
2. 𝑪𝒐𝒎𝒐 𝒆𝒍 𝒂𝒈𝒖𝒂 𝒓𝒆𝒔𝒃𝒂𝒍𝒂 𝒑𝒐𝒓 𝒕𝒖 𝒑𝒊𝒆𝒍
📅 Por la tarde
Alzo mis ojos al cielo entrecerrandolos. El sol está en su pleno apogeo y sus rayos bañan mi cuerpo. Sólo ha pasado un día y mi piel ya tiene un tono dorado bastante evidente. Siempre me he bronceado con facilidad, y este clima hace que esto suceda más fácilmente.
Un ligero suspiro sale de mi garganta y tengo que apretar mis labios con tal de no llorar. Se suponía que mañana me casaba. Que sería el día más feliz de mi vida. Que sería feliz y compartiría mi vida con Kyle para siempre. Aunque lo que tengo claro es que el para siempre no existe y más cuando te engañan con el fontanero.
He intentado aguantarme, pero las primeras lágrimas ya inundan mis ojos y tengo que quitarme las gafas de sol para poder limpiarmelas. Se suponía que venía aquí para olvidarme de todo y descansar, y lo único que hago es llorar y lamentarme de mi desgracia.
No sé por qué me tienen que pasar estas cosas a mi. Con lo buena persona que yo soy. O por lo menos, lo intento. Está claro que hay alguien ahí arriba que me odia y no quiere que sea feliz.
Mis lágrimas se han convertido en sollozos y una enorme pena inunda mi corazón. Porque me siento una idiota que ha desperdiciado unos valiosos años de su vida con alguien que no la amaba y que encima me ha engañado de una forma muy rastrera. Un chapoteo en el agua me hace desviar mi mirada por encima de la barandilla de la terraza de mi bungalow. Intento secarme las lágrimas e intentar parar de llorar. El vecino se está dando un baño y no puedo evitar mirar como nada. Sus musculosos brazos se mueven acompasados a sus torneadas piernas moviéndose con bastante agilidad.
El rubio deja de nadar y repara en mi mirándome desde la distancia. Me limpio las lágrimas de nuevo y lo veo avanzar hacia donde estoy. Se agarra a los escalones de mi terraza y los va subiendo como a cámara lenta. El agua resbala por su cuerpo y lo miro embobada sin perder ningún detalle de su avance.
El rubio agita su cabeza haciendo que varias gotas de agua acaben en el suelo, pero en lo que yo me fijo es en las marcadas abdominales de su estómago, en sus fuertes brazos, en ese bañador tan ajustado y en como el agua le resbala por todo el cuerpo hasta sus piernas. Trago saliva y siento un latigazo de calor que me sube por las piernas. Mi vientre sufre un pequeño espasmo y se me seca la boca incapaz de apartar mi mirada de su cuerpo. Gracias señor por crear semejante criatura que es una delicia para mis ojos.
- Tienes cara de querer comerme, charme -alzo mi mirada para encontrarme con una traviesa sonrisilla que sale de su boca. Hasta eso la tiene bonita.
- Eso es lo que tú quisieras -le respondo aún hipnotizada con su presencia. Me fijo en como una gota le resbala por el cuello y va deslizándose hasta llegar a la cinturilla de sus pantalones.
- Yo estoy dispuesto a todo, charme.
- Ay, joder. Deja de llamarme una cosa que no sé lo que es -le respondo fastidiada. Él avanza hasta acabar sentándose en una de las sillas que hay a mi lado.
- Te dije que lo buscaras en Google, se ve que te da igual que te lo llame cuando aún no sabes lo que significa.
- Eres irritante, ¿lo sabías?
Su boca se curva en una burlona sonrisa haciendo que logre exasperarme. Él echa su cabeza hacia atrás dejando que el sol bañe su piel. Joder, quiero ser sol. Siento como me cosquillean los dedos y tengo que cerrarlos o me temo que sería capaz de recorrer su estómago con ellos.
- ¿Porqué llorabas? -pego un respingo en mi silla y me pongo de nuevo mis gafas de sol para ocultar esas lágrimas. El rubio ladea su cabeza hasta que sus ojos me miran fijamente.
- Porque soy idiota.
- No tienes cara de eso.
- Pues lo soy. La gente hace conmigo lo que quiere.
- ¿Todo? -mi vecino me saca la lengua y me guiña un ojo que no hace sino provocar un ligero estremecimiento en mi cuerpo.
- Todo no, pero, algunas cosas si. Y ya me he hartado de ser buena -cruzo mis brazos decidida intentando creerme mi propósito.
- Créeme, charme, eso intento yo y luego tengo fama de estúpido y de prepotente. Estás bien siendo como eres, no intentes ser otra persona.
- No me conoces, rubio, no puedes saber como soy -le digo con voz cortante. Que esté bueno no le da derecho a darme consejos.
- Max.
- ¿Max? -le pregunto esperando su respuesta.
- Que me llamo Max. Ya que soy tu prometido, que menos que sepas mi nombre.
El rubio, Max, me da de nuevo una sonrisa divertida que no hace sino conseguir, que me ría yo también. Me quito mis gafas de sol dejándolas encima de la mesa para poder mirarlo mejor, aunque, cometo un error, porque mirar esos ojos es perderse. Son demasiados preciosos.
- Darcy -le digo sin poder apartar mi mirada de la suya. Esa intensidad me está matando lentamente.
- Humm. Darcy, bonito nombre.
Vale, si, mi nombre en sus labios y sobre todo la forma en la lo pronuncia, hace que una pequeña corriente eléctrica deambule por mi cuerpo a su antojo. Este tío me está afectando más de lo que yo pensaba. Y lo conozco de apenas unas horas
- ¿De dónde eres, Darcy?
Frunzo el ceño mirándolo. Él apoya sus manos en su estómago y pierdo mi mirada en el. Aún no se le han secado las gotas de agua y estas campan a sus anchas por su cuerpo.
- ¿Acaso importa? -le pregunto dejándolo algo sorprendido por mi respuesta.
- Era por mantener una conversación. Por educación, ¿sabes?
- A lo mejor ya me he hartado de ser educada también. Además, que paso de contarle mi vida a un extraño.
Max aprieta su mandíbula descruzando sus brazos.
- Tienes razón, Darcy, yo solo intentaba ser amable, pero está claro que lo que sea que te ha hecho llorar aún te afecta.
Max se levanta de la silla impidiéndome articular palabra porque tiene algo de razón. Ni siquiera me mira cuando avanza hacia la escalera y la baja zambulléndose de nuevo en el agua. Se aleja nadando hasta llegar a su bungalow, haciendo que entonces lo pierda de vista.
Resoplo frustrada sintiéndome realmente mal. Max ha intentado ser simpático y yo he estado muy borde con la única persona con la que he hablado desde que estoy aquí.
Bravo, Darcy, eres la puta hostia.
📅 Más tarde
Podría haber pedido que me llevaran la cena a mi bungalow, pero quiero ver a Max y pedirle perdón. He sido bastante estúpida con él y no quiero que se lleve una impresión equivocada de mi. Entro en el comedor buscándolo con la mirada y siento algo de desilusión al no verlo aquí. Me giro hacia la zona de buffet para ver lo que tienen hoy cuando siento una presencia a mi lado la cual está bañada en excesiva colonia masculina.
Me giro un poco para chasquear mi lengua con fastidio. Es otro de los tíos de esa despedida de soltero. Los que no paran de entrarle a toda la que pillan.
- Hola, guapa, ¿te has dado cuenta de que tu prometido te está engañando con otra?
Desvió mi mirada hacia donde me señala. Max está de lo más entretenido hablando con una rubia la cual lleva un vestido tan entallado que seguro que no lleva bragas. Siento una extraña punzada en mi estómago al verlo con esa tía y agito mi cabeza para apartar lo que sea que esté pensando sobre él.
- Es libre de hablar con ella. Podemos hablar con otras personas -le digo intentando alejarme se él caminando hacia una de las mesas. Pero, el tipo no coje la indirecta y sigue a mi lado ante mi fastidio.
- ¿Tenéis una relación abierta? -me pregunta con una lasciva sonrisa que no hace sino darme ganas de vomitar.
- ¡Y a ti que te importa! -le doy mi mejor mirada de odio y el tío se acerca más a mi agarrándome del brazo. Tira de mi hacía su cuerpo haciéndome sentir realmente incómoda.
- Te lo digo porque estoy seguro de que tú y yo nos lo podríamos pasar muy bien.
Siento su aliento a alcohol en mis mejillas y me revuelvo intentando deshacerme de su agarre, pero, él ejerce más presión en mi brazo consiguiendo que sus dedos se claven en mi de una forma algo dolorosa. Intento quitármelo de encima, pero él sigue sujetándome haciendo caso omiso a mis protestas.
- A ver si el que se lo va a pasar bien contigo voy a ser yo de la hostia que te voy a meter.
Giro mi cabeza para ver a Max ponerse entre él y yo haciendo que sienta un gran alivio. Al instante, el engendro este suelta mi brazo y mira algo nervioso al rubio.
-Como te vuelva a ver ponerle una mano encima te harto a hostias, ¿te queda claro? -le dice Max en un tono bastante amenazante.
- Sí... claro... yo es que pensaba -le contesta balbuceando y con algo de temor en su mirada.
-Tú no piensas nada. Ese es tú problema. Y ahora lárgate de mi vista que quiero cenar tranquilamente con mi prometida sin ver tu puta cara.
Mi acosador se va como alma que lleva el diablo. Los dedos de Max se posan en mi brazo y lo examina con mucho cuidado. Levanta su mirada y sus ojos azules se clavan en los míos haciendo que de nuevo, mi cuerpo tiemble con su contacto. Sus dedos se sienten muy suaves sobre mi piel. Él los mueve muy lentamente tratándome con mucha delicadeza.
-¿Estás bien, Darcy? -me pregunta realmente preocupado por mi estado.
-Si. Me duele un poco, pero, estoy bien, no te preocupes. Vuelve con tu acompañante por favor.
Le hago un gesto con la mano que aún tengo libre pues él aun no me ha soltado el brazo, y no quiero que lo haga joder.
- ¿Ya quieres romper el compromiso? Solo un día y ya te has hartado de mi.
- Tú me has dejado por otra, así que no te quejes.
- Me encanta cuando te pones celosa mi vida -un nuevo guiño de ojos y su burlona sonrisa me hace sonreír a mi también. Max desliza la mano que sujeta mi brazo hasta entrelazar sus dedos con los míos- anda, vamos a cenar. Las peleas me dan mucha hambre.
El rubio tira de mi hacia una de las mesas vacías. Me agarro de su brazo dejándome llevar por él sin protestar.
- Encanto -le digo mirándolo. Max ladea su cabeza hasta casi rozar sus labios con los míos. Lo tengo tan cerca que sería muy fácil hacerlo, perderme en esos gruesos labios que me atraen como si fuera miel.
- Lo has buscado -me contesta con una sonrisa de satisfacción.
-Lo hice -afirmo dejando que él arrastre una de las sillas y me ayude a sentarme.
-¿Y? -me pregunta ocultando una media sonrisa.
- Que me gusta más cuando me dices, charme.
- Soy de Irlanda, de un pueblo que se llama Ashford, ¿y tú?
- De Hasselt, en Bélgica.
Pincho otro trozo de ensalada intentando parecer despreocupada y no realmente como me siento, nerviosa por estar al lado de Max. No sé qué coño me pasa con él pero me hace sentir excesivamente torpe e idiota. Y que sea tan mono tampoco ayuda.
- No hacia falta que me lo dijeras, Darcy. Con saber tu nombre me vale. Estamos en la otra punta del mundo, por lo menos yo, y sinceramente, con saber como te llamas me conformo. Eso y que te aprendas bien mi nombre para que lo grites luego bien fuerte cuando estemos en la cama.
Abro mi boca soltando un gemido entrecortado. Max me guiña un ojo y se aprovecha de mi sonrojo para reírse abiertamente.
- ¿Siembre eres así de...claro? -le pregunto aún sonrojada por sus anteriores palabras.
- No. Soy más serio de lo que crees, pero, como aquí todavía no me conoce nadie, me estoy aprovechando.
- Y resulta que yo soy la afortunada que recibe todo tu cariño -me llevo la mano al pecho de manera teatral.
- Solo una parte, charme, que tengo que guardarme algo para seguir logrando tu atención.
De nuevo su mirada burlona se posa en la mía haciendo que ruede mis ojos en desaprobación. Aunque he de admitir que este tonto tonteo no me desagrada. Es más, me divierte.
- Eso se lo dirás a todas -le digo provocándolo.
- Pues no. No hay ninguna tía interesante en todo este puto hotel... excepto tú. Además, me diviertes y me gusta estar contigo.
- ¡Pero si nos conocemos de cuatro ratos! -le digo rodando mis ojos.
- Y aún así estamos prometidos, ¿a qué es increíble?
Max alza su copa en mi dirección y se la lleva a los labios dándole un buen trago. Siento un escalofrío recorrer todo mi cuerpo porque él me ha hecho olvidar lo inevitable, que yo también estuve prometida hasta hace unas horas.
Aprieto mis labios intentando no llorar y él parece darse cuenta porque agarra mi mano acariciándome con mucha ternura. Mis ojos lo miran de igual manera que él a mi. Con intensidad y sin querer dejar de mirarnos.
- Darcy, no se lo que te pasa, pero no llores. No te merece la pena. Me da a mi que tú estás aquí por lo mismo que yo.
Max me habla pausadamente mientras sus dedos siguen acariciando el dorso de mi muñeca. Intento relajarme con su agarre pero, lo que me pasa es al contrario, él me pone más nerviosa.
- ¿Y qué hacemos aquí los dos, Max?
Él me da una tranquilizadora sonrisa y responde con calma, tomándose todo el tiempo del mundo.
- Huir, Darcy.
*** Aquí os dejo un nuevo capítulo antes de irme de vacaciones. Espero que lo hayáis disfrutado y que le deis una oportunidad a su historia de amor. Todos los comienzos, son difíciles, pero, os prometo que después, valdrá la pena. Muchos besos y abrazos ***
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro