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Capítulo 15: ¿Tú no tenías huesos?

Atria no iba a negar que lo único que hacía Halloween divertido era estar con sus amigos. Remus siempre se hundía en el sofá, viendo la televisión muggle y comiendo chocolate en cantidades para nada sanas como para hacer algo. Y lo sabía porque había tenido que pasar con él el Halloween antes de ir a Hogwarts ya que Ginny y Ron habían sido castigados por la señora Weasley por una pelea por la escoba vieja de Ron. Atria había intentado sacar a Remus de la casa, pero él le respondió que tenía derecho a estar triste al menos una vez al año y que su día elegido era Halloween. Así que dedicaba el día a hundirse en la miseria y Atria intentaba entretenerse con lo primero que pillaba.

Este año tenía pinta de que iba a ser mejor que el anterior, el cual lo habían disfrutado en la sala común por el troll en las mazmorras. Entre tanto entrenamiento, deberes y socializar Atria todavía tenía dudas de como había llegado tan lejos durante el curso, así que cuando vio llegar a Fred y George con una lagartija que habían "rescatado" de Cuidado de Criaturas Mágicas, no dudó en relajarse un poco. Le dieron de comer una bengala del doctor Filibuster porque, siendo la salamandra un espíritu del fuego, debería prenderla y crear un espectáculo bastante atractivo. Y así fue hasta que empezó a volar por la sala, lanzando chispas naranjas y pequeños estallidos. Por supuesto Percy les regañó e incluyo la incluyó a ella, con lo cual Atria protestó.

Pero Halloween llegó y Atria decidió que no iba a salir de su habitación en todo el día. Quizá lo había enfocado mal, ni siquiera había pasado algo distinto en ese curso. Harry estaba bien, no parecía necesitarla, los entrenamientos de quidditch la distraían y estaba siempre con todas sus amigas, pero ese año era distinto y no entendía por qué. Así que decidió que iba a meterse en la cama y de no iba a salir hasta el banquete de Haloween. Aprovecharía para escribir a Remus y le contaría como era Estudios Muggles y Runas Antiguas. También le hablaría de las diferencias entre Aritmancia y Adivinación —Atria había cogido el libro de Leah y lo había leído sin mucho interés, todo se basaba en conjeturas, no en pruebas como en Aritmancia— y le contaría lo mucho que estaba odiando Historia de la Magia. Sí, iba a ser una carta larga, pero tenía tiempo porque no iba a salir de la cama en todo el día.

— Atria, ¿vienes? —la pregunta Leah a través de las cortinas, pero ella ni siquiera contesta. Este año no está de humor, quizá porque está demasiado cansada. Sería por eso, sí, quizá era lo único que tenía sentido, que estaba cansada y no quería hacer nada en el aniversario de la muerte de sus padres.

— Si quieres venir estaremos junto al Lago Negro, creo que los gemelos han robado comida de las cocinas para hacer un picnic hoy, aprovechando los últimos rayos de sol —le dice Katie, pero Atria sigue sin contestar.

Cuando oye que se cierra la puerta, se levanta de la cama para coger un libro donde apoyarse, un trozo de pergamino yun bolígrafo. Cuando empieza a escribir, todo va sobre las clases y que tal está el curso, pero pronto Atria se ve escribiendo que le echa de menos y que echa de menos a sus padres, que no se atreve a hablar con Harry sobre ello y que ojalá los recordase algo más. Una lágrima cae sobre el papel y Atria se apresura a limpiarla rápidamente, al igual que limpia las que tiene en las mejillas. ¿Por qué este año parece que le afecta más que los otros? Deja la carta sobre su mesilla y vuelve a su baúl, de donde saca al peluche. Nunca se había molestado en ponerle nombre, a no ser que peluche o lobo contasen, claro.

— ¡Katie, no, espera! —oye chillar a George y no tarda en irse hacia la puerta para asomarse al pasillo, donde ve como la escalera está convertida en tobogán.

— Genial, ahora tenemos que volver a empezar —oye quejarse a Fred y no puede evitar sonreír. Esos son sus amigos.

— ¡Pues buscad otra forma de subir, esto es imposible! —chilla Leah y Atria se ríe. Claro que no es imposible—. Angie, Alicia, vuestro turno, no puedo más.

— Aprende —oye decir a Angelina.

Y, tal y como ha dicho, Leah tiene que aprender porque, en cuestión de unos minutos, ambos consiguen llegar hasta la tercera planta, donde Atria les está esperando.

— ¿No puedes querer esconderte en nuestra habitación, dónde no dependemos de nadie para subir y bajar las malditas escaleras? —le pregunta Fred y ella niega.

— No habla desde anoche, no te molestes —le dice Leah, que entra en la habitación y abraza a Atria—. ¿Por qué no nos lo has contado? Somos tus amigas, estamos para ti.

— Voy a por George, no sé cuanta coordinación tienen Alicia y él —dice Angelina, pero vuelve a los pocos segundos—. Pues más de la que pensaba.

— ¿Qué te crees? ¿Qué eres la única que ayuda a estos dos a subir? —le dice, tirándose sobre la cama de Katie y ella aparece, con lo que parece ser una cesta de picnic en las manos.

— La próxima vez podríais ayudar un poco, ¿sabéis? —les dice mientras que la deja en el suelo de la habitación y luego cierra la puerta. Pero la vuelve a abrir para bajar corriendo.

— Oh, nos hemos olvidado a Lee —dice Leah y se le escapa una risa, que luego se convierte en una carcajada en cuanto sale de la habitación.

— Sabíamos que había sido hoy, pero... —le dice Angelina, acercándose lentamente y Atria solo asiente y se deja abrazar por su amiga—. Lo ha dicho Leah, estamos para ti, Atria. Todos.

Atria vuelve a asentir y se va directa a su cama, donde ya están los gemelos, que no tardan en abrazarla. Ni siquiera llora de nuevo, solo se queda ahí, con los ojos cerrados, esperando a que Katie y Leah suban con Lee. Tardan, pero ni Angelina ni Alicia se levantan para ir a ayudarlas, argumentando algo como "Tienen que aprender" y se quedan en la cama de Katie, hablando con los gemelos a distancia.

— ¡Vamos, Lee, haz un maldito esfuerzo! —chilla Leah en las escaleras y Atria abre los ojos.

Sale de la cama, siendo observada por los cuatro y abre la puerta de la habitación, haciendo que todos puedan verla. Levanta su varita y ni siquiera abre la boca, lo siguiente que oyen es como Lee chilla y todos se levantan a mirar.

— Podrías haber hecho eso antes —le dice Leah y Atria se encoge de hombros.

— ¿Qué hechizo es ese? —le preguntan los gemelos con interés, pero ella no responde, se acerca a Lee, que no deja de chillar y le agarra de la mano para luego tirar de él como si fuera un globo. Ni siquiera pensaba que iba a funcionar, de hecho, pensaba que tendría que liberarlo y volver a empezar de cero la subida a la habitación. A la carta tenía que añadir también la modificación que le había hecho al levicorpus, una que todavía no le había contado a Remus.

— ¿Me puedes bajar? Me empieza a doler la cabeza —dice Lee y Atria vuelve a levantar su varita, haciendo que caiga sobre el suelo casi de cabeza—. Que delicada.

— Gracias —susurra.

Eso es lo que necesita para romperse. El primero en abrazarla es Fred, que la sujeta con tanto cariño que los demás no se atreven a romper el momento entre ambos. Atria siempre es alegre, siempre sonríe, ninguno la ha visto llorar así. Pero Fred y George sí, cuando Remus le dijo la verdad sobre Sirius. George se mueve torpemente hasta Atria y la abraza por la espalda, lo que la saca algunos sollozos más. Eso parece que hace reaccionar a Leah y Katie, que como pueden se unen al abrazo, al igual que Angelina, Alicia y Lee. Los ocho forman una piña en el centro de la habitación, unidos. Y, al final, acaban oyendo una risa por parte de Atria.

— Sois los mejores —dice contra el pecho de Fred y todos la abrazan más fuerte.

— Beth, Ciara y Julie querían venir, pero Beth y Ciara están castigadas porque hechizaron la semana pasada a Carmichael —le informa Leah cuando se separan del abrazo y ella asiente, recordando el accidente. Nadie se metía con Lia y salía ileso, las primas O'Brien se encargaban de ello— y Julie tenía una tutoría con Cedric Diggory, creo que al pobre le gusta Julie, no sé como le va a decir que, a ella, lo único que le gusta de los chicos es que estén lejos.

Las carcajadas en la habitación no tardan en aparecer y pronto el ambiente se anima. Comen en la manta que habían preparado para el picnic fuera y, cuando llegan las siete de la tarde, bajan al banquete de Halloween. El director Dumbledore se superaba cada año, demostrando que cada año podría ser mejor que el anterior.

— Ningún año has estado tan mal, ¿por qué este sí? —le pregunta Leah mientras que cenan y Atria se encoge de hombros—. ¿Cómo no puedes tener ni idea?

— En primero ellos —dice, señalando a los gemelos— se ocuparon de mantenerme ocupada pidiendo caramelos a los profesores y gastando bromas. El año pasado estaba tan preocupada por Harry y el troll que ni siquiera me acordé.

— Bueno, ahora no tienes porqué preocuparte más, nosotros estamos aquí —dice Leah, sonriendo y Atria la abraza.

Pasan la cena hablando entre todos, no dejando que la conversación caiga en ningún momento y, cuando acaban, están tan llenos que no saben si se van a poder llegar hasta sus camas.

— Venga, tenemos una fiesta de Halloween a la que ir —dice Angelina cuando van subiendo por las escaleras hacia la torre de Gryffindor.

— ¿Desde cuándo? —pregunta Atria, pero no hay respuesta porque todos frenan en seco y miran a un punto en concreto.

La gata de Filch está colgada en la pared, bajo el mensaje "La cámara de los secretos ha sido abierta. Temed, enemigos del heredero". Y Harry, Ron y Hermione estaban al lado de la gata muerta. Todo el mundo intentaba acercarse a ver el espectáculo, empujando si hacía falta para conseguir sitio en primera fila.

— ¡Temed, enemigos del heredero! ¡Los próximos seréis los sangre sucia!

El grito de Malfoy fue lo que atrajo a Filch, por lo que Atria y los gemelos no tardaron en salir corriendo de allí antes de que les echaran la culpa por lo que le había pasado a la gata. Filch seguro que sería capaz de hacer algo así, los gemelos tenían un cajón para ellos solos en su despacho y Atria ya llevaba medio, así que lo más normal era que desconfiaran de ellos. El resto de sus amigos no tardó en aparecer en la sala común de Gryffindor.

— Voy a esperar a Harry —murmura Atria, sentándose delante de la chimenea.

Todos notan como se vuelve a aislar, pero no se atreven a decir nada. Leah es la primera en reaccionar y va hacia Atria, la da un abrazo por la espalda y la susurra al oído "Todo va a ir bien" que parece que relaja a la chica. Katie es la siguiente y ambas suben a su habitación. Todos saben que ya no hay fiesta ninguna para hoy. Angelina y Alicia también se despiden de Atria, al igual que Lee. Los únicos que quedan en la sala común son Fred y George, todavía mirando a Atria. El fuego de la chimenea sigue encendido y con el calor que da es fácil quedarse dormido.

— ¿Por qué no te vienes con nosotros? —le pregunta George, que se pone de cuclillas al lado de Atria, pero ella solo niega—. ¿Quieres que nos quedemos contigo?

— No —dice ella y George suspira.

— Está bien, si tienes problemas para dormir ya sabes dónde está nuestra habitación.

— No voy a ir.

— Bueno, tienes que dormir —insiste George y ella asiente.

— Quizá duermo aquí.

George suspira, pero la da un pequeño abrazo y luego se aleja. Ni siquiera se molesta en llamar a Fred porque sabe que no va a subir con él. Puede no querer admitirlo, fingir todo lo que quiera, pero a George no puede mentirle. Ninguno de los dos en realidad. George solo se preguntaba cuando lo admitirían.

— Ve con George —murmura Atria cuando nota como Fred se sienta a su lado—. En cuanto llegue Harry yo también me voy a dormir.

— Entonces espero contigo.

Sentada en el suelo, frente a la chimenea, Atria acaba apoyando la cabeza sobre el hombro de Fred. Es relajante oír el crepitar de las llamas, el silencio de la sala común. Era sorprendente como nadie se había atrevido a quedarse allí, esperando a ver si decían algo los tres niños. Quizá era el miedo por el comentario de Draco Malfoy o quizá la impresión de ver a la gata de Filch colgada por el rabo en una de las argollas utilizadas para dejar las antorchas. Atria no sabía que había sido, pero agradecía que todos se hubieran ido a dormir.

Cuando la puerta de la sala común se abre es ya medianoche y Harry, Ron y Hermione parecen realmente cansados. Fred es el primero que se levanta del suelo y luego extiende la mano para que Atria se levante. Harry los observa, el cuidado con el que Fred mueve a Atria, como se queda a su lado a pesar de que ella parezca que no lo necesita.

— No hemos sido nosotros —dice Harry y Atria asiente. ¿Debería contárselo? Es su hermana, ¿no? Quizá ella también oía las voces.

— Estábamos en la fiesta de muerte de Nick Casi Decapitado —murmura Ron, mirando al suelo. Los gemelos no regañaban nunca a nadie porque ellos eran peores, pero la expresión de Fred le hizo hablar sin más. Él solo asiente, porque no le extraña que esos tres hayan acabado en una fiesta de ese estilo.

— ¿Vamos a dormir, Atria?

— Claro —murmura ella en respuesta a Fred, que es quien la guía hacia las escaleras de las habitaciones masculinas.

— Atria —vuelve a llamarla Harry y ella se gira, mirándole en silencio—. ¿Has oído algo raro en los últimos días? ¿Esta noche?

Cuando ella niega Harry se asusta. Ella era su hermana, ¿no? ¿Por qué ella no oía las voces en su cabeza?

—¿Por? ¿Está pasando algo y no me he enterado?

—No, no, no está pasando nada, no te preocupes —dice Hary y Atria asiente, aunque no muy convencida—. Buenas noches, Atria.

—Buenas noches, Harry —murmura ella antes de subir con Fred hacia la habitación del chico.

— ¿Crees que Harry está bien? —le susurra cuando se meten en la cama. La luna creciente a penas ilumina la habitación, pero le vale para ver como Fred niega.

— Quizá lo recuerda y no sabe como decírtelo.

Se quedan dormidos, abrazados como siempre. Cuando a la mañana siguiente Lee se despierta ni siquiera puede entender como los dos consiguen dormir siempre tan pegados. Quizá era cosa de la magia inconsciente. Lee no quiere despertarlos, pero cuando cierra la puerta de la habitación Atria no puede evitar despertarse. Estaba teniendo un sueño demasiado ligero, lleno de rayos verdes y gatas muertas. Ni siquiera intenta volver a dormirse a pesar de que está amaneciendo. Nunca se despierta tan pronto.

Observa a sus amigos. Primero a George, que duerme a pierna suelta en su cama, sin preocupaciones, sin molestias. Solo teniendo catorce años y disfrutando del colegio. Y luego mira a Fred. También duerme tranquilamente, con un brazo la está abrazando, con el otro le da la mano. Atria no puede evitar acariciarle la mano. Antes no hacían eso, no dormían tan juntos, no se daban tanto la mano. Pero no la importa porque le gusta. Se siente cómoda y relajada.

— Me estás haciendo cosquillas —la voz ronca de Fred la sobresalta y el chico se ríe un poco.

— No quería despertarte —le responde ella, tan bajo que parece que se lo ha imaginado.

— ¿Estás mejor? —le pregunta y ella duda unos instantes, pero luego asiente.

— Gracias por animarme ayer.

— Fuimos todos —le responde él y ella asiente. Lo sabe, lo ha visto en sus amigos.

Cuando se levantan y bajan a desayunar el tema del momento sigue siendo la gata de Filch. Al igual que en los siguientes días. La cámara de los secretos es otro de los temas y en la biblioteca no hay ejemplares para todo el mundo ya que, por lo visto, ahí se menciona algo. O al menos es lo que Atria oye decir a Hermione.

Atria no tarda en volver a estar por los pasillos sonriendo o riendo a carcajadas. Fred y Leah eran los principales culpables de ello, claro. Luego empezaron a llegar los rumores de que Harry era el heredero de Slytherin y Atria no pudo aguantar más la risa cuando oyó a los pequeños de primero decirlo en la sala común. Ni siquiera se atrevían a estar cerca de Harry porque le tenían miedo y, cuando Atria miraba a su hermano, no podía evitar reírse porque daba tanto miedo como el Puffskein de Lee, que sorprendentemente seguía vivo.

— Oye, Atria, ¿qué ingredientes de pociones tienes? —le pregunta Harry una noche en la sala común y ella se encoge de hombros.

— De todo un poco, ¿por qué?

— Es que Hermione estaba leyendo un libro de pociones la otra noche —empieza a decir Harry y Atria no puede evitar poner los ojos en blanco. Es la peor mentira de la historia— y tenía curiosidad por como eran algunos de ellos.

— ¿Cuáles? —le pregunta, levantándose de la silla donde estaba sentada con Leah, haciendo los deberes de Estudios Muggles.

— Eh... polvo de bicornio y piel en tiras de serpiente arbórea africana —le dice Harry y tiene que sujetar a su hermana para evitar que se rompa la cabeza cuando se tropieza con sus propios pies.

— Por Morgana, ¿qué está leyendo Hermione? —le pregunta y Harry se encoge de hombros—. Tengo la piel de serpiente, pero el polvo de bicornio se me acabó en verano.

— ¿Me la enseñas? —le pregunta y Atria asiente.

Sube hasta su baúl y empieza a rebuscar hasta que encuentra su kit de pociones avanzado. Había sido complicado convencer a Remus de que era una buena idea comprarlo, pero al final, como siempre, los ojitos de cachorrito habían funcionado.

— Polvo de bicornio, piel en tiras de serpiente arbórea africana —murmura Atria, pensando. Ha leído esos ingredientes en algún lugar, pero ¿dónde? Cuando baja las escaleras ve como Harry no deja de mirar nervioso a todas partes—. Te doy la piel de serpiente si me dices qué estáis tramando.

— Nada, no tramamos nada —le dice tan rápido que Atria se ríe—. De verdad.

— Sí, Harry, no tramáis nada —le dice, pero al final le acaba tendiendo la piel de serpiente—. Dadle un buen uso, ¿vale? No tengo más, así que no la estropeéis. Ah, y no te metas en más líos.

— Gracias —le dice Harry, abrazándola para luego irse de nuevo con Hermione y Ron, que parecen emocionados por ver la piel de serpiente.

— ¿Qué quería tu hermano? —le pregunta Leah cuando vuelve a sentarse con ella.

— Piel de serpiente, quizá se empieza a interesar por las pociones.

— O es de verdad el heredero de Slytherin —bromea Leah.

Terminan sus deberes entre risas sobre el heredero de Slytherin y la posibilidad de usar a Harry para asustar al equipo de Slytherin en el partido del día siguiente, pero como bien dijo Atria, tenían más oportunidades si los intentaba asustar ella que si lo hiciera Harry.

— Los de Slytherin tienen mejores escobas que nosotros, eso no lo podemos negar —dice Oliver en el vestuario a la mañana siguiente, intentando empezar un discurso motivacional que no termina de cuajar—, pero nosotros tenemos mejores jugadores sobre las escobas. Hemos entrenado más que ellos y en cualquier circunstancia meteorológica...

— Y tanto —murmura George— no me he secado del todo desde agosto.

— Exagerado, desde septiembre —le susurra Atria de vuelta y ambos chocan los cinco, riéndose.

— ...vamos a hacer que se arrepientan de haber aceptado el soborno de Malfoy —termina Oliver, que luego se gira hacia Harry, con la respiración agitada por la emoción—. Vamos, Harry, tienes que demostrarle a ese niñato que ser buscador es algo más que tener un padre rico —Atria no puede evitar reírse al oír eso porque, justamente ellos, tienen una buena fortuna en Gringotts—. Tienes que coger la snitch antes de que lo haga Malfoy o perecer en el intento, pero hoy tenemos que ganar.

— No te sientas presionado, Harry —le dice Fred, guiñándole un ojo mientras que Atria se ríe. Su hermana pasa a su lado y le revuelve cariñosamente el pelo para luego acercarse a Angelina y Alicia, con las que empieza a susurrar una estrategia.

Cuando salen al campo notan como al menos tres cuartas partes del campo les apoyan, lo que hace que los jugadores de Gryffindor se animen. Todos se acercan al centro y, en cuanto Oliver y Flint estrechan las manos, Atria se mete en el partido. La superioridad de las escobas del equipo de Slytherin demuestra que tienen un pequeño problema, pero no uno que no puedan solucionar. Angelina está a punto de marcar varias veces, pero si no intentan tirarla de la escoba es una bludger la que la impide acercarse y lo mismo les pasa a Alicia y Atria. Ellas no habían tenido tanta suerte como Angelina y a Alicia le había empezado a sangrar la nariz cuando una bludger le golpeó en la espalda e hizo que se chocara contra el palo de su escoba y Atria no sentía los dedos de la mano derecha, donde había llevado la quaffle unos instantes para ver si conseguía distraer a los de Slytherin. Y, para colmo, había empezado a llover. Menos mal que la quaffle tenía un encantamiento para evitar que se resbalase porque Atria dudaba que, con la que estaba cayendo, pudieran hacer algo. Por suerte, el silbato de madame Hooch sonó y todos supieron que era tiempo muerto. Atria voló hasta el suelo de nuevo, donde los gemelos y Harry estaban hablando con Wood.

— ¿Dónde demonios estabais cuando la bludger ha impedido marcar a Angelina? —les pregunta Wood, cruzándose de brazos—. ¡Nuestras cazadoras casi se abren la cabeza varias veces! ¡Alicia tiene la nariz rota y Atria la mano!

— Ocho metros por encima de ellas, intentando evitar que la otra bludger matara a Harry —le dice George, enfadado—. Alguien ha tenido que manipularla, no importa las veces que la intentemos alejar, vuelve siempre contra él.

— ¿Estás bien, Harry? —le pregunta Atria y él asiente, así que se va a ver a Alicia, que se limpia la sangre de la nariz con la túnica.

— ¿No se supone que Fred y George tienen que protegernos? —dice y Atria le tiende un pañuelo al ver que vuelve a sangrar.

— Oye, si estás tan mal deberíamos llamar a Katie —le dice Atria, pero Alicia niega.

— Pienso destrozarles en cuanto volvamos al campo, ¿qué tal tu mano?

— Ha estado mejor —le dice, enseñándosela.

— Creo que a quien tendría que sustituir Katie es a ti —le dice Angelina.

Entre ambas consiguen vendarle la mano de tal forma que al menos puede apoyarla sobre la escoba y sujetarse. Encima tenía que dar las gracias de que hubiera sido la derecha o la hubieran tenido que sustituir. Vuelven con Wood, los gemelos y Harry y, entre la lluvia, consiguen oír la estúpida idea que tiene Harry.

— No seas tonto, te partirá en dos —le dice Fred.

— Oliver no le dejes —dice Alicia, diciendo lo que pensaba Atria—, no puedes dejar que se las apañe solo. Esto hay que investigarlo.

— ¡Si paramos ahora perderemos el partido! —grita Harry y Atria se adelanta.

— Lo de coger la snitch o perecer en el intento no tienes que tomártelo en serio —le dice y luego mira a Oliver—. Le estás metiendo tus ideas en la cabeza, ¡arregla a mi hermano!

— ¡Díselo, Oliver, puedo apañármelas solo! —vuelve a gritar Harry—. Es solo una bludger loca, no vamos a perder contra Slytherin por esa tontería.

— Atria tiene razón, esto es culpa tuya, Oliver, nos vamos a quedar sin buscador por tus palabras —le dice George, todavía enfadado.

— ¿Listos para seguir? —pregunta Madame Hooch y Oliver asiente.

— Bien, ya le habéis oído —dice—. Fred, George, ya le habéis oído... dejad que se ocupe él solo de la bludger.

— ¡Estás loco! —le grita Atria, volviendo a subirse a la escoba.

El partido se reanuda con el silbato de Madame Hooch y Atria no puede dejar de mirar a Harry de vez en cuando. Con la lluvia le cuesta un poco verle, pero cuando lo hace siempre tiene la bludger pegada al culo. Al menos ahora es mucho más fácil jugar ya que Fred y George podían protegerlas de la bludger que lanzaban los golpeadores de Slytherin. Alicia consiguió marcar, con rabia, al igual que Atria lo hizo después de un pase espectacular por parte de Angelina. Y luego Lee anunció que a Harry le había dado la bludger y Atria se giró para ver como su hermano salía volando hacia Malfoy y luego levantaba el brazo bueno para enseñar la snitch. Por suerte no estaba muy lejos del suelo porque se desmayó, así que ella salió volando hacia Harry. Por suerte, Fred y George aparecieron a mitad del camino y empezaron a pelearse con la bludger loca, que había vuelto a ir contra Harry, probablemente en un intento de rematarle.

— No sé quién tiene peor pinta, si tú o yo —le dice Atria cuando le ve abrir los ojos—. Aunque lo de Alicia es mucho más asqueroso.

— ¡Espectacular jugada, Harry! —dice Wood, sonriendo de oreja a oreja y Atria se gira para mirarle—. La mejor que has hecho nunca, diría yo.

— ¿Pero a ti qué te pasa en la cabeza? —le grita Atria, pero Oliver no parece importarle mucho lo que una de sus cazadoras diga.

— Si le pasa algo te tenemos a ti y a Katie —dice él, encogiéndose de hombros y Atria no duda en golpearle con el palo de su escoba—. ¡Oye, qué no he dicho nada malo!

— ¡Tiene el brazo roto porque no has podido mandar a uno de los gemelos a protegerle! —le grita y Oliver coge la mano de Atria y le señala sus dedos.

— ¡Tienes la mano rota porque estaban protegiendo a Harry! —le grita de vuelta y luego señala a Alicia—. ¡Y ella la nariz!

— ¡Con un golpeador nos valía, Oliver, lo sabes! —le vuelve a gritar y se suelta de Wood para irse hacia Harry. Que tiene el brazo demasiado extraño—. ¿Tú no tenías huesos?

— Tenía, tú lo has dicho, se los ha quitado Lockhart —le dice Ron, doblando el brazo de Harry en una postura antinatural—. No dejes que te vea la mano o te los quitará a ti también.

Atria no duda y va a por Alicia para ir juntas a la enfermería, antes de que las vea Lockhart. ¿Cómo se le quedaría a Alicia la cara si Lockhart le quitaba la nariz? Probablemente le quitaría todos los huesos de la cabeza. Llegaron a la enfermería justo a la vez que los demás miembros del equipo excepto Oliver, que parecía haber desaparecido en su nube de felicidad por haber ganado.

— Nos merecemos esto —le dice Angelina, levantando unas cuantas botellas de zumo de calabaza—. No sabía que los elfos de las cocinas podían ser tan simpáticos, ni siquiera les ha importado que vayamos echando agua a todas partes.

— Os debería importar a vosotros, que luego lo tienen que limpiar —les dice Atria, cogiendo de los brazos de Fred un pastelito de chocolate.

— Venga, las dos adentro, os tienen que arreglar un poco antes de que festejemos la victoria —les dice George y entran, pero Madame Pomfrey no parece estar por ningún lado, así que hablan tranquilamente con Harry.

— Los de Slytherin están que echan humo —les cuenta Fred, dejando varios de los pasteles al lado de la mesilla de Harry.

— Sí, Flint estaba echando la bronca a Malfoy porque no había visto la snitch, la tenía en la cabeza. Malfoy no estaba muy contento, y no es para menos, ha sido un vuelo espectacular, Harry.

— Sí, vosotros animadle, como no tenemos bastante con Oliver —les dice Angelina— nos vamos a quedar sin buscador antes de final de curso.

Ni siquiera pueden empezar la fiesta que tenían preparada ya que Madame Pomfrey llega gritando y los echa a todos de allí, cerrándoles la puerta en la cara. Ron y Hermione no tardan en irse, pero Alicia y Atria vuelven a llamar a la puerta de la enfermería.

— ¿Nos puede arreglar, Madame Pomfrey? —dice Atria, señalando con la mano rota a la cara de Alicia y ella las hace pasar y sentarse en una camilla.

— ¿Qué tal, Harry? Cuanto sin verte —bromea Alicia y luego da un grito cuando Madame Pomfrey le arregla la nariz.

— No es para tanto —le dice viendo cómo se la saltan las lágrimas y luego va hacia Atria—. Tu mano, venga.

Y Atria también grita cuando se la arregla. Se despiden de Harry, que empieza a notar los efectos de la poción crece-huesos y Atria agradece que fuera tan solo un momento de dolor y no toda la noche.

— ¿Ya estáis enteras? —bromean los gemelos cuando salen y Atria les enseña como ya puede doblar la mano perfectamente.

— Y mejor que Harry —dice Alicia mientras suben las escaleras hacia la sala común de Gryffindor—. ¿Cómo se os ha ocurrido hacer caso a Oliver?

— Bueno, él es el capitán —dice Fred y luego las señala— y ya estabais bastante magulladas.

— Podríais haberos dividido, con que uno de los dos nos hubiera protegido de la maldita bludger valía —dice Atria, frunciendo el ceño y los gemelos asienten, dándola la razón. La habían oído gritar a Oliver en el campo y, la verdad, es que ni siquiera se les había ocurrido.

— Bueno, es culpa de Lockhart que Harry esté sin huesos, si hubiéramos podido llevarle con Madame Pomfrey ahora estaríamos de fiesta en la sala común —dice George cuando llegan a la puerta.

En la sala común la gente no tarda en felicitarles y decirles que sigan así y ellos les agradecen mientras que suben a las habitaciones para poder ducharse y quitarse los uniformes mojados. Leah se mete en el baño con Atria, donde ambas empiezan a hablar tranquilamente de lo loco que está Oliver y de la fiesta que probablemente tengan esa noche. Y, como si lo hubieran predicho, cuando bajan para ir a comer Angelina, Alicia y Katie ya están hablando de la fiesta. Como todavía tenían las sobras de Halloween tenían que aprovecharlas.

Atria sabía de los pasadizos a Hogsmeade, ella misma los había utilizado el año anterior para ir, con sus amigos, hasta el pueblo; pero no se esperaba que los gemelos lo utilizaran para conseguir whisky de fuego.

— Eso no es buena idea —les dice, señalando la botella. La única que había ido hasta allí después de la cena era ella y porque Percy se había cansado de decirle que no podía estar en los dormitorios masculinos, así que acababa haciendo la vista gorda. Y ella lo aprovechaba ayudando a sus amigos a preparar todo.

— ¿Qué tiene de malo un poco de diversión? —le responde Fred y ella pone los ojos en blanco—. ¿Desde cuándo te importan las buenas o malas ideas?

— Conoces a Leah, ¿qué crees que va a pasar si le das un poco de eso? —le dice, pero entonces Fred sonríe.

— Oh, no, ni Leah ni tú vais a probarlo.

— ¿Qué?

— ¿Te crees que no te conocemos? No te vamos a dar alcohol —le responde George, sacando de debajo de la cama algunas botellas de cerveza de mantequilla y zumo de calabaza—. Esto es para vosotras, dejad a los mayores.

— ¿Y Katie?

— Katie es mayor —le contestan ambos a la vez y Atria se cruza de brazos.

— Leah es mayor que Katie, ya tiene catorce, Katie no los cumple hasta diciembre.

— Entonces podemos decir otra cosa, solo los nacidos en 1979 no podrán beber whisky de fuego —le dice George y Atria se cruza de brazos.

— No es justo.

— Haber nacido antes, Atria —le dice Lee saliendo del baño envuelto en colonia—. ¿Qué pasa? ¿Por qué arrugas la nariz?

— Apestas —le dice y los gemelos empiezan a reírse a carcajadas—. ¿Qué es lo que piensas hacer?

— Me alegra que me lo preguntes porque tengo un juego nuevo —dice Lee, visiblemente emocionado— os encantará, ya veréis.

No se molesta en contarlo por mucho que Atria insiste y le persigue por toda la habitación, llegando hasta el punto de colgarse de la pierna de Lee para suplicarle que lo cuente, pero él no le hace caso y sigue andando y colocando cosas, a pesar de llevar a Atria colgando en la pierna. Y así es como se los encuentran las chicas cuando suben a la habitación de los chicos, a medianoche, cuando toda la sala común ya estaba vacía y podían escabullirse de un lado a otro.

— ¡Yo también quiero! —grita Leah y se engancha a la otra pierna de Lee que, al intentar dar un paso, acaba cayéndose y ambas chicas le sueltan para evitar caer con él—. Aguafiestas.

— ¡Por tu culpa me he caído! —grita Lee y empiezan una pequeña pelea rodando por el suelo mientras que todos intentan que dejen de gritar.

— Al final van a acabar descubriéndonos —dice Alicia, sentándose junto a una de las botellas de whisky de fuego—. ¡Lo habéis conseguido!

— Nunca nos han pillado, no lo van a hacer ahora —dice George.

— Y claro que lo hemos conseguido, ¿por quién nos tomas? —le contesta Fred, pero Alicia ya no le escucha—. Vamos a tener a la primera borracha pronto.

— Verás cuando empiece Angie —le contesta, dejando la botella con un escalofrío—. Este ha sido nuestro mejor verano, ¿verdad, chicas?

— Es muy fácil colarse en fiestas muggles y ellos deben cosas peores que esto —añade Angelina, dando a la misma botella otro gran trago, pero ella ni siquiera se inmuta ante el sabor y le pasa la botella a Katie— si hubierais querido venir a alguna lo sabríais. Lo mismo va para vosotras dos —dice, señalando a Leah y Atria, que ambas se encogen de hombros.

— La playa estuvo bien —dice Atria y Leah sonríe— y luego estuve con los gemelos, así que tampoco tuve mucho tiempo.

— Claro, te fuiste con ellos un mes, pero no quisiste venirte conmigo todo julio —se queja Leah— porque les echabas de menos.

— ¡Yo nunca dije eso! —chilla Atria y, de repente, los gemelos parecen realmente interesados en las palabras de Leah.

— ¿Nos echaba de menos? —le pregunta George, acercándole una de las botellas de whisky de fuego.

— Será tuya si nos cuentas todo —añade Fred y Leah habla.

Atria se acaba cansando de decir que eso es mentira y la deja inventarse la historia. Todos empiezan a notar la embriaguez causada por el alcohol y, cuando Atria ve que están bastante borrachos, no tarda en salir corriendo a por su Twister. Cumpliendo su palabra los gemelos no le habían dejado acercarse a ni una sola de las botellas de whisky, a pesar de que ya estaban algo borrachos eso era algo que no se les olvidaba. Igual que a ella no se le iba a olvidar nunca las carcajadas cuando les vio intentando jugar. Habían hecho equipos,  Fred, Angelina, Alicia y Katie contra George, Lee, Leah y Atria, pero entonces Alicia protestó porque Atria no estaba borracha y podía jugar perfectamente, así que, a escondidas de los gemelos, Alicia y Katie empezaron a emborracharla. Menos mal que había vivido con Remus toda su vida y el hechizo silenciador fue uno de los primeros que aprendió porque estaban haciendo tanto ruido que era imposible que nadie se diera cuenta.

— ¡Vamos a cambiar de juego! —chilla Lee en cuanto ve que han vuelto a perder—. Venga, todos sentados en círculo.

Y entonces empieza a explicarlo. Cada uno dirá una frase comenzando por "Yo nunca he..." y, como tiene que decirlo, beberá un trago de zumo de calabaza —que era lo único que les quedaba a esa altura de la noche—. Los que lo hayan hecho también tendrán que beber. Y empiezan.

— Yo nunca he sido castigado por gastar una broma —dice y las únicas que no beben son Angelina, Alicia y Katie, que chocan las cinco entre ellas.

— Las más listas porque nunca nos han pillado —dice Angelina y todos empiezan a reírse.

— Has gastado una broma en toda tu vida, ¡una! —le dice Leah y todos vuelven a reír—. Venga, ¿a quién le toca?

— Vamos en sentido de las agujas del reloj, ¿no?

La siguiente es Katie, que dice que nunca ha sido castigada por no entregar sus deberes y todos beben. Luego sigue Alicia, con "yo nunca he dormido con una amiga" que hace que los únicos que no beban nada sean George y Lee. Entonces empiezan a discutir hasta que ambos acaban bebiendo porque Atria les recuerda que el año pasado durmieron juntos. Leah es la siguiente y sonríe maliciosamente:

— Yo nunca me he duchado con una amiga —dice, y le da un buen trago a su zumo de calabaza, siendo acompañada únicamente por Atria—. ¿Nadie más? ¿En serio? ¿Angie, Alicia, Katie?

— Como se nota que no tenían que pelear por el agua caliente —dice Atria, empezando a reírse—. Nunca me he duchado tan rápido como cuando me duché contigo.

Siguen bromeando durante un largo rato hasta que todos vuelven a calmarse y le llega el turno a Atria, que no tarda en decir, con una gran sonrisa, "yo nunca he conocido la contraseña de los Slytherins" y Leah se atraganta bebiendo cuando ve como Fred y George se levantan indignados al ver que Atria bebe.

— ¡Podemos gastarles las mejores bromas del mundo y nunca sospecharan de nosotros y nos lo has ocultado! —grita George.

— ¡Comparte esa información, traidora!

— ¡Traicionados por nuestra mejor amiga!

— ¡Deberíamos echarte de aquí!

— O podríamos hacerle una broma a los Slytherin mañana —les sugiere Atria, sonriendo.

— Nunca sabrán que habéis sido vosotros —añade Leah y los gemelos se miran.

— Me gusta como piensas, O'Brien, contratada —le dice George y todos vuelven a estallar en risas—. Te toca, Fred.

— Yo nunca... ¿he volado en un coche? —dice y tanto Atria como George ponen los ojos en blanco, pero beben como él.

— Eres un soso —le dice Atria y él se escoge de hombros.

— Habéis cogido las mejores —dice—. Angie, te toca.

— Yo nunca he hecho explotar un caldero —empieza diciendo y cuando ve que Atria va a beber, la frena— en clase de pociones.

— ¡Venga ya, esta era la mía! —dice, viendo como todos beben—. No es justo, soy la persona que más calderos ha explotado en esta habitación.

— Y por eso no podía ponértelo fácil —le contesta Angelina, riendo.

El último turno es el de George, que dice "yo nunca he me colado en las habitaciones contrarias" y todos se ríen porque es justamente lo que estaban haciendo ahora.

— ¡Me toca! —grita Lee con un entusiasmo al que no le puede ganar nadie—. Yo nunca... he besado a nadie.

Atria y Leah ponen los ojos en blanco mientras Alicia, Katie, Lee y George beben de sus vasos. Mientras tanto Angelina empieza a ponerse de un adorable tono rojo y Lee empieza a reírse.

— ¿Ninguno de los cuatro? ¿En serio? —les dice, señalándolos.

— ¿Por qué voy a tener interés en besar a alguien? —le contesta Atria.

— ¿Por curiosidad? —le responde Lee, pero ella se encoge de hombros—. Hora de solucionarlo, vamos, cambiamos de juego.

Apura su botella de zumo de calabaza para luego dejarla en el suelo, entre todos. La gira una vez y señala a Alicia, la vuelve a girar y le toca a Katie.

— Bien, os ha tocado, ahora beso —les dice y ambas se encogen de hombros y se dan un pico—. Ya está, esas son las reglas.

— Aburrido —dicen Atria y Leah a la vez.

— ¿No tienes nada mejor? —le pregunta Atria.

— Sí, bueno, está verdad o reto —le dice y Atria sonríe.

— Eso me gusta más, venga, dispara —le dice y Lee se ríe.

— Las reglas son sencillas, hay que elegir entre ambas. No vale lo mismo todo el rato, que nos conocemos—dice, mirando a todos. Hay dos grupos bien diferenciados, el de verdad en el que él mismo se incluye, y el de reto, donde están los gemelos, Atria y Leah—. Empezamos.

Gira la botella y todos miran como gira hasta que se queda parada delante de George.

— Reto —responde.

— Baila claqué —le dice y George se levanta y hace lo que Atria definiría como "la peor muestra de baile de la historia" —. ¡Me toca girar!

Pronto empiezan a hacer todo tipo de preguntas como "¿Has copiado en un examen?" o "¿A qué profesor besarías?" y retos como ir a la habitación de Percy y robarle un calcetín —Atria no solo decide traer un calcetín de Percy, si no que también le roba otro a Oliver— o ir a las cocinas a por pastelitos, algo que George tarda segundos en aceptar y cuando vuelve es aclamado por todos. Después de un rato comiendo, empiezan las preguntas más aburridas en opinión de Atria. ¿Qué importan las verdades cuando puede retar a alguien a pintar un bigote a Percy mientras que duerme?

— Verdad —dice Angelina y Alicia sonríe maliciosamente.

— ¿A quién consideras más atractivo de esta habitación? Y digo atractivo porque si dijera atractiva todos sabemos que me diría a mí —dice, logrando que todos estallen en carcajadas mientras que Angelina intenta esconderse para no contestar—. Angie, no te oigo.

— ¡Ya lo sabes! —protesta ella, pero Alicia señala la botella y Angelina suspira—. Fred.

— ¿Qué tiene él que no tenga yo? —protesta George—. ¡Yo soy el guapo!

— Sigue soñando, Georgie —le contesta Fred, riéndose.

Angelina no tarda en girar la botella, que apunta a Atria, tirada en el suelo con Leah. Las dos se ríen por alguna tontería que han dicho antes y son incapaces de parar. Y eso que eran las dos a las que menos habían dejado beber.

— Atria, elige.

— Reto.

— Besa a alguien —le dice Angelina y Atria gatea hasta llegar a ella para darla un beso en la mejilla—. No, eso no vale, sabes a que me refiero.

— Asqueroso —murmura ella, volviendo hacia Leah y tirándose a su lado—. Quiero irme a dormir, no besar a alguien.

— Besa a alguien y te vas a dormir —le propone Angelina, pero Atria ni siquiera se mueve del suelo.

Todos protestan, pero Atria empieza a ignorarles. No sabe quien la acaricia la espalda, pero no tarda en quedarse dormida y, por mucho que Leah la mueve, no se despierta.

— ¿Estáis seguros de que no se ha muerto? —les pregunta y Fred se ríe.

— Duerme demasiado profundo —dice, levantándose del suelo para llevarla hasta la cama—. Me está dando envidia.

— Pues te vas a quedar sin dormir con ella porque voy yo —le responde Leah, tumbándose al lado de Atria, pero no dura porque Fred la coge y la deja en la cama de Lee—. ¡Oye!

— Es mi cama.

— ¡Y ella mi amiga!

— También la mía.

— Me quiere más a mi —le responde Leah y Fred empieza a reírse.

— ¿Has oído eso, George? Cree que Atria la quiere más a ella —dice y Leah se cruza de brazos.

— Ella me cuenta todo, ¿qué tienes tú, Fred? Porque a ti no te ha contado ni la contraseña de Slytherin —le responde, sacandole la lengua.

— ¿Es esto una pelea por ver quién es su mejor amigo, Leah? —le pregunta Lee y George no tarda en levantarse y ponerse al lado de Fred, cruzándose de brazos—. ¡Sois adorables!

— ¿Qué te hace pensar que tú eres su mejor amiga? —le pregunta George y entonces la que se ríe es Leah.

— En todo caso me lo creo de Fred, pero tú no tienes nada que hacer contra mi —le dice y parece que va a decir algo más, pero se levanta corriendo hacia el baño. Quizá los pastelitos no habían sido tan buena idea.

Con una dormida y otra vomitando, deciden que es momento de irse a dormir. Y todos agradecen que sea domingo. Misteriosamente aparecen unos cuantos platos de comida en la habitación, cuando todos despiertan y lo agradecen porque tienen unos grandes dolores de cabeza. Atria no tarda en desaparecer durante una hora y, cuando vuelve, lo hace con una sonrisa de oreja a oreja y siete viales llenos hasta el tapón.

— Venga, cuanto antes os lo toméis mejor, ¡podremos ir a cenar!

— ¿Estás segura de que es buena idea?

— Me ha quitado el dolor de cabeza, así que yo creo que sí, Alicia —le responde Atria y todos se la beben de golpe—. De nada.

— ¿No nos va a hacer algo? —le pregunta George, que se levanta para mirarse en el espejo del baño.

— A veces decido ser buena —le contesta ella, viendo como todos empiezan a parecer personas de nuevo—. ¿Qué recordáis de anoche?

— Que tú tienes un reto pendiente —contesta Angelina, pero igual que por la noche, Atria la ignora.

Es una cena de domingo totalmente tranquila, a diferencia de lo que se venía el lunes. Los rumores de que Colin Creevey, el niño de la cámara de fotos, estaba en la enfermería muerto recorrieron el castillo con una gran facilidad. Ginny parecía estar realmente triste, así que Fred y George intentaban animarla de una forma bastante errónea, asustándola por todas las esquinas hasta que Percy les amenazó con escribir a su madre por las pesadillas de Ginny.

Por la supuesta muerte del pequeño de Gryffindor la mayoría de los alumnos iban en grupos a todas partes, sobre todo los de primero, algo que a Atria no dejaba de resultarle gracioso porque el castillo seguía siendo igual que tan solo unas semanas atrás, cuando habían matado a la señora Norris. Pero les dio seguridad que se fuera a abrir un club de duelo. A Atria le hubiera gustado ir, pero estaba castigada junto a los gemelos porque habían llenado el despacho de Filch de fuegos artificiales y Peeves no había estado por la labor de cubrirles esa vez, argumentando que ya les debían bastante. Así que, el día del club de duelo, se encontraba frotando los trofeos del segundo piso, sin magia.

— Todo el mundo allí y nosotros aquí —vuelve a quejarse Atria, frotando sin ganas un trofeo que le habían dado a un tal Tom Ryddle—. Espero que luego nos cuenten si han aprendido algo interesante.

— ¡Más limpiar y menos hablar! —les grita Filch y, en cuanto se da la vuelta, Atria le saca la lengua.

Cuando vuelven a la sala común, bien pasada la medianoche, no queda nadie despierto. O al menos eso es lo que piensan hasta que ven a Harry sentado frente al fuego.

— ¿Harry? ¿Qué haces todavía despierto? —le pregunta a su hermano, que se sobresalta—. ¿Qué tal el club de duelo?

— Bien—murmura el niño, para luego mirar a Atria—. ¿Tú hablas pársel?

— No tengo el placer —le contesta, sonriendo—. ¿Te imaginas lo alucinante que sería?

— Agradezco que no lo hables, ya eres bastante terrorífica —le dice Fred de broma, pasándole el brazo por encima de los hombros. Mira a Harry, sonriendo, pero borra la sonrisa cuando ve la cara del niño—. ¿Qué te pasa, Harry?

— Ni que hablaras pársel —dice George, pero cuando ve la cara de terror de Harry, cambia totalmente de actitud—. Espera, ¿hablas pársel?

— Eso me ha dicho Ron —murmura, incómodo y Atria se aleja de Fred para sentarse con su hermano.

— No tiene nada de malo, Harry, solo es... una habilidad rara —le dice, intentando obviar que, normalmente, eran magos tenebrosos los que hablaban pársel. Y que el propio Salazar Slytherin era uno de los hablantes más conocidos.

— Quizá lo aprendiste de bebé, ya sabes, cuando los muggles empezaron a comportarse como serpientes asquerosas —le dice George, intentando animarle y, aparentemente, parece que le hace sonreír un poco.

— No te preocupes, Harry, si fuera porque eres descendiente de Slytherin Atria también debería hablar pársel —le dice Fred— y por mucho que hable con algunas serpientes, están hablan inglés.

— Como te oiga Cassie no sobrevives —le dice Atria, sonriendo—. Sería una pena que alguien se lo contara, ¿no crees?

— Tú no vas a contarle nada —le dice Fred, avanzando para cogerla en brazos y ella empieza a chillar—. ¿Te importa si la secuestro? No quiero que Cassie acabe conmigo.

— No, no me importa —le dice Harry, que los mira como suben las escaleras entre risas. George se queda atrás y negado mientras sonríe.

— Espero que no despierten a Lee, se pone insoportable —dice, acercándose a las escaleras—. No tengas en cuenta lo que dice la gente. Que descanses, Harry.

— Igualmente —murmura él, viendo cómo se queda solo en la sala común.

Si Atria no hablaba pársel era imposible que él fuera el heredero de Slytherin. La gente solo estaba siendo paranoica. Pero al día siguiente, cuando fue a buscar a Justin Finch-Fletchley para explicarle qué había pasado, se lo encontró petrificado junto a Nick Casi Decapitado. Los rumores no tardaron en llegar a todas partes del colegio de nuevo, por ello Fred, George y Atria intentaron animarle gritando por todas partes a las que iban, que venía el heredero de Slytherin.

Era un intento por animarle, algo que por lo visto a Percy no le hacía la más mínima gracia porque decía que asustaba a Ginny. Aunque Atria estaba en desacuerdo, no creía que asustase a Ginny, si no que la preocupaba. Intentó hablar con ella, pero solo le decía que no le pasaba nada y que estaba estupendamente. Luego solía salir corriendo, así que Atria lo dudaba, pero la dejaba porque pensaba que ya se lo contaría cuando fuera necesario.

El semestre terminó y los únicos Gryffindor que se habían quedado en Hogwarts eran los Weasley, los Potter y Hermione. Atria volvió a mudarse a la habitación de los gemelos al ver como Ginny y Hermione se negaban a dejar de dormir en sus respectivas habitaciones y fingió que estaba terriblemente enfadada con ellas, pero luego en la comida estuvo hablando tranquilamente con Ginny y de, de vez en cuando, con Hermione, que no dejaba de susurrar cosas a Harry y Ron. Estaba claro que tramaban algo, para variar. Así que, cuando terminó la comida, se fue a coger el mapa del merodeador para descubrir que estaban escondidos en el cuarto de baño de Myrtle la llorona. Había tardado un rato en encontrarlos, pero se veía como Harry y Ron se iban del baño, pero Hermione se quedaba allí dentro.

— Vuelvo en un rato, no le hagáis nada a Percy sin mi —le dice a los gemelos, pero ya no la oyen porque están demasiado ocupados con el equipo de mantenimiento para escobas que les había regalado.

Llegar al cuarto de baño de Myrtle nunca es un problema ya que nadie quiere ir hasta allí. Atria la conocía, si conseguías evitar lo suficiente el tema podría hasta resultar agradable. Si no mencionabas que estaba muerta o algo relacionado, claro.

— ¿Hermione? —pregunta Atria cuando entra al baño y la risa de Myrtle es lo único que se oye—. Hola, Myrtle, ¿qué tal estás?

— ¡Esto es lo mejor que me ha pasado en toda mi vida! —dice, riéndose a carcajadas—. ¡Tienes que verla!

— Vete, Atria, esto no te incumbe —oye decir a Hermione desde dentro del baño, pero Atria no se va, se pone a investigar.

— ¿Vasos? —le pregunta, pero Hermione no responde—. ¿Qué habéis hecho?

— ¿De verdad qué no se te ocurre? —la oye decir.

Vasos, Hermione escondida en el baño y entonces encuentra el caldero.

— Así que para eso queríais la piel de serpiente —dice y oye un quejido por parte de Hermione—. ¿Por qué no me pedisteis ayuda?

— Porque ha salido bien, no ha sido el problema la poción —dice Hermione.

— ¡Hermione! —oye gritar a Ron, entrando con una túnica que claramente no es suya, no solo por el tamaño, si no porque también es de Slytherin, como la de Harry—. Ah, hola, Atria, no estamos haciendo nada malo.

— Ron —susurra Harry, dándole un golpe en el brazo.

— Sois conscientes de que soy un prodigio de las pociones, ¿verdad? —les dice, cruzándose de brazos y Ron bufa—. El año pasado fuisteis contra Voldemort, y este año la poción multijugos, ¿por qué me apartáis de todo lo divertido?

— ¿Lo divertido? —pregunta Harry, pero Ron solo se ríe y avanza hasta el cuarto de baño donde está Hermione.

— Venga, Hermione, sal, tenemos muchas cosas que contarte.

— ¡Fuera, los tres! —grita ella y Myrtle vuelve a aparecer, riéndose.

— ¡Ya lo veréis, está horrible! —dice, riéndose a carcajadas y Atria se cruza de brazos—. ¡Todo el mundo se va a reír de ti!

— Al menos está viva, a diferencia de otras —le dice y es instantáneo, Myrtle empieza a llorar y se tira por el retrete—. Ya puedes salir, Hermione, se ha ido.

— No era un pelo de Millicent Bulstrode —dice, saliendo del baño con la cara tapada. Y cuando se la quita todos pueden ver como se ha convertido en un híbrido entre humana y gato—. ¡Debe tener un gato! ¡Tengo cola!

— Te llevaremos a la enfermería, Madame Pomfrey no hace muchas preguntas, venga —le dice Harry, pero Hermione niega.

— ¡Sabrá que hemos hecho!

— No si voy yo contigo —le dice Atria, encogiéndose de hombros—. Venga, me echaré toda la culpa de la poción.

— Te van a castigar —le dice Ron y Atria se encoge de hombros.

— Ni que fuera la primera vez —dice riéndose—. Empezad a incluirme en vuestros planes, os prometo que os saldrían mucho mejor.

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Parece que estoy haciendo un speedrun de segundo madre mía que ya están en Navidad. Y, de nuevo, otro capítulo eterno porque es lo único que sé hacer con mi vida. El siguiente es MUY corto, pero bueno, ES LO QUE ME DA LA CABEZA TIENE QUE SER ASÍ intentaré alargarlo un poco más en los próximos días y, si no, pues el martes tendréis un mini capítulo que los de esta semana han sido eternoooooooooos.

Mil gracias por leer y comentar y por votar y ieunfwnfwkjenf ♥♥♥♥♥ Es que está yendo tan bien que es que no me lo creo y qeroeiroweir mil gracias por querer a Atria tanto como la quiero yo ♥

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