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5.42

Por suerte, la primera reunión fue a mediados de octubre, lo que le dio tiempo a Regulus de (intentar) convencer a Caspar Crouch de no molestar demasiado a Severus.

Regulus le dejó a Severus una nota cuando se encontraron en la Sala Común por la mañana y continuó caminando, alejándose deprisa. El pergamino tenía un sello que Caspar le prestó con un símbolo extraño de una línea vertical, un círculo y un triángulo, la hora y el lugar, firmado por R. A. B.

Estaban en luna creciente, por lo que James y Sirius se encontraban ocupados revoloteando alrededor de un Remus que se sentía tan débil que no caminaba mucho ni con ayuda del bastón y Peter no se separaba de ellos si no era necesario. Eso significaba que ninguno de ellos iría a Hogsmeade ese sábado.

Regulus consideraba que el único posible obstáculo para escabullirse sin preguntas sería Lily. Luego se dio cuenta de que lo estaba pensando demasiado.

Lily caminó con Severus hasta Hogsmeade. Regulus iba unos pasos por detrás, revisando una lista de dulces que le dio Sirius. Parecía que se había quedado sin chocolate para Remus y eso era inaceptable con la luna llena cerniéndose sobre ellos.

No le prestaba mucha atención a su plática. Oyó algo sobre una clase y algo más sobre cabello y a Lily riéndose mientras Severus se quejaba.

Cuando llegaron a la calle principal de Hogsmeade, Lily se detuvo y vio a Regulus.

—¿Tú también vas a esa reunión de serpientes, Grim?

Regulus observó a Severus con horror. Él sólo lo ignoró.

—Él lo trata como algo de máximo secreto sangrepura —le señaló Severus en tono aburrido.

Ella se cubrió la boca con una mano y se disculpó, pero tras unos segundos, frunció el ceño e hizo eco del comentario de Severus cuando él le habló de la invitación.

—Pero tú no eres sangrepura.

Severus sólo sacudió una mano y puso una expresión que decía que él tampoco estaba seguro de qué pensaban esos sangrepuras.

—Lo que sea, que les vaya bien en su reunión secreta —Lily intentó no reírse de la idea. Le dio un golpecito en el hombro a Severus—. Voy a comer con las chicas. Después vamos por unas cosas para el cabello...—Ella puso una cara algo confundida y se encogió de hombros—. ¿Cuánto crees que tarden?

Severus lo observó y Regulus se limitó a cruzarse de brazos y ver hacia otro lado.

—Son sangrepuras, así que seguro hablan y hablan y hablan —Severus hizo un sonido de fastidio.

—Si no estás por la calle principal a las dos, me voy sin ti.

—Está bien.

—Regresa con Reg. No lo estés dejando por ahí sólo porque también es sangrepura...

Severus asintió varias veces ante todo lo que ella le decía mientras se alejaba hasta que dos chicas con bufandas de Gryffindor encontraron a Lily, agarraron sus brazos y la arrastraron hacia uno de los locales.

—¿Cuánto falta para la reunión? —preguntó Severus apenas la perdió de vista.

Regulus revisó el reloj de bolsillo que llevaba en la capa.

—Cuarenta y tres minutos.

Lo escuchó hacer otro sonido de fastidio, pero creía que ya tenían superado el riesgo de que se regresara, al menos por ese día, por lo que sólo empezó a caminar hacia Honeydukes para conseguir todo lo de la lista de Sirius.

Si en algo tenía razón Severus es que nunca se sabía cuánto durarían las reuniones llenas de sangrepuras. Podía ser una hora. Podían tener que regresar por el pasadizo de la Casa de los Gritos en la noche. Mejor conseguirlo todo antes que oír a Sirius quejándose por el resto del fin de semana.

Sabía que Severus lo estaba siguiendo porque hacía esos ruiditos de estar fastidiado de vez en cuando. No escuchaba ni los pasos ni la larga capa deslizándose, lo que era bastante curioso para estar en otoño.

Entraron a Honeydukes y Severus sólo le dio un vistazo a la lista de dulces por encima del hombro de Regulus.

—¿Qué dice ahí? —señaló a lo último.

Se notaba que Sirius lo había escrito deprisa.

Regulus suspiró de forma pesada porque hacer de traductor de la letra de su hermano cuando tenía prisa era más difícil que los exámenes de fin de año.

—Creo que es la marca del chocolate que quiere para Remus.

Lo miró de reojo.

Severus tenía el ceño fruncido y los ojos puestos en la lista.

—¿No es una cantidad?

Regulus levantó la lista para que los dos la viesen bien e insistió:

—A mí me parece una marca...

Ya que no llegaron a un acuerdo inmediato, Regulus comenzó a recoger los demás dulces de la lista. Además de los que claramente eran para Remus, parecía que Sirius aprovechó de usar a su hermano menor para surtir el escondite secreto-no-tan-secreto de dulces de su dormitorio.

Regulus contó las cajas de grageas para estar seguro de que eran suficientes y pasó al siguiente pasillo con estantes enormes llenos de dulces divididos por secciones. Había carteles con dibujos que daban indicaciones para quienes conociesen lo suficiente la tienda. Él no era uno de esos.

Regulus se detuvo en una esquina y observó el cartel con una cara verde de nariz larga y una verruga durante varios segundos con la expresión más seria de su repertorio. Se negaba a verse como el único estudiante de cuarto año que todavía no entendía el sistema de Honeydukes.

Severus salió desde otro pasillo con una varita de regaliz, se paró a su lado y contempló el cartel también.

—¿Qué es tan interesante en el aviso de la sección muggle?

—¿Sección muggle? —repitió Regulus, frunciendo el ceño.

Severus apuntó al pasillo que indicaba el cartel. Ninguno de los dulces allí presentes cambiaba de color, hacía ruidos o se movía.

—¿Te pidió algo de la sección muggle?

Regulus comprobó la lista y sacudió la cabeza.

Antes de que pudiese decirle algo más, una persona pasó un brazo sobre los hombros de Severus y otro sobre los de Regulus.

—¿Qué hacen ustedes dos por aquí? —Caspar Crouch sonrió ampliamente y le dio un mordisco al regaliz en la mano de Severus.

Severus adoptó una expresión de asco de inmediato y le estampó el regaliz en la cara. Con ese solo movimiento hizo que lo soltase y también se deshizo del dulce "contaminado".

Caspar se echó a reír, mordió el regaliz de nuevo y le ofreció a su primo menor, que venía detrás de él.

—Te compro otro, Prince —se ofreció, todo amabilidad, sacando un saco tintineante de su capa—. Elige lo que quieras.

Severus se metió a la sección muggle sin darle una segunda mirada y comenzó a elegir entre unas bolsas pequeñas con pedazos de algo que ninguno de los tres sangrepuras identificaba. Luego se las arrojó sin cuidado a Caspar, que entendió que era por esto por lo que iba a pagar.

Incluso con los ojos de los dos Crouch fue imposible descifrar lo último en la lista de Sirius.

—Me suena a una maldición —dijo Caspar cuando lo leyó.

—¿No es un nombre? —Barty sólo se encogió de hombros.

Regulus se rindió y fue hasta el mostrador con la lista. El dueño estaba allí y le recibió el pergamino con una expresión muy amable.

Él sí que sabía lo que decía. Sirius debía haberle pasado una lista como esa varias veces antes.

Cuando dejaron Honeydukes la reunión estaba por empezar. Caminaron por la calle principal liderados por un emocionado Caspar que repetía que cualquier cosa que quisieran la pagaba él, jugando con el saco de monedas pasándoselo de una mano a la otra como una Quaffle.

Barty terminó con más dulces metidos en la capa y los tres con una cerveza de mantequilla en las manos. Así entraron a un local llamado Cabeza de Puerco que estaba tan sucio que hizo que Regulus se encogiese un poco y tuviese que luchar por no arrugar la nariz y parecer un niñito sangrepura obsesionado con la limpieza.

—No me creo que aquí se reúnan los grandes herederos de bla, bla, bla —murmuró Severus sobre su cerveza de mantequilla.

—Porque no lo hacemos —obvió Caspar, riéndose de la idea de que él iba a sentarse ahí.

Saludó al tabernero, le dio sus nombres y atravesó el local con total confianza hasta una puerta trasera.

—No dijiste nada de pasadizos secretos —le siseó Severus a Regulus en cuanto llegaron a una habitación con una trampilla en el suelo y vieron a Caspar abrirla para ellos.

—Nadie me dijo a mí nada de pasadizos secretos —replicó Regulus, igual de tenso.

Caspar hizo un gesto teatral para invitarlos a bajar las escaleras. Barty estaba casi saltando en su sitio, pero parecía entender que su primo quería que uno de ellos dos fuese adelante.

—El que guía va adelante —masculló Severus con los ojos entrecerrados. Si Caspar no bajaba adelante, él seguramente planeaba darse la vuelta y arrastrar a Regulus del cuello de la capa de regreso al colegio.

—No hay que desconfiar tanto —Caspar no perdió la sonrisa en ningún momento—, somos todos amigos aquí.

—Yo no soy amigo de nadie aquí —espetó Severus.

—¿Pueden seguir su discusión abajo, por favor? —preguntó alguien desde la trampilla.

Regulus conocía esa voz. Y por la expresión sorprendida de Severus, él también.

Los dos intercambiaron miradas y se acercaron a la trampilla para ver hacia abajo.

—¿Malfoy? —Regulus bajó las escaleras adelante después de reconocer al novio de su prima.

Eran casi familia para ese punto, ¿no?

Severus bajó detrás de él, saludando al mago mayor con un cabeceo.

—Conseguiste traerlo —Lucius "felicitó" a un Caspar que no dejaba de inflar el pecho y sonreír.

—Es un chico difícil —Caspar intentó volver a pasar el brazo sobre los hombros de Severus y se llevó una palma presionada contra el rostro que lo apartaba sin esfuerzo.

—¿Tú eres el que dirige la reunión? —Regulus comenzó a hacer preguntas mientras avanzaban por el pasillo, mucho más limpio e iluminado que el pub.

—Algo así —admitió Lucius con el tono suave y tranquilo que Narcissa siempre describía—. Digamos que le estoy haciendo un favor a mi padre.

—Como casi todos los que estamos aquí —mencionó Caspar a nadie en particular.

No estaba seguro de a dónde llegaba este pasadizo, sólo que subieron unas escaleras en algún punto y reaparecieron en una amplia sala con muebles mullidos de tonos neutros y todo aquello que su madre definiría como "de buen gusto". Las ventanas tenían vistas a todo Hogsmeade y parte del bosque de Hogwarts, aunque él no creía haber subido tanto.

Cerca de la entrada había un mago adulto con cara de pocos amigos que agarró las corbatas de cada uno y las tocó con la varita. La corbata de Slytherin era obligatoria para entrar. Regulus había escuchado que Salazar Slytherin dejó una marca en los uniformes de su Casa que con el tiempo y los cambios terminó grabándose en la corbata, por lo que se suponía que así comprobaban algo.

Lucius los llevó hacia unos sillones en cuanto terminó el examen y les explicó algunos detalles que Regulus ya sabía: esta reunión sólo era de magos, la reunión de brujas tenía otro lugar y fecha y la más próxima era llevada por Bellatrix Black. Todos en la habitación eran sangrepuras (omitió a Severus, dirigiéndose a él con el apellido Prince todo el tiempo, claro). La mayoría terminó ahí después de que su familia les pidió "realizar conexiones" con sangrepuras de su edad.

Hasta ese punto, todo sonaba bastante similar a un club para socializar. Y de hecho, gran parte de la reunión lo fue, obligando a Regulus a comportarse y a darle algunos jalones a Barty, sentado a su lado, para recordarle comportarse también, y haciendo que Severus se hartase más que con las clases de Binns.

—Crouch —Uno de los chicos de séptimo habló en tono irritado—, dile al mocoso de tu primo que se quede quieto. ¿No enseñan modales en tu casa?

Caspar no dejó que el comentario le quitase la sonrisa.

—Los modales son algo que se mejora con el tiempo y la práctica, siendo los más educados los mayores, no se espera perfección de alguien tan joven. Lo sabemos todos los que sí venimos de familia que los enseñan. Entiendo que tú no lo sepas.

—Esta gente se odia tanto como yo los estoy odiando justo ahora —Escuchó que susurraba Severus. Bajo un hechizo para que sólo Regulus oyese, claro.

Pero aun así, Lucius, en el sillón de al frente, se cubrió la boca con el puño como si acabase de oír uno de esos comentarios odiosos que nadie educado debía decir y le hubiese hecho gracia.

—Quieto —Regulus jaló otra vez el brazo de Barty, temiendo que los echaran a los dos si él continuaba.

No le bastaba con ser el más inquieto del cuarto, además tuvo que sentarse en el mismo sofá que Regulus y Severus. Lo último que necesitaban eran miradas reprobatorias.

—¿Qué es más educado, Reggie? —Barty se inclinó hacia él para hablarle en tono divertido mientras los chicos mayores hablaban de algo relacionado a Gringotts—. ¿Una patada por debajo de la mesa o un hechizo que aparece una serpiente en tu zapato? Yo creo que la serpiente tiene un toque sutil y delicado...

—Los dos son muy inmaduros, Barty —La voz de Regulus estaba tensa.

—Pero la serpiente no lo es si nadie sabe que fui yo.

Barty arqueó las cejas y lo observó fijamente hasta que Regulus suspiró y reconoció con un asentimiento que era verdad.

Regulus pensó que no podía ser peor. A un lado tenía al mago más hiperactivo del colegio, al otro tenía a uno que debía estar insultándolo mentalmente por meterlo a esta reunión y al frente el perfecto prometido de su prima que no sabía si era de fiar nivel "no me va a maldecir pero le va a contar a mi familia si no me comporto aquí" o nivel "no meterá a mi familia en esto porque está de mi lado".

Entonces Lucius le preguntó a Severus en qué estaba trabajando estos días, todas las miradas de estos sangrepuras cayeron sobre él y Regulus estaba tan seguro de que Severus quería maldecirlo que casi podía jurar sentir la magia emanando de él mientras lo veía respirar profundo.

—Es el que hizo las pociones que conseguimos el año pasado para el Señor —Lucius se los explicó a los demás, haciendo que el interés creciera. Después volvió a fijarse en Severus—. ¿Estás trabajando en algo justo ahora?

Para sorpresa de Regulus, Severus consiguió mantener un tono tranquilo y sí contestó.

—Estoy creando una poción que al ser utilizada pase a estado gaseoso y pueda ser inhalada para presentarla en una reunión de pocionistas.

Regulus giró la cabeza y tuvo que recordarse no tener la boca abierta porque eso era mal visto. Incluso Barty había dejado de sacudir las piernas sin parar y se había inclinado para ver a Severus con los ojos muy abiertos.

El silencio en la habitación era impresionante. E intimidante.

De pronto, un emocionado Caspar golpeó la mesa a su lado con las dos manos y sonrió ampliamente.

—Les dije que había que traerlo. Al Señor le encantaría tener una de esas. Hasta podría llegar a conocerlo. Sé lo que digo, es casi imposible hacer algo gaseoso con la mayoría de los ingredientes para pociones...

Esto hizo reaccionar al resto de sangrepuras. Comenzaron a murmurar y Lucius se levantó y carraspeó para poner orden antes de que cualquier atisbo de descontrol cambiase el ambiente del cuarto.

—Está bien, está bien. Hemos hablado suficiente, todos están bien, las familias de todos están bien...

—Ya pasa a lo interesante, por amor a Merlín, Lucius Malfoy, podría estar colándome en el dormitorio de mi novia y aprovechando la tarde del sábado —se quejó uno de último año.

Lucius les dio una mirada de reprimenda tanto al que habló como a los que se rieron y a los que empezaron a susurrar de nuevo hasta que todo el mundo volvió al silencio y sólo él estaba de pie en la habitación, hablando.

—Volvamos a explicar esto para los nuevos —Lucius abarcó el sofá donde estaban Barty, Regulus y Severus con un gesto elegante—. A comienzos de los años 40, se fundó la Orden de los Caballeros de Walpurgis. La fundaron estudiantes de Slytherin dirigidos por el Señor. Con el tiempo, se fundó también una orden paralela para brujas que querían seguirlo y creo que casi todos estamos aquí precisamente porque un padre o una tía o un abuelo pertenecieron a este grupo antes que nosotros. Es uno de esos curiosos honores sangrepura en los que no se nos pide opinión, sólo se espera que participemos. Y como el Señor lo sabe y entiende que ningún adolescente quiere perder sus sábados con estos "honores" sin motivo, él tiende a...ofrecer obsequios si se cumplen ciertas condiciones.

—Malfoy —Otro estudiante de último año—, sólo dinos qué quiere y qué ofrece esta semana.

Lucius le pidió que esperase con un gesto, y de alguna manera, a pesar de que su expresión no dejaba de ser tranquila, todos pensaron que era mejor guardar silencio y no molestarlo.

—¿Tienen alguna pregunta? —Lucius se dirigió a los tres menores en la habitación.

—¿Quién es ese "Señor"? —Regulus fue el primero que habló.

—Sólo sabemos que es un mago poderoso que anda viajando por toda Europa y que da regalos —Fue Caspar el que le respondió—. Mi padre lo ha visto, muchos miembros de las órdenes anteriores lo han visto también y trabajan con él, pero nadie sabe cómo se llama, y si saben, no lo van a decir. Es sólo...el Señor. El Señor Oscuro.

—Y ahora dejaron a Malfoy de niñera de nuestro grupo antes de considerarlo lo bastante "adulto" como para que él también lo vea —añadió uno de los mayores en tono burlón—. Por eso está siendo tan amable.

—Qué comentario tan innecesario, Goyle, ¿acaso Malfoy anda comentando con los nuevos sobre lo último que el Señor te dio y cómo cambiaste ese valioso tesoro por...?

—Hey, no. Yo no me estoy metiendo contigo-

Lucius carraspeó de nuevo y el silencio inundó la sala otra vez.

—Pueden ver la Orden como una forma de mantener felices a sus familias mientras reciben algo a cambio —continuó Lucius, y como si supiese que el único que no necesitaba hacer feliz a nadie era Severus, agregó:—. Mi abuelo me ha contado que el Señor es muy hábil en diferentes áreas, incluyendo las pociones. Y tiene muchas conexiones. Un premio podría ser un trabajo o un tutor particular o una oportunidad importante.

—¿Manipular es parte del trabajo de niñera o es algo que le estás agregando?

Regulus casi saltó en su asiento al oír a Severus preguntarle esto.

Por suerte, Lucius lo encontró divertido.

—Es mi toque —confesó—. ¿Funciona?

—Sólo dinos qué quiere y qué dará —Severus agitó una mano.

—Escucha al niño —pidió otro de séptimo.

Lucius les mostró una caja que estaba sobre la mesa. Tenía una abertura en la tapa y de esta salió disparado un sobre que cayó en su mano.

Las peticiones no sonaban a nada inusual. Tareas que esperarías que un montón de chicos de dieciséis y diecisiete años pudiesen hacer sin descuidar sus actividades escolares. Y las recompensas eran buenas.

Sólo llevarle un paquete a Slughorn y luego entregarle a Malfoy lo que el profesor le diese a cambio les podía dar una poción de felix felicis. Ninguno cuestionaba por qué el "Señor" no lo mandaba por correo o qué tenía. Un felix felicis ayudaría en los exámenes previos al Yule, el colegio no lo detectaría si venía de afuera y sus familias dirían que estaban "creando conexiones".

Los demás encargos fueron de ese tipo hasta que Lucius estaba dando por terminada la reunión y la caja escupió un sobre que él no parecía tener previsto. Hizo una pausa, lo recogió y abrió.

Regulus se dio cuenta de que no debió pedirle a Severus que lo acompañase en cuanto los ojos de Lucius volvieron a él.

—¿Tu receta de poción que se inhala está lista? —indagó Lucius.

—Casi —Severus vaciló—. A veces falla, pero sólo tengo que perfeccionarla un poco.

—Solamente di lo que quiere, Malfoy —Otro quejido de uno de los mayores.

—El Señor quiere comprar tu receta de poción que se inhala por quinientos galeones. Sin los derechos. Dice que la poción seguirá siendo tuya para patentar y presentar, sólo quiere las instrucciones por escrito de cómo hacer que el líquido cambie sin afectar la poción ni usar la varita. El crédito seguirá siendo tuyo. Doscientos cincuenta mañana por correo, doscientos cincuenta cuando le mandes las instrucciones. Se cancela si no funciona.

—Es una poción estética —Severus frunció el ceño.

—Su interés es el método, no tanto la poción —explicó Lucius.

Otro sobre salió disparado de la caja.

—Dice que puedes tomarte tu tiempo y hacer preguntas si su propuesta te genera desconfianza —indicó Lucius después de leer el pergamino.

Tras unos segundos de silencio, Lucius avanzó hacia ellos y le tendió el pergamino a Severus.

Eso no era lo único decía. Debajo de lo que Lucius leyó, una letra muy elegante decía que se había enterado de la situación de Severus por boca de un miembro del grupo y que creía que quinientos galeones bastaban para cancelar la deuda escolar de este año. Pero que podía subirlo si hacía falta.

El pergamino terminaba con un "le recomiendo encarecidamente que vele por sus siguientes años de educación. Si el profesor Dumbledore no es capaz de solventar la deuda de un solo estudiante, que sepa que la Orden de los Caballeros de Walpurgis sí es capaz de hacerlo para su sexto y séptimo año, incluyendo optativas, viajes escolares, trámites del Ministerio y el extra de los TIMOS y EXTASIS. Debe haber oído esa frase muggle de 'una mano limpia la otra'. ¿Qué son un par de encargos de pociones a cambio de la tranquilidad en el colegio? Y siempre puede negarse. Nada es obligatorio. Piénselo."

Severus arrugó el pergamino y se fijó en Lucius.

—¿Es un trato? —Lucius le tendió la mano—. ¿O necesitas más tiempo?

Severus estrechó la mano de Lucius.

—Excelente. Ahora...

Regulus no tenía un buen presentimiento sobre esto.

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