[3:45 a.m.]
Riukder
Ese planeta estaba lleno de altos edificios y todo lo demás eran paisajes extensos de pura piedra y pólvora corriendo por las tormentas planetarias. Lance no quitaba la vista de Keith; su humor había mejorado notoriamente desde que él dijo que debía madurar, sin embargo aún era demasiado pronto para bajar su guardia.
Keith veía su localizador atento a cualquier cosa que pudiera ocurrir, podía sentir la mirada de Lance atento a él a sus espaldas. El aire lo asfixiaba aunque trataba de mantener la calma; no sabía cómo reaccionaría al encontrar a Krolia ni a sus secuestradores, sólo sabía que intentaría con fuerza conservar la tranquilidad.
—Es aquí.— mencionó Keith al ver que el punto del localizador finalmente había frenado frente a ellos. Alzó su mirada: un callejón sin salida. Apretó sus labios maldiciendo por dentro mientras Lance dio un paso frente suyo como si percibiera algo más. No tardó en disparar a la pared del fondo de ese callejón como si fuera lo más obvio por hacer.
Frente a ellos se divisó una enorme bodega oscura.
—Manténganse alerta.— ordenó el azabache, porque él no descartaba la idea de que esto hubiese sido una trampa para llamar su atención desde un inicio. Lance asintió viéndolo, había fuego en la mirada de Keith, una mala corazonada lo invadió al verlo así.
Rogaba por el bien del secuestrador que Krolia no tuviera ni un sólo rasguño.
—Lance, Acxa ¿ven algo?— cuestionó Kogane mientras se sumergían cada vez más junto con Ezor a aquel lugar oscuro. Lance intentaba buscar algo en especial, algún interruptor que los llevara a otra habitación; pero la lente de su rifle sólo le permitía visión nocturna, quizás un detector de calor hubiese sido más conveniente.
—Negativo.— respondió Lance. Hubo un largo silencio en espera de la respuesta de Acxa.
Mierda.
—Acxa.— enunció Keith por el radiocomunicador.— Acxa, confirma tu estado.— más silencio. Carajo. Esto había sido una trampa y él había sido tan estúpido como para jalar a sus amigos y a su novio a ese lugar. Maldito imbécil.—¿Acxa?
Las luces de la bodega se encendieron. Lance pudo notar que estaba rodeado ¿Cómo carajos no los había visto a través de su lente? Mierda, mierda, mierda. Todos estaban encapuchados, pero sus complexiones eran claramente galras; los superaban por una gran diferencia, estaban en la mira de casa arma ahí.
"Enciende el localizador, Lance" se dijo en su mente mientras con habilidad apretaba un botón escondido en su arma que le había instalado Pidge para esa misión. Ahora ella sabía que necesitaban refuerzos, tenía que mantener las cosas calmadas hasta que el apoyo llegara.
Dos encapuchados sostenían con habilidad y fuerza a Acxa, que tenía un trapo bien atado a la boca para que no pudiera hablar. Luchaba aguerrida contra ellos para poder zafarse, pero era más que claro que sus intentos sólo eran en vano.
Keith tenía la punta de su espada en el cuello de uno de los captores de Acxa. Ni siquiera se dio cuenta cuando se habían puesto en esa posición, Ezor tenía su mano firma amenazado en cuello del otro captor y Lance mantenía en la mira a los otros, fácilmente podría acabar con unos 5 en ese momento, pero no sin arriesgar la vida de Keith o Ezor.
—Suéltenla.— se escuchó decir a una voz grave por la habitación. La voz se empezó a abrir paso entre los encapuchados sólo para dar vista a un cuerpo enorme y robusto que para todos ahí era familiar. Lance no volteó a ver a Ezor, pero se imaginó la mirada pesada y rota que empezó a cargar desde ese momento.
Era Zethrid.
Los encapuchados obedecieron fácilmente a lo que Acxa intentó golpearlos pero un arma se alzó contra Ezor dejando en claro que era mejor no iniciar nada. Quizás una negociación no sería tan malo después de todo.
—¿Dónde está Krolia?— cuestionó Keith sin lucir inmutado o sorprendido por encontrar que una vieja aliada ahora se había vuelto la secuestradora de su madre. La mitad-galra sonrió y empezó a caminar por la habitación con vasta tranquilidad.
—Lance, que sorpresa encontrarte en pie de guerra otra vez. Todos pensábamos que jamás volverías.— el moreno no respondió ni una sola palabra, nada más le lanzó una mirada de claro repudio.— Es agradable, un digno oponente.— ¿Por qué se fijaba en él? ¿Qué estaba jugando? Fuera lo que fuera necesitaba conseguirle tiempo a Pidge.
—Déjate de rodeos o te dejo ciega del ojo que te falta.— amenazó con un tono burlón. Zethrid dio un respingo molesta, siempre odio las bromas sobre su ojo ciego. Prefirió ignorar al moreno.
—Ezor, amor. Que sorpresa verte.— si algo había aprendido Lance como francotirador era a ser perceptivo, estar atento a cada sonido de su alrededor le podía decir si era indicado o no disparar; por eso ahora podía escuchar las pequeñas y apenas perceptibles respiraciones perturbadas de su amiga. Todo esto estaba siendo un trago amargo para ella, lo podía imaginar.
—Es una pena que no pueda decir lo mismo.— de alguna manera se las arreglo para que su voz no temblara al hablar. Zethrid rió.
—Sabes que mi oferta todavía sigue abierta a que te nos unas.— pronunció con un falso y desastroso tono amable que ni ella misma se lo creía.
—Paso.— respondió con facilidad su ex pareja, con un tono de voz tan seco en ella que hizo cosquillear la piel de alancé debajo de ese traje.
—Basta de reencuentros amistosos, Zethrid; quiero a mi madre, ahora.— la voz de Keith se escuchaba arrastrada, como si sus palabras rasparan en su garganta, como si estuviera aguantando esas tremendas ganas de soltarse a llorar de la desesperación. Por dios, Keith se estaba conteniendo bastante, en cualquier momento iba a estallar y eso era algo que tenía a Lance con el corazón en la boca.
—¿Tu madre? No sé de qué hablas.— mierda, se imaginaba que el encuentro iba a ser intenso pero le hecho de que se tratara de Zethrid, que ahí estuviera Ezor y que Keith no estuviera en sus cabales estos últimos días lo volvía todo más tenso. Imploraba para que Pidge ya hubiera empezado a enviar los refuerzos.
—Mi madre, Zethrid.— bramó con rabia contenida, lanzándole a la mencionada una mirada asesina sin él más mínimo rastro de piedad. La cabeza de Keith daba vueltas, sentía una punzada presionado su cabeza y su vista nublada, ha decir verdad a penas y se podía mantener de pie; lo único que lo mantenía así era toda esa adrenalina que recorría sus venas con la intensidad de un auto recargado con nitrógeno.
Todo a su alrededor desaparecía, para él en ese momento no estaban más que la asquerosa de Zethrid y él. No se lanzaba a atacarla sólo porque su subconsciente le recordaba que no venía solo, pero por cada palabra que decía esa idiota se iba volviendo más complicado hacerle caso a su cordura.
—Te he dicho que no sé de qué hablas.— en ese momento Keith no soportó más y se lanzó contra la fémina, pero estando a un paso de ella escucha las armas de los otros recargando su tiro mientras continuaban apuntando hacia sus amigos. Regresó ligeramente su mirada.
Carajo, ahí estaba Lance; cualquier movimiento similar y lo perdería.
Regresó su mirada hacia Zethrid, que tenía una sonrisa burlona. Claramente había captado su debilidad en esa habitación y eso no era bueno, traer a Lance ahí había sido como haberse sacado el corazón y traerlo en la mano para que todo el mundo le dispare, algo mortal.
—Ya no son lo que eran antes, Keith; ustedes ya no intimidan a nadie.— enunció ella con un tono burlón, victorioso, petulante. Kogane respiraba con pesadez, hacia su mayor esfuerzo para que sus labios no temblaran, sentía un gran nudo atorándome en su garganta. ¿Por qué siempre exponía así a sus equipos? No sabía que hacer sin que nadie de sus compañeros saliera lastimado, no sabía que era lo que quería Zethrid de ellos, no sabía si su madre estaba ahí o no. Todo esto era una completa mierda.
—Y tú eres la misma sumisa de siempre, Zethrid.— pronunció con un tono árido nunca antes utilizado por Ezor. Bajó su arma tranquila, como si no temiera ser asesinada, completamente segura de sus movimientos.— Nunca puedes llevar las riendas de tu propia vida, siempre necesitas tener a alguien que te someta. Das pena.— pronunció viéndola con asco, con un rostro genuino de desagrado total. Ni la misma Acxa daba lugar a lo que estaba viendo. Ezor no parecía estar fingiendo el odio que ahora le demostraba a su ex, en verdad la despreciaba, en verdad la veía con lastima; su mirada era fría, seca, alejada de cualquier sentimiento de amor y cariño, ácida.— Justo cuando pensaba que eras distinta.
Lo que siguió al momento fue un gran e incómodo silencio. El rostro de Zethrid no se veía exactamente sorprendido, sino resignado y orgulloso; no admitiría con facilidad que las palabras de Ezor la habían herido, ni tampoco lo demostraría. Zethrid siempre fue una mujer dura pero en definitiva cualquiera ahí hubiera esperado que ella fuese más expresiva con Ezor.
Ella le rogó día y noche a Ezor que se uniera a esta nueva rebelión, nunca hubiera estado de acuerdo en pelear contra ella o lastimarla siquiera; pero al verla ahí reafirmando su posición solo creaba una grieta más grande en su corazón. Keith Kogane ya había hecho bastante: había dejado caer la grandeza del linaje, había vuelto a un grupo guerrero una asociación de caridad, le había dejado cicatrices de guerra; pero nada había sido tan grave y dañino como quebrar su relación con Ezor por completo.
Pagaría con la misma moneda, y aún peor.
—Apunten al ex paladín azul.— el corazón de Keith se detuvo al escuchar aquel mandato, no pudo respirar por un par de segundos, esa fracción de tiempo pasó lento a comparación del resto de su vida. Nunca había sentido el terror cubrirlo y congelarlo de ese modo.
Cuando recobró la conciencia se dio cuenta que nadie había disparado. Volteó temeroso de ver lo peor. No sabía que sentir exactamente. Ezor se interponía entre los láseres de precisión de todos los atacantes y Lance. Lance no lucía asustado, es más, seguía manteniéndose con su arma apuntando sin descuido a Zethrid, no parecía ni un poco perturbado.
Todo lo contrario con Keith.
—Ezor, quítate de ahí ahora.— ordenó Zethrid; pero ella no pareció importarle un comino.— ¡Ezor!— exigió con vehemencia.— No me obligues a hacer esto.— se escuchó un pequeño timbre desesperado en su voz, casi como si le estuviera implorando.
—¿Serías capaz?— le cuestionó con el mismo tono seco de la vez anterior. El rostro de Zethrid dibujaba una mueca de tristeza que no pudo evitar, odiaba que la hubiera arrinconado a tomar esa decisión, odiaba que esa mujer tuviera que hacer siempre las cosas más difíciles, odiaba todo esto, y una vez más: Odiaba a Keith Kogane. Recobró compostura y alzó una mano.
Silencio.
—Disparen.— en ese instante Lance se mueve con agilidad y apunta hacia el techo hacia una de las ventilaciones del lugar dejando caer una cortina de humo. Los disparos se escuchan por la sala y Keith no es capaz de distinguir si sus compañeros están vivos o muertos, no es capaz de localizar a ninguno.—¡Tú!— exclamó Zethrid abriéndose entre el humo. Su voz era áspera, su rostro estaba perturbado, el odio era evidente.— ¡Las pagarás!
Alza su arma pero antes de que dispare un tiro cae en su pierna desequilibrando a la fémina y una mano empieza a jalar a Keith a través del humo. Mira quien es, pero trae uniforme de los encapuchados; aunque la forma de sujetarlo le resulta bastante familiar.
—Ordena la salida ahora.— le dice el encapuchado. Keith no comprende muy bien, pero termina asintiendo y no tarda en dar la orden.—Tu madre está bien, no tarda en reportarse, dile eso a Kolivan.
Sin darse cuenta cómo; ya se encontraba fuera del lugar y de peligro. De inmediato sintió unos brazos envolverlo con fuerza, no ese aroma tan cálido y esa sensación cosquilleante de siempre: Lance.
—Estás bien.— señaló Lance apartando su rostro y tomando el de él con ternura. Sonrió, sentía una inmensa alegría de verlo ileso; de tenerlo así después de ese desgraciado momento. Lance miró hacia el brazo izquierdo de Lance, sangraba. No dijo nada al respecto, pero esa imagen le lanzó una pedrada directo al pecho; que él resultara herido había sido su maldita culpa.
—Ezor, por favor, respira.— escuchó las súplicas de Acxa detrás de Lance.— No me puedes dejar, por favor, no.— apretaba sus ojos y salían las lágrimas, sus labios temblaban y su estómago se consumía a sí mismo. Tener a su mejor amiga ahí, tendida frente a ella con una herida dejando manchado de sangre todo su pecho; con sus pulmones haciéndose chicos y grandes con frenesí intentando respirar en vano, su mirada perdida en las nubes; podía sentir como la vida de Ezor abandonaba a paso lento su cuerpo, como se iba poniendo cada vez más fría.— Ezor, di algo.
Pudo ver como los labios de la chica se movieron un poco, pero ninguna palabra alcanzó a salir de su boca. Sus ojos se quedaron estancados en Keith, teniéndolo a él como lo que se quedaría estampado en su retina.
Lance lo supo entonces, Keith no volvería a ser el mismo después de hoy.
Perdonen por la tardanza, se que había empezado a ser constante pero créanme que este capítulo en especial fue difícil de hacer. No lograba encontrar la manera de estampar todas las cosas que quería poner sin que se viera precipitado, y aunque aún no estoy muy feliz con mi resultado creo que sí me deja satisfecha.
Dejen sus lindos comentarios ❤️
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