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Capítulo 37: Claro, lo olvidamos

Sabía que a Slytherin nunca entraría porque no tenía la contraseña, pero no le apetecía ir con las chicas porque hacían muchas preguntas. Hufflepuff estaría bien, si se quitaba la parte de que Cedric y Julie también harían muchas preguntas. Así que le quedaba Ravenclaw, pero allí Ciara y Cho también harían muchas preguntas y no tenía ganas de oír los comentarios de Marietta. Otra opción era Hagrid, pero él no le dejaría quedarse e ir con Sirius estaba totalmente descartado porque también la mandaría de vuelta al colegio. ¿Y la Casa de los Gritos? Porque ese sitio sí que sonaba como una buena idea. Y tenía ya la forma necesaria para entrar por el hueco del Sauce Boxeador.

Cuando llega se tumba directamente sobre la cama, intentando evitar pensar en lo que acaba de pasar. Todavía puede oler a la rata de Peter. Bueno, en realidad no la huele, pero Atria prefiere imaginarse que sí mientras destroza el colchón, enfadada. Porque la rata se escapó y Fred la ha besado, no una sino dos veces y le ha gustado y le molesta que nunca dijera nada del baño de prefectos o haberlo besado antes o haber aceptado ir al baile con él. Le molesta que hayan discutido de esa forma y le molesta haber dicho que no cree que Sortilegios vaya a funcionar. Y luego empieza a sentirse mal. Porque Fred está con Angelina y la ha besado y ella le ha correspondido ese beso sin ningún tipo de problema. Y hubiera seguido besándole sin parar si no les hubieran interrumpido.

Cuando consigue dormirse lo hace con un sueño realmente ligero y lo que la despierta es Crookshanks, que debía andar cerca y se aburriría. Pasa su cola varias veces por delante de la nariz de Atria hasta que ella despierta y le gruñe. Pero el gato no se va, así que Atria vuelve a ser humana y le aparta.

- No te recordaba tan pesado, ¿sabes Peludito? Normalmente huías de mí y de Harry -y Crookshanks maúlla en respuesta a su antiguo nombre y probablemente como queja por todo lo que le habían hecho pasar cuando eran pequeños. Atria sonríe y le acaricia, recordando la todas las veces que había hecho eso junto a Harry. Y la cantidad de veces que el pequeño le tiró de la cola para evitar que se fuera y poder seguir acariciandole-. Anda, vamos, ¿te llevo a desayunar?

No quiere ir realmente al Gran Comedor, pero tiene que saber si, por culpa de la estúpida de Rita Skeeter, siguen llegando cartas. Y como haya solo una se enterará. Sobre Fred... bueno, ya verá que hace, sí. Quizá debería enfrentarle para que se diera cuenta de que estaba mal que la besase mientras estaba con Angelina. Sí, eso sonaba bien, podría molestarse porque él estaba con Angelina y la había besado.

Llega con esa idea al Gran Comedor, pero la olvida en cuanto oye los gritos de un vociferador dirigido hacia Hermione. Bueno, ella pensaba en enviar cartas hasta sepultarla, pero enviar a Rita Skeeter vociferadores diarios con sus mejores insultos sonaba mucho mejor porque los tendría que escuchar sí o sí. Quizá podía poner un montón de insultos o solo un montón de cosas totalmente irrelevantes de las que pudiera hablar durante horas y horas.

- Así que es un triángulo amoroso entre Harry, Krum y tú, eso no me lo esperaba de ti, Hermione Granger-le dice, sentándose a su lado durante el desayuno mientras que el vociferador sigue gritando y Hermione se tapa la cara con las manos, bastante avergonzada-. Por cierto, ¿Crookshanks no debería estar en la torre de Gryffindor?

- Hace siempre lo que quiere, le he dicho mil veces que no salga de allí -Hermione se quita las manos de la cara cuando termina el vociferador luego sonríe cuando nota a su gato pasando entre sus tobillos-. ¿Dónde le has encontrado?

- En la Casa de los Gritos -Atria lo dice como si nada y empieza a prepararse unas tostadas mientras que su hermano y sus amigos empiezan a mirarse entre ellos-. ¿Y si la rehabilito? Quizá puedo preparar mis experimentos allí, creo que es más seguro que mi habitación y así le puedo intentar quitar todos los recuerdos de lo que Remus y Sirius hacían allí dentro.

Finge que está despreocupada. Que no le pasa absolutamente nada y que es una conversación totalmente normal. Finge que quiere rehabilitar la Casa de los Gritos para que la profesora McGonagall no la pille con sus experimentos de nuevo y, al final, parece que se lo tragan. Hubiera estado bien mantener el teatro otro rato más, pero en cuanto ve aparecer a sus amigas, a Lee y a los gemelos en el Gran Comedor, Atria se tira encima la taza de café que estaba bebiendo y luego sale corriendo, gritando que quema mucho. La idea, desde luego, no era no llamar la atención, si no tener la excusa perfecta para salir corriendo.

Quizá no es capaz de enfrentarse a Fred porque la ha besado dos veces y ella le respondió una.

Por Morgana, que de verdad había besado a Fred.

¿Y cómo iba a mirarle ahora a la cara? ¿Qué se supone que tenía que hacer? ¿Cómo iba a enviarle ahora la nota para que fuera al aula vacía que estaba cerca del Gran Comedor? ¿Y si no se la mandaba solo a él? No, no podía hacer eso, no estaba bien.

Atria se cambia rápidamente de ropa y entonces empieza a preparar las notas para antes de irse a clase. Los cita a todos a la hora de la comida, prometiéndoles ser rápida para que puedan ir a comer. Y crea copias, muchas copias. Los trozos de pergamino se transforman con un movimiento de varita en aviones que vuelan directamente hacia sus objetivos. Los ha separado en grupos, Cedric y Mara son uno; las chicas de Ravenclaw otro; las de Hufflepuff; las de Slytherin; su hermano, Ron y Hermione, Ginny, Luna y, por último, dos aviones más. Uno para los gemelos, Lee, Angelina y Alicia y otro para Katie y Leah.

Ahora solo tiene que averiguar cómo conseguir el hechizo para hacer vociferadores. Bueno, siempre es una suerte tener a Moody como profesor porque el hombre no parece que le importe mucho que le pregunten cosas así y cualquier profesor hubiera entendido perfectamente lo que Atria quería hacer, pero él no. Al final de la clase lo aborda, le cuenta que necesita el hechizo y el profesor Moody se ríe, pero se lo da encantado. Sobre todo, porque la idea de que una persona que puede causar tanto caos tenga el poder para generar aún más le parece demasiado divertida. Ah, lo que le gustaría al Señor Tenebroso tener a alguien como Atria Potter a su lado, la cantidad de cosas que podría hacer por ellos, la cantidad de daño. Sería la mortifaga perfecta, nadie podría esperar que alguien así estuviera en el otro bando.

- ¡Gracias, profesor Moody! -sí, definitivamente nadie podría esperar que una chica así fuera de los suyos. Y Barty piensa. ¿Qué podría hacer que la chica se cambiara de bando? ¿Quizá la muerte de alguno de sus amigos? ¿La de su hermano? ¿O quizá tenía que ser alguien más cercano a ella como alguno de esos molestos gemelos? Quizá el hombre lobo con el que vivía. A Barty no le importaría acabar con él, había luchado contra Remus Lupin muchos años atrás y quería su venganza, al igual que no le importaría tenerla con el traidor de su amigo. Por culpa de Pettigrew el Señor Tenebroso había perdido todo su poder. Pero pronto volvería, acabaría con Potter de una vez y luego con todos esos asquerosos sangre sucia.

Atria se fue, ajena a los pensamientos del falso profesor Moody. Tenía su plan. Pero primero tenía que sobrevivir a pociones. Diría que no fue mal, pero era una gran mentira. Sabía que había hecho perfectamente la poción que había solicitado Snape, así que no entendía que había fallado. Lo que sí sabía era que el profesor se había acercado a su caldero. Así que estaba claro que él era el culpable. Ya le explotaría algo antes de final de curso para que tuviera que limpiarlo todo. De momento iba a robarle la tiza, solo por molestarle. Y porque la necesitaba y si podía fastidiarle a él robándole la tiza iba a hacerlo.

- ¿Estáis todos? -pregunta cuando llega. Robarle la tiza a Snape la había entretenido, pero ya ha llegado al aula.

- ¿Vas a tardar mucho? Tengo hambre -dice Lee y ella niega, desviando la mirada rápidamente para contar a todo el mundo. Fred está sentado junto a Lee y, en esos momentos, no se atreve a mirarle. ¿Y si se empieza a poner roja? Madre mía, le va a dar algo como todo siga así.

Cuenta rápidamente las cabezas y ve que, en efecto, están todos. Y algunos más confusos que otros, como es el caso de Harry y sus amigos. El resto se esperaban perfectamente un grupo tan raro teniendo en cuenta las ideas de Atria.

- Vale, estamos todos, ¡estupendo!

Comienza a pintar en la pizarra mientras que va hablando. El plan es acosar a Rita Skeeter hasta que pasen dos cosas. Se retracte de lo que ha escrito o bien la denuncie por acoso. Probablemente, si pasa lo segundo, Remus se enfade con ella, pero Rita Skeeter se lo tendrá bien merecido.

- Bien, quiero que penséis la forma más... cruel en la que podéis insultar a alguien o volverle loco, lo que prefiráis -Luna levanta la mano y Atria la mira.

- ¿Por qué quieres recurrir a lo mismo que ella?

- Porque ha llamado zorra a Hermione y se ha metido con mis pociones y nadie que se mete con mis bebés sale bien parado. Por cierto, ¿qué te parece hablarla sobre noticias de animales fantásticos? He oído que no los soporta y con eso podríamos volverla loca -Cedric también levanta la mano y Atria pone los ojos en blanco-. ¿Qué te pasa, Diggory? ¿Tu ética de Hufflepuff te impide acosar a una reportera cabrona? Porque creo que te puedo dar un poco de mi falta de moral.

- ¡Yo no tengo ética de Hufflepuff!

- Eres el Hufflepuff más Hufflepuff que existe, cariño -le dice Cho, causando que todos se echen a reír-. Es imposible ser tan Hufflepuff.

- No soy tan Hufflepuff, yo también puedo carecer de moral como Atria -ninguno le cree, pero le dejan pensar que les ha convencido-. Lo que te iba a decir antes de este ataque tan gratuito es por qué no escribes a Oliver Wood para que la acose a noticias de Quidditch.

- Es verdad, Oliver -susurra Atria, abriendo mucho los ojos. Y pronto está escribiendo en un trozo de papel ante las quejas de todos, que se quieren ir a comer y no quieren seguir con esta reunión improvisada-. ¡Las quejas a Cedric!

- ¡Oye!

Todos empiezan a gritar y a protestar, pero poco importa porque el caos ya está servido. Hasta que Hermione da un grito y se callan, de golpe. Nadie va a negar Hermione da miedo estando enfadada.

- ¿Me vas a ayudar a investigar cómo se ha enterado de tantas cosas? -le pregunta y Atria asiente-. Bien, tengo que hablar primero con el profesor Moody y después te contaré ya que algunos -mira fijamente tanto a Ron como a Harry- no me quieren ayudar. Y supongo que nadie más en esta habitación quiere ayudarme.

- Ya tienes a Atria, ¿para qué quieres más gente? -dice George-. Sinceramente, me da igual como escuche las conversaciones, yo solo quería saber cual era la última locura que se le había ocurrido y colaborar en ella.

- Oye, Atria, ¿sabes quienes hablaron en el artículo? -Alicia, por supuesto, no estaba enterada de lo de Mara, pero las primas O'Brien sí y la fulminan con la mirada.

- Mara es una de ellas -dice, intentando que no parezca para tanto, pero causa el efecto contrario ya que se gana aún más miradas fulminantes y ella se remueve en la silla, incómoda-. ¡Scott interpretó lo que dijo! Creo que el problema está en la otra persona, pero esa sí que no sé quién es. Supongo que hablaría con ella en Hogsmeade, ¿no? Porque tiene prohibida la entrada al castillo...

- La encontraremos y lo pagará, así de sencillo -Fred habla por primera vez delante de Atria y ella asiente, sin ni siquiera mirarle. ¿Pero cómo demonios va a hacerlo si lo único que puede pensar es en lo suaves que son sus labios? -. ¿Queda levantada la reunión?

- Eh... sí, supongo. Mientras que me mandéis vuestros mejores insultos cuanto antes mejor, los grabaré todos en un vociferador y haré copias de sobra. Leah, ¿me ayudas a grabarlos?

- No puedo, lo siento, tengo... ¿deberes?

Su excusa es patética y todos lo notan, incluso Atria. Pero decide dejarla y va preguntando a todos, que se van negando. Los únicos que quedan son los gemelos. ¿Lo están haciendo adrede? De Harry y Ron se lo esperaban porque habían salido corriendo antes de que pudiera preguntarles si quiera, pero ¿Ginny perdiendo la oportunidad de grabar un vociferador? ¿Desde cuándo? Y ni hablar de Ciara, que parecía que no le hacía gracia la idea de perdérselo, pero se había negado después de un codazo por parte de Beth.

- ¿George? -pregunta, esperando que diga que sí, pero él niega con una gran sonrisa-. Sois unos amigos horribles, que lo sepáis.

- Te queda alguien a quien preguntar, ¡a comer todos, vamos!

- Cabrón -murmura, viendo como todos se van y cierran la puerta, dejándola sola con Fred. ¿Qué se supone que tiene que hacer ahora?

Bueno, está sola con él, están en un primer piso y la ventana está abierta. Quizá si se transforma y sale corriendo puede salir de un salto y ahí no ha pasado nada. O quizá lo que tenía que hacer era encararle de una vez.

- ¿Me ayudarás? -le acaba preguntando al final y él asiente. Vale, todo sigue bien, ahora solo tiene que salir de ahí-. ¡Estupendo! En cuanto tenga todo te aviso y...

- Para, ¿vale? Ya me he dado cuenta, Atria, ya sé lo que te pasa.

Fred piensa que de verdad la ha cagado con ella. Que ha metido tanto la pata al besarla que ahora no quiere volver a verle. Y la entiende, claro que lo hace, pero no puede perderla. No otra vez. Mejor que sea una amiga a que le deje de hablar.

- ¿Lo sabes? -susurra Atria y se asusta. Sabe que le gusta. Oh, vaya, le gusta Fred. Le gusta Fred.

Admitirlo le hace entender muchas cosas. Al igual que le había gustado Leah, ahora le gusta Fred. Ese mismo al que casi había besado una vez, el mismo que la había besado la noche anterior. El mismo con el que algo importante había pasado el curso anterior. Ahora estaba segura, había olvidado que Fred le gustaba. ¿Cómo podía haber olvidado eso? Porque si con Leah había sentido mariposas, con Fred sentía elefantes en el estómago y eso era algo que no podía olvidar.

- Sí, lo sé y da igual, ¿vale? Solo lo olvidamos y ya está. Olvidamos todo lo que pasó ayer.

Claro que quería olvidarlo. Está Angelina, que es más mayor que ella, más madura, más guapa, más lista. Es la futura capitana de Quidditch y llevan juntos unos meses, seguramente sigan así mucho tiempo más. Ella es pequeña, estúpida y solo hace tonterías como querer acosar a una reportera porque ha escrito un artículo sobre ella. U olvidar que le gusta solo porque quería tener razón sobre Sirius.

- Claro, lo olvidamos -Atria sonríe, como puede. ¿Así que eso es lo que se siente cuando te parten el corazón? ¿Acaso Fred había sentido eso cuando ella había olvidado todo? No, él no lo habría sentido, ella no podría gustarle y probablemente lo del beso de la noche anterior fue porque pegaba con la discusión. Obviamente había tensión y las series y películas muggles decían cosas de ese estilo, que la tensión se podía aliviar con un beso. Claramente solo había querido dejar la discusión-. ¿Nos vamos a comer? Casi no he desayunado nada.

- Ya he visto que se te había caído el café.

"La he cagado". Eso era lo único en lo que pensaba Fred. "La he cagado al besarla porque no le gusto, nunca lo he hecho soy imbécil".

- Estaba torpe esta mañana -es un intento de bromear, de fingir que todo sigue como antes. Solo necesita una última cosa y ya podrá olvidar todo. Se centrará en acosar a Skeeter y averiguar cómo consigue enterarse de todo. Cumplirá lo que le ha dicho a la profesora McGonagall y, porque no, ayudará a Harry y a Cedric para el Torneo. Solo tiene que preguntar y esperar una repuesta-. ¿Viste a Angie?

- ¿Qué? -sabe que se refiere a su poción, claro que lo sabe y sería fácil negar, decirle que la vio a ella no solo en el centro del Gran Comedor, si no en las caras de todo el mundo. Pero la incomodaría.

- Cuando solté la poción en el Gran Comedor. No tienes que responder, es solo que... -Atria intenta encontrar las palabras correctas. Quizá olvidarle sería la correcta-. Quiero entender cómo funciona, la cree por pura suerte.

- Sí, vi a Angie -murmura, arrepintiéndose al instante. Atria parpadea varias veces, intentando que las lágrimas que quieren salir se vayan. Es estúpido que quiera llorar por eso, es estúpido que se sienta así. Y Fred se da cuenta de que ella parpadea varias veces seguidas-. ¿Estás bien?

- Sí, sí, creo que se me ha metido una pestaña en el ojo, me molesta -la mentira escapa rápidamente y aprovecha para frotarse los ojos. Mucho mejor, las lágrimas ya no van a salir-. Creo que ya la he sacado, menos mal, me estaba haciendo daño.

- Espera, ven aquí.

De verdad que su intención era solamente mirarle los ojos para ver si quedaba alguna pestaña, pero está muy cerca. Y quiere volver a besar a Atria. ¿Y si le dice la verdad? Solo sería decirle te vi a ti, era tan fácil. Tan fácil como volver a besarla ahora. Y Atria respira profundamente, intentando dejar de pensar que, la última vez que la cogió de la cara la besó. ¿Y por qué no lo hacía ella ahora? Porque podría hacerlo y luego decir que lo olvidasen, como había hecho él. Y va a hacerlo. Solo se mueve un poco, lo justo para que sus labios se rocen.

Y no puede.

Así que retrocede.

- Creo que al frotarme los ojos se ha ido -murmura, intentando olvidar ese roce. ¿Cómo podía haber llegado a esto? Amigas antes que chicos, siempre, no podía hacerle eso a Angelina, no otra vez, es una pésima amiga, es horrible y Angelina no se merece a una amiga como ella-. ¿Nos vamos a comer?

- Sí, claro -era idiota. Claro que no le interesaba, claro que ya no lo hacía por eso había salido con Leah y no con él. Solo le queda una cosa por saber, ella le había preguntado primero, ¿no? -. Bueno, ¿y tú que viste mientras que hacías tu experimento?

- Nada, estaba sola en la habitación -Atria abre la puerta de la clase, intentando salir de allí lo antes posible. ¿Por qué tenía que gustarle el novio de una de sus amigas? Y, encima, era el chico con el que llevaba casi toda la vida durmiendo.

- ¿Y no lo has probado? Tuviste que olerla en el Gran Comedor -porque era imposible no haberlo hecho, ella estaba en pleno centro, tuvo que olearla y tuvo que ver a alguien. Y quiere ser él.

- Supongo que vería a Leah, ¿no? ¿Para qué voy a probarlo? -es sencillo mentir. Es tan sencillo mentirle que asusta. Porque no quiere mentirle. Y ahora necesita probar su estúpida poción-. De todos modos, el hechizo que utilicé para expandirlo por todos lados me dejó a mí en el centro así que no olí absolutamente nada.

- ¿Y por qué no la pruebas y vuelves con Leah?

- ¿Por qué tantas preguntas sobre mi vida amorosa?

- Bueno, somos amigos y los amigos se cuentan esas cosas, ¿no? -amigos. Claro que eran amigos.

- Mejores amigos, no lo olvides -quiere tragarse sus palabras. Porque ahora sí que duelen. Mejores amigos es algo que se queda corto y solo le gusta, ¿qué pasaría si se acabase enamorando de Fred? No, no puede dejar que pase eso, no puede. Él está con Angelina, feliz y ella solo es su mejor amiga. Y pensar que hacía unos años esas palabras ni siquiera la molestaban y ahora eran como mil cortes. ¿Podría morir por esos cortes ficticios? No, claramente no, solo estaba siendo dramática, solo le gustaba, no iba a dejar que pasara a mayores y todo estaría bien.

Cambia de tema bruscamente, de nuevo a los vociferadores y a Rita Skeeter y las ideas que tiene. Luna grabará el suyo, con su voz calmada para volver aún más loca a la periodista mientras que ella grabará el resto, poniendo la voz más aguda que pueda para sonar realmente irritante. Va probando voces y Fred la imita, haciendo que los dos rían. Casi es igual que antes cuando llegan al Gran Comedor. Con la diferencia de que no se sientan juntos, como siempre. Y ninguno de sus amigos entiende nada.

Los días empiezan a pasar y Atria sigue con sus planes para los vociferadores, a lo que se le añade algo extra, el cumpleaños de los gemelos. Porque cumplir diecisiete años no es algo que pase todos los días. Y tiene que apañárselas para hacer la mejor fiesta sorpresa que pueda en menos de dos semanas y sin que ellos se enteren. Así que solo tiene una cosa, recurrir a las dos personas que más pueden distraerles, Angelina y Lee. Que, por supuesto, se mostraron encantados de ayudar.

Entre todos consiguieron el regalo perfecto para los gemelos. Quizá para cuando llegase el momento habían encontrado otro lugar mejor, pero era lo que tenían. Había costado muchas cartas y Hedwig empezaba a estar cansada de tener que ir a Londres cada dos por tres -y, encima, cuando terminaron ellos Harry la mando con Percy-, pero merecía la pena. El hombre solo había necesitado un pequeño empujón con forma de saquito de dinero para aceptar que, pronto -Atria pensaba ocupase de eso, aunque le costase su mitad de la fortuna familiar-, tendría alquilado su local en el número 93 del Callejón Diagon. Y esa sería su forma de pedirle perdón a Fred por haber dicho que Sortilegios Weasley no iba a funcionar. Porque claro que iba a funcionar.

Y la mañana del uno de abril todos les despertaron a gritos, con la carta del señor McGee metida dentro de una caja.

- ¡Feliz cumpleaños, chicos!

Habían hablado completamente descoordinados, pero poco les importaba. No cuando les iban a dar la caja. Y todos se pusieron nerviosos cuando lo leyeron.

- Estáis de broma -dice Fred y todos niegan a la vez.

- Sí, es una broma, tiene que serlo, hoy es el día de los inocentes -George tampoco se lo cree y entonces Lee sonríe.

- Nos ha costado que aceptase, no terminaba de creer que fuera a poder alquilar el local en un año -dice, y luego mira a Atria-. Aunque ella ha hecho mucho más que nosotros.

- Claro, le he robado a Hedwig a Harry, claro que he hecho más, ¿sabéis lo que me odia esa lechuza? Creo que Harry ha debido de contarle lo del gnomo porque no es normal lo que me pica cada vez que me acerco a ella -solo tiene que conseguir que se calle. Porque como diga algo de que, durante ese año, ella está pagando un pequeño trozo del alquiler para que el señor McGee no se eche para atrás, lo mata-. Este verano iremos todos a verlo, os encantará, hemos pasado mucho rato mirando los anuncios de El Profeta y estudiando todos los locales.

- Estábamos entre el 93 y el 95, pero conseguimos un mapa del Callejón Diagon -dice Angelina y también lo saca de la caja-. El 93 está mucho mejor situado que el 95, pero ese era un poco más grande.

- ¿De verdad que es real? -preguntan ambos a la vez, siendo todavía incapaces de procesarlo. Tienen un local. Bueno, tendrán un local pronto. En tan solo un año podrán estar allí vendiendo sus productos.

Siguen tardando un rato en poder ser capaces de creérselo, pero cuando lo hacen no pueden parar de abrazar a sus amigos sin parar porque les han dado lo mejor que podían. Ahora ellos también formaban parte de ese pequeño proyecto que había empezado con solo una mirada a un espejo. Había pasado tanto de eso. Y Fred seguía sin haberle contado nada a George, total, ya no tenía sentido porque el espejo no estaba en el colegio. Le gustaría mirarlo ahora, ver que deseaba ahora su corazón. Aunque, en parte, lo sabe. Que la tienda vaya bien y que la azabache que no deja de sonreír le corresponda algún día. Pero es imposible, así que deja de soñar y vuelve a la conversación.

- Bueno, ¿y qué planeáis hacer hoy? ¿Algún pasillo del que nos tengamos que alejar? -les pregunta Lee y ambos sonríen maliciosamente.

- No podemos decir nada.

Hablan a la vez y luego vuelven a sonreír. Tienen la mejor broma de todas, hacerles creer que hay una gran broma de por medio, poner a todo Gryffindor temblando, esperando algo que nunca va a llegar porque no hay nada planeado. Y funciona de lujo. Cuando llega la noche todo el mundo en la torre de Gryffindor tiene los nervios a flor de piel, incluso cuando los gemelos se van a dormir. Todo el mundo sigue con la paranoia incluso cuando pasa una semana y llegan las vacaciones de Pascua, que incluyen unos huevos de chocolate rellenos de caramelo hechos por la señora Weasley. Y Atria juraría que Molly estaba enfadada con ella.

- Creo que se ha creído Corazón de Bruja y está enfadada conmigo -murmura, mirando de nuevo su huevo. Al menos no es tan pequeño como el de Hermione, pero sin duda alguno es mucho más pequeño que todos los años.

- Sí, creo que hay algo que le ha molestado -dice Fred, cogiendo el huevo de George y poniendolo al lado de su huevo. Definitivamente está molesta porque tanto su huevo de Pascua como el de Atria son significativamente más pequeños que el de George.

- Seguramente está enfadada con los dos porque en la revista pone que estuvisteis saliendo -George empieza a comer su huevo como si nada, pero por el rabillo del ojo ve como ambos empiezan a ponerse rojos-. Y ya sabéis como es mamá.

- Pero ya debería saber que solo somos amigos, ¿no? -George no puede evitar dejar de comer su huevo de Pascua para mirar a Atria fijamente, que empieza a comerse el suyo.

- Claro que lo sabe, creo que solo ha malinterpretado las cosas, como ha hecho todo el mundo -George planea matarlos. A ambos. Son idiotas. Los dos. Menos mal que los quiere porque, si no, ya los hubiera tirado al Lago Negro por lo ciegos que estaban.

- De verdad que no puedo más con vosotros, prefiero dar cinco horas seguidas con Snape antes que mantener esta conversación con vosotros.

- Me alegro de que quiera pasar tanto tiempo conmigo, señor Weasley -Atria tiene que contener la risa cuando oye la voz de Snape justo detrás de George-. Le espero, entonces, ya que no quiere mantener esas conversaciones con sus amigos, durante los sábados del mes de mayo. En mi despacho.

Atria y Fred esperan a que Snape esté lo suficientemente lejos para empezar a reírse sin control. Se merece ese castigo, por decirles que no quiere hablar con ellos. George no puede evitar darse un golpe con la mesa y Atria empieza a reírse tanto que se cae del banco en mitad del Gran Comedor. La risa le dura hasta que llega a clase y pronto desaparece. Porque queda solo mayo para los TIMOs y ella no ha empezado a estudiar, la profesora McGonagall empieza a buscarla de verdad para que la ayude en las clases de refuerzo de transformaciones y Neville no deja de buscarla para que le ayude en pociones, a pesar de que como profesora Atria es un desastre, Neville prefiere intentar entenderla a ella que tener clases de refuerzo con Snape. Dedica todos los sábados a grabar vociferadores con Fred, los dos a solas en la habitación del chico y más de una vez se queda embobada mirándole los labios. Y no se da cuenta de que él hace exactamente lo mismo. Ambos fantasean con la idea de más besos, pero ninguno la lleva a cabo. George siempre les encuentra así, embobados con el otro y cada día se desespera más. Aunque no tanto como Harry cuando, a final de mes, se entera de que tenía que enfrentarse a un laberinto con un montón de pruebas.

- Te prometo que te ayudo cuando acabe los TIMOs, de verdad, ahora es cuando entiendo a Angie y a Alicia -porque se había propuesto, por una vez, pasar sus exámenes sin hacer trampas del todo. Tenía claras que asignaturas quería seguir cursando y cuáles no, así que se había centrado en ellas. ¿A quién le importaba Historia de la Magia cuando tenía Encantamientos? Incluso Astronomía era mucho más interesante.

- ¿Pero sabes luchar?

- Claro que sé, y probablemente mejor que tú, Harry, ¿recuerdas quién me ha criado? -parecía que Harry estaba convencido y Atria satisfecha con que, por una vez, le hubiera contado algo, así que le dejó irse con Ron y Hermione sin preguntarle nada más.

Vale que Remus no la había formado en duelos, pero conocía suficientes hechizos como para poder defenderse en uno sin problemas. Además, con las clases del profesor Moody había mejorado bastante. ¿Quién le iba a decir que un auror paranoico iba a ser tan buen profesor? E, irónicamente, los gemelos también resultaban ser buenos profesores para prepararse para los TIMOs ya que se acordaban casi a la perfección del estilo de preguntas que habían caído en su año, así que Atria aprovechaba para atosigarles a preguntas. Y ellos, en venganza, la levantaron la mañana siguiente de su conversación con Harry antes del alba.

- Hacéis que me arrepienta de quedarme a dormir -les gruñe y está a punto de quedarse dormida de nuevo, pero George la sacude.

- Vamos, que sigues teniendo mucho que estudiar, te quedan dos semanas -insiste y al final acaba siendo golpeado por la almohada de Fred.

Sí, no llevaba nada bien eso de haber descubierto sus sentimientos por uno de sus mejores amigos y dormir con él cada dos por tres. Porque encima tenía que fingir que todo estaba bien, lo cual implicaba pegarse a él. Y eso la ponía nerviosa porque su corazón se aceleraba de tal forma que era imposible que Fred no lo notase. Solo había estado así cuando tuvo que invitar a Leah al baile -y con aquel beso después del baile-, ¿qué demonios la pasaba? ¿Por qué no podía comportarse de una forma normal?

- ¿Se puede saber a dónde vamos y por qué queréis que vaya con vosotros? Podíais haber llamado a Lee -dice, para luego bostezar. La verdad es que no entendía para qué la necesitaban a las seis de la mañana en la lechucería.

- Porque el cabeza de chorlito sigue queriendo chantajear a Bagman -le cuenta de camino George y Atria solo asiente. ¿Siguen con eso? -. Tú eres la única que le puede meter algo de sensatez en la cabeza.

- A ver, si yo le entiendo, también me gustaría cobrar lo apostado -George no puede evitar poner los ojos en blanco mientras que Fred la abraza. Mierda, no tenía que haberse puesto de acuerdo con él. Nota como sus mejillas empiezan a llenarse de sangre e intenta tranquilizarse antes de que la suelte. Cada día está peor, ¿qué va a hacer como vaya a más? -. No quiere decir que el chantaje esté bien, Fred.

- ¿Y qué quieres que hagamos? Ya se lo hemos pedido por favor y no nos hace caso -él sigue empeñado en su plan y lo mantienen mientras que van a la lechucería-. Además, te recuerdo que cuando te lo contamos parecías estar de acuerdo con chantajearle.

- Pues lógicamente no podemos chantajearle, eso solo nos traería multitud de problemas -George es quien lleva la carta en la mano, pero por poco tiempo ya que Fred se la quita y luego mira a Atria. Que ya sabe que le está pidiendo un bolígrafo y se lo da.

- Anda, este es rosa -dice Fred, escribiéndose en la palma de la mano una pequeña raya. Los muggles tienen cosas sorprendentes.

- Se lo he comprado a Mara, ahora los tiene de colores -dice ella, encogiéndose de hombros-. Aunque creo que no va a quedar muy serio, tenía que haber traído el rojo para que pareciera sangre e hiciera juego con las amenazas.

- No vamos a amenazarle ni a chantajearle -insiste George, pero Fred niega.

- ¡Lo hemos intentado por las buenas y lo sabes! Tenemos que jugar sucio como él, al Ministerio no le gustará saber lo que hace -Fred va a empezar a escribir, pero de nuevo George es lo suficientemente rápido como para quitarle el bolígrafo.

- Si pones eso por escrito es chantaje, ¿no crees que podrías ser algo más sutil? No sé, para evitar que os metáis en no sé cuántos líos legales -si llega a saber que lo que quería hacer era poner por escrito el chantaje no se lo hubiera dado.

- Mira quien fue a hablar, la que no hace nada ilegal.

Atria va a responder, pero no llega a hacerlo ya que la puerta de la lechucería se abre de golpe y en el umbral aparecen Harry, Ron y Hermione. Ups. Bueno, al menos ellos sabían sus ilegalidades y no era otra persona.

- ¿Qué hacéis aquí? -preguntan Fred y Ron a la vez.

- Enviar una carta -responden Harry y George, también a la vez.

- ¿A estas horas? -y ahora había sido el turno de Hermione y Atria, que no puede evitar reírse.

- Bueno, nosotros no preguntamos si vosotros no preguntáis -responde Fred, sonriendo y con el sobre todavía en la mano. Y lo mueve justamente para que Harry no vea a quien se lo está enviando. Lo que les faltaba era que esos tres se enterasen de que estaban haciendo-. Bueno, no queremos entreteneros.

- ¿Qué estáis haciendo que es ilegal? -Ron no se mueve a pesar de la parodia de reverencia que había hecho Fred-. Atria, ¿en qué andas metida?

- Oh, por favor, como si no supierais qué soy, madre mía, a veces me sorprende que sigáis pasando de curso -tanto Ron como Harry parecen avergonzados de golpe, mientras que Hermione se ríe.

- Bueno, ¿y a quién estáis chantajeando?

Ron sigue a lo suyo y las sonrisas de los gemelos desaparecen. Pues sí que les habían oído parte de la conversación. ¿Acaso habían estado espiándoles?

- No seas tonto, estábamos de broma -dice George, con naturalidad, pero Ron desconfía y sigue preguntando. Hasta que Fred se cansa y le contesta una bordería.

George aprovecha para coger la carta y, antes de que Fred vuelva a intentar cambiarla, la envía.

- Si no quieres acabar como Percy, deja de decirle a la gente lo que tiene que hacer. Hasta luego.

- Ahora os alcanzo -dice Atria, y se queda mirando a Harry. Que aparta la mirada-. ¿Otra vez con secretos? Pensaba que anoche habíamos avanzado.

- ¿Qué estáis tramando?

- Yo nada, ellos no es vuestro problema, Ron -repite, cansada y vuelve a mirar a su hermano. Que sigue sin responder-. Harry, vamos.

- Te lo cuento en otro momento, ¿vale? Tienes los TIMOs, ¿no? Céntrate en ellos -le responde y Atria gruñe. ¿Para qué le había dicho nada?

- Si eso es para Canuto quiero saberlo, ¿entendido?

- Que sí, Atria -oh, parece que le está molestando. Y es mucho más divertido de lo que esperaba, ahora entiende mucho mejor a los gemelos con Percy-. Te están esperando.

- ¡Más te vale contármelo, hermanito!

Le gustaría decir que se fue con Fred y George a no hacer absolutamente nada, pero era mentira. Después del desayuno tuvo que ir a clase porque los profesores empezaban a repasar para los TIMOs. No entendía para qué tenía que estudiar tanto si quería ser jugadora de Quidditch profesional. Y cuando se le acabase la carrera profesional quizá podía dedicarse a entrenar equipos o quizá podría dar clases en el Colegio. No le gustaba la idea de ser profesora, pero sí la idea de robarle a Snape el puesto, ya fuera el de Pociones o el de Defensa Contra las Artes Oscuras. Anda que no rabiaría si le quitaba el de Defensa. Cualquiera diría que su odio hacia él era injustificado, pero nada más lejos de la realidad. Y estaba segura de que Sirius opinaba lo mismo que ella y su padre estaría de acuerdo.

Cuando terminaron los exámenes Atria estaba convencida de que Historia de la Magia estaba más que suspenso, al igual que en Astronomía su nota dependía de si no había confundido a Marte con Venus. O quizá era Júpiter. Ella, desde luego, no tenía claro qué planeta había identificado bien y cual mal, a diferencia de Cassie que tenía muy claro que en Astronomía iba a sacar un extraordinario. En general todas estaban muy satisfechas con el resultado de sus exámenes, así que fue terminar y sentir la libertad. O al menos, un primer indicio de libertad.

Atria consiguió convencer a Cedric para que la acompañase a entrenar con Harry. Tenía ciertos hechizos que pensaba que podían serles útiles a ambos, pero su intento de enseñarlos quedo en eso, intento porque Ron consiguió echar a Cedric del aula de Transformaciones.

- ¡Eres un maleducado, Ron! -le chilla Atria y quiere irse dando un portazo, pero Hermione se lo impide-. ¡Déjame salir ahora mismo u os muerdo a los tres!

- ¡Pero si yo no he hecho nada! -protesta Harry.

- Enséñale los hechizos, aunque si son de tu creación no sé yo si... -Hermione, por supuesto, duda y entonces abre la puerta-. Quizá es mejor que no los conozca, no sabemos qué puede pasar.

- ¿Desconfías de mí? Cuando quieras algo útil como, no sé, crear una ilusión de ti misma, espero que no vengas a pedirme el hechizo, Hermione.

Quiere ofenderse por la desconfianza de su amiga, pero al final acaba cediendo y le enseña a Harry como crear ilusiones. Puede aplicárselas a sí mismo o aplicarlas a una persona en concreto para que vea lo que él quiera, como por ejemplo, un hipogrifo. Y Harry consigue dominar el hechizo en tan solo cinco intentos, así que pronto en el aula de Transformaciones Ron grita al ver la araña que ha aparecido.

- Te lo mereces, casi me quedo sin aprender esto -le responde, y luego se gira para mirar a Atria-. ¿Te disculparías con Cedric por mí?

- Claro, aunque ahora me voy a enseñarle a él el hechizo, quiero que gane Hogwarts a toda costa -dice, dándole un abrazo-. Lo vas a hacer genial, ya verás. ¡Si quieres practicar conmigo en lugar de con ellos avísame!

Y Harry, por primera vez, acepta. Mientras que Hermione y Ron estaban en los exámenes él no tenía que hacerlos así que buscaba a Atria y se dedicaban a repasar todos los hechizos que había practicado ya con Ron y Hermione. Y, mientras, Harry le iba contando todo sobre las cartas de Sirius y sus teorías. Al final, acabó contándole sobre el señor Crouch y Atria no pudo evitar darle una colleja.

- Podía haberle rastreado, ¿sabes? Si me lo hubieras dicho hubiera ido a buscarle y lo hubiera encontrado, los lobos tenemos buen olfato, aunque no tan bueno como los ciervos, por lo visto.

- Se me olvida que eres una loba-murmura Harry, frotándose la cabeza-. Igualmente, no sé si le hubieras encontrado, el profesor Moody dice que no le vio en el mapa.

- ¿Cómo que el profesor Moody no le vio en el mapa? -es verdad, se lo había dado a Moody el muy estúpido, a Atria ya se le había olvidado eso-. Es que de verdad que no me puedo creer que se lo dieras al profesor Moody.

- Bueno, me lo pidió -Harry intenta defenderse, pero ya es tarde y Atria vuelve a darle otra colleja.

- ¡Si ya sabía yo que no quería darte el mapa por algo! -quizá uno de los motivos era que, claramente, Harry era incapaz de cuidar del mapa-. ¡No recuerdo por qué acepté, pero sabía que no tenía que haberlo hecho!

- Eso es lo que pasa cuando juegas con tu memoria, ¿sabes? -Atria solo pone los ojos en blanco y entonces le intenta picar para que sigan practicando.

Van haciendo turnos, Hermione y Ron son los que más entrenan con Harry, pero poco a poco Atria se pone al día y acaba con el mismo dolor de culo que tenía Ron por estar siendo aturdida cada dos por tres. Y luego decidieron probar con los duelos. Eso era mucho más divertido y, además, Harry practicaba hechizos defensivos.

Le gustaría decir que el 24 de junio llegó rápido, pero sería una gran mentira. El tiempo no llegaba lo suficientemente rápido y Atria estaba deseando que llegase para acabar ya. Las cartas de Sirius cada vez eran más preocupantes y su preocupación empezaba a hacer mella en Atria, que empezaba a ver los mismos problemas que Sirius. La conversación con él después de los mundiales parecía realmente lejana, como si no hubieran estado hablando en el salón de su casa sobre la posibilidad de que la cicatriz de Harry y el ataque de los mortifagos fueran hechos relacionados. Ahora tenían a Harry metido en un torneo mortal y no sabían cómo había llegado hasta ahí. La parte más paranoica de Atria, la que probablemente compartiera con Sirius, le decía que Voldemort iba a volver en cualquier momento porque, si juntabas todo lo que había pasado desde el verano, era imposible que fuera casualidad. Solo esperaba equivocarse.

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¿Qué si son dos bobos? Correcto, nada más que decir señorías. En este capítulo todas somos Molly enfadada con ellos y mandando huevos de Pascua pequeños y George desesperado porque esos dos tienen los ojos más cerrados que cuando están dormidos.

Terminamos cuarto libro el domingo y bfewifwekfkjb no digo nada más.

Os quiero mucho y mil gracias por todo ♥♥♥♥♥

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