4.36
Sirius se sentía el peor hermano del mundo porque se estaba divirtiendo.
Regulus le estaba escribiendo a diario para contarle sobre los aburridos eventos de Yule sangrepura a los que lo estaban llevando en un perfecto traje hecho a la medida y los libros que se leía cuando no tenía que fingir nada para contentar a Walburga Black. Después de los primeros reclamos y de ver que todo lo que le escribía sonaba a vacaciones aburridas pero no peligrosas, Sirius esperaba el búho que dejaba la carta en la mañana con mucha atención, inmóvil en el comedor. Ni siquiera tocaba su desayuno hasta tener la carta en las manos y la leía mientras comía.
Una vez que confirmaba que su hermanito seguía bien, guardaba la carta. Y ahí comenzaba su día.
James parecía haber decidido que necesitaban distraer a Sirius para que no tuviese un colapso porque Regulus se le escapó.
Eso significaba que se pasaron gran parte de los días de la luna creciente corriendo por Hogwarts. Sólo James, Peter, Remus y él. De vez en cuando, mientras James y Sirius competían deslizándose por pasillos convertidos en áreas resbaladizas sobre las que se podía patinar, el fénix de Dumbledore volaba por encima de ellos. O el profesor Grindelwald los encontraba divididos en parejas y usando dos botes que Hagrid les prestó en el Lago Negro, sólo para conseguir un vistazo de cerca del calamar gigante, que luego volcaría los botes, algo a lo que el profesor reaccionaría haciendo como si no hubiese visto nada para irse y dejar a sus cuatro estudiantes riéndose en el agua.
James perdió en un juego de Quidditch y Sirius y Peter lo colgaron de las velas flotantes del comedor durante una de las cenas, por lo que Dumbledore se paró debajo y le habló desde ahí durante un rato. Parecía haberse rendido con intentar que se mantuviesen quietos después del incidente con los árboles del año pasado.
Pero el siguiente juego lo perdió Sirius y tuvo que acompañar a Hagrid a limpiar el excremento de su araña gigante secreta de la que los cuatro sabían. Y Dumbledore. Y Grindelwald. Y la profesora Leonelli...
La verdad era que no pensaba demasiado en Regulus hasta la noche o la mañana siguiente. Y entonces sentía que era un mal hermano y se ponía a escribir una carta para él.
Cuando comenzó la luna llena, aprovechando que no tenían que asistir a ninguna clase, Sirius no abandonó la Casa de los Gritos más allá de cuando era extremadamente necesario. Permanecer en la forma animaga ayudaba a que el licántropo parase de arrojarse contra las paredes o tirar de las cadenas como si quisiera romperlas. Todavía había momentos en que parecía que podría atacarlo, pero los sonidos de aullidos y ladridos lo regresaban a ese estado que no era consciencia y a la vez era lo más cercano que podía adquirir durante esas noches.
Grindelwald vigiló sus paseos nocturnos delimitando el espacio del bosque con magia y cuidó que pudiesen regresar a tiempo para que Remus no acabase medio transformado en el bosque o en el pasaje de la casa. Tampoco decía nada viendo a James, Sirius y Peter correr de aquí para allá con comida.
Después de la última luna llena, cuando Peter comenzó a hacer ruido pisando las viejas tablas de la casa para ir hacia la ventana y abrirla, Sirius despertó tendido en alguna parte del suelo de madera con una mano cerrada alrededor de una cadena cubierta de sangre seca. Remus seguía dormido a un lado con nuevas heridas y James estaba un poco más allá, envuelto en una alfombra como si fuese una cobija. Sirius notó que Remus y él tenían encima la capa que le había visto a James el día anterior.
Sirius se levantó y Remus se despertó casi de inmediato, por lo que comenzó a tratar sus heridas con el kit de primeros auxilios que la enfermera les preparaba cada mes. Desayunaron en cuanto James también estuvo despierto, los cuatro sentados alrededor de una alfombra vieja en el otro cuarto de la casa, y fue cuando se dio cuenta de que no le había respondido ni una carta a Regulus desde el inicio de la luna llena.
El resto de sus planes para las vacaciones tendrían que esperar que Sirius le escribiese a su hermano hablándole de estos días y que Remus se sintiese lo suficientemente recuperado como para empezar a andar con el bastón y volver al castillo juntos.
—0—
Mientras tanto, en Inglaterra, Regulus se observaba en el espejo de su vestidor con una expresión demasiado seria para alguien tan joven y un traje gris hecho a la medida que pretendía combinar con sus ojos y dar una impresión de "mira, no soy un mocoso, uso un traje gris aburrido como los magos adultos".
Wezen, de pie a su lado, dejó de mover la cola bífida después de notar que Regulus no estaba respondiéndole con una mirada y una sonrisa. Intentó meter la cabeza bajo su mano, pero recibió una palmadita y una indicación de no dejarle pelo en el traje como si el crup pudiese controlar eso.
Tras unos segundos de un crup viéndolo de esa manera que le hacía pensar que le decía un "no entiendo a las personas", Regulus escuchó la voz de Kreacher desde afuera del vestidor.
—Puedes pasar, Kreacher —murmuró, haciendo lo que podía por regresar a la expresión seria.
El elfo se apareció dentro del vestidor en lugar de atravesar la puerta y comenzó a arreglar imperfecciones en el traje de Regulus. Imperfecciones que según él no existían, pero sabía que sólo no quería llevarse una paliza o quemadura de Walburga o que se fuesen al evento y dejasen a Regulus encerrado en algún rincón de la casa.
Luego de asegurarse de que estaba vestido de forma apropiada para los tediosos estándares sangrepuras, Kreacher miró al crup de reojo con una expresión que le dejó en claro a Regulus que no pensaba permitir que el animal saliese del cuarto ese día porque no había manera de que pudiese llevárselo a la reunión.
Tenía algo de razón porque Regulus se agachó para explicarle al crup dónde quedarse durante su ausencia y el traje terminó tan lleno de pelo que el elfo tuvo que acomodarlo con magia. Un malhumorado Kreacher lo alentó a salir de ahí antes de que se repitiese y Regulus casi se olvidó de que era mejor para él no reírse mientras tuviese que asistir a un evento sangrepura.
Consiguió volver a la expresión tranquila y seria y esperó junto a la entrada a que su madre se acercase bien vestida y ataviada con joyas familiares que pensaba presumir delante de las demás brujas y algún que otro mago que envidiaba la fortuna Black. Su padre, en cambio, venía caminando detrás de ella con actitud de que no tenía muchas ganas de abandonar su oficina y la corbata mal arreglada que Kreacher acomodó con un chasquido de dedos y un despliegue de magia que no molestara al "amo".
La reunión de ese día debía ser un evento de agradecimiento y conexión entre las familias autoproclamadas como de la sangre más pura de Gran Bretaña.
Y las reuniones con sangrepuras nunca eran lo que prometían que serían.
Esa no sería tan diferente.
—0—
Regulus entró detrás de su padre y no tardó en localizar a su tío Cygnus, sentado muy recto e imponente junto a su prima Narcissa, que parecía una Veela con el cabello recogido con adornos de narcisos y un largo vestido blanco.
Le preguntó a su madre si podía ir a saludarla, y después de una mirada muy dura de "no lo arruines", Walburga accedió. Esto le dio a Regulus la oportunidad de alejarse de ella y avanzar a través de la multitud.
Su tío no era precisamente encantador, pero estaba casi por completo sordo tras un duelo de magia que salió muy mal y prefería observar a la gente y analizar comportamientos en lugar de hablar con un mago joven de su familia, por lo que respondió al saludo de Regulus y continuó fijándose en el resto de gente de la sala, casi ignorándolo por completo.
Su prima sí que le hizo un espacio en el incómodo banco de madera tallada que ocupaban.
—¿Cómo te está yendo en Hogwarts? —le preguntó en un susurro, ya que no podía darse el lujo de atraer demasiada atención mientras no fuese sobre temas muy específicos como la fortuna de su familia, su belleza, sus talentos o su compromiso con Lucius Malfoy. Todo lo demás era mejor mantenerlo por debajo de la mesa.
Incluso hablar con uno de sus familiares menores podía ser un desastre si al resto de sangrepuras no les parecía que estuviese dando una impresión lo bastante apropiada. Fuese lo que fuese eso.
—Me va bien —Regulus también mantuvo el tono bajo.
—¿Las clases?
—Sobresaliente en todas.
—¿Amistades?
Regulus movió la cabeza en un gesto de más o menos.
—No muy...convencionales.
—¿Pero sangrepuras? —Ella arqueó las cejas y bajó incluso más la voz.
—Mayormente.
Narcissa se llevó una mano al pecho y dio un vistazo alrededor, deteniéndose un momento extra en su padre sólo para asegurarse de que no había escuchado eso.
—¿No hay sangrepuras decentes en tu año?
—Son un poco idiotas superficiales —confesó Regulus.
Ella asintió lentamente con una expresión más comprensiva.
—¿Una novia? —Intentó molestarlo, poniendo una sonrisita, porque podía ser la bruja más refinada en el salón, pero seguía siendo su prima mayor.
Regulus le frunció el ceño.
—Acabo de cumplir catorce, Cissy.
—A los catorce ya yo estaba con Lucius...—Ella se encogió un poco—. Sólo quería saber. Si en algún momento quisieras...
—Catorce —repitió él, negando de forma disimulada.
¿Quién andaba pensando en chicas en tercer año?
Narcissa se cubrió la boca con la mano para soltar una risita. Parecía la protagonista de algún cuadro en óleo cuando lo hacía. No quería imaginar la cantidad de veces que su madre le hizo practicar ese tipo de gestos.
—Sólo decía que si en algún momento quieres salir con alguien y quieres consejos, puedes escribirme.
Regulus decidió desviar el tema hacia lo único que la podía distraer.
—Felicidades por tu compromiso con Malfoy —susurró.
Esto le sacó una sonrisa más genuina que ya no era para esta gente sangrepura y sus montajes. Le dio una mirada de "sé lo que estás haciendo" pero aceptó el cambio de tema.
—Gracias, Reggie —Ella dio otro vistazo alrededor y volvió a fijarse en él—. La tía Walburga y el padre de Lucius no dejan de presionar diciendo que cuánto antes mejor como si les preocupara que nos fuésemos a arrepentir. Pero Lucius es muy...tradicional en ese aspecto...
Regulus arqueó las cejas.
—¿Está haciendo el cortejo sangrepura?
Ella asintió.
—Pero son pareja desde hace años.
Narcissa se encogió un poco de hombros. O más bien, movió un solo hombro de una manera muy elegante y practicada que no cambiaba la posición de su vestido.
—Su padre hizo el cortejo completo de seis meses con su madre. Obviamente porque fue un matrimonio arreglado y sólo se conocieron cuando comenzó el cortejo, la boda fue planeada durante esos seis meses, pero supongo que a Lucius se le quedó la idea...dijo que era una señal de respeto hacia su futura esposa —Ella sonrió de nuevo. No parecía que se hubiese opuesto demasiado a la idea.
El cortejo del que hablaba incluía una lista enorme de condiciones, regalos y preparaciones, por lo que Regulus sólo respondió con un:
—Deben ser regalos muy caros para dejar en alto a la familia Malfoy...considerando que tienen menos dinero.
Narcissa emitió un sonidito indignado y Regulus apretó los labios para no burlarse de ella y su intento por defender a su novio murmurando acerca de la fortuna Malfoy y su increíble reputación.
Alguien se acercó para felicitarla por el compromiso, así que tuvieron que callarse y regresar a la fachada de perfección durante unos momentos.
Si Regulus estaba aburrido ahí sentado, no se podía imaginar cómo estaría Narcissa. La parte de la pareja que pertenecía a la familia con mayor estatus y fortuna era quien hacía el compromiso de conocimiento público para el resto de sangrepuras. Eso significaba que a quien más felicitaban era a ella y con quién más hablaban acerca del compromiso, los protocolos o los eventos era ella.
Al lado de eso, el cortejo complicado de Lucius Malfoy casi podía ser una disculpa porque la familia Malfoy tuviese una o dos bóvedas menos llenas de oro y fuese ella a quien tuviesen que molestar más.
Cuando volvieron a quedarse a solas (con su tío frunciéndole el ceño a la gente mientras seguía ignorándoles), Narcissa se inclinó un poco hacia él y le habló en susurros rápidos.
—Él le mandó una carta al padre de Lucius antes de que anunciáramos el compromiso para intentar convencerle de que a Lucius le iría mejor casándose con su hija que conmigo. Y aun así, vino a felicitarme.
—¿Cómo le iría mejor con una Bulstrode que con una Black?
Narcissa asintió como si su primo hubiese hecho el comentario más razonable entre todo lo que había oído a lo largo de esa reunión.
—Quiso alegar que la familia Black tenía un gen de "locura", que yo podía ser tan salvaje como Bella, y después empezó a hablar de úteros y de la fertilidad Bulstrode...era una carta muy desagradable metiéndose con la reputación Black.
—¿No es la familia Bulstrode la que tiene reputación de infiel?
Regulus estaba en lo que Kreacher llamaba "modo sangrepura familiar". Era cuando desde lejos se veía exactamente como su madre quería que se viese, y más cerca, como estaba con alguien con quien podía hablar, empezaba a hacer comentarios acerca de toda la gente sangrepura que podía.
Era uno de sus pocos entretenimientos en estas situaciones. No podías pasarte horas en un salón con decoración excesiva de colores neutros y gente usando la ropa más elegante e incómoda posible si no encontrabas una manera de pasar el tiempo.
Además casi todo el mundo lo hacía en eventos así.
—Siempre que veo a su hijo lo recuerdo, no se le parece en nada —aceptó Narcissa.
—Tampoco se parece a ella.
—Pero sí se parece a ese otro mago que...
Era un poco obvio que Narcissa también apreciaba tener a alguien con quien distraerse sin llamar la atención.
—...como el señor Rosier yendo de aquí para allá y de vuelta al Wizengamot...
—¿No lo sacaron del Wizengamot hace poco?
—Sobornó al Ministro, ¿no sabías? De repente Rosier estaba de vuelta en el Ministerio y el Ministro tenía una casa de verano en Italia.
—Al menos hubiesen sido discretos...
—...pero la señora Crouch le respondió que todavía no se sentía cómoda comprometiendo a su hijo, considerando que apenas está en quinto año...—Narcissa pasó a hablarle de otra familia.
—Debe ser que Caspar la convenció porque está saliendo con una Ravenclaw —comentó Regulus.
—¿De qué familia?
—Jones.
Ella se llevó una mano al pecho y soltó un sonidito de sorpresa.
—¿Jones de Inglaterra o Jones de Estados Unidos?
—La estadounidense.
—Sólo Merlín puede salvar a Caspar ahora...
—No he visto que sea una mala chica.
—No por la chica, por su padre. ¿Conoces a los magos estadounidenses? —Ella fingió un escalofrío—. Son groseros, brutos, necesitan leyes para no cometer actos que atentan contra el sentido común...
—¿Como qué?
—Como no usar magia en guerras muggles. ¿A quién se le ocurriría hacer eso? ¿No les hablan de la Edad Oscura de la magia en su colegio?
—...pero dicen que el squib es hijo suyo —le contaba Narcissa, hablando de un mago que estaba a unos metros y que podían ver desde su posición.
—No creo que la familia Cattermole haya tenido squibs antes...
—No que se sepa, pero entre ser infiel y serlo con una...no sangrepura, no puedes sorprenderte si tienes un hijo squib. La magia ya salta y aparece y desaparece en el linaje de la madre, ¿qué te dice que no va a desaparecer en el hijo de nuevo?
—¿Y qué piensa la esposa de eso?
—La escuché diciendo que son sólo rumores y que no puede dudar de la fidelidad y devoción de su marido pero...
Volvieron al silencio tranquilo cuando otro mago se acercó a felicitar a Narcissa. Este iba adelante de su esposa, que estaba sosteniendo el brazo de su hijo adolescente.
Mientras Narcissa respondía de la forma más encantadora y educada de su repertorio, Regulus observaba de reojo al hijo de la pareja y Caspar Crouch le regresaba la mirada con una sonrisita burlona.
Apenas terminaron su charla protocolaria, Regulus le dijo a Narcissa que regresaba en un momento y se levantó para seguirles. Caspar lo notó, soltó a su madre delicadamente para que fuese con su padre y se movió hacia uno de los lados de la habitación para no estorbar.
—¿Qué pasa, enano? —le preguntó, pero como estaban en un ambiente mucho más formal, al menos no le dio la palmadita en la cabeza que siempre venía con el campo de Quidditch.
—¿A qué eventos vas a ir por el resto del Yule?
Crouch arqueó las cejas.
—Eso suena a una pregunta que harían mi madre o mi novia —se burló.
—¿Recuerdas que estabas molestando a Pettigrew?
—Recuerdo que le pedí un favor, sí —Crouch asintió.
—¿Los caballeros ya recibieron el pedido que le hiciste a Severus?
Notó que él empezaba a fruncir el ceño.
—No todo, sólo una parte.
Por su tono, comenzaba a sospechar.
—Una parte con pociones que inmovilizan, ¿no?
—Di lo que quieras decir, Black —Crouch habló entre dientes mientras respondía con un gesto al saludo de un mago desde el otro lado del salón.
—Llévame a la reunión que harán por el Yule.
—No vamos a-
—Son sangrepuras, obviamente harán una reunión por Yule. Como todas las organizaciones sangrepuras —Regulus lo interrumpió con lo que esperaba que fuese su mejor tono de "no me trates como idiota".
Crouch se limitó a observarlo en silencio durante unos segundos antes de sonreír y asentir.
—Bien, bien. Sí hay una reunión, sí voy a ir. No te voy a llevar —aclaró cuando Regulus iba a preguntarlo—. Estás muy pequeño. Hay una norma de edad mínima.
—Y a ti te importan tanto las reglas...
—Si te llevo a ti, tendría que llevar a Barty también. Tal vez tú te puedas comportar como un señor de ochenta años en una reunión con personas mayores que tú, pero él no sabe hacer eso. Espera a que sean un poco mayores y yo iré a buscarte cuando haya una reunión en Hogwarts o en Hogsmeade, ¿de acuerdo?
Regulus frunció el ceño.
—¿Qué tan mayores?
—El más joven tuvo catorce-
—Como yo.
—Pero estaba en cuarto año —señaló él, despacio— y el nivel mágico era diferente al de un estudiante de tercero. Además vino invitado por alguien importante del grupo. Lo normal sería quince años para empezar.
Regulus resopló.
—Espera al menos hasta cuarto año —continuó diciendo Crouch, ahora en tono divertido—, nuestras reuniones no son tan emocionantes como tú crees, pero entiendo, Barty también está algo desesperado por entrar. Mientras esperas, habla con tu prima, la mayor, la que se acaba de comprometer con el Lestrange-
—¿Bellatrix?
El Slytherin mayor asintió.
—¿Qué tiene que ver Bella? —Regulus pareció un poco confundido.
—Tú sólo háblale, ella sabe muchas cosas —Crouch le restó importancia con un gesto y dio por terminado el tema allí.
Al ver que no conseguiría nada más, un resignado Regulus intentó regresar con su prima, sólo para ser atrapado a medio camino por Walburga Black, que decidió que era momento de hacer su ronda por el salón presumiendo a su perfecto hijo y haciéndolo darle la mano a un montón de gente que él no quería cerca.
Las cartas de Sirius fueron mucho más divertidas que las suyas durante lo que quedaba de las vacaciones.
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