Capítulo 15. Alimento para el amo
Me oculté para evitar ser visto por las Draconias, estaba demasiado herido como para pelear a mi máximo nivel. Cortalenguas solo había sido noqueado y me ayudó a moverme hasta el interior de una cueva que por fortuna se encontraba vacía.
Cortalenguas me exigía entre gruñidos diminutos que chasqueara mis dedos para transformarlo en su versión humana y lo hice. Apenas tuve la fuerza necesaria para lograrlo.
Perdía energía y aumentaban las probabilidades de morir. Cortalengujas en un remolino de viento fue transformándose en humano, la imagen juvenil, el cabello naranjoso y cuerpo escuálido saltó a mi apenas clara vista.
—Amo, mi amo ¿Cómo le ayudo?, dígame ¿Quiere sangre fresca? Iré por ayuda pero no quiero dejarlo solo. Amo ¿Qué necesita? —se agarró algunos mechones de la frustración y soltó un bufido—. Mire nada más como lo dejó la señora Le Revna, necesitamos ayuda de inmediato.
Lo irónico era que quería cortarle la lengua.
—Primero cállate.
Apretó sus labios para formar una línea plana y entrelazó sus manos para dejarse caer de culo frente a mí.
—En segundo, tienes que buscar a mi mujer, asegúrate de que Warren no haga nada contra ella y también averigua el estado físico de mi hermano mayor, sin que te vean —ahogué un gruñido por el repentino ardor que me perforaba en estómago—. Después ve al pueblo donde me hospedo y busca vendas. Yo esperaré aquí.
—Pero, mi amo...
Bastó una mirada gélida para dejarlo en un segundo amilanado; tragó fuerte y tomó distancia.
—¡Santos colmillos! Sus ojos son horrendos cuando lanzan ese brillo, mi amo. No se enoje, tiene que descansar, Cortalenguas va a encargarse de todo, mi amo, voy a cumplir con ímpetu las órdenes que me ha encomendado sin ningún problema, descanse, mi amo y no se preocupe...
—Cortalenguas —aseveré.
Volvió a cerrar la boca.
—Voy, mi amo, en seguida, sus órdenes serán cumplidas.
—¡Lárgate!
—¡A la velocidad de la luz, mi amo! —salió disparado como si hubiese visto al mismísimo diablo.
Cortalenguas era exasperante, siempre quería que lo convirtiera en su forma humanoide porque en su verdadera imagen no podía expresar nada más que rugidos. Ya veo porque ninguna de las demás gárgolas lo tolera y por eso suelen mantenerlo ocupado.
La temperatura se acrecentaba, mi cuerpo no dejaba de lanzarme punzadas dolorosas que me desgarraban lentamente.
Maddy no titubeó en herirme, en matarme, siendo controlada se olvidaba de mí y ni si quiera luchaba para salir de ese trance. Me hirió a profundidad, las heridas tardaban demasiado en sanar y cada vez era más insoportable el ardor en mi cuerpo, la calentura subió a mi cabeza para martillarme sin parar, estaba teniendo síntomas de un simple mortal, sobre todo dolores musculares, era como si estuvieran retorciéndome cada músculo, cada tendón, estaba jodido. Mi cabeza tenía la temperatura de una tetera en pleno chiflido y entre más parpadeaba más destellos de luces veía.
Lo que me interesaba era saber el estado de Warren, necesitaba enterarme de su ojo herido. Podría abrirse una enorme brecha de ventaja para mí.
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Pasó alrededor de una hora cuando vislumbré a lo lejos—con un esfuerzo sobrenatural—a esa fastidiosa gárgola que venía cantando como si estuviera en un día de pícnic.
Por mis colmillos, hubiera invocado a Martillo de saber lo pesado que es Cortalenguas. No me hubiese importado que las Draconias hubieran aparecido al tener a un dragón a pocos metros de su territorio.
—Cuidado, cuidado que Cortalenguas va a tu lado, para cortar y descuartizar todo lo que pueda alcanzar.
Arqueé una ceja por la risa burlona que él mismo soltaba. No sabía que las gárgolas eran candidatos para sufrir esquizofrenia.
—Mi amo ya vine, aquí está Cortalenguas, ¿Cómo sigue?
—Sufro —es más por su irritante canto desafinado que por mis heridas.
—No sufra más que vengo a auxiliarlo. Y le tengo excelentes noticias.
No quería, pero lo necesitaba.
—Habla ¿Por qué te detienes cuando es necesario que parlotees?
Apretó sus labios mientras abría las vendas para mí.
—Cortalenguas encontró al príncipe vampiro de la muerte. Cortalenguas está aterrado porque logró lastimarlo de verdad.
—¿Su ojo?
Sus hombros decayeron.
—Cortalenguas no logró sacarle el ojo, amo —su repentina tristeza me comprimió el estómago—. Regresó al castillo, pero alcancé a ver que se iba. Como buen súbdito quería seguirlo y Cortalenguas recordó que usted estaba aquí y debía volver.
—bien. No te sientas mal por el ojo de Warren, hiciste lo mejor.
—La próxima vez lo cortaré —sonrió como un chiflado.
—Seré yo, Cortalenguas —al ver que no procedía lo miré hastiado—. Continua ¿Qué hay de mi mujer?
Me ayudó con la venda en mi abdomen.
—Su mujer regresó a ese asqueroso valle, mi señor —refunfuñó y arrugó la nariz con desdén—. Volvió a su estado normal y el vampiro de la muerte está herido por Cortalenguas, aunque también lo vi muy furioso.
Puse los ojo en blanco.
—No te desvíes del tema principal, yo me encargaré de Warren, pero háblame de mi esposa.
Asintió.
—Cortalenguas no obtuvo mucha información sobre la señora, pero sí escuché sollozos.
Eso no era buen augurio.
—Voy a matar al bastardo de mi hermano.
Cortalenguas me miró directamente, esos grandes ojos azules parpadearon como si no lograra entenderme.
—Pero, mi amo, el pacto.
—Se acerca la alineación de los planetas.
La sonrisa de mi gárgola se ensanchó aún más, divertido, tal vez eufórico por la lluvia de sangre que se avecinaba.
—Mi señor, eso significa que el pacto desaparecerá.
Asentí.
—Su fuerza se vuelve de cero y nosotros aprovechamos esa libertad.
Cortalenguas pasaba la venda una y otra vez alrededor de mi abdomen hasta colocar el seguro.
—Pero, mi señor ¿Su hermano no tiene derecho a matarlo? De acuerdo con el contrato matrimonial, usted mató a su esposa.
Acentué mi ceño fruncido cuando estiré mi brazo para que lo vendara.
—El estúpido de Warren no lo vio necesario en aquel tiempo. Cebrina no firmó ningún acuerdo de matrimonio entre vampiro y bruja, por eso pude matarla sin problema. Warren cree que tiene derecho a quitarme a Maddy por esa razón, pero él fue quien cometió el error de ir en contra del acuerdo de mi matrimonio. Soy yo quien tiene derecho a matarlo porque Maddy sí firmó.
Cortalenguas tarareaba su canción y con mis dedos le pegué en la frente.
—¡Ay!
—¿Estás escuchando, gárgola distraida?
—Sí, mi amo, es solo que Cortalenguas intenta hacer un buen trabajo como médico. Mire que bien quedó mi vendaje.
No podía quejarme, lo hizo bien.
—Necesito alimentarme —dije en un susurro y con la garganta muy seca—. Me siento muy débil como para mantenerme de pie.
—¿Quiere que le consiga algo de comer? —aplaudió emocionado por la idea de traerme una víctima.
—Si traes a un humano, mejor.
Cortalenguas hizo el saludo militar y salió corriendo de la cueva. Pese a ser una criatura irritantemente ruidosa, hacía su trabajo bien y cumplía las órdenes al pie de la letra, pero el precio a pagar era que nunca se mantenía en silencio.
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Perdí la orientación del tiempo cuando escuché la voz fastidiosa de Cortalenguas acercándose y por debajo de él, la de una mujer. El alba se aproximaba, tuve que arrastrarme más al fondo de la cueva para no ser alcanzado por los rayos del sol que atravesaban las densas nubes.
—¿Dejaste a tu papá aquí? ¿Solo?
—Me pidió ir al pueblo más cercano por ayuda, está mal herido y ocupa atención.
—Qué suerte que nos encontramos.
—Sígame.
Cerré mis ojos para simular estar profundamente dormido.
—Ve, ahí está.
—Madre santa, pobre hombre.
—Le dije que era atractivo.
—Eso es lo de menos, jovencito. Tenemos que moverlo, mira esas prendas rasgadas y sucias.
—¿Y si trata de despertarlo en lo que traigo la carretilla?
—Anda, ve, yo lo despierto.
Muy listo Cortalenguas. Las pisadas de mi gárgola fueron alejándose y las de la mujer se aproximaban.
—Señor.
Necesitaba tenerla muy cerca de mí. No respondí.
—Despierte por favor, lo llevaremos a un hospital para que sea atendido. Su hijo fue muy valiente en ir solo al pueblo.
No respondí y ella dio unos pasos más a mí.
—Señor ¿Puede oírme? —se hincó, su presencia era más intensa, el olor a su sangre me provocaba picor en mi boca, aumentando mi sed—. Pobre hombre, debió pasarla muy mal. Señor voy a ayudarlo...
Antes de que me tocara agarré su muñeca en un movimiento relámpago, ella soltó un grito y cuando cruzamos mirada le sonreí.
—Por supuesto que me ayudarás.
La mujer de aspecto jovial gritó aterrada, se contorsionaba con tal de zafarse de mí. Mis colmillos se estiraron lo suficiente y sin ningún ápice de compasión perforé su cuello. Succioné profundo, saboreando la sangre fresca que me proporcionaba. Mi cuerpo se llenaba de vitalidad pura, mi fuerza aumentaba que terminé por destrozarle las muñecas y el cuello.
Los gritos de auxilio se aplacaron y absorbí con más ganas, sujeté su aflojado cuerpo hasta dejarla sin ninguna gota de sangre. Alimentarme de una víctima en contra de su voluntad me excitaba.
Tosí satisfecho, pasé el dorso de mi mano por mi boca y tiré el cuerpo a un lado.
Dejé que la sangre humana hiciera su efecto dentro de mí, sanándome y devolviéndome la energía de siempre. Cortalenguas regresó justo a tiempo, observó la escena y sonrió al hacer una reverencia.
—Es un placer servirle, mi señor.
—Buen trabajo, Cortalenguas.
Mi gárgola levantó la cabeza y sonrió con complicidad.
—Necesito regresar con mi mujer.
—Señor, pero ¿Su hermano?
—Ese imbécil va a quedarse en las sombras por un buen rato. Ahora sabe que cuento con ustedes y hasta que llegue el día los llamaré.
Cortalenguas asintió aunque con un aspecto dubitativo.
—Espero sus órdenes, amo.
Volteé hacia él.
—Regresa con los demás.
Chasqueé para devolverlo a su forma original, los cuernos y las garras aparecieron de nuevo y salió volando de la cueva para volver con las demás gárgolas.
🔸Segunda dedicatoria🔸
Este capítulo va para @YusneibiH
Gracias por unirte a este mundo de caos conmigo❤️🔥
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