Capítulo 27: Lustravi universa animo meo pueritia
La victoria de Gryffindor en la copa de quidditch consiguió que Atria y Remus volvieran a hablarse. Remus incluso se disculpó por haber hablado así a Atria y ella no dijo nada, porque sabía que se lo había merecido. Quizá haberle dado el mapa a Harry no había sido buena idea, pero no por Sirius, ni mucho menos, sino porque no sabía cuidar de él. Y así se lo expuso a los gemelos, que solo se encogieron de hombros y dijeron que ya se las apañarían para quitárselo a Remus durante las vacaciones de verano.
Atria se encontraba con energías renovadas y, cuando conseguía encontrar un hueco entre tantos deberes, no tardaba en probar algún hechizo nuevo para ver si podía funcionar. Gracias a Hermione tenía diez nuevos y había conseguido refinar otros cinco con unas palabras que parecía que iban a funcionar bastante mejor que las que tenía elegidas de antes. Solo tenía que probar que tal iba, así que eso era lo que hacía cuando Katie y Leah se quedaban profundamente dormidas.
No salió tan bien como esperaba.
Los últimos recuerdos iban desvaneciendo a cada intento. La copa de quidditch, Oliver y Percy pillados en una de las clases en desuso —eso sí que le agradaba olvidarlo, no necesitaba saber que Oliver tenía unos calzoncillos con quaffles en ellos—, la cita en Hogsmeade con Fred, la pelea con Remus. Todo iba desapareciendo poco a poco y quedaban como si fueran recuerdos de la infancia, recuerdos a los que Atria no podía acceder, pero sabía que habían sucedido porque tenía una ligera noción de ellos. Hermione estaba desesperada al ver lo mal que estaba saliendo todo y entonces Atria le habló de aquel hechizo, el que la había destrozado la memoria de verdad. Probablemente la mezcla de hechizos estaba provocando más fallos de lo normal, y lo notaba porque, había días, que tenía problemas hasta para recordar lo que había hecho en el propio día.
Quizá debería dejar de experimentar.
No iba a dejar de experimentar.
Contaba con su pequeño diario, donde iba apuntando las cosas más reseñables y, cada vez que lo leía, sabía que algo había sucedido. Era una rutina, apuntaba por la noche todo lo importante, por la mañana leía todo por si acaso algo se le había ido. Eso implicaba madrugar para estar lista por las mañanas, pero merecía mucho más la pena a que los gemelos y Remus se enfadaran con ella.
Todo tenía sus consecuencias. En la semana de exámenes Atria no recordaba prácticamente nada de lo aprendido durante el curso, así que dedicaba todas las noches a estudiar todo lo que podía y, gracias al hechizo de ilusión, podía dormir en clase o seguir estudiando, dependiendo como se encontrase. Además, tampoco es que fuera a estudiar todo, historia de la magia era un caso perdido, así que solo tendría que usar el pequeño hechizo para fijar cualquier memoria, en este caso sus apuntes. ¿Qué no estaba bien? Por supuesto. ¿Qué no tenía más opciones? También, no iba a perder el tiempo con ello cuando había muchas más cosas que hacer, muchos más exámenes para los que estudiar. Que, sorprendenetemente, consiguió salvar de una buena forma. No necesitaba grandes notas, solo pasar de curso.
El examen más reseñable de Atria fue, sin duda alguna, el de Remus, que había sido el último. Había preparado para todos unos circuitos, en el que contra más mayor eras, más dificultad tenía. Por eso tenían que aplicar todos los conocimientos adquiridos durante los cuatro años. Atria se encontró sorprendida al ver que su boggart era Harry y, por unos segundos, llegó a pensar que era real, que de verdad la odiaba por haberlo dejado con los muggles. Pero no era real, lo supo cuando le dijo que no quería que fuera su hermana.
Cuando terminó los exámenes respiró hondo y se encerró en la habitación para dormir hasta la hora de la cena. Era el momento perfecto para seguir probando nuevos hechizos, nadie la molestaría porque todos estarían cenando.
Cuando suena la alarma Atria es una nueva persona. Está emocionada y está descansada, así que no tarda en levantarse de la cama y se mete dentro del cuarto de baño, con su libreta. Todo está ahí dentro, así que si algo vuelve a fallar puede recuperarlo de nuevo. Fallan los primeros seis hechizos, dejándola bastante confusa sobre porqué está en el cuarto de baño con un cuaderno en las piernas, pero gracias a la nota que se había dejado a si misma vuelve a recuperarse y se pone delante del espejo. No va a probar más de siete hechizos, Hermione había leído algo sobre el poder del número siete con respecto a la magia —y la profesora Vector siempre lo menciona en Aritmancia— y, si no recuerda mal, cuando perdió la memoria otra vez, la perdió en el séptimo hechizo. No recuerda cuando le pasó en primero, pero Atria apostaría que fue en una séptima prueba.
Atria se levanta del suelo y va hacia el espejo del baño. Baja la mirada hacia su cuaderno y vuelve a leer el hechizo. Le da demasiado respeto probarlo, es el séptimo y tiene dos posibilidades, que funcione o que falle de manera estrepitosa. Quizá tenía que haber hablado más con Hermione y quizá podía haber cogido a alguien como conejillo de indias para probarlo. Aunque ya es demasiado tarde porque va a probarlo igualmente con ella. Solo espera que le ayude a recordar y no olvidar, porque como olvide madame Pomfrey la matará. Luego Remus la revivirá y la volverá a matar. Entonces llegarán los gemelos y harán lo mismo que Remus. Quizá luego lo hace Leah. Puede que incluso Harry le pida ayuda a Hermione para hacerlo.
Vuelve a mirarse en el espejo y sonríe. Tiene que ser positiva, va a funcionar y ya está, no habrá más problemas, será un buen hechizo y solucionará todo, sí. Y si no se da prisa volverán sus amigas y la encontrarán y entonces sí que no podrá hacer el hechizo. La cena debe de estar a punto de terminar, aunque a lo mejor lo ha hecho ya y están subiendo. Atria suspira y levanta la varita, sin apartar la mirada de su reflejo.
— Lustravi universa animo meo pueritia —murmura Atria.
Tiene que cerrar los ojos cuando empieza a recordar. Es todo tan intenso. Duele tanto escuchar las voces de sus padres. Duele tanto recordar su funeral. Atria empieza a llorar sin parar cuando recuerda como Harry y ella rompieron un horrible jarrón que le había regalado Petunia a Lily por Navidad, como llevaron los trozos rotos a su madre, arrastrando las escobas y diciendo perdón. La risa de su madre al verlos así. Recuerda a Sirius cogiendo a Harry, cogiéndola a ella en brazos. Recuerda como Sirius le insistió a Remus para que se la llevara. Recuerda las ruinas de su casa. Recuerda a Peter, como jugaba con él en su forma de rata.
Su forma de rata que era igual que la de Scabbers.
Él había sido quien le había dicho de ir a buscar caramelos. Recuerda el encantamiento Fiddelio, como miraba cuando lo realizaban y nombraban a Peter guardián de los secretos, no a Sirius. Estaban todos equivocados y ella lo había sabido todo este tiempo, ahora tenía pruebas, estaban sus recuerdos, lo había vivido, podría salvar a Sirius.
Atria sale corriendo del cuarto de baño, atropellando a Leah por el camino y se disculpa a gritos antes de salir por el retrato tirando al pobre Neville al suelo. Vuelve a disculparse con otro grito, pero no se para a ayudarle, solo sigue corriendo por el castillo hasta el despacho de Remus.
— ¡Remus! —chilla a mitad del pasillo, esperando que su padrino la oiga y salga del despacho. Tienen que hablar con Dumbledore, tienen que poder hacer algo. Todo está en su cabeza, tienen las pruebas que necesitan, Sirius va a ser libre—. ¡Remus!
Entra al despacho corriendo, esperando encontrarse a su padrino en la silla, corrigiendo deberes, como siempre, pero no hay nadie. Solo un pergamino sobre el escritorio. El mapa. Ve el punto de Remus corriendo por los jardines. Por ahí solo se puede ir hacia el sauce boxeador, donde están los puntos de Harry y Hermione parados tras un seto. No tiene muy claro que hacen allí, pero como no tengan cuidado el sauce boxeador los acabará mandando por los aires.
Vuelve a salir corriendo, dejando el mapa de cualquier forma y trata de llegar hasta Remus, su hermano y su amiga. Porque si Remus ha salido del despacho dejando el mapa del merodeador de esa forma tiene que haber pasado algo importante. Y Ron no estaba con Harry y Hermione. ¿Y si le había pasado algo a él también? Tiene que encontrarlos para poder ayudarles y luego le contará la verdad a Remus sobre Sirius. Después podrían ir a buscar a Sirius, se iría a vivir con ellos porque su nombre estaría limpio y no tendría cargo ninguno porque sabrían la verdad. Era una pena que Crookshanks se hubiera comido a Peter porque entonces tendrían todas las pruebas necesarias para demostrar que Sirius era inocente. Y como era inocente, siendo el padrino de Harry, podrían sacarle de casa de los Dursley y vivirían los cuatro juntos y todo volvería a estar bien. Estarían juntos, como siempre había tenido que ser. No más mentiras para Harry, no más estupideces de Dumbledore.
Cuando llega hasta el árbol allí no hay nadie, así que se han tenido que meter dentro. Es la primera vez que va a entrar por el pasadizo y eso la pone nerviosa porque en cualquier momento puede lanzarla por los aires. Vuelve a salir corriendo en el momento justo, para luego deslizarse por la tierra y entrar en el pequeño agujero. Se sacude los pantalones un poco, pero no para y sigue corriendo por las escaleras, oye gritos, pero no termina de entender qué demonios está pasando. ¿Tan lejos está la Casa de los Gritos?
— ¡Es un hombre lobo! —oye gritar a Hermione justo cuando entra en la sala. Ella, Harry y Ron están a un lado de la sala. Remus y Sirius a la otra. Y Atria sonríe al ver a su padrino y a Sirius porque Remus lo sabe, ya lo ha averiguado, por eso está al lado de Sirius. Se muere de ganas de decirle "te lo dije".
— Hermione, has fallado más de lo normal, lo único que has acertado es que sí, soy un hombre lobo —dice Remus, y se acerca a los tres para intentar curar a Ron, pero ellos retroceden.
— ¡Aléjate de mí, licántropo! —grita Ron y Atria grita, llamando la atención de todos ellos—. ¡Todos estos años nos has estado engañando, nos has metido! ¡Es un licántropo, Atria, aléjate de él!
— ¿Pero tú eres gilipollas o te lo haces, Ron? —le dice Atria, acercándose hasta Remus y tirando de él para atrás—. Claro que sé que es un hombre lobo, imbécil, vivo con él.
— ¿Él es tu padrino? —pregunta Harry, casi susurrando y Atria asiente y luego mira al suelo.
— He querido contártelo muchas veces, pero... este imbécil —dice, señalando a Remus— se pensaba que ibas a enfadarte con él o algo así.
— Atria no hables mal de tu padrino —la regaña Sirius y Atria le mira. Harry contiene la respiración, al igual que lo hacen Ron y Hermione porque Atria está seria como lo estuvo en Navidades, cuando discutió con Harry. Y de pronto sonríe y corre hacia Sirius para abrazarlo, saltando hacia él.
— ¡Atria! —la llama Hermione, pero ella la ignora.
— ¿Qué estás haciendo? ¡Por su culpa nuestros padres están muertos! —grita Harry, que no puede creerse como Sirius abraza a Atria y ella le abraza a él. La ha cogido en brazos y su hermana no para de reír y chillar cosas de las que entiende más bien poco.
— ¡Sabía que no podías haber sido tú, lo llevo sabiendo desde siempre! —dice ella, riendo. Sirius la coge igual que cuando era pequeña—. Remus no me creía, pero sabía que no habías sido tú.
— Siempre fuiste la más lista —le dice Sirius, dejándola en el suelo por fin.
— ¿Cómo lo has sabido, Atria? —le pregunta y ella le mira y sonríe un poco. Remus ya sabe lo que va a decir y va hacia ella para darla una colleja.
— ¡Oye!
— No, Atria Lilian, no puedes hacer eso —la regaña y ella se cruza de brazos.
— Pues mi memoria es lo que va a salvar a Sirius, listo. Estaba allí cuando se hizo el encantamiento Fiddelio, sé que pasó —le dice a Remus y él la mira—. Mi hechizo ha funcionado, Remus, los recuerdo, a los dos. Recuerdo sus risas y recuerdo sus voces y... el... el...
A Atria se le llenan los ojos de lágrimas y su padrino la abraza. Atria escucha pacientemente como Hermione explica que lleva sabiendo desde que hizo el trabajo para el profesor Snape que Remus era un hombre lobo, pero que no había dicho nada por guardar el secreto de Remus y porque no sabía si Atria lo sabía. Luego Harry grita que Remus ha estado ayudando a Sirius todo este tiempo y Atria pone los ojos en blanco cuando le dice que ella también es una traidora. Como si ella fuera a ayudar a un criminal. Tiene malas ideas en general, pero nunca se pondría del lado oscuro y eso es algo que Harry debería tener ya bien claro.
— Nunca he ayudado a Sirius y Atria tampoco, mirad —dice Remus y separa las varitas de Harry, Ron y Hermione del montón que tiene en la mano para dárselas de nuevo. Atria no puede evitar sacar su varita de sus pantalones y dejarla en su mano, por si acaso. ¿Y si les daba por intentar aturdirnos? No, no podía dejar que separasen a lo poco que quedaba de su familia—. Vosotros estáis armados, nosotros no, Atria guarda la varita.
— ¿Cómo sabías que la he sacado? —le dice ella, devolviéndola dentro de sus pantalones mientras que Remus ríe.
— Te he criado, te conozco mejor que tú misma.
— Bueno, eso lo dudo, pensaste el verano pasado que Fred y yo...
— ¿Fred? ¿Quién es ese Fred? ¿Cómo que Fred, Atria? ¡Remus, James dijo que no podía tener novio hasta los diecisiete! —dice Sirius, alejándose de Atria para ir a discutir con Remus.
— Lo primero, sois tontos, lo segundo no tengo novio —dice Atria, y luego sonríe—. Ni tampoco novia, la verdad, solo soy una celestina, me está funcionado bastante bien el negocio, ¿lo sabíais? Bueno, todavía no están juntos, pero...
— Atria.
— Perdón, ya me centro —murmura ella ante el regaño de Remus y, cuando ve como la miran Hermione, Harry y Ron sonríe de oreja a oreja.
— Como iba diciendo antes de toda esta charla de Atria sobre con quien puede salir o no y sus habilidades nulas como celestina —continúa Remus— os lo puedo explicar.
— ¿Cómo sabía que estábamos aquí si no lo estaba ayudando? —le pregunta Harry, furioso y luego mira a Atria—. ¿Y tú como lo sabías?
— Por el mapa —dice Remus y Atria empieza a reírse al ver la mirada de Harry. ¿Cómo podían ser hermanos con lo denso que era a veces? —. Estaba en mi despacho, observándolo cuando...
— ¿Sabe utilizarlo? —le interrumpe Harry y Remus asiente.
— ¡Él lo creo, Harry! —le dice Atria, siendo realmente impaciente—. Lunático, él es lunático. ¿Cómo no has podido darte cuenta todavía? Que, por cierto, si no hubierais sido tan paranoicos como para ocultaros a los demás nos hubiéramos ahorrado tres años, ¿sabéis? Le hubiera visto cuando entré en primero y nunca hubiera tocado mi memoria. Así que es culpa vuestra, que lo sepáis.
— Ya haremos más tarde sobre eso de que es culpa nuestra —Remus la fulmina con la mirada, pero Atria solo sonríe. Tiene un poquito de razón, si no hubieran utilizado ese estúpido hechizo para que solo los merodeadores pudieran ver a los merodeadores ella hubiera visto a Peter dormir con Percy muchos años atrás—. No importa, lo importante es que estaba mirando el mapa porque sospechaba que esta tarde ibais a ver a Hagrid antes de que el hipogrifo fuera ejecutado. Estaba en lo cierto, ¿verdad? Supuse que os cubriríais con la vieja capa de vuestro padre, Harry.
— ¿Cómo sabe lo de la capa? ¿Se lo has contado, Atria?
— Yo no le he contado nada, bobo, Remus y papá eran amigos, date cuenta ya, por favor —le dice Atria impaciente. ¿Por qué desconfía de ella? —. Creo que empiezo a entender por qué no estás en Ravenclaw.
— Vi desaparecer a James bajo ella muchísimas veces —dice Remus, que también empieza a impacientarse—. Que la utilicéis no significa que no aparezcáis en el mapa. Os vi salir del castillo e ir a la casa de Hagrid y, veinte minutos más tarde, salisteis, pero no lo hicisteis solos.
— ¿Qué dice? Nadie nos acompañaba —interrumpe Harry, pero Remus le ignora y sigue.
— No podía creerme lo que estaba viendo, el mapa tenía que estar estropeado. ¿Cómo podía estar con vosotros?
— ¡No había nadie! —grita Harry.
— Entonces vi la etiqueta de Sirius Black, que chocaba con vosotros y luego arrastraba al interior del sauce boxeador a dos de vosotros.
— ¡A uno!
— No, Ron, a dos —dice Remus, ignorando el enfado de Ron y Atria se fija. Scabbers está en los brazos de Ron. Peter está en los brazos de Ron. Crookshanks no se lo había comido. Tienen la prueba que necesitan para demostrar la inocencia de Sirius—. ¿Me dejas echarle un vistazo a la rata?
— ¿Qué? ¿Qué tiene que ver Scabbers en todo esto? —pregunta Ron protege a Peter como si su vida dependiera de ello y Atria bufa.
— Todo, Ron, todo tiene que ver —dice Atria y avanza hacia Ron, con la mano extendida—. Déjame cogerla.
— ¿Para qué?
— Tú déjamela y ahora te explicamos todo —le dice y, al final, Ron le da la rata a Atria. Ella la coge con asco y tiene que esforzarse para que se esté quieta. Definitivamente es Peter.
— ¿Qué tiene que ver Scabbers en todo esto? —dice Ron, intentando recuperar a Scabbers de las manos de Atria, pero ella la agarra con fuerza. Va a estrangularlo.
— No es una rata —dice Sirius desde un rincón y Atria se fija que se ha sentado y Crookshanks está con él, tranquilo y relajado.
— ¡Claro que es una rata!
— No, Ron, Scabbers no es una rata —dice Remus—. Es un mago.
— Un animago —corrige Atria.
— Peter Pettigrew —añade Sirius desde su rincón.
El silencio se hace en la sala de los gritos. Cuando vuelven a hablar a la conclusión que han llegado Hermione y Ron es que es absurdo y que están locos. Y Harry cree que Sirius mató a Peter.
— Fue mi intención, pero el pequeño Peter me venció esa noche —explica Sirius, enseñando los dientes amarillos y Atria no entiende por qué no les explican ya las cosas porque deben de pensar que están locos—. ¡Pero me vengaré!
Atria chilla cuando ve como Sirius se lanza contra ellos —porque con las pintas de loco que tiene en esos momentos como para no asustarse— para coger a Scabbers, que se le escapa de las manos, pero Ron consigue cogerla y empieza a arañarle porque se había dado cuenta de que no podía escapar. Remus consigue tranquilizar a Sirius y Atria acaba yendo a su lado para evitar que vuelva a saltar así, asustando a los chicos.
— Me vais a escuchar hasta el final, Ron, pero sujeta bien a Peter —dice Remus en un tono de voz muy bajo.
— ¡No es Peter, es Scabbers! —chilla Ron.
— ¡Es Peter, no Scabbers! —le chilla Atria de vuelta y Harry teme que su hermana se haya vuelto realmente loca después de todo esto. ¿Y si los hechizos de memoria y las explosiones que realizaba la habían dejado loca?
— Hubo testigos que afirmaron ver morir a Peter —dice Harry, intentando no pensar en Atria ahora mismo—. Toda una calle llena de testigos.
— Todo el mundo creyó que Sirius había matado a Peter esa noche.
— Yo no —dice Atria, cruzándose de brazos, pero Remus la ignora.
— Yo también lo pensaba muchas veces. Hasta esta noche, cuando lo he visto en el mapa. El mapa nunca miente, Harry, Peter está vivo y está ahora mismo entre las manos de Ron.
Atria ve como parece que Harry empieza a dudar, pero Hermione le devuelve a la misma línea de pensamiento cuando dice que los animagos tienen que estar registrados. Y que Peter no lo estaba. Atria no puede evitar empezarse a reír al oír como Hermione de verdad cree que todo el mundo se registra. Pensaba que se habría dado cuenta a estas alturas de que no todo el mundo seguía las reglas.
— El Ministerio ignora la presencia de otros tres animagos en Hogwarts —dice Remus y Atria carraspea, así que Remus la mira.
— Cuatro —le dice ella, pero cuando Remus la vuelve a mirar y ella suspira— cuando lo consiga, si es que lo hago algún día.
— ¿Tú también? James estaría tan orgulloso —le susurra Sirius al oído, la abraza y luego mira a Remus—. Si se lo vas a contar hazlo ya, he esperado doce años, no quiero esperar más tiempo.
Atria escucha la historia de Remus, no había sido necesario. Era Remus, independientemente de su licantropía o no, seguía siendo el mismo con el que veía la televisión y el que doblaba sus calcetines. Entonces llega a la parte donde menciona que su padre, Sirius y Peter se hicieron animagos por él y no puede evitar sonreír. Cuando menciona sus apodos lo vuelve a hacer y luego mira al suelo cuando oye que se escapaban por el bosque. Sabía que eran irresponsables, pero Remus nunca le había contado esa parte de la historia. Aunque siendo honestos, también se le había escapado que los tres eran animagos y luego había intentado taparlo con un "yo no fui capaz de conseguirlo, pero les acompañaba cuando querían escaparse del colegio, el sauce boxeador era nuestra guarida secreta". Atria se distrae, perdiéndose en sus pensamientos y desconecta de la conversación. Ni siquiera se da cuenta de que llega el profesor Snape, de que discuten con él. Se da cuenta cuando ya es demasiado tarde y está atada y en el suelo, igual que Remus.
— ¿Pero de dónde ha salido? —se le escapa a Atria y Remus no puede evitar reírse al ver la cara de desconcierto de su ahijada.
Ambos miran desde el suelo la pelea entre Sirius y Snape, que acaba con Harry gritando y el profesor Snape volando por los aires porque no solo Harry le ha hechizado, sino que también lo han hecho Ron y Hermione.
— ¡Bien hecho! —chilla Atria desde el suelo y empieza a arrastrarse hasta Harry, riéndose—. ¿Me ayudas? Me empiezan a apretar las cuerdas, Harry.
— Estás loca —le oye murmurar, pero aun así se agacha para desatarla. Y ella le abraza en cuanto está libre.
— No deberías haberlo hecho, Harry —oye decir a Sirius—, tendrías que habérmelo dejado a mí.
— ¡Hemos agredido a un profesor! ¡Hemos agredido a un profesor! —empieza a decir Hermione y Atria se levanta del suelo para ir con ella—. ¡Nos van a expulsar! ¡Vamos a tener muchos problemas!
— Tranquila, Hermione, Fred, George y yo agredimos a Quirrell con bolas de nieve hechizadas y lo máximo que tuvimos fue un castigo —le dice, intentando tranquilizarla y le pasa el brazo por encima—. Aunque luego resultó que tenía a Voldemort en la cabeza... Hala, le hemos tirado bolas de nieve a Voldemort, verás cuando se lo cuente a los gemelos...
— Muchacho, entrégame a Peter, ya —dice Sirius y Atria vuelve a la conversación. Ron se niega y, al final, Atria se acerca hasta él y extiende la mano. Ahora lo importante es coger a Peter, no las bolas de nieve en la cara de Voldemort.
— Si de verdad Scabbers fuera Peter, ¿cómo lo supo? Hay miles de ratas —dice Ron, pegando más en su pecho a Scabbers.
— Le falta un dedo —dice Sirius, enseñando el trozo de periódico que lleva guardado y todos le miran fijamente.
— Sencillo e ingenioso, ¿se lo cortó él? —dice Remus, después de mirar la foto y Sirius asiente.
— Después de que le arrinconé empezó a gritar que yo había traicionado a James y a Lily, que había sido idea mía que Atria fuera a pedir dulces esa noche —dice Sirius, y se ríe entre dientes—. Luego, para que no pudiera echarle ninguna maldición, abrió la calle con la varita en la espalda, mató a todos los que estaban a siete metros a la redonda y se metió por la alcantarilla convertido en rata.
— ¿Nunca lo has oído, Ron? —dice Remus, mirando al chico—. El mayor trozo de Peter que se encontró fue un dedo.
— Mire, seguramente Scabbers tuvo una pelea con una rata o algo así, ha estado con mi familia desde siempre —se apresura a añadir Ron y Remus niega.
— Doce años, ¿verdad? Seguramente llegara poco antes de que conocierais a Atria. ¿Nunca te has preguntado cómo ha podido vivir tanto? Porque si no recuerdo mal cierta señorita decidió que la mejor forma de castigar a Percy era metiendo su rata en una madriguera de gnomo.
— Culpable —dice Atria, sonriendo—. Si hubiera sabido por aquel entonces que Scabbers era Peter le hubiera metido unas cuantas bengalas en la boca antes. Me hubiera encantado ver explotar la madriguera del gnomo con los restos de la rata.
— La hemos cuidado muy bien, a pesar de las tonterías de esta loca —dice Ron, y Atria le da un golpe en el brazo.
— Pero ahora no se encuentra bien, ¿verdad? Seguro que su estado de salud empeoro justo cuando Sirius se escapó de Azkaban.
— ¡La ha asustado el gato loco ese! —chilla Ron ante la acusación de Remus. Claro, ahora resultaba que todos estaban locos.
— Este gato no está loco, es el gato más inteligente que he visto nunca —dice Sirius y Atria empieza a reconocer al gato de Hermione. Estaba distinto a su último recuerdo de él, doce años atrás—. Supo enseguida que Peter no era una rata y que yo no era un perro. Le costó un poco confiar en mí, pero luego empezó a intentar traerme a Peter.
— ¿Qué quiere decir? —susurra Hermione.
Sirius explica como Crookshanks había robado las contraseñas de un chico de Gryffindor —pobre Neville—, como Peter empezó a olerse lo que intentaba el gato y volvió a fingir su muerte. Siguen con más y más explicaciones, hasta que Harry empieza a chillar que Sirius era el guardián de los secretos. Y entonces cuenta la verdad, que lo era Peter.
— La noche de Halloween iba a haber ido a vigilarle a su casa, pero tu hermana de pequeña era realmente convincente y... no fui, me fui con Remus y ella a pedir caramelos a los muggles de un pueblo cercano —Atria le mira y se levanta rápidamente de la cama, para ir a abrazarle—. No es tu culpa, estuve encantado de hacerlo y no había forma de resistirse a su cara de pena y su disfraz de calabaza, pero primero tenía que haber ido a ver a Peter. Tenía una corazonada y...
— Fue su culpa —dice Atria—. Él fue quien me metió la idea en la cabeza de ir a por caramelos, me dijo que iba a ser muy divertido y que tenía que disfrutar y... me lo creí.
— Tenías dos años, Atria, no podías...
— Siempre has dicho que era inteligente, Remus, eso no fue inteligente —dice Atria, mirando al suelo—. Tenía que haber trabajado más para sacar el estúpido hechizo, haberlo probado antes, no haber esperado tanto.
— ¿De qué hablas Atria? —le pregunta Harry y ella le mira, sonriendo tristemente.
— Tengo algo, llevo todo el curso con ello —le dice, y luego suspira—. Tú y yo estábamos delante cuando se hizo el encantamiento fiddelio, Harry, el guardián de los secretos era Peter. Con dos años no entendía que era eso, como es obvio, pero ahora lo recuerdo, igual que recuerdo jugar contigo o a mamá y papá.
No vuelve a decir nada, ni siquiera cuando Remus coge a Peter y, delante de todos ellos, lo transforman de nuevo en humano. Atria quiere vomitar nada más verle. Por su culpa están muertos. Le odia. Lo va a matar.
— No te atrevas a tocar a Harry —le dice, acercándose al ver cómo se va a hacia su hermano. No se ha enterado de nada, pero no la importa, lo único que piensa hacer es partirle la cara. Y le da tal puñetazo que se hace incluso daño en la mano. Nunca podrá agradecer más a Ginny que la enseñase a pegar tan fuerte—. ¡Jugaba contigo, Peter, te quería tanto! He llorado años tu muerte, pedazo de imbécil, quería que volvieras para seguir contigo. Y tú los mataste, por tu culpa están muertos y no... ¡Harry ha crecido pensando que estaba muerta! Recuerdo su puñetero funeral, Peter, tenía dos años cuando me quedé sin mis padres y sin mi hermano. Los enterré junto a Remus, que ni siquiera podía llorar su muerte en condiciones porque tenía que estar cuidando de mí.
— Atria... yo... yo... te quiero... —empieza a decir Peter, pero Atria no se corta y vuelve a golpearle con otro puñetazo, directo a la nariz.
— ERES ASQUEROSO, ME DAS ASCO, TE VOY A ESTRANGULAR —chilla ella, fuera de sí y está a punto de hechizarle cuando Harry la agarra de los brazos y tira de ella—. SUÉLTAME, VOY A MATARLO, HARRY, ES SU CULPA QUE TENGAS QUE VIVIR CON LOS MUGGLES, DÉJAME MATARLO.
— No, Atria, no —la susurra Harry, abrazándola. Y, al final, ella consigue calmarse poco a poco, sin darse cuenta de que ha empezado a llorar.
No suelta a Harry. Le agarra tan fuerte mientras que llora sin parar que Harry cree que en cualquier momento le va a sacar las costillas. Harry acaba solucionando todo —solo como Lily podría hacerlo— mientras que Atria le abraza y, finalmente, ella se calma y se vuelve a alejar, pero no mucho. Remus entablilla la pierna de Ron y mueven al profesor Snape para que salga de la cabaña. Ron y Remus son los que se atan a Peter y van a la cabeza junto con Crookshanks. Luego va el profesor Snape, inconsciente, Sirius y, finalmente Harry, Hermione y Atria; pero al final las que cierran la comitiva son Hermione y Atria porque Harry se va a hablar con Remus.
— ¿Desde cuándo lo sabes tú? —le pregunta Hermione a Atria y ella se ríe.
— Desde los siete años, era imposible que no me diera cuenta, ¿no has visto lo mal que miente? —dice y Hermione la mira fijamente.
— ¿Y nunca has tenido...?
— No puedo tenerle miedo, Hermione, dobla sus calcetines, se enfada conmigo porque no recojo mi habitación, come chocolate constantemente y se queda dormido viendo la teletienda —le dice Atria, entre risas—. Es quien me ha criado, ¿te imaginas tenerles miedo a tus padres?
— No —dice Hermione y luego sonríe. Sí, puede que parezca que está un poco loca, pero sus ideas son brillantes y, sin duda alguna, cuando Atria decide que alguien es de confianza es porque lo ha visto ella misma, por eso se esfuerza en esas personas.
Salen del pasadizo tranquilamente, hablando de la locura de noche que se ha quedado cuando, a mitad de camino de los terrenos, la luna se desplaza e ilumina a Remus.
— ¡No te ha tomado la poción esta noche, es peligroso! —grita Hermione—. ¡Corred, corred, ya!
Pero Atria no hace caso y se lanza contra Remus y Ron, que sigue atado a él. Es la primera vez que Atria ve a Remus cambiar y resulta horrible verlo. Consigue volver a reaccionar cuando ve como Sirius se enfrenta a Remus y entonces es cuando se lanza hacia Ron al ver que se va a caer porque Peter se lanza a por la varita de Remus. Es inmediato, Peter se transforma en rata y Atria oye un gemido por parte de Sirius y se gira rápidamente para ver a Remus, convertido en hombre lobo y sobre Sirius. Y lanza a proteger a Harry.
Su cuerpo cambia, sin más. Tiene su consciencia intacta, pero ya no siente sus manos, sus piernas, si no que tiene cuatro patas y todo lo ve distinto. Ve muy bien en la oscuridad y aúlla a la luna, llamando la atención del lobo, que se aparta de Harry y la mira a ella. No lo piensa más, sale corriendo y le empuja, alejándole de Sirius y de Harry.
— ¿Atria? —oye preguntar a su hermano y ella asiente, todavía como una loba. Vuelve a aullar y luego sale corriendo detrás de Remus.
No puede dejarle solo, no cuando es tan peligroso, no cuando va hacia el Bosque Prohibido y están tan cerca del colegio. Al principio solo están en el borde, no muy profundo y Atria juraría que ve un hipogrifo escondiéndose detrás de un árbol, pero no le da tiempo a comprobarlo ya que tiene que volver a atacar a Remus para evitar que se coma lo que parece ser una acromántula. Entonces Remus cambia de rumbo y se adentra en el corazón del Bosque Prohibido así que a Atria no le queda otra que seguirle, intentando alcanzarle para que cambie de rumbo. Sabe que hay centauros en el bosque y que no es buena idea acercarse a ellos. Y confirma su teoría cuando una flecha pasa cerca de Remus, hiriéndole en la espalda. Atria no tarda en gruñir en la dirección en la que ha venido la flecha y está a punto de transformarse de nuevo para decirles que no ataquen, pero Remus decide que su nuevo objetivo es Atria, así que no le queda otra que defenderse. El lobo muerde, pero ella también lo hace, enganchándole en la muñeca y aprieta con fuerza hasta que se oye un "crack" que resuena en el bosque y el lobo aulla, dolorido. Remus vuelve a salir corriendo, pero esta vez es más y más lento. Y, al menos, huye hacia los bordes del bosque, donde el sol empieza a salir mientras que la luna llena se oculta y se acaba su influencia sobre Remus, que poco a poco recupera su forma humana, entre gruñidos de dolor que acaban de vez en cuando en gritos. Todavía sigue siendo una loba, no muy segura de que Remus esté completamente de vuelta en su cabeza, así que le observa, tranquila, tumbada a su lado.
— ¿Una loba? —murmura Remus cuando la mira y luego se ríe cuando ella decide chuparle la cara—. No podía ser de otra forma, ¿verdad?
— Tú me criaste, apechuga con las consecuencias —le dice Atria, volviendo a ser humana. Ahora es raro, se siente rara. Siente a la loba dentro de ella, pero también se siente a sí misma. ¿Por qué ahora sentía que podía volver a cambiar sin problemas, pero unas horas antes no? —. Me duele todo y tengo sueño, Moony.
— A mí también, sobre todo la muñeca, tienes buena mandíbula, Atria —le dice Remus, sentándose entre las hojas del bosque y Atria sonríe—. Vamos al castillo, tiene que verte madame Pomfrey, tienes algunos arañazos.
Y así vuelven. Atria se esfuerza por mantenerse consciente mientras lleva a Remus como puede porque el cansancio empieza a llegar a ella demasiado rápido. No tiene muy claro cómo llega a la enfermería, pero en cuanto pone un pie en ella oye gritar a Hermione y luego se cae redonda al suelo.
Harry es el primero en llegar hasta ella, cogiéndola de los brazos de Remus y la tumba en una camilla. Madame Pomfrey no tarda en curar las heridas que tiene y luego la tapa con una manta, diciendo que tienen que dejarla descansar. Y luego se pone con Remus. Niega cuando le ve y le lleva a parte, lejos de Harry, Ron y Hermione, que miran a Atria dormir.
— La cuarta animaga desconocida —murmura Ron, mirando a su amiga. Y luego suspira—. Espero que mamá no esté preocupada por nosotros, como la vea así...
— ¿Seguro que está bien? —pregunta Harry, acariciando la cabeza de su hermana y ella se mueve un poco, acomodándose.
— Debe de estar agotada, ha venido con el profesor Lupin, seguro que ha pasado toda la noche con él y anoche dijeron que todavía no había conseguido transformarse ni una sola vez —dice Hermione y Harry la mira—. Lo dijo ella anoche, Harry, que todavía no lo había conseguido.
— Estaba demasiado ocupado intentando entender todo esto —dice, molesto y luego suspira mirando a su hermana.
— Parece mentira que duerma tan tranquila y luego sea ese torbellino de energía —dice Ron y los tres se ríen.
Madame Pomfrey los obliga a volver a sus camas para que descansen y el profesor Lupin sale de la enfermería con el recado por parte de Ron de avisar a los gemelos y a Ginny para que escriban a Molly y les avise de que todo está bien. No duran mucho tranquilos en la enfermería ya que los gemelos no tardan en aparecer en la puerta. Madame Pomfrey resopla y empieza a protestar sin parar porque no le gusta que estén en la enfermería. Son demasiado ruidosos, demasiado activos. La única vez que habían estado calmados allí fue cuando Atria fue petrificada e iban a verla continuamente.
— Más os vale comportaros o no tendré compasión —les amenaza Madame Pomfrey y los dos asienten rápidamente.
— ¿Qué habéis hecho ahora? —dicen a la vez una vez Madame Pomfrey se va y Harry tiene que aguantar la risa. Se nota que ya los conocen.
— Nada, nosotros nada —dice, pero los gemelos se cruzan de brazos—. Solo fuimos a ver a Hagrid.
— Y Buckbeak se escapó —dice Hermione y Ron se ríe entre dientes—. Tiró a Ron al suelo y nos hizo arañazos.
— ¿Y a Atria? ¿También la tiro al suelo y la dejó inconsciente? —pregunta Fred y los tres asienten.
— No os creemos —dice George—. Vamos, hablad, Lupin nos ha dicho que Atria no tiene la culpa, que ella solo guardó el secreto. Tenemos que escribir a mamá, así que te recomiendo que nos cuentes las cosas antes de que vayamos con una historia totalmente inventada en la que decimos que estás fatal y que necesitas muchos cuidados este verano. No te dejará en paz y probablemente acabes sin Mundiales.
Los tres se miran entre sí, sin saber que decir. ¿Tienen que contárselo? ¿No tienen que hacerlo?
— ¿Y bien? —dice Fred, empezando a mover el pie de forma nerviosa.
— Bueno... ¿recordáis como Atria viene a casa desde pequeña durante las lunas llenas? —dice Ron, nervioso.
— Sí, porque Lyall, está enfermo, lo sabemos —le dice George y Ron niega.
— Es Remus quien está enfermo —dice Hermione y Ron la mira, como si estuviera loca—. Es la verdad, es una enfermedad, no lo puede controlar, Ronald.
— ¿Qué es lo que le pasa?
— Es un hombre lobo —dice Ron y los gemelos se quedan callados, en el sitio. Ron nunca los había visto tan callados. Bueno, sí los ha visto tan callados, pero solo cuando planean algo realmente gordo, pero esta vez no es lo mismo—. Atria lo sabía.
— Desde los siete años me dijo anoche —dice Hermione y luego le entra una risa tonta—. ¿Cómo puede ser tan inteligente? He estado hablando con ella todo el curso y ya lo sabía, pero ¿eso?
— Porque Remus la ha criado —dicen los gemelos a la vez, y sonríen. ¿Es un hombre lobo? Al principio la idea les espanta, pero luego se dan cuenta. Le han visto perseguir a Atria por tonterías, han comido y cenado con él, incluso han dormido en la misma casa. Es inofensivo.
— ¿Eso era todo?
— Sí —dice Hermione, dándole un golpe a Ron, parando el "no" que iba a salir de la boca del pelirrojo.
Los gemelos vuelven a mirar a Ron y, al ver que está bien y entero, se vuelven a ver a Atria.
— ¿Por qué me has dado? —susurra Ron en cuanto ve que los gemelos no escuchan y Hermione chasquea la lengua.
— No puedes contárselo, tiene que hacerlo ella.
— Seguro que ya lo saben —dice Ron y Hermione niega.
— Anoche llegó diciendo que había estado trabajando en un encantamiento para la memoria, ¿alguno de los dos se había dado cuenta de ello? No, ¿verdad? Porque no se lo ha contado a nadie —les dice y Harry y Ron no pueden evitar mirar al suelo—. Se calla las cosas, y ser animaga es una de todas ellas. Consiguió descubrir como conseguía llegar a todas las clases y me contó sobre el hechizo que estaba buscando. No le ha contado a nadie más sobre eso, así que callaos también.
— Al final resulta que todos conocéis más a mi hermana que yo —dice Harry y se levanta de la cama para ir con Atria.
— ¿Qué es lo que la ha pasado? —pregunta Fred, que se ha sentado en la silla que tiene al lado de la cama y la da la mano mientras que George está a los pies de la cama.
— No terminamos de creer eso del hipogrifo —dice George.
— Dejadme dormir, pesados —murmura Atria, escondiendose bajo la almohada—. Os odio a los tres, callaos de una vez o llamaré a Madame Pomfrey.
— Encima que nos preocupamos por ti—le dice George, fingiendo que está terriblemente indignado.
— Estoy bien, ya lo sabéis, ahora dejadme dormir, me duele mucho la cabeza —repite Atria, envolviendose aún más en las sábanas.
— Normal que te duela, has dormido solo unas horas —Madame Pomfrey vuelve a la enfermería y mira a los gemelos, para luego señalar la puerta. Ellos sonríen y ambos no pueden evitar levantar la almohada para molestar a Atria, que chilla y consigue que Madame Pomfrey los eche de la enfermería.
Madame Pomfrey examina a los tres de nuevo mientras que Atria intenta volver a dormirse, pero en cuanto se da cuenta de que les va a dar el alta y los va a sacar de la enfermería, decide que ya está lo suficientemente bien como para irse y discute con Madame Pomfrey hasta que esta se cansa y la echa de la enfermería junto con Harry, Ron y Hermione. Consigue averiguar que Sirius está bien, que ha huido y que se ha llevado a Buckbeak con él y no puede evitar suspirar, aliviada.
— Bueno, me voy a ver a Remus —dice Atria, sonriendo—. Tengo muchos planes para este verano ahora que sabes que es mi padrino y que vivo con él y que es un hombre lobo. Supongo que no me costará convencerle para que te deje venir algún día, aunque no sé como vas a venir, pero bueno, ya lo veremos, ¿te parece?
— ¿Estas segura de que va a querer que vaya? —Harry mira al suelo y Atria asiente con ganas. Remus tiene que querer, no hay mucho más.
— Y si no quiere, no te preocupes, puedo recurrir al chantaje con él, ya oíste a Canuto, mi cara de pena es irresistible.
— Y Fred da fe de ello —murmura Ron y Atria le mira.
— ¿Qué tiene que ver Fred en esto? —las orejas de Ron se empiezan a poner rojas, como si le hubiera pillado diciendo algo que no debe.
— Nada, nada, no tiene nada que ver —responde rápidamente, pero parece que Atria desconfía.
— No, venga, dime.
— Bueno, es obvio, ¿no? Hasta yo me he dado cuenta de que estáis saliendo —contesta Harry y Atria abre mucho los ojos. ¿Pero qué demonios ha hecho este curso para que hasta su hermano piense eso?
— ¿Fred y yo? ¿Pero de dónde te has sacado eso? —consigue decir y los tres la miran fijamente.
— Te has olvidado de todo este curso, ¿verdad? —el fuerte de Hermione no es, en ocasiones, ser sutil. Y lo notan.
— Para nada, me acuerdo de las cosas perfectamente —pero es mentira. El hechizo no le da devuelto el curso, todo sigue con una especie de neblina por encima—. Uy, mirad que horas, voy a hablar con Remus.
Y sale prácticamente corriendo de allí. Ese día hay excursión a Hogsmeade, pero ninguno de los cuatro van. Cuando llega al despacho lo primero que ve es como Remus está empezando a recoger todo y suspira. Sabía que le pasaría eso, es obvio que no todo el mundo puede guardar un secreto. Ahora puede añadir a la lista un motivo más para odiar a Snape, porque sabe perfectamente que ha sido él quien lo ha contado. Estúpido rencoroso.
— ¿Por qué lo ha tenido que contar? —murmura Atria, ayudándole a recoger la ropa del armario—. No es justo, quería tenerte aquí al menos un año más.
— Ya sabes que la vida no es justa, Atria —le dice Remus y ella va a abrazarle. No puede hacer otra cosa que no sea esa.
— Voy a echar de menos venir a molestarte y discutir contigo —dice ella, volviendo a sonreír y Remus se ríe—. ¿No puedes quedarte hasta final de curso?
— He presentado la dimisión esta mañana, lo mejor será que me vaya antes de que lleguen las lechuzas de los padres enfadados. Además, creo que Molly y Arthur merecen saber la verdad por mi antes que por El Profeta, podré contarles que estáis bien y que no tienen que preocuparse —dice Remus, volviendo a su escritorio—. Mira, viene Harry.
— Me voy entonces, estoy huyendo de él ahora mismo —dice Atria y a Remus no le da tiempo a decir nada porque ella sale casi corriendo.
Vuelve tranquilamente a su sala común, paseando por Hogwarts y, cuando llega, lo primero que hace es meterse en el cuarto de baño y cerrar la puerta con magia. Descuelga el espejo del baño, lo apoya en el suelo y entonces se transforma. Por fin puede verse. Quizá ahora tiene más sentido que se sienta tan atraída por la luna. Era bastante irónico que fuera una loba, pero también era lo que más correcto sentía. Seguramente su patronus, ese que no había conseguido hacer todavía, fuera una loba. Atria no deja de mirarse el pelaje y entonces empieza a buscar la marca que la identifica. No tarda en encontrarla porque el remolino de su pelo llama mucho la atención. Eso y que tiene los ojos verdes. Claramente como loba no pasa si alguien se acerca demasiado.
Los últimos días del curso son bastante agradables. Advierte a Harry, Ron y Hermione que no pueden decir ni una sola palabra sobre su falta de memoria y luego vuelve con sus amigas, a las que había tenido completamente olvidadas durante todo el curso. Es sencillo volver a hablar con Leah, es tan sencillo dejarse llevar cuando está con ella que empieza a mirarla más de la cuenta, buscar siempre que los abrazos duren más. Con ella todo es sencillo.
El viaje en tren de vuelta a casa lo pasan entre risas y juegos, prometiendo verse todos en los mundiales de Quidditch y, cuando llegan a la estación, Atria no puede evitar suspirar al ver que Remus no ha ido. Otra vez.
— Está en casa, te está esperando, no ha querido venir por los padres —la susurra la señora Weasley cuando la abraza y Atria asiente—. ¿Tenéis todo? ¡Vosotros dos no me habléis, me tenéis contenta!
— ¡No es para tanto! —gritan los gemelos a la vez y empiezan las discusiones. Porque los gemelos podrían haber hecho mucho más en sus TIMOs y habían pasado de ellos.
— Un momento, Molly, voy a saludar a mis tíos —dice Atria, pero la señora Weasley está demasiado ocupada gritando a Fred y George como para darse cuenta; pero Ginny lo hace. Ginny que ha conseguido aprobar todo de forma excelente y ha ganado una nueva amiga, Luna Lovegood, la única que no huye de ella por todo lo sucedido el curso anterior.
— Yo me encargo, ve a amenazarlos —le dice la niña, sonriendo y Atria también lo hace.
— ¡Harry! —chilla Atria, lanzándose contra él y luego ve la carta que tiene en la mano. Que fuerte, Sirius le ha vuelto a escribir y a ella todavía no—. ¿Te ha escrito?
— ¿Quién le va a escribir a este mocoso?
— Su padrino —le dice Atria a su tío, que gruñe.
— No tiene padrino.
— Sí que lo tengo —dice Harry rápidamente, reaccionando a tiempo y entendiendo a donde quiere llegar Atria—, es el mejor amigo de nuestros padres, está condenado por asesinato, pero se ha escapado de la prisión de los brujos y ahora está escondido.
— Le gusta mucho hablar con Harry, al igual que a mi padrino, con el que vivo —le dice Atria, sonriendo y luego se inclina sobre su tío— el mío no está condenado por asesinato, pero es un hombre lobo. A ambos les gusta saber que Harry está bien, que está contento y eso. ¿Podré llamar por teléfono e ir a veros un día al menos? Oh, oh, y Harry quizá se puede venir un día, tengo que hablarlo con el hombre lobo porque no queremos accidentes.
— Eh...
— ¡Estupendo! —dice Atria, que abraza de nuevo a Harry antes de que Vernon diga nada—. Nos vemos pronto, hermanito, escríbeme cuando quieras, a ver si puedo ir pronto a verte. ¡Cógeme el teléfono!
Y con las mismas Atria se marcha de nuevo, con los Weasley, donde la señora Weasley ha empezado a ignorar a Fred y George para alabar continuamente a Percy y sus mil EXTASIS. "Va a ser un verano muy largo" piensa Atria al ver a Percy, sonriendo completamente orgulloso de las alabanzas de su madre y mirando a los gemelos con superioridad, pero ellos le ignoran. Y cuando Atria oye sus susurros sobre Sortilegios Weasley sonríe. Sí, quizá no va a ser un verano tan largo como pensaba.
_______________________________________________________
Que la niña es una lobaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa. Ya había gente que lo había adivinado y oinewfknefkjwnew A ver, que tiene un peluche de un lobo, le habla a la luna y, ¿sabéis dónde viven los lobos? EN CUEVAS. ELLOS VIVEN EN LA CUEVA. Perdón, que me emociono jajajajaja
Bueno, creo que el sueño Fred x Atria va a tener que esperar porque... a la niña parece que le empieza a gustar Leah. Ups.
Que más... ¡el baile, que se viene el baile! Que ganas tengo kjwnfkjwewefnwkef
Como todos los días, mil gracias por leer, comentar y votar, de verdad, os quiero mil ♥♥♥
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro