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5.45

—Me dijiste que se pasaría...

Remus se rindió en su último intento de estudiar y dejó caer la cabeza sobre la mesa. Estaban en su zona de siempre en la biblioteca y sólo eran Lily, unos libros de Adivinación y él, por lo que no veía caso en forzarse más cuando su cabeza claramente no estaba para esto.

Culparía a la luna. La luna siempre era una buena excusa.

Lily suspiró y bajó el libro del que intentaba sacar un resumen para su tarea.

—¿Tan mal está? —susurró ella.

Remus ahogó un quejido lastimero y movió la cabeza sólo lo justo para verla.

—Tú oyes a las chicas de Gryffindor, tú sabes qué tan mal está.

Ella al menos intentó poner una expresión de disculpa.

—Es verdad...todas mis compañeras hablan de él —Lily sonó resignada—. Se ponen a hablar sobre lo bien que besa y es...incómodo. No he pasado mucho tiempo en el cuarto desde que me preguntaron si yo nunca he besado a Sirius.

—¿Qué les dijiste?

—Que besar a Sirius para mí sería como besar a un perro.

Cuando Lily soltó una risita, Remus se permitió también reír un poco.

—Parece que el rumor se corrió...

—Bueno, es muy guapo —Lily intentó justificar la situación—. Si lo ves objetivamente, quiero decir, no tiene nada de raro que un chico de cabello oscuro y ojos grises les parezca guapo, ¿cierto? Pero ellas saben que no van a ser sus novias por mucho que lo persigan y sin importar qué tantos besos le puedan robar.

Remus frunció el ceño. Intentaba ignorar el malestar en su pecho.

—No estoy tan seguro de eso...

—Yo las he escuchado —le aseguró Lily—, sí hay algunas perdidamente enamoradas, claro, pero...hm...supongo que las demás han dado por hecho que es sólo un chico guapo que está aceptando su interés. Nadie espera mucho de Sirius. No es como que él les dé ilusiones tampoco, algunas incluso están seguras de que debe tener una prometida elegida por su madre que todavía no conoce y por eso no va a tener novia nunca.

Remus resopló. Apoyó el codo en la mesa y el rostro en su palma.

—¿Con Florence crees que sea igual? —susurró.

Ella era la que más le preocupaba.

Lo de Sirius desapareciendo con chicas fue casi un rumor hasta que James le preguntó si de verdad había besado a una Prefecta y Sirius sólo se empezó a reír, agitó una mano y dijo que tampoco era para tanto. Algunas le sonreían en los pasillos, saludaban o se le acercaba entre clases. No eran tan importantes como para que Sirius soltase a James cuando estaba caminando con él o detuviese su plática con Remus.

Pero Florence hablaba mucho con Sirius. Se sentó varias veces con él en el comedor y en las gradas de Quidditch. En la última fiesta Remus incluso vio que estaban en un sillón individual riéndose y Florence estaba sentada en el regazo de Sirius.

Lily pareció pensarlo. Luego se inclinó más cerca y le hizo un gesto para que se acercara también.

—¿Te digo la verdad? —Ella esperó su asentimiento para hablar—. Yo creo que Florence es más como una versión femenina de pads, Rem. Se sube sobre él como él se sube sobre James, se ve como si estuviese jugando. Las demás chicas dicen que si Sirius tiene novia seguramente será ella porque es "su chica favorita", pero...si te acercaras oirías que hablan mucho de motos y se quejan de sus familias y de profesores. A mí me parece que sólo se están divirtiendo.

—Podría divertirse teniendo una amiga cercana sin besarla y meterle mano —refunfuñó Remus, mirando hacia otro lado.

—No creo que le esté-

—Es Sirius. Claro que lo está haciendo.

Lily suspiró. Sujetó una de las manos de Remus y comenzó a frotar el pulgar sobre el dorso de su mano. Tenía unas cicatrices en las zonas de los nudillos que no estaban ahí hace tiempo. La adolescencia, los huesos y la licantropía no se llevaban bien.

—Si te sirve de consuelo, yo no creo que él le dé más importancia a una chica que a ustedes. Ni siquiera acepta ver a alguna cerca de la luna llena...y varias quisieron saber a dónde iría en vacaciones y él respondía que estaría con sus amigos. Que quería estar sólo con sus amigos, tú entiendes...

—Lo sé —Remus le contestó en tono suave. Y eso le ayudó a darse cuenta de que sí, era cierto—. Él anda diciendo eso de "primero mis merodeadores, después el resto".

Ella le mostró una sonrisita y apretó su mano.

—Sé que no debe sentirse bien ni cómodo, me puedes mandar todas las cartas que necesites durante las vacaciones si quieres hablar...

Antes de que Remus pudiese agradecerle, escuchó la voz de Sirius un poco más alto de lo debido en una biblioteca. De repente tenía el brazo de Sirius alrededor de los hombros y James estaba junto a Lily queriendo ver qué estudiaba.

Lily le dio un último apretón a su mano y lo soltó para explicarle a James.

—Quedan tres días de clases, ¿por qué los desperdician en la biblioteca? —Sirius se quejó, todavía en voz muy alta, por lo que la bibliotecaria lo regañó.

—Porque hay un examen oral de Adivinación hoy en la tarde —le dijo Remus—. Bueno, examen no. Al profesor Grindelwald le dan pereza los exámenes. Dijo que hablaríamos del tema y nos pondría puntos basados en las intervenciones. Tenemos que intervenir al menos una vez.

La sonrisa en el rostro de James se congeló.

—¿Cómo que nos va a dar puntos por eso?

Lily sacudió la cabeza.

—¡Nos lo dijo la semana pasada!

—¿Qué tema dijiste que era? —James se apoyó en la mesa y se inclinó más hacia Lily mientras ella le enseñaba el libro abierto.

Sirius hizo lo mismo con Remus y le habló al oído.

—Creo que prongs no está tan perdido como parece con eso de intentar coquetearle.

Remus soltó un bufido y le respondió también en el oído.

—Ella le explica a casi todo el salón, pads. No creo que lo esté tomando como algo especial. Sólo James debe estar muriéndose por dentro.

Sirius contempló a su mejor amigo que estaba inclinándose desde detrás de Lily. Tenía los dos brazos alrededor de ella porque las manos estaban apoyadas en la mesa. Era verdad que ella sólo le estaba mostrando algo en el libro.

Tampoco ayudaba que James se distrajo tanto que las manos se le resbalaron y terminó golpeándose la cabeza contra la de Lily. Al intentar disculpar, tropezó y se golpeó también contra la silla. Uno de los focos sobre su cabeza se quemó en ese momento.

—Olvida lo que dije —musitó Sirius, tremendamente decepcionado.

Remus no pudo evitar reírse de su tono.

—0—

Para esas vacaciones de Yule, Lily se iría de viaje con su familia. Estaba tan contenta porque Petunia le mandó una carta por primera vez en cinco años que se fue mucho antes de la hora para cumplir sus deberes de Prefecta y poder llegar cuánto antes. Severus, menos entusiasmado, seguía caminando con su crup por la entrada hasta el último momento para subir al tren.

—No deberías ir —le decía James, cruzándose de brazos—. Si te quedas le podemos pedir permiso a Dumbledore para dormir en otro lado, ya serían dos Slytherin, nos haremos un hueco los seis.

—Tengo que resolver algunas cosas del viejo en caso de que se muera —masculló Severus.

También había recibido una carta por primera vez en los cinco años que llevaba en Hogwarts. Su padre le informó que estaba muy enfermo y necesitaba dinero para ir al médico. La carta terminaba preguntándole si podía "aparecer" dinero con sus "truquitos".

—También puedes dejarlo morirse solo —sugirió Sirius, encogiéndose de hombros, lo que hizo que Regulus también se moviese un poco. Después de lo del último Yule, se había asegurado de tener un brazo alrededor de su hermano menor desde el desayuno.

James le dio un golpe sin fuerza y le frunció el ceño.

—¿Quieres que vayamos? —siguió él—. A mí me gustaría que estén por ahí si mi papá está mal.

Severus, Sirius y Regulus le dieron esa mirada de "tú claramente no entiendes de esto". Sirius le dio una palmadita en la espalda a James.

—Creo que Snivellus quiere lidiar con eso solo y nos puede mandar una carta si necesita ayuda.

James lo aceptó con cierta vacilación y vio a Severus irse con el primer llamado del tren. Sirius se aseguró de no soltar a Regulus, que dejó escapar una risita y le recordó que había hecho un trato con su madre y su prima: si Walburga lo quería en algún evento, Narcissa iría a buscarlo a Hogwarts. Tenían un permiso de Dumbledore para eso.

Sirius prefería no confiarse de todos modos. Decía que a su hermanito se le "pegaron" unas muy malas costumbres de tanto tiempo entre Slytherin.

El único momento en que lo soltó fue cuando Florence corrió hacia él para despedirse. La chica se lanzó sobre Sirius, prácticamente se le subió encima, y él se balanceó llevando su peso mientras soltaban carcajadas igual de escandalosas.

—¡Quiero que Hogwarts siga en pie cuando vuelva! Eso va para todos ustedes —Y señaló a los demás Merodeadores con un índice acusador y una sonrisa. Luego volvió su atención a Sirius—. Me voy, cariño, me escribes si necesitas algo-

—Toma fotos de la moto de tu hermano —le recordó Sirius.

Ella se echó a reír.

—Voy a tomarme tantas fotos en esa moto que vas a estar muerto de envidia cuando vuelva. Y si me lleva a pasear con sus amigos, tendrás fotos de todo un grupo de moteros muggles que se creen rockstars.

El tren hizo el segundo llamado. Sirius la regresó al suelo y ella salió corriendo lanzándole besos a él y a sus amigos como despedida.

Sirius enseguida agarró el brazo de Regulus y lo hizo pasárselo sobre los hombros, aprovechando que Regulus acababa de superarlo en estatura por unos centímetros. De nuevo.

—Que no me voy a ir...—Regulus sonaba resignado—. Mire, el tren se está yendo y yo sigo aquí.

El tren estaba haciendo su último llamado antes de empezar a moverse.

—No me voy a confiar —gruñó Sirius, y como no le bastaba con tenerlo al lado, también le pasó un brazo alrededor y empezó a arrastrarlo en la dirección opuesta junto a sus amigos.

—Revisa también si es una ilusión o un reemplazo mágico —le sugirió James, lo que causó que Sirius estuviese palmeando el rostro de Regulus y jalándole el cabello por los próximos minutos.

Para esas vacaciones sólo serían James, Sirius, Peter, Remus y Regulus.

Cuando Dumbledore los vio pasando hacia el comedor, soltó un pesado suspiro. James le sonrió y prometió que se iban a comportar porque ahora Remus era un Prefecto y los amigos de un Prefecto no podían hacer desastres. El director sólo meneó la cabeza.

A la mañana siguiente una parte del dormitorio de Gryffindor se estaba incendiando.

—0—

El profesor Grindelwald los dejó quedarse en la torre donde daba clases de Adivinación después de poner hechizos de seguridad sobre todo lo que se pudiese romper. Mientras el dormitorio volvía a la normalidad, ellos tenían colchones en el suelo y hamacas, montones de almohadas, una vista aún mejor por la ventana, decoración extravagante y refrigerios que los elfos les dejaban porque pensaban que esos pobres estudiantes estaban aterrados por el incendio. También jalaron a Regulus para que no estuviese durmiendo solo en su dormitorio y le asignaron uno de los colchones junto a la ventana, unas cortinas y una lámpara porque Sirius dijo que su hermano leía hasta tarde.

—De verdad no fue intencional —le dijo James al profesor por enésima vez.

Grindelwald sólo suspiró de una manera muy similar a cómo lo había hecho Dumbledore después de ir a su rescate.

—Si van a usar hechizos en el fuego de la caldera, primero tienen que poner hechizos no inflamables en el resto del cuarto y en sus manos —le explicó el profesor en tono de obviedad.

Los cuatro Gryffindor sólo lo observaron como si fuese el mismo Merlín dándoles una recomendación. Regulus preguntó por qué no lo hicieron antes.

Ya que todavía tenían amuletos trampas y todo el cuarto estaba cubierto por magia protectora de Grindelwald, el pasillo afuera y la escalera se convirtió en un tobogán de hielo, el baño tenía un pantano miniatura con ranas de chocolate en lugar de reales y Sirius, James y Peter jugaron Quidditch dentro del aula. Cada vez que una de las pelotas golpeaba los armarios de bolas de cristal, en lugar de romper algo, rebotaba hacia la cabeza del que la había lanzado, por lo que más que un juego de Quidditch parecía un juego de esquivar las defensas de los hechizos de Grindelwald sobre sus artefactos.

Regulus, que estaba leyendo en su colchón junto a la ventana, miró a Remus descansando en la hamaca que en realidad era la cama de Sirius, y le preguntó a qué hora se dormían los Gryffindor.

Remus le mostró una expresión de disculpa.

—Prongs dice que hay que dormir cuando el cuerpo lo pida.

Sus cuerpos no lo "pidieron" hasta después de la medianoche y de tener que visitar la enfermería porque uno de los rebotes de las pelotas casi dejó inconsciente a Peter.

—0—

A pesar de lo que podía parecer, no era como si se pasasen todo el día juntos. Peter pasaba largos ratos solo escribiendo cartas para Ava, igual que James, que quería escribirle a Lily sin que sonase a que sólo hacían desastres y terminaba desechando cada borrador. Remus necesitaba tomar largas siestas por la luna creciente y Sirius sólo se desaparecía de a ratos por las tardes. Como Regulus estaba ocupado vagando por ahí con su crup, hablando con los retratos o la profesora Leonelli, no le daba tanta importancia hasta que Sirius y él se encontraron una tarde en el Bosque Prohibido.

Regulus iba acompañado por un cadáver y Sirius estaba manchado de una sustancia oscura.

Los dos cabecearon, decidieron que no había un inminente peligro en lo que fuese que estuviese haciendo el otro y siguieron su camino.

Para la luna llena, no hubo forma de hacer que Sirius dejase la Casa de los Gritos, por lo que en lugar de forzarlo, se limitaron a tomar turnos para acompañarlos y a correr por el bosque con el licántropo por la noche.

Para la navidad, recién empezando la luna menguante, Remus estaba tan cansado que su cena navideña apareció en el salón de Adivinación y tuvieron su banquete allí para no hacerlo moverse por todo Hogwarts. James se encargó de repartir los regalos mientras esquivaba al emocionado crup que debía saber de alguna manera que había un paquete con su nombre porque Sirius le compró una pelota con forma de snitch.

Remus se estaba riendo de una tontería que dijo Peter cuando James le pasó un paquete mal envuelto. De Sirius.

Cuando lo abrió encontró dentro un libro del que le había hablado en noviembre.

Remus miró a Sirius de reojo, él lo notó, le guiñó con una sonrisa y siguió hablando con Regulus.

Comenzaba a pensar que quizás no pudiese contener esto que sentía tan bien como siempre se dijo que lo haría.

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