11. 𝑶 𝒕ú 𝒐 𝒏𝒂𝒅𝒂
📅 DOMINGO 21 DE AGOSTO DE 2021
🕰️ AL DÍA SIGUIENTE
El avión está a punto de aterrizar en Londres. Estoy cansada. Apenas he podido dormir durante el vuelo y estoy deseando hacerlo. Aunque todo esto es más cansancio mental que otra cosa. Max y yo no nos hablamos desde ayer. Cuando salí de la habitación, hablamos para , seguidamente, pelearnos, así que, él decidió adelantar nuestra vuelta a casa, algo en lo que estuve de acuerdo.
Tengo ganas de llorar. Muchas. Esto ha sido como un cuento de hadas sin final feliz. Estoy siendo racional por una vez en mi vida. Mi hermano Robb estaría orgulloso de mi, aunque Jon es más romántico y diría que soy gilipollas. No quiero pensar en cuando tenga que despedirme de Max. En cuando tenga que decirle adiós y no verlo de nuevo. Intenté ser razonable y decirle que Astford no está tan lejos y podríamos seguir viéndonos. Qué podríamos intentarlo y ver lo que sucedía. Y después, hablaríamos de nuevo. Y el muy gilipollas me dijo que cuando tenga claro mis sentimientos por él, que lo busque, si es que sigue estando. Ese todo o nada iba muy en serio.
Miro por la ventanilla viendo las primeras luces de Londres. Tomo aire y lo dejo escapar pausadamente. Estoy tan triste que lo único que tengo ganas es de llegar a casa y llorar hasta que me quede sin lágrimas. Porque olvidar todo esto, es algo que no sucederá jamás. Siento su mano que agarra la mía. El primer contacto que tenemos en horas. Y ahora mismo tiemblo de sentir el roce de su piel.
- Quédate conmigo en mi piso de Milton Keynes, por favor, Darcy, no nos despidamos así.
Ladeo mi cabeza para mirarlo y lo que veo en su rostro es eso que tanto me gusta de él. La ternura y dulzura con la que siempre me mira. Ese anhelo por mí que siempre desata un infierno en mi cuerpo. La palabra despedida es horrible. Y más si tienes que hacerlo de esta manera, sin saber si volveremos a vernos de nuevo. Haciéndome a la idea de que puede que lo esté perdiendo. Asiento y una sonrisa se forma en su cara con mi respuesta. Vuelvo a mirar por la ventanilla sin soltar su mano sintiendo que el corazón se me va a romper en miles de pedazos muy pronto.
Si no está roto ya.
Una media hora después, el taxi nos deja justo en la puerta de la casa de Max. Vive en un ático cerca de la fábrica de su escudería, bueno, más bien, vive en la última planta del edificio, pues es toda de él. Mientras él saca las maletas, lo miro con el corazón en un puño. Hoy voy a tener que decirle adiós. Y no debería haber sido así. No debería haber tenido a nadie a quien decírselo. Me he involucrado con una persona que está dejando mi corazón peor de lo que me lo dejó Kyle. Y me odio por ser tan débil. Me odio por haberme enamorado. Por haberle dado todo de mí en tan solo 5 minutos.
Un hombre con uniforme sale del edificio y saluda a Max. Le ayuda con las maletas y se encarga de llevarlas dentro. El rubio pone una de sus manos en mi cintura haciendo que ese simple contacto, haga temblar todo mi cuerpo. Porque ese es el efecto que causa en mí. Que con solo una mirada, un roce, un pequeño beso y ya esté perdida en Max.
- ¿Vamos? –me pregunta él con cierta timidez.
Le sonrío un poco. Una triste sonrisa y lo sigo hacia dentro del edificio. Un amplio recibidor ahoga nuestros pasos en el impoluto mármol. Al fondo, un ascensor de diseño, el cual ya está listo para ser usado. Nos montamos en él, y Max le agradece al señor que nos ha atendido, su ayuda. Ya dentro, él le da a la última planta y el ascensor empieza a subir mientras nosotros permanecemos en silencio.
No soy capaz ni de mirarlo. Porque si lo hago, sé que lloraré. Y a veces lo odio un poco por ser tan egoísta conmigo. Ni por un minuto se ha parado a pensar en lo que yo quiero, no, aquí se ve que lo que importa es lo que él quiere.
Puedo sentir su agitada respiración y su intensa mirada clavada en la mía. Tengo que hacer un gran ejercicio de autocontrol para no arrojarme a sus brazos y darle todos esos besos que nos hemos negado desde que dejamos de hablarnos. Sigo con la mirada en el suelo, incapaz de levantarla y enfrentarme a la suya.
El ascensor se abre segundos después y Max es el primero en salir. Quiere coger las dos maletas y yo le ayudo llevando las otras bolsas. Abre la puerta de su apartamento y se hace a un lado para que pase.
El leve roce de su cuerpo contra el mío me hace estremecer. Aún no me he ido y ya lo echo de menos. En cuanto la puerta se cierra siento que quiero romperme en pedazos. Siento los pasos de Max detrás de mí y como se acerca hasta abrazarme con su cuerpo. Cierro mis ojos disfrutando de su calidez y de su boca en mi cuello.
- Je bent het mooiste wat ik ooit in mijn leven heb gezien.
·eres lo más hermoso que he visto en mi vida*
Giro mi cabeza para encontrarme a pocos centímetros de la boca de Max. Me mojo los labios con mi lengua y acabo estrellando mi boca con la suya, porque no me puedo resistir a él. Su boca toma la mía de una manera salvaje y desesperada. Me da la vuelta y me dejo llevar por ese beso. Pongo mis manos en su pecho y siento como su lengua invade la mía. Nos besamos de una manera feroz, necesitados el uno del otro.
Max me alza de las caderas y yo solo tengo que enrollar mis piernas en su cintura. Camina conmigo en brazos sin dejar de besarme y abre de una patada una puerta. Ni siquiera me fijo donde estamos. Son sus labios los que tienen toda mi atención. Son sus manos que recorren mi espalda en las únicas que pienso.
Me deja encima de una cama y empieza a quitarse la ropa devorándome con la mirada. Mi vestido de tirantes acaba a un lado de la cama, al igual que mi ropa interior. Abro mis piernas y él se coloca entre ellas. Su masajea un poco el pene y se coloca en mi entrada. Nos miramos durante unos segundos. Segundos en los cuales pasan por mi cabeza todos los momentos vividos junto a él. Aquellos días en los que fui feliz porque él me hizo feliz.
Me agarro de sus hombros y tiro de él para que pueda clavarse en mi interior. De una fuerte embestida, Max entra en mi logrando que un fuerte gemido salga de mi garganta. Le clavo las uñas en su espalda desnuda cuando sus acompasados movimientos se vuelven más acelerados.
- Max –gimo su nombre y le busco la boca besándolo con ardor.
Él entra y sale cada vez más deprisa. Como él solo sabe hacer conmigo. Sus manos van a mi culo y me lo levanta para penetrarme más profundamente. Lo hace. Su pene llega hasta el fondo de mí. Hasta esa parte que él roza cada vez más fuerte.
Durante minutos los dos nos dejamos llevar moviéndonos al mismo ritmo. Tomo su boca y lo beso y muerdo a mi antojo. Siento ese cosquilleo que nace en mi vientre y que me dice que ya no puedo más. Mi mirada se fija en la de Max. En como sus azulados ojos no pueden apartarse de mí.
- Darcy, no te vayas, quédate conmigo.
Su suplicante voz me da ganas de llorar. Porque quiero y no puedo Porque mi cabeza y mi corazón van por lados diferentes. Arqueo mi espalda para recibir sus últimas embestidas, y juntos nos corremos saciados el uno del otro. O por lo menos en este momento.
Max besa mis mejillas. Mi boca recibe sus besos de una forma lenta y pausada. Me muerdo los labios reprimiendo las ganas de llorar, las cuales se han intensificado desde que me besó en la puerta de su casa. Su sonrisa es tan bonita que me está matando en este momento. Sé que espera que le responda. Pero en cuanto lo haga, todo se volverá a desmoronar. Acaricio su mejilla con parsimonia. Recreándome en su boca con uno de mis dedos. Quiero recordar este momento para siempre. El momento en el que aún me sonreía.
- Lo siento, Max, pero no puedo.
Su cara cambia de un momento a otro, pasando de la confusión al enojo. Sale de mi poniéndose en pie y en ese momento la sensación de abandono recorre todo mí cuerpo siendo cada vez más real. Él se pone sus bóxer y me mira furioso.
- Yo nunca le ruego a nadie, Darcy. Jamás. Al contrario, a mi es al que me ruegan –el tono de prepotencia de su voz me molesta, aunque sé que me habla desde la rabia que siente ahora mismo.
- ¿Y qué me quieres decir con eso? –esta vez soy yo la que también está cabreada. Me levanto de la cama y busco mi vestido para ponérmelo.
- Que estoy haciendo contigo lo que jamás he hecho por nadie, Darcy.
- Oh, vaya, ¿y qué quieres que haga? ¿me pongo de rodillas y te doy las gracias? –le contesto con ironía- tú estarás acostumbrado a que besen el suelo por donde tú pisas, pero conmigo está equivocado, yo no soy como las demás.
- Desde luego que no lo eres –me dice él con sus ojos brillantes por la furia. Aprieta su mandíbula mirándome mientras yo termino de ponerme la ropa- pensé que sentías algo por mi.
- ¡Y lo siento, maldita sea! Pero es o lo que tú quieres o nada. No tienes término medio, Max. No puedes pretender que deje mi vida entera por ti. Sin saber siquiera si saldrá bien.
Max permanece en silencio mirándome. Sus ojos aún refulgen y yo siento mis mejillas arder porque si, sus palabras me van encendiendo cada vez más.
- No nos estás dando una oportunidad, Darcy.
- Oh, dios, ¿ahora va a ser culpa mía? –muevo mis brazos con grandes aspavientos y chasqueo mi lengua en su dirección.
Max encoge sus hombros haciendo que su actitud me enfade aún más. Él sigue con esa mirada fría e impasible sobre mí. De vuelta a lo que él, es al parecer.
- Que te quede clara una cosa, Max, jamás voy a renunciar a mi vida para vivir la que otros quieren que viva. Ya lo hice una vez, y no me va a volver a pasar.
Durante unos segundos, ninguno de los dos emite palabra alguna. Una parte de mi desea que él me diga que lo vamos a intentar. Que Astford no está tan lejos de aquí y que podremos vernos. No, lo que yo quiero es que le ponga nombre a esto, y no ser la tía que se ha follado este verano.
- ¿Es tú última palabra, Darcy? –me pregunta él con su seria mirada.
Esa pregunta, es la que va a cambiar el curso de mi vida. Pero, lo tengo claro desde el primer momento que él me lo dijo. Yo no soy de nadie. Ya sufrí una vez por amor. Dos seguidas, no gracias.
- Si, lo es.
Alzo mi barbilla y en sus ojos puedo ver un atisbo de dolor al mirarme. Max no dice nada. Termina de vestirse y sale del dormitorio dejándome aquí sola. Segundos después, escucho la puerta de la calle abrirse y cerrarse con estrépito. Y solo entonces, me permito llorar, porque sé que lo he perdido aún sin haberlo tenido del todo.
Trabajé en el centro de salud de Ashford porque Kyle me convenció de que era un buen puesto, cuando yo quería abrir mi propia consulta privada. Él fue el que quiso casarse aún a sabiendas de que yo no estaba segura. Sus padres los que lo organizaron todo. Toda mi vida he intentado agradar a la gente de mi alrededor. Pues ya estoy harta de hacer lo que los demás quieren y que no me tengan en cuenta.
Un rato después, y cuando creo que ya he saciado mi tristeza, salgo del dormitorio en dirección al recibidor donde aún está mi maleta. No he podido apreciar su casa con más detenimiento. Ni sus fotos ni trofeos, ni esos pequeños detalles que la personalizan. Decido esperarlo por si vuelve. No quiero despedirme de esta manera. Pero cuando pasa más de una hora y no vuelve, decido llamar a la única persona que sé que puede recibirme esta noche sin hacer preguntas.
Saco mi móvil del bolso y marco ese número de teléfono tan conocido para mí. A los pocos tonos, contestan.
- ¿Darcy? ¿Cómo estás. cariño? -ya no puedo reprimirme y en cuanto escucho su voz, me pongo a llorar como una idiota
- Rickon, ¿estás en casa?
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