28. 𝑼𝒏 𝒃𝒆𝒔𝒐 𝒅𝒆 𝒊𝒎𝒑𝒓𝒐𝒗𝒊𝒔𝒐
📅 DOMINGO 3 DE OCTUBRE DE 2022
📅 AL DÍA SIGUIENTE
📍 YANG CLUB SINGAPORE
Yo no quería salir esta noche. Yo quería quedarme en mi habitación y lamentarme de mi desgracia. Soy gilipollas. Siempre suelto lo primero que pasa por mi cabeza y es lo que hice ayer con Darcy y Charles. Verlos abrazados me hirvió la sangre, y aunque sé que entre ellos no hay nada, no puedo evitar sentirme así. Celoso.
George me ha arrastrado a este club y el panorama de verlos a los dos de sentaditos en el sofá y de confidencias, hace que el estómago se me revuelva. Ni la conversación con Valeria hace unos minutos, la cual ha intentado tranquilizarme, ha conseguido eso.
Le doy un trago a mi bebida y veo que Darcy se levanta del sofá saliendo del reservado. Dejo que pasen unos minutos y me levanto para ir tras ella. Tenemos que hablar pero no me da la gana de hacerlo delante de nadie.
Pensaba que iba al baño y me sorprende que camina hasta una pequeña terraza que hay algo más allá de la sala. Tomo aire y salgo yo también viendo como se apoya en la barandilla echando su cabeza hacia atrás.
- Pensé que tardarías más en venir. Me has sorprendido –Darcy ladea su cabeza y pasa su lengua por su labio superior emitiendo una pequeña carcajada.
- ¿Tan previsible soy? -le pregunto con un chasquido de lengua.
- Mucho, Max. ¿Qué quieres ahora? -su tono de voz es algo cansado cuando me habla. Y la culpa es mía por tenerla siempre así.
- Pedirte perdón.
- ¿Por algo en concreto? Es que son tantas cosas que ya perdí la cuenta.
Suelto un suspiro mirándola y me pongo a su lado apoyado en la balaustrada. Una ligera brisa mueve su pelo que ella aparta de su cara con un pequeño movimiento de sus dedos.
- Pues entonces por todo, así me ahorro ir una por una.
Nos quedamos los dos callados unos buenos segundos. Las luces del circuito se ven a lo lejos, y la bahía está preciosa a estas horas de la noche. Aunque más guapa es la pelirroja que está a mi lado, joder.
- Max, ¿tú estás celoso? -su pregunta no me sorprende. Es algo que yo también le preguntaría a ella. Después de todo lo que hemos vivido, es algo que puede que a ambos nos pase.
- Algo –le respondo con tal de no admitir que ese algo se queda corto para lo que siento.
- Bueno, pues entonces ya sabes lo que se siente.
- Pues se siente una mierda, Darcy.
- Lo sé, créeme, lo sé bien, Max.
No me atrevo ni a abrir la boca por miedo de romper este momento. Darcy se lleva las manos a los brazos y los frota intentando darse calor. Me acerco a ella y pongo mi brazo alrededor de su hombro atrayéndola hacia mi pecho. Tenerla así, junto a mi, me afecta, y mucho, porque ella lo hace. Aún no la he olvidado. Aún no quiero olvidarla.
- No te he dado la enhorabuena por ganar la carrera –me dice ella apoyándose en mi pecho.
- No quiero que me felicites, quiero que me beses, charme.
Aparto a Darcy de mi pecho y no le doy tiempo a reaccionar. Mis labios buscan los suyos y la beso con ansías, casi desesperado por ella, porque lo estoy. No puedo más. No aguanto más estar sin la pelirroja y duele, y mucho. Nuestros labios se mueven en sincronía, tomando todo lo que el otro ofrece. Ella se sujeta a las solapas de mi chaqueta profundizando un beso que nos tiene a los dos ardiendo. Un ligero carraspeo nos hace separarnos. Me giro para maldecir a quien nos ha interrumpido, pero, es Valeria, y a ella le permito todo.
- Siento interrumpiros, pero Lando ha bebido un "poquito" de más y dice que quiere pegarle a Albon –nos dice Valeria- creo que necesitan tu ayuda, Max.
- De acuerdo –le digo asintiendo. Me separó de Darcy no sin antes esbozar una sonrisa en su dirección.
La dejó con Valeria y voy en pos de Lando. El niño aún sigue cabreado porque Albon se lio con la mejor amiga de su hermana, la cual, también estaba enamorada de él. Para que luego digan que en la Fórmula Uno no hay salseo.
📅 SÁBADO 15 DE OCTUBRE DE 2022
📅 DIEZ DÍAS DESPUÉS
📍 MÓNACO
Este fin de semana es el cumpleaños de Charlie y he sido uno de los afortunados en ser invitado. La verdad es que me sorprendió que lo hiciera porque últimamente no nos llevamos muy bien, pero, según el monegasco, llevamos siendo amigos prácticamente toda la vida y yo no podía faltar en este día. Miro por la ventana de mi habitación para ver que Darcy acaba de llegar con Carlos y Valeria. Me tiro del cuello de la camiseta y me doy la vuelta volviendo a sentarme en la cama.
Espero unos minutos pensando en que voy a decirle a la pelirroja. Estoy harto de este tira y afloja entre nosotros. No es sano para ninguno. Creo que ya va siendo hora de que hablemos y por una vez digamos que es lo que queremos el uno del otro. Si es que ella aún quiere estar conmigo. Porque después de tanto tiempo, dudo hasta que eso que Darcy sentía por mi, siga latiendo en su corazón.
Me levanto de la cama y salgo de la habitación buscándola. En el pasillo me encuentro a alguien del personal de servicio de Charlie y le pregunto por Darcy. Me indica que está en la planta de abajo y hacia allí dirijo mis pasos. Me extraña que todos estemos en la planta de arriba y ella esté abajo.
Camino algo deprisa, pues deseo verla antes de que todo esto se llene de gente, doblo una esquina y de pronto me choco con alguien. Es Darcy, mi pelirroja. La cojo del codo porque casi se cae encima de mí. En cuanto la rozo, todo mi cuerpo sufre una descarga eléctrica y no soy capaz de quitarle las manos de encima.
- ¿Estás bien? –le pregunto bastante preocupado. Sus mejillas están sonrosadas y me rehúye la mirada.
- Si, lo estoy.
Me contesta apenas en un susurro. Voy a ayudarla a enderezarse, cuando Darcy se lleva las manos a la boca y sale corriendo hacia una de las esquinas del pasillo. Allí, encima de una mesa, hay un caro jarrón donde la pelirroja vacía todo el contenido de su estómago preocupándome por si le pasa algo.
Me acerco a ella y pongo una de mis manos en su frente sujetándole con la otra el pelo. Dejo que termine de vomitar y ella se incorpora cogiendo una toallita de su bolso. Estoy preocupado porque su cara se ha puesto blanca y se lleva la mano al estómago aún afectada.
- Darcy, joder, ¿estás bien? ¿Qué te ha pasado?
- Pasa que estoy embarazada.
Me quedo estático en mi sitio sintiendo un escalofrío en todo mi cuerpo. Embarazada. Ella. Siento un mareo y ahora soy yo el que tengo ganas de vomitar. Porque es lo último que me esperaba que pudiera pasarle. Porque si, aquí se va mi última esperanza de estar con ella.
Darcy se sienta en un pequeño banco que hay en el pasillo. Yo aún no soy capaz de moverme. Porque pienso en sus palabras y odio al desgraciado que la ha dejado embarazada, que mucho me temo, sé quien es. El cabrón de mi mejor amigo. Charles Leclerc. El que me juró y perjuró que no había tenido con ella.
- Vaya, no lo sabía -me atrevo a decirle con mucha cautela pues no quiero que realmente se de cuenta de lo cabreado y a la vez, tan triste que estoy - tendré que darle la enhorabuena a Charlie entonces... si es que es de él, claro.
Darcy agudiza su mirada y me da una irónica sonrisa mientras se lleva la mano de nuevo a su vientre.
-Bueno... también puede ser tuyo, porque OH, SORPRESA, me acosté con los dos y no sé quién es el padre.
Ahora si que estoy cabreado, muy cabreado. Puto Charles Leclerc. Juro que lo mataré lentamente y arrastraré su cuerpo por todas las calles de Mónaco. Y luego lo presentaré como ofrenda al Príncipe Alberto que seguro que estará encantado de la vida. Empiezo a dar vueltas por el pasillo con mis puños apretados. No sé que me cabrea más, que me haya mentido o que Charlie también pueda ser el padre. Me doy la vuelta y voy hacia ella bastante enfadado porque necesito respuestas y las quiero ya.
- ¿Y cuándo cojones pensabas decírmelo? –le digo alzando la voz. Ella pega un respingo en el asiento y levanta su barbilla desafiándome con la mirada.
- Te lo acabo de decir –me contesta con demasiada tranquilidad cuando yo estoy que no vivo.
- ¡No me jodas, Darcy! ¿Desde cuándo lo sabes?
- Desde Singapur –me dice ella mordiéndose el labio. Dios. Sabía que estaba embarazada cuando nos besamos en ese balcón y aún así, no me dijo nada.
- ¡Dios! ¿Por qué has tardado tanto en decírmelo joder? –me llevo las manos a la cabeza y de mi garganta solo salen gruñidos.
- Precisamente por esto, jolines. ¡Y no me pegues voces que estoy muy sensible!
Darcy se lleva las manos a la cara y se pone a llorar. Me da una pena que me muero verla así, pero, me ha estado ocultando que puedo ser el padre de su hijo durante días y eso me cabrea aún más.
- Supongo que te harás las prueba de ADN. Cuanto antes sepamos quién es el padre, mejor. Así podremos tomar decisiones –Darcy se quita las manos de la cara y se pone en pie mirándome furiosa. Joder, que bonita está.
- Mira, gilipollas, aún no eres nada. Y me haré la prueba cuando me salga del coño. Y mientras tanto, te quiero bien lejos de mi porque me alteras y no es bueno para mi bebé.
Darcy pasa delante de mi y me da una furiosa mirada, pero, yo permanezco en mi sitio y ni me altero. Porque aún tengo que procesar que puede que mi hijo esté en el vientre de la mujer que amo, porque si, la amo y eso no va a cambiar en la vida.
- También podría ser mi bebé –le digo mientras veo como se aleja de mi sin ni siquiera darse la vuelta para mirarme.
- Tú lo has dicho, podría.
Darcy desaparece por el pasillo y es en ese momento cuando me derrumbo. Me dejo caer en el suelo sintiendo como mi corazón late desbocado. Me tiemblan las manos y la garganta la tengo seca. Puede que vaya a tener un bebé. Con ella. Con la única mujer que me ha afectado en la vida y con la única que quiero a mi lado. Y ella, al parecer, no siente lo mismo que yo por la mirada de odio que me ha echado antes de irse. Echo mi cabeza hacia atrás intentando respirar con calma. Unos pasos en el pasillo me hacen ocultar mi cabeza entre las piernas. No quiero que nadie me vea así.
- Max, tío, ¿Qué te pasa?
Alzo mi cabeza para encontrarme con la mirada de Carlos, el cual, luce preocupado mirándome a mí. Aprieto mis labios y dejo que un largo suspiro salga de mi garganta mirando a mi amigo.
- ¿Tú lo sabías, Carlos?
El español chasquea su lengua y asiente con su cabeza. Se acerca más a mi y se sienta a mi lado, aunque, durante unos segundos ninguno dice nada.
- Lo siento, Max, no era a mi a quien correspondía decírtelo. Era cosa de ella. Sólo le dije que no te lo dijera hoy, que no era el momento.
- Pues al parecer te ha hecho poco caso.
- Eso parece –Carlos me da una comprensiva mirada y yo vuelvo a poner mi cabeza en la pared.
- ¿Lo quiere? A Charlie, digo.
- ¡No! ¡Para nada! Olvídate si crees que entre ellos hay algo romántico. Por parte de ninguno de los dos. Solo echaron un polvo de amigos.
- Yo no tengo amigos así, Carlos.
- Yo tampoco, y créeme, por muy amigo mío que sea Charlie, jamás me acostaría con él
No puedo evitarlo y acabo riéndome con las palabras del español. Pone uno de sus manos en mi rodilla y me da un ligero golpeteo.
- Max, con calma. Sé que quieres matar a Charlie.
- Con mis propias manos –le confieso sin ningún tipo de remordimiento.
- Ya, lo sé. Pero en esa cama había dos personas, la culpa no fue del todo de él.
📅 MÁS TARDE
Después de un buen rato hablando con Carlos, el cual también se ha desahogado contándome sus últimos problemas con Valeria, decidimos salir al jardín, pues Charlie ha preparado toda una zona de juegos que al parecer se está llenando. El español se adelantó pues yo recibí una llamada de mi madre preguntándome si había llegado bien. Y además, quise cambiarme de ropa por algo más cómodo.
Y si, he estado pensando en mil y un formas de pegarle a Charlie y que parezca un accidente, pero el cabrón siempre está acompañado y nunca se queda a solas.
Cuando salgo al jardín, la busco con la mirada. Lleva un vestido suelto de blanco con pequeñas flores y lo acompaña con una rebeca fina de punto. Antes no me fije en como iba vestida a causa del cabreo que aún tengo y que no se me quitará hasta que mate a Leclerc. Me acerco despacio a ella para no asustarla, pero, aún molesto con la situación.
- Espero que eso que estés bebiendo sea sin alcohol –ella gira su cabeza y se me queda mirando de arriba abajo relamiendo sus labios.
- Y yo te he dicho antes que me dejaras en paz –me contesta pero con menos dureza que antes.
- Ay, Darcy. Aunque tú quieras, yo no puedo –me acerco a ella y la veo tragar saliva, pero sin apartar su mirada de la mía- y ojalá sea yo el padre del bebé, así no tendré que inventarme ninguna excusa para que estés conmigo.
- Max, sigue soñando –Darcy bebe de su copa pero puedo notar como sus dedos tiemblan ligeramente y sé que es por mi.
- Estaremos unidos para siempre por una personita, tuya y mía. Piénsalo, ¿a qué no es maravilloso?
Levanto una de mis manos y acaricio su mejilla con mucha lentitud. Nos miramos ambos a los ojos , yo, tan perdido en ella como en su mirada
- Ves pequeña hada, a ti también te encantaría la idea.
Le guiño un ojo a Darcy y me aparto de ella, pues estoy viendo a Charlie dirigirse hacia la casa. Voy detrás de él todo lo deprisa que puedo hasta que lo intercepto en un pasillo. No solo soy rápido en el asfalto, también corriendo.
- ¡Leclerc! -le grito apretando mis puños a ambos lados de los costados. Charles se da la vuelta y me mira sonriéndome, pero, al ver mi cara, su rostro se muestra ahora horrorizado- ya puedes ir corriendo porque te voy a dar la hostia de tu vida.
Charlie abre sus ojos horrorizado y aunque se queda unos segundos estático sin saber que hacer, al final sale corriendo y yo detrás de él. Pero este puto castillo es demasiado grande y después de minutos persiguiéndolo y esquivando gente, el muy cabrón me toma la delantera estando él en lo alto de unas escaleras y yo debajo.
Alzo mis ojos hacia donde está y levanto mi puño en su dirección.
- Acabaré pillándote, Charlie -le grito consiguiendo que mi voz retumbe en las paredes.
- Es mi cumpleaños, Max, y te recuerdo que soy tu mejor amigo.
- ¡Tú no eres un amigo! ¡Sólo eres un desgraciado que se ha follado a la mujer que quiero!
- ¿Y ella lo sabe? -Charles se sujeta a la barandilla mirándome esta vez bastante serio.
- ¿El qué? -le pregunto porque no tengo ni idea de lo que habla, porque yo lo único que quiero es pegarle.
- ¡Que la quieres! ¡Subnormal!
- ¡No, no lo sabe!
- ¿Y a que esperas para decírselo?
La sala se queda en silencio. Proceso las palabras de Charles chasqueando mi lengua con desagrado. Porque eso es algo que nunca me he planteado del miedo que tengo a que ella me rechace y no sienta lo mismo. Pero que, debería confesarle de una vez.
Puto Charles Leclerc que siempre tiene razón.
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