3.26
No hubo una tormenta eléctrica apropiada hasta abril. Lo más similar fueron algunas ocasiones de lluvias fuertes mientras estaban en clases o dormían y no bastaban.
Ese día había llovido desde la madrugada y los truenos le daban un aire tétrico al castillo cada vez que sonaban con fuerza y la luz se veía a través de los ventanales.
James y Sirius intercambiaron miradas serias durante la clase de Estudios Muggles. Estuvieron tan callados que la profesora no pudo evitar verlos de reojo varias veces, preguntándose en qué momento comenzarían a hacer preguntas sobre los electrodomésticos que tenían como muestras y cuándo comenzarían a jugar con los modelos de aviones a escala. No serían ellos si no hacían nada de eso en medio de la clase.
Pero no lo hicieron.
En cuanto terminaron, recogieron sus pertenencias tan rápido como podían, le hicieron una seña a Peter para que los siguiera y los tres se reunieron en el pasillo.
—Ve a reunir al resto —James le dio una palmadita en el hombro a Peter al indicarle esto. Luego se fijó en Sirius—. Tú...
—Asalto la cocina —Sirius asintió de inmediato, tendiéndole la mano.
James le pasó la capa de invisibilidad.
—Y la enfermería.
Necesitarían comida si se iban a saltar la cena y medicinas en caso de que hubiese cualquier problema con la transformación. Incluso si todo salía bien, los libros decían que era normal sentir mareos o náuseas.
—Yo voy por las pociones y nos vemos en el túnel detrás del retrato del caballero de armadura dorada que se bate con el caballero oscuro.
Corrieron en direcciones opuestas después de esto. James temía que no pudiesen aprovechar la tormenta, pero los truenos sonaban cada vez más fuertes y cerca entre sí, por lo que dudaba que se fuese a calmar pronto.
Escuchó a un profesor mencionar que no podían dejar que nadie saliese del castillo en estas condiciones y casi se burló de la idea.
Después de pasar por la Torre, y cuando creyó que no necesitaba ir por nada más, corrió hacia el punto de reunión. Casi chocó con el profesor Grindelwald en el trayecto.
—¡Cuidado! —advirtió el profesor.
James ralentizó el paso antes de doblar en la esquina. Jadeaba por aire y sostenía la tela con los frascos contra el pecho. Los lentes se le resbalaron un poco por la nariz mientras se movía de un lado al otro.
—¿Con qué? —titubeó.
El profesor sólo agitó una mano.
—Con los truenos, claro. Y el agua. ¿No es mucha lluvia...?
Esto hizo que James regresara a la torre para agarrar también un par de mantas y anotar el encantamiento que formaba paraguas invisibles desde la varita.
Cuando al fin empujó el retrato y se metió al túnel, el resto ya estaba ahí y a él le faltaba el aliento.
—¿Por qué te tardaste? —Sirius se balanceaba sobre los pies, incapaz de quedarse quieto—. ¿Qué traes? A ver, dame...
Se repartieron las cosas mientras avanzaban a través del túnel. Pandora y Severus iban adelante con el lumos de las varitas encendido en alto.
—¿Qué animal creen que sea...?
Sirius no había terminado de preguntar cuando Regulus, Lily, Severus y James respondieron casi a la vez:
—Perro.
—Ya hemos hablado de esto —James soltó una risita—, no vamos a cambiar de parecer, Sirius.
—Eres un perro en un cuerpo humano —aseguró Regulus.
—Bueno —Sirius apretó los labios durante unos segundos—. ¿Y qué animal creen que sea James?
Este túnel les dejaba en el invernadero, por lo que se encontraban más cerca del Bosque Prohibido. Utilizaron el encantamiento del paraguas y caminaron en parejas hacia la parte del bosque por la que no pasaba el cadáver de la profesora Leonelli, lejos de la cabaña de Hagrid.
—Me hubiese gustado traer a Wezen —lamentó Regulus.
Uno de los libros también indicaba que era necesario presentarte en forma animal a tus mascotas si no querías asustarlas, así se acostumbraban a tu otra forma. Pero una tormenta eléctrica no era la ocasión perfecta, mucho menos sin saber si resultaría bien y qué animales saldrían.
Cuando encontraron una zona despejada en medio de un conjunto de árboles, James se paró, colocó los bolsos y sacos en el suelo y respiró profundo. Lily y Remus estaban extendiendo el encantamiento sombrilla sobre la zona donde estaban sus pertenencias, pero para usar la poción tendrían que estar bajo la lluvia.
James y Sirius permanecieron bajo la lluvia desde el principio. Sus túnicas no tardaron en estar escurriendo, el cabello de Sirius se empezó a alisar bajo el peso del agua y James se tuvo que quitar los lentes porque no veía nada con los cristales empapados.
—Oye, Sirius —La voz de James fue bastante suave. Buscó el brazo de Sirius y le dio un apretón—, si de casualidad mi cuerpo no quiere aceptar la poción o quedo mitad animal y mitad persona...
—Eso no va a pasar —replicó Sirius en tono severo.
—Pero si llegase a pasar, le dices a mi mamá y mi papá que fue mi idea, ¿sí?
—Pero-
—Sólo diles eso —James sacudió un poco el brazo de Sirius para que no discutiese con él.
—Si el cuerpo de Sirius queda mitad animal, va a espantar a nuestra madre y a decirle a toda la comunidad mágica que la familia Black no es sangrepura —mencionó Regulus, saliendo del área protegida por el encantamiento. Pronto su cabello atravesó el mismo proceso que el de Sirius, cayéndole sobre el rostro.
Sirius se rió. Pasó un brazo sobre los hombros de James y otro sobre los de Regulus.
—Eso sería divertido, pero por mucho que quiera molestar a esa vieja bruja...—Sirius bajó la voz—. Sólo espero que los animales que aparezcan puedan acompañar a Rem. Y para eso seguramente tengan que ser animales grandes y fuertes, ¿no?
—Remus ya está agradecido y feliz por todo —le recordó James—, no te preocupes tanto. Él sabe que lo vamos a acompañar incluso si somos palomas.
Sirius asintió lentamente.
—Sería interesante ver a un hombre lobo perseguido por un grupo de palomas —comentó Regulus.
Esto los hizo reírse.
Poco a poco el resto se les unió bajo la lluvia. Sólo Remus permaneció dentro del área cubierta por el encantamiento, sosteniendo la tela que envolvía las pociones medicinales. Sus ojos no paraban de recorrerles como si no quisiera perderse ni un segundo en caso de tener que lanzarse hacia la lluvia para ayudar a alguien.
Como Pandora era la mayor, James le pidió que liderara el proceso. También porque tenía la forma de hablar más tranquila y eso era lo que necesitaban: un poco de calma.
Al final no eran más que unos niños, una niña y una adolescente siguiendo un proceso mágico complejo sin supervisión.
—¡Espero que alguien aquí sea una criatura mágica! —Pandora les mostró una sonrisa enorme y brillante, a pesar de estar por completo empapada y de los fuertes truenos que les hacían dar saltos cada poco tiempo—. Recuerden que Remus nos está viendo. Pueden pedirle ayuda si tienen problemas para moverse o se marean. Pueden agarrar a quien tengan más cerca si les da miedo.
Después de las indicaciones finales y de colocarse de manera que tuviesen algo de espacio para la transformación, James hizo la cuenta regresiva. Todos los frascos se encontraban en alto y bajaron casi al mismo tiempo.
James no podría explicar el proceso de transformación cuando se lo preguntaran años más tarde. La próxima persona en revisarlo asumiría que el dolor no fue insoportable porque era tan joven que su cuerpo seguía adaptándose y esto fue otra adaptación.
Él sí recordaba que dolió. Sobre todo en el pecho. Recordaba haber pensado que le dejó de latir el corazón y eso fue aterrador y empezó a mover el brazo para tantear el aire en busca de Sirius.
También tenía un vago recuerdo sobre el pelaje. La primera transformación era la más lenta y fue extraño tener una visión borrosa de sus brazos llenándose de ese pelo marrón y los dedos juntándose.
Pensó que era más bajo en esta forma.
No había nada más en su memoria hasta que estaba parpadeando y Remus le hablaba pero a él le costaba entenderlo.
Remus le tocó la cabeza y James poco a poco recobró la consciencia por completo. Notó que Remus estaba empapado ahora y que empezó a sonreír al darse cuenta de que estaba bien.
—¿Me entiendes?
James movió la cabeza. A él le pareció que en un asentimiento, pero era difícil decirlo. Algo sobre la cabeza le pesaba.
Remus siguió tocando su cabeza.
—¿Te puedes parar?
¿No estaba parado?
James intentó coordinar la parte inferior del cuerpo para levantarse pero algo falló y se cayó. Estaba muy confundido.
Oyó la risita de Lily.
—Es un Bambi...
Ella estaba en forma humana. Vio sus brazos acercarse y le pareció que lo ayudaba porque fue más fácil mantenerse de pie esa vez.
James quería hacer preguntas y le frustraba no poder hablar en ese estado.
Remus limpió el espejo que tenía y lo giró para que James pudiese verse.
Era un...
Eso era un ciervo, ¿no?
Sí, la sensación rara sobre su cabeza eran unos cuernos en crecimiento. Nada como la cornamenta imponente de los ciervos que él había visto antes.
Esperaba que no fuesen a ser así para siempre.
Lily lo hizo girar la cabeza.
—¿Puedes intentar volver a la forma humana? Aquí estamos probando transformar y destransformar. Eres el único que seguía durmiendo...
James volvió a mover la cabeza y pensó en regresar a su forma humana.
No tenía idea de cómo.
—Prueba sentir tu cuerpo humano, como- —Lily gesticuló, insegura—. Sentir tus dos piernas y los brazos y todo lo demás...
Cuando James regresó a la forma humana, Lily desvió la vista hacia los árboles, conteniendo la risa.
—Eso incluía la ropa que llevabas como humano —comentó.
James sentía las gotas de agua sobre la piel, así que no le hacía falta bajar la cabeza para saber que se concentró tanto en las extremidades que se olvidó de ese detalle.
Sintió una palmada en la espalda. Sirius se agachó a su lado, riéndose, y le pasó una muda de ropa.
James se apresuró a vestirse. Fue una mala idea porque estaba muy mareado y casi se volvió a caer.
Sirius pasó de una persona a un perro negro que lo ayudó a mantener el equilibrio haciendo de apoyo y James se quedó boquiabierto a medio vestir. Su amigo luego regresó a la forma humana y se apoyó en él.
—Me sigue mareando el cambio, pero va bien, va bien...
Remus les tendió pociones para el mareo. James se recargó en Sirius también y miró alrededor, ya más estable.
A unos pasos de distancia, había un zorro de pelaje completamente blanco que jugaba con una rata. Cuando notó que James lo veía, corrió hacia él, y a mitad de camino, el zorro le cedió el paso a una sonriente Pandora.
—Peter todavía no regresa a la forma humana, pero ya está más tranquilo —Ella señaló a la rata en el césped—. Es que es raro ver todo mucho más grande, lo entiendo, pensé que era un nargle cuando todo de repente fue más grande...
—¿Están bien? —James seguía aturdido y maravillado a partes iguales y fue lo único que se le ocurrió preguntar.
—¡Claro! —Pandora se movió unos pasos hacia atrás, convirtiéndose de nuevo en el zorro blanco y unos segundos después en humana—. ¡Zorra del ártico! ¡Es tan bonita! No es una criatura mágica, ¿pero viste mi pelaje? Ni siquiera me da frío con esta lluvia...
—Peter ha sido el que más ha tenido problemas, pero Dora dice que es porque se asustó y estará bien cuando se calme —le explicó Remus con suavidad.
James asintió y siguió viendo alrededor.
Regulus se encontraba envuelto por una manta en la zona resguardada de la lluvia. Apenas James le hizo un gesto y Sirius comenzó a pedirle que le mostrase, él suspiró y su cuerpo se encogió rápidamente.
Un gato negro que mantenía los ojos grises.
El gato se estiró, se enrolló en la manta y regresó a ser Regulus.
—No hay diferencia —susurró James.
—¡Eso le dije yo! —Sirius lo sacudió, riéndose, y fue otra terrible idea porque el mareo apenas se estaba pasando y casi se caen juntos—. Debió ser obvio. Sólo es un Regulus con más pelo.
James también soltó una risita.
Se fijó en que Lily y Remus susurraban y vio en la misma dirección en que lo estaban haciendo.
Había algo en el aire. No podía verlo bien. Sólo sabía que era negro y se movía muy rápido.
Cuando se encontró a un metro del suelo, lo distinguió. La figura del cuervo negro se convirtió en un Severus que trastabilló intentando mantener el equilibrio con los pies tras el aterrizaje. Falló. Remus y Lily lo ayudaron a evitar la caída.
—¿Por qué aterrizar y convertirse parece tan difícil? —masculló Severus.
—Lo piensas demasiado —indicó Pandora, que regresó a ser el zorro blanco para ir hacia la rata y jugar tocándola con la pata.
—¿Cómo sigue el mareo? —preguntó Remus, mostrándole otra poción para el mareo en caso de que la necesitara.
James no podía dejar de sonreír viendo que todo parecía haber salido bien. Observó a Lily después de que enderezó a Severus y se dio cuenta de que era la única a la que no había visto en forma animal.
—¿El tuyo cuál es?
Lily intercambió miradas con Remus y Severus.
—¡Yo tampoco lo he visto! —soltó Sirius—. ¿Otro gato? ¿Caballo? ¿Un pájaro?
—¿Una leona? —James bromeó.
—Se los muestro si no corres —La respuesta de Lily fue vacilante. Y se lo dijo específicamente a James.
Eso lo hizo vacilar también.
—No voy a correr a ningún la-
Intentó sonar indignado como si fuese absurdo dudar de su valor. Pero cuando Lily se convirtió en una osa parda más alta que cualquiera de ellos, sí que sintió el impulso de correr.
—Bambi está aterrado —Severus se burló, pero pasó una mano sobre el pelaje de la osa para mostrarle que Lily estaba muy consciente y ella frotó la cabeza contra su costado.
—Es- es sólo porque el mío es un ciervo y es normal que me- que me sorprenda —James abarcó a la osa con un gesto a medida que Lily regresaba a la forma humana.
—Estaba esperando que despertaras para no darte el susto de tu vida —Ella también sonaba divertida.
—Los libros decían que en la forma animal los instintos se hacen más fuertes pero no esperábamos que tan fuertes...—empezó a explicar Remus, gesticulando con las manos.
—Nos dimos cuenta de que es un efecto muy fuerte cuando alguien —Severus miró a Regulus sin ningún tipo de disimulo— se pasó sus primeros minutos de transformación intentando cazarme.
—Ya me disculpé —justificó Regulus en tono monótono—. No puedo ir contra la ley natural.
James lo pensó durante unos segundos.
—¿Eso no significa que Dora está asustando más a Peter?
Como Pandora obviamente sólo estaba jugando, no se les había pasado por la cabeza que Peter se pusiera más tenso por esto.
Peter sólo regresó a la forma humana cuando Pandora también era humana y Lily estaba cargando a la pobre rata que temblaba. Ella lo soltó y el chico exhaló con alivio, ya de vuelta.
—No es algo personal —Peter sacudió las manos cuando Pandora intentó disculparse—, le tenía miedo a todos los animales aquí...y a los árboles...y a Remus...y a los truenos...
Remus le pasó una poción para el mareo y Peter se la bebió deprisa, desesperado por sentirse estable.
Si alguien más se hubiese acercado a aquella parte del bosque ese día, seguramente habría tenido muchas preguntas sobre el grupo envuelto en mantas bajo un encantamiento para la lluvia y cómo de repente había un animal o dos que desaparecían de nuevo mientras comían y se reían.
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