27. 𝑸𝒖𝒊𝒆𝒏 𝒎𝒆 𝒓𝒐𝒃𝒂 𝒍𝒐𝒔 𝒔𝒖𝒆ñ𝒐𝒔
📅 SÁBADO 2 DE OCTUBRE DE 2022
📅 UN MES DESPUÉS
📍 SINGAPUR
- Mira, por ahí viene el hombre que te roba los sueños.
Me agarro más al brazo de Valeria soportando su sonrisa burlona e intentando aparentar una calma de la que carezco. Desde que Max y yo nos acostamos en su tráiler, he procurado evitarlo porque sé que en cualquier momento vamos a tener que sentarnos a hablar, y no quiero.
- Si lo sé no te lo cuento, cabrona –le digo tirando de ella para quitarnos del paso del rubio, pero, ella tiene otros planes y se hace la remolona, con lo cual, acabamos cruzándonos con él.
- Señoritas –nos dice Max alzando su gorra. Le doy una pequeña sonrisa que él me corresponde haciendo que me sonroje de nuevo de manera automática.
- Max. ¿Cómo estás? –le pregunto por educación mientras mis costillas reciben un codazo por parte de mi amiga.
- Bien, aunque no mejor que tú, estás muy guapa con el pelo recogido.
Un suspiro sale de la garganta de Valeria haciendo que reprima una tonta sonrisa. Mi corazón se acelera al sentir su intensa mirada sobre mí y como sus labios se curvan hacia arriba aun mirándome con tanto interés.
- Gracias –le digo tirando de nuevo de mi amiga porque estoy a punto de caramelo con este hombre- suerte para esta noche.
- Yo no te la deseo –le dice Valeria con algo de chulería.- mi hombre te va a ganar.
Max suelta una carcajada que hasta a mí me sorprende. Nos hace un gesto de nuevo y ambos seguimos nuestro camino. No lo puedo evitar y acabo girándome para ver como los pantalones le marcan el culo. Me muerdo los labios pensando en ese culo y en lo que echo de menos apretarlo.
- Un poco más y te desmayas delante suya, Dars. Creo que ya va siendo hora de que os dejéis de tonterías y habléis de una puta vez. De una reina del drama a otra, hacer las paces y estar con el chico que amas es la puta hostia amiga –me confiesa la rubia aún con esa sonrisa burlona en su cara.
- ¡No hace falta que me lo digas! –le respondo haciendo aspavientos con mi mano.
Valeria y yo seguimos nuestro camino al box de Ferrari. Ella se va a su puesto y yo a la parte médica. En cuanto llego, tengo que sentarme porque de pronto he empezado a sentir mucho calor y un sudor frío recorre mi espalda. Es que estoy viendo hasta pequeños puntitos y todo.
Voy a levantarme para ir a por una botella de agua cuando siento un ligero mareo que me hace sentarme de nuevo. Me agarro al borde de la silla esperando que se me pase, cuando la puerta de la sala donde estoy se abre.
- ¡Darcy! –la voz de Juliette, la médico de Ferrari me hace abrir los ojos en intentar enfocarme en lo que me dice- ¿estás bien?
- Me he mareado –le digo dejando que ella me levante el flequillo de la cara y alce una de mis manos.
- ¿Se te ha pasado? ¿Cómo te encuentras?
- Tengo ganas de vomitar.
De pronto siento una arcada y antes de que me dé cuenta, tengo una de las papeleras delante de mí. Vacío todo el contenido de mi estómago en ella, asqueada y con el cuerpo temblándome del esfuerzo por vomitar. Cuando acabo, miro a Juliette y ella me sonríe intentando tranquilizarme.
- ¿Estás mejor? –me pregunta ella. Niego con mi cabeza dejando que ella vuelva a agarrarme la mano- voy a llevarte a la sala médica, voy a tomarte la tensión y a sacarte sangre, ¿te parece?
- Como quieras, estoy en tus manos, Juliette.
Ella me sonríe y me ayuda a levantarme pues me encuentro un poco mareada.
- ¿Cuándo fue la última vez que te bajó la regla, Darcy?
📅 MÁS TARDE
Aprieto mis puños nerviosa, muy nerviosa. Camino por el pasillo y a cada paso que doy, son más evidentes las ganas que tengo de llorar. Algo que ya he hecho con Carlos y Valeria en su habitación. Sus consejos, me han venido bastante bien para afrontar todo esto, pero, sigo muerta de miedo. Me sitúo enfrente de la habitación 515 y antes de llamar, cojo una gran bocanada de aire soltándolo lentamente. Llamo con los nudillos y segundos después, Charlie aparece en chándal. Me mira algo confundido para después sonreírme.
- Pasa loca –me dice abriendo la puerta- estaba a punto de comerme un paquete de pistachos del mueble bar.
Entro dentro de la habitación sintiendo mi corazón excesivamente alterado. Tengo hasta ganas de vomitar otra vez. Me siento en la cama y tomo aire de nuevo. Miro a Charlie y que aún siga sonriendo me mata.
- ¿Qué te pasa, Darcy? Estás muy seria –me dice él notando mi aprensión.
- Estoy embarazada.
La cara del monegasco pasa de la incredulidad a ponerse blanco y luego rojo. Hasta le tiembla el labio superior. Apenas articula palabra, pero, al fin lo hace y por suerte no lo veo sofocarse, aún.
- ¿Estás segura, Darcy? –me pregunta él empezando a respirar algo más deprisa.
- Muy segura. Me he hecho un test, y la doctora del equipo me ha hecho un análisis de sangre.
Charlie se pone las manos en la cabeza y empieza a dar paseos por la habitación. Y ahora si, ahora sí que lo veo preocupado y a punto de darle un ataque, como el que casi me da a mi cuando me he enterado. Durante unos segundos no dice nada, hasta que me mira. Se acerca a la cama y se sienta a mi lado. Una de sus manos coge la mía y la otra me aparta el pelo de la cara de una forma muy dulce.
- ¿Y cómo estás, Darcy?
- Bien. Supongo. Con las típicas nauseas matutinas, pero bien –Le contesto encogiendo mis hombros.
- Vale. Perfecto. Eso está bien...joder, Darcy. Un bebé. Vamos a tener un bebé.
- Con respecto a eso... –me muerdo el labio porque me da hasta vergüenza tener que decirle esto. Así que cojo aire con fuerza para soltárselo todo- no sé si tú eres el padre, Charlie.
El monegasco se echa hacia atrás y abre mucho sus ojos ante la sorpresa. Siento mis mejillas arder en este momento y realmente me siento muy mal. Avergonzada es poco. Porque me he acostado con dos personas en una semana y cualquiera de las dos podría ser el padre. Y me siento como una mierda. Y también siento que soy una inconsciente. Y algo zorrona también.
- ¿Cómo dices, Darcy? ¿Qué no sabes qué? –me pregunta él algo más alterado. Bueno, ya contaba con esto.
- Joder, Charlie. Que después de acostarme contigo en Jerez, me acosté con otro, y podría ser el padre también.
- ¡No me jodas, Darcy! ¿Max? ¿En serio? –me pregunta él esbozando una mueca de disgusto. Porque claro, lo mío con Max es tan evidente, que no podría haber otro candidato disponible.
- Si, en serio. Es Max –me llevo las manos a la cara porque la tensión es muy grande y empiezo a llorar otra vez. Desde que se lo conté a Carlos y a Valeria, no paro de llorar- lo siento. Lo siento mucho, Charlie.
- Ei. No. No llores. No pasa nada pequeña -Charlie me abraza bien fuerte. Me agarra de la cintura y me atrae a su pecho para calmarme. Y en vez de lograrlo, lo que hace es que yo llore aún más abrazada a él. Porque me siento como una mierda ahora mismo. Siento que soy de lo peor.
- Ojalá seas tú el padre, Charlie -le digo una vez que me he calmado. Porque sé que la reacción del neerlandés, no va a ser la misma que la de él.
- Darcy, te quiero mucho, pero, tú y yo sabemos que el padre de ese niño, va a ser Max -me dice él con rotundidad. Algo que me abruma porque los dos podrían serlo al 50%.
- Eso no lo sabes -le contestó algo indignada. Aparto la cabeza de su pecho y me enjuago las lágrimas intentando calmarme.
- Ya lo verás. Lo nuestro sólo fue un desahogo, pero lo vuestro es algo más...
- ¿El qué, si puede saberse? -Charlie pone una de sus manos en mi estómago y me mira con bastante calma.
- Aquí está el fruto del amor de los padres de este bebé, aunque ninguno de los dos, sea capaz de admitírselo al otro.
Mi codo impacta en sus costillas y él se queja dándome un pellizco en la mejilla. Durante unos minutos nos dedicamos a chincharnos hasta que Charlie me agarra de la cintura y me tumba en la cama. Entrelaza sus dedos con los míos y acabo poniendo mi cabeza en su pecho.
- No te he preguntado si quieres tenerlo, pero está claro que si –me dice él acariciando muy despacio mis dedos.
- Si quiero tenerlo. El bebé no tiene la culpa que su madre tenga las hormonas revolucionadas y le vaya la marcha.
- Ay, Dars. No te tortures por eso, por favor. Son cosas que pasan. A lo mejor debimos usar un preservativo.
- Se suponía que las putas pastillas eran efectivas, pero, si las combinas con antibióticos para el resfriado pierden su efectividad. Joder, ¡yo que sabía!
Hundo mi cabeza en el hueco del cuello de Charlie deseando llorar de nuevo. Porque soy idiota y porque estás cosas me pasan por tonta.
- No se me ha pasado por la cabeza el no tenerlo, y si...bueno, y si resulta que no es tuyo y no quieres saber nada, lo entenderé.
Me muerdo el labio algo nervioso y sintiendo que todo mi cuerpo me tiembla de nuevo. Charlie me aparta de su pecho y pone su cara delante de la mía para que pueda mirarlo mejor.
- Darcy Evans, yo soy el tío más responsable del mundo, aunque todo el mundo piense lo contrario, y si resulta que aquí dentro está mi hijo, ten por seguro que ni a ti ni a él les va a faltar nunca de nada. Y si no es mío y resulta que es de Max, y el imbécil no quiere saber nada, tampoco le faltará nunca de nada. Y si todo va bien entre vosotros, seré el tío guay de ese bebé.
Miro a Charlie con unas enormes ganas de llorar otra vez. Son las hormonas. Y eso que estoy de sólo un mes. Cuando mi barriga crezca no quiero ni pensar en cómo estaré. Me quedo unos minutos más en su habitación hasta que decido ir a contarle a la otra parte implicada la buena noticia. Estoy asustada porque no sé cómo se lo va a tomar Max. No es que me dé miedo el hecho de contarle que estoy embarazada, sino que cuando sepa que también el bebé puede ser de Charlie, no sé de lo que será capaz.
Camino hacia la puerta algo más calmada. Charlie y yo hemos estado hablando y hasta que no se lo diga a Max, no tomaremos ningún tipo de decisión, incluyendo la prueba de ADN.
- Todo irá bien, Darcy –me dice Charlie abrazándome en la misma puerta,
- Gracias. Necesitaba esto de ti -le digo sin querer separarme todavía de sus brazos,
- A mí me vas a tener siempre pelirroja –le sonrío a Charlie y me acerco a él para darle un enorme beso en la mejilla. Pase lo que pase, él es mi mejor amigo y sé que jamás me va a dejar sola.
- Cuando te pregunte otra vez si te la estás follando, me vuelves a mentir, Leclerc.
La voz de Max me hace separarme de mi amigo y mirar al rubio bastante confundida porque no sé de qué coño habla. Viene hacia nosotros y lo que veo en su mirada me asusta. Está cabreado, y mucho, y encima es que me está mirando con una cara de desprecio que me están dando ganas de llorar otra vez. Nunca lo he visto mirarme así. Con esa frialdad. Con tanta rabia.
- Max, no es lo... -Charlie empieza a hablar, pero decido no dejarlo porque la actitud de Max me está cabreando.
- ¡A ti qué coño te importa lo que yo haga o deje de hacer! -le grito alzando mi barbilla con altivez.
Max me mira chasqueando su lengua. Su mirada sigue siendo fría, lo que es él, el puto príncipe de hielo.
- Tienes razón. Me importa una mierda si estáis follando -dice Max dándose la vuelta para regresar a su habitación- que la disfrutes Leclerc. Aunque te lo advierto, Darcy es experta en largarse cuando la cosa se pone seria.
- Más bien, lo que no me gusta es estar a tu lado porque no te soporto -le dijo hablándole con el mismo tono.
Max me mira una vez más mientras yo me agarro a Charlie desafiándolo. El dolor de su mirada no es comparable a lo que él me hace sentir. Siempre es igual con él. Me da una de cal y otra de arena porque él no lo controla todo. Y es lo que le jode.
- Darcy, mejor no le digas ahora lo del bebé, me gustaría correr mañana la carrera –me pide Charlie una vez que el neerlandés se ha largado dejándonos solos otra vez.
- Tranquilo, que ese sabrá que estoy embarazada cuando me vea el barrigón. Que sufra mientras tanto, el pedazo de capullo.
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