Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 66: ¿Seguro que no estás drogado?

Después de las vacaciones de Pascua todo el mundo parecía estar mucho más estresado de lo normal, los de quinto porque los TIMOs se acercaban y los de séptimo por los ÉXTASIS. El ambiente en la sala común era, además, peor que otros años porque siempre se despertaban con la noticia de la desaparición de alguien. Y a más de uno de sus compañeros le había tocado.

Uno de los primeros días tras la vuelta, había aprovechado para comer con Harry ya que el exámen de aparición de Ron se acercaba y, como había vuelto a ser alguien decente —y el envenenamiento quizá había tenido algo que ver— le estaba intentando animar para que, cuando hiciera el examen por la tarde, no estuviera tan nervioso. De poco servían los intentos de Atria porque Ron no dejaba de leer un folleto del Ministerio sobre los errores más comunes y cómo evitarlos.

Y luego estaba Harry, que estaba más centrado en Malfoy que en el recuerdo de Slughorn a pesar de los regaños de Hermione porque se pusiera en ello. Atria seguía insistiendo en que lo mejor que podía hacer era sobornarle, pero él seguía sin tener en cuenta su idea y no intentaba nada nuevo.

— ¿Harry Potter? —una niña había aparecido por la esquina, Ron dio un salto en el sitió y Hermione resopló.

— No es Lavender, Ronald.

—  De verdad, ¿por qué no rompes con ella? No creo que sea tan difícil decirle que quieres romper —dijo Atria y Ron murmuró algo que ninguno entendió.

— Me han pedido que te diera esto —dijo la niña, que de repente parecía realmente incómoda de estar ahí.

— Gracias —la sequedad de Harry no ayudó a nada a la pobre niña, que salió casi corriendo de donde estaban ellos, probablemente asustada por la velocidad a la que Harry cogió la carta—. Dumbledore me dijo que no habría más reuniones hasta que no tuviera el recuerdo.

— ¿Quizá quiere saber cómo vas? —sugirió Hermione y Atria puso los ojos en blanco.

— Vamos, ¡le está utilizando para obtener lo que quiere! No le importa nada cómo va Harry mientras tenga su precioso recuerdo.

— Sabes que no es así, Atria —respondió Harry, regañándola, pero ella le ignoró—. Oh, no es Dumbledore, es Hagrid.

Y le tendió la nota a Hermione, que la leyó rápidamente y luego se la pasó a Ron, que dijo que Hagrid estaba loco y, finalmente, Atria pudo leerla.

— ¡No es justo, vosotros le conocisteis!

— ¿De verdad eso es lo que te importa? ¡Era una araña gigante! —grita Ron y Atria le mira como si no entendiera la importancia del asunto.

— ¡Es una acromántula! ¡Tiene uno de los venenos más difíciles de conseguir del mundo y ahora no voy a poder pedirle un poco!

— Creo que no necesitas tener veneno de acromántula cerca, Atria.

— ¿Y una pata? ¿Crees que Hagrid me dejará llevarme una? —sabía que no porque sería algo así como profanar el cadáver de Aragog.

— Esa cosa quería dejar que sus amigos nos comiera, Atria, ¡qué nos comiera! ¿Y Hagrid espera que vayamos al funeral? ¡Está loco de remate! —Ron sigue gritando, porque dudaba que Atria le estuviera ententiendo.

— Eso es lo de menos, quiere que salgamos por la noche, cuando en más problemas nos meteríamos —dijo Hermione y Atria la señaló.

— Prefecta —señaló a Ron—, prefecto —se señaló a sí misma—, Premio Anual —señaló a Harry—, nuestra excusa, decimos que le hemos pillado fuera de la cama y que íbamos a castigarle.

— ¡Yo no pienso ir al funeral de ese bicho! —Ron solo gritaba por lo alterado que estaba y Hermione solo tenía una mirada en la que claramente la estaba regañando.

— ¡Es un plan perfecto!

— Atria, no, no le des ideas a Harry, es un funeral, no es ir a salvarlo.

— Que esté muerto solo lo mejora —murmuró Ron.

— No, Hermione tiene razón, no... no es buena idea, Hagrid tendrá que enterrar a Aragog solo.

— Genial, voy a perder una oportunidad estupenda de crear una de las pociones más letales del mundo solo porque "es muy peligroso salir del castillo". ¡Sois unos aburridos!

No llegó a escuchar la respuesta de Hermione porque se fue a clase de herbología. Durante la cena intentó convencer a Harry, pero él solo decía que tenía un plan y que, en la sala común, le explicaría todo. Así que dedicó la cena a molestarle hasta que se lo contase.

— Voy a usar un poco de Felix Felicis, ahora, déjame comer tranquilo, ¿cómo te aguanta Fred?

— ¡Felix Felicis! ¿Crees que seré capaz de preparar esa poción? Que digo, claro que soy capaz, el problema estará en los ingredientes... Supongo que si los encuentro todos... —Atria empezó a pensar y sacó de su mochila un bolígrafo, una libreta roja y un libro de pociones de sexto curso—. Hm... debería estar por aquí...

— ¿No vas a terminar de cenar?

— Ah, es verdad, sí, sí, voy —pinchó lo primero que pilló en el plato y luego dio un chillido al encontrar lo que Harry suponía que buscaba—. Que maravilla de poción, de verdad, lo tienen todo, menudos ingredientes, que pasada de pasos...

— Eres rara —y razón no le faltaba.

— Pero todos me queréis —y le sacó la lengua y luego se dio cuenta de que no había terminado la conversación con Harry—. Ah, y Fred no me aguanta, me quiere, probablemente más que tú, desagradecido, solo me llamas rara.

— Te emocionas por las pociones y llevas el libro de sexto en la mochila cuando estás en séptimo.

— Y tú por el Expelliarmus y nadie te dice nada.

— ¡Es útil!

— Sí, sí, ya me lo sé, te libró de Voldemort en el cementerio, discúlpame, Elegido.

Era realmente divertido meterse con Harry, así que siguió haciéndolo mientras cenaban y luego cuando esperaban a que pasara un poco el tiempo. Ya cuando el sol bajó lo suficiente, subieron a la habitación de los chicos en cuanto se aseguraron de que Neville, Dean y Seamus estaban en la sala común lo suficientemente ocupados para no subir.

— Aquí está.

Harry levantó la botellita y le dio un pequeño sorbo. Al principio Atria pensó que el profesor Slughorn había timado a Harry porque de repente el chico sonreía de oreja a oreja, como si hubiera probado una de las fantasías patentadas de Fred y George.

— ¿Seguro que no estás drogado? —le preguntó cuando Harry afirmó que se iba a ver a Hagrid.

— Te lo prometo, te traeré veneno, me llevo tu botella de agua.

Atria protestó e intentó recuperar la botella, pero Harry se puso la capa y Ron y Hermione se miraron entre sí, sabiendo que, como mínimo, tenían que abrir la puerta y bajar con Harry para abrirle el retrato. Y ella iba a seguirle, claro, pero Hermione y Ron salieron muy deprisa. Genial, había perdido la botella de agua, con veneno sería imposible que volviera a poder utilizarla.

— ¿Qué estabas haciendo allí arriba con ella? ¡A solas! —el grito de Lavender resonó en toda la escalera y Atria salió por fin de la habitación, bajando las escaleras rápidamente para encontrarse a Ron y a Lavender discutiendo mientras que Hermione se había movido a su mesa favorita y sonreía.

Por si los gritos de Ron y Lavender fueran pocos, también empezaron los de Ginny y Dean, que discutían porque él la había ayudado a pasar por el hueco del retrato. ¿Todo estaba provocado por el Felix Felicis o solo era que todas las parejas tenían ganas de discutir hoy? Así que decidió irse a investigar sobre el Felix Felicis un poco más ya que lo único que había hecho era leerlo un poco por encima cuando Snape lo mencionó en clase. Una poción que tardaba seis meses en prepararse no era algo que a la Atria de sexto curso le gustase mucho. Aunque ahora tampoco le hacía mucha gracia, pero al menos tendría tiempo cuando saliera de Hogwarts.

Apuntó cuidadosamente toda la lista de ingredientes y donde podía conseguir cada cosa —Bill sabía mucho del mercado negro, él podría ayudarla con los ingredientes que no encontrase— y luego copió la receta al final del cuaderno para poder hacer distintas anotaciones sobre qué podría ir mejor.

Al día siguiente se despertó con la hoja llena de babas y la marca del bolígrafo en la mejilla porque se había quedado dormida. Y se había quedado tan dormida que se había perdido la primera hora, pociones, así que se preparó lo más rápido que pudo y salió corriendo en un intento de, al menos, llegar a transformaciones. Pero quedó claro que no iba a llegar a tiempo cuando oyó el grito agudo de Leah en la sala común.

— ¡Katie! —Atria lo gritó con todas sus fuerzas y su amiga sonrió cuando la atrapó en un abrazo del que no pensaba dejarla salir nunca. O, al menos, hasta que tuvieran que salir corriendo para evitar que McGonagall les dijera algo.

Era genial que Katie volviera a estar ya en Hogwarts. La habían dejado salir apenas dos días antes, en los que había aprovechado para estar un poco con su familia antes de volver a Hogwarts y Atria ya había empezado a hablarle de todo lo que se había perdido, como los partidos de quidditch y un montón de cosas de clase. Y, Harry, que había llegado en algún momento —¿cómo lo hizo para dejar la botella de veneno de Aragog en la mochila de Atria sin que nadie se diera cuenta?—, no tuvo tacto ninguno y lo primero que le preguntó a Katie fue que si recordaba quien la había atacado, así que Atria le dio una colleja.

— ¡Atria!

— ¡Mínimo pregunta qué tal está!

— No te preocupes, Atria, estoy segura de que no lo ha preguntado porque Hermione ya lo ha hecho —Harry asintió y miró mal a su hermana, que fingió una cara de decepción.

— Se llama educación, ¿los muggles no te han enseñado de eso? Que la que se ha criado en el bosque soy yo.

— Venga, niña del bosque, deja de molestar a tu hermano —Katie aprovecha para hacer cosquillas a Atria, que se resiste y, sin muchos problemas, sujeta las muñecas de Katie para que pare—. Ya me ha contado Atria el desastre que fue el último partido.

—Sí, la verdad es que no fue muy bien, pero ahora tú has vuelto y Ron está completamente recuperado, así que tenemos una gran oportunidad para aplastar a Ravenclaw en el próximo partido.

— Pues el próximo lo ganaremos —Katie sonrió y luego se acercó a Harry, bajando la voz—. Y sobre lo del ataque... bueno, mi memoria no está muy allá en esas semanas del ataque... Sé que entré al baño, pero no tengo ni idea de qué pasó allí.

— ¿Y en San Mungo no han podido hacer nada? —preguntó Atria y Katie negó.

— Ellos tampoco terminan de entender porqué me faltan dos semanas de memoria —hubo un pequeño silencio en el grupo, uno que acabó pronto cuando Katie ahogo un grito al ver la hora—. ¡Chicas llegamos tarde, vamos!

— Minnie no te dirá nada, acabas de llegar.

— ¡Hasta luego, chicos!

Katie cogió a Atria de la mano y también a Leah, que ya estaba lista para apoyar a Atria con sus palabras, pero no las dio tiempo ya que salió corriendo, arrastrandolas. Llegaron un poco tarde, pero como bien había predicho Atria, la profesora McGonagall no las regañó por llegar tarde, si no que le dijo a Katie que se alegraba de verla y así fue todo el día. Aquel profesor con el que se cruzaban hablaba con Katie y muchos de los alumnos de séptimo la paraban para preguntar qué tal estaba.

Fueron buenos días, como las dos semanas siguientes. A pesar del estrés provocado por los ÉXTASIS y los entrenamientos, Atria estaba bastante contenta con todo. Tenían, en esos momentos, uno de los mejores equipos de quidditch que podían haberse formado en el colegio. Delmeza seguía entrenando con ellos por si acaso Katie se encontraba mal en algún momento y porque Harry no confiaba lo suficiente en Atria.

Acumulaba una gran cantidad de castigos por parte de Snape a los que seguía sin ir y se iban acumulando así que temía que, al final, acabara castigando a su hermana el día del partido y que no pudiera escaparse esa vez. Había visto como, por los pasillos, Snape intentaba atrapar a Atria, pero ella solía desaparecer en cuestión de segundos y él solo gruñía al ver que se le había vuelto a escapar.

Una vez Harry vio como Snape intentaba ir a buscar a Atria después del entrenamiento, pero su hermana acabó en la sala común antes de que Snape la viera. Y ni siquiera tenía capa de invisibilidad, así que, ¿cómo lo hacía? Por mucho que se lo preguntó, Atria nunca contestaba, pero sospechaba que sería alguno de sus hechizos.

Los días previos al partido todo el mundo estaba completamente alterado porque estaban ante uno de los acontecimientos más importantes del año. Gryffindor podía pasar de estar en el primer puesto al último con tan solo un partido. Podían ganar todo o perderlo en cuestión de unos minutos. Así que los nervios estaban a flor de piel. Los miembros de ambos equipos iban gritando por los pasillos o bien, como en el caso de Ron, yendo a vomitar cuando se cruzaban con alguien del otro equipo. Atia, por su parte, solo intentaba asustar un poco a los cazadores de Ravenclaw y también al guardián, pero ellos no se dejaban por mucho que lo intentaba.

Pero la calma se acabó tres días antes del partido. Fred siempre mandaba notas pequeñas entre clases, con mensajes como "te echo de menos" o "te quiero" y también un "George dice que también te echa de menos". Pero el miércoles antes del partido no fue así. La nota llegó casi al final de la clase de Runas Antiguas. Como quedaban apenas cinco minutos, Atria aguantó, pero empezó a notar las ganas de vomitar, porque eso no era una nota, era una carta. Y las cartas no eran buenas noticias si llegaban a mitad de semana y no durante el fin de semana.

Tenía que ir a cenar, pero salió corriendo hasta el baño más cercano en cuanto la profesora Babbling les dijo que podían irse. No había abierto siquiera la carta cuando vomitó por los nervios. Y no podía dejar de temblar cuando empezó a leer.

"Perdón por asustarte, pero no quería dejarte sin saberlo por si acaso la profesora McGonagall te dice algo. Remus está bien, está con nosotros, herido, pero se va a recuperar, mamá está con él y ya estamos siguiendo tus mejores recetas para curar todas las heridas. Dijiste que no querías que te mintiera, así que te voy a contar todo, siento mucho no estar allí contigo para decírtelo en persona.

Greyback le hizo pagar por espiar a los hombres lobo y si bien al principio pensábamos que quizá podía perder la visión de un ojo, Remus está recuperándose rápidamente. Fue una buena paliza y le van a quedar bastantes cicatrices de por vida, pero mejor eso a que esté muerto o cualquier cosa peor. Aunque quizá necesita gafas, así que ya sí que podéis hacer juego con eso.

Llegó de madrugada y papá nos llamó para que fuéramos. Entre Bill que le quitó todas las maldiciones, mamá repitiendo distintos conjuros para curarle y nosotros dos con las pociones eso parecía una casa de locos. Papá y Fleur estuvieron aumentando la protección de los hechizos, por si acaso venían, pero nadie ha aparecido por aquí.

Todos estamos bien, vamos a cuidar de Remus y él dice también que está bien, así que no te preocupes y solo aplasta a Ravenclaw en el partido de este fin de semana. Cuando ganéis la copa me escribes y el domingo me intentaré colar en el castillo, pero solo si ganáis, ¿eh? No podemos dejar que la copa sea de otra casa, la hemos tenido las tres últimas temporadas.

Te quiero,

Fred"

La hoja la había llenado de lágrimas y ella ya estaba sintiendo que se ahogaba. Lo último que le había dicho a Remus había sido horrible y ahora él había estado cerca de la muerte. Quizá Fred no lo estuviera diciendo abiertamente, pero sabía leer entre líneas. Remus había llegado de madrugada, la estaba escribiendo por la tarde, había sido algo realmente serio. Remus había estado jugándose el cuello y luego todos los Weasley habían estado luchando por salvarle la vida. Y ella estaba pensando solamente en lo mal que se había portado con Remus, ¿por qué quería volver a ser el centro de atención cuando lo que importaba era Remus?

No quedaba nada en el estómago de Atria, pero aún así volvió a vomitar. Le temblaba todo el cuerpo y no podía dejar de llorar, le faltaba muchísimo aire y no ayudó que la cabeza de Myrtle saliera del váter.

— Estás en un baño de chicos, lo sabes, ¿verdad? —dijo la fantasma y luego frunció el ceño—. ¡Has venido a hablar con él! ¡Me lo quieres robar!

— ¿De qué cojones estás hablando? —Myrtle no llegó a responder porque Atria tuvo otra arcada y el vómito atravesó a la chica, que salió chillando del retrete.

— ¡Asquerosa! ¡Me has vomitado encima!

— ¡Te has metido en el váter!

— ¡Podías haber-!

Y silencio. De golpe Myrtle había dejado de hablar y se oyeron unos pasos, una puerta que se abría y volvía cerrarse, más pasos, las manos sobre el lavabo y comenzaron los sollozos.

— No llores —empezó a decir Myrtle, con una voz dulce que, en otro momento, Atria hubiera puesto los ojos en blanco y hubiera hecho como si fuera a vomitar—. No llores... cuéntame qué te pasa... seguro que puedo ayudarte.

— Nadie puede ayudarme. No puedo hacerlo... es imposible, no saldrá bien... Y si no lo hago... pronto... él me matará.

Esa voz sabía de quién era y sonaba tan distinta al estar rota. Porque así estaba Draco Malfoy, roto. Lloraba con tanta fuerza que parecía que en cualquier momento iba a tener un ataque de ansiedad como el que Atria había tenido tan solo unos minutos atrás. Al final no había estado tan mal que Myrtle saliera del baño porque la había distraído.

— Ella quizá no, pero yo sí puedo.

Los sollozos de Malfoy pararon prácticamente de golpe y Atria abrió lentamente la puerta y se encontró con la varita de Malfoy apuntándola, así que solo bufó.

— Oye, que estoy intentando ayudarte.

— ¿Tú, Potter? ¿Ayudarme? —las lágrimas seguían cayendo de los ojos de Malfoy y se le notaban los surcos en las mejillas—. Cómo que no te has metido aquí a joder los baños para una de tus estúpidas bromas.

— ¡Estaba vomitando! —grita Myrtle, poniéndose entre ambos, como si intentase llamar de nuevo la atención de Malfoy.

— Al menos yo puedo vomitar, ya sabes, porque estoy viva —le soltó Atria y la chica chilló, para luego meterse dentro de uno de los baños, llorando.

— ¿Qué te pasa, Potter? ¿La comadreja te ha dejado embarazada?

— Tu amiguito Greyback casi mata a Remus, en realidad —Atria sacude el trozo de papel y Malfoy retrocede hasta el lavabo de nuevo, donde se apoya—. ¿Ni siquiera lo niegas?

— ¿Por qué no vas y se lo cuentas a tu hermano? Seguro que le encanta saberlo.

— Ya lo sabemos, no te preocupes, lo que quiero saber en realidad es quien te matará. Aunque me hago una idea —añade rápidamente—. Podemos ayudarte.

— ¿Ayudarme? ¿Tú y tus comadrejas? —no la está tomando en serio, para nada, pero Atria sigue en su pequeño mundo y se sienta en el lavabo de al lado al que está apoyado Malfoy. Y vaya, el chico es alto, nunca se había dado cuenta, desde luego ya no llega hasta su oído para decirle bu.

— Solo yo —Atria empieza a balancear las piernas y mira de reojo a Malfoy, que no dice nada—. ¿Qué es lo que tienes que hacer? Quizá puedo ayudar.

— Ayudar... tú —prácticamente escupe las palabras y Atria asiente—. No, Potter, tú no puedes ayudar.

— Sé muchas cosas, como que si no recuerdas algo no puedes hacerlo, ¿qué culpa tendrías de haberte metido en una pelea conmigo? —se lo ofrece y Malfoy se ríe.

— Un obliviate no es nada para ellos, Potter, sabrían recuperar las memorias.

— Ya, es que yo no te hablo de un obliviate, te hablo de mis propios hechizos.

Ahí es cuando a Malfoy parece interesarle más el tema. Atria sube las piernas al lavabo, cruzandolas y Malfoy se aleja un poco de su lavabo, girándose un poco más hacia Atria.

Hasta que termina de girar del todo, con la varita levantada y lanzó la maldición. Hacia Harry, que estaba en la puerta y se la devolvió.

— ¡Harry, no, no seas gilipollas, espera! —chilló, pero cuando el espejo a su espalda estalló, supo que gritar no iba a servir de nada, así que se lanzó al suelo todo lo rápido que pudo, en un intento de quedar al menos más protegida de las maldiciones que volaban por el cuarto de baño—. ¡Idiotas los dos, calmaos de una vez!

Pero ninguno de los dos chicos parecía escuchar. Seguían en su duelo que ya había destrozado gran parte del baño y empezaba a inundarse. Ahí fue cuando llegó el intento de maldición imperdonable de Malfoy y, por parte de Harry, una que Atria no había oído nunca.

— ¡Sectumsempra!

De la cara de Malfoy empezó a salir sangre, al igual que del pecho, de los brazos y de las piernas. El chico empezó a temblar, intentó dar unos pasos, pero no fue capaz.

— Yo... yo no...

Y cayó al suelo. La sangre empezó a mezclarse con el agua y, cuando llegó hasta Atria, ella chilló.

— ¿Pero qué cojones has hecho? ¡Vete de aquí ahora mismo, joder, yo me encargo, pedazo de imbécil!

Se movió rápido hasta Malfoy y metió la mano rápidamente en su mochila, empezando a sacar todos los frascos que llevaba desde el incidente de Ron con el veneno. No estaba muy convencida de que alguno de esos fuera a ayudar del todo, pero al menos mantendría a raya las heridas hasta que consiguiera algo más de ayuda, preferiblemente madame Pomfrey, porque si ella tenía que hacer algún hechizo de sanación le mataría antes de ayudarle.

— ¡MYRTLE, VEN AQUÍ AHORA MISMO!

Si la fantasma estaba cerca la oiría y podría mandarla a buscar a la enfermera. Sí, era buena idea, definitivamente lo era porque así ganaría tiempo ya que Harry seguía parado en la puerta del baño, quiero y blanco como la cera mientras que Atria intentaba tapar las heridas como podía.

— ¡ASESINATO! ¡ASESINATO EN EL LAVABO!

— ¡Vete a buscar a Madame Pomfrey, haz algo útil en tu no vida!

Seguía mezclando y poniendo trozos de las cosas sobre las heridas de Malfoy, pero nada parecía funcionar. Consiguió improvisar una poción para reestablecer la sangre y se la dio como pudo al chico, que ya empezaba a perder la consciencia.

Y ahí fue cuando una varita apareció de la nada y la voz seca de Snape empezó a murmurar un hechizo que parecía una canción. No, no era una canción, solo eran dos palabras pronunciadas muy separadas, Vulnera sanentur. Las heridas de Malfoy empezaron a cerrarse poco a poco y, la tercera vez que Snape repitió el hechizo, Malfoy pudo llegar a sentarse.

— Voy a llevarte a la enfermería, con un poco de suerte no te quedaran cicatrices ya que, parece ser, que la señorita Potter sabe lo que hace.

Atria aguantó las ganas de contestarle, se mordió la lengua y cuando vio como Snape incorporaba a Malfoy, también le ayudó. O al menos lo intentó porque parecía que no se fiaba de ella, ya que apartó al rubio rápidamente.

— Potter y Potter, no os mováis de aquí.

Ya, como que iban a ser capaces de moverse. Atria recogió los frascos con los sollozos de Myrtle de fondo y los guardó rápidamente en la mochila después de secarlos. Y cuando guardó el último, Snape volvió.

— ¿Quién ha sido? —dijo, después de echar a Myrtle del baño y Atria levantó la mano.

— Yo —salvarle el culo a Harry era lo importante.

— ¿Tú?

— Sí, yo —le contestó desafiante, pero Harry no parecía estar por la labor de querer salvarse.

— Ha sido sin querer, no sabía que hacía el hechizo —soltó y Atria se tapó la cara con las manos. Su hermano era bobo.

— Potter —ambos le miraron fijamente y, a la vez, levantaron una ceja—. Chica, ven aquí —no sabía que quería Snape, pero en esos momentos poco importaba. La idea era salvar a Harry del lío en el que se había metido—. ¿Qué ha pasado?

Pero Atria no llegó a responder porque todo empezó a temblar a su alrededor. El lavabo dejó de estar definido durante unos segundos, los justos para que pensase que se mareaba y tuviera que sujetarse a Harry.

— ¡Déjala en paz! —con el grito de Harry el baño volvió a definirse y Atria levantó la cabeza para ver una cara de confusión durante unas milésimas de segundo. Fue tan poco que pensaba que se lo había imaginado.

— ¡Fuera de aquí!

La acababa de echar. Sin más. De hecho la puerta del baño se abrió y Atria salió de allí sin ni siquiera moverse. Y con el portazo reaccionó. Encontrar a Ron y Hermione para contarles lo que acababa de pasar y ver si se les ocurría la forma de salvar el culo a Harry.

Salió corriendo y se esforzó al máximo. La tentación de convertirse en una loba era demasiado fuerte, pero aguantó y llegó hasta las escaleras, donde casi tiró a Ron por la velocidad que llevaba.

— ¿Pero qué te ha pasado? —chilló Hermione y Atria empezó a coger aire con fuerza.

— Harry... Harry... Ay, por Morgana, me va a dar algo.

— Respira, vamos.

Pero no le dio tiempo a contar que pasaba, porque Harry apareció, corriendo tanto como había corrido ella.

— ¡El libro de pociones, vamos, dádmelo alguno de los dos!

Atria no tardó en sacar el destrozado libro de la mochila y Ron hizo lo mismo. Harry no dudó en coger el de Ron y salió corriendo de nuevo, esta vez hacia la sala común y luego volvió a pasar a su lado, a toda velocidad.

— Es idiota, se ha llevado el tuyo, Snape no va a creer que ha mejorado tanto en pociones con tu libro.

— ¿Qué tiene que ver Snape en esto?

Les llevó dentro de la sala común y allí se quedaron en un rincón. Hermione levantó la varita y murmuró un hechizo que Atria no llegó a oír, pero sin duda alguna había hecho algo porque de pronto ambos empezaron a llenarla a preguntas casi a gritos.

— ¿Qué has usado?

Muffliato, lo aprendió Harry en el libro de pociones —y parecía que a Ron le gustaba porque estaba emocionado ante la idea de que Hermione lo usase—. Crea un zumbido para que los demás no nos escuchen, ¿no es genial?

— Bastante útil, la verdad.

Y empezó a contar todo. Les enseñó el papel que le había mandado Fred, los ojos de Hermione se llenaron de lágrimas al leer la carta y Ron la abrazó torpemente, para luego maldecir a Greyback. Ahí fue cuando dijo que se había metido en el baño de chicos y luego había llegado Malfoy.

— Estaba apunto de conseguir que me lo dijera, lo sé, pero Harry... empezaron a luchar y Malfoy iba hacer un Crucio y Harry utilizó algo que no he oído nunca, Sectumsepra. Malfoy se llenó de heridas y no había forma de curarlas hasta que Snape no empezó a cantar.

A pesar de la seriedad del asunto, a Ron se le escapó una carcajada que Hermione se apresuró a cortar con un golpe en el brazo, justo cuando Ginny llegaba, con el ceño fruncid, así que Hermione deshizo el hechizo rápidamente.

— Me he encontrado a McGonagall por el camino, Atria, y estaba muy cabreada, no sé que has hecho, pero como te castigue el sábado y no puedas jugar...

— ¿Pero qué tenéis todos con que he hecho algo? ¡No tengo tiempo para hacer nada!

— Más te vale, no la enfades más y ve a ver que quiere.

— Probablemente querrá entender qué ha pasado con Harry y Malfoy —Ginny la miró sin entender de qué hablaba y ella señaló a Ron y a Hermione—. Que te pongan al día, voy a ver qué quiere.

Por lo visto Snape había tenido algo que ver con que la profesora McGonagall estuviera tan enfadada cuando llegó a su despacho. No dejaba de gritar a Harry, ni siquiera cuando Atria llamó la puerta y luego empezó con ella. Y ahí hasta Harry la paró.

— Atria le estaba curando, cuando llegué estaba hablando con él como si fueran amigos de toda la vida —y le lanzó una mirada que, definitivamente, quería matarla. ¿Quizá era tonta por querer ayudar a Malfoy? Probablemente.

— ¿Y qué hacía en el baño de los chicos?

— Fred me ha contado cómo está Remus.

Con tan solo esas palabras la expresión de McGonagall se relajó y Harry, en cambio, pasó a estar perdido.

— ¿A Remus? ¿Qué le ha pasado?

— Que le han descubierto, así que Greyback ha intentado matarle —responde Atria y la profesora McGonagall suspira.

— Pero ya está bien, Molly se ha encargado de ello —se notaba que la profesora McGonagall no quería hablar de ello así que Atria se empezó a preguntar si Fred le había contado toda la verdad—. Volvamos al tema por el que los dos estáis aquí. Tú, Potter, tu castigo lo ha decidido el profesor Snape y poco me parece, deberías ser expulsado del colegio —Harry asintió, sabiendo que tenía razón—. Y tú, Potter... hablaré con Malfoy para ver si es verdad lo que estás diciendo.

— Venga ya, Minnie, ¡sabes qué no ataco si no tengo motivos!

— ¡Y Malfoy siempre da motivos, por eso no me fío!

— Myrtle estaba allí, te podrá decir que no hice nada.

— Ya veremos, ahora, los dos, a la sala común de Gryffindor. De momento, Atria, estás castigada como tu hermano, todos los sábado hasta el final de curso con el profesor Snape. Nada del partido de este sábado para ninguno de los dos.

— ¿Qué? —gritaron ambos a la vez, pero la profesora McGonagall cogio a ambos del brazo y los sacó del despacho.

— Hablaré con Malfoy mañana y, si me dice que le estabas intentando ayudar, daré cincuenta puntos a Gryffindor y, por supuesto, no tendrás castigo ninguno.

Y, con eso, les cerró la puerta en la cara.

________________________________________________________

La verdad es que me gusta mucho la idea de que Atria intente ayudar a Draco y salga fatal jajajaja

Creo que no tengo mucho más que decir, solo que... apuntéis fecha porque el 31/08 acaba todo, coincidiendo con el cumpleaños de Atria :)

PD: en @_Ogaira en Instagram hay spoilers ;)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro