Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

25. 𝑺𝒐𝒍𝒐 𝒖𝒏𝒂 𝒗𝒆𝒛

📅 DOMINGO 21 DE AGOSTO

📅 3 SEMANAS DESPUÉS

TORRE DEL MARQUÉS

Mientras estuve en Santorini con mis hermanos, Carlos fue a La Gomera a buscar a Valeria y por fin, confesarle su amor. Mi amiga me contó todo con pelos y señales y admito que estoy bastante feliz de verlos juntos. Por lo menos, una de las dos está con la persona que ama. Soy una dramas, lo admito. Pero es que me resulta muy difícil poder olvidarme de Max cuando hace un año estábamos en esa isla, sin importarnos nadie más que nosotros dos. 

El abuelo de Valeria nos invitó a Charlie y a mí a pasar unos días en el pueblo donde vive, algo que ambos aceptamos de inmediato. Piero De Luca me recuerda mucho a mi abuelo y desde el momento que lo he conocido creo que lo ador. 

Esta noche hemos salido a cenar los cuatro a una de las tascas del pueblo. El vino de la casa se me ha subido un poco a la cabeza y no puedo parar de reír con los chistes tan malos que Charlie me cuenta. Tanto Valeria como Carlos nos abandonaron hace un rato para volver a casa. Nosotros, después de un par de rondas más, decidimos hacer lo mismo. 

Me engancho del brazo de Charlie caminando por las silenciosas calles del pueblo, riéndonos de todo lo que se nos ocurre.

- No más chistes, por favor, Charlie. Son muy malos -le ruego sintiendo mis mejillas algo sonrojadas a causa de ese vino dulce. 

- Tú que no sabes apreciar mi arte –me dice él algo ofendido. Se lleva una mano al corazón y me mira haciendo una mueca. 

- Será eso.

Seguimos caminando en silencio disfrutando del frescor de la noche. Este pueblo es muy tranquilo. Ideal para perderse y que no te encuentre nadie. 

- ¿Puedo hacerte una pregunta, Charlie?

- Dispara -contesta entrelazando mis dedos con los suyos. 

- ¿Tú porqué no estás con nadie? Quiero decir, desde que te conozco no te he visto con ninguna chica...y no es porque no te hayan faltado oportunidades, eres de los más atractivos del circuito. 

- Darcy, cariño –me dice él en un tono más bajo- llega un momento en el que uno se harta de dar y no recibir nada, de estar con una tía solo por estar. Paso. Tuve una mala relación con alguien cercano a mi familia, y una y no más

- ¿Y Diana? –le pregunto con picardía, pues sé que entre ellos hay mucha química. 

- Me dijo que era un crío y después, me comió la boca cuando la dejé en la puerta de su habitación.

- ¡No me jodas! ¿Y cuando pensabas contármelo? –le doy un pequeño puñetazo a mi amigo y él se hace el dolorido gruñendo por lo bajini. 

- Te lo estoy contando ahora. No significó nada para ella, y menos para mi -me admite con gesto despreocupado, pero, yo que lo conozco, sé que no me dice la verdad. 

- ¿Seguro?

- Como el agua, Evans –me confirma él con la mirada. Me agarro de nuevo a su brazo caminando los últimos pasos que nos llevan a casa del abuelo Piero.

- Pues es una pena. A Carlos le hubiera encantado que fuerais cuñados.

- Uy, si, sería una buena forma de atormentarlo, que se me están acabando los repertorios de chistes. 

📅 MÁS TARDE

Dejo mi móvil a un lado de la cama y me limpio las lágrimas de mis mejillas. Max ha subido a Instagram una foto con la tetona, la tal Annette y se les veía tan felices que me han dado ganas de vomitar. Y me da por pensar que yo podía ser esa y por idiota, y orgullosa, no lo soy y estoy lejos de él. Soy una dramas o una mártir, como dicen mis hermanos. Soy una desgraciada, más bien. Esto me pasa por seguirlo en Instagram y querer estar pendiente de todo lo suyo. 

Un toque en la puerta me hace apoyarme en mis codos. Charlie asoma la cabeza apareciendo sonriente. 

- ¿Puedo pasar? No me puedo dormir –me pide poniéndome morritos.

- Claro, yo tampoco puedo dormir -le hago un gesto con mi mano para que entre en la habitación, seguidamente, me dejo caer de nuevo en la almohada. 

- ¿Estás borracha? –me pregunta él alzando una de sus cejas.

- No, ¿y tú?

- Tampoco. Necesito algo más que ese vino para tumbarme.

Charlie camina hasta la cama y se quita los zapatos tumbándose junto a mi. Pone sus manos en la cabeza y mira hacia el techo. Se le ve relajado y tranquilo. Justo lo contrario a mi. Me quedo mirando la lámpara de pequeñas lunitas que hay en la habitación pensando cuando el verano pasado, Max y yo nos tumbábamos en la hamaca de la casa de la isla para ver las estrellas. Puto Verstappen, que es pensar en él y me dan ganas de llorar.

- ¿En qué piensas? –me pregunta Charlie. Quito mi vista de la lámpara para mirarlo a él. Sus ojos verdes refulgen esta noche cual esmeraldas, o puede que esté más borracha de lo que pienso. 

- En lo de siempre –le confieso apretando mis labios. 

- ¿En Max?

- Acompañado de que soy idiota. Ya hace un año que lo conocí y aún no lo he superado. Maldito holandés, neerlandés o como coño se diga.

- ¿Es tu gran amor? –me pregunta Charlie. Él se pone de medio lado apoyándose en la palma de su mano para prestar atención a lo que le estoy contando. 

- Dejémoslo en amor. No se merece otro apelativo -dejo escapar un fuerte suspiro mientras me pongo yo también de lado para hablar con él- tengo que olvidarlo, pero, no puedo.

- ¿Y porqué querrías olvidarlo?

- Porque ya no significo nada para él. Ha subido una foto en algún lugar paradisiaco con la tía con la que fue a la cena de Mónaco.

- Él se lo pierde, Evans. Hay más peces en el río -Charles se encoge de hombros y me hace burla con la lengua. 

- Pues ningún pez quiere ir a mi caña. Joder, que llevo sin echar un polvo desde que estuve con él... -bueno, me voy a callar y no contarle a Charlie el polvo que Max y yo echamos en Mónaco, porque, no se lo he contado a nadie y prefiero que sea así. 

- ¿Tanto tiempo? –me pregunta él de manera burlona- seguro que tienes telarañas ahí abajo.

- Pues no, listo, no las tengo, las reviso regularmente -le contestó algo indignada y a la vez algo divertida por la conversación que estamos manteniendo. 

- Así que la pequeña pelirroja le gusta jugar al solitario... -Charlie alza una de sus cejas mirándome de manera burlona. 

- Pues si. Que una tiene sus necesidades, Leclerc

-  Pues haberme llamado. Que yo por ayudar a una amiga...lo que sea -abro mucho mis ojos mirando extrañada a Charles. Hasta ahora, ninguno de los dos nos habíamos hecho ningún tipo de insinuación de tipo sexual. 

- Si, claro. Estás muy gracioso ésta noche, Charlie -le contesto intentando quitarle importancia a sus palabras. 

- Darcy, joder. Que te lo digo en serio. Que soy mejor que un juguetito a pilas...

Miro a Charlie algo sorprendida de lo que me cuenta. No sé si es por los vinos esos de la tasca que nos hemos bebido, porque estoy cabreada o porque estoy muy necesitada de sexo, pero, lo tengo aquí al lado y lo estoy viendo terriblemente atractivo, y si, me está dando por pensar como sería acostarse con él, y, no me parece una mala idea.

- ¿Qué me miras, Evans? –me pregunta él mojando sus labios. El cabrón sabe perfectamente en lo que estoy pensando.

- Que eres muy guapo –le confieso sin mentirle.

- Lo sé cariño. Soy un Leclerc, somos guapos por naturaleza.

- Y engreídos también -Charlie pone la yema de sus dedos en mi brazo de Darcy. Siento como la piel se me pone de gallina reaccionando a sus caricias- ¿Qué haces, Charlie?

- Jugar, ¿no te apetece jugar, Darcy?

Un pequeño jadeo sale de mi boca. Sus dedos siguen subiendo por mi brazo y lo mueve hasta rozar uno de mis pezones. Un pequeño escalofrío recorre mi cuerpo, instalándose en mi vientre. Charlie me aprieta mi pezón llevándome al límite del deseo.

- No, no quiero jugar Charlie, quiero follar -le confieso terriblemente excitada. Si, sé que es una locura. Que a lo mejor estoy perdiendo la razón, pero, estoy harta de esperar algo que nunca va a llegar. 

El monegasco se muerde los labios y lo veo esbozar una amplia sonrisa. De un rápido movimiento, se coloca encima de mí. Abro mis piernas y dejo que él se coloque entre ellas, porque, aunque seamos amigos, deseo hacer esto.

- Sólo una vez, Darcy, ¿de acuerdo? -me pide pasando su lengua por su labio superior. 

-  Me parece bien. Pero, que sea una única vez de la hostia, Charlie.

Los labios de Charlie descienden sobre los míos dándome un beso que me deja sin respiración. Su boca se mueve experta sobre mi besando cada parte de ella. Su lengua se cuela entre mis dientes y la mía le sale al paso tomando todo de él. Me está gustando besarlo, maldita sea, porque el monegasco besa demasiado bien y sus besos queman como el puto infierno. Me agarro a su cuello dejando que su boca y sus besos me consuman. Siento su erección clavarse justo en mi centro y gimo en sus labios deseándolo cada vez más. 

Nos quitamos la ropa con calma, besándonos y acariciándonos cada parte de nuestro cuerpo. Charlie sabe perfectamente cómo hacer como complacer a una mujer y lo hace de tal manera que por mi cabeza no pasa ningún tipo de remordimiento por lo que estamos haciendo. Solo quiero disfrutar y no pensar en nada.

Nuestros cuerpos se buscan el uno al otro. No tenemos prisa. Los dos queremos tomarnos nuestro tiempo. Nos miramos una última vez, antes de que él esté dentro de mi, como esperando que el otro pare esta locura. Me agarro a su trasero desnudo y lo aprieto instándole a que lo haga, a que se entierre en mi. Cuando lo hace, los jadeos de mi garganta solo le piden más. Porque eso es lo que quiero y lo que necesito.

- Joder, Charlie, no pares por dios –le digo agarrándome a sus brazos. Una sonrisa de satisfacción se forma en su boca a la vez que acelera sus embestidas.

Durante unos instantes, sólo somos él y yo, dándonos placer mutuamente y disfrutando de nosotros. Charlie consigue que tenga dos orgasmos. El cabrón sabe perfectamente cómo ponerme al límite, y para cuando ambos caemos en la cama saciados y derrotados, tardo poco en dormirme. 

Y por primera vez en mucho tiempo, mi último pensamiento, no es para Max.

📅 A LA MAÑANA SIGUIENTE

Cuando me he levantado esta mañana, Charlie ya no estaba. Me he puesto un pantalón corto y una camiseta de tirantes para ir a desayunar. El abuelo Piero lo ha preparado todo en el patio y hacia allí me dirijo.

Acabo chocándome con Charlie que sale del baño. Ambos nos miramos y una sonrisilla sale de mi boca recordando todo lo que hicimos anoche.

- ¿Cómo has dormido? –me pregunta él poniendo una de sus manos en mi cintura.

- De maravilla, aunque, saliste huyendo, ¿tan malo fue el polvo, Charlie? -le pregunto frunciendo mis labios de forma algo graciosa, o eso creo yo. 

- ¡Para nada! Es que...Carlos me pilló aquí abajo y se lo tuve que contar. Y después, me obligó a irme a mi cuarto -miro horrorizada a Charlie y le pongo la mano en la boca para que se calle arrastrándolo un poco más lejos para que nadie nos oiga.

- Charles Leclerc, ¿tú eres tonto? Se suponía que tenía que quedar entre nosotros y te ha faltado tiempo para contárselo a Carlos, joder, ¡no sé qué coño voy a hacer contigo! -chasqueo mi lengua con desagrado y pensando en miles de formas de deshacerme de este idiota. Echará unos polvos de la hostia, pero es retrasado perdido. 

- Mira, se me da de puta pena mentir, y además, que yo no me avergüenzo de lo que hemos hecho, Darcy. ¿Hemos follado? Si, ¿nos lo hemos pasado bien? Si. Punto. Y ahora mueve el culo que se ve que aquí quien llega tarde no prueba los churros.

Dejo escapar un largo suspiro de mi garganta y dejo que él me dé un abrazo, porque si, tiene razón el puñetero. Caminamos juntos hacia el patio donde nos esperan Valeria, su abuelo y Carlos, el cual, cuando nos ve llegar, frunce el ceño en dirección al monegasco. Trago saliva y me siento al lado de mi amiga procurando no mirar al madrileño porque me pone nerviosa.

- ¿Cómo has dormido cariño? –me pregunta Valeria dándome un cariñoso abrazo.

- Eso, Darcy, como has dormido –me pregunta Carlos clavando su mirada en mi.

- Pues...bien, muy bien. Un poco de calor, pero bueno –le contesto sirviéndome un vaso de zumo, disimulando todo lo que puedo. 

- Tenías que haber dormido desnuda. Yo lo he hecho –me dice mi amiga. Me trago rápidamente el sorbo de zumo procurando no atragantarme, sobre todo porque veo la mirada de Carlos aún en mí y las risas de Charlie después de lo que Valeria ha dicho.

- Bueno, lo tendré en cuenta para esta noche –le digo desviando mi mirada del madrileño.

- Tú por si acaso, no lo hagas –dice el abuelo de Valeria- no quisiéramos asustar al señor Leclerc si pasara algo y salieras desnuda de tu cuarto.

Charlie estalla en carcajadas y le doy una patada por debajo de la mesa con todas mis fuerzas, pero, que él parece que no nota porque su risa va en aumento ante el desconcierto de Valeria y de su abuelo.

Mierda, me he acostado con mi amigo y me temo que en algún momento, esto me pasará factura. Pero, como dice un refrán español, que me quiten lo bailao.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro