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3.25

Dos días.

Sólo faltaban dos días.

Regulus se aseguró de que la hoja de mandrágora estuviese donde debía mientras se colocaba el uniforme de Quidditch. No pensaba dejar que volviesen a comenzar de cero por él, sin importar si se mordía la lengua cuando una bludger le diese.

Era el primer partido Gryffindor-Slytherin de la temporada.

—Vamos, niño —El capitán puso la mano sobre la cabeza de Regulus—. ¿Recuerdas de lo que hablamos?

—Evitar las bludgers —murmuró Regulus, más concentrado en ajustarse los guantes que en la conversación.

—¿Y...?

—Hacer fintas que confundan a su Buscador.

—¿Y...?

—Si un Gryffindor me pasa demasiado cerca, puedo decir que me empujó intencionalmente.

El capitán le dio una palmadita en la cabeza.

—Eso. Recuérdalo. Eres el más pequeño en este partido, intentar tirarte de la escoba sería cruel y antideportivo.

Regulus resopló.

—Puedo atrapar la snitch sin tener que decir que me empujó alguien que no lo hizo...

—Pero si lo hacen —El capitán sonrió—, tienes que informarlo.

—Sí, sí...

Regulus fue el último en salir. No había tenido mucho tiempo para acostumbrarse a la nueva escoba después de que Dumbledore les pidió pasar el resto del Yule dentro del castillo y las primeras prácticas del año fueron breves por la fuerza de las ventiscas del comienzo de enero.

Comprobó la posición de la hoja de mandrágora de nuevo y miró alrededor.

Sirius estaba en las gradas, envuelto en una bufanda negra porque, en sus propias palabras, "no podía ser tan traicionero". También le pidió que no se tomara personal que el resto de Gryffindors de su grupo...bueno, llevasen bufandas de Gryffindor. A Regulus le parecía lógico que lo hicieran, así que cuando vio a Remus, Peter y Lily saludarlo con un gesto sólo cabeceó sin ningún tipo de animosidad por sus prendas doradas y rojas.

Severus llevaba la bufanda de Slytherin propia del uniforme de invierno y estaba siendo sacudido por una Pandora que se consiguió una idéntica porque no quería que Regulus sintiese que no lo apoyaban lo suficiente. Seguramente intentaba convencerlo de animarlo. Él sólo la veía como si le estuviese hablando en otro idioma.

Cuando los dos equipos caminaron hacia el centro del campo, notó que James iba un poco adelante. Se organizaban por posiciones y James hacía de Cazador.

Él giraba la cabeza como si lo estuviese buscando. Cuando lo localizó, sonrió ampliamente y sacudió el brazo.

—¿Tienes un amigo en el equipo de Gryffindor? —le preguntó una de las Golpeadoras.

Regulus respondió con un susurro después de cabecear hacia James y mirar hacia otro lado de inmediato.

—Estudia con mi hermano.

—No dejes que te distraiga —advirtió ella, dándole una palmada en la espalda tan fuerte que casi lo tiró al suelo. Por algo tenía la posición que tenía.

Regulus se colocó en su sitio, vio el apretón de manos entre capitanes y se subió a la escoba en cuanto empezó el partido.

—0—

Regulus volvió a comprobar el estado de la hoja de mandrágora un segundo antes de que el capitán lo alzara sobre sus hombros en un movimiento. Gritó y se cubrió la boca mientras el resto del equipo de Slytherin se reía de su reacción.

—¿Quién dijo que no debí meter a un mocoso al equipo y que no sabía elegir a mis jugadores? —El capitán era el más orgulloso, cargándolo de aquí para allá como si Regulus fuese su nuevo hijo adoptivo—. ¿No vieron esa captura? ¿Les pongo mis recuerdos en un Pensadero? ¡Fue casi como en el último mundial cuando Argentina iba perdiendo contra Francia...!

Slytherin iba perdiendo por noventa puntos cuando Regulus atrapó la snitch. Esto les dejaba en la cima de la clasificación inicial.

El equipo seguía celebrando cuando Sirius se acercó corriendo. Wezen iba detrás de él, moviendo la cola sin parar.

Uno de los Cazadores detuvo a Sirius y se burló por su bufanda negra. Sirius refunfuñó, abriéndose paso entre Slytherins para llegar a su hermano.

—¡Reggie! ¡Ese movimiento fue increíble!

—¿Qué dices, niño? ¿Nos está contaminando con la gryffindoridad o se aceptan familiares a veces? —El capitán levantó la cabeza para verlo, sus manos todavía sujetando las piernas de Regulus envueltas por las protecciones del uniforme.

Sirius empezó a quejarse a gritos porque Regulus se lo pensó. Casi lo tiró de los hombros del capitán y Regulus sólo se sostuvo de él y se echó a reír.

—¡Pero ponte la bufanda de Slytherin la próxima vez! —le reclamó la Golpeadora a Sirius.

—Sí, sí, es más importante la familia que la Casa-

—¡Lo dice el que tiene a su hermano en la misma Casa!

A pesar de que aceptaron la presencia de Sirius en su lado del campo durante los primeros minutos por petición de Regulus, no tuvo mucho tiempo con él. El capitán lo siguió arrastrando después de haberse cambiado, Wezen corrió junto a Regulus y él miró hacia atrás para ver a Sirius agitando los brazos a manera de despedida desde el borde del campo.

Era uno de esos momentos en que se lamentaba que no estuviesen en la misma Casa.

El profesor Slughorn le prestaba tan poca atención a sus Slytherin que no estuviesen en el club de Eminencias que ni siquiera se enteró de que colaron un montón de cerveza de mantequilla a la Sala Común para celebrar el primer partido ganado de ese año y quemarla, una tradición muy propia de quienes jugaban Quidditch, que consistía en tirar una bebida al fuego durante una celebración y pedir más victorias.

Una de las Cazadoras le sirvió cerveza de mantequilla a Regulus en un vaso más pequeño para que pudiese "quemarla" con el resto del equipo y se pasaron un largo rato riéndose de la expresión de desagrado que hizo Regulus cuando le dio su primer sorbo a la bebida.

—¡Es grasosa! —se quejó, intentando quitarse el regusto que le quedó en la lengua.

—¿Qué esperabas? —El capitán se rió de él.

—Sabe mal...

El Guardián mayor le pasó su vaso. Tenía algún tipo de refresco muggle, lo sabía porque Lily les dio algo similar una vez. Regulus lo observó sorprendido y él sólo le hizo un gesto de silencio y apareció otro para sí mismo, por lo que Regulus continuó la celebración bebiendo un refresco dulce.

Volvió a comprobar que la hoja de mandrágora estaba en su sitio.

—0—

Un día.

Sólo faltaba un día.

En ninguna otra ocasión estuvieron así de cerca hasta ahora.

—Deja de mover la pierna, me estás estresando.

Regulus bajó la mirada y notó que una de sus piernas se movía casi sin pausa mientras él permanecía sentado. Presionó la mano contra su rodilla e intentó detenerse.

—Faltan menos de veinticuatro horas...

—Vamos a llegar. Les dije que ni se les ocurriera hacer tonterías hoy. Querían meterse al Bosque Prohibido por la noche...

—¿Y tragarse la hoja cuando se encuentren con las arañas?

—Eso les dije —masculló Severus.

Y de vuelta al silencio.

Slughorn le había firmado una autorización especial a Severus para usar el laboratorio de pociones y el armario de ingredientes del nivel básico-intermedio. Lo único que él sabía era que uno de sus estudiantes preparaba pociones a cambio de dinero para los útiles escolares. Muchas veces lo tenía preparando lo que usarían para una clase para no tener que cortar, medir y hervir algo él mismo. Y además era el que menos le pagaba.

Ese día Severus tenía dos encargos de pociones. Una daba una memoria casi fotográfica durante alrededor de una hora y la otra era lo que él clasificaba como "no letal pero no muy agradable".

Regulus tenía una tarea pendiente de Pociones y había planeado esto con mucho cuidado para estar en el otro lado del mismo mesón y poder ojear el libro de Severus. Todo el tiempo estaba agregando notas en los bordes y en medio del texto de sus libros de pociones. Seguro que ahí estaba lo que necesitaba. La última vez que le faltaba un paso a su procedimiento y no lo encontraba en su propio libro había conseguido la respuesta en él, así que tenía confianza.

El problema es que a Severus no le encantaba compartir sus apuntes.

Cuando Regulus se los pedía, le decía que aprendiera por su cuenta con ensayo y error. Ni siquiera a cambio de un galeón le dejaba el libro. Eso le parecía muy poco Slytherin y racional de su parte.

La única forma que había encontrado de que le ayudase era que Severus lo viese trabajar. Si quería completar la información sobre esta poción, por ejemplo, tenía que colocarse con su propio caldero junto a Severus y hacerla desde el principio para que él le señalase los errores que cometía en vez de sólo dejarlo copiarse.

Tampoco era muy delicado y amable al señalarlos.

Regulus dio un salto cuando sintió que una varilla le golpeaba la cabeza sin fuerza.

—¿Cuánto tiempo lleva esa poción tuya hirviendo?

Él se apresuró a revisar en su reloj de bolsillo.

—Cinco minutos.

—El libro dice cuatro y medio —El tono de Severus era excesivamente frío.

Esto no era bueno. Otro intento implicaba rehacer las preparaciones de ingredientes. Severus no se quedaría en el laboratorio más tiempo del necesario por él, así que tenía que terminar en el período de tiempo en que el otro hacía las dos pociones de ese día o quedarse sin experto en pociones personal que le dijese por qué le iba mal con esta.

—¿Cómo se supone que voy a poder hacer una poción que hierve cuatro minutos y medio...? Es demasiado exacto, es muy fácil que llegue a cinco...

—Préstale atención y ya.

Regulus suspiró mientras recogía los ingredientes y se ponía a picar de nuevo.

—Estás picando mal —Severus ni siquiera apartó la mirada de su propio caldero.

—No estás viendo-

—Estoy oyendo. Y el ala de doxy no suena así cuando lo picas de forma transversal.

Regulus tomó una respiración profunda y masculló algo en francés. Empezó a picar según su indicación.

—Cuatro minutos y medio y después mezclas —le recordó Severus.

—El libro no dice nada de mezclar.

—Y después mezclas —repitió él.

Regulus volvió a mascullar e hizo lo que le dijo. Consiguió que la mezcla inicial saliese del color y textura adecuado esa vez y comenzó a tomar notas para su tarea.

Severus ya había terminado la primera poción y la estaba embotellando. Regulus se quedó mirándolo. Embotellar con magia era sencillo. Severus por alguna razón prefería hacerlo de forma manual.

Cuando terminó, le dio una mirada de esas que Regulus interpretaba como "concéntrate en lo que estás haciendo o te echo del laboratorio", por lo que él volvió a su poción que estaba en reposo.

—¿Te han vuelto a pedir venenos y cosas raras?

—Nada letal...

—Pero sí pociones raras.

Severus emitió un vago sonido afirmativo.

—¿Los caballeros de Walpurgis?

Regulus había bajado la voz sin pensar. Esto sí que hizo que Severus lo viese de reojo y luego regresara la atención al caldero.

—No es como que me digan "tenemos un pedido de este grupo raro de sangrepuras".

—En unos meses te podrían invitar...

—¿Y qué haría yo en medio de un montón de sangrepuras? —Severus se burló—. Sólo sacarles dinero.

Regulus guardó silencio. Se acababa de cortar y Severus le pasó algo para limpiarse la sangre, sin darle mucha importancia.

—¿Por qué te importa ese grupo raro? No hacen nada ni sabemos quiénes son...

—Estaba pensando que hay un grupo secreto en el colegio mientras pasan cosas inusuales afuera y que justamente una profesora del colegio fue atacada afuera —Regulus procuró mantener un tono tranquilo—. Y si yo fuese a hacer algo afuera...

—No es problema tuyo.

—...un colegio es un buen sitio para planear algo —concluyó Regulus como si no lo hubiese escuchado.

—No es problema tuyo —repitió Severus, entrecerrando los ojos—. No te acerques a ese grupo. No te metas a ese grupo. No hagas nada. Sirius tuvo una crisis solamente porque te perdiste en el bosque un rato, no aguantará algo peor.

Regulus emitió un sonidito fastidiado.

—Pero cuando a ti te inviten, tampoco entres.

—No va a pasar y no me interesaría entrar —Severus sacudió su mano desocupada para restarle importacia.

—¿Seguro?

—Muy seguro.

Cuando Severus volvió a regañarlo por el corte, Regulus no tuvo más opción que dejar de pensar en las posibilidades en su mente y fijarse de nuevo en los apuntes.

Quizás no era para tanto.

Se suponía que el profesor Grindelwald estaba ahí para vigilar ese tema, ¿no?

—0—

Ese día.

James no paraba de frotarse las manos entre sí y soplarle su aliento incluso después de que Pandora pusiese un amuleto de calor sobre todo el grupo.

La noche era fría en esa parte del bosque. Todo seguía cubierto de nieve. Se encontraban cerca del área patrullada por el cadáver de la profesora Leonelli y Wezen y Bezoar montaban guardia sentados un poco más allá, observando los árboles y más nieve.

Remus sostenía el reloj de bolsillo con el sello de la familia Black que Regulus le había pasado. Llevaba la cuenta. El resto formaba un semicírculo frente a él con un frasco en la mano que contenía el rocío.

Esto debía ser hecho de noche para evitar que la luz tocase la mezcla que harían.

—Ahora —Remus dio la indicación sacudiendo el brazo con que sostenía el reloj—. Escupan la hoja dentro del frasco sin tocarla.

Fue un poco incómodo, tuvieron que boquear bastante para que la hoja entrara y empujarla con la lengua. Sirius gruñó algo en francés. James gritó cuando al fin tuvo la hoja en el vial.

—Pongan la crisálida dentro del frasco —Remus continuó guiándoles.

Hubo algunos murmullos más y las crisálidas cayeron dentro del frasco junto a la hoja y el líquido del rocío.

—Y tienen que poner un cabello suyo.

—Esta parte no me encanta- ¡Sirius!

James se interrumpió cuando sintió el jalón. Sirius le tendió el cabello que le arrancó y James también le quitó uno a él para dárselo.

—A mí me basta con peinarme —comentó Pandora, que utilizó un peine en su cabello y después eligió un cabello que quedó entre las cerdas.

—¡¿Se podía hacer eso?! —preguntó Peter con obvia incredulidad, justo antes de gritar porque Sirius le arrancó un cabello.

—Claro, sólo tenían que pensarlo durante más de dos segundos —se burló Severus, que estaba usando un cepillo en una parte del cabello de Lily para ayudarla a conseguir uno sin jalones.

—Pensé que lo sabían —Fue la respuesta de Regulus, que ya tenía su cabello dentro del frasco y lo estaba sellando con la tapa de corcho. También había usado un cepillo.

En cuanto todo estuvo listo y cada frasco estuvo sellado, hubo una especie de suspiro colectivo.

El ambiente solemne se interrumpió por Sirius haciendo un sonido que daba a entender que estaba jugando con su propia saliva.

—Todavía me sabe la boca a mandrágora.

Lily soltó un débil "iugh" por el ruido y entonces comenzaron algunas risitas.

—¿A ti no te sabe a mandrágora, Evans?

—Sirius, no seas asqueroso, cierra la boca-

James dio un par de palmadas para llamarles la atención y se colocó junto a Remus de frente al resto.

—Sólo nos queda esperar una tormenta eléctrica y...probar. Recuerden que acordamos dejar los frascos en una cajita en el fondo de los baúles para que no le dé la luz ni el cambio de temperatura. Hay que recitar el conjuro todos los días al amanecer y atardecer con la varita presionando el pecho —Él pasó un brazo sobre los hombros de Remus y le dio un leve apretón—. Y pronto habremos terminado. ¿No te emociona, Rem?

—Supongo...que sí —Remus se encogió un poco.

—¡Ya quiero ver cuál será mi animal! —dijo Sirius, agitando los brazos.

—Es obvio cuál será —replicó Severus.

—¿Cuál creen que sea el mío? —preguntó Peter, esperanzado.

—¿Un hámster? —Lily se encogió de hombros.

—¡Ojalá sea un nargle! —soltó Pandora—. ¡Ojalá el mío lo sea!

—¿Qué forma tienen los nargles, Dora? —indagó James, de repente interesado.

—Oh, pues son un poco...

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