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16. 𝑩𝒂𝒉𝒓𝒆𝒊𝒎. 𝑭𝒖𝒓𝒊𝒐𝒖𝒔 𝒂𝒏𝒅 𝑭𝒂𝒔𝒕

📅 VIERNES 18 DE MARZO DE 2022

⏲️ UN MES DESPUÉS

Darcy sintió su garganta seca y un ligero temblor en todo su cuerpo. Estaba en el garaje de su escudería. A pocos metros del de Red Bull. A pocos metros de Max. Aún no lo había visto. Sabía que podría caminar unos cuantos pasos y lo vería. Pero, aún no era capaz. No estaba mentalizada para hacerlo. Y era cuestión de tiempo que ambos se encontraran. No podía estar escondida toda la vida. Y el paddock ni el circuito eran tan grandes. 

A Barcelona no había viajado para los test porque tuvo bastante trabajo en la fábrica. Habían traído materiales y nuevas máquinas para la sala de fisioterapia y tuvo que estar encargándose de que todo funcionara bien. Pero a Bahreim si que había venido. Aquí llevaba ya dos días. Dos de sufrimiento pues sabía que no podría ocultarse más y que tendría que hacer frente a sus miedos. O más bien, hacer frente a Max. 

- Me duele mucho el cuello –le dijo Charlie mientras ella le ponía calor en la zona y masajeaba sus hombros.

- Es por la tensión. Muchos meses sin competir –le dijo ella haciendo presión en la parte que él más necesitaba.

- No me distraigas a la fisio que a mi duele la mano derecha –le dijo Carlos mirando en la dirección de su amigo.

- Eso es por las pajas que te haces pensando en Valeria.

- ¡Charlie! –Darcy le dio una palmada a su amigo en el hombro conteniendo una carcajada- ¿aún no la has visto?

- No. Viene mañana para la carrera –le contestó Carlos con fastidio. Valeria, la jefa de Ingenieros de Motor del madrileño, aún no había viajado a Bahreim. Si es cierto que estuvo en los test de Barcelona, pero, una urgencia en Maranello, la había retenido allí durante todo este tiempo. 

Darcy siguió tratando a Charlie y aguantando la cara larga de Carlos. Había visto a Valeria en la fábrica solo de pasada. Cualquiera diría que trabajaban juntas, pero, aquello era tan grande que ni oportunidad de presentarse. Era curioso que las dos compartieran los mismos amigos y que no hubieran quedado nunca los cuatro. Se prometió que si volvía a ver a la rubia, se presentaría ella misma e intentaría hacerse su amiga. Por lo que contaban Charlie y Carlos, era un encanto y muy simpática. Y necesitaba hablar con alguien del sexo femenino para desahogarse y llorar por Max. Y los dos pilotos de Ferrari no le servían para tal fin. 

Casi media hora después, los dos chicos salieron del box de fisioterapia. Darcy se lavó las manos y decidió dar una vuelta por el paddock. O ahora o nunca, pensó. Ya iba siendo hora de hacer frente a su mayor miedo, Max Verstappen.

Cogió su anorak rojo y negro y salió del garaje de la escudería por un lateral. Los dos pilotos de Ferrari discutían con Aless Rinaldi, el jefe de equipo, las estrategias a seguir en los entrenamientos libres de unas horas. Darcy tuvo que aprender con rapidez todo lo referente a la Fórmula Uno, y tenía que admitir que lo había hecho más pronto de lo que pensaba. Y si, le gustaba, y más ahora que estaba metida de lleno en este mundillo. 

Caminó por el asfalto del paddock saludando a algunos compañeros de la escudería así como a gente que por el mero hecho de llevar los colores de Ferrari, alzaban su mano. El corazón empezó a latirle muy deprisa cuando vio los colores azules y los toros de Red Bull. No era capaz de desviar su mirada hacia dentro de ese box. Estaba paralizada. Sentía su corazón latirle tan fuerte que pensaba que de un momento a otro se le saldría del pecho. Y eso que aún no había visto al objeto de su nerviosismo. 

Max si que la vio. Estaba ensimismado leyendo unos datos en su Tablet cuando un sudor frío y un latido más fuerte de lo normal en su pecho, le hizo alzar sus ojos y desviar su mirada hacia la calle. Y allí, como si fuera un puto sueño, estaba ella, su pelirroja. Con su pelo suelto, esas gafas de sol que recordaba de habérselas visto el verano pasado y mordiendo sus labios nerviosa.

La mezcla de sentimientos que sufrió Max lo golpeó más deprisa que su monoplaza en plena carrera. Ira, rabia, frustración, desilusión, tristeza y curiosidad, mucha curiosidad, sobre todo porque ella vestía de rojo y negro. Algo que le cabreaba sobremanera. Porque siempre pensó que ella llevaría sus colores y estaría a su lado durante la competición. Nada más lejos de la realidad, al parecer. 

Darcy decidió alejarse de la escudería de Red Bull. Si tenia que ver a Max, que fuera un encuentro casual, no algo que ella estuviera buscando. Y de todas maneras, puede que incluso no lo viera nunca de la gente que había por aquí. Se dio la vuelta caminando con rapidez para esconderse de nuevo en Ferrari, en su lugar seguro. Hasta que esa voz, la que llevaba meses sin escuchar, la hizo quedarse paralizada, y no poder caminar ni un sólo paso más. 

- ¡Darcy! ¡Darcy!

La pelirroja tragó saliva antes de darse la vuelta. Lo hizo muy despacio, como a cámara lenta. Sus ojos impactaron directamente en Max. Casi no había cambiado. Llevaba sin verlo 6 meses y parecía que fuera ayer cuando salió de aquel piso en Milton Keynes. Estaba algo más delgado, pero, había ganado en músculo. El pelo lo llevaba más corto de lo que en él era habitual, y aún tenía esa preciosa y clara mirada.

Max fue capaz de caminar esos pasos que ella no podía dar. Lo que más deseaba en el mundo era tomar a esa mujer entre sus brazos y quitarle todas las tonterías a base de besos. Pero, luego recordó que era una mujer casada y la rabia se abrió paso entre los latidos de su corazón.

- Max –le dijo Darcy con una pequeña y tímida sonrisa. Verlo tan cerca removía en ella tantos sentimientos. Y lo que más quería era hablar con el rubio de ellos y aclarar las cosas de una vez por todas.

- ¿Qué coño haces aquí? ¿Sabe tu maridito que me estás persiguiendo? –Max la agarró del brazo haciendo presión en el hasta el punto que Darcy emitió un ligero quejido. El rubio fue consciente de lo que estaba haciendo y la soltó no sin antes empujarla por la espalda para alejarla de miradas ajenas.

- ¿De qué estás hablando? –le preguntó ella bastante confusa .

- ¡Es increíble! Has esperado a que empiece la temporada para venir a joderme, ¿es que no tienes bastante con lo que me hiciste?

Darcy se zafó de Max como pudo. Él la había llevado hasta la parte de la zona de merchandising y le gritaba malhumorado.

- Mira, idiota –le dijo ella sin dejarse amedrentar por el rubio- no estoy aquí por ti. Trabajo en Ferrari, por si no te habías dado cuenta.

- ¡Que casualidad! –le dijo él abriendo mucho sus manos- no te gusta la Fórmula Uno y resulta que has aprovechado que tienes enchufe para estar aquí. Joder, si que eres lista.

- ¿Enchufe? ¡Yo no estoy aquí por enchufe imbécil! Pasé una entrevista, como todo el puto mundo –Darcy lo miró con rabia. Enfadada. De todos los posibles escenarios que pudiera encontrarse la primera vez que viera a Max, este era el que menos pensaba.

- Y estás aquí porque tu maridito te aburre, ¿no? Y pensaste, ¡voy a buscar al tío que me follé este verano a ver si me la vuelve a meter otra vez!

Darcy no lo pudo aguantar más. Levantó su mano y la estrelló con fuerza en la mejilla de Max. O era eso o ponerse a llorar. No entendía a que se refería con lo de su marido. Alguien debió contarle algo a Max que le llevara a pensar que ella estaba casada, o, vete tú a saber. El rubio volvió la cara para mirarla, y lo que vio en ella lo desconcertó. Dolor. Rabia y como el brillo de sus ojos azules se apagaba por momentos. Pero, no le daba pena la pelirroja. Sentía que había jugado con él y que ella quería seguir haciéndolo.

- Acepté trabajar en Ferrari porque necesitaba salir de mi casa –le empezó a decir ella.

- ¡Vaya, la pobre niña se aburría! –le dijo él con desprecio.

- No tengo porqué darte explicaciones de nada Max. Sabía que te vería, sabía que me ibas a odiar, y aún así, aquí estoy. Pero no pasa nada, porque está claro que entre nosotros no queda nada

- Porque nunca hubo nada, Darcy -le dijo él con una pasmosa tranquilidad pronunciando unas palabras que ni el mismo Max se creía.

El corazón de la pelirroja estalló en mil pedazos. Y ahora sí, ahora si se permitió que una solitaria lágrima resbalara por su mejilla. La última frase de Max la había destrozado, y a él parecía no importarle. Se apartó de su lado sin ni siquiera mirarlo.

- Otra vez te vas –le dijo Max provocándola de nuevo. Ni mucho menos había terminado con ella. Las lágrimas de una mujer no le daban pena, y más de una que había jugado con él.

- Nunca estuve, Max, así que, ¿Qué mas te da que me vaya?

⏲️ MÁS TARDE

Charlie miraba a su amiga Darcy moviendo su café a desgana. Ella estaba así desde antes de la qualy de esta tarde. Estaba algo triste y desganada. Y era evidente que había llorado pues sus ojos estaban algo hinchados. Le hacía falta una amiga. Mañana llegaría Valeria y él estaba deseando que se conocieran por fin. Le vendría bien hablar con otra chica. 

- Anda, mueve el culo, quiero presentarte a un amigo –le dijo Charlie tendiéndole la mano para que se levantara de su silla.

- Pero que me caiga bien, por favor –le suplicó ella a desgana. No le apetecía nada conocer a nadie. Pero, era eso o ponerse a llorar de nuevo por Max. Ay, cuanto lo odiaba. 

- Es un poco serio pero cuando lo conoces es buena persona. Y te lo digo yo que llevo muchos años aguantándolo .

Darcy se levantó y siguió a Charlie hasta salir del garaje de su escudería. La conversación con Max aún resonaba en su cabeza una y otra vez haciendo que le quitaran las ganas de todo. Caminaron unos metros hasta que Charlie alzó su mano llamando la atención de otro piloto.

- ¡Max! ¡Max!

Darcy paró sus pasos y se mantuvo a una distancia prudencial de Charlie, el cual seguía haciéndole aspavientos al neerlandés, el cual, al ver a su amigo con la pelirroja, apretó su mandíbula visiblemente cabreado.

- Mierda, Charlie –le dijo Darcy dándose la vuelta para irse- no quiero conocer a tu amigo.

- ¿Y porqué no? –le preguntó el monegasco algo desconcertado, pues Darcy desandaba sus pasos para irse, y Max ni siquiera se acercaba hacia ellos.

- Porque lo que quiero es olvidar que alguna vez conocí a ese cabrón.

Darcy se fue dejando a Charlie aún más sorprendido. Miró como su amiga caminaba con rapidez metiéndose de nuevo en el garaje de Ferrari. Se giró para mirar a Max, el cual también tenía la vista fija en la pelirroja. Se acercó hasta él mirándolo fijamente deseoso de saber la reacción de sus dos mejores amigos. 

- Iba a presentarte a la nueva fisio de nuestro equipo y una de mis dos mejores amigas –le dijo Charlie fijándose como Max aún tenía la vista perdida por donde Darcy había desaparecido.

- Ya la conozco –le dijo él con frialdad.

- ¿De qué? -le preguntó él .

- ¡A ti que te importa! –Charles miró a su amigo y de pronto sumo dos y dos.

- ¡No me jodas! ¿Es la chica de Las Maldivas?

- Lo es –le confirmó Max casi sin hablar.

- ¡Mierda puta, Max! El mundo si que es pequeño -Charlie chasqueó la lengua y resopló admitiendo que iba a ser testigo de un dramazo en toda regla.

- Si que lo es -le contestó Max con pesadez. Quería convencerse a si mismo que ver a Darcy no había significado nada. Que solo la odiaba por haber jugado con él y ya está. Pero lo cierto era que la había visto y todo lo que sentía por ella había vuelto aún con más fuerza.

- Joder, ¿es lo único que vas a decir? –le pregunto él- lleváis sin veros desde este verano y ¿no le dices nada?

- Lo que tenía que decirle ya se lo he dicho –le contestó Max con desgana- además, no tengo nada más que hablar con ella, está casada.

- Y yo soy francés, no te jode –dijo Charlie usando su frase estrella favorita- Darcy no está casada.

- ¿Y tú que sabes?

- Lo sé, ya te he dicho que es mi amiga -le recordó Charlie rodando sus ojos sin disimulo.

- Pues te está engañando tu amiga.

- Y tú eres tonto a las tres –le contestó el monegasco con determinación- Darcy rompió con su novio días antes de su boda porque lo pilló follando con su fontanero.

- Lo sé –le confirmó Max aún con esa pose del que no le importa nada- ella me lo contó.

- Y meses después, su ex se casó...

- Con ella... -le confirmó Max aún con esa prepotencia del que lo cree saber todo.

- No, idiota, con el fontanero. Le pidió a Darcy que fuera su madrina y ella aceptó.

A Max le dio un vuelco el corazón sintiendo como se quedaba sin aire. Aquella tarde. Aquella en la que la vio saliendo de ese coche nupcial y entrando en la iglesia. Todos estos meses pensando que se había casado, destrozado por verla volver con su ex, y resulta que no era así. Se llevó las manos a la cara y se recriminó por ser tan cabrón. Se había pasado con ella, y mucho. Sin dejarla explicarse. Atacándola. Lo iba a odiar toda la vida. Como se odiaba él ahora mismo.

- Mierda, Charles, creo que soy gilipollas.

- Dime algo que no sepa. Verstappen

***Cuando empecé a escribir esta historia, me arrepentí un montón de veces de publicarla y a punto estuve de llevarla a borradores. Pero, pocas veces yo hago eso. Me gusta luchar por mis historias. Por lo que escribo y creo, y menos mal que no lo he hecho porque cada día estoy más enamorada de estos dos. Espero que os pase lo mismo a vosotros. Se vienen capítulos intensos que seguro que vais a disfrutar. Muchos besos y abrazos ***

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