Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Un malherido John

—¡Dios mío, Ellery! ¿Qué demonios te ha pasado?

El inspector saltó del sillón con la entrada de la pareja en la sala de celebraciones. Sorprendido por el rostro magullado que presentaba, lo tomó del mentón e inspeccionó la inflamación del labio y el pómulo. Seguidamente, sus ojos descendieron hacia la segunda indumentaria que su hijo estropeaba en la misma noche.

—Y usted, señorita, tiene mucho que explicar.

—Es largo de contar —se interpuso Ellery apartando con suavidad las manos de su padre—. En cuanto a lo favorecedor de mi rostro, conoces al responsable.

—Ese maldito crío... Ya estoy harto de tanta estupidez junta. Esperad aquí. Especialmente usted, señorita.

—Papá —lo sujetó por los hombros—, ella no tiene nada que ver en esto. Tenía sus problemas con Henry, como el noventa por ciento de los invitados, pero nada que no pudiera solventar de un modo menos visceral. Ella es otra víctima de chantaje de los Woodgate.

—Usted —punteó al camarero—, puede marcharse. Vosotros, quedaos aquí.

Dejó la habitación mientras se acomodaban al borde de la chimenea. Al momento, una retahíla de improperios resonó en el vestíbulo. Richard Queen abría la puerta con brusquedad, trasladando consigo a un esposado John Woodgate.

—¡Se arrepentirá de esto!

—Cállese ya. —Richard lo arrinconó en el sofá—. Ahora míreme y escuche atentamente. Estoy a esto de detenerle por propinarle una paliza a mi hijo.

Los ojos de John viajaron hasta Ellery, apuntalado en la repisa de la chimenea.

—Usando la ayuda de papá el policía, ¿no, niñato?

—Todo tuyo —dijo Ellery a su padre, guiñándole un ojo.

—Señorito Woodgate, si no desea pasar unos días en los calabozos, le recomiendo que empiece a hablar. Estamos al corriente de los problemas que mantenía con su padre.

—¿Y cree que lo mataría por eso? ¡Es usted un necio!

—No se lo voy a repetir —indicó alzando el dedo como último aviso—. Déjese de memeces.

—¿Posee alguna prueba que me relacione con el ataque a su hijo? —John se acomodó en el sofá enlazando las manos esposadas encima de su regazo.

Richard lo contempló unos segundos. Luego rio.

—Sabía que era idiota, pero llegar a esto... Mírese los nudillos de la mano derecha, por favor. —John agachó la mirada—. Se aprecian lesiones compatibles a las que se originan cuando se golpea con fuerza un cuerpo. Seguro que, si examinamos a todos los invitados, usted será el único con unas contusiones semejantes, y dudo mucho que le haya dado por ventilar su mal humor con el tronco de un árbol. Puestos a continuar con esta rápida observación de los hechos, podemos comprobar también si alguien más aparte de mi hijo presenta magulladuras en el rostro —explicó con gravedad—. No hay más que sumar dos y dos.

—¡Su hijo también me agredió! ¿Lo ha olvidado? ¡Voy a denunciarles!

—Ya... Si no recuerdo mal, mi hijo trató de calmar sus nervios. Ni siquiera le hizo un rasguño.

—¡Son unas malditas ratas sucias! ¡Unos corruptos!

—¡Se terminó! —Richard alzó la voz—. Desembuche de una vez y todo esto quedará olvidado.

—¿Y qué quiere que le diga?

—Puede comenzar explicando el motivo de la discusión con su padre.

—¿Acaso no es obvio? —Retiró la vista hacia el ventanal—. Mi padre quería obligarme a formar parte del equipo directivo. «El legado de los Woodgate debe mantenerse en la cúspide de la empresa», me dijo. —Meneó la cabeza con frustración—. Una asquerosa herencia que yo detestaba. Fue, como se habrá dado cuenta, una imposición, no una oferta. Y yo no estaba dispuesto a lamerle la suela de los zapatos.

—No daba esa impresión cuando su padre lo anunció esta noche.

—Una puta extorsión, como a todos.

—¿A qué se refiere?

—Amenazó con desheredarme y mandarme al lugar más sucio de este planeta. Le importaba una mierda que fuera su hijo. —El tono de John se colmó de aflicción—. No tuve otra opción que aceptar a regañadientes. Él se encargó después de pintarlo de tradición familiar. Apariencias, de eso vivía mi padre.

—Entiendo. —El inspector cabeceó y se arrimó al sofá—. Pero eso no es todo, ¿no?

—Claro que sí.

—Me parece recordar que su padre acrecentó su motivación con métodos un tanto... físicos —destapó, analizando la reacción de John.

—Ya estaba acostumbrado a eso —replicó.

—No era la primera vez que utilizaba la fuerza bruta contra usted, quiere decir.

—Era su forma de moldear la conducta, así le gustaba llamarlo.

—Pero usted ya estaba harto. Es un hombre hecho y derecho, y no iba a permitirle más abusos —trató de sonsacarle.

—Se equivoca. ¿Pensé en matarle? Por supuesto, era una maldita idea enfermiza que no me podía quitar de la cabeza. Pero ni lo hice ni lo hubiera hecho. Solo eran fantasías. No podría hacerle eso a mi madre. Si nunca se me ha ido de las manos ha sido gracias a ella. Es la única que merece respeto en esta familia.

—En el jardín, ¿con quienes se encontraba?

—Con Thomas Byrne. Si ya le ha interrogado sabrá que mantuvimos una interesante conversación.

—Sí, algo de eso comentó... —El inspector frunció el ceño al rememorar la impresión dispar del señor Byrne—. Bien, ¿ha sido tan difícil, chico? Ya puede marcharse.

—¿Y esto? —John elevó las manos esposadas.

—Me lo pensaré de aquí a un rato. No haga que me arrepienta.

John apretó la mandíbula, airado, y marchó sin despegar la mirada del suelo.

—¿De dónde has sacado las esposas? —quiso saber Ellery.

Richard soltó una profunda carcajada.

—Se le cayeron a uno de los disfrazados. Dan el pego, ¿verdad? Ese joven ni se ha percatado de que podía deshacerse de ellas de un simple tirón.

—Pobre John. —Olivia suspiró, ignorando las risas entre padre e hijo. Un sentimiento de lástima ensombrecía sus rasgos—. Elizabeth nunca nos contó nada al respecto. De haberlo sabido, no hubiera sido tan dura con él.

—Que le críe un sociópata no significa que tenga que convertirse también en uno —opinó Ellery con aspereza.

—Vivía bajo el techo de un tirano que deseaba moldearlo a su imagen y semejanza. Ya estaba predispuesto a ello.

—Dejarlo todo en manos de los traumas infantiles por la negligencia de uno de los padres es una visión demasiado reduccionista. Su madre, por lo que nos ha contado, ha luchado por darle el apoyo y la protección que debería haber recibido de su padre. No solo tenía como ejemplo a Henry. Lo que le falta a John es capacidad de decisión, iniciativa.

—Bueno —replicó Olivia—, si John no tiene la fortaleza emocional suficiente para hacer frente a sus problemas y evitar ser una copia barata de su padre, tampoco vamos a culparle de todo.

—Ya... Que se hubiera pagado un psicólogo. —Ellery metió las manos en los bolsillos y anduvo hacia el inspector despreocupadamente—. Papá, tengo que enseñarte algo, si es que continúa en buen estado.

Del bolsillo del pantalón extrajo las dos notas.

—Henry Woodgate guardaba un secreto... —caviló el inspector masajeándose el mentón—. Hasta el momento ninguno de los testimonios concuerda con esto.

—Estoy seguro de que una persona en particular posee información muy valiosa para nosotros. —Ellery torció una sonrisa—. Sé a quién tenemos que interrogar ahora. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro