yo tampoco lo hago, ¿quieres que discutamos por ello? No me vas a dejar ir contigo a la búsqueda de lo que sea, así que te agradecería que, al menos, no me echaras la bronca.

— Lo siento tanto por esto, Atria, de verdad que lo siento.

Vio las lágrimas de Hermione antes de que ella levantara la varita y la dejase inconsciente.

— ¿Qué vas a hacer? —Ron había sido lo suficientemente rápido para cogerla antes de que se diera un golpe en la cabeza y la dejó suavemente en el suelo.

— Creo que no tengo que convencerla de que no tiene que venir con nosotros —susurró Hermione y tanto Harry como Ron entendieron a qué se refería.

— La oíste en la enfermería, Hermione, ¿crees que puedes hacerlo?

— ¿Oír el qué? —preguntó Harry mientras que Hermione asentía.

— Sus recuerdos son distintos o algo así, no funcionan como funcionan los normales —dijo Ron, mientras que Hermione levantaba la varita y se concentraba.

Había una diferencia importante entre Hermione Granger y Albus Dumbledore. El viejo director solo quería borrar los recuerdos sin importar el coste, Hermione solo quería cambiarlos para que Atria no notase la diferencia. Mejoró la conversación que tuvieron antes de Pascua con más formas de sonsacar el recuerdo a Slughorn y cambió la conversación actual, reforzando la idea de que lo que buscaban era una única memoria, una que estaba dentro del guardapelo de Slytherin que Kreacher había ido a buscar. Eso tendría que valer, tenía que ser suficiente, junto a la idea de que tenía que quedarse con Remus, por las lunas llenas, porque no podía dejarle solo.

Mientras que Dumbledore había sido brusco, Hermione cuidó los recuerdos de Atria como si fueran lo más importante del mundo.

Y, para completar el teatro, Hermione movió la varita y apuntó a la cara de Harry para dejarle la frente hinchada.

— Oye, que eso duele —dijo, frotándose la frente.

— Os habéis peleado por el diario porque lo quieres tener, ella ha ido a subir las escaleras y tú has intentado seguirla. Te has caído de boca cuando las escaleras se han transformado y ella de espaldas, se ha dado un golpe muy fuerte en la cabeza y vamos a llevarla con madame Pomfrey, ¿entendido?

Ambos chicos asintieron ante las órdenes de Hermione y empezó el teatro en la sala común. Lo peor de todo fue, que esa vez, Atria ni siquiera desconfió. No lo hizo porque eran su hermano, Ron y Hermione, no Dumbledore. Y confiaba en ellos porque le habían contado sobre el recuerdo del guardapelo. Incluso Harry se disculpó por querer quedarse el diario porque pensaba que tendría alguna pista más sobre el y lo que contenía y Atria se lo creyó todo. Porque Harry no tenía motivos para mentir, le había contado todo.

— Devuélvemelo antes de que lleguemos a King's Cross, ¿vale? Me gusta leerlo, Regulus es alguien a quien me hubiera gustado mucho conocer, es realmente interesante—le dijo, dándole el diario—. Voy a irme a dormir, me duele la cabeza.

— Deberías ir con madame Pomfrey —Hermione temblaba por el hechizo, pensando que iba a descubrirla, pero Atria solo pensaba que temblaba porque se había asustado con el golpe, así que negó.

— No, estoy bien, nada da vueltas y eso, solo necesito dormir. En mi cama. Y que llegue ya el estúpido funeral y poder irme a mi casa de una vez, echo de menos mi almohada.

— No sabía que ahora Fred se llamaba almohada.

— No quieres que conteste eso, te lo prometo —le dijo y empezó a subir las escaleras—. Hasta mañana, chicos.

Esperaron a oír la puerta de la habitación de Atria cerrarse y, entonces, respiraron aliviados. Hermione era un manojo de nervios que se echó a llorar en cuestión de segundos y Ron la intentó consolar como pudo.

— Soy una amiga horrible, cuando se entere de lo que le he hecho —dijo y Ron le dio una especie de palmadas en el brazo.

— No dejaremos que se entere, ¿vale?

Evitaron a Atria por la mañana, cuando todo el mundo se estaba preparando para el funeral. Y luego allí fue fácil porque Remus, Fred y George andaban cerca, así que Atria se fue con ellos sin dudarlo ni un solo segundo.

Fue más doloroso ver como Hagrid lloraba al llevar el cuerpo de Dumbledore que todo lo demás. Las sirenas les habían puesto los pelos de punta cuando empezaron a cantar y Atria buscó la mano de Fred, porque a pesar de que no las entendía del todo —¿qué? Una podía aprender a decir palabras en todos los idiomas que pudiera y, a parte de modales, también le gustaba aprender cosas siniestras para asustar un poco— sabía que hablaban de muerte y de lo mucho que lo sentían.

Había demasiada gente allí, gente importante y gente no importante. Gente que solo había ido por curiosidad y morbo y otros porque de verdad lo sentían. Y luego estaba la obligación, como era el caso de Percy. Le habían visto, al lado del Ministro y él los había visto a ellos. Y les había ignorado descaradamente, ni siquiera levanto la mano para saludar a la distancia, no movió la cabeza, no hizo nada. Y no solo a ellos, a Molly también y fue Remus quien les convenció a los tres de que no era buena idea ir a por Percy en mitad del funeral.

Y como empezó, acabó. Sin más. Como Dumbledore, que de pronto estaba y Atria quería tirarlo por las escaleras y dejó de estar. Hogwarts recogió a todos sus alumnos y los mandaron con su familia el mismo día que fue el funeral de Dumbledore.

Decidieron, en el último momento, que el tren no era lo suficientemente seguro para que los alumnos fueran en él, por lo que se habilitaron un montón de trasladores que dejarían a los alumnos en la estación de King's Cross para que sus familias los recogieran.

De pronto, no había tenido graduación, no tenía último viaje en tren y había acudido a un funeral, ¿cómo podían cambiar tanto las cosas en cuestión de horas? ¿Cómo habían pasado de estar solamente en una situación peligrosa a empezar la guerra?

Se quedaron en Hogwarts con Harry hasta la hora en la que el tren tenía que llegar a la estación y ahí fue cuando cogieron el traslador para dejarle en la estación, vigilando que llegara bien con los Dursley. Por supuesto, iban aurores con ellos, a distancia hasta que llegasen a la casa, el único lugar que, en estos momentos, era seguro para Harry.

Y todos volvieron a La Madriguera, en silencio.

Tonks y Remus hablaron, por fin, y fue George quien les encontró dentro de la despensa dándose el lote mientras que Atria estaba con Ginny, intentando animar a la chica. Porque el idiota de su hermano acababa de romper con ella. ¿Cómo podía ser tan tonto?

— Voldemort sabe que eres importante para Harry, ¡te salvó en la cámara!

— Ya, pero tu hermano tiene unos valores demasiado fuertes que le impiden ser feliz.

— ¿Y si le secuestramos? Podemos irnos a Estados Unidos, seguro que nos acogen allí como refugiados políticos o algo así.

— Sabes que Harry no aceptaría algo así —respondió Ginny y volvió a tumbarse en la cama.

— Ya, ya lo sé.

Y se tumbó con ella. Cuando George llegó, anunciando lo que acababa de ver en la despensa y diciendo que tenía que limpiarse los ojos con urgencia, acabó dejando las bromas y se tumbó también con Ginny.

— Estoy bien, ya sabía que iba a pasar esto, chicos.

— ¿No podemos abrazarte o qué? —le contestó George—. Deja que cuidemos un poco de ti.

— Podemos hacer como con las rupturas muggles, comer helado de chocolate mientras que vemos películas románticas —sugirió Atria y Ginny acabó asintiendo después de unos segundos.

Cambiaron la cama de Ginny por el sofá de La Cueva y Atria se acercó hasta el pueblo junto a George para comprar helado mientras que Fred y Ron se quedaban con Ginny. Y cuando volvieron estaban en mitad de una pelea de cojines que hacía que Ginny no dejase de reír a carcajadas. Era un buen cambio con respecto a los últimos días ya que, desde el ataque de Bill, Ginny estaba mucho más seria.

— Gracias —dijo cuando los gemelos y Ron ya estaban completamente dormidos en el suelo y solo quedaban ellas dos viendo... lo que fuera que estuvieran viendo, Atria solo sabía que había una tal Julie como actriz. O Julia. ¿O era Julianna? Bueno, daba igual, lo importante era que estaba llorando por cómo había terminado la película anterior y seguía con las lágrimas y por eso no se estaba enterando de nada.

— De nada, Ginny.

Eso hizo reír a la chica porque a Atria se le notaba mucho que había estado llorando. Terminaron la película cuando se terminaron la última tarrina de helado y se movieron hasta los sacos que los gemelos habían hecho aparecer para dormir esa noche en el suelo.

Fueron días en los que, una y otra vez, repitieron el plan, aunque sin los helados, claro. Todo estaba tranquilo, las heridas de Bill y Atria curaban bien y nadie tenía misiones por el momento ya que estaban preparando bien el viaje de Harry hasta La Madriguera. Tanto Atria como Ron y Hermione se habían unido a La Orden del Fénix. Y hablando de Hermione, ella se había unido a las sesiones de películas y lágrimas dos días después del funeral, cuando apareció en La Madriguera con una maleta llorando porque había desmemorizado a sus padres y los había mandado a Australia. Ese día también hubo helado.

También hubo helado dos noches más. La noche en la que Atria recibió la carta de las Arpías de Holyhead, que la habían visto jugar en todos los partidos —¿quién sabía que había ojeadores en todos y cada uno de los partidos todos los años?— y la querían de suplente para la próxima temporada. Atria se echó a llorar al ver la carta y también lloró al escribir la respuesta, diciendo que tenía que rechazar la propuesta debido a la situación actual. No podía arriesgarse a ir a los entrenamientos y que se lesionara o que hubiera un ataque y no estuviera allí como parte de la Orden. Aunque las lágrimas fueron en vano ya que, al día siguiente, recibió la respuesta en la que le informaban de que la temporada había sido cancelada y que esperaban contar con ella para la siguiente. Todos sabían que significaba que la temporada estuviera cancelada, pero decidieron celebrar la parte de que era la nueva cazadora sustituta.

La segunda noche con helado fue en la que Atria y Remus hablaron por fin. Quedaron claras las nuevas normas, nada de apartar al otro, confiar en el uno en el otro, las lunas llenas no eran discutibles y, sobre todo, no discutir. Y entonces Remus le habló a Atria de su plan.

— Sé que es un poco pronto, pero... quiero decirle a Dora que se case conmigo —dijo Remus y Atria empezó a chillar—. ¿Eso es que te gusta la idea?

— ¡Claro que me gusta, es Tonks! Creo que va en la sangre Black el gusto por un hombre lobo viejo —le dijo, bromeando y Remus sonrió.

— ¿Crees que a Sirius le importaría? No ha pasado ni un año.

— Creo que a Sirius le gustaría que rehicieras tu vida, Moony —le contestó Atria y Remus le dio un beso en la cabeza antes de levantarse del sofá.

— Sí, sí que le gustaría.

Cuando volvió con las tarrinas de helado allí ya estaban los Weasley y, sorprendentemente, Tonks. Así que la pregunta no se hizo esperar y, cuando ella dijo que sí, continuaron su pequeña fiesta improvisada.

La boda fue una semana después, en casa de los padres de Tonks. Los únicos invitados fueron Andrómeda y Ted Tonks, los Weasley, Lyall, Hermione y Atria, pero bastaba para lo que querían hacer. Fue una boda pequeña, pero llena de momentos que nunca llegarían a olvidar.

Atria estaba al lado de Remus como su padrino, con el vestido del baile de Navidad reconvertido en uno completamente nuevo gracias a la magia de Molly con los hilos y agujas, además de la varita. El verde botella había cambiado por un precioso color malva que le sentaba de maravilla y, además, iba a juego con su micropuff, que por supuesto también había acudido a la boda y estaba en una silla, sentado junto a Fred.

Y entonces entró Tonks, con el pelo rosa como siempre y lo que parecía una túnica de novia que resultó ser un traje de novia muggle y Atria empezó a llorar y no pudo parar durante toda la ceremonia ni un solo segundo, causando que incluso el mago que oficiaba la ceremonia lo destacase.

— Creo que me debes un baile —le susurró Fred al oído una vez que Remus y Tonks abrieron el baile inicial como los novios.

— Yo te dije que te lo reservaba, pero nunca viniste a por él.

Esa noche compensaron todos los bailes que no tuvieron durante el baile de Navidad. Y no solo esos, bailaron como si no fueran a hacerlo dos semanas después en la boda de Bill y Fleur. Y llegaron las ideas. La idea de que algún día, la boda sería la de ambos, que ellos serían los que abrirían el baile y los que se irían antes de tiempo para estar juntos como una pareja casada. La idea de vivir juntos en un apartamento o en una casa. La idea de que John no fuera la única mascota de la casa.

— Ahora que Remus y Tonks se han casado... ¿qué vas a hacer? —preguntó distraídamente cuando los novios se fueron a La Cueva para disfrutar de la primera noche de casados.

— ¿Es esa tu forma de pedirme que vaya a vivir contigo? —Atria empezó a sonreír.

— Puede —respondió el chico y ella ya sí que no pudo dejar de sonreír.

— Sí, voy contigo, sin dudarlo ni un instante.

Era emocionante y a la vez daba miedo, pero estaba encantada de dar ese paso. Por eso le besó y él la levantó en brazos y empezaron a girar, por lo que el beso se rompió porque ambos empezaron a reírse a carcajadas. Hasta que pararon y volvieron a besarse, esta vez sentados en el suelo, algo alejados de todos para estar tranquilos y sin las molestas interrupciones de George.

Quizá Dumbledore tenía razón en algo y era que el amor los ayudaría a superar esos tiempos tan oscuros. Porque lo veían ahora, en el jardín de la casa de los Tonks y veían a su familia, unida casi por completo y sabían que, aunque la guerra no la ganasen, si todos estaban a salvo sería como estar ganando porque eso significaba que no los habían podido coger, que podían seguir luchando. El amor no les iba a salvar, pero sí que les iba a ayudar a luchar por conseguir un mundo mejor, un mundo donde esa escena podría repetirse todos los días.

Porque si algo quería ver Atria una y otra vez era como Molly y Arthur hablaban en unas sillas mientras se abrazaban, como Ron y Hermione bailaban al principio tímidos y luego con la misma comodidad que cuando estaban jugando una partida de ajedrez. Quería ver como Bill y Fleur se sonreían una y otra vez y se hablaban con una sola mirada; como George y Ginny no paraban de reír y molestar a quien estuviera cerca. Quería ver allí a Remus y a Tonks, sonrientes y felices por la nueva vida que tenían. Y, sobre todo, quería ver a Harry allí, con todos ellos, a salvo de todo el mundo.

— ¿Qué es lo que miras tanto? —acabó preguntando Fred y Atria solo sonrió.

— A nuestra familia —respondió la chica antes de girarse para besar a su novio.

Su familia, por la que iba a darlo todo cuando llegara el momento, costase lo que costase. Incluso si incluía una pelea con un ghoul que no quería ser transformado en un intento de Ron Weasley con spattergroit. Porque todo iba a merecer la pena cuando acabaran con Voldemort y pudieran vivir felices por siempre.

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Tonks con traje de novia en lugar de vestido es mi headcanon personal y no lo siento. Ya pronto llega la emoción de la guerra yassssss el siguiente capítulo no me acuerdo de qué es, pero si es lo que creo me gusta jejejejeje

Que Atria no tuviera graduación es algo que llevaba pensando mucho tiempo y hace unos capítulos ella emocionada y se lo quito que cosas jajaja

Iba a decir algo más pero se me ha olvidado jajajaja así que solo os digo porfi dadle a la estrellita que Atria está creciendo mucho y eso no sabéis lo que ayuda así que os querré mucho si le dais ❤️

Gracias por leer ❤️❤️❤️❤️

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