Sintiendo su cuerpo ser movido sobre la cama con fiereza, Jennie gimió rasguñando la espalda de Lisa quien siseo al ardor que eso le había provocado.

Era su primera vez haciendo eso asi que no sabía muy bien cómo comportarse, pero parecía complacer a su jefa y eso de alguna manera la emocionó.

Se sentía algo así como cuando dicen que a los niños les daban un regalo nuevo.

No podía saberlo con seguridad, Lisa nunca había recibido un regalo, quizá una cuchilla o un arma pero nunca algo que ella quisiera.

En realidad, conforme crecía solo llegaba a la conclusión de que no era feliz, su inocencia de niña que perdió demasiado joven la tenía perturbada, recuerda lo aterrada que estuvo cuando observó a sus "Unnies" matar.

Antes de eso, su abandono con la rama secundaria de los Manoban a causa de su hermana Lili la dejó marcada permanentemente como un objeto que se puede desechar sin remordimientos.

En algún punto comprendió que sus Unnies en realidad no eran nada suyas, pero que tenían la culpa de su actual situación.

Trago saliva cuando sintió un extraño cosquilleo en su vientre bajo y su jefa se retorcido bajo ella arañando sus brazos provocándole dolor.

Ciertamente el dolor no le provocaba placer, estaba demasiado acostumbrada a él, pero el sexo sí era placentero.

No disfrutaba que la rasguñara, en realidad, no disfrutaba el dolor en ninguna forma.

Luego cuando llegó al clímax después de sobre estimular a Kim, se sintió bien, como si una nebulosa opacara sus sentidos haciéndola olvidar que estaba haciendo.

Observó los gestos de Jennie luego se terminar, se levantó se vistió y se fue.

Se quedó sola como de costumbre observando la oscura habitación que la rodeaba.

La cama desordenada y las marcas de rasguños en su piel, las cicatrices que adornaban y los tatuajes que se había estado haciendo para ocultar de alguna manera las marcas no deseadas que de una u otra forma siempre estarían ahí.

Trataba de mantener algo de humanidad, ella... Quería salir de ahí.

En el piso de la habitación las pisadas de sangre que aunque tratara no podía borrar, eran un recordatorio de su conciencia, ¿de que servía? En realidad aunque quisiera la humanidad se había ido desde el momento en que era una niña.

Ella no podía hacer lo que hacía sin olvidar y enterrar eso que le recordaba que estaba mal.

"¡No me mates!"

“¡por favor, te lo suplico!”

"Naciste como un ser precioso que lastimosamente pago culpas que no eran suyas"

"Te quiero cariño"

"Tu madre es una hija de perra"

¿Lo que caía de sus ojos eran lágrimas?

Ella nunca había llorado, ni siquiera cuando él terror la invadía o cuando casi agonizaba debido al dolor.

Miró sus manos, parecía que la sangre siempre estaba ahí

Solo escurriendo entre sus dedos.