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5.46

La semana antes de retomar las clases, Hagrid les pidió ayuda. Ellos sospechaban que Dumbledore se lo sugirió para tenerlos un rato fuera del castillo, pero ninguno se quejó y estuvieron felices de pasear por el bosque con el semigigante, recoger leña y arrojarse bolas de nieve.

Como ya estaban cansados por el día en el bosque y entre la nieve, apenas después de comer se tiraron en sus respectivas camas. Regulus se puso un hechizo de silencio alrededor y llevaba horas leyendo en las posiciones más anormales y visiblemente incómodas que alguien se podía imaginar. Peter se quedó dormido nada más tocar su colchón y sus ronquidos competían en volumen con el crepitar de la chimenea.

James y Sirius se balanceaban lentamente en sus hamacas, uno al lado del otro pero sin alcanzar a chocarse. James se movió, comprobó que Remus también se acababa de quedar dormido y se lo dijo a Sirius mientras se reacomodaba de nuevo.

Los dos tenían los ojos puestos en las decoraciones de estrellas y pinturas en el techo. Una de las pinturas que Grindelwald puso en el techo de su salón consistía en un campo y un lago junto al que se veían a una persona de cabello castaño rojizo y otra persona rubia, pero no se podía distinguir quiénes era. Ellos intentaron adivinar en vano, se rindieron y cambiaron de tema.

Después de un rato, James comenzó su monólogo del día sobre Lily. El tema de esa noche era la caligrafía de Lily y cómo estaba poniendo corazones como puntos en la "i".

Sirius ya estaba resignado a aguantar esto hasta que eso le llamó la atención porque le recordó la carta que él había recibido esa mañana junto a un grupo de fotos.

—Ah, Flor también está haciendo eso. Creo que todas las chicas de su dormitorio lo hacen.

Esto le quitó a James la ilusión de que significaba algo que Lily le llenase las cartas de corazones.

—¿Tal vez se lo mandan así sólo a algunos chicos? —James intentó mantener su ilusión a flote.

Sirius sacudió la cabeza sin molestarse en verlo.

—No creo, Flor las puso hasta en un ensayo de Encantamientos.

James guardó silencio durante un rato y se limitó a balancearse en la hamaca un poco más rápido, dándole algunas patadas al suelo para tomar más impulso.

De repente habló en voz baja.

—Padfoot, ¿a ti te gusta ella?

Sirius estaba detallando otra pintura del techo que asumía que debía estar basada en un pasillo de Durmstrang, donde también se podía ver a la persona de cabello castaño rojizo a través de una ventana, todavía sin distinguir su rostro, por lo que cuando lo escuchó, se tardó un momento en entender la pregunta.

—¿Hablas de Flor? —Sirius sonó confundido.

James emitió un sonido afirmativo.

—¿Te gusta? ¿Como a mí me gusta Lily?

Esto hizo que Sirius se echase a reír.

—No, no...Merlín, no. Así no.

James le empezó a fruncir el ceño al techo. Lily había hecho una broma hace unas semanas sobre que la forma en que James veía las relaciones era muy parecida a la de un abuelo, probablemente porque cuando él nació tanto su madre como su padre tenían casi sesenta años y eran sus modelos a seguir. A él no se le ocurría de qué otra forma ver las relaciones o el amor y el resto encontraba divertido las expresiones que hacía cuando no entendía.

—¿Pero te gusta de otra forma? —James sonaba más confundido que cuando les intentaron explicar qué iría para el TIMO de Estudios Muggles.

Sirius exhaló, intentando no reírse de una pregunta genuina de su mejor amigo.

—¿Supongo?

—¿Así que sí podrían salir en algún momento?

—No —Sirius lo descartó de inmediato—, es ridículo. Ella tendría un ataque de risa si le digo que tengamos algo oficial y serio.

James sólo siguió frunciéndole el ceño al techo y se cruzó de brazos.

—¿Pero tú sí quieres?

—Nah —Sirius hizo un sonidito—. Estoy bien así.

—¿Entonces sólo vas a ir a besarla cuando te dé la gana?

Ese tono indignado era tan similar al de Euphemia Potter que Sirius se sintió regañado y se alzó lo justo para ver de reojo a su mejor amigo en la otra hamaca.

—Hey, muchas veces es ella la que me besa a mí primero —Sirius le respondió un poco a la defensiva—. Hemos hablado de esto, ¿sabes? No soy un idiota, prongs. Ella responde de inmediato como yo, no queremos nada de eso. Y yo creo que si ella me está besando porque quiere y a mí no me molesta es problema nuestro y no estamos haciendo algo malo.

—No entiendo —Fue todo lo que dijo James, pero ya no sonaba a reprimenda—. Si yo pienso en besar a una chica pienso en Lily. Si pensara en besar a otra sería muy raro, incómodo...y pensaría que soy una persona horrible porque cómo voy a besar a alguien que no me gusta...

—¿Me acabas de decir que soy una persona horrible? —Sirius se sentó en la hamaca, ceñudo.

James se apresuró a sentarse también, lo que hizo que los dos quedasen de frente, balanceándose un poco todavía.

—¡Claro que no! Estoy diciendo que a mí no me gustaría y no entiendo por qué a ti te gusta, no que estés haciendo algo malo.

Sirius resopló y se encogió de hombros.

—No sé, se...¿se siente bien?

—¿Con todas las chicas que dicen que te han besado ha estado bien? —James arqueó las cejas.

Eso sí que hizo que Sirius emitiese un sonidito de disgusto.

—Con algunas mejor que con otras, supongo. Unas besan muy suave, es tierno, pero no muy emocionante. Me han mordido también —Sirius se quejó—. Una Hufflepuff empezó a quitarme el cinturón del pantalón y yo sólo me quedé como: estás viendo que nos quedan cuatro minutos antes de la siguiente clase, ¿qué haces? Tengo que ir a ver a moony. Ella se enojó bastante. Me dijo inoportuno...

—Fue un poco inoportuno —reconoció James.

—Tenía que ir a ver a moony —insistió Sirius como si aquello fuese más importante y no viese el problema—. Prefiero besar a Flor porque ella sólo se ríe cuando le digo algo así. Otra chica también se molestó conmigo...

—¿Le hablaste de moony después de besarla? —preguntó James, ya resignado.

—No —Sirius se cruzó de brazos de nuevo—. Fue más como- hm, pues sabes- —Él gesticuló hacia su propio pecho con las dos manos—. Las tenía muy grandes. Y eso es un fastidio cuando te están besando.

—¿Fastidio? —James comenzaba a percatarse de que pasaba algo muy extraño con esta conversación y no era por su diferencia con respecto a los besos.

Sirius asintió sin dudar.

—Sí porque es que- la estás besando, ¿verdad? Y si son muy grandes te presionan mucho- y yo estaba un poco como- me estás asfixiando, cálmate, no te me subas encima así-

James ladeó la cabeza y lo observó de forma muy extraña.

—Nunca he escuchado a alguien diciendo que eso es fastidioso. Y he escuchado cosas muy raras del equipo de Quidditch.

Sirius se encogió un poco de hombros.

—Se lo comenté a Flor y me dijo que quizás sólo me gustaba el pecho más pequeño. También por eso puede que me guste más besarla a ella, no es tanto estorbo por-

Sirius se detuvo cuando escuchó un movimiento brusco. Los dos vieron hacia un lado y notaron que Remus se levantaba de su colchón y abandonaba el salón dando zancadas.

Ellos intercambiaron miradas. Después de su partida, sólo quedó el sonido de la chimenea y los ronquidos de Peter. Regulus continuaba envuelto en su hechizo de silencio, más interesado en el libro que sostenía que en ellos.

—¿Crees que le haya pasado algo? —Sirius se bajó de la hamaca de un salto y se dio cuenta de que el bastón de Remus seguía apoyando junto al colchón, así que lo recogió—. Voy a ver si necesita algo...

No se quedó a esperar la respuesta de James.

Sin el bastón, Remus todavía podía ir bastante rápido pero sólo un par de metros. En algún momento perdería el equilibrio o su pierna tendría un instante de debilidad y necesitaría el apoyo, por lo que aunque hubiese salido antes a gran velocidad, Sirius no tardó en dar con él.

Remus estaba apoyado contra la puerta abierta de un pasaje, intentando recuperar el aliento. Probablemente quería entrar al pasadizo y se sintió débil antes de hacerlo, por lo que tuvo que parar.

Sirius se apresuró a acercarse y le tendió el bastón.

—¿Estás...?

Remus le arrancó el bastón de la mano, lo utilizó para apoyarse, y con el otro brazo, apartó la mano de Sirius que se acercaba para tocar su espalda. Ambos movimientos fueron muy bruscos y los dos se quedaron mirándose en silencio igual de sorprendidos.

—¿Te duele algo? —La voz de Sirius fue muy suave.

Remus se quejó, se dio la vuelta a un lado y al otro como si no supiese a dónde huir y volvió a verlo.

—Solamente el pecho, supongo —respondió de mala gana.

Esto era alarmante para la luna nueva. No estaba entre los síntomas comunes a los que Sirius estaba acostumbrado. Ya debería estar más tranquilo para esta fase lunar, no adolorido.

Sirius avanzó otro paso y tanteó el pecho de Remus con una mano. Lo notó muy tenso bajo el contacto, por lo que pensó que debía dolerle bastante.

—¿Necesitas una medicina? ¿Traigo a alguien? Puedo traer a Dumbledore y a Grindelwald- ¿o calmarte? ¿Aire fresco? ¿Agua? ¿Chocolate? —Él intentó animarlo con una sonrisita.

Remus sólo sacudía la cabeza. Eso lo preocupó más.

—¿Te duele mucho? —Sirius bajó todavía más la voz.

—Sí y lo estás empeorando —Remus, en cambio, comenzaba a sonar más bien irritado.

—¿Dónde duele?

Sirius intentó presionar diferentes puntos para hacerse una idea de qué decir si necesitaba buscar ayuda, pero Remus le agarró la muñeca y apartó su mano.

—Ya para, Sirius.

—Intento ayudar-

—Pues no estás ayudando.

Sirius respiró profundo, se recordó no contestarle de mala manera a Remus mientras estaba con dolor y se acercó de nuevo para dejar que él pasase el brazo sobre sus hombros. Lo que obtuvo fue unos golpes sin fuerza con el bastón, así que se quejó y agarró el bastón para frenarlo.

—¿Qué te pasa? —le preguntó, ya sin entender nada.

Remus le dio otro golpe sin fuerza con el bastón y Sirius se aseguró de atajarlo.

—Detente, moony, puedes perder el equilibrio si juegas con el bastón- te harás daño-

Remus soltó un largo quejido, presionó el bastón en el suelo e hizo el intento de regresar al salón lo más rápido que podía, lo que seguía siendo más lento que las zancadas de Sirius, así que de inmediato estuvo a su lado de nuevo.

—Sólo dime si-

Otro golpe con el bastón. Esa vez Remus perdió el equilibrio como él le estaba advirtiendo, por lo que Sirius tuvo que agarrarlo para ayudarlo.

—Déjame- Sirius, déjame-

—Intento ayudarte-

—¡No estás ayudando en nada! ¡Eres un idiota!

Sirius lo soltó en cuanto notó que ya estaba equilibrado de nuevo y lo miró con una expresión confundida.

—¿Ahora qué hice?

Remus sólo se quejó y empezó a alejarse.

—¡Pero dime qué hice para arreglarlo al menos! —protestó Sirius desde el medio del pasillo. Como él no le respondió, añadió un:—. ¡Tú te crees mucho mejor pero a veces también eres un idiota, Remus!

Esto hizo que Remus se detuviese. Él pensó que ya hablaría, no que se daría la vuelta y cojearía de regreso con una expresión muy seria. Sirius sintió el impulso de retroceder, pero se dijo que eso sería muy poco Gryffindor y se quedó parado hasta que él lo alcanzó.

Remus lo agarró del cuello de la camiseta y le dio un jalón. Durante un instante, Sirius realmente se preguntó si es que Remus iba a comenzar a pelear con él.

Luego se dio cuenta de que no era eso.

Remus lo estaba besando.

Apenas duró unos segundos y fue más un choque que un beso. Remus lo soltó de inmediato, el enojo había pasado, unos ojos horrorizados vieron a Sirius y luego intentó huir.

Sirius lo estaba sujetando antes de poder pensar en lo que fuese. Remus gritó algo, quizás pidió perdón, pero también quiso volver a atacarlo con el bastón antes de que fuese Sirius quien lo estaba besando. El bastón hizo un ruido metálico al caer al suelo. Remus comenzó a reaccionar tras los primeros segundos y se sujetó con ambos brazos de Sirius para no perder el equilibrio.

En cuanto Sirius sintió que estaba respondiendo y el peso de Remus se apoyaba en gran medida sobre él fue como si todo lo que creía haber entendido se volviese insignificante hasta desaparecer por completo. Ahí estaba el impulso que tenía siempre de servir de apoyo para Remus si necesitaba equilibrio o soporte, pero multiplicado como nunca antes, y nada más sostenerlo, Remus parecía derretirse contra él. Y eso era más que perfecto.

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