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Capítulo 6: De naranjas va la cosa

El uno de septiembre de 1990 Atria se subió al tren, por fin, con los gemelos Weasley. Allí conoció al famoso Lee Jordan, del que los gemelos no habían dejado de hablar durante todo el verano y también a Angelina Johnson y a Alicia Spinnet. Ambas habían conocido en el andén a otra chica, Katie Bell y las cuatro chicas no tardaron en hacerse amigas. A mitad de trayecto llegó la señora del carrito y compraron todo tipo de dulces, además de que conocieron a cuatro chicas que resultaron ser primas. Leah, Beth —aunque juró que, si alguien la llamaba Annabeth, su nombre completo, no iba a llegar vivo a Hogwarts—, Julie y Ciara O'Brien. Por lo visto venían de una familia casi tan grande como la que tenían los Weasley, aunque habían parado en los cuatro hijos, en lugar de los siete de los Weasley. Tenían en Hogwarts más hermanos, algunos eran un año más mayor, otros tres y, Julie, tenía a su hermana mayor en séptimo curso.

— ¡Primer año por aquí! —gritó Hagrid cuando llegaron a Hogwarts y Atria abrazó rápidamente a los gemelos para luego irse corriendo detrás de sus nuevas amigas—. ¡No más de cuatro por bote!

Atria cogió a Katie de la mano y, junto con un par de chicos a los que no se molestaron en preguntar sus nombres, se subieron a los botes. Cuando Atria vio aparecer el castillo de los ojos casi se cae del bote de la emoción, era mucho mejor de lo que le había contado Remus, de lo que le habían contado los gemelos. Era precioso.

Llegaron al vestíbulo de entrada, donde les esperaba la profesora McGonagall —Fred hablaba maravillas de ella, a pesar de que le castigaba continuamente— para llevarlos a la ceremonia de selección. Nadie le había explicado en qué consistía, por mucho que había preguntado y todos le decían que esperara pacientemente, pero a Atria no le quedaba paciencia, así que, en cuanto la profesora McGonagall les ordenó estar en una fila, agarró a Katie y a Leah de la mano. La última agarró a Ciara, que agarró a Julie y esta agarró a Beth. Y así las seis estuvieron pronto en primera fila. Saludaron a sus amigos, que estaban en la mesa de Gryffindor y siguieron avanzando hasta situarse delante de un sombrero, que empezó a cantar. Atria estaba tan fascinada por el techo, por las mesas, por la gente que no le hizo el menor caso, total, solo era un sombrero parlante. Y los gemelos se dieron cuenta, por supuesto, estaban nerviosos. ¿Y si Atria no quedaba en Gryffindor?

— Cuando os llame tenéis que venir, os pondré el sombrero y seréis seleccionados —dijo la profesora McGonagall y todos los niños de primero suspiraron, aliviados. No había que hacer grandes demostraciones de magia, dar discursos, enfrentarse a dragones o cualquier otro tipo de criatura extraña.

Nombre tras nombre los que esperaban iban siendo cada vez menos. La primera seleccionada para Ravenclaw fue Cho Chang, para Gryffindor Katie Bell, para Slytherin Stuart Craggy y para Hufflepuf Eleanor Abercrombie. Atria cada vez estaba más y más nerviosa. Katie ya estaba en Gryffindor, solo esperaba que ella también lo estuviera, al igual que sus nuevas amigas.

— O'Brien, Annabeth —dijo la profesora McGonagall, y ella avanzó, enfadada.

— ¡Slytherin!

— O'Brien, Ciara.

— ¡Ravenclaw!

— O'Brien, Julie.

— ¡Hufflepuff!

— O'Brien, Leah.

— ¡Gryffindor!

— Potter, Atria.

Los murmullos fueron instantáneos. Los había habido con las primas O'Brien, claro, porque no siempre entraban cuatro personas con el mismo apellido que se saludaban unas a otras y, encima, habían quedado cada una en una casa. Con ella fue por su apellido, y la niña lo sabía. Vio a Hagrid en la mesa de los profesores y cuando vio su sonrisa, supo que la estaba animando.

— ¡Gryffindor! —gritó el Sombrero Seleccionador según la profesora McGonagall se lo puso en la cabeza.

Y Gryffindor festejó. Fred y George no dejaban de gritar "¡Tenemos a la primera Potter! ¡Tenemos a la primera Potter!" mientras que saltaban y la abrazaban. Sí, ese estaba siendo uno de los mejores días de Atria, estaba en Hogwarts, en la casa de sus padres, con sus mejores amigos y había conocido a unas chicas maravillosas de las que no pensaba alejarse porque estuvieran en otras casas. Y, además, en menos de un año volvería a ver a Harry.

Esa noche no pudo dormir de la emoción. Angelina y Alicia fueron a por Katie, Leah y Atria para llevarlas a la habitación de Fred, George y Lee, donde los ocho estuvieron hablando y riendo sin parar y, al final, acabaron cayendo rendidos en las camas. Como estaban con gente de segundo, ellos fueron capaces de mover las camas todas juntas, dejando un gran espacio en la habitación para hablar y luego tener una gran cama donde dormir. Por supuesto, preguntaron por Harry y Fred y George no dudaron en ponerse al lado de Atria, que se encogió de hombros ante la mención de su hermano.

— Llevo sin verle desde que éramos bebés, yo no estaba en casa esa noche, estaba con mi padrino y su novio pidiendo dulces en un pueblo muggle —les contó Atria, incómoda. Solo hablaba de Harry con Remus, Fred y George y no sentía que fuera correcto hablar de él sobre otras personas.

— Eh, Atria, enséñales lo que has creado este verano —le dijo Fred, intentando distraerla y ella sonrió.

— No tengo una naranja —le dijo, y Fred miró a George, que sacó una del bolsillo de la túnica.

— Aquí tienes, señorita —le dijo, haciendo una reverencia.

Atria sonrió y cogió la naranja. Les hizo sentarse a todos en un círculo sobre la naranja y luego sacó la varita para murmurar el hechizo.

— Listo —dijo ella, sonriendo y los cinco que no conocían el hechizo la miraron extraño.

— Sigue siendo una naranja —le dijo Lee y Atria sonrió.

— Cógela entonces.

Fue instantáneo. El zumo de la naranja llenó la cara de Lee, irritando sus ojos y todos empezaron a reírse, menos él, claro.

— ¿No es maravillosa? —dijeron Fred y George a la vez y a Angelina y a Alicia les pudo la risa.

— Tenéis competencia —dijo Angelina y los gemelos negaron.

— Ella es nuestra cómplice —dijo Fred.

— Con tan solo seis años dejó calvo a Percy y, además, escondió a Scabbers en una de las madrigueras de gnomos, Percy tardó una semana en encontrar a la rata —añadió George y, entonces, los tres amigos de los gemelos temblaron de miedo.

— No os voy a hacer nada, Percy me enfadó, solo fue eso —les aclara Atria rápidamente y Lee protestó.

— ¡Acabas de lanzarme zumo de naranja en los ojos!

— ¡Han sido los gemelos!

— ¡Tú creaste el hechizo! —le dijeron ambos a la vez ante la acusación de Atria.

— ¿Creas hechizos? —le preguntó Alicia, sorprendida y ella asintió, y luego negó.

— Es el primero, creo que fue más por accidente y no es nada útil, así que...

— Es ideal para las bromas, tenemos que utilizarlo en los Slytherins —dijo Fred y George asintió rápidamente.

— Mañana por la mañana podremos hacerlo, tu prima está en Slytherin, ¿no Leah?

— Sí, pero no quiero que la llenéis de zumo de naranja —dijo la niña y George negó.

— Ella será nuestra cómplice —le explica y a Atria le brillan los ojos.

— ¡Leah y yo podemos ir a hablar con ella! —empieza a decir y luego se gira a mirar a los gemelos—. Vosotros vendréis a buscarnos y entonces será cuando Angelina y Alicia entren en acción.

— ¿Y qué pasa conmigo y Katie? —le preguntó Lee, cruzándose de brazos.

— Ahora vienes tú, espera. Angelina y Alicia vendrán a buscar a los gemelos porque se habrán entretenido y entrarán por la zona de los profesores, hechizando toda esa zona. Entonces cuando entráis Katie y tú, como estarán pendientes de nosotros podréis hechizar el resto de la mesa porque entraréis por abajo.

— ¿Y cómo estás tan segura de que Beth estará sentada en el medio? —la pregunta Katie y Atria sonríe.

— Una corazonada.

Por supuesto, se cumplió. A la mañana siguiente Beth estaba sentada en mitad de la mesa de Slytherin, desayunando tranquilamente. Atria y Leah fueron las primeras en llegar y la avisaron de inmediato para que no tocase ninguna naranja más. Empezaron a hechizar y entonces llegaron los gemelos, causando mucho ruido. Todo el Gran Comedor estaba pendiente de la escena que sucedía en la mitad de la mesa de Slytherin así que no vieron como Angelina y Alicia hechizaban las naranjas ni como Katie y Lee lo hacían más tarde con el resto. Y cuando los ocho estuvieron juntos de nuevo volvieron como si nada a la mesa de Gryffindor. Leah, Atria y Katie pararon a saludar a Ciara y a Julie y, cuando volvían, empezaron los primeros gritos. Toda la mesa de Slytherin, exceptuando a Beth y unas amigas que había hecho la noche anterior, estaban llenos de zumo de naranja, muchos de ellos porque empezaron a coger las naranjas por casualidad. Las risas en el Gran Comedor no tardaron en llegar y, para que no sospecharan de ellos, Atria hechizó varias naranjas en la mesa de Gryffindor y también en la de Hufflepuff, que era la más cercana a ellos.

— Primer día y ya estás causando problemas, se lo pienso contar a Remus, Atria —la dijo Percy esa misma noche en la sala común, pero ella le ignoró, al igual que había ignorado las grandes puyas del profesor Snape en su clase de pociones. Si ese viejo murciélago esperaba que Atria Potter fuera una inútil con las pociones no tenía ni idea de a que se estaba enfrentando y ella decidió que se lo iba a enseñar siendo mil veces mejor que él.

Los primeros meses fueron realmente emocionantes. Entre las clases, las bromas y los partidos de quidditch a los que acudía como la mayor fan del equipo de Gryffindor —los gemelos y Charlie estaban en él, al igual que Angelina y Alicia, tenía que animarles todo lo que podía y más, como cuando George golpeó la bludger tan fuerte en su primer partido que dejó a Adrian Pucey aturdido durante cinco minutos y Atria perdió la voz de tanto gritar para animar a su equipo— esos primeros meses pasaron realmente rápido. Atria adoraba aprender y escribía continuamente a Remus con todo lo que había aprendido. Formó una gran amistad con Katie y Leah, pero también con Beth, Julie y Ciara, por eso no era de extrañar ver a las seis juntas en cualquiera de las mesas de las casas. Al principio las amigas de Beth desconfiaban de todas ellas porque no dejaban de ser de casas opuestas, pero pronto se dieron cuenta de que era ridículo pensar así y el grupo fue creciendo poco a poco, incorporando a las amigas de Julie, Ciara y Beth; aunque ninguna de ellas se cambiaba de mesa nunca.

Para las vacaciones de Navidad los gemelos acabaron confesando a Atria la verdad sobre el pergamino que habían encontrado el año anterior y ella casi se echa a llorar al reconocerlo. Primero estaba el apodo de Remus, luego el de Peter, le seguía el de Sirius y, finalmente, el de su padre. Le costó convencer a los gemelos de que se lo dejaran durante las vacaciones de Navidad, pero al final Atria ganó. Y se pasó todas las Navidades jugando con el mapa, viendo las contestaciones de su padre, era casi como hablar con él de nuevo. Sabía que no era real, pero se sentía como si lo fuera.

No podía crear hechizos mientras estuviera en casa, pero si podía empezar a investigar. Quería recordarlos, a él a su madre y a Harry. También quería recordar a Peter y a Sirius. Seguía pensando en que él no podía haber sido quien los traicionar, era imposible, pero no quería mencionarle nada a Remus. Tampoco fue capaz de enseñarle el mapa y, se prometió, que se lo enseñaría más adelante, quizá le hablara de él en una de sus siguientes cartas cuando estuviera en el colegio. Sí, haría eso, ya no lo tendría en su poder y así no se lo podría pedir para verlo porque lo tenían los gemelos. Era un plan sin fugas.

Lo primero que hizo cuando volvió de vacaciones fue preguntar al profesor Flitwick sobre hechizos de memoria. Este le dijo que eran demasiado peligrosos y que, hasta séptimo curso, no los verían así que, por mucho que la niña preguntó, el profesor se negó a contarle nada. Atria no se rindió y empezó a experimentar. Hasta que consiguió crear un hechizo que, si funcionaba, conseguiría devolverle las memorias perdidas. Hasta la fecha había conseguido un hechizo que la permitía tener memoria fotográfica y otro que la ayudaba a recordar la información importante, así que, si había conseguido esos, ¿qué podría salir mal? Salió mal, claro.

Atria olvidó todo. No sabía cómo llegar a clase, no conseguía hacer los hechizos más sencillos y, lo peor para los gemelos, no conseguía distinguirlos porque ni siquiera recordaba sus nombres. Seguía siendo Atria, pero era una Atria sin memorias ningunas.

— ¡Una semana! —le gritó madame Pomfrey cuando Atria despertó—. ¡Te he tenido dormida una semana para conseguir arreglar lo que sea que te has hecho en la cabeza! ¿Pero cómo se te ocurre? ¡Te has destrozado tus memorias! Como vuelvas a repetir un solo hechizo más así no voy a poder devolvértelas, Atria, ¿cómo te has podido hacer tanto daño?

— Fue un accidente, madame Pomfrey —murmura la niña, pero a madame Pomfrey no le importa, tiene cosas más importantes, como dejarle claro que si vuelve a hacerlo se quedará sin memorias. Para siempre.

— Si repites ese hechizo no podré arreglarlo —le advierte, y luego suspira—. Si vuelves a jugar con tus memorias y las pierdes, se quedarán perdidas para siempre, Potter, ¿eso es lo que quieres? ¿No recordar más a tu familia, a tus amigos?

— Claro que no, madame Pomfrey —dice Atria, totalmente asustada. Sí, no quería perderlos, no podía perderlos. Por eso, entre el regaño de madame Pomfrey, el de Remus por carta y el de los gemelos, Atria decidió que iba a dejar para más adelante todo ese tema de recuperar la memoria para poder recordar a sus padres y a Harry y, además, ayudar a Sirius.

Pero no todo fue malo con la creación de hechizos, Atria agradeció a final de curso haber creado ese hechizo que la permitía recordar las cosas importantes ya que su pequeño accidente con el hechizo había sucedido tan solo una semana antes de los exámenes finales y no tenía tiempo para aprender todo. Y mucho menos después de haber pasado una semana inconsciente en la enfermería. Así que no dudó en utilizarlo y luego destruyó el papel donde lo tenía apuntado, a pesar de que sabía perfectamente el hechizo no quería verlo en su cuaderno, tentándola a utilizarlo una y otra vez. Solo había sido una situación realmente excepcional y no iba a volver a repetirse. No iba a suspender solo porque un experimento había salido mal, y mucho menos cuando, si todo hubiera pasado mucho antes, hubiera aprobado sin necesidad de un estúpido hechizo.

Llegó el verano y con ello los nervios de Atria. Solo tenía que aguantar ese verano para volver a ver a Harry. Solo faltaban dos meses para ver de nuevo a su hermano pequeño. Dos meses más de espera. No quedaba nada.

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Eh vale wattpad está dando de nuevo problemas para entrar desde la web yayyyyy en fin, al lío, ¡primer año completado! La semana que viene empieza el segundo de Atria y, adivinad del primero de quien jajajajaja También tengo duda, el capítulo de la semana que viene es ETERNO y cuando digo eterno es eterno o sea, me pasé tres pueblos con él, entonces tengo una duda, ¿preferís un capítulo super largo o que lo divida en dos y suba martes y viernes? ¿Os parece buena idea? Yo dejo la pregunta y ya vosotras decidís.
De nuevo, y como siempre, mil gracias por leerme, de verdad ♥♥♥♥♥♥♥

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