Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 3

—Podemos hacer de esta máquina un gran pedazo de metal congelado y flotante con la capacidad de viajar a una velocidad mayor a la de cualquier otra nave. —Clamó Maxiliam quien daba palmadas al navío.

Suspiró poco convencido de ello y bien temía que la chica a su lado lo intuyera, pero ella se ancló a su brazo y alargó un sí emocionado para que él volviera a ser el hombre que había visto perdido en la barra.

Llevaba horas deambulando por los alrededores con una cortesana de las afueras de Garenis, disfrutando del momento antes de tener que volver a subir en esa nave y volar por todo el sistema y más allá. Cada vez que lo imaginaba sentía nervios. Creía que la tarea terminaba con la búsqueda de su prima, volvería a casa, desposaría a cualquiera y tomaría las riendas del trabajo familiar. Hasta ahí llegaban sus metas. No tenía ansias de una aventura mayor como su amigo, ni le encantaba las historias de búsquedas, batallas y enfrentamientos de su tío o su madre. Bien lo había hecho saber: con él, esa sangre de sibilante, no funcionó. Quizá fuera porque su padre es un hombre normal o porque no nació a bordo de una nave como Marian, no lo sabía y tampoco deseaba hacerlo.

Cuando el delicado roce de los dedos de ella bajando por su torso lo sintió como una tormenta aproximarse, tomó su mano y besó su mejilla.

—Maxiliam.

Escuchar su nombre lo tensó. Vio a la chica reír luego de mirar a quien fuera y proferir una frase que temía.

—Es tu mamá.

Maxiliam observó a Emeral encogido de brazos.

—Hay un fraguet esperando afuera, puedes usarlo.

Emeral esperó el tiempo necesario para que la chica reaccionara, se levantara y caminara fuera de la zona, mientras un decepcionado Maxiliam la veía desacuerdo.

—Eso no era necesario y, falta decir, Sarasay es la única que puede hacer eso.

Emeral intentó ocultar su sonrisa en vano. Lo había hecho con toda intención de verlo reaccionar. Ya había escuchado de Sarasay lo problemático que era su hijo en ese aspecto y de cuantas ocasiones tuvo que intervenir en sus amoríos.

—Oh, por favor, ya encontrarás a alguien más. Además no creo que te guste una relación con una chica de Leromne, bien dicen que en ese sentido el hombre sufre bastante —dijo divertida.

—¿El hombre? —preguntó curioso.

—Yo no pregunté más, deberías hacer lo mismo —zanjó aun sonriente—. Da igual. No vine a dañarte la noche, Maxi. Tu madre quiere que arregles al amigo para el dispositivo. —comentó señalando a Septum nox.

—¿Lo consiguió, no es así? Vaya forma que tiene de hacer negocios, pero aun cuando pueda instalar esa cosa, deberé estudiar algunos detalles. No conozco sobre esa clase de procesos —dijo meditándolo.

—Tal parece que Asgini tiene a alguien.

Trevor había sido tan claro como el agua que no daba pie a intervención alguna, siendo el caso Mirov no tuvo más opción que aceptar. El sistema de navegación interespacial mantendría a la tripulación esperando por un gran salto al siguiente sistema, pero aquella clase de programación avanzada era tan experimental que pocos o nadie la había usado. Solo una persona se había lanzado al espacio haciendo saltos que le habían quitado y dado vida a la vez: Asgini.

Mirov notó la picardía en los ojos del hombre, estaba completamente seguro de que lo había cazado. Y quizá fuera así. Solo tenía dudas respecto a la propuesta; Trevor no era un sujeto de trueques, o de proponer algo a cambio. en esos momentos de su vida lo único que deseaba era esterines y de esos ya tenía.

—No pareces convencido —comentó el anciano.

—No lo estoy —Mirov se acomodó en el asiento—. Ni siquiera me pides que lo deje en el planeta más cercano o en alguna de las Arcas. Si voy a tener un inquilino necesito saber por qué.

—Porque él conoce a alguien que te puede ayudar. —Le guiñó un ojo—. Ven, te lo presentaré. Lo conocí en Arleno cuando estaba de paso, se ofreció a robar mi fraguet ¿puedes creerlo? ¿Robarme? Qué hombre le roba a otro algo tan inútil como un fraguet. Nadie, sin duda, pero este sujeto tiene corazón —exclamó.

Mirov enarcó una ceja.

—Cada vez me sorprende más, Asgini. También acoges a ladrones.

El recién mencionado musitó un par de improperios e hizo señas mostrando su desdén.

—Tú no eres el indicado, Mirov.

—Al contrario, creo que estoy más que capacitado —expresó irónico.

El par se encaminó hasta el gran vestíbulo donde un joven de cabeza rapada, ojos negros y una gran herida que recorría su sien mantenía una conversación tensa con Marian.

La presencia de la chica no sorprendió a Mirov, no porque la haya visto, más bien porque intuía que aquella curiosidad innata siguiera presente en ella.

—De tu tripulación supongo —dijo Asgini caminando hacia ella. Mirov solo asintió—. ¿Es acaso...?

—Lo es.

—¡Vaya! Tiene cierto aire —comentó.

—¿Cierto aire?

Marian preguntó de mala gana.

—A Amara. Solo la vi en fotos, pero solo eso es necesario para decir que a este te pareces poco —exclamó señalando al hombre que la veía juzgándola.

—¿Es él? —preguntó en cambio.

Zel había pasado un largo tiempo en Arleno buscando cualquier forma de salir, necesitaba a toda costa una forma de llegar a un planeta más cercano al siguiente sistema. De hecho necesitaba llegar al siguiente sistema, estaba seguro que Yuri se encontraba traspasando el umbral, yendo tan lejos de las nebulosas que no tener una nave donde ir le empezaba a frustrar.

—Mi nombre es Zel, Señor.

El apretón de manos entre él Mirov conmocionó a Marian, tanto como para intervenir.

—¿Qué sucede? —inquirió ella.

—Marian, él nos acompañará a partir de ahora. Avisale a Sarasay —dijo desviando la mirada al par de hombres—. Puede ser un poco renuente cuando llega nuevo personal.

—Imposible. Este hombre anda detrás de Anaquil, tanto como tú. —comentó Marian

—Ya te dije que no es cierto.

—¡Por favor, ve a otro lado con tus excusas! —rugió.

—Marian, es una orden —zanjó el Capitán.

—Él pudo haberme matado —farfulló antes de alejarse del lugar.

—¡Y tiene tu temperamento! —exclamó Trevor divertido—. Lamento si esto te trae problemas, pero sabes como es. Una mano ayuda a la otra.

Mirov hizo un mohín por las excusas de Trevor. Sí, una mano ayuda a la otra y él requería de él, no había forma de negarse aun deseándolo. Se acercó al hombre que tenía enfrente y, de brazos cruzados, analizando su mirada aguardó a un minimo movimiento de Zel. No lo vio. Zel estaba más que convencido de lo que debía hacer y era llegar a Yuri Gold como fuera sin importar qué.

—¿Ibas tras Anaquil? —preguntó Velikov, logró con ello una sonrisa socarrona en Asgini que lo hizo inquietar.

—Valcarys Granier —respondió—. Él nos contrató.

—Al final lo de viejo y zorro no se le ha quitado —Se mofó Asgini—. Mirov, el chico te ayudará un poco ¿sabes? No será una carga. De todas formas tu hija tiene razón: vas tras Anaquil.

Los labios de Mirov se ancharon mostrando una sonrisa burlona. La nave tenía su mérito por su antigüedad y los sistemas que habían sido implementados en ella, pero no dejaba de ser una simple nave. Quienes la abordaban eran su mayor objetivo.

Erna Teber era el hombre que se había llevado lo único que le había quedado de su vida con Amara Righter y sería él quien terminara con lo que quedase de él. Sentía cierta emoción con solo pensarlo e igualmente sentía que cada musculo que se había dormido por los años que estuvo en Riporld con una vida tranquila, comenzaban despertarse.

Zel le llevaba dos pasos atrás. Notaba el andar imponente de Mirov, la forma en que otros le veían al pasar pues ese chaleco azul con alas doradas su brazo izquierdo era demasiado llamativo. Los días de La Avanza navegando por distintos sistemas estaban comenzando, sin embargo, quienes llevaban el rango de Velikov Mirov solo veían las estrellas desde un acaudalado planeta. Le generaba intriga aquel hombre que parecía haber nacido bajo la luz de una estrella lejana.

El par navegó en un fraguet hasta las afueras de Leromne donde grandes edificaciones otorgaban un sitio de estación para los navíos mientras hacían vida una serie de pequeñas tiendas donde podían comer, tomar y hasta bailar.

—¿Es importante? ¿Esa persona... es importante? —preguntó Mirov.

Captó la atención del sujeto a su lado. Notó las dudas en su rostro y su falta de respuesta. Zel asintió con la cabeza.

—Lo es. Es todo lo que tengo y todo lo que quiero —respondió simple.

—¿Cómo conocieron a Granier? Ese es un sujeto escurridizo. Desde Amora le han rastreado por mucho tiempo, incluso ha hecho estallar varias flotas de La Avanza.

—¿Un solo hombre? No puedo creer eso —renegó Zel.

Estaba desconfiado de Granier, pero más de Mirov.

—No, Granier tiene sus seguidores y también sus métodos. Es un hombre que sabe cómo hacerte sentir miedo y cómo pelear en batallas donde crees que vas a ganar. No por nada tiene una medalla impuesta por la misma Blanchett.

Mirov observó al par de mécanicos salir de Septum nox. La nave estaba lista para recibir el sistema, aunque no sabía cuan listas estaban su hermana y su hija para recibir a Zel. Lo veía en sus caras y suspiraba por ello.

—Ella hará que todo sea cuesta arriba ¿no es así? Nunca imaginé terminar en una nave con ella —ironizó

—¿Estuviste a punto de matarla? —preguntó Velikov.

Zel meditó sus opciones y la verdad era que Marian llevaba razón.

—Sí. Fue en Ugen. Íbamos por Narima Gasli y nos encontramos con ella y otros dos. —Recordó. Ver a Gonk posicionarse al lado de Marian le dejó una mueca en su rostro—. Ese era el otro...

—Ya te acostumbrarás. —exclamó Velikov divertido.

Sarasay llevaba poco tiempo de haber llegado hasta el lugar. Había observado los puntos de ventas al otro lado de La macier, sitio donde Septum nox descansaba. Sin embargo tan solo con recibir a una Marian molesta hasta lanzar alguna silla en su compartimiento la puso alerta. Media hora después estaba tan de acuerdo con su sobrina que se habían convertido en un par de mujeres a temer. En cambio a Emeral le divertía la situación, aquello le traía recuerdos tan viejos que la hacían sentir nostálgica de múltiples maneras.

Mirova caminó junto a Zel hasta verse cercas del sitio de entrada a la nave. Asintió hacia Emeral quien le devolvió el gesto con una simple sonrisa y giró a mirar aquel colosal.

—Han hecho un dueto —lanzó al aire. Esperaba que Velikov cayera en cuenta.

El hizo una mueca y exhaló.

—No me sorprende —contestó él.

—¿No entrarás? —preguntó Emeral.

—Prefiero recibirla aquí afuera.

Emeral sonrió ampliamente, miró detrás de Mirov notando al nuevo tripulante.

—Marian dice que vas tras Anaquil.

—Voy tras Valcarys Granier.

La confesión hizo que Emeral abrieran los párpados.

—Vaya. Suerte con eso —Se burló.

Sarasay salió de Septum con taladro en mano. Fijó la vista en Zel y luego en Mirov quien ya esperaba cualquier clase de insulto de parte de su hermana; ella tenía esa necesidad de soltar todo lo que consideraba de vez en cuando y más si no estaba de acuerdo, aunque Velikov suponía que la presencia de Marian venía a ser como una suerte de dardo, apuntando hasta disparar finalmente. Solo no contaba con que Zel interviniera.

—Te lo dije varias veces antes. No me interesa Anaquil, jamás me interesó esa nave y no la hubiera buscado si Granier no se hubiera aparecido en el coliseo. Si estoy acá es porque puedo ayudarles. Yuri es hija de Lord Ebsarta... —comentó caminando hacia Marian—. Tú también estuviste a punto de asesinarme. Estuve tan cerca de la muerte esa vez que no hubiera sido posible para mí seguir viviendo si Gasli no hubiera estado ahí.

El silencio imperó entre ellos por varios minutos, segundos en los que Marian procesaba la información y quienes estaban a su alrededor meditaban con prudencia cada palabra que Zel había dicho.

—Sary, termina con el sistema. Es una orden —dijo Velikov lanzando un dispositivo pequeño que ella agarró en el aire—. Emeral, reúne al resto, saldremos tan pronto las reparaciones hayan terminado. Marian, ve con Maxiliam, seguro necesita ayuda y lleva a Zel contigo: dale un cubículo.

La chica miró a Velikov buscando algún indicio de que si lo deseara podría quedarse ahí, pero tal como había dicho: era una orden para todos. Asintió, observó al hombre de ojos atormentados pero decisivos y con un leve gesto le invitó a entrar.

Cuando las siluetas de aquellos dos desaparecieron del sitio, Sarasay fijó su mirada en Mirov.

—¿Agnes de Ebsarta viva? Esa niña debió morir con la batalla de Ebsarta ¿no? —inquirió dudosa.

—No, Lord Ebsarta nunca dejó que su familia tocara el planeta. Ellas vivian en la Tierra.

La sorpresa se vio en el rostro delicado de ella.

—¿Tan lejos?

—¿Por qué no? Recuerda que un tiempo nosotros mismos decíamos que si alguna vez tuviéramos un hijo lo llevaríamos tan lejos para que crecieran en un mundo más pacífico.

—Sí. Eso no sucedió, ¿Verdad? nosotros decidimos dejar todo porque ellos crecieran sin... esto alrededor —dijo señalando el lugar.

—Sí, no sucedió así.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro