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5.40

Libro 5. Merodeadores vs. los protocolos sangrepuras

En el verano de 1975, Severus Snape-Prince fue secuestrado.

Severus sólo llevaba un día en casa cuando escuchó a alguien que tocaba la puerta. Dejó a un lado la escoba con la que barría la cocina, atravesó la sala pasando con cuidado por encima de un Tobías Snape dormido boca abajo en el suelo después de un exceso de alcohol y una poción que no debería tomar alguien muggle y abrió la puerta para encontrarse con James Potter y Sirius Black al otro lado, sonriendo y sacudiendo los brazos.

Ellos serían los culpables del secuestro.

—Vinimos por ti —aclaró James como si fuese obvio.

Sirius movió la cabeza intentando ver más allá, al tipo inconsciente tirado en el suelo.

—Busca tus cosas —dijo, agitando una mano hacia Severus con la absoluta seguridad de que él no querría estar más tiempo en esa casa—, tenemos un traslador para regresar a casa...

—Papá nos preparó un traslador para no apurarte mientras recogías tus cosas...—James también ladeó la cabeza intentando ver más allá y frunció un poco el ceño, sus ojos pasando del hombre inconsciente al techo con goteras y de regreso.

Severus fue hacia una de las esquinas de la sala y comenzó a sacar objetos de su baúl para pasarlos a una mochila. Sirius se acercó a ayudar y el crup que había estado durmiendo en la cocina se despertó y fue a saludar a James, moviendo la cola.

—¿Ya está? —Regulus se acercó desde la calle y se asomó por la puerta. Era obvio que también estaba dando un vistazo pero intentaba ser más discreto que Sirius y James. Apuntó al hombre en el suelo—. ¿Está muerto?

—¿Qué? —James se horrorizó—. ¡Claro que no!

Severus hizo una pausa de empacar para ir hacia el hombre, lo tocó con el pie, y al no obtener respuesta, se agachó para acercar una mano a su rostro y sentir la respiración contra la piel.

—Vivo —aseguró, dándose la vuelta sin mucho interés para terminar de guardar sus cosas.

—¿Por qué tienes que comprobarlo? —James seguía horrorizado.

Regulus lo ignoró y se fijó en la mochila que preparaban y en Sirius curioseando un libro de pociones que sacó del baúl de Severus antes de que este se lo quitara para agregar una nota al borde de una página.

—¿Por qué no nos llevamos el baúl completo?

—Pesa demasiado —explicó Severus sin mirarlo.

James y Sirius decidieron que era imposible que ellos no pudiesen cargar un baúl, y después de algo de insistencia, Severus se rindió. Arrojó la mochila a medio preparar en el baúl, lo cerró y gesticuló para indicarles que ya podían recogerlo.

Los dos Slytherin los vieron batallar para intentar levantar el baúl y cambiar de agarre dos veces sólo para ser capaces de alzarlo unos centímetros. Luego empezaron a moverse trastabillando por el esfuerzo que implicaba llevarlo, James golpeó una de las paredes, el baúl cayó y Sirius comenzó a maldecir toda las líneas ancestrales Potter, Black y Prince porque cayó sobre su pie.

Tres intentos más tarde, James ya estaba jadeando, Sirius preguntaba si es que tenía a todo Hogwarts metido en el baúl y Severus les decía que Tobías estaba inconsciente, no muerto, y si seguían haciendo tanto ruido iba a despertarse y encontraría a tres magos desconocidos en su sala. Eso no podía terminar bien.

Regulus suspiró y sacudió la cabeza.

—Kreacher, ¿me puedes ayudar?

Un susurro bastó para hacer aparecer a un elfo doméstico con un sonido de chasquido. Kreacher vio la situación, recibió un asentimiento de Regulus y utilizó magia para levitar el baúl fuera de la casa al mismo tiempo que con otro truco se mantenía a sí mismo y al objeto flotante invisible ante la vista de cualquier muggle que pudiese estar cerca en ese momento.

—¿Por qué no hiciste eso antes? —le preguntó Severus a Sirius.

Sirius carraspeó para simular que nada había sucedido y le pidió a Kreacher que le sanara el pie lastimado por la caída del baúl.

El elfo lo ignoró por completo, dirigiéndose sólo a Regulus para saber si había algo más en que pudiese ayudarlo.

—Kreacher-

—La ama Walburga le ha dicho a Kreacher que Kreacher sólo debe servir a los más nobles e ilustres magos dignos de cargar el glorioso apellido Black —Miró de reojo a Sirius—, no a los hijos ingratos que no vuelven jamás por vacaciones.

Severus se aseguró de que no dejaba nada y llamó al crup para salir de la casa, simulando no haber escuchado a un elfo regañar a Sirius Black.

Sirius cerró las manos en puños pero se obligó a respirar profundo y masculló un:

—Dile a esa vieja bruja que no se moleste en esperarme en las vacaciones. Si fuese por mí, me cambiaría el apellido a Potter.

Kreacher estuvo refunfuñando sobre lo indigno que Sirius le parecía incluso después de que dejaron la casa y utilizaron el traslador que el señor Potter les preparó.

Regulus le agradeció al elfo en cuanto este bajó el baúl en el cuarto de James y Kreacher desapareció al instante.

Los dos Black llegaron a la casa de James de forma directa tras el comienzo de las vacaciones, la dejaron para ir a la ceremonia de graduación de Pandora y regresaron sin parar en casa de su familia, no como Severus, que estuvo en su casa durante el inicio de las vacaciones, por lo que necesitaba pasar su respectivo rato con Fleamont y Euphemia Potter en el comedor para asegurarle al mago que estaba bien y que le iba bien en clases y a la bruja que sí se estaba comiendo todo lo que ponía en su plato y el crup también estaba recibiendo una cantidad apropiada de comida.

Fue un poco incómodo intentar explicarles que el costo de sus materiales saldría del colegio y luego Severus se pasaría el primer ciclo pagándole una especie de deuda escolar a Hogwarts porque tenían una reacción increíblemente similar a la de James de querer ofrecerse a cubrirle los gastos y no podían entender cómo Dumbledore hacía a un mestizo huérfano por el lado mágico endudarse con el colegio. Euphemia intentó excusar al director de todas las formas posibles y su esposo, por suerte, se dio cuenta de que Severus tenía su cena en pausa mientras la escuchaba y cambió de tema.

—Este verano inventé una poción —le contó a Severus en tono confidente—, pero tengo un problema con un ingrediente...

Los cuatro adolescentes respiraron con más calma y continuaron comiendo entre datos de pocionistas y el último desastre causado por los gnomos, hecho que James había presenciado cuando su madre le pidió quitar la maleza del jardín y que le dejó una marca de una diminuta mordida en un dedo.

Euphemia ahogó un grito y comenzó a reclamarle a su esposo porque no le había quitado la cicatriz con magia a James. Fleamont sólo se reía diciendo que un chico de esa edad necesitaba una cicatriz o dos para presumir y no parecer un cobarde. Algo muy Gryffindor de su parte.

Después de la cena, James y Sirius se dedicaron a acomodar el cuarto añadiendo otro colchón al suelo y cambiando la posición de las camas improvisadas de los hermanos Black para que quedase espacio en medio en el que pudiesen caminar. Regulus estaba leyendo en uno de los colchones con Wezen apoyando la cabeza sobre su estómago cuando los dos empezaron a arrastrar la cama jurando (de nuevo) que eran perfectamente capaces de hacerlo incluso con el adolescente y el crup echados ahí.

James le pidió a Severus que fuese por una caja de bocadillos que su madre les compró porque tenían una conversación importante por delante, debía estar en la cocina, así que él los dejó batallando por mover a Regulus y el crup y salió del cuarto.

Antes de llegar a la cocina, escuchó los murmullos de una conversación y sintió que debía detenerse por algún reflejo desarrollado por los años que le decía que a las personas adultas no les gustaba saber que alguien escuchó lo que decían en ese tono.

—...ellos no me preocupan —La voz de Euphemia sonaba angustiada—, todo el mundo mágico conoce los rostros de Sirius y Regulus Black, e incluso si no los reconocen en un instante, seguramente esos viejos magos y brujas se darían cuenta de que tienen un gran parecido con Orión Black cuando era joven. Es muy sencillo notarlo. Pero ese pobre muchacho...

—No entiendo cómo la familia Prince no lo ha reclamado —Fleamont parecía más bien decepcionado de lo que conllevaba pertenecer a una importante familia sangrepura—, siempre se dio por hecho que no eran supremacistas al nivel de la familia Black. ¿Qué pasa? Reclamen al muchacho, es un buen muchacho, con que la cabeza de la familia Prince lo reclame de forma pública bastaría para darle una protección extra.

—No sé, Monti...estos días también fueron por un mestizo que decían que era de la familia Yaxley...

—No fue reclamado de forma oficial y pública ante la sociedad y el Ministerio y sabes cómo son con ese tema. La protección de una gran familia sólo existe si estás en uno de los árboles del Ministerio. Y esos cobardes que están yendo por la gente mestiza e hija de muggles sabe perfectamente que el Wizengamot mira para otro lado cuando no es alguien que aparezca en esos árboles.

—Me preocupa mucho —insistía Euphemia—. Una desaparición o dos son crímenes horribles, pero también desaparecían a veces magos y brujas por culpa de muggles, no era algo tan intencional, tan...calculado. Casi cincuenta desapariciones en un par de años para el ritmo que llevábamos...y sigue subiendo y James dice que ese muchacho vive solo con un hombre muggle que muchas veces ni siquiera está en casa. Es demasiado riesgoso. No podré dormir tranquila si se va en unos días de regreso a su casa. Al menos su otra amiga tiene una familia de más personas y más contacto con la gente muggle, la gente muggle podría buscarla si le pasa algo, pero a Severus...

Severus decidió que no quería escuchar nada más. Dio unos pasos fuertes para alertar de su presencia como si se estuviese acercando apenas y entró a la cocina.

La señora Potter estaba preparando café de forma manual, probablemente para liberar tensión, y su esposo se apoyaba contra una de las encimeras. Severus les dijo de la caja de bocadillos, Euphemia señaló dónde estaba y él fue a recogerla.

Oyó un leve carraspeo de la señora Potter y fingió no notarlo.

—Eh...—Fleamont titubeó, haciendo que Severus se detuviese en medio de la cocina con la caja de bocadillos entre los brazos—. James nos dijo que fuiste de asistente a revisar unas runas antiguas durante el Yule.

Severus asintió.

—No quiero sonar como un señor sangrepura irritante...

—Definitivamente no queremos sonar así —interrumpió la bruja—, para nada pensamos así-

—...pero es más difícil en esta época conseguir un puesto en el mundo mágico si no eres sangrepura —siguió Fleamont, intentando elegir las palabras con mucho cuidado— y se espera que un mestizo o un hijo de muggles comience a acercarse a las carreras o puestos de trabajo desde antes si quiere permanecer en el mundo mágico después de su graduación...haber ido de asistente a algo así es muy bueno si quieres dedicarte a estudiar o trabajar del tema de las runas. Si te interesa otra área, te recomendaría seguir buscando esas oportunidades en los años que te quedan en Hogwarts.

Severus ya lo había pensado. Para alguien que no vivía en el centro del mundo mágico como un sangrepura, las opciones eran prepararse un camino estando en el colegio, donde tenía contacto constante con gente con magia, o graduarse y esperar lo mejor acudiendo al Callejón Diagón, Hogsmeade o el mismo Hogwarts. Las familias mágicas sabían cómo y dónde conseguir orientación y oportunidades porque se movían en ese mundo a diario. El resto ni siquiera sabían qué carreras tenían disponibles o qué se necesitaba para ingresar a una.

Después de unos momentos de silencio, decidió hacer una pequeña apuesta. Un simple comentario.

—Me gustan las pociones. Todo sobre hacerlas y probarlas, pero también...mejorar recetas y...cambiar algunas cosas.

Euphemia y Fleamont intercambiaron miradas. El mago se adelantó murmurando algo, atrajo pergamino y una pluma con magia y comenzó a escribir apoyado en una superficie invisible en el aire.

—Hagamos algo —le propuso a Severus—. Te daré esta receta, estudiala, mira si la entiendes, mejórala, lo que tú quieras, otros ingredientes, otros métodos de cocción, lo que sea, y después me la entregas.

—Si te gustan las pociones, lo mejor que puedes hacer es impresionar a los viejos pocionistas sabelotodos y a las pocionistas que actúan como ermitañas —explicó Euphemia con emoción, viendo lo que su esposo escribía— y esa es la gente con la que Monti se reúne cada vez que va a jugar cartas. Es uno de los pocos momentos en que la mayoría deja sus laboratorios.

Severus no estaba seguro de cómo agradecer cuando recibió el pergamino de la mano el mago. No creía que un simple gracias fuese suficiente, pero sacó uno en un susurro de todos modos, antes de prácticamente huir de regreso al cuarto de James.

No conocía la poción en el pergamino, aunque se hacía una idea del uso por sus ingredientes. Estaba seguro de que unos cuantos intentos en un laboratorio y tendría algo bueno para mostrarle.

Cuando volvió al cuarto, ya todo estaba acomodado. James y Sirius se encontraban sentados en la cama de James y Regulus continuaba leyendo con su crup, sólo que ahora al otro lado del cuarto. Bezoar que se había echado junto al otro crup y parecían dos bolas de pelo al lado de él.

Severus cerró la puerta detrás de sí, puso la caja de bocadillos en el suelo, dejó que James los repartiera y se sentó en el colchón disponible. Sirius estaba colocando alguna canción de Queen de fondo, probablemente en caso de que Fleamont o Euphemia caminasen por el pasillo, así escucharían la música que no terminaban de entender y no sus voces. Esto debía ser serio.

—Sapos de menta...

Sirius le robó la caja antes de que pudiese terminar de decir lo que eran, murmurando sobre lo gracioso que era cuando empezaban a saltar en su estómago. James se guardó un par de ranas de chocolate para revisar sus cromos. Le pasó varias varitas de regaliz a Regulus y un par a Severus y terminó colocando las grageas de todos los sabores en un envase en el centro para que fuesen agarrando.

Los dos Slytherin intercambiaron miradas. Tenían una sospecha de que lo que venía sería problemático. Regulus incluso cerró su libro.

—Bueno...—James hizo una pausa para comer grageas con la obvia intención de retrasar el comienzo de esta plática.

—A James le gusta Lily —Sirius lo soltó mientras devoraba un sapo de menta.

James le dio un manotazo.

—Te dije que yo le iba a decir-

—Te tardaste. Ya ibas a empezar a hablar de su cabello y el lunar de su cuello y cómo pronuncia la e de Potter así como cuando me lo dijiste a mí...—Sirius rodó los ojos.

Regulus se desentendió, dándole a Severus una mirada muy clara de te toca a ti lidiar con esto, y regresó a su libro.

Severus soltó un suspiro y agradeció tener varitas de regaliz porque las necesitaría.

—Bien, Lily...—Su voz hizo que los dos Gryffindor lo volviesen a ver—. ¿Y para eso me sacaste de mi casa?

—No es como si tú quisieras pasar las vacaciones en esa casa —justificó Sirius, restándole importancia.

James se aclaró la garganta y se enderezó. Tenía un leve rubor en el rostro.

—Y estaba pensando...que tú eres como el Sirius de su James.

Severus arqueó las cejas y siguió masticando despacio la vara de regaliz. Sirius se quedó callado. Incluso Regulus miró con el ceño algo fruncido.

James volvió a carraspear.

—Hablo de que eres su mejor amigo —Intentó explicarse entre balbuceos— y como somos amigos...porque somos amigos, ¿verdad?

—Meh —Severus se encogió de hombros.

Sirius le arrojó una almohada a la cabeza, pero él se movió y le cayó a un confundido crup, por lo que Regulus se la regresó a su hermano. Sí le dio a Sirius y lo tiró sobre James.

—Prongs, ¡quítale los dulces! ¡Sin dulces para alguien que niega la amistad! ¡Vamos a regresarlo!

Severus tenía esa sonrisita de cuando se estaba burlando de ellos y James sólo sacudió la cabeza.

—Lo que intento decir...¿crees que...—James gesticuló mucho con las manos mientras buscaba las palabras— podrías...ayudarme a llamar su atención?

—Tú debes saber quién le ha gustado a Jo —señaló Sirius, sosteniendo la almohada usada como arma sobre su regazo en caso de que volviese a ser necesaria—, dinos.

Severus adoptó una expresión desagradable.

—No sé de nadie que le haya gustado —mintió descaradamente.

—Sí sabe —Regulus habló en tono tan bajo que casi no se escuchó por la música de fondo—, sólo no quiere que juzguen los gustos cuestionables de Evans.

Recibió una mirada de reprimenda del otro y sólo sonrió un poco sin quitar la vista de su libro, por lo que tampoco sabían cómo notaba la mirada que le estaba echando.

Sirius intentó amenazar a Severus con la almohada en alto para que hablase y él decidió tomar algunas grageas mientras pensaba.

—Por favor —James lucía lamentable formando pucheros.

Severus le frunció el ceño.

—¿Y qué se supone que vas a hacer si llamas su atención?

James se sonrojó más y pareció atragantarse con la gragea que tenía en la boca. Sirius le dio unas palmaditas en la espalda.

—Pues salir con ella, ¿no? ¿Vas a salir con ella, prongs? ¿A Hogsmeade tal vez?

Mientras James asentía y tosía, Regulus le habló en voz más baja a Severus:

—Los sangrepuras son muy raros cuando les gusta alguien. Están los sangrepuras que nunca llegan a una relación serias, seguramente porque ya su familia los comprometió sin preguntarles desde pequeños, y los sangrepuras que se enamoran a los doce años y están planeando la boda para cuando tengan diecinueve o veinte...

Como él sólo arqueó las cejas, Regulus se vio obligado a explicar que ese profundo conocimiento en las relaciones sangrepuras provenía de su prima Narcissa, cuyo prometido pertenecía al segundo grupo.

—¿Y tú eres de los que estará comprometido con alguien más mientras sale con ella o de los que se va a querer casar? —Severus le preguntó en voz alta a un James que volvió a ahogarse con una gragea.

—Lo vas a matar —advirtió Sirius, de nuevo dándole palmaditas en la espalda a su mejor amigo.

—Yo no estoy comprometido desde pequeño, no lo estoy —le juró James a Severus, medio tosiendo, medio agitando las manos—, los Potter se comprometen después de los diecisiete- yo no-

—Es verdad —Regulus asintió, intentando ayudar un poco antes de que su hermano se quedase sin mejor amigo por los nervios—, la familia Potter está en una lista de familias tardías por ese tipo de cosas. Siempre han sido gente más relajada, no planean bodas hasta que ya terminen sus estudios en Hogwarts al menos.

—Eso no suena tardío, suena normal —Severus frunció el ceño y se cruzó de brazos.

—Yo de verdad- de verdad no tengo...no tengo malas intenciones —murmuró James, encogiéndose un poco—. Sólo...hm...¿ir por cervezas de mantequilla? Ella podría recogerse el cabello si vamos un día que hace calor y se ve muy bonita cuando se recoge el cabello porque-

Severus lo detuvo con un gesto y Sirius, entendiendo la seña, le dio un almohadazo en la cara a James para que parase sus balbuceos enamorados.

—No sé cómo esperas que te ayude pero...ya qué...

James se enderezó de nuevo, emocionado.

—¿Cómo era la persona que le gustaba antes?

Severus intercambió una mirada con Regulus.

—Muy listo —mencionó Regulus— y no de buen carácter, así que seguramente ella no sea muy exigente con eso...su falta de exigencia es una ventaja para ti.

—¿Tú cómo sabes quién le gustaba? —preguntó Sirius, ceñudo—. Yo nunca supe que le gustara alguien.

—Yo sí presto atención a las personas de mi alrededor...

—¡Yo también presto mucha atención!

—Sólo a Remus y James, Sirius.

No llegaron a ninguna conclusión sobre cómo llamar la atención de Lily sobre James, pero se terminaron la caja de bocadillos antes de quedarse dormidos en posiciones antinaturales que harían que Euphemia los moviese con magia cuando fuese a dar un vistazo por la mañana.

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