Capítulo 12: Eres una ladrona
Habían tenido una fiesta tan solo una semana antes y, como habían ganado a Hufflepuff en el partido más corto que nunca habían visto iban a hacer otra para celebrar. Atria se escabulló a las cocinas con los gemelos y los elfos les dieron de todo. Subir hasta la torre de Gryffindor sin que se les cayera nada de las manos fue todo un logro, pero cuando llegaron fueron recibidos entre aplausos. No solo eran parte del equipo de quidditch —nadie podía olvidar la bludger que había lanzado George hacia Snape— sino que también habían traído comida.
La fiesta no duró mucho en la sala común ya que los prefectos a las doce de la noche dijeron que era hora de acabarla, pero para algunos la fiesta continuó. Como la semana anterior se subieron todos a la habitación de los gemelos y Lee y allí sacaron algunas de las cervezas de mantequilla que habían dejado de la semana anterior. No quedaban muchas por lo que tuvieron que compartir. Y Fred, en un intento de demostrar que no tenía nada con Atria, se lo dijo a Angelina. Sí, ella era agradable, le caía muy bien y era muy buena jugadora de quidditch. Por supuesto todos lo notaron, ¿cómo no iban a hacerlo si siempre que algo se compartía Fred lo hacía con George o Atria? Esta no dijo nada, pero por dentro se rompió un poco. "Al menos es Angie" piensa, mientras los ve hablar animadamente y luego sonríe. Es Angie, no alguien que no conocen. Si tiene que hacer de celestina lo hará, aunque no sepa muy bien cómo, no termina de entender cómo puede ayudarles ella si ni siquiera se había dado cuenta de que ellos ya estaban creciendo.
Horas más tarde ni siquiera se molestan en juntar todas las camas. Son ocho, pero se las pueden apañar bastante bien para dormir, ya lo han hecho bastantes veces. Atria ni siquiera lo piensa, le sale inconscientemente ir a la cama de Fred, pero allí está ocupada. Por Fred y Angelina.
— Oh, me voy con Leah —dice, sonriendo y girándose rápidamente para meterse en la cama con su amiga. ¿Por qué le duele? ¿Era eso lo que decía Lee? Sabe que no la van a sustituir, pero ¿y si sí?
Las risas y susurros se mantienen un poco más en la habitación, pero poco a poco todos caen rendidos. Y en cuanto Atria se asegura de que todos están dormidos sale de la habitación para volver a la suya, coger a su peluche y meterse en la cama. La luna empezaba a estar decreciente y ni siquiera se había acordado de Remus. Casi no se estaba acordando de él en todo el curso. Con la idea de escribirle se quedó dormida. Pero ni siquiera pudo dormir bien.
— ¿Por qué te fuiste anoche? Te podías haber venido a dormir con nosotros en lugar de meterte en con Alicia, Katie y Leah —la dice George durante el desayuno y Atria se encoge de hombros, para luego bostezar—. Venga, cuéntamelo.
— Es que no le había escrito a Remus —le susurra, intentando que parezca que es lo que oculta y, para que resulte más creíble, mira en dirección a Harry, Ron y Hermione, que están susurrando entre sí—. Están tramando algo, necesito el mapa.
— Claro, vente ahora y te lo doy. ¿Y decidiste irte a escribirle en mitad de la madrugada? —le pregunta George y ella siente, mirándole. No va a contarle que se sentía sustituida y no quería verlo. Es un sentimiento infantil, no van a sustituirla.
— Es que la luna llena fue hace unos días y no le he preguntado por Lyall —le responde, lo cual no es mentira. Bueno, al menos con eso no tiene que mentir—. De hecho, con todo lo de Harry casi no le he escrito, me siento bastante mal.
— Bueno, si te echa de casa por no escribirle siempre te podremos adoptar —le dice George de broma y ella se ríe.
— A ver si termino la carta esta noche y se la puedo mandar cuanto antes —le responde y George se ríe.
— Eres un desastre mintiendo, lo sabes, ¿verdad? —le dice y Atria finge que se ofende—. Lo que me estás contando es la mitad de la verdad, venga, dilo.
— Pero es que esa es la verdad —se queja ella.
Terminan de desayunar entre risas y bromas y, de reojo, Atria ve como Harry, Ron y Hermione se levantan de la mesa.
— Voy yo a por el mapa, ¿está dónde siempre? —le susurra a George y él asiente, así que Atria coge una tostada y tranquilamente vuelve a la torre de Gryffindor.
Como todos están abajo desayunando entra sin preocuparse de que Lee la vaya a gritar otra vez y busca en el baúl el mapa. No tarda mucho en encontrarlo y no duda en abrirlo para buscar a Harry, Ron y Hermione. Que están en la biblioteca. De Hermione se lo creería, claro, pero ¿Harry y Ron? Esos dos no pisarían la biblioteca de forma voluntaria en su vida.
— Así que aquí estás, ¿por qué te has ido del desayuno? —Fred entra en la habitación, seguido de George y luego ve el mapa. Atria ni siquiera es capaz de mirarle porque se muere de vergüenza. No tenía que haberse vuelto a la habitación. Ha conseguido evitarle mirar durante el desayuno, pero ahora es muy difícil—. ¿De verdad crees que están tramando algo?
— Bueno, ¿por qué iban a ir Harry y Ron a la biblioteca? No me digas que a acompañar a Hermione porque los tres sabemos que es mentira —le responde, sin apartar los ojos del mapa. De verdad están en la biblioteca—. Voy a ir a ver qué están leyendo, anoche estaban hablando de la piedra filosofal. Pero vosotros no habéis oído nada de mí.
— Claro que no, ¿cómo íbamos a haber oído algo? —le dice George, riéndose y se asoma a ver el mapa—. Pues sí que es verdad que están en la biblioteca.
— ¿Te lo llevas? —le pregunta Fred y ella suspira.
— No, ya os lo dejo —dice, doblándolo y fingiendo que lo guarda en el baúl de Fred, pero en realidad lo guarda en la manga de su túnica y el corazón empieza a latirle con fuerza. Necesita irse de allí cuanto antes—. Menuda confianza. Me voy a la biblioteca.
— ¿Qué te pasa, Atria? —Fred la frena cuando se va a ir y George, lentamente, desaparece en el baño, algo que Fred agradece—. ¿Por qué te fuiste anoche?
— Tenía que escribir a Remus, la luna llena fue hace unos días —repite la mentira, de forma automática e intentando que no parezca que está haciendo algo malo. Aunque lo está haciendo, les está robando el mapa—. Casi no le estoy escribiendo este año.
— ¿Por qué mientes? —le pregunta y ella niega.
— No lo hago, de verdad, tenía que escribirle antes de que se me olvidara —insiste y Fred la mira fijamente.
— ¿Se te están olvidando cosas? —mierda. Eso es en lo único que puede pensar Atria. Porque si piensa que se le están olvidando cosas quizá piensa que está experimentando otra vez y nunca la dejarán tranquila—. No mientas.
— No se me olvidan las cosas, es solo que estoy distraída con Harry así que a veces tengo un poco de lío con la contraseña de la sala común. O como ahora, que se me ha olvidado escribir a Remus, anoche vi la luna y estaba menguante y no le he preguntado por Lyall, así que soy un desastre y...
— Anoche...
— De verdad, me encantaría seguir hablando contigo —Atria le interrumpe sin más y Fred frunce el ceño—, pero tengo que averiguar en que andan metidos nuestros hermanos antes de que los maten.
— ¿Por qué evitas el tema? —le pregunta Fred y ella niega.
— No lo evito, de verdad, anoche me fui a escribir a Remus nada más —insiste ella—. ¿Hablamos más tarde? De verdad, no quiero que vuelvan a ir a ver a Fluffy.
— ¿Conocen a Fluffy? —George saca la cabeza del baño y vuelve a su lado—. ¿Cómo han conocido a Fluffy?
— Oh, es verdad, se me olvidó —dice Atria— no sé qué pasó, pero me distraje. Bueno, lo conocieron una noche, por lo visto Harry tenía un duelo con Malfoy o algo así y cuando bajé para irme a mi habitación Hermione les estaba regañando por ir. Por supuesto no me iba a quedar sin ir por el castillo de noche, así que me fui con ellos. Hermione también se vino, pero no quería, lo tuvo que hacer porque la señora gorda se había ido y luego nos encontramos a Neville, que estaba dormido en el pasillo porque no se acordaba de la contraseña y...
— Atria —la dice Fred, volviendo a centrarla y ella asiente.
— Sí, gracias, perdonad. Bueno, al final acabamos siendo delatados por Peeves, incluso le ofrecí hacer una gran broma y que se quedara con la autoría, pero el maldito no quiso. ¿Os lo podéis creer? Era la mejor oferta que iba a tener en todo el tiempo que me queda en Hogwarts y...
— ¡Atria!
— ¡Perdón! —vuelve a decir a ambos y suspiran. Cuando Atria cuenta algo se dispersa y los gemelos lo achacaban al hechizo de memoria que había probado en si misma—. Bueno, que acabamos en el pasillo del tercer piso, el prohibido. Y Fluffy estaba allí. Estoy segura de que me reconoció e iba a chuparme, pero Harry nos sacó de allí rápidamente y nos volvimos a la sala común por si Filch estaba cerca.
— ¿Y por qué se te olvidó contárnoslo? —la pregunta Fred y ella empieza a pensar.
— A ver, fue antes de Halloween porque los chicos todavía no eran amigos de Hermione —dice Atria, esforzándose en recordar—. Uy.
— ¿Cuándo, Atria? —la pregunta George y ella sonríe con vergüenza—. No me gusta esa cara.
— Puede ser que fuera... ¿la noche de antes de que le dieran la Nimbus 2000 a Harry? —dice, y luego sale corriendo de la habitación—. ¡Nos vemos luego!
— Está loca, está realmente loca —murmura George y luego mira a Fred—. ¿Y si el hechizo que creó sigue afectándola?
— Siempre ha sido despistada, pero esto ya empieza a ser realmente extraño —le responde mirando a la puerta.
Por la noche Atria no vuelve a la habitación. Ni esa noche ni ninguna más. Porque les ha robado el mapa y no se atreve a mirarlos a la cara. Tiene que vigilar a Harry y Ron para que no se metan en líos, además de vigilar también a Hermione porque la cae bien. Pero ellos parecen empeñados en ir única y exclusivamente a la biblioteca. Atria piensa que es un alivio que los profesores empiecen a mandar más y más deberes porque eso significa que los gemelos están ocupados igual que ella y no pueden notar la ausencia del mapa. Se lo devolverá, sí, cuando consiga averiguar qué están haciendo. Y un día se mueven de la biblioteca a la cabaña de Hagrid. Y por supuesto va a investigar.
— El que tengo es un ridgeback noruego. Y son muy raros —oye decir Atria cuando llega a la cabaña.
— Hagrid, tu vives en una cabaña de madera —le dice Hermione y Atria llama a la puerta.
— ¡Soy yo, Hagrid! —dice, escuchando el silencio que se hace dentro. La puerta se abre y pronto es arrastrada hasta el interior. Dentro hace demasiado calor y Atria empieza a agobiarse enseguida—. ¿Por qué este calor?
— No puedes decirle nada a nadie —le advierte Hagrid y ella asiente—. Ni siquiera a los gemelos.
— Tranquilo, ¿alguien sabe de la existencia de Fluffy? —le pregunta y Hagrid señala al trío de oro, con lo que Atria se ríe—. Ellos lo saben, nos lo encontramos hace unos meses, creo que me quería chupar. ¿Vendrías un día conmigo a verlo?
— Claro, cuando acabe el curso si quieres —le propone y Atria sonríe de oreja a oreja y luego mira a la chimenea—. Es un huevo de dragón.
— Guau —dice, acercándose a ella lentamente—. ¿Te lo vas a quedar?
— Es la idea —dice Hagrid, sonriendo y Atria se ríe—. Deberíais ir volviendo al castillo, se está haciendo tarde.
Y con las mismas les echó de la cabaña. Atria ni siquiera se molestó en intentar hablar con ellos de nuevo ya que iban susurrando cosas y se empezó a quedar atrás, hasta que estaban tan lejos que pudo escabullirse sin problemas y volver a sacar el mapa. Ahora vería a donde iban. Siguió sus marcas hasta que llegaron a la sala común, donde se pararon a hablar con las de Fred y George, que rápidamente salieron de la sala común y se quedaron en la puerta. Ya no iba a poder esquivarlos.
— Tú te vienes ahora mismo con nosotros —dicen los gemelos cuando llega delante del retrato de la señora gorda y ella suspira. Suben hasta la habitación de los gemelos y estos no tardan en decir una mentira para que Lee se vaya de la habitación.
— Registra a la ladrona —dice George y Atria retrocede cuando ve como Fred se acerca.
— Ya os lo devuelvo, ¿vale? —dice, sacándose el mapa de la cintura de la falda, donde suele llevar todas sus cosas ya que no tiene bolsillos—. Si me lo dejarais no os lo hubiera quitado sin permiso.
— ¡Es nuestro! —dicen ambos a la vez y Atria tiene que morderse la lengua. Es suyo. Por herencia es su mapa. El mismo que hizo su padre y su padrino. Pero no se lo puede decir porque prometió a Remus que no les iba a decir nada.
— Sois unos egoístas —les responde, cruzándose de brazos.
— No somos unos egoístas, tú eres un desastre. Si no fuera por nosotros ya hubieras perdido tus gafas, pero siempre están en tu bolsillo porque las hechizamos para que no las perdieras —le dice Fred y, si lo hubiera dicho otra persona, ni siquiera se hubiera molestado. Pero que se lo diga él sí. Cuando mira a George sabe que está pensando lo mismo y la molestia aumenta. Primero le dicen que el mapa no es suyo cuando legítimamente le pertenece, ahora esto.
— Idos a la mierda —les responde Atria y sale de la habitación de los gemelos dando un portazo.
Atria les empieza a evitar, a pesar del que al día siguiente intentan disculparse con ella. Ni siquiera va a ver como sale el dragón del huevo cuando Hagrid la avisa. Ignora la nota y decide que no le importa lo que hagan. Hasta que una mañana se despierta y ve que a Gryffindor le faltan ciento cincuenta puntos.
— ¿Qué demonios habéis hecho? —les pregunta durante el desayuno, sentándose enfrente de ellos, que se miran entre sí—. No me mientas, Harry James, no me quieres ver enfadada.
— Deshacernos del dragón de Hagrid —oye murmurar a Harry y Atria suspira. Se levanta de la mesa y se vuelve a ir, cruzándose con los gemelos por el camino, pero ni siquiera los mira.
— Atria, por favor —le dicen ellos y los mira, por fin, en unas semanas.
— ¿Me vais a dejar el mapa? —les pregunta en un susurro y cuando los dos se callan ella suspira—. Menos mal que sois mis mejores amigos.
— Está bien —acaba diciendo Fred y George asiente—. ¿Puedes volver a hablarnos?
— Te echamos de menos —le dice George y Atria acaba abrazándole.
Todo mejora un poco para ella. Consiguen tener una custodia compartida del mapa —en la que ella de momento solo ha conseguido tenerlo dos días a la semana ya que, para que funcione la custodia compartida del mapa tiene que dormir un día a la semana en la habitación de los gemelos y, así, tienen los tres el mapa un día cada uno. Lee se alegra cuando la ve aparecer por la puerta y propone hacer una fiesta para celebrar que los gemelos van a volver a estar contentos. Atria se niega, pero al final los tres insisten que acaba teniendo que ir a buscar a todas las chicas.
Es sin duda una fiesta en la que Atria no quiere estar. Intenta irse varias veces, pero los gemelos no la dejan, por mucho que lo intenta. Al final Fred acaba cogiéndola y no la suelta, ni siquiera cuando se pone a hablar con Angelina y Atria bufa.
— Fred, tengo sueño, suéltame —se queja Atria y él asiente.
— Estupendo, ¡hasta mañana Angie! —le dice y la chica sonríe y asiente para irse a hablar con Alicia y Katie, que siguen bebiendo cerveza de mantequilla—. ¿Nos vamos o no?
— ¿Qué? —le consigue preguntar Atria y él asiente.
— A dormir.
— No tienes que venir conmigo —le dice y él chasquea la lengua.
— Quiero ir contigo.
Atria no puede evitar sonreír. Ese es su mejor amigo. Cuando suben las escaleras de chicas lo hacen como siempre, Fred la abraza para poder ir pisando a la vez que ella, y se van riendo. De la risa Fred pisa antes que ella y la escalera se convierte en un tobogán cuando llegan al primer piso, por lo que vuelven a empezar entre risas. Consiguen llegar tres intentos más tarde y Atria no puede con la risa.
— ¿Te imaginas que tuviéramos que subir hasta el sexto piso? Creo que no llegaríamos nunca —le dice cuando entran en la habitación y Fred se ríe.
— Creo que nunca vamos a llegar más allá del tercer piso, así que te va a tocar venir a ti a nuestra habitación —le contesta, sonriendo y ella se ríe. Sí, todo vuelve a ser como antes—. Te he echado de menos, Atria.
— Y yo a ti —le dice ella, antes de abrazarle—. De verdad que puedo cuidar del mapa.
— Lo sabemos, solo fue que nos molestó que lo cogieras sin avisar —le dice y ella asiente. Lo entiende, claro—. También lamento haber dicho que eras un desastre.
— Bueno, lo soy, ¿no? —le dice ella, encogiéndose de hombros y yendo hacia su cama.
— No dormí con Angelina —le dice de repente y ella le mira, sin entender por qué lo dice—. No como dormimos tú y yo. Y ella al final se fue a dormir con Alicia, Katie y Leah, poco después de que te fueras.
— Tampoco pasaría nada si lo hicieras, ¿no? También es tu amiga —le dice, sonriendo. Porque no puede evitar alegrarse.
— Pero Angelina no eres tú —responde Fred, sonriendo de oreja a oreja. Atria es su mejor amiga y no va a cambiarla por nada del mundo—. Tú eres mi mejor amiga.
— Y tú el mío. Pero no se lo digas a George —le dice, de broma y Fred se ríe, yendo con ella a la cama.
Todo vuelve a ser como antes, pero no es igual. No tardan en quedarse dormidos, claro, estando ambos acostumbrados a dormir con el otro. Cuando se despertaron no tardaron en empezar a idear una broma y Atria fue a por George y el mapa.
El objetivo eran los más pequeños de Hufflepuff. No importaba la casa en la que estuvieras, siempre había bromas para todos. Era bastante inocente, solo un poco de poción para cambiarles a todos el pelo y dejárselo igual que a Snape. Sí, las risas estuvieron aseguradas durante todo el día. Los gemelos y Atria volvían a ir juntos por los pasillos, riendo y hablando y la gente volvió a temer por las bromas ya que, durante las últimas semanas, no había habido muchas.
Las vacaciones de Pascua no fueron entretenidas para nadie. Los gemelos, Lee, Angelina y Alicia estaban hasta arriba de deberes porque los profesores no dejaban de mencionarles los TIMOs, a pesar de que les quedaban dos años todavía para ellos. Atria, Katie y Leah también empezaban a tener una cantidad de trabajo realmente alta. Y los jugadores del equipo de quidditch no podían parar ni un solo momento porque Oliver había aumentado los entrenamientos gritando a todas horas "¡Este año ganamos la copa de quidditch, lo presiento!" así que estaban ahogados. Además, los gemelos y Atria conseguían sacar tiempo de debajo de las piedras —o, lo que era lo mismo, por las noches— para seguir gastando bromas. Alguna vez acabaron castigados y la profesora McGonagall no pudo evitar pensar, con terror, que pasaría si la línea Potter de Atria —que, a pesar de que su hermano también se metía en líos, eran de un tipo distinto de los de ella— se juntara con la línea Weasley de los gemelos. Se prometió a si misma que, si alguna vez Atria acababa con alguno de los dos gemelos Weasley —ella apostaba por Fred, al igual que el profesor Dumbledore, madame Pomfrey y el profesor Flitwick; mientras que la profesora Sprout, madame Hooch y la profesora Sinistra apostaban por George— y llegaban a tener hijos se jubilaría el día en el que el primero entrase al colegio. No aguantaría eso, no.
Entre deberes, castigos, entrenamientos y bromas llegó junio y con ello los exámenes. Desde que habían hecho esa fiesta que arregló todo Atria decidió que lo mejor era dejar de dormir con Fred durante un tiempo, para no fastidiarle sus oportunidades con Angelina en un futuro. Atria se enfrentó a los exámenes por primera vez con solo su memoria y no con un hechizo para recordar todo. Y para su sorpresa no le salieron nada mal. Al examen que más miedo había tenido era al de Historia de la Magia, con todas las fechas y nombres que eran prácticamente iguales, pero se las había apañado para poder responder con seguridad de que todo lo había conseguido responder.
Estaba tranquilamente en el Lago Negro con los gemelos y Lee mientras que jugaban con uno de los tentáculos del calamar gigante cuando vio a Harry levantarse rápidamente del césped. Miró a los gemelos, que le dieron un asentimiento y se fue directa a buscar el mapa del merodeador. No tardó en encontrar a su hermano en la cabaña de Hagrid y no pudo evitar suspirar de alivio. Guardó el mapa y tranquilamente se fue a hablar con Leah, que debía estar en las mazmorras de Slytherin. Se suponía que no tenían que conocer las contraseñas, pero habían pasado olímpicamente de ello y por eso Atria entró en la sala común de Slytherin como si fuera la suya propia.
— Tú no puedes estar aquí —un niño rubio la impidió el paso nada más poner un pie en la sala común y Atria le miro fijamente—. ¿No me has oído o qué?
— De acuerdo con las normas de Hogwarts no hay ningún problema en que entremos a las salas comunes de otras casas —le responde Atria y sonríe—. Draco Malfoy, ¿verdad?
— Sí —le responde el niño y ella vuelve a sonreír—. Eres la hermana de Potter, ¿no?
— Atria —le responde ella, y luego mira a las habitaciones de chicas—. Oye, me están esperando, ¿puedo pasar o no? Si quisiera gastaros una broma ya lo hubiera hecho. Y me hubiera traído a mis amigos, creo que sabes a quien me refiero, ¿verdad?
— Sí, a las copias —dice el rubio y Atria saca su varita, sonriendo.
— Quizá a ti si que te hago algo —le dice, y luego pasa a su lado, viendo como retrocede—. Vigila tu espalda, Draco Malfoy, nunca sabes qué te puede pasar.
Tranquilamente subió a la habitación de Beth, donde Leah estaba tumbada en la cama de su prima y ambas reían con otra de las amigas de la Slytherin, Cassie, que también tenía amenazadas a todas con que si alguna la llamaba Cassiopeia la tiraría al Lago Negro. Sí, sin duda alguna las dos chicas de Slytherin eran un peligro juntas. Como ya había terminado el curso las tres chicas hablaban de cualquier cosa, pero el tema de las optativas para el próximo curso acabó saliendo y, cuando la otra compañera de cuarto de Beth y Cassie, Lia entró en la habitación las tres la miraron.
— ¿Y tú que asignaturas vas a coger? —le pregunta Beth y ella se encoge de hombros—. Venga, Lia, no puedes dejar que tus padres elijan.
— Pero es que es lo que hay, nada más —dice ella, sentándose al lado de Atria, que la abraza. Conoce las historias de la familia Rosier, sabe que no la aceptan porque habla con nacidos de muggle y con mestizos como ella.
— ¿Y qué será? Quizá coincidimos en alguna —le dice Atria, sonriéndola y ella niega.
— No te veo cogiendo adivinación, Atria —le dice, riéndose y ella asiente.
— ¿Por qué todo el mundo quiere coger adivinación? —se queja Cassie y Atria niega rápidamente—. Menos tú, sí. Y Ciara creo que había dicho que tampoco iba a cogerla.
— Porque es una empollona —dice Leah y Beth empieza a reírse a carcajadas.
— Verás cuando se lo cuente.
— ¡Es la verdad! —se defiende ella y luego mira a Lia—. Estarás con Cho y Marietta, creo que van a coger adivinación. Y Katie creo que también me había dicho que iba.
— Menos mal, no puedo aguantar a las dos de Ravenclaw —dice Lia y luego suspira dramáticamente, lo que provoca risas en todas.
Pasan toda la tarde hablando de las futuras asignaturas y, al final, acaban haciendo un cuadrante con quien va a ir a clase con quien. Atria sabe que va a escoger Runas Antiguas, Aritmancia y Estudios Muggles. Sabe que es probable que deje Estudios Muggles el curso siguiente, pero quiere ver que cuentan los magos. Cassie dice que irá con Atria a todas, mientras que Lia dice que es probable que la obliguen a coger Adivinación y Cuidado de Criaturas Mágicas porque "son asignaturas sencillas y ella no tiene que esforzarse ya que su único cometido es tener hijos y casarse con algún sangre limpia". Tras sus palabras lo único que pueden hacer todas es ir a abrazarla y Leah le dice que irá con ella a Cuidado de Criaturas Mágicas, pero que por Adivinación no pasa porque quiere dar Runas Antiguas. Beth también dice que irá a Runas Antiguas y que todavía no tiene claro si hará como Atria, pero que es muy probable.
Llega la hora de la cena y las cinco se van tranquilamente hasta el Gran Comedor. A Leah le toca cenar hoy en Ravenclaw y Atria decide acompañarla, como la mayoría de los días. Allí descubren que Julie va a hacer lo mismo que Leah y que Ciara va a copiar totalmente a Atria, incluidos los Estudios Muggles. Beth se decide y también se mete y, al final, Julie y Leah acaban siendo convencidas para apuntarse a Estudios Muggles. Cho y Marietta, por el contrario, querían dar Adivinación y Cuidado de Criaturas Mágicas y Beth no puede evitar reírse porque sabe que a Lia no le va a hacer ninguna gracia. Julie las cuenta que Eleanor y Bridget también iban a coger lo mismo y cuando ven las muecas de Cho y Marietta deciden ignorarlas. A ninguna de las dos parece agradarles nadie que no sea Ciara y lo notan cada vez que van a verla a su habitación. A quien más aversión tenían era a Julie porque, al ser una Hufflepuff, conocía a Cedric Diggory y eran amigos, algo que no le gustaba nada a Marietta porque a Cho le gustaba Cedric. A Cho le importaba más bien poco, pero como Marietta era su mejor amiga, la dejaba hacer lo que quisiera. Ciara acababa durmiendo más de una vez en la habitación de Julie porque decía que no soportaba a sus compañeras de cuarto y su, en sus palabras, obsesión por los chicos. Atria no iba a mentir, tampoco la entendía.
— ¿Te vienes a dormir, Atria? —la preguntan las primas O'Brien cuando terminan de cenar y ella niega—. Nos toca Hufflepuff, no Ravenclaw.
— Sí, lo sé, pero le había dicho a Angelina y Alicia que hoy íbamos con ellas —les responde y vuelve hasta la mesa de Gryffindor para buscar a sus amigas.
— Leah con sus primas, ¿no? —la pregunta Angelina y Atria asiente.
— ¿Dónde va a estar? —le dice de broma y Angelina se ríe—. ¿Qué tenéis preparado para esta noche, Angie?
— Twister —le dice, sonriendo de oreja a oreja—. Es un juego muggle, como ya hemos hecho los exámenes ahora estudiamos la cultura que tienen los muggles en cuanto a juegos, televisión y música.
— Va a ser muy divertido, ya lo verás —le dice Alicia, riéndose también.
Y como ambas chicas habían prometido, resulta ser de lo más divertido. La profesora Burbage las había dejado el juego con la promesa de que se lo tenían que devolver al día siguiente y eso hicieron, pero primero disfrutaron como nunca. No había forma de ganar ese juego porque lo único que podían hacer era reír sin parar, pero Atria lo disfrutó como nunca y se apuntó en el brazo el nombre del juego para poder decirle a Remus que necesitaban eso en su vida más que respirar.
Y, ajena a lo que le estaba pasando a su hermano, Ron y Hermione, Atria se quedó a dormir tranquilamente en la habitación de Angelina y Alicia con Katie. Hasta que, bien temprano por la mañana, la profesora McGonagall subió a despertarla. Harry estaba en la enfermería, inconsciente, pero bien. Atria no tardó en salir corriendo de allí, sin que la profesora McGonagall pudiera decir nada más. Sabía que iba a ir a la enfermería a ver a su hermano así que fue con ella y allí se la encontró discutiendo con Madame Pomfrey.
— Déjala pasar, Poppy, Potter sabrá comportarse —le dice la profesora McGonagall y a Atria le falta tiempo para ir corriendo hacia Harry.
— ¿Qué ha pasado? —le pregunta a la profesora McGonagall, sentándose en la silla que tiene Harry al lado de la cama.
— Anoche se enfrentó a El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado —le dice y Atria se queda blanca—. Estaba aliado con el profesor Quirrell. Lo llevaba dentro de su... turbante.
— Sabía que habíamos hecho bien en lanzarle bolas de nieve a ese turbante —murmura Atria por lo bajo y la profesora McGonagall no puede evitar sonreír—. ¿Puedo quedarme hasta que despierte?
— Con la condición de que no te saltes las comidas —le dice la profesora McGonagall y Atria asiente, levantándose de la silla.
— Entonces iré a vestirme y desayunar.
Y eso fue lo único que hizo Atria en los siguientes días, perdiéndose incluso el partido contra Ravenclaw. Oliver fue a buscarla, pero Atria le gritó tanto que el chico acabo saliendo, corriendo, para buscar a Katie y la sustituyera. Perdieron, por supuesto, pero porque tuvieron que improvisar un buscador y la jugada salió obviamente mal. A Atria no podía importarle menos la copa de quidditch, estuvo en la enfermería, sentada al lado de Harry en la incómoda silla y, para no alejarse, los gemelos la llevaban comida hasta allí, algo que no agradaba mucho a Madame Pomfrey, pero al menos la niña comía. Cuando subía a ducharse siempre dejaba en la enfermería a alguno de los gemelos mientras que el otro la acompañaba. De vez en cuando las amigas de Atria pasaban por allí para distraerla, al igual que lo hacían Ron y Hermione para preguntar que tal estaba Harry. Todos intentaban convencer a Atria que volviese a su habitación a dormir, pero ella se negaba y siempre dormía en la silla. Y cuando el profesor Dumbledore fue a ver a Harry, ella seguía dormida en la silla.
— Harry, por favor, cálmate o Madame Pomfrey me echará de aquí y a tu hermana también —oye Atria decir al profesor Dumbledore y empieza a moverse de la silla. Le duele bastante el cuello—. Mira, tu hermana también se ha despertado, buenos días, Atria.
— Buenos días, director —le dice la chica después de bostezar y luego mira a su hermano—. Me vas a matar de un susto, Harry.
— ¿Por qué no vas a desayunar, Atria? —le dice el director y Atria suspira, sabiendo que no es una opción, si no una orden—. ¿Avisarías al señor Ron Weasley y a la señorita Granger de que su hermano se encuentra ya consciente?
— Por supuesto, vendré luego, Harry —le dice mientras que le abraza y luego se aleja—. Fred y George quisieron mandarte un inodoro, les dije que era mejor que esperasen hasta que estuvieras fuera, pero no quisieron hacerme caso.
— Dales las gracias de mi parte —le dice Harry, sonriendo y ella asiente.
No tarda en ir al Gran Comedor y los gemelos son los primeros en verla, levantándose de la mesa inmediatamente. Atria les abraza, mucho más tranquila ya que sabe que Harry está fuera de peligro y, los tres, van a hablar con Ron y Hermione, que desayunan tranquilamente.
— Ya está despierto, el director Dumbledore está hablando con él —les dice, sonriendo y ambos asienten—. ¿Os venís luego a hablar con él?
— Por supuesto —le dicen ambos a la vez y Atria sonríe, volviendo con los gemelos donde están todos sus amigos.
Julie, Ciara y Beth estaban desayunando allí también y las tres sonríen cuando ven como Atria se sienta en la mesa, por fin. No había habido forma de que se fuera de la enfermería, así que verla fuera era todo un alivio. Leah se lanzó contra Atria, apartando a los gemelos que protestaron porque les estaba robando a su amiga, pero ella no les hizo caso y se sentó junto a Atria, hablando sin parar mientras que la abrazaba. Sí, quería mucho a sus primas, pero su compañera de habitación era su mejor amiga.
— ¡Vosotros la tendréis todo el verano, ahora es mía! —les dice Leah a los gemelos y luego les saca la lengua, lo que hace que ellos se indignen—. Como iba diciendo, esta noche vienen Julie, Ciara y Beth, ¿te apetece un Twister? Quiero probar ese juego, iré a pedírselo a la profesora Burbage.
— Por supuesto —le responde Atria, sonriendo y los gemelos vuelven a protestar—. Nos veremos en verano, Leah tiene razón.
— Pero seguro que a ella también la ves en verano —protesta Fred y Atria se ríe.
— Ya sabes que iré a La Madriguera a mediados de julio y vosotros vendréis a mi casa los tres días de antes, no seas tan quejica —le responde y empieza a desayunar.
Se toma su tiempo y, hasta que no ve como el director Dumbledore aparece en el Gran Comedor, no se levanta de la mesa y llama a Ron y Hermione. Madame Pomfrey no parecía muy convencida de que entrasen, sobre todo Atria porque la chica no había salido de la enfermería en los últimos tres días, pero acabó cediendo. Harry les contó lo que había pasado y descubrió que sus amigos y su hermana eran muy buen público. Acabó contándole a Atria que la capa se la había mandado Dumbledore y Atria se apuntó en el brazo la palabra capa. Harry no pudo evitar fijarse en que llevaba escrito "Twister" y se le escapó una risa. Estaba repasado varias veces así que Harry supuso que su hermana no quería olvidarse del juego muggle.
Cuando Harry terminó su historia, Ron y Hermione le contaron lo que había estado pasando en el colegio. Atria evitó mirarle cuando Ron dijo que habían perdido el partido contra Ravenclaw y, cuando le preguntó que por qué no había jugado como buscadora, Hermione dijo que llevaba tres días sin salir de la enfermería. Entonces llegó Madame Pomfrey y echó a los tres de allí, a pesar de las protestas de Atria. Que, en el fondo, agradeció salir de la enfermería. Hagrid la fue a buscar a media mañana, preguntándola si tenía fotos de sus padres y Atria fue a buscarlas. Con un poco de ayuda del profesor Flitwick duplicó algunas de ellas y se las dio a Hagrid. Estuvo con él toda la tarde en la cabaña, viendo como le hacía el álbum a Harry y ayudándole a pegar todas las fotos. El bote de pegamento de barra era demasiado pequeño para las manos de Hagrid, aunque sin duda era mejor que pegase fotos a que utilizase las tijeras para recortar los pequeños carteles que había hecho con las fechas de las fotos.
Cuando volvió a la sala común por la noche le esperaban las primas O'Brien con el Twister en las manos. Los gemelos y Lee revoloteaban alrededor de ellas, preguntándolas por el juego y por si se podían unir. Al final Angelina y Alicia también se quisieron unir y, como siempre, acabaron en la habitación de los chicos. A medianoche decidieron que no era imposible que pudieran dormir todos allí, así que cada uno volvió a su habitación. Katie, viendo que las primas O'Brien y Atria no tenían sueño y todavía llevaban el Twister abierto decidió irse a dormir con Angelina y Alicia, viendo que ellas tenían tanto sueño como ella. Y, por la tarde del día siguiente, tuvo que ir a llamar a sus amigas para que no se perdieran la cena.
Atria tenía tanto sueño que pensaba que no iba a poder moverse de la cama, donde había dormido tranquilamente con Beth. Leah había reclamado su cama como suya y fue la única que durmió sola esa mañana y tarde. Porque se habían entretenido tanto jugando que se habían acabado yendo a dormir a las ocho de la mañana. Habían visto el amanecer a las cuatro y media de la mañana y luego habían seguido jugando como si nada.
Todas estaban muertas de hambre, así que no tardaron en cambiarse e ir al Gran Comedor para el banquete de fin de curso y, por supuesto, la entrega de la copa de las casas a Slytherin. La única vez que cenaban en sus respectivas mesas eran en el banquete de bienvenida y en el banquete de fin de curso, por eso Leah y Atria se fueron directamente a la mesa de Gryffindor, hablando de lo cansadas que estaban. Intentaban ignorar los colores de Slytherin que adornaban el Gran Comedor, pero era realmente difícil.
Harry entró poco rato después y todo el colegio se levantó para mirarle. Leah no tardó en informar a Atria de todas las extrañas historias que había sobre su hermano y, al parecer, todo el colegio estaba de acuerdo en que Harry había matado a Quirrell.
— Harry no mataría ni una mosca —le dice Atria, sin poder parar de reírse.
Dumbledore no tardó en aparecer por el Gran Comedor y las conversaciones cesaron poco a poco. Atria solo escuchó que Gryffindor quedaba en cuarto puesto con trescientos doce puntos y no pudo evitar dejar de escuchar. Fred, a su lado, también dejó de hacerlo y empezó a dibujar en la mano de la palma de Atria distintas figuras. Ella intentaba adivinarlas y, cada vez que acertaban, cambiaban.
— Sí, sí, Slytherin, bien hecho —dice Dumbledore y Fred y Atria se quedan quietos, mirando al director—, pero los últimos acontecimientos deben ser tenidos en cuenta.
El barullo de la mesa de Slytherin se apaga de inmediato y Atria no puede evitar agarrar la mano de Fred, en tensión. ¿De qué está hablando el director?
— Así que tengo unos cuantos puntos de última hora que dar —dice Dumbledore—. Sí... primero al señor Ronald Weasley por ser el mejor jugador de ajedrez que Hogwarts ha visto en muchos años, premio a la casa Gryffindor con cincuenta puntos.
Todo Gryffindor empezó a chillar de alegría mientras que Ron se ponía aun más rojo de lo que ya estaba antes. Atria pudo oír como Percy presumía de hermano y como los gemelos chillaban de alegría.
— Segundo —dice el director cuando todos se calman— a la señorita Granger, por el uso de la fría lógica al enfrentarse con el fuego, premio a la casa Gryffindor con cincuenta puntos.
Atria pudo ver como Hermione se escondía en sus brazos mientras que chillaba junto a los gemelos. Tenían cien puntos más, acababan de adelantar a Hufflepuff, pero estaban todavía a catorce puntos de Ravenclaw y sesenta de Slytherin. Al menos ya no quedarían últimos, si Dumbledore daba cincuenta puntos también a Harry podrían ser los segundos.
— Tercero... al señor Harry Potter —dice Dumbledore y todo Gryffindor contiene el aliento— por su temple y sobresaliente valor, premio a la casa Gryffindor con sesenta puntos.
— ¡Estamos empatados! —chilla Atria, levantándose de la mesa para empezar a gritar con todos los de su casa. Los gemelos no paran de vitorear a Harry, Ron y Hermione porque, gracias a ellos, estaban empatados. ¿Les darían la copa a ambos?
Dumbledore levanta el brazo y logra que el Gran Comedor, poco a poco, vuelva a estar en silencio.
— Hay muchos tipos de valentía —dice, para luego sonreír—. Hay que tener mucho coraje para enfrentarse a los enemigos, pero aun más para enfrentarse a los amigos. Por ello, premio al señor Neville Longbottom con diez puntos.
El caos en el Gran Comedor fue inmediato. Atria no recordaba haber gritado tanto en la vida. Los gemelos no tardaron en levantarla por los aires mientras que la abrazaban y, cuando bajó al suelo, fue corriendo a abrazar a Harry. Hufflepuff y Ravenclaw también celebraban la victoria de Gryffindor y Atria pudo ver como Beth, Cassie y Lia también aplaudían, a pesar de estar molestas.
— ¿Por qué ha hecho esto? —le dice a Leah cuando empiezan a comer—. Es una humillación para los Slytherin, no merecían esto.
— La verdad es que no, el director podría haber dado esos puntos y haber puesto directamente la decoración de Gryffindor —le responde Leah y mira a Beth—. Creo que voy a ir a cenar con ella, ¿te importa?
— Claro que no, ¿quieres que te acompañe? —le pregunta, pero Leah niega y señala a Fred.
— Creo que te reclama —dice, riéndose—. Acostúmbrate a compartirla, porque también es mi mejor amiga.
— En tus sueños, O'Brien —le responde Fred, abrazando a Atria de nuevo, que no puede evitar reírse.
Cuando el banquete termina Atria no puede estar más llena. Entre risas sube con sus amigos a la sala común de Gryffindor y todos acaban delante de una de las ventanas de la torre de Gryffindor, entre risas. Hasta que Atria y Leah empiezan a bostezar sin parar.
— Eso os pasa por haberos acostado tan tarde —les dice Angelina, sin poder parar de reír al ver como las dos bajan del alféizar de la ventana por miedo a caer de ella.
— Más bien pronto —le dice Atria después de un largo bostezo. No tarda en sentarse en el suelo junto a Leah, una apoyada contra la otra y ambas cierran los ojos.
— Mira, así parecen incluso tranquilas —bromea Lee y todos se ríen.
— No os durmáis ahí, que luego no podremos subiros —les dice Alicia, sacudiéndolas y las dos protestan.
— Vámonos a buscar a alguien que luego nos suba a la habitación —le dice Atria a Leah, fingiendo que están realmente ofendidas y ambas suben hasta su habitación, seguidas de Katie, que no puede aguantar la risa.
A la mañana siguiente, durante el desayuno, Atria lamenta que el curso haya acabado tan pronto. Como siempre reciben las notas de no usar magia en casa y Fred vuelve a lamentarse de que se las den. No tardan en ir hasta los carruajes y bajar hasta el expreso a Hogwarts, donde Atria se pasa todo el viaje cambiando de compartimento. Cada una de las primas O'Brien está en un compartimento, así que junto a Leah pasa a despedirse de cada una de ellas y el resto de sus amigas y, cuando acaba, va a despedirse de Hermione, que está con Harry y Ron.
Como todos los años, los señores Weasley son los que recogen a Atria. Harry, Ron y Hermione habían atravesado la barrera juntos y Atria lo hizo con los gemelos para ir directa hacia la familia Weasley. Y menuda sorpresa cuando vio a su familia muggle no pudo evitar acercarse hasta ellos.
— ¡Usted debe de ser de la familia de Harry y Atria! —oye decir a la señora Weasley cuando se pone al lado de Harry para despedirse.
— Por decirlo así —dice Vernon, que mira a Harry y luego a Atria, pero a ella la mira con miedo. Quizá no quería volver a quedarse con los pantalones por los tobillos—. Date prisa, muchacho, no tenemos todo el día.
— Nos veremos durante el verano, entonces —les dice Harry cuando se separa de Atria y ella asiente.
— Escríbeme, ¿vale? A ver si puedo acercarme un día a Privet Drive para que demos una vuelta juntos, ¿te apetece? —le dice, volviendo a abrazarle—. Lamento que no puedas venir conmigo.
— Espero que... tengas buenas vacaciones —le dice Hermione, que no puede estar más insegura de que Harry pueda pasar unas buenas vacaciones con su familia.
— Oh, no os preocupéis —responde Harry, con una sonrisa burlona en la cara—. Ellos no saben que no nos permiten hacer magia fuera de Hogwarts.
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Este capítulo es larguísimoooooooooooooooooooooooo aunque al menos ya ha acabado el primer curso jejejejejeje
¡Nos vemos el viernes!
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