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Capítulo 5


—¡Mira que belleza nos has traído! —exclamó Cavany emocionado—. No tenía idea de que Espirale contaba con esta clase de cosas.

—Hay que configurar y hacer que analice todo el sistema. Espirale ha cambiado desde que fue desconectada de la nave. Beryl hazte cargo, ¿Quieres? —ordenó. La alienígena se movió en seguida hacia su puesto disponiendo del dispositivo—. Iremos a la próxima casa disponible.

—¿No quieres dejar pasar ningún detalle? —preguntó Emblant con un tono irónico en su voz que fastidió a Rowane.

—Más que eso, tengo cierta sensación de desagrado que es imposible sacar. —susurró solo a él.

La sorpresa invadió el rostro de Cavany, no era común ver a Prato Rowane tan exaltado por una sensación. No era de los hombres que se dejaban llevar por las emociones o los presentimientos así que aquel dato hizo que una corriente eléctrica recorriera la columna dorsal de Emblant.

—Mendez dejó una carta, escrita de su puño y letra sin terminar debajo de su catre.

—¿Mendez solía escribir cartas? —inquirió curioso de la respuesta. No lo imaginaba como un hombre que escribiera.

—Mendez no le escribiría ni a su madre muerta. No era esa clase de sujeto.

La confirmación hizo que Cavany suspirara poco convencido.

—¿Qué decía?

Prato observó a los suyos maniobrar la nave, a Beryl disponer de varios hologramas para insertar la IA de Espirale y la mirada inquisidora de Cavany quien empezaba a observar a su alrededor siguiendo la mirada del Capitán, no encontró nada. Solo a la tripulación hacer sus deberes.

—Vayamos a un lugar privado, Capitán —concluyó.

...

Sasha miraba a Han con detenimiento. Masticaba la comida, tomaba otro bocado de lentejas hervidas, y volvía a mirarlo. Notaba la lejanía en la mirada de Joga, no se encontraba ahí, mucho menos atendía a las palabras de Terrence u otros. Él estaba ensimismado en su mundo, lo cual era perfectamente normal en Lion hace meses atrás cuando parecía un cachorro de La Avanza que Rowane adoptó y que seguía los caminos de Ora Yetre a quien miró pasar por el comedor y salir sin dedicarle palabra alguna. Hizo una mueca y se aproximó.

—¿Te dejó? —terminó preguntando.

Sacó a Lion de sus pensamientos, aunque no encontró una respuesta rápida.

—¿Quién?

—¡¿Quién más?! ¡Yetre! ¿Acaso ya no están haciendo cosas? —preguntó—. Tu sabes, esas cosas —exclamó risueño haciendo sonidos de besos y muecas que el resto a su alrededor entendió.

Han volteó a ver al par a su lado con rostro serio. Fijó la vista en Sasha e inspiró sacando el aire nuevamente.

—¿Cómo saben de....?

—¿Has escuchado el dicho "donde pone el ojo, pone la bala"? —lanzó divertido, no esperó por una respuesta de Lion pues se notaba que no—. Es un dicho de la Tierra, pero eso se ve en Ora, puso su ojo en ti y...

—No —respondió. No quería seguir escuchándolo—. Estamos bien.

—¡Ah! Claro —respondió poco convencido.

—No sabía que fueras terrano.

—No lo soy, pero anduve con un par. Y también estuve un tiempo allá. Muy bonito todo, pero se veía que no tardaría en ser destruido. Una lástima. —Lanzó—.En fin, volvamos a lo nuestro...

—Sea lo que sea, será mejor que no sigas.

—Debo decir que me preocupa. Parecen una pareja que está pasando por una mala racha. No sé qué clase de acuerdo habrá entre ustedes pero... no se ve bien desde mi punto de vista.

—Tampoco pedí tu opinión —farfulló Han.

—¿Te gusta?

La pregunta lo colmó. Vio al sibilante con el rostro ensombrecido, pero en Sasha notaba una autenticidad que le molestaba. Nada de lo que decía tenía una pizca de maldad. Era todo muy natural.

—Y ahí viene la doncella —exclamó Sasha fijando la vista sobre la cabeza de Joga.

Cuando Lion miró hacia atrás encontró la mirada de Ora sobre él. Solo hizo un gesto con la cabeza para que él se levantara y la siguiera. Sasha emitió un silbido que Lion escuchó, lo increpó con la mirada, pero el otro solo le despidió con una sonrisa traicionera.

Ora no decía palabra alguna, caminaba por los pasillos sin prisa, pero con un andar firme muy propio de ella. Lion le seguía de cerca. Sin preguntas en su cabeza, ni cuestiones acerca del silencio. Ellos ya estaban más que acostumbrados a ese silencio casi cortante. Yetre se detuvo a los pies de una puerta metalica que abrió luego de ingresar una clave. En el interior la soledad estaba presente. Era un cuarto de maquinas que parecía abandonado, aunque Lion se había fijado en que ese camino nunca antes lo había transitado, no quiso hacer comentario alguno, sin embargo sobre ese sitio en particular si lo tenía.

—¿El recipiente para la IA? —preguntó con la vista fijada en un aparato circular que parecía haber sido extraído de su base.

—Así es.

Yetre se movió hasta un panel cercano a un tablero obsoleto. Activó varios botones y con ello el cuarto se llenó de una luz violeta. El tablero principal recobraba vida luego de su largo letargo.

—¿Para qué me necesitas, Yetre? Estas cosas no son lo mío. Quizás Beryl te fuera de mejor ayuda —comentó.

—Beryl se está encargando de la programación desde el puesto principal. Yo debo hacerlo aquí y no te traje porque necesitara tu ayuda. —exclamó ella.

Han se acercó a ella, dejó un par de metros de distancia entre ambos.

—¿Mi compañía? —inquirió.

Yetre giró.

—Deberías quedarte —dijo.

Seguía trabajando debajo del tablero, evitaba la mirada de Joga la cual no varió.

—¿Es una orden? —inquirió.

—Es lo mejor —continuó ella—. No perteneces a Espirale, no lo has hecho desde que entraste ni ahora. Deberías seguir otro camino, porque el de sibilante no lo es.

—Seguiré el camino que yo desee, Ora. Y no me iré solo porque tu lo digas —recriminó.

Estaba dispuesto a retirarse, pero ella lo detuvo.

—¿Sabes por qué todos estamos aquí? —preguntó Yetre, bufó—. Obvio no. Conocí a Rowane en un momento donde había perdido todo. Me iban a vender como un pedazo de jarrón para una colección de un imbécil, eso sucede con las personas como yo. O como Sasha, o Beryl... todos fuimos rescatados de alguna forma por Prato Rowane. Le debemos más que nuestra vida, pero eso no aplica a ti Lion. Tu no estabas perdido cuando te encontramos, no estabas al borde de la muerte. Eres una adquisición. No le debes nada a Rowane ni a Espirale, puedes irte cuando desees y esa marca en tu brazo no te detendrá —exclamó, suspiró y se acercó a él—. Te aconsejo que lo hagas ahora.

—¿Por qué? —preguntó Han—. ¿Por qué ahora?

Ora respiró hondo y negó con la cabeza. A ojos del Capitán y Emblat, ese hombre estaba perdido entre la luz y la oscuridad, ella solo era un pasillo para llevarlo al lugar que ellos deseaban, pero aun a su lado Joga seguía inamovible.

—Porque ya hice lo que estaba a mi alcance para que sigas aquí, sin embargo durante la pelea en las arcas lo noté. Ella sigue en ti, igual que los Mirov. Si no hubiera estado en el medio, te irías con ellos.

Yetre tomó el rostro de Han y sin ningún tipo de advertencia lo besó.

—Espero no verte en Defaures —dijo y se marchó.

...

—Así que esta es la carta —exclamó Cavany con el pedazo de papel en la mano—. Mendez no sabía escribir.

El comentario le sacó una risa muda a Rowane, sin embargo lo que decía aun le parecía bastante molesto para hacer que volviera pensar en ello. Tomó asiento en la silla y fijó la vista en el escritorio frente a él.

—Mendez estaba algo loco... De ser esto verdad...

—Fue expulsado de Espirale por eso, pero esa carta... No parece escrita por alguien que estuviera en un momento de locura. Estaba cuerdo. —dijo—. En Defaures no nos espera nada bueno.

—¿Quieres olvidarte de Anaquil? —preguntó Cavany curioso—. Después de lo que hemos hecho, no pensé que fueras a abortar.

—No, no lo haremos, pero no quiero comprometer a toda la tripulación, decidí darle unos días a gran parte de ellos. En estos momentos Ora debe estar dando el aviso

—Ah —exclamó Emblat.

Se cruzó de brazos y posó la vista en Rowane, lo leía de la forma que leyó la carta de Mendez.

—¿Han? —inquirió.

Rowane contempló a su amigo quien ante la mirada repentina asintió, tomó asiento frente a él, esperaba la respuesta afirmativa de Prato.

—En parte —respondió.

—¿Por qué piensas dejar al chico fuera de esto? —preguntó—. ¡Ah! Sigue sin darte buena espina.

—No será uno de nosotros, aunque quieras que siga aquí. Nunca será como Ora o como tú, Emblat. Él le pertenece a los Mirov.

—A Marian Mirova —bufó Cavany.

—Sí, a Marian Mirova. Bonita chica —resopló—. También dejaremos a Sasha, Terrence...

—¿Será una misión de cuatro personas? ¿Es eso lo que tratas de decir? —Emblat enarcó una ceja, estaba confundido.

—Leiste la carta, Cavany —Recordó.

—¡Lei las locuras de un hombre que fue expulsado de su propia nave! —rugió.

—Nunca estuvo tan loco, ni tan cuerdo. Creo en Mendez y en lo que dice la carta.

—¿Me quieres decir que vas a creer en una carta que dice que la sombra de Lord Ebsarta está en Defaures y nos matará si nos acercamos? ¡Por favor, Emblat! ¡Prefiero que me digas que estás asustado de morir, que de una puta sombra que no existe! —exclamó.

—No quiero arrepentirme de nada y perder la tripulación por ir hasta Defaures, sería igual a eso —musitó—. Son mi familia...

Emblat bajó las defensas. Se dejó enterrar en el asiento mientras se refregaba el rostro.

—Este fue el plan, siempre —murmuró—. ¿Y crees que Joga se alejará como si nada, o Terrence o Sasha o cualquiera aquí? Prato, porque son familia, te van a seguir.

—Más vale que no —zanjó Rowane—. ¿Estás conmigo, Cavany?

—Te seguiría al infierno si eso fuera necesario —murmuró—, solo para traerte de vuelta a esta vida de mierda. Así de franca es nuestra amistad, Capitán —dijo.

Rowane sonrió ante las palabras de Emblat. Él haría lo mismo por el viejo Cavany Emblat, ambos eran de esa clase y estaba seguro que Ora Yetre y Beryl igual. Podría meter en ese saco a varios de los hombres de su nave, pero no a Han. Las acciones de Lion, a su manera de ver, se basaban en las órdenes y no en los lazos.

...

Los pasos de Han fueron a dar hasta la puerta de Rowane. Muy a pesar de la insistencia de Ora él seguiría ahí hasta que sea el mismo Prato Rowane quien lo echara o el decidiera emprender otro camino.

Yetre lo había medido muy bien. Llevaba toda la razón en cuanto a los sucesos de Las Arcas. Luego de ver que Marian Mirova seguía viva muchas cosas se habían removido en él. Ingresó luego de llamar y que las puertas se abrieran. Emblat yacía sentado a un lado con una mirada llena de intriga mientras que Prato se mostraba tenso a un lado de su compañero.

—¿Qué sucede, Lion? —preguntó Rowane.

—Capitán, ¿piensa sacarme de Espirale? —preguntó directo.

A Emblat se le abrieron los ojos de par en par e hizo una mueca burlesca que fue a dar directo a Rowane. Al capitán le importó poco la burla en Cavany, en cambio respiró hondo y asintió.

—Es la idea.

—¿Algún motivo? —inquirió

—Nos has servido bien, Han, pero no formas parte de esta tripulación. No me sirve tener a alguien de paso, prefiero prescindir de ti —respondió.

—Vas a necesitar gente en Defaures —comentó Han—. Tu gente no podrá con lo que sea que encuentres allá. Ya te enfrentaste a Erna Teber una vez y no nos fue muy bien. Nada dice que esta vez sea mejor.

—El chico tiene un punto —lanzó Emblat.

La cizaña se mostró en esa frase y aunque Han la pasó por alto, para Prato fue una lanza. El hombre vio a su segundo por un instante. Emblat se limitó a encogerse de hombros con una sonrisa burlona en su boca.

—¿Qué quieres, Lion? —preguntó Rowane.

Y la preguntó lo descolocó.

Ni él sabía qué quería, lo que sí sabía es que no lo dejarían atrás.

—Ir a Defaures. Una última misión con Espirale. Luego de eso, me iré por mi propia cuenta.

Cavany notó la determinación en el chico, se levantó y le dio una palmada en el hombro.

—Otórgaselo, Prato. Por el tiempo que estuvo aquí —dijo Emblat sin despegar la vista del rostro de Lion.

—Gracias —musitó Han.

—Me agradas, chico. Aunque nuestro Capitán es quien decide a final de cuentas.

Una mirada indiscreta de Emblat hizo que Rowane suspirara, su amigo le pedía con el silencio que lo dejara pasar solo en esta ocasión. Estaba visto que Cavany era de corazón noble, no sabía si porque siempre había sido así o porque sentía nostalgia por personas que salían de La Avanza.

Rowane mantenía la mirada oscura fijada en el rostro de Han y él, sin vacilar, hacía lo mismo. El capitán asintió con la cabeza después de unos segundos.

—Pues a mi no me agradas, Lion. No del todo, pero reconozco tus capacidades, eso no se puede negar —comentó y se retiró.


Nota: Estos últimos capítulos me han costado un poco, pero están aquí. ¡yay! Una maratón express. Disfruten.

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