9:38 a.m.

Keith Kogane
[Conectado]

Keith. Ya deja de hacerte
el idiota con el celular y
vente a comer tu desayuno.

Ya vi que estás conectado, emo.

[✔️✔️ Visto]

¿No me vas a responder?
Ahora sí estoy dispuesto a entrar
a la fuerza en tu habitación.

[✔️✔️Visto]

No te hagas el chistosito.
Sal de tu cueva a comer.

[✔️✔️Visto]

Okey, te iré a sacar de ahí
yo mismo, galra de los mil
demonios

Y sin más el muy molesto Lance McClain se encaminó hacia la habitación de invitados donde estaba Keith. La noche previa decidió no entrar más por respeto a él, pero ya basta de sus formalidades; Lance le había pedido que fuera para poder convivir con el mitad galra, no para que éste se la pasara escondido. Ya recordaba porque no se soportaban cuando eran del equipo Voltron, ambos tenían personalidad muy distintas.

Abrió la puerta azotándola con fuerza. Sus ojos casi saltan de su rostro al ver la manera en la que se encontraba Keith.

—¡Carajos, Lance! ¡¿Qué te sucede?!— gruñó mientras aferraba bien la toalla a su cintura para que enorme se le fuera caer por accidente. El moreno seguía ahí, congelado viendo la imagen de un Keith recién salido de la ducha. Su mirada atenta provocaría que el azabache se sonrojara en cualquier momento, debía controlarse.

Demonios, el tipo era demasiado irresistible. Lance no dejaba de regalarse al verse tentado por su húmeda cabellera que hacía lucir increíblemente más sexi a aquella mullet de la que tanto se había quejado en su adolescencia. Su abdomen, otra vez expuesto con su blancura delatando el mucho trabajo físico que hacía y sus hombros cubiertos de lunares que, mierda, como le dejaban unas ganas de tocarlos y sentir su textura.

¿Se oiría estúpido decir que su ombligo le resultaba una imagen exquisita? Era lindo, apetecible; la idiota pregunta de si Keith se erizaría si alguien lo besara ahí empezaba a rondar por su mente haciéndolo sentir como un tremendo bastardo por fijarse en un emo de pacotilla. Por otro lado, su piel se vería linda erizada.

¿Qué no se supone que los emos eran unos flacos paliduchos sin vida social y con ganas de matarse cada tres pasos? ¿Por qué el destino le envió al único emo que parecía todo un sex symbol?

—¿Por qué quiznack no traes ropa?— fue lo único que pudo formular ante aquel escenario sin no soñar como todo un cavernícola. Keith respiró sin querer soltar su toalla.

—Porque no dejas de verme y dejaste mi playera del otro lado de la habitación.— se quejó. Lance rió con algo de enfado, ya quería desayunar y ese tipo no hacía más que gastar su tiempo en estupideces.

—Ay, por favor. Sólo cruza la habitación y agarra tu estúpida playera. No me iré de aquí hasta sacarte para que comas.— Keith negó viendo a Lance desafiante. Sólo quería que ese tonto se fuera de la habitación para que se pudiera cambiar en paz.

—¡Bien!— gritó y empezó a caminar con las manos en la cintura. No es que no hubiese atado un buen nudo, es que él era un hombre con tan mala suerte que se le podía soltar la toalla frente de latino aunque le hubiese hecho mil nudos. Escuchó a Lamce reír sonoramente tras de él.— ¿Ahora que te traes?— cuestionó mientras tomaba su playera y se dirigía nuevamente a la sala de baño.

—Luces muy niña cuando caminas con tus manos en la cintura.— estúpido McClain, no podía creer que ese fuera un jodido adulto.— Ya, anda; no tienes que hacerlo. Ni que tuvieras el gran paquete ahí.— ¿Qué mierda había dicho?

—¿Con que eso crees, ah?— preguntó Keith deteniéndose en seco harto de la irritante actitud del moreno. Lance siguió riendo; esa manía suya de protegerse de su vista le parecía tonta, al parecer sólo era desinhibido cuando él no estaba cerca.

—Ya, anda.— se sentó en una silla de la habitación sin dejar de observarlo de manera desafiante.— Cámbiate rápido que ya me dio...— y en eso dejó caer la toalla en la cintura esperando que el moreno actuara de lo más casual como siempre hacía o con algún chiste estúpido; en vez de eso la mirada de Lance se quedó estancada en el cuerpo bien dotado de su ex compañero con el que cualquiera soñaría. El maldito rubor subió por las mejillas del moreno y sintió su garganta seca, lo que se notó al ver lo lento que se movió su manzana de Adán. Keith sintió un inmenso calor al notar la reacción inesperada del moreno ¡¿Qué demonios había hecho?! Avanzó hacia él importándole poco su desnudez y lo tomó de la mano para jalar hacia la puerta al aún petrificado McClain; su corazón latía tan rápido que pronto se escaparía de su pecho.— Perdona, en serio; no sé qué me pasó. Salgo en dos minutos, lo prometo.— lo sacó de la habitación y cerró la puerta.

Tomó aires se deslizó hasta caer sentado en el suelo.

¿Por qué se puso así? Es decir, sí, sabía que Lance siempre había sido su más idiota suelo y tenía bien en claro sus sentimientos por él; pero Lance era sólo un hombre y él ya se había estado desnudo frente a varios, ya fuera en regaderas públicas o encuentros casuales ¿Por qué ese bastardo lo había hecho sentir como un novato de nuevo? Y peor aún ¿Cómo lo vería ahora a los ojos?

Mientras tanto Lance aún permanecía congelado afuera de la habitación de invitados, evocando por completo el cuerpo de Kogane y su perfección. Siempre supo que su amigo era atractivo pero los años sólo lo habían vuelto de un adolescente atractivo a un adulto endemoniadamente seductor.

Negó con la cabeza frenéticamente tratando de quitarse todos los malos pensamientos que pudiera tener sobre su amigo para empezar a moverse. No sería bueno para él que Keith lo volviese a hallar ahí como tarado donde lo dejó.

¿En que estaba? Ah, sí; en que tenía hambre. Regresó su mirada hacia la puerta de la habitación de invitados y sintió un revoltijo en su estómago. Quizás mucha hambre.

Dedicado especialmente a ti ❤️ gracias por hacerme recordar cuanto adoro escribir sobre estos dos babosos.

Amigos, no teman pedirme capítulos en mi perfil o así, no los recibiré mal; al contrario, es más probable que así esté actualizando más seguido. A veces estoy tan metida con mi otro fandom que dejo este de lado cuando en realidad Klance es lo que más disfruto escribir.

¿Qué les pareció?