Capítulo 57: Solo por sangre o saliva
Era oficial, no tenía ningún sentido que la hubieran nombrado Premio Anual y la cara de Remus cuando le enseñó la insignia el domingo cuando fue a comer fue épica, al igual que su reacción.
— Estarían orgullosos de ti —le dice cuando se la devuelve y Atria nota como se le llenan los ojos de lágrimas.
— Pero no tiene sentido dice —y Remus se ríe.
— ¿Y qué nombraran a tu padre lo tiene? En mi opinión, el director Dumbledore solo lo hizo porque tenía alguna apuesta con la profesora McGonagall sobre cuándo empezarían a salir tus padres y quiso adelantarlo todo.
— ¿Y quién ganó?
— La profesora McGonagall, obviamente.
Si habían nombrado a James Potter Premio Anual algo tendría que tener ella para que lo hubieran hecho, por mucho que fuera como James, ella no había causado tantos problemas. ¿No? No, si se ponía a pensar y comparaba la cantidad de castigos que tenía ella con la cantidad de castigos que Remus le había dicho que había tenido James definitivamente ganaba él. Menuda decepción. ¿Estarían contentos de que fuera Premio Anual como ellos? ¿Le hubieran montado una gran fiesta? Sí, definitivamente sí, Remus se lo acababa de decir. James hubiera hecho alguna broma como que era una decepción, Atria le habría tirado la insignia a la cabeza, Harry se hubiera burlado también de ella y Lily hubiera negado, pero también hubiera acabado diciendo que era una decepción después de haberse nombrado sucesora de los merodeadores. Atria hubiera gritado "¡Mamá!" y los cuatro se hubieran echado a reír.
Genial, estaba llorando.
Y llorando a moco tendido.
Remus suspira y abraza a Atria hasta que se calma. Comen tranquilamente en La Madriguera y, por fin, Atria vuelve a casa, pero no para estar tranquilamente allí, no, si no para preparar una gran maleta porque las próximas semanas las pasaría en La Madriguera. Se asegura de coger su escoba, sabiendo que querrían jugar al Quidditch y no se equivoca, pasa las siguientes semanas jugando con Harry, Ron y Ginny mientras que Hermione arbitra. O algo parecido a arbitrar, ninguno tiene muy claro que hace. Todos los viernes coge la red flu y va al apartamento de los gemelos —el primer viernes que fue lo hizo con la insignia y los dos no pararon de reír en toda la noche— y, cuando llega los sábados, discute con Harry. Porque seguía en su cruz contra Fred, pero solo cuando eso involucraba a Atria, claro, el resto del tiempo estaba estupendamente con el chico y se notaba cuando iba a cenar entre semana.
Cuando se quiere dar cuenta es el cumpleaños de Harry y Remus aparece por primera vez en dos semanas por La Madriguera. Atria se asustó al verle, habían pasado solo dos semanas y parecía que se le habían sumado diez años, no parecía el mismo que se había ido tan poco tiempo atrás. Las canas habían aumentado, la ropa le estaba aún más grande y no quedaba nada de brillo en su mirada, solo culpabilidad. Evitaba mirar a Atria y solo lo hizo cuando se fue para avisarla de que tenía que pasar unos cuantos días más en La Madriguera y que luego iría a por ella para pasar una semana en La Cueva tranquilamente. Y Atria aceptó porque no le quedaba otra opción.
Había estado leyendo el diario de Regulus cuando tenía un poco de tiempo libre y cada página que leía le sorprendía más porque no tenía nada que ver con la parte que estaba visible inicialmente. En el original no es que pusiera verde a Sirius, era lo siguiente, en este se notaba que estaba enfadado con Sirius, pero porque le había dejado solo en casa, no porque fuera un traidor a la sangre. Hablaba sobre lo que odiaba ver la marca en el brazo, sobre lo que dolía cuando Voldemort les llamaba y, lo que Atria consideraba una de las partes más importantes de la historia, lo mucho que parecía querer a Kreacher. No terminaba de entender el aprecio al elfo, pero Regulus había preferido morir antes que dejar morir a Kreacher. Se había revelado contra Voldemort y luego había muerto por ello.
Y a la única que parecía interesarle algo Regulus era a ella.
Fred no veía el punto en leer el diario de Regulus como si fuera a tener todas las respuestas del universo y George prefería mirar los libros de hechizos para hacer listas con sus contrapartes e implementarlas en distintos objetos defensivos. Así que los libros habían pasado a manos de los gemelos y Atria se limitaba a revisar las listas de George, que contaban con los apuntes de Fred de otros de los libros que habían robado a Remus.
Esa era otra de las novedades, Remus había decidido mandarla con los gemelos, sin contar con la opinión de Molly ni nadie, así que Atria pasaba los días en La Madriguera y las noches en el apartamento de los gemelos a pesar de que, supuestamente, estaba en La Cueva. Notaba perfectamente como Remus iba empeorando poco a poco y, por mucho que intentaba hablar con él, nada parecía funcionar. Tampoco ayudaba que Tonks hubiera desaparecido completamente, así que Atria suponía que algo había pasado con la auror y Remus. ¿Habrían discutido por Sirius? Pero no tenía sentido, ¿no? A no ser que Tonks hubiera intentado hacer que Remus pasara página y él la hubiera contestado alguna bordería como que se comprase una vida ya que carecía de ella. Pero no, Remus no diría eso, decir eso sería algo más propio de Sirius y James hablando entre sí. E incluso de Lily a los cuatro merodeadores. Pero sí que podía haber sido asquerosamente sarcástico hasta el punto de deprimir a Tonks. Y quería hablar con él, quería ponerle los puntos sobre las ies, pero no había forma de acercarse a Remus, ni siquiera con la luna llena.
Ni Atria ni Fred conseguieron entender cómo había convencido a Dedalus Diggle para que preparara una excursión al mundo muggle. Él iría varios pasos por detrás de ellos, pero podrían estar en el mundo muggle sin mayor problemas. Y el día que Remus había elegido era el de la luna llena, una única oportunidad que incluyó mucho chantaje por parte de Remus para que Atria aceptase.
No disfrutó de la noche.
En cuanto llegaron al apartamento no sabía por dónde habían paseado, no tenía ni idea de que habían cenado en uno de los puestos muggles a los que Diggle quiso parar para cenar. Y en cuanto llegaron al apartamento se quedó frente a la chimenea, sin hablar, sin sentarse, sin moverse. Por la hora Remus ya llevaba un buen rato transformado, un buen rato sufriendo.
A Fred no le dio tiempo a pararla antes de que se metiera en la chimenea y acabara en La Cueva.
Los aullidos eran demasiado altos, demasiado fuertes y dolorosos así que no le faltó tiempo para salir corriendo hacia la puerta del sótano. Lyall era quien había puesto los hechizos, quién había atado a Remus y le tenía que haber atado de alguna forma que le estuviera haciendo daño.
— ¡Ya voy, Remus, tranquilo!
No sabía que estaba temblando de esa forma hasta que no intentó meter la llave en la cerradura, hasta que la mano de Fred estaba justo encima de la suya, sujetándola.
— Atria, no.
Pero es demasiado tarde.
Con el primer zarpazo las uñas del hombre lobo se ven a través de la puerta. Con el segundo la garra se cuela por el agujero y Atria vuelve a gritar cuando ve cómo va directa hacia Fred.
— ¡NO!
Le oye gritar cuando sus dientes se clavan en la mano de Fred, pero lo oye todo demasiado lejano, ni siquiera se había dado cuenta de que se había transformado, de que había intentado parar las garras de Remus con sus propios dientes. Las garras del hombre lobo duelen demasiado clavadas justo entre sus orejas de loba. Sabe que se cae al suelo y que todo da vueltas, pero consigue ver cómo Fred retrocede, como el hombre lobo pasa por encima y mira a Fred.
— Remus, tranquilo.
Tiene que moverse, tiene que sacar a Remus, tiene que hacerle daño, tiene que reducirle o será peor.
Tiene que distraerle.
— ¡Remus!
El hombre lobo deja de ir a por Fred para girarse y mirarla. Sabe que está sangrando porque nota como tiene el pelo mucho más pegado a la cabeza. Seguro que a Molly le hace gracia saber que si que les puede peinar el remolino.
— Remus tienes que pensar, vamos, sé que estás ahí —le cuesta hablar, que se la entienda, pero lo intenta y parece que funciona porque el hombre lobo vuelve a avanzar hacia ella—. Eso es, ven conmigo, vamos a jugar, venga.
Y se vuelve a transformar para saltar encima del hombre lobo. No sabe cómo lo hace, probablemente porque tiene la adrenalina por las nubes, pero consigue tirarle al suelo y oye un golpe seco.
Remus deja de moverse de inmediato.
No cambia, no de golpe. Mira al hombre lobo hasta que ve que respira y entonces levanta la cabeza para ver a su novio. Que tiene sangre goteando de la mano. Avanza un paso, pero Fred retrocede y Atria sabe que la ha cagado. Así que vuelve a cambiar.
— No... no quería hacerte daño, yo no... no he pensado y... quería ponerme en medio, no pensaba que iba a... que iba a clavarte los dientes y... no quería —intenta volver a acercarse, pero otro paso atrás de Fred hace que se quede totalmente quieta en el sitio, a pesar de que todo empieza a dar vueltas.
Al menos da vueltas hasta que nota en el tobillo una fuerte presión y grita.
Y esta vez le ha clavado las garras.
— ¡Vete! ¡Ya! ¡Dile a Sirius que venga!
Ni siquiera se da cuenta de lo que ha dicho antes de volver a lanzarse contra el lobo, destrozando la mesa del salón por el camino. No es lo único que se rompe, el sofá acaba con más de una raja, en la cocina uno de los armarios bajo la encimera son el lugar donde aterriza cuando Remus la lanza por los aires y, para acabar, la puerta de la calle.
Así que solo le queda lanzarse detrás de Remus.
Es fácil encontrarle por el rastro de sangre que deja por el camino, por el rastro de destrucción.
En lo único en que puede pensar Atria es que la ha cagado y esta vez ha sido de verdad, la ha cagado tantísimo que es imposible que salga algo medianamente bien.
Corre hasta que puede lanzarse sobre Remus y empieza a pelear contra él, a pesar de que casi no tiene fuerzas, pero no puede dejarle suelto, no puede dejar que esté en el bosque, un bosque demasiado cercano a tantos muggles porque no se lo perdonaría.
Tampoco debería volver a hablarla porque por su culpa están en el bosque y no en el sótano.
Por su culpa Remus casi mata a Fred.
El mismo que no deja de gritar su nombre en mitad del bosque y Atria solo empuja a Remus para alejarse lo más que puede de él.
La noche es eterna y Atria acaba dejando que Remus cace conejos y se los coma solo para poder respirar tranquilamente durante unos minutos. Lo que no le deja es que se coma al ciervo que aparece cuando está casi apunto de amanecer. Se lanza contra él y empieza a notar como cada vez tiene menos fuerza según se van iluminando los troncos de los árboles. El sol empieza a entrar de forma perezosa entre las ramas y, con el primer rayo que le da, Remus cae rendido al suelo.
Atria vuelve a respirar tranquila al empezar a oír los primeros gritos de Remus, sabiendo que está volviendo a cambiar y ella también lo hace. Solo necesita cerrar los ojos unos segundos, entonces podrá hacer algo. Pero en esos momentos solo necesita dormir porque, además, se está demasiado bien en el suelo, a pesar de toda la sangre de conejo que hay. Sigue caliente y ella solo siente frío, así que se empieza a encoger sobre sí misma. Le gustaría decir que recuerda haberle dicho a Remus que todo había pasado, que estaban bien y que ni había pasado nada, que no había nada que lamentar, pero la realidad es que Atria ni siquiera llegó a darse cuenta de que se había tumbado de verdad porque todo se puso completamente negro.
Quién nunca iba a poder olvidarlo era Fred.
Había oído la pelea, los había llamado durante toda la noche. Podría paralizar al lobo y sacar a Atria de la pelea, podrían devolverle entre los dos al sótano y podría curarla. Había seguido los rastros de sangre, pero los dos iban mucho más rápido y parecía que, con cada grito, ellos se iban alejando más. Hasta que llegó el amanecer y oyó los gritos de dolor de Remus. Solo tuvo que seguirlos y la imagen se quedaría siempre en su mente.
Atria estaba en un charco de sangre y, durante cinco largos segundos, Fred pensaba que estaba muerta. Su corazón se paró de golpe, negándose a latir y no podía moverse. Hasta que, de golpe, volvió a latir con fuerza y salió corriendo hacia Atria.
No puede haber llegado tarde, no, no, no está muerta, no puede estar muerta.
— No, no, no, no, por favor, no, no me hagas esto, joder, Atria, joder —cogerla era difícil porque estaba llena de sangre, lo que parecía ser su sangre, y resbalaba totalmente, pero eso fue lo que le hizo darse cuenta de que Atria respiraba de verdad, cuando ella se quejó cuando la agarró con fuerza—. ¡Joder, Atria!
Busca la varita, pero no la tiene a su alrededor, solo necesita girar la cabeza para ver cómo la ha lanzado de cualquier forma hacia el suelo, así que vuelve a mirar a Atria y entonces ve la suya, sobresaliendo por los pantalones de la chica. Así que no duda en cogerla y empieza a curarla. Sabe que tiene una herida en la cabeza, porque es la que vio como se hacía, así que empieza por ahí.
Y luego la despierta.
— Estás bien —susurra ella cuando le ve y parece un sueño. El sol le ilumina perfectamente y parece un ángel.
— Y tú también.
Se abrazan con fuerza. O más bien Fred abraza a Atria con fuerza mientras que ella solo lo intenta porque le cuesta entender qué está pasando, siendo lo primero el cómo ha llegado Fred hasta allí.
— Ni se te ocurra volverme a asustar así —empieza a decirle mientras que la besa sin parar—. Pensaba que estabas muerta, pensaba que había llegado tarde y que tú...
No llega a terminar la frase porque Remus vuelve a gritar una última vez y los dos se giran para mirarle. Todo empieza a cambiar de golpe. El pelo desaparece por completo, al igual que la cola y el hocico. Se empieza a estirar hasta que vuelve a tener las extremidades humanas en lugar de las del lobo y Remus, por fin, abre los ojos.
— Mierda —es lo primero que dice al ver las copas de los árboles. Y luego gira la cabeza para ver a sus dos acompañantes, que están completamente abrazados—. Supongo que es menos peligroso que te deje estar conmigo a que te aleje, ¿no?
Ahí es cuando Atria empieza a llorar y Remus se levanta del suelo para ir hasta ella. Le falta tiempo para lanzarse a abrazar a Remus, disculpándose continuamente, pero ninguno de los dos consigue entender qué está diciendo.
— Ya está, ¿vale? No ha pasado nada —Remus acaba sujetándola por los hombros y cuando ve cómo Atria niega se asusta y mira a Fred. No le ha podido transformar, no. Pero la sangre en su mano... la herida que tiene... el chico está lleno de sangre, pero Atria también y estaban abrazados. Así que se aferra a esa posibilidad—. ¿Qué he hecho?
— Supongo que no estabas bien atado y te habías soltado, cuando llegué Atria estaba delante de la puerta con las llaves en la mano temblando —dice Fred y Remus tiene miedo de lo que diga después—. Intenté impedirlo, pero rompiste la puerta y Atria se transformó justo a tiempo.
— Te he mordido —susurra ella y Remus deja de mirar a Fred para mirar a Atria.
— Has hecho lo que tenías que hacer, no tenía que haberte alejado, eres tan parecida a James...
— No, no lo soy, él no hubiera dejado que casi matases a mamá, no la hubiera hecho daño y...
— Tampoco alejé a James, pero a ti si te he alejado y tú has hecho lo que hubiera hecho tu padre —ve como vuelve a temblarle el labio, como se limpia las lágrimas cómo puede porque está llena de sangre. No quiere pensar en que es de Atria, no, no puede pensarlo—. La próxima luna llena estarás, no podemos dejar que esto vuelva a repetirse, ¿vale?
— Ha sido todo mi culpa, tenía que haberme quedado en el apartamento, casi mato a Fred, me duele muchísimo la cabeza y me arde el tobillo —Atria lo dice después de asentir y ahí es cuando tanto Remus como Fred notan el cambio de palabra. No es dolor, le arde.
— Joder —se le escapa a Fred al verlo y se acerca hasta ella para verlo mejor mientras que Remus se queda pálido. ¿Cuándo le ha hecho eso?
— Solo arde, estoy bien, puedo hacer cualquier poción para que se vaya —pero Atria aparta el tobillo demasiado rápido de las manos de Fred.
— ¿Cuándo te he hecho eso?
— Cuando estaba echando a Fred de casa —el tono es normal al principio y luego cierra los ojos y baja la voz. Puede decirlo pero a lo mejor no la oye— te había dejado inconsciente unos segundos, has despertado y me has... me has clavado las garras.
Lo susurra, como si eso fuera a hacerlo menos real, pero Remus ya está pensando en lo que va a pasar con Atria en la luna llena y ella se pone a negar.
— Escúchame, no me has hecho nada, no me voy a transformar, estoy bien, sigo siendo yo —pero Remus no escucha y se levanta del suelo. Atria intenta seguirle, pero el tobillo no la deja y casi se cae al suelo—. ¡Remus, no me has hecho nada!
— Solo por sangre o saliva, Remus, no había ninguna de las dos, ha sido un arañazo.
— ¡Un arañazo en luna llena, no sabéis qué puede pasar! —está furioso consigo mismo, ¿cómo ha podido condenar así a Atria? A los dos. Nunca podrán tener una vida normal, no podrán tener hijos sin que la licantropía haga de las suyas.
— ¡Nada, no pasará nada! ¡Ya has oído a Fred, no había sangre ni saliva, es como el arañazo de la cabeza! ¡Y me has mordido más veces y no ha pasado nada!
Lo intenta de nuevo, intenta andar y poco le importa cojear por el dolor o estar a punto de caerse varias veces. Lo que le importa es llegar hasta Remus y hacérselo ver, por eso rechaza todas las veces la ayuda de Fred.
— Estaré contigo en la próxima luna llena y lo verás, verás que estoy bien, que no soy co... —y se calla. Porque suena realmente mal.
— Como yo, puedes decirlo, Atria.
— Ya es como tú, no intentes negarlo, los dos sois unos empollones, el prefecto y la premio anual —Fred decide intentar desviar el tema porque los está viendo. Está viendo cómo están llenos de heridas, cómo están cansados y preocupados. Y lo que le importa en esos momentos es curar a Atria, lo demás puede esperar. Si resulta que el mes siguiente se convierte en una mujer lobo estará a su lado, no importa—. Vamos a la casa, tenéis que descansar.
— Avisad a Molly de que os quedáis unos días, por qué supongo que lo haréis, ¿no? —Atria asiente, porque ella al menos va quedarse allí. Solo quiere meterse en la cama y no volver a salir.
— Tú también tienes que descansar.
Atria busca la mano herida, en la que le ha mordido y ve la marca de los dientes, demasiado profunda en la carne. Siente que se marea, que todo le da vueltas porque ella es quien le ha hecho eso. Le ha hecho daño.
— Mejor tus dientes que yo, Atria —Remus sabe lo que está pensando, claro que lo sabe porque él hirió a Sirius tantas veces que perdió la cuenta. La ha herido a ella también, hoy tiene nuevas marcas y no puede dejar de pensar en una en concreto.
Ojalá James y Lily bajasen y le matasen por hacer daño a su hija, por destrozarla la vida.
Se desaparecen para llegar lo más cercano a la casa posible y Atria no se deja ayudar por ninguno de los dos, a pesar de que cojea con cada paso y Remus acaba amenazando con dejarla inconsciente, entonces ella se transforma y decide que va a fingir que no le oye. Y, la verdad, es que es mucho más cómodo andar así.
Pero es mucho más agradable tumbarse en la cama y dejar que todos los músculos griten. ¿Cuándo fue la última vez que se encontraba tan cansada? Probablemente con los entrenamientos con Angelina. Volvía a sentir partes del cuerpo que ni siquiera sabía que existían y dolían que daba gusto. Luego llega la calma, claro, cuando todas las heridas están curadas, pero hay algunas que no se curan, no.
— Lo siento —vuelve a murmurar cuando la oscuridad llena la habitación y Fred se tumba a su lado—. No estaba pensando, no creía que pudiera pasar eso, nunca se suelta del todo, no entiendo qué ha pasado.
— Ha sido un accidente, nada más —sí, van a dejarlo así, no necesita que la machaquen más. Pero hay algo de lo que sí que quiere hablar—. Aunque sí que hay una cosa.
— ¿El qué?
— ¿Por qué has dicho que fuera a buscar a Sirius?
Le preocupa. Claro que lo hace, le habían contado lo de la última noche en el castillo, como Atria se levantó de madrugada y fue al baño. Como oyeron su varita caer al suelo, como se rompía el espejo, como volvió ella llorando a la cama. Le habían contado cómo había estado esos días, como Madame Pomfrey había obligado a todas las primas O'Brien no dejarla nunca sola.
Todos pensaban lo mismo.
— Sé que está muerto —murmura Atria, y cierra los ojos con fuerza—, pero a veces no... a veces creo que... que lo imaginé todo, que no cayó por el velo. Quizá... quizá sigue vivo y... y está escondido para que todos lo crean, para protegerse.
— Atria... —la abraza con fuerza y ella suspira. Tiene que preguntárselo, aunque sepa la respuesta—. ¿Qué intentaste en el baño la última noche?
— Creo que lo sabes, ¿no? Si sabes que intenté algo es porque te lo han contado —se levanta rápidamente de la cama y busca una varita para quitar la oscuridad. Ahora mismo no necesita eso, necesita verle, necesita que lo entienda—. No lo hice, ¿vale?
— Pero querías.
— Claro que quería, ¿cómo no voy a querer olvidarlo? Está muerto porque no acepté el espejo, porque no le hice quedarse en casa, porque no insistí en que no teníamos que ir al Ministerio.
— Está muerto porque lo mató Bellatrix, no porque lo mataste tú.
— ¿Acaso no es lo mismo? Le llevé allí en lugar de decir que se quedase en casa —Atria no deja de dar vueltas por la habitación, sin parar de un lado a otro y Fred se cansa, así que se levanta y la devuelve a la cama.
— Fue Bellatrix, no tú y tampoco Harry.
— ¿También te han contado que nos peleamos en el suelo? —Fred asiente y Atria suspira—. ¿Qué es lo que no te han contado?
— El por qué decidiste no hacerlo.
Atria le mira fijamente, intentando decirle todo así, pero sabe que no es suficiente.
— Por Remus, creo que ya tiene bastante con todo lo que tiene —sí, pero no había sido suficiente, a pesar de todo Remus no había sido suficiente y sabía que también agradecería que se desmemorizase porque podría volverle a ocultar la licantropía, para protegerla—. Y por ti.
Porque perdieron demasiado. Por Sirius, por salvarle, por limpiar su nombre para que acabase muerto en una batalla que nunca tenía que haberse producido habían perdido tanto tiempo juntos. Uno que nunca iban a poder recuperar.
— No puedo volver a olvidarte, no otra vez —le dice, antes de besarle.
No, no puede volver a olvidar todo lo que han pasado juntos, no puede olvidar todo lo que le quiere. Y ahí lo decide, lo dice en voz alta, se lo promete.
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Diría pido perdon por todo el drama, pero sabéis que no lo siento, ups. Es que quedaba muy bien, en serio, prometo que el siguiente es más bonito y tranquilo, de verdad.
A otro orden de cosas, no me gusta decirlo, pero últimamente he visto las estadísticas y joder, mil gracias por leerme, de verdad, no sabéis lo que lo agradezco, pero hay un pero, obviamente. Si no escribís en wattpad supongo que no lo sabréis, pero tenemos una "herramienta" (que funciona como el culo, pero eso es otro tema) que nos dice cuanta gente lee cada día la historia. Y, aquí, actualmente, cada vez que subo capítulo hay alrededor de setenta personas. Os agradecería muchísimo, de verdad, que le dierais a la estrellita si os gusta el capítulo porque no solo es un gran incentivo, si no que también me ayuda a la hora de subir a en los rankings y que más personas descubran la historia. Yo siempre digo de muchas cosas son "mi mierda" de foma cariñosa y me gustaría que Atria también fuera "la mierda" de alguien.
Ya, por último, unas explicaciones.
Si me seguís supongo que habréis estado viendo extraños mensajes en el tablón de anuncios hablando sobre un partido de quidditch y dos equipos, April Fools y Wood Knockers. Bien, pues ya va siendo hora de desvelar de que demonios va todo ese tema. En la cuenta de -AprilFools- tenéis toda la información en la historia "Tiempo muerto" sobre ese misterioso partido de quidditch y... que decir, me haría muchísima ilusión que os pasarais por allí para leer de que va todo el tema. Si me habéis leído quizá os suenan algunos nombres que andan por allí... y a Atria le haría muchísima ilusión que la veáis jugar ;) Hoy estará toda la información explicativa y, mañana día 1 de abril, el gran partido de quidditch.
Con todo esto dicho, nos vemos la semana que viene :)
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