Capítulo 53: ¡Bienvenida a la familia, cuñada!
Para todo aquel que no iba a volver a Hogwarts durante el próximo curso el trayecto en tren se les hizo demasiado corto. Para Atria fue demasiado largo. Mientras que Angelina, Alicia y Lee no dejaban de quejarse en el compartimento de que fuera su último año —Katie también se quejaba de que Alicia tuviera que irse— y Atria acabó saliendo del compartimento para esconderse en el baño porque no podía aguantar más la conversación —sobre todo cuando sacaron el tema del espejo roto del baño—, no cuando no dejaban de mirarla constantemente como si esperasen el momento en el que se rompería y gritaría. No quería ver a Harry porque una parte de ella seguía enfadada con él por todo lo de Sirius. Y era estúpido, lo sabía, pero no podía evitarlo. Porque si se hubiera esperado un poco, tan solo un poco.
Aunque también estaba enfadada con ella porque ella no había insistido a que primero fueran a Grimmauld Place. No haber insistido en que Sirius se quedase en casa. También era culpa suya que Sirius estuviera muerto.
— Oye, ¿te queda mucho en el baño? ¡Los demás tambień tenemos que usarlo! —y se había acabado la tranquilidad con los golpes de Mara en la puerta del baño, así que Atria salió de allí lista para irse al siguiente que encontrase. Y todavía quedaban cinco horas para llegar—. Ah, eres tú, Atria.
— Sí, soy yo —murmura ella, antes de empezar a moverse de nuevo por el pasillo.
— ¡Eh, espera un momento! —Atria se gira y Mara vuelve a avanzar hacia ella, dejando olvidado el baño. De hecho puede ver como Lavender Brown se cuela sin ningún problema—. ¿Le puedes decir a los gemelos que tengo los artículos de magia muggle que querían? Jake me los ha conseguido, por lo visto ahora tenemos una tienda de magia en Wetvalley, no me preguntes por qué, yo tampoco lo entiendo.
— Se lo diré cuando llegue a la estación —responde y no sabe qué más añadir. ¿Qué hablas cuando no quieres hablar con nadie?
— Me he enterado de lo de Black y quería decirte que lo sie...
— No quiero hablar de ello, ¿te importa? ¿Por qué no hablas como todo el mundo sobre lo mucho que vas a echar de menos Hogwarts? O sobre cómo esperáis que explote en cualquier momento—la interrupción es brusca, pero a Atria parece darle igual y Mara no se inmuta.
— Ah, porque lo que más echo de menos es a Jake y sus tonterías, ya sabes como son los hermanos mayores —Mara se encoge de hombros y luego se empieza a reír—. Bueno, no sabes como son los hermanos mayores porque tú eres la mayor. Te lo digo, sois horribles, ya te lo digo.
— Espera, ¿Jake es tu hermano? —ignora la pulla hacia los hermanos mayores y se centra en lo que le importa.
— Mellizo, además. Encima él es el mayor. Pero la que tiene la magia soy yo, menudo pringado —Mara ahora sonríe y luego niega—. Supongo que pensabas que era otra cosa.
— Pues sinceramente pensaba que era un vecino que te ayudaba con tu tienda llena de cosas muggles y que cuidaba a tu abuela —confiesa Atria y Mara se ríe.
— No, mi abuela se cuida sola, de hecho. Jake vive casi más con ella que con mis padres, pero porque mis padres no les hace mucha gracia que yo haya salido bruja y mi hermano adore tanto la magia, ya ves tú dónde está el problema, si vivimos en un pueblo en el que, en cada esquina, hay alguien haciendo magia.
— ¿Quizá celos porque ellos no tienen la magia? —sugiere, pero Mara niega.
— Ah, no, no es por eso, mamá es muggle, papá sí que podía haber heredado la magia, pero dice que no le gusta porque es demasiado inestable, tío Marius perdió la mano porque conoció a un mago con el que se puso a hacer experimentos y...
— ¿Podéis dejar de contaminar el pasillo con vuestras conversaciones sobre muggles y sus estupideces?
Generalmente los comentarios de Draco Malfoy eran algo de lo que Atria pasaba olímpicamente. Pero estaba enfadada y él estaba en medio, así que aprovechando las últimas horas de magia, no dudó en hechizarle. Salieron tantos hechizos seguidos de la varita de Atria que la cara de Malfoy empezó a cambiar tan rápidamente que, cuando acabó, se parecía más a Crabble que a él mismo. Y, por supuesto, salió corriendo.
— Oye, tengo que ir al baño de verdad, pero si quieres te sigo contando en un momento.
— Mientras que me expliques lo de tu familia me vale.
Y así fue como pasó el resto del viaje. Cuando quedaban dos horas las primas O'Brien aparecieron por el compartimento que habían ocupado Mara y Atria y se sentaron allí también a escuchar la historia familiar de Mara. Su abuela era squib y había encontrado el pueblo después de conocer a su abuelo. Entonces nació su padre y conoció a su madre y ellos nacieron durante la primera guerra mágica contra Voldemort. Los mortífagos habían hecho de todo por encontrar el pueblo, pero no habían sido capaces de encontrarlo.
— Y por eso Wetvalley es el lugar más seguro que existe, incluso más que Hogwarts, solo puedes llegar si te dejan entrar o tienes buenas intenciones, los mortífagos nunca podrán entrar —dice Mara, mostrándose orgullosa de su origen—. Tengo que invitaros un día, ahora que Quien-Ya-Sabéis ha vuelto creo que es un buen sitio para que viváis cuando acabéis en Hogwarts.
— Nos queda un año —Julie suspira después de decirlo y luego mira a Mara—. Te voy a echar de menos durante las rondas de prefectos, ¿cómo voy a volver ahora a mi habitación?
— Sabes el camino, y de todas formas, no te va a pasar nada por pisar la sala común. Al igual que tampoco te va a pasar nada si haces ronda por los mismos pasillos que patrullabas con Cedric.
Por supuesto la regaña y Julie se hunde un poco en el asiento, cruzándose de brazos y frunciendo el ceño. Lleva con eso todo el curso, lo hará cuando esté lista. O cuando la obliguen.
— Si los Premios Anuales del año que viene me obligan lo haré, pero si no, no pienso acercarme hasta que no esté lista.
— Pues más te vale estar lista porque cada vez te queda menos —suena como un regaño por parte de Mara, a pesar de que lo que intenta es ayudarla—. ¿Quiénes creéis que van a ser los Premios Anuales de vuestro año?
— Ah, seguro que una de estas cuatro —dice Atria, señalando a las primas—. Es más que obvio.
— Yo apuesto por Beth —dice Ciara, mirando a la Slytherin, que niega.
— No van a elegir a otra Premio Anual de Slytherin este año, Travers ha tenido el puesto, no me van a nombrar a mí, se lo darán a Julie.
— No, a mi tampoco, se lo han dado a Cedric este año.
— Se puede repetir casa, recordadlo —añade Leah, pero ninguna parece convencida de ello.
— Yo sé que no me van a nombrar a mí, el profesor Flitwick me considera demasiado... dispersa. Y todo porque últimamente no he entregado los deberes.
— ¿Últimamente? Llevas todo el curso sin hacerlo, es una suerte que te puedas poner a estudiar la última noche y luego apruebes con buenas notas —se queja Beth, pero a Ciara no parecen importarle las quejas de su prima.
— Tengo cosas mucho más interesantes que hacer, como la planta de Neville. Me ha dejado sacarle su jugo varias veces este año, de hecho debería ir ahora a por más, seguro que agradece la deje seca antes de las vacaci... ¿De qué os estáis riendo?
Habían pensado mal. Claro que lo habían hecho y todas se estaban riendo a carcajadas hasta el punto de que se les saltaban las lágrimas y Ciara seguía mirándolas como si se hubieran vuelto locas. Hasta que de golpe se dio cuenta y empezó a reírse ella también.
— ¡Guarras, solo pensáis en eso! —las grita, riendo sin parar y todas vuelven a reír—. ¡Neville es mi amigo y nada más!
Esos son los momentos que merecen la pena piensa Atria, los momentos donde están las risas a pesar de todo lo que les espera durante los próximos años. Si pueden mantener eso, pueden pasarlos, pueden sobrevivir a la guerra. Y va a hacer todo lo posible porque puedan pasarlo.
— Prometedme una cosa —dice cuando consigue parar de reír. Le duelen las mejillas e incluso se siente un poco culpable por estar riendo a carcajadas cuando hace solo una semana de la muerte de Sirius.
— ¿El qué? —es Beth la primera que consigue hablar.
— No vamos a perder estos momentos, ni siquiera cuando la guerra esté en su mayor punto. Tenemos que encontrar la forma de tener esto —dice, señalando a todas ellas—, pero no solo nosotras, todo nuestro círculo.
— Wetvalley es precioso en todas las épocas del año —dice Mara, sonriendo y con eso ya saben que está proponiendo el lugar— y tengo que hablar con mi abuela, pero no creo que ponga pegas a un grupo de magos adolescentes dando vueltas por la casa, le encantará ver a alguien más por la casa que no sean los dos guarros de Isaac y Zack, mis padres no les soportan porque son un completo desastre. A Olivia, Claire y Sam suelo llevarlas más a casa de mis padres, es tan divertido ver cómo Jake intenta tirarles los tejos y ellas pasan de él.
— No te ibamos a juzgar, mira a Atria, si parece que solo tiene de amigos a los gemelos —bromea Ciara y la mencionada se cruza de brazos.
— ¡No es cierto, os tengo a vosotras!
— Sí, nos tienes abandonadas —dramatiza Ciara, aunque hay algo de verdad en sus palabras—. Ya no duermes con nosotras.
— Vale, para el año que viene.
— ¡Solo somos las sustitutas de los gemelos! —vuelve a dramatizar y todas se ríen, esta vez Atria incluida.
El tiempo empieza a pasar mucho más rápido ahora que está distraída y, cuando se quieren dar cuenta, están en la estación. Mara suspira en cuanto el tren para y Atria la mira fijamente.
— ¿Por qué has pasado el viaje con nosotras? —le pregunta y Mara se encoge de hombros.
— Parecía que necesitabas ayuda, yo solo he estado para ti —responde, para luego sonreír—. Espero compensación, mi abuela estará encantada de que vengas a casa, le encantó el artículo sobre ti de Corazón de Bruja, dice que eres una femme fatale y ya solo por eso le caes bien. Luego se puso a criticar las tonterías de la pureza de sangre y los ideales de su familia, lo cual no fue tan divertido de escuchar, tendrías que ver como se pone y odio las historias que cuenta de la familia.
— Entonces estaré encantada de conocer a tu abuela.
Mara se despide de todas con un abrazo y con Julie pasa un poco más de tiempo, donde aprovecha para decirle algo que ninguna oye. Ella suspira y acaba asintiendo y entonces juntan sus meñiques, algo que todas entienden como que le ha hecho una promesa. Y saben cuál es, no necesitan tener un gran don en adivinación para saber que Julie le ha prometido a Mara que pasará por los pasillos que patrullaba con Cedric y que estará en la sala común de Hufflepuff.
Salir del compartimento duele porque todo vuelve de golpe, ahora con un sentimiento de culpabilidad añadido porque en las últimas cinco horas solo ha pesado en Sirius una única vez, cuando se estaba riendo a carcajadas. Y luego se había olvidado de él, de su muerte. Por un momento, todo volvía a estar bien y cuando bajase del tren, iría con Remus y luego irían a Grimmauld Place, donde Sirius estaría esperándolos, subiéndose por las paredes por no poder salir, por no poder ver a Harry una última vez antes de que se fuera con los Dursley.
Pero no, Sirius sigue muerto y todo vuelve de golpe a la mente de Atria cuando ve la cara de Remus después de atravesar la barrera. Parece que ha envejecido diez años de golpe, se le ve mucho más cansado, más agotado. Y sabe que la luna llena de pasado mañana influye, pero eso no es todo, no lo es. Lo sabe por cómo habla con Harry, por cómo finge la sonrisa.
Y decide que lidiará con ello más tarde, cuando estén en casa y él se pueda desahogar si es lo que necesita.
— Hola —murmura Atria cuando se acerca al grupo. Intenta que parezca que todo está bien, pero claramente no lo está por la cara que pone la señora Weasley cuando la ve.
— Atria, cariño, ¿qué tal? —es demasiado suave, demasiado considerada. Y con demasiada pena.
— Bien —responde, quizá demasiado rápido, pero poco importa ya que se gira para mirar a los gemelos—. ¿Qué lleváis puesto? Si Charlie lo ve os va a matar.
— Es la piel de dragón más fina que existe —responde Fred y Atria ve lo orgulloso que está de ello.
— No te preocupes, es de un dragón anciano —añade George y Atria niega.
— Charlie os va a matar igualmente, ¿cómo se os ocurre colaborar para que destrocen a un dragón por unas chaquetas? Una cosa son los guantes, que tienen utilidad, otra por pura moda.
— ¿Quién te dice que no son lo que nos va a salvar del fuego abrasador de uno de los dragones de Charlie?
— Sois bobos —murmura ella, antes de abrazar de golpe a ambos—. Os odio.
— Tenemos una carta tuya que dice completamente lo contrario —bromea George antes de alejarse y dejar a la pareja tranquila. Sobre todo viendo cómo, de golpe, Atria abraza a Fred como si fuera a desaparecer en esos momentos.
Y una parte de ella piensa que va a desaparecer como ha hecho Sirius. A pesar de que está delante de ella y, aunque está en la Orden, todavía no les dejan hacer mucho. Pero pronto tendrá que tener misiones y, viendo como empieza a estar todo, está claro que no van a ser agradables. Sabe que es ilógico pensar que le va a pasar algo, pero no puede evitarlo. También era ilógico que a Sirius le pasara nada porque estaba encerrado en casa, pero ahora está muerto.
— ¿Te puedes quedar a dormir esta noche? —le dice al oído y Fred cree que se va a romper en cualquier momento por cómo Atria lo dice, como si estuviera aguantando las lágrimas. Así que asiente y ella aprovecha para esconderse aún más en su cuello.
— Te juro que intenté entrar en Hogwarts, pero Dumbledore me encontró poco después de salir de la estatua de la bruja tuerta —le susurra y el odio de Atria por el anciano crece aun más si es que eso era posible.
Atria decide que no se va a separar de Fred ni siquiera cuando Moody dice que es la hora de ir a hablar con los Dursley para hacerles entender algunas cosas, como que no pueden tratar mal a Harry. La mejor parte de todo eran las miradas de Petunia hacia Tonks, probablemente por el pelo rosa que llevaba la chica y la camiseta de Las Brujas de Macbeth junto a los vaqueros rotos. Y eso que Tonks iba vestida como una completa muggle, Moody era el que más destacaba a pesar de estar escondido bajo su túnica.
— Nos mantendremos en contacto, Harry —dice Remus mientras que le estrecha la mano y Atria pone los ojos en blanco. Sí, seguro, como el resto de años. Aunque este, si no le veía hasta finales de agosto, tampoco iba a pasar absolutamente nada, al menos es lo que estaba pensando en esos momentos—. Cuídate.
— Sí, cuídate, porque nadie irá a por ti al menos hasta agosto —Atria ni siquiera lo piensa antes de hablar y lo suelta sin más. Las reacciones son divertidas, desde Remus que pone los ojos en blanco, Ron que niega, Hermione que ahoga un grito y Petunia, que se agarra a Duddley porque parece que se marea ante la idea de tener a Harry en casa hasta agosto. Y, bueno, luego está la de Vernon.
— ¿Agosto? —su cara se empieza a poner más roja de lo normal, igual que cuando todo el grupo había ido hacia ellos.
— Sí, agosto, el mes que viene después de julio—le contesta Atria y nota como Fred se ríe a su lado—. Y si no sabes que es julio, es el mes que empezamos pasado mañana, el que va después de junio.
— Atria, deja a tu tío —Molly no duda en regañarla y ahora es Atria quien pone los ojos en blanco.
— Ese no es mi tío, mi tía es ella —le contesta y ahora es Petunia la que se pone roja y mira a todos los lados para ver si alguien ha oído lo que ha dicho Atria.
— Nos vemos pronto, Harry —Ron se apresura a meterse en la conversación, viendo como su madre está lista para volver a regañar a Atria.
— Sí, te lo prometemos —añade Hermione y es lo que parece hacer andar a los Dursley.
Harry se queda atrás unos segundos, mirando a todo el grupo, sin decir nada. No había palabras suficientes en el mundo para agradecerles lo que significaban para él y por eso se queda callado, pero sonríe. Levanta la mano en señal de despedida una última vez antes de irse con los muggles, empujando su carrito por la estación y todos se quedan mirando como se va.
— Bueno, me tengo que ir con mis padres —murmura Hermione, pero no parece querer irse.
— Te escribiré para que vengas a casa —le dice Ron y entonces es cuando la cara de ella se ilumina un poco. Asiente rápidamente y, para sorpresa de todos, abraza a Ron antes de irse corriendo con sus padres.
— Que callado te lo tenías, Ronnie —le dice George mientras que Fred empieza a sonreír de forma maliciosa.
— ¿Habéis decidido no mantenerlo oculto como el año pasado en Grimmauld Place? De nada por todos los hechizos silenciadores, por cierto, sin nosotros ya os hubieran pillado.
— ¿Cómo que hechizos silenciadores? —Atria no puede evitar reírse al ver como las orejas de Ron empiezan a ponerse más y más rojas, al igual que la señora Weasley está empezando a indignarse ante la falta de respeto de su hijo—. ¡Nada de Hermione en tu habitación! ¡Hechizos silenciadores! ¡En cuanto lleguemos a casa vamos a hablar contigo seriamente!
— ¡Mamá, están mintiendo, mírales! —se queja Ron, señalando a los gemelos, que ponen una cara seria que nadie se cree—. ¡Hermione y yo no hemos hecho nada! ¡Fred y Atria son los que tendrían que preocuparte ahora que él tiene piso!
— Tienen una habitación donde ella dormirá solo en las ocasiones en las que sea demasiado peligroso volver a La Madriguera.
La risa de Atria se corta de golpe y mira a Molly como si no se creyera lo que está oyendo. Así que mira a Remus para que niegue lo que acaba de oír, pero en cuanto él nota la mirada de la chica, decide que las columnas de la estación son mucho más interesantes.
— ¿Cómo que La Madriguera? —pregunta y cuando nadie responde empieza a enfadarse. Deja de estar pegada a Fred, aleja su brazo de la cintura, pero le busca la mano a cambio, intentando que eso la quite el enfado. Pero no funciona—. ¡Yo no voy a ir a La Madriguera!
— No es el lugar para discutir esto, Potter, nos tenemos que ir —dice Moody, pero Atria empieza a negar—. ¡Potter, no seas tonta!
— ¡Qué yo me voy con Remus!
— Te vas con Molly y Arthur, Atria —dice entonces Remus, volviéndola a mirar. Atria diría que nunca le ha visto tan serio, pero en realidad sí. Cuando le contó que Sirius era un asesino, cuando le dio el recorte de periódico—. Y no vas a salir de la casa sin protección.
— ¿Sin protección? ¿Pero quién demonios os pensáis que soy? ¡No tengo importancia!
— Eres la hermana de Potter, saben que le importas, eres uno de los objetivos para hacerle daño —responde Moody y Atria niega. No es real lo que están diciendo—. Si quieres salir tienes que contar con la autorización de Tonks. Y ella tendrá que tener la mía para sacarte de La Madriguera.
— ¡No es justo! ¡Soy perfectamente capaz de cuidar de mi misma, no podéis encerrarme otra vez en una casa!
— Atria, cariño, lo hacemos por tu b...
— ¡Si lo hicieráis por mi bien no me dejaríais en La Madriguera! —chilla ella, llamando la atención de los muggles que pasan alrededor de ellos.
— Nosotros podemos protegerla —dice George, decidiendo intervenir mientras que Fred tira de Atria hacia él.
— Lo solucionaremos, ¿vale? No vas a volver a estar encerrada en una casa todo el verano —le susurra al oído y ella asiente a la vez que se agarra más fuerte a su chaqueta—. El apartamento es seguro, ya lo sabéis.
— Está en mitad del Callejón Diagon —dice Moody y tanto Fred como George asienten.
— Por eso lo hace más seguro, está siempre lleno de gente.
— Durante la última guerra el Callejón era uno de los lugares menos seguros de todo el mundo mágico —responde Arthur, y los gemelos le miran—. Atria se viene a casa, allí estará bien, puede jugar al Quidditch y podéis ir a verla cuando queráis.
— Quiero ir con Remus —murmura Atria, todavía escondida en el pecho de Fred y él suspira.
— ¿Por qué no puede estar en La Cueva? Siempre que esté allí estaremos con ella.
— No podéis hacer eso, tenéis la tienda —ella levanta la cabeza de su pecho y le mira, pero él niega.
— Nos podemos apañar con la tienda.
— ¡Yo puedo estar con ella siempre que no tenga turnos o algo de la Ord...!
— ¡Aquí no! —y Moody corta de golpe el entusiasmo de Tonks, que parecía que tenía un plan—. Nos vamos a La Madriguera. Y tú te quedarás allí, Potter.
— Ya veremos —responde ella.
Cuando salen de la estación tienen que ir empujando el carrito que lleva los baúles de Ron, Ginny —los pobres no sabían ni que decir ante todo el drama que acababan de presenciar— y Atria mientras que tratan de disimular que son un grupo demasiado extraño. Mientras que Molly se adelanta con Ginny, Arthur lo hace con Ron y ambos van en direcciones contrarias. Remus es quien se queda empujando el carrito junto a George, que se mueve rápidamente para llegar hasta su lado. Moody no tarda en esconderse en uno de los callejones y Atria se queda con Fred a un lado y Tonks al otro.
— Te prometo que vamos a solucionar esto, Atria, estoy convencida de que podemos hacer algo para que no tengas que estar todo el verano en La Madriguera —dice Tonks, guiñandola un ojo y Atria hace una mueca que parece una sonrisa.
— Gracias —le responde y la auror vuelve a sonreír.
— ¡Venga, vamos! Nuestro callejón está un poco más alejado del resto, tienen que creer que te llevamos al mundo muggle si hay alguien vigilando.
Las ganas de conversación que tiene Tonks acaban siendo contagiosas y pronto están hablando de todas las cosas muggles que se encuentran por el camino o cosas como la comida. Entonces es cuando Fred habla de la pizza que pide Atria en La Cueva y a Tonks se le empieza a hacer al boca agua.
— No te preocupes, te invitaremos a comer pizza —le dice Atrial—. Eso si conseguimos que pueda estar en La Cueva, ya hemos intentado pedir pizza en La Madriguera, pero no son capaces ni de acercarse al pueblo de al lado.
— Ahora sí que tengo que conseguir que mi plan funcione —bromea Tonks cuando llegan por fin a su callejón—. Vale, nos sobran cinco minutos hasta que tengamos que desaparecernos. Creo que voy a ver el escaparate de esa tienda, ahora vengo, no os mováis de aquí.
— Sé el plan, Tonks —le responde Fred y Atria le mira fijamente—. ¿Qué?
— ¿Tenéis un plan?
— Claro, ahora mismo eres una de las personas más importantes para la Orden, necesitas casi más protección que Harry según Dumbledore —responde Fred, como si nada y Atria no lo entiende.
— ¿Más que Harry? ¿Más que la persona a la que quieren muerta? Pienso matar a ese viejo loco con mis propias manos, le pienso descuartizar y utilizar su cuerpo para hacer hamburguesas que le daré de comer a Marietta y a McLaggen y a...
— ¿McLaggen te ha hecho algo? —Fred la frena de golpe y ella solo se ríe.
— No, solo me sigue cayendo mal, nada nuevo —dice y luego sonríe maliciosamente—. ¿Crees que si le mando una hamburguesa a Umbridge se la comería?
— Lo que creo es que Tonks nos ha dado cinco minutos para estar a solas y estamos hablando de descuartizar a Dumbledore y hacer hamburguesas con su cuerpo para dárselas de comer a Umbridge —responde rápidamente. No es que no quiera seguir esa conversación, es que prefiere dedicar el poco tiempo que van a tener a solas en los próximos días a otra cosa. Aunque, la verdad, tampoco es que le guste hablar sobre descuartizar gente—. Y la verdad es que preferiría estar haciendo otra cosa.
— ¿Sacarme de aquí para evitar que me vuelvan a encerrar un verano entero más?
— También, pero no puedo hacer eso porque mamá me mataría, así que voy a hacer lo segundo que quiero.
Es un beso suave, es realmente suave para las ganas que tiene de besarla. Pero se esfuerza en recordar que están en mitad de un callejón muggle que deja mucho que desear y que tampoco puede bajar la guardia porque nunca saben lo que les espera según Moody. Si por él fuera ya se hubieran desaparecido hasta el apartamento y estarían los dos solos. Probablemente en la cama.
No, seguramente en la cama, lo confirma cuando Atria mueve la mano hasta su mejilla mientras que la besa.
— Así que lo segundo que querías era besarme —susurra Atria en su oído y los escalofríos le recorren todo el cuerpo. .
— Espero que tengas claro que lo primero que quiero hacer es secuestrarte para luego poder besarte tranquilamente —responde él, volviendose a inclinar para besarla.
— ¡Uy, perdón! Es que los cinco minutos ya han pasado y ya sabéis como se pone Ojoloco si no cumplimos los tiempos.
Ambos sabían perfectamente que les iban a acabar interrumpiendo porque siempre pasaba. Así que solo suspiran y miran a Tonks, que mira a las nubes como si nada. Sólo querían cinco minutos sin interrupciones antes de que todo fuera complemente imposible.
— ¿Alguna nube interesante? —pregunta Atria y Tonks asiente.
— Juraría que esa tiene forma de serpiente.
—La forma de serpiente es demasiado fácil de ver en las nubes, eso no es interesante —comenta Fred, pero Tonks señala al cielo—. A mi me parece un gusano.
— Yo digo que es una larva.
— ¿Una larva? ¿Dónde ves una larva? —Tonks vuelve a mirar al cielo, totalmente concentrada en la nube que señala Atria y luego niega—. No tenéis ni idea de observación de nubes, aunque al menos sois mejores que Charlie.
— Déjame adivinar, todo eran dragones o huevos de dragón —dice Fred y Tonks se ríe.
— Por supuesto, ¿qué otra cosa podría ver Charlie? —Tonks mira el reloj que lleva en la muñeca y hace una mueca con la que Atria sabe que van tarde—. Bueno, vamos yendo, Ojoloco nos va a matar, la verdad.
La sensación de la desaparición conjunta no tarda en llegar y Atria cierra los ojos con fuerza. Prefiere la desaparición conjunta antes que hacerla ella, claro, pero no termina de agradarle la sensación. Donde esté la red flu que se quite la desaparición, prefiere mil veces estar llena de polvo antes que perder una uña cada vez que se desparece. Todavía no tiene muy claro como lo va a hacer para aprobar el examen, pero se preocupara por ello cuando llegue el día.
— Llegáis tarde —gruñe Moody en cuanto aparecen en el jardín de La Madriguera—. Vamos, dentro de la casa.
A ninguno parece hacerle mucha gracia haber tenido que esperar, aunque sin duda alguna los que más molestos están son Ron y Ginny, que ni siquiera están en el salón, pero con los golpes que da cada uno en su habitación Atria tiene claro que están molestos. Bastante molestos.
— Son asuntos de la Orden y Atria es demasiado pequeña —está diciendo Molly cuando entran y Atria mira a Remus, que suspira.
— Quiero que lo escuche —responde y eso molesta a Molly.
— Y yo quiero protegerla.
— No necesito que me protejas, Molly, puedo sola. Ya me he enfrentado a mortifagos. Y dejé a uno desmemorizado —dice ella, sonriendo y Moody la mira fijamente.
— ¿Tú eres la que dejó a Dolohov así, Potter? —ella asiente y parece que al auror le gusta lo que ha hecho porque se ríe—. Tienes potencial, ¿has pensado en unirte a los aurores?
— Quiero jugar al quidditch, lo siento.
— El quidditch no es para siempre.
— Después haré como mi abuelo y crearé pociones que luego venderé, ya tengo el apellido Potter, eso hará que confíen en mi —lo tiene todo pensado y Remus niega, pero también sonríe. No puede dejarla todo el verano en La Madriguera, ¿verdad?
— Está bien, pero quiero saber como arreglar a Dolohov, desmemorizado no nos sirve para nada.
— Ah, pues no tengo ni idea de como se le arregla, se supone que te devuelve los recuerdos de la infancia, pero te lo adelanto, no lo hace, solo te elimina los recuerdos de los últimos dos o tres meses, lo cual es bastante incómodo. ¿Qué es lo que sabe? —necesita su baúl, allí está su cuaderno y con él podrá tomar apuntes y averiguar qué es exactamente lo que ha hecho. Aunque también necesitaría hacer pruebas, claro, pero eso estaba descartado, no podía arriesgarse más—. ¿Y mi baúl?
— En la habitación de Fred y George, te quedarás allí —responde Molly y ve como las caras tanto de Atria como de Fred se iluminan—. Vosotros dos os iréis a vuestro apartamento.
— ¡Mamá!
— Ni mamá, ni nada, bajo mi techo no váis a dormir en la misma cama —les responde, amenazandolos con el dedo—. Y me da igual que ya lo hayáis hecho, no va a pasar más.
— Bueno, Molly, lo harán igualmente por mucho que se lo prohibas —Remus intenta mediar, ignorando la mirada que le lanza Molly en cuanto abre la boca—. Así que quizá deberíamos escuchar lo que sugiere Tonks y actuar en consecuencia, ¿no creéis?
— No, Potter se queda aquí como Dumbledore ha decidido.
— ¡Pero Ojoloco, sabes que estará igual de protegida en La Cueva cuando esté Remus! —responde Tonks—. Cuando él tenga que estar en alguna misión viene aquí y ya está.
— O se viene con nosotros —sugiere Fred, pero en esa incluso Tonks niega.
— No podemos garantizar la seguridad del Callejón Diagon, tenemos que tener vuestro apartamento como último recurso. Yo misma iré a poner los hechizos para protegerlo por si acaso.
— Están puestos —gruñe Moody, como si fuera algo obvio—. ¿Por qué debería hacerte caso? Dumbledore nos ha dejado unas instrucciones muy claras.
— Porque tiene dieciséis años, ya ha pasado un verano entero encerrada y acaba de perder a Sirius. No tiene que estar con Molly, tiene que estar con Remus —insiste Tonks y ninguno se da cuenta de las miradas frugaces que lanza hacia el hombre lobo.
— Está bien —acaba diciendo Moody después de unos segundos—. Pero tiene que aceptar Lupin.
Son unos segundos donde Remus parece que se lo piensa. Entonces mira a Atria, el como sigue sin soltar a Fred a pesar de todo lo que ha pasado y acaba asintiendo, logrando que por fin ella se aleje de él para ir a abrazarle.
— Gracias, gracias, gracias —le susurra—. Eres el mejor, Moony.
— En cuanto tenga una misión te vienes para La Madriguera —le advierte y ella asiente rápidamente—. Y nada de lunas llenas conmigo.
— Eso no es negociable, voy a estar.
— No vas a estar porque no podemos garantizar tu seguridad en esos momentos.
— Voy a estar —insiste ella y es cuando los gemelos dan un paso hacia delante.
— Si empezamos este mes quizá podemos ser animagos antes de que acabe el año —dice George y Molly se levanta de la mesa rápidamente.
— Así Atria no tendría que preocuparse por dejarte solo mientras que está en Hogwarts —añade Fred rápidamente, viendo como su madre ya se está preparando para regañarles.
— ¡Ni se os ocurra convertiros en animagos vosotros dos también! —les grita, aunque esa vez, Arthur también se levanta.
— Chicos, esa es una gran decisión, no podéis tomarla a la ligera —les dice, siendo algo más suave, aunque está totalmente de acuerdo con Molly. No pueden convertirse en animagos, no cuando tantas cosas pueden salir mal, no cuando el objetivo de ello es enfrentarse a un hombre lobo.
— No es algo que acabemos de pensar —admite Fred, mirando de reojo a Atria. No, claro que no lo acaba de pensar, la idea ha estado ahí, probablemente gracias a Ginny fue como se dio cuenta de que no era tan descabellado pensarlo.
— ¡No os váis a convertir en animagos y es lo último que vamos a hablar del tema! —grita Molly, pero eso no parece asustar a los gemelos.
— ¡No puedes prohibirnos todo lo que no te guste!
— Somos mayores de edad, mamá —dice George, intentando ser más diplomático que Fred.
— ¿Y si yo me niego a que estéis conmigo? —Remus decide que es momento de intervenir. Sabe de lo que son capaces, claro que lo sabe, al igual que sabe que Atria les ayudaría si fuera necesario—. He estado más tiempo solo que acompañado, nadie tenía que haberse convertido en animago ilegal por mi.
— Sí, porque no te lo mereces, porque eres un horrible monstruo y bla, bla, bla—dice Atria, poniendo los ojos en blanco—. Mira, si quieren hacerlo, que lo hagan, pero dos urracas no van a hacer nada.
— ¿Cómo que urracas? ¡Tú no eres un armiño! —dice Fred, cruzándose de brazos.
—Ya, porque el patronus cambia de acuerdo a tus sentimientos y todo eso, estoy totalmente convencida de que mi patronus era una loba y hubiera sido una loba de no haber hablado con Harry —sí, que Harry le hubiera dicho todo aquello sobre Fred había ayudado bastante a que el patronus saliera, pero probablemente también lo había cambiado—. Tú tienes una urraca.
— Quizá la urraca es porque la persiguen los armiños. Además, también puedo estar condicionado, ¿no es eso lo que estás diciendo? —no lo dice en voz alta, pero Atria entiende a que se refiere. Vale que le había dicho que le quería, pero dudaba mucho que hubiera condicionado nada.
— ¿Y la urraca de George? ¿Cómo la explicas? —Fred abre la boca, pero la cierra rápidamente y Atria sonríe—. Sois urracas, estoy convencida. Así que si queréis ser animagos adelante, pero no os vais a meter en el sótano conmigo. Tenéis más posibilidades de acabar muertos que de ayudar.
— ¿Entonces yo puedo hacerlo? Mi patronus es un caballo —la cabeza de Ginny asoma por las escaleras y Molly se acerca hasta ella para arrancarle de un tirón las orejas extensibles que llevaba en la mano. Ginny ni siquiera se inmuta ante eso, viendo como Fred asiente de forma casi imperceptible cuando le mira. Le darán otras, siempre lo hacen.
— ¡Nadie se va a convertir en animago en esta casa! ¡Y se acabó la conversación, vamos a cenar! ¡A poner la mesa, vamos,llama ahora mismo a Ron!
Pero no hace falta llamar a Ron porque él también baja automáticamente.
— Yo también podría convertirme en animago, mi patronus será un perro pequeño, pero es mejor que una urraca —Ron no tarda en moverse detrás de los gemelos al ver la cara de Molly—. Y estoy seguro de que Harry también lo haría, seguro que él es un ciervo y Remus ya tuvo a otro ciervo antes, ¿no?
— ¿Ves, mamá? Es mejor si solo lo hacemos nosotros dos.
Fred vuelve a insistir y Atria solo le mira fijamente. Mira a los cuatro y luego niega.
— No entraréis al sótano.
Y con eso se gira para ir a la cocina a coger un mantel. No mira a nadie mientras que lo pone sobre la mesa, tampoco cuando vuelve a ir a por los cubiertos. Saluda de forma distante a Charlie cuando llega y también a Bill cuando llega con Fleur.
— Espera, ¿qué? ¿Fleur Delacourt? —dice, mirando fijamente a Bill y cuando él asiente Atria abre los ojos de par en par—. ¡Bill!
— ¿No te lo han contado los gemelos? —pregunta, mirando a Fred y a George, que niegan. Le habían contado sobre las clases de lengua el verano anterior, pero ninguna novedad más sobre el tema—. Bueno, no importa, tenemos algo más que decir.
— ¿El qué?
— Ahora durante el postre, no te preocupes.
La cena se hace eterna todo por el gran secreto que guarda Bill, aunque hay algunas cosas que la hacen bastante amena, como Ron poniéndose en ridículo cada dos por tres o Ginny poniendo los ojos en blanco cada vez que eso pasa. Tonks también ayuda a que todo sea más entretenido y, combinado con las bromas de los gemelos, cuando se quieren dar cuenta, los trece están en el postre.
— Bueno, no quiero postre, Molly, muchas gracias por la cena —dice Moody, poniendose en pie rápidamente y luego mira a Tonks—. No te separes de la niña Potter si sale de casa.
— Ya lo sé, Ojoloco —responde ella, poniendo los ojos en blanco—. Atria me avisará cuando salga, ¿verdad?
— Por supuesto —que no, pero eso no lo tiene que saber Tonks, claro, pero Atria asiente y se pone realmente seria.
— Bien. Nos vemos mañana en la oficina, Arthur.
— Claro, Alastor, nos vemos mañana —responde él y luego se gira para mirar a Bill—. ¿Qué era lo que tenías que contarnos?
— Eso, a ver si voy a haber venido de Rumanía para nada —añade Charlie.
Bill se pone de pie y luego le tiende una mano a Fleur, que no duda en coger mientras que sonríe de oreja a oreja.
— Me alegra mucho que hayas venido, Charlie, porque me gustaría pedirte algo... —hace una pausa que Atria considera demasiado dramática y totalmente innecesaria—. ¿Te gustaría ser mi padrino?
Las palabras tardan en hacer efecto en todos. Charlie padrino de Bill solo puede significar una cosa, pero es tan irreal que ¿cómo va a ser posible? Llevan juntos muy poco tiempo, ¿cómo van a casarse?
— ¡Enhorabuena, pareja! —Tonks es la primera en reaccionar y eso hace que Charlie se ponga a asentir rápidamente.
— ¡Claro que voy a ser tu padrino! —grita, levantándose para ir a abrazar a Bill, que también se ríe—. Menos mal que has elegido casarte con Fleur, si no lo hacías íbamos a tener una conversación muy seria.
— Sabes que no me quiero ir a Rumania, Charlie —dice Fleur, sonriendo—, pero te haré una visita en el refugio de dragones.
— Me vale, ¡bienvenida a la familia, cuñada!
Con la felicitación de Charlie llegan las de los gemelos, Ron, Ginny, Atria y Remus y todos por un momento olvidan que hay dos personas que todavía no han dicho nada. Hasta que de repente Molly se levanta de la mesa.
— Atria, ¿nos vamos ya a casa? —Remus no necesita nada para saber que es una conversación que tienen que mantener en familia y Atria y él no deben estar ahí. Sobre todo porque no quiere escuchar los gritos de Molly.
— ¿Qué? ¿Por qué? ¡Estamos celebrando!
— ¿No tienes nada que coger de Grimmauld Place?
Duele haber dicho eso, pero parece que funciona porque Atria se levanta rápidamente de la silla y se pone a su lado, con Fred siguiéndola casi al instante. Molly parece que también va a decir algo de eso, pero Arthur se levanta también de la mesa y le pone la mano en el hombro a su mujer. Los dos hablan sin palabras unos segundos y, finalmente, Molly vuelve a mirar a Atria y Fred sin decir nada.
— Avisadnos de que llegáis bien a casa —dice Arthur, mirando a Remus, que asiente y entonces Arthur mira a George, Charlie, Ginny y Ron—. ¿Por qué no vais recogiendo la cocina, chicos? Y creo que Remus y Atria necesitan ayuda con el baúl, Tonks.
El salón de los Weasley pasa por un momento de caos absoluto en el que todo el mundo se mueve de un lado a otro excepto los señores Weasley y Bill y Fleur, que siguen en el mismo sitio.
— Nos vemos en unos días, Molly, Arthur —dice Tonks antes de cerrar la puerta de la casa y luego unirse al grupo de Remus, Atria y Fred—. ¿Por qué has dicho que nos íbamos, Remus?
No hace falta que Remus responda porque, de la casa, sale un gran grito:
— ¿CÓMO QUE TE CASAS, WILLIAM?
Sí, no necesitan nada más al oír la voz de la señora Weasley. Los cuatro no tardan en andar hasta los límites de La Madriguera y, ya allí, se lleva la aparición conjunta liderada por Remus. Duele volver a ver el exterior de Grimmauld Place, pero el dolor pasa a segundo plano cuando ve como Atria sale corriendo hacia la casa sin que ninguno de ellos tenga tiempo a reaccionar. Ahora que Sirius está muerto la casa puede ser de Bellatrix y no saben si Kreacher la ha llevado ya allí, por lo que Atria puede estar corriendo hacia su muerte mientras que él, Tonks y Fred no consiguen reaccionar a tiempo.
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Sinceramente lo único que tengo que comentar aquí es que espero que esté clara una cosa sobre cierto personaje y que adoro a Molly gritando a Bill porque se casa. Todavía no tengo claro como voy a cambiar el odio de Hermione y Ginny por Fleur, pero creo que tengo una ligera idea y se me acaba de ocurrir hmmmm. De verdad, no entiendo la necesidad de hacer que la pusieran los motes estúpidos y que la ridículizaran tanto en fin.
No sé qué más decir, solo que tengo sueño y que debería dejar de acostarme a las dos de la mañana entre semana.
Y pequeño spoiler la semana que viene es... Vamos a dejarlo en que es, si, no vaya a ser que diga demasiado je.
Os quiero tres mil ❤️❤️❤️❤️❤️❤️
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