Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

41. 𝑳𝒂 𝒑𝒓𝒊𝒏𝒄𝒆𝒔𝒊𝒕𝒂 𝒅𝒆𝒍 𝒑𝒂𝒅𝒅𝒐𝒄𝒌

📅 SABADO 27 DE MAYO DE 2023

📅 CASI UN MES DESPUÉS

📍 GRAN PREMIO DE MÓNACO

Termino de ponerle el gorrito a Ingrid y vuelvo a echarle crema solar en la cara. Emite un pequeño gorgojeo muy gracioso que hace que le apriete un poco sus mofletes.

- ¿Estáis listas? –Max entra por la puerta del dormitorio y me doy la vuelta para ver cómo se dirige hacia nosotras. En cuanto ve a su hija con la equipación de Red Bull se le empieza a caer la baba- ¿pero cómo puedes estar tan bonita, madre mía?

Max la coge en brazos haciendo que Ingrid se revuelva y busque su pecho al instante. Es lo que más le gusta en el mundo, dormir acurrucada junto a su padre. En eso se parece a mi, desde luego. Porque físicamente, es un clon de su padre. Su pelo es del mismo tono y sus ojos, al final, tienen el mismo tono azulado que Max. 

- Está preciosa, Darcy. Le queda de puta madre el uniforme. Va a ser la estrella del paddock –Max se acerca para besar mi mejilla aún con nuestra pequeña en brazos. 

- Me temo que lo va a ser. Todo el mundo está deseando conocerla. Ya estamos listas, Max.

- Pues nada, nos vamos. Charlie está abajo con el coche. 

- Anda mira, Ingrid, el tito Charlie te va a llevar a tu primer Gran Premio. 

Acerco mis labios a mi pequeña y beso su cabecita dejando que siga recostada en el pecho de su padre. Cojo su carro y compruebo que llevo todo lo necesario. Salimos de casa y soy yo quien cierra la puerta mientras Max se encarga de la niña.

Tres semanas llevamos aquí en Mónaco. Cuando Ingrid nació, Valeria y Carlos nos ofrecieron su casa para que pudiéramos quedarnos hasta que mi hija pudiera viajar, pues nos parecía demasiado precipitado, subirla en un avión con sólo una semana. Max no corrió el Gran Premio de Miami. Habló con su jefe y le dijo que para él era más importante estar al lado de su mujer y de su hija por lo menos los primeros días de vida, algo que Christian Horner entendió perfectamente.

Después nos vinimos aquí, a Mónaco. Nuestras madres se vinieron también con nosotros, pues, Max si tuvo que correr en el siguiente Gran Premio, que fue en Azerbayán. Tenerlas aquí a las dos ha sido un alivio y una gran ayuda para ambos. Somos padres primerizos y aunque hay cosas que vamos aprendiendo sobre la marcha, en otras han sido ellas las que nos han guiado. 

Este fin de semana es el Gran Premio de Mónaco. Será la presentación de Ingrid ante sus compañeros y ante la gran familia que es la Fórmula Uno, y si, también para la prensa que ya se frotan las manos con las primeras fotos de la niña, aunque Johannes ya les ha advertido que foto que vea de Ingrid en la prensa, denuncia que les cae.

Aunque me hace mucha ilusión pasear con mi hija por el circuito y que mis amigos y ex-compañeros de Ferrari, la puedan conocer. 

Llegamos abajo y salimos del ascensor hacia la calle. Por suerte la gente está más pendiente hoy de la carrera que de hacer cola en la puerta de nuestra casa. Charlie está apoyado en su coche y en cuanto nos ve salir viene directo hacia nosotros, bueno, más bien hacia Ingrid.

- ¿Pero dónde está la cosa más bonita del mundo? –dice él besando las mejillas de mi niña. El monegasco la adora. Más de una vez se ha quedado dormida entre sus brazos haciendo las delicias de nuestro amigo.

- Aquí estoy, mi vida –le contesta Max con ironía pues Charlie nos ha ignorado a los dos de igual manera. 

- Tú calla que te tengo muy visto –le dice Charlie con un aspaviento. Se dirige hacia mi besando a continuación mis dos mejillas- ¿Cómo estás?

- Bien, bastante bien. Un poco nerviosa por lo de hoy, pero, deseando verlos a todos.

- Y ellos a vosotros. Que no os extrañe que en cada escudería haya un regalito para esta hermosura. Desde que se ha corrido la voz que Ingrid va a estar en el paddock todos se han vuelto locos.

Charlie sigue comiéndose a besos Ingrid. En cuanto termina, Max y él la ponen en la silla revisando un par de veces que esté bien. Mira que se saben de memoria los componentes individuales de sus monoplaza, pero como se abrocha el cinturón de la silla, les costó media hora, y con las instrucciones delante. 

- Listo, cariño –Max me da un beso en la mejilla y me ayuda a entrar en el coche. En cuanto ellos se montan también, Charlie lo arranca en dirección a la parte del circuito donde tienen que hacer el checking.

- Podíamos haber ido andando –les digo a los dos pendientes de que Ingrid esté cómoda. 

- No llegaríamos, Darcy –me dice el monegasco- las calles están a rebosar y en cuanto nos vieran, nos pararían, créeme, es mejor ir en coche.

- Aunque sean sólo 10 minutos –le digo rodando mis ojos.

- Cariño, mi ahijada se merece entrar en el paddock como una princesa, y es lo que vamos a hacer –Max choca su puño con su amigo lo que me provoca que un largo suspiro de fastidio salga de mi boca. Me acerco a Ingrid la cual mueve sus manos y sus pies con mucha energía.

- Nenita, supongo que te has dado cuenta de que papá y el tito Charlie están en contra nuestra, pero, eso se va a acabar cuando veamos a la tita Valeria y al tito Carlos, ellos siempre estarán de nuestro lado.

Charlie tenía razón. Ingrid ha sido la estrella del paddock. En cuanto cruzamos la zona de entrada y fuimos pasando por las distintas escuderías, sus miembros iban saliendo para conocerla. Y si, llevo la parte de abajo del carro llena de regalos. Menos mal que Max ha usado sus influencias y ha hecho que uno de los voluntarios se llevara todo al garaje de Red Bull.

- ¡Ay, mi niña!

La voz de mi amiga Valeria es inconfundible. La española viene hacia nosotras y en cuanto nos ve, abre sus brazos para que pueda darle a Ingrid, la cual se va con ella sin protestar.

- Madre mía, como has crecido. Joder que llevo sin verte una semana y estás más grande –Valeria se come a besos a mi hija y ella empieza a patalear tocando su cara- me la llevo.

- A Ferrari no, Valeria, que no quiero que se le pegue lo rojo –le dice Max ganándose una mirada burlona de mi amiga.

- Déjala que disfruten de ella –le digo. Max desliza sus brazos por mi cintura y me atrae hacia su pecho besando mis labios.

- ¿Estás bien? –me pregunta acariciando mi mejilla muy despacio.

- Lo estoy. Aún se me hace raro estar aquí y no hacer nada, pero bueno...

- Si haces algo, apoyarme. Sólo con saber que Ingrid y tú estáis hoy aquí, hace que tenga más ganas de correr y de comérmelos a todos.

- Este año está la cosa muy reñida entre tu y Carlos.

- Y el puto Leclerc que también está ahí. Desde que Thalía y Valeria llevan las riendas, no hay quien pueda con ellos.

- Bueno, tú sigue haciendo lo que haces Max, eres bueno, y lo sabes –beso de nuevo a mi rubio. Mis labios quieren demorarse en su boca y besarlo con ganas. Desde que nació Ingrid no hemos tenido ni un momento de intimidad. La ginecóloga me dijo hace unos días que ya podíamos tener relaciones si queríamos y maldita sea la hora en la que deseo tenerlas.

- ¿En que piensas? –me pregunta Max mientras caminamos hacia el box de Red Bull.

- En follar contigo.

Max se para en seco y se da la vuelta mirándome bastante sorprendido. Me dan ganas de reír de ver su cara. La sorpresa en su rostro es tan evidente que el rubio no sabe ni que decirme. 

- Vaya, esto si que no me lo esperaba, charme –sus manos se posan en mi cintura y me atrae hacia él sujetándome por la espalda.

- Es que te tengo muchas ganas, Max.

- Y yo a ti –sus labios saquean mi boca y yo me dejo besar por él. Porque las ansias que le tengo ya no son normales. Si, el embarazo intensifica todas estas sensaciones, pero, el no hacerlo durante más de un mes hace que mis ganas aumenten aún más.

- ¡Estáis dando el espectáculo! ¡Iros a un puto hotel!

La voz de Lando nos hace separarnos y a mi esconderme en el pecho de Max muerta de la vergüenza. El británico viene hacia nosotros riéndose en toda nuestra puta cara.

- ¿Dónde está Ingrid? –nos pregunta nada más vernos.

- Hola, Lando, ¿Qué tal cariño? ¿Cómo estás? –le pregunto poniendo mis brazos en jarra.

- Ay, perdona, Darcy –el británico se acerca hasta a mi y me da un gran abrazo acompañado de muchos besos- estás muy guapa pelirroja de mi vida.

- Gracias, cariño. Ingrid está en Ferrari -le digo viendo que él, al igual que la mayoría de ellos, solo quieren ver a mi niña. 

- ¡Me cago en su puta madre!

Me giro para ver a Max mirando su móvil y profiriendo toda clase de insultos. Lando y yo observamos como cada vez se cabrea más.

- ¿Qué pasa, Max? –le pregunto un poco preocupada.

- Míralo por ti misma. Puto Leclerc de los cojones. 

Max me da su móvil para enseñarme lo que estaba viendo. Tengo que apretar mis labios y no reírme porque ahora entiendo su enfado. Charlie está dentro de su coche con Ingrid en sus brazos, la cual lleva puesta una pequeña gorra de Ferrari, que, todo hay que decirlo, le queda monísima. Le devuelvo el teléfono a Max tragando aire para no meter la pata. Porque sé que esto le ha dolido. 

- El primer coche donde mi hija tenía que montarse era en el de su padre, no en un puto Ferrari –dice Max muy enfadado, hasta el punto que aprieta sus puños a ambos lados de sus costados. Y si, su tono de voz es algo más elevado de lo normal. 

- Pero lleva puesto el uniforme de Red Bull, Max, no te enfades tanto –le dice Lando intentando quitarle importancia.

- Norris, lárgate de mi vista si no quieres que te meta un par de hostias –le dice Max con la mirada furiosa.

- Ve a ver a Ingrid y le dices a Valeria que la traiga, por favor .-le suplico a Lando- iría yo, pero, tengo que calmar a la fiera.

- ¡Ni se te ocurra llevar a mi hija a McLaren, Lando!

Lando hace lo que yo le digo y me doy la vuelta para mirar a Max. Aún sigue enfadado y sé que en cuanto vea a Charlie algo le dirá o hará, que no es la primera vez que acaban pegándose como si fueran luchadores de la WW.

- No soy una fiera para que me calmes, Darcy –me dice chasqueando su lengua.

- A mi si me lo parece –me acerco despacio hacia él y me agarro de su cuello. Empiezo a darle besos en el intentando que se relaje un poco- ¿te recuerdo sitios donde lo hemos hecho y me follabas como si fueras un león?

- Señorita Evans, tiene usted un lenguaje muy soez, pero, déjeme decirle que me provoca usted ganas de repetir todas esas aventuras –sus manos bajan hasta posarse en mis nalgas.

- ¿Y si le mando un mensaje a Valeria diciéndole que se quede un poco más con Ingrid y me llevas a tu habitación del Home Trailer? –mi lengua se pasea por mi boca consiguiendo lo que quiero, que se relaje y que se centre solo en mi.

- Charme, está muy feo echar un polvo antes de una carrera –me dice Max haciendo que deje caer mis hombros derrotada.

- Valeria dice que eso es una leyenda urbana de uno que no follaba.

- ¿Y cómo sabe Valeria eso?

- Se lo dijo Carlos.

Max se me queda mirando sopesando cada una de mis palabras. Me quita las manos de encima y entrelaza sus dedos con los míos tirando de mi para sacarme del paddock.

- Carlos es sabio, manda ese mensaje.

Muerdo mis labios sacando mi móvil mientras Max me arrastra por el box de Red Bull. Apenas me deja saludar a nadie argumentando que necesita unos minutos para concentrarse. Me hace entrar a una de las habitaciones que usa para cambiarse y en cuando cierra la puerta, me acorrala contra la pared, besándome de una manera tan brutal que me deja casi sin aliento. 

- Yo también te tengo muchas ganas, Darcy.

Los dedos de Max se cuelan por debajo de mi vestido. Mientras nos besamos, él hace a un lado mis bragas y siento como me toca repasando cada centímetro de mi sexo. Estoy muy mojada. Estoy desesperada y ardiendo por tenerlo dentro. Me subo el vestido hasta la cintura con una de mis manos mientras la otra la llevo hasta su erección. Le toco y está bastante duro.

- No puedo más, amor -la voz y los ojos de Max son de deseo y de muchas ganas. Desde que nació Ingrid no habíamos vuelto a estar juntos y por eso, estos momentos robados tenemos que aprovecharlos. 

Le bajo los pantalones hasta casi las rodillas. Mi mano se cuela dentro de sus boxer tocando su pene. Está duro. Caliente. Durante unos segundos, nuestros dedos se pierden en el sexo del otro. Acariciando. Apretando y moviendo nuestras manos hasta llevarnos al límite.

- ¡Suficiente!

Max me agarra de la cintura y vuelve a besarme. Nuestras lenguas arrasan la una con la otra reclamándonos todos esos salvajes besos que nos debemos. 

Mi rubio se separa de mi y va hacia una cajonera que hay en una esquina. Abre un cajón y saca un preservativo. Se lo pone con rapidez, siendo algo hipnótico para mi el verlo como lo desliza por su pene. Muerdo mi labio respirando agitadamente. Max viene hacia mi mirándome de una forma tan salvaje que tengo que cerrar mis piernas por todo el deseo que siento por él.

- Max...

- No me ruegues, que ya estoy dentro de ti.

Mi novio me agarra de las caderas alzándome del suelo. Mi espalda da contra la pared. Me agarro a sus hombros fijando mi mirada en la suya. Su mano está en su pene, el cual se posiciona en mi entrada.

- Te estoy esperando, Darcy. 

Me mojo los labios agarrándome a sus hombros. Tomo algo de impulso y me dejo caer recibiendo su pene en mi interior muy profundamente. 

- ¡Max! -grito su nombre no pudiendo contener los embistes de su pene en mi interior.

- Joder, amor. Que ganas tenía de follarte. 

Me agarro a Max atrayéndolo más hacia mi. Sus embistes, la forma como se mueve tan deprisa, las ganas que nos teníamos, hacen que me tiemblen las piernas y que me deje caer en sus hombros. Beso su cuello jadeando su nombre repetidas veces. No voy a aguantar más ni quiero. El armario que hay a nuestro lado, empieza a vibrar debido a los golpes que la pared está recibiendo. Max se muevo de manera salvaje, follándome con fuerza porque eso es lo que hace. Mi vagina no aguanta más. Yo no puedo más.

- Max...no puedo más...

- Ni yo tampoco. Córrete conmigo.

Esas dos palabras mágicas hacen que me deje llevar. Que todo mi cuerpo sufra una pequeña descarga eléctrica debido a todo lo que él me hace. Mi orgasmo coincide con el suyo porque le veo apretar su mandíbula y gruñir mi nombre, para, a continuación, buscar mi boca y besarme con rudeza. Lo que necesitábamos ambos.

Me abrazo a Max dejándome caer encima suya. Poco a poco baja mis piernas hasta que éstas tocan el suelo, pero, sin soltarme todavía. Cuando al fin recupero la respiración, me aparto de su pecho para recibir un lento beso que hace que mi corazón se agite loco perdido. 

- ¿Estás bien, Darcy? -sus dedos repasan mi mejilla buscando algún indicio de que no lo esté.

- De maravilla. Mucho más desahogada -logro que Max emita una carcajada. Me lleva hacia su pecho dejándome ahí abrazada unos buenos segundos.

- Que sepas que como haga podium, exijo un polvo antes de cada carrera. 

- Amor, y aunque no hagas podium, también lo vamos a echar.

*** Espero que estéis disfrutando de estos capítulos, porque a partir de ahora, tendréis que estar muy atentos porque para las "pistas" que iré dejando para la próxima historia, la tercera de la Saga Runner. Y como ya sabéis os imagináis, su protagonista masculino será Charles Leclerc. Y su historia viene con sorpresas, las cuales espero que disfrutéis también.

Muchos besos y abrazos para todos***

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro