Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 2



La vista le impresionaba poco como al resto de la tripulación. Si bien era una nebulosa mayor a las que había visto en toda su vida, aquella no dejaba de parecerse a muchas otras o eso pensaba. Miró a Ora levantarse y alistarse para salir, aquella figura tenía toda su concentración. Entendía bien cómo se habían dado las cosas y le agradaba. Hasta cierto punto parecían estar para aliviar esos instantes y volver al ruedo más renovados. Sin embargo, seguía una espinilla quitándole el aire cuando le veía abrir la puerta, guiñarle el ojo e irse.

Han fijó la mirada en la pequeña habitación. Espirale había decidido contra todo pronóstico seguir su recorrido hasta Ervole –e un planeta tosco que apenas se mantenía. En cualquier momento sería destruido, lo sabía. Aun así, ese era el punto de Prato.

Y no lo entendía.

Ervole –e era el sitio que había escogido Hugo Mendez cuando decidió desaparecer de la vista de todos menos de Rowane. Como un viejo amigo de su padre, Prato sabía su posición desde hacía mucho tiempo y pocas veces había entablado comunicación con él para respetar su privacidad, cuestión que irrespetaría en ese instante. Eso no dejaba de decirle que era una locura.

Recorrió los largos pasillos de Espirale hasta verse en la zona de lanzamiento. Había sido llamado poco después de ver a Yetre partir e imaginaba la razón. Prato dejaba en claro su interés por que el par viajase con él hasta el planeta. Sentía toda apatía por el sitio, pero si era una orden no se opondría por muy descabellada que le pareciera y que fuera.

Visto desde la distancia en la que se mantenía, el lugar se encontraba descuidado. Ervole estaba pasando por una fase oscura, con lo que comporta, y el sitio de avistamiento de la campaña de Mendez se había perdido en una tormenta. Desagradable pronóstico.

—Lo que se ve en el cielo, no se ve en el suelo —Afirmó Cavany.

Lo encontró frente a la pantalla donde notificaba la situación del planeta.

—Tonterías —zanjó Han.

—No en Ervole –e. francamente Prato y Yetre pueden ir por su cuenta, pero él quiere una tercera mano en caso de ser necesario. Mendez lleva mucho tiempo fuera de radar y desconocemos mucho de ese planeta. —dijo sin dar detalle alguno.

—¿Qué tiene Mendez que nos haga falta? Hasta ahora cada parada ha tenido una razón, esta no tiene ninguna. Estamos muy lejos de Dtar. Sería prudente...

—Tu solo ve con ellos, Joga —convidó Emblant sonriente—. Lo que encuentren ahí ya lo verás.

—Un cadáver —resopló Han.

Emblant mostró una amplia sonrisa pues aun cuando le invitaba a ir creía lo mismo. De Hugo Mendez no se sabía nada en tanto tiempo que era imposible pensar en que siguiera vivo. Al contrario, dudaba si quiera que su campamento aun estuviera intacto, pero entre lo que creía y las reticencias de Prato había un abismo. Cuando se trataba de Mendez, Rowane llegaba a ser bastante cabeza dura. El hombre le había criado luego de que su familia decidiera quedarse en Marte, navegaba entre las estrellas a bordo de Espirale como el chiquillo de los pasillos que hacía todo por el Capitán.

Poco podía hacer para que se saliera del camino que había escogido. Tonterías de sibilantes, se decía. Aunque varias de esas tonterías camufladas como mitos y leyendas resultaban tener cierta veracidad. Han vislumbró aquel gesto que le causaba tanta desconfianza como las intenciones de Rowane de bajar. Ayudado por Ora, el par se encontraba dentro del pequeño navío que tocaría la atmosfera de Ervole. Era un traste viejo, tosco, pero con una aleación distinta al resto de los daracks que en Espirale se mantenía y que, en teoría, debería resistir el descenso.

A Rowane no le hizo falta saber que Joga ya se encontraba ahí para hacer que tomara asiento. Terminó con el chequeo de la máquina mientras Yetre daba por terminada su parte con los motores. Miró a Han un poco fastidiado con todo lo que comportaba, le sonrió divertida.

—Puedo oler tu mal genio, Joga. Creí que andabas ya de buen humor —lanzó sarcástico.

—Bajar a Ervole nos puede costar —comentó Ora viendo el panel frente a ella.

La cámara mostraba un gráfico de la situación del planeta.

—En realidad será muy fácil, que eso no te asuste —respondió el capitán sin más—. Comencemos, ajusta tu cinturón, Joga.

El darack tomó rumbo al planeta en breve luego de que el resto de la tripulación se viera fuera del hangar de despegue. La nave partió contra todo mal pronóstico que Lion le había dado. A pesar de todo andaba, y mejor de lo que hubiera imaginado.

—Estamos a punto de tocar la atmósfera del planeta —comunicó Yetre—. Quizá podamos establecer comunicación con Mendez.

—No. Estoy seguro que ha cerrado todo tipo de comunicación aun acercándonos lo suficiente.

—Probablemente no quiere ni que entremos —lanzó Han.

El comentario divirtió a Rowane.

—Sí, eso no lo dudo.


Emblant se dejó caer sobre el asiento desde donde tenía vista a la nebulosa de Saphiro. Pasando por ella el Sistema Impera terminaba. Más allá estaba Dtar y con él, el próximo planeta "Defaures". Temía que Anaquil ya se encontraba en el lugar y Teber estuviera reinando un desolado planeta al que muy pocos deseaban ir.

—Defaures... —escuchó a Beryl susurrar—. Todavía estamos a tiempo para dar vuelta.

La irónica idea de Beryl le hizo sonreír.

—Está hablando de insubordinación —contestó.

Las mejillas de Beryl se tornaron de un color rojizo que parecía fuera a estallar en cualquier momento. La chica negó efusivamente.

—No, solo digo que este viaje nos traerá problemas. El Capitán lo sabe, usted también ¿Tanto deseamos hacernos con un navío que, quizás, ya no esté activo?

Emblat lo pensó sin mucho esfuerzo. En algún momento, como oficial de La Avanza, algunas cosas que hacían los sibilantes le parecían una completa locura; cuanto había pasado de aquellos días en que los veía como animales que no seguían la lógica.

—Eres muy joven, Beryl. Es probable que nunca hayas escuchado sobre la historia de Defaures, Anaquil y el último viaje de Lord Ebsarta...

—Tengo 105 años, señor —corrigió ella.

—Bendito sean los alienígenas y su capacidad de engañarnos —farfullo sorprendido.

Ella sonrió por su respuesta.

—Sí, no conozco mucho acerca de Lord Ebsarta y su viaje. ¿Por qué un hombre es tan famoso e importante?

—No es tan famoso, pero sí importante. Lord Ebsarta descubrió algo hace muchos años, eso se cuenta, pero no tenía un lugar a dónde llevarlo y el planeta artificial que se había creado no era una opción. No quería que Ebsarta sufriera por lo que había encontrado en un desolado planeta del Sistema Dtar. Nadie sabe qué es, ni cómo es, pero les dio riquezas a sus tripulantes. Hasta hace poco su segundo al mando: Johan Gatier, era uno de los hombres más ricos de Tremura.

Con solo pensarlo Cavany se sentía extasiado.

—Él murió.

—De viejo o de una bala, nunca lo sabremos. Lo que nos interesa es que eso les concedió tanto como para darles una vida feliz a sus tripulantes. Aunque Lord Ebsarta haya fallecido antes de tiempo y su familia haya sufrido por los ideales de una niñata como Blanchett. A veces me hubiera gustado conocer a ese sujeto, hubiera sido emocionante. —Volvió la mirada al radar y a la nebulosa que se encontraba a una distancia prudencial—. Anaquil era la única nave capaz de viajar a un Sistema tan lejano como Dtar sin poner en riesgo la seguridad de su tripulación.

—¿Tanto tiempo nos costaría? —preguntó la piloto.

—Más de lo que imaginas. En Fergus –G no es muy común el viaje interestelar ¿Verdad? —comentó risueño—. Si llegas a volver podrás decir que lo has conseguido.

La hazaña le agradaba, pero no le encantaba. Beryl tenía un tiempo prudencial con el grupo de sibilantes y les tenía afecto aun cuando sentía que se llevaban demasiado por las emociones. Las cuales se mostraron al instante en que Prato se comunicó con Espirale.


..

El descenso había sido tan difícil como Joga lo había imaginado y Rowane había obviado, pero luego de planear sin motor a causa del clima endemoniado de Ervole –e, el trio ya se encontraba en las rocosas tierras del planeta.

Prato tomó la delantera y se apresuró a salir colocándose antes un traje protector que lo cubría de pies a cabeza. Observó a duras penas el campamento que había instalado Hugo Mendez. El sitio había sufrido los embates del planeta, lo notaba, si Mendez seguía con vida no la había pasado bien, pero incluso él sabía que ese viejo gruñón no tardaría mucho en morir. Parecería en vano para Joga o Yetre bajar hasta un planeta donde solo irían a visitar un cadáver, sin embargo para Rowane significaba mucho más. Al ver que el par ya estaba en tierra y el protocolo de enganche de la nave activado, decidió dar inicio a la dura caminata que les esperaba.

Solo dos veces había tenido la oportunidad de visitar Ervole –e y con la primera había sido enfático que no regresaría hasta que fuera necesario. La segunda vez era esa y creía prudente hacerlo. Existían viejos cuentos de hombres en Marte que decían que tomar la nave de otro era tomar su espíritu. Para Rowane era una tontería, sin embargo para Mendez, era toda la verdad que alguien podía decirte.

Al verse frente a la puerta, ingresó un código que provocó que la instalación encendiera sus circuitos. Han hizo una mueca y miró a Ora poco convencido, ella en cambio se apresuró a entrar luego de que Rowane se lo indicara.

El movimiento de las compuertas al abrirse levantaba las capas de polvo que se habían adentrado en el pequeño túnel, la cual daba paso a un amplio salón con un dispositivo fijado en el centro donde varios monitores se reiniciaban. Rowane se acercó al umbral circular que mostraba un dispositivo de tonos grises, con solo colocar su mano sobre ella dio inicio a la I.A que Mendez había llevado consigo: Genora. Tenía la apariencia de una mujer de Arleno con las típicas líneas configurando su rostro, la piel dura como ninguna otra y el tono rojizo característico.

—Buenos momentos, Capitán Rowane ¿Gusta de alguna bebida antes de ver a mi Señor? —comentó con la voz quebrándose por la interferencia.

El simple asentimiento hizo que la I.A iniciara su configuración y prepara una taza roja que enseguida se llenó de un líquido marrón con un aroma insoportable al olfato de Ora.

—Busca señales de calor —Ordenó Yetre.

Prato siguió el camino detrás de otra compuerta, un segundo salón circular se abría y daba paso a una cama llena de polvo donde el cuerpo de Mendez descansaba. Su figura había sido debidamente preservada.

—No —dijo él—. No hallaremos nada vivo.

—Señor...

Ora se quedó quieta en la entrada a la habitación con el rostro ensombrecido. Lo que veía ya lo sabía, pero era el rostro entristecido de Rowane algo que muy pocas veces había visto.

—Será mejor darles espacio —determinó Lion.

Ora se movió hacia la I.A y procedió con lo encomendado. Horas antes Prato había sido muy claro con lo que ella debía hacer, después de todo bajar a visitar los muertos no era una tarea que Rowane hiciera por gusto. Conocía muy bien a Mendez y sabía que no le gustaría saber que él le había visto como vestigios de lo que alguna vez fue un ser humano. También tenía claro que en algún momento debía ir en busca de ella. Genora había sido programada para surcar el espacio, no para servir tazas de barro.

—Lion, encárgate del hardware en cuanto finalice con el programa. —Pidió ella.

—Venimos a robarle al amigo del Capitán —bufó de brazos cruzados.

—No en realidad. Genora fue parte de Espirale en los tiempos de Mendez. Creo que necesitaba una compañía, se volvería loco solo en este lugar —respondió Yetre tecleando hasta que el dispositivo mostró la imagen de Genora en la pantalla y un guiño de la misma. Se apagó inmediatamente—. ¿Puedes?

Lion sacó de su lugar el dispositivo que Prato había manipulado.

—Un hackeo al sistema de Anaquil es difícil desde un sitio remoto, pero hecho por una IA...

—Es completamente distinto. Tienen programas que han sido configurados para esa clase de acción. ¿Te sigue sorprendiendo? —preguntó orgullosa.

—Me sorprende tu fanatismo, Yetre —aclaró.

Han colocó el dispositivo en el interior de su bolsa de campo y aguardó por Rowane muy cerca de la salida. Seguía sintiéndose como una pieza impuesta en medio de aquellos dos. El rostro compungido de Ora solo le demostraba que no lo veía, Yetre admiraba al Capitán de una forma que le molestaba.

El capitán se alejó del cuerpo y observó al par. El simple asentimiento de Yetre le bastó para saber que habían concluido; debían adquirir una nueva nave para salir de Ervole –e pues daba por perdida el darack en el que habían llegado luego de tener que planear para aterrizar.

El lateral de la habitación de Mendez daba a una puerta que se abría a un pequeño hangar donde una nave parecía lista para partir.

—Todavía no me queda claro que un hombre haya querido pasar sus días en un lugar como este —bufó Lion enganchándose al asiento.

—No lo hacía. Fue enviado aquí luego de que la tripulación lo echara de su propia nave. Hugo había llegado a un punto de locura... La nebulosa nos trajo problemas, eso creo... —Se reprimió Prato.

—La nebulosa... —murmuró Han.

Seguro era otro cuento de sibilantes, tanto tiempo entre ellos y encontraba uno nuevo por cada día.

Encendieron la máquina y, dispuesto a volver, Prato dejó atrás cada palabra que había susurrado al inerte cuerpo de Mendez.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro