3.19
Sirius estaba algo apurado ese día. En general no tendría prisa mientras le robaban a un profesor, pero esa tarde eran las pruebas para el equipo de Quidditch de Slytherin y él le prometió a Regulus estar allí. Que fuesen a diferentes Casas no significaba que no iba a apoyarlo, y si su hermanito quería ser destrozado en público por Gryffindors mayores en el campo de Quidditch, bueno, también tenía que apoyar eso.
—...recuérdame cómo se ve —James titubeó mientras extendía la capa de invisibilidad por encima de Sirius y él.
Pandora les mostró un dibujo que hizo sobre un pergamino y Sirius le preguntó si podía conservarlo. Ella asintió y se lo entregó. Así sería más fácil.
—Recuerden que debe ser un frasco para cada rocío y un capullo también. Uno y uno. Frascos de los que tienen tapones.
Los dos asintieron y se perdieron dentro de la capa de invisibilidad. A pesar de esto, los ojos grises de Pandora los siguieron a lo largo del corredor hasta que doblaron en la esquina, sólo que como nadie le prestaba la suficiente atención desde que tenía a criaturas anidando su cabello, esto tampoco consiguió que alguien se girase para ver en la dirección en que ella lo hacía.
James y Sirius caminaron sin prisas para evitar que las pisadas hicieran mucho ruido. Alcanzaron las escaleras que daban hacia las mazmorras y luego buscaron la oficina de Slughorn. Todo el mundo sabía que la oficina real del profesor de Pociones quedaba dentro de su aula y que Slughorn la consideraba demasiado aburrida, fría y fea para él, por lo que para acceder a su oficina actual había que atravesar parte de las mazmorras, subir por otras escaleras y llegar a una de las esquinas del castillo.
La oficina en cuestión tenía una puerta doble que era incluso más dramática que la entrada a la oficina de Dumbledore.
Intencional, seguramente.
Ellos no iban para juzgar al profesor, así que sólo se metieron cuando notaron que no había nadie cerca para notar la puerta abriéndose sola. Se dirigieron hacia el armario al fondo donde se encontraba la colección personal de Slughorn y bastó un alohomora para desbloquearlo.
James comenzó a trastear, las dos manos sobresaliendo de la capa. Sirius sostenía la tela por ambos y le extendía el dibujo que hizo Pandora de los capullos de polillas esfinge.
Consiguieron los que necesitaban y los metieron en el diminuto saco que llevaban. James acababa de agarrar los frascos con tapones cuando escucharon la puerta abrirse.
Sirius se apresuró a cubrirle los brazos con la capa y James sostuvo los frascos contra su pecho. Los contó en silencio mientras un confundido Slughorn se acercaba al armario de ingredientes frunciendo el ceño y Sirius arrastraba a James unos pasos lejos en silencio.
—Pensé que lo había dejado cerrado...—Slughorn se pasó una mano por la cabeza, murmuró algo acerca de que ya no tenía veinte años y cerró el armario con un movimiento de varita. También le volvió a poner el candado.
Los dos Gryffindor se encontraban atrincherados en una esquina, Sirius con el frasco que tenía los capullos, James con los vacíos, haciendo todo lo que podían porque sus respiraciones no se volviesen ruidosas.
Slughorn se sentó en la enorme silla de cuero tras su escritorio y comenzó a revisar algunos pergaminos que tenía allí. Sirius quería lloriquear porque no iba a llegar a la prueba de Regulus si el profesor no se movía. Había cerrado la puerta detrás de él y era poco probable que no se diese cuenta de que se abría y cerraba de nuevo cuando no había nadie más.
James le llamó la atención con un gesto y le indicó en silencio que caminasen hacia la puerta. Rodearon el escritorio y el armario y se acercaron a la puerta.
Bajo la capa, los dos miraban alrededor en busca de algo que los ayudase a abrirla sin que al profesor le pareciera sospechoso.
Seguían pensando en eso cuando alguien tocó la puerta. Slughorn agitó la varita para abrirla y Pandora asomó la cabeza.
—¿Sí? —Slughorn le prestó atención porque estaba bastante interesado en invitarla a las reuniones de Eminencias y Pandora...a ella la verdad no le llamaban la atención. Cualquier ocasión podía ser buena para convencerla—. ¿En qué la puedo ayudar?
Pandora parpadeó un par de veces dando un vistazo a la habitación. Debió darse cuenta del momento exacto en que James y Sirius le pasaron por un lado y abandonaron la oficina porque relajó la expresión y soltó una risita.
—Tengo una pregunta sobre lo que vendrá para los T. I. M. O. S...
Sirius y James regresaron a las mazmorras, subieron deprisa las escaleras y esperaron a estar a varios pasillos de distancia y sin nadie cerca para sacarse la capa de invisibilidad. Él le pasó el saco a James y este comenzó a acomodar los frascos allí adentro.
—Por un momento pensé que...
—Tenemos todo, ¿verdad? —Sirius casi daba brincos en su sitio.
James recordó lo de las pruebas y se rió, asintiendo.
—Sí, sí, lo del rocío no lo vamos a buscar hoy. Puedes ir a-
No había terminado de decirlo cuando Sirius ya corría en la dirección opuesta de la que venían para llegar al campo de Quidditch lo más rápido posible. Lamentó no haber dejado su escoba en algún lugar cercano y todavía más que aún no pudiesen transformarse. Ni siquiera llegaban al mes con la hoja de mandrágora en la boca.
Él sabía que si no llegaba a tiempo, Regulus se lo perdonaría.
No estaba seguro de si él se lo perdonaría a sí mismo.
Ya estaba jadeando por aire cuando llegó, cubierto de una capa de sudor, y su cabeza tardó en entender lo que le decía el Slytherin mayor que lo detuvo a unos metros del campo de Quidditch.
—...confidencialidad que existe entre las diferentes Casas del colegio...
Sirius ahogó un sonido incrédulo.
—¡Es mi hermano! Sólo voy a ver su prueba, que sepa que vine, vamos, tiene doce años, no es como que vaya a descubrir algo sobre cómo juega Slytherin viéndolo perseguir una snitch en un campo vacío...
—Yo no hice las reglas —Fue la respuesta del estudiante mayor, aunque tenía un tono que le dejaba en claro que estaba más que feliz de hacerlas cumplirse y lo del hermanito no lo conmovía especialmente—. Si la situación fuese al revés, los jugadores de tu Casa tampoco hubiesen dejado que él fuese a verte. No hay nada que hacer. Puedes verlo jugar si queda en el equipo y usar una bufanda de Slytherin, ya que estás tan dispuesto a apoyarlo.
Sirius estaba considerando si podía hechizar o golpear a un estudiante de sexto y salir ganando cuando sintió algo en el zapato. Una piedra diminuta lo había golpeado. Luego otra en la pierna. Y una más arriba. Y una más en la cadera.
Le dio una mirada de desagrado al Slytherin que le impidió la entrada al campo y fingió alejarse, pero sólo lo rodeó y se acercó por el lado de las gradas, que era la dirección de la que venían las piedras.
Severus lo veía con una expresión de completa exasperación desde un hueco bajo las gradas.
—¿En serio esperabas que te dejasen pasar? ¿Sin haberte quitado esa corbata roja y dorada? —se burló.
Sirius refunfuñó.
—Esperaba que tuviesen algún sentido de hermandad y entendiesen.
—No si el hermano es un Gryffindor —Severus se encogió de hombros y le hizo un gesto para que lo siguiese dentro de la parte de abajo de las gradas—. Lupin fue a buscarte para decirte que no lo dejaron entrar por ser de Gryffindor, pero yo le dije que ibas a venir y te ibas a intentar meter con corbata y todo como el necio que eres...
A pesar del tono de evidente fastidio, era obvio que lo tenía ya más que planeado porque lo llevó hacia una parte de las gradas que estaba removida, le quitó la corbata con brusquedad, la escondió en su túnica y lo arrastró hacia los asientos, poniendo una pancarta sobre la zona que usaron como pasaje para que no se notase. Bezoar montaba guardia bajo las gradas.
Que dos chicos de tercer año aparecieran en las gradas durante la prueba de Slytherin no era llamativo cuando había alguien cayéndose de su escoba en un charco de vómito y sangre.
Sirius se puso de pie de un salto. Severus le agarró el brazo y lo jaló para sentarlo de nuevo de golpe.
—¡Pero...!
—¡Sh! Por eso no dejan entrar a Gryffindors —Severus apuntó de forma disimulada hacia otro punto de las gradas donde dos chicas y un chico de Ravenclaw observaban al estudiante caído pero sin intentar moverse—. Quédate quieto o será demasiado obvio.
—Pero está...
—No es mortal —Severus agitó una mano—. Mira, ya se lo están llevando. Lo dejarán en la enfermería y en dos días saldrá como nuevo.
—¿Se supone que así son las pruebas de Quidditch para Slytherin? —Sirius observó el trayecto del estudiante caído que se llevaban flotando, muy pálido.
—Sí —La respuesta de Severus sonaba demasiado monótona para lo que estaban viendo—. Estos días son una batalla para cualquiera que quiera entrar al equipo. En Slytherin se asume que si vas a representarnos no serás tan idiota como para dejar que te hagan algo con un hechizo o poción.
—Pero si en el Quidditch no se usan hechizos ni pociones —replicó Sirius, sin poder creérselo.
Severus repitió ese gesto con la mano.
—No te quejes conmigo.
Sirius de pronto se dio cuenta de algo mientras otro estudiante se acercaba al centro del campo para hacer su prueba y agarró el brazo de Severus con mucha fuerza.
—¿Crees que Reg...?
Severus dejó escapar un bufido de risa.
—Mini Black es la persona por la que menos me preocuparía en todo Slytherin tratándose de hechizos y pociones que lo puedan tomar desprevenido. Es imposible. Completamente imposible. Ha estado desde principios de año comiendo como si fuese un rey al que le avisaron que lo intentarán envenenar y su crup se cree la Guardia Real o algo así...
—¿En serio? —Sirius lo pensó por un momento—. Pensé que estaba comiendo y caminando tan lento como siempre...
El estudiante que estaba haciendo la prueba perdió el control de su escoba de repente y se estrelló contra las gradas. También lo sacaron del campo levitando.
El siguiente era Regulus. Llevaba un uniforme protector muy similar al de un jugador real, su propia escoba en una mano y Wezen caminaba a menos de un metro, muy atento a cualquier movimiento o vestigio de magia.
Sirius volvió a hacer eso de ponerse de pie de un salto.
—¡Reg! ¡Reggie! —saludó agitando los dos brazos antes de que Severus lo agarrase y volviese a sentarlo de golpe.
—Nos van a echar a los dos ahora-
Regulus había girado el rostro en su dirección y le mostró una sonrisa brillante. Respondió con un gesto del brazo también, luego escuchó la pregunta de un Slytherin mayor y le contestó soltando una risita.
Sirius agarró el brazo de Severus de nuevo y comenzó a sacudirlo.
—¿Viste que me respondió? Pensé que no me iba a responder. Nunca responde cuando lo saludo así de lejos. Se ve feliz, ¿crees que esté feliz?
Y sin esperar respuesta, volvió a ponerse de pie para gritarle algo en francés. Regulus, que ya había llegado al centro del campo, soltó una carcajada y le respondió también en francés.
Severus hizo que Sirius se sentara. Otra vez.
Hasta el grupito de Ravenclaw los miraba raro ahora.
—Sí parece de muy buen humor.
Sirius sonaba tan feliz que Severus prefirió no decirle que su hermano sólo había tomado una poción para llenarse de energía.
Regulus alzó el vuelo, Wezen se tendió en el borde de las gradas y soltaron la snitch.
En general, ver cómo alguien atrapaba la snitch una vez bastaba para decidir si era buena idea que entrase al equipo o no.
Excepto en Slytherin.
La primera vez que la atrapó, Sirius saltó de nuevo, gritó en francés y se sacudió tanto que Severus consideró lanzarle un desmayo antes de conseguir sentarlo.
La segunda vez tuvo que atravesar todos los aros que no eran pensados para que una persona pasara a través de ellos y capturar una snitch que estaba claramente hechizada.
La tercera vez compitió contra un Slytherin de séptimo.
La cuarta vez...
—¿Cuántas veces se supone que debe atraparla antes de que se den cuenta de que es su mejor opción? —protestó Sirius, ya harto de estar sentado.
—Debían ser tres —murmuró Severus, que miraba al actual capitán del equipo con los ojos entrecerrados—. Ya debería haber cumplido con todos sus estándares. Lo están fastidiando más de lo usual. Por la edad seguramente. No les gusta aceptar a nadie menor de catorce años.
—¡Pero si fue mucho mejor que ese imbécil de diecisiete que pusieron contra él! Aquí no es la edad lo que importa, ¡deberían...!
Severus ya estaba listo y lo sentó incluso antes de que terminase de levantarse para pelear con el capitán. Sirius se volvió a quejar.
La cuarta vez fue una prueba de resistencia. Sirius no había visto a un Buscador dar tantas vueltas desde que lo llevaron al Mundial. Estuvieron allí hasta que anocheció. No le sorprendería que a Regulus le salieran ampollas por estar tanto tiempo sobre la escoba.
La snitch ni siquiera era visible. No lo fue en ningún momento durante las últimas tres horas. Sirius sospechaba que no estaba en el campo y se lo comentó a Severus.
—Sí, lo más probable es que no esté en el campo —admitió Severus de mala gana.
—¡Entonces deberíamos...!
—Entonces deberías quedarte quieto —Severus lo jaló de vuelta al asiento—. Viniste a verlo. Míralo. ¿Tú en serio crees que él no se ha dado cuenta en tres horas de que están intentando burlarse porque es el más pequeño en las pruebas de este año?
—¡Pero...!
—Deja que él se ocupe —lo reprendió Severus, frunciéndole el ceño—. No es como si tú fueses a estar con su equipo todo el tiempo para ver que no lo molesten, ¿verdad? Si no aguanta a ese capitán imbécil es mejor que se dé cuenta hoy mismo.
Pasó otra hora. El capitán de Slytherin estuvo un rato hablando con otro de último año y luego se acercaron al centro del campo y llamaron a Regulus.
Lo vieron descender, pero no tocar el suelo porque eso sería rendirse.
Regulus habló con ellos. No podían oír lo que decían desde ahí y Sirius estaba tan desesperado que Severus le presionaba los dos hombros para evitar que se acercase.
De pronto, uno de los Slytherin mayores retrocedió y el capitán se empezó a reír. Le dio una palmada en el brazo a Regulus, y como este al fin tocó el suelo, supieron que había terminado.
Severus continuó presionando a Sirius para evitar que corriese hacia él en ese momento.
—0—
Unos minutos más tarde, tres chicos y dos perros vagaban por el patio del colegio a oscuras. En vez de regresar al castillo, se pusieron a caminar por el césped y casi llegaban al Bosque Prohibido, ya que tuvieron que salir por el otro lado y evitar al Slytherin que reconocería a Sirius.
Los dos Black caminaban adelante con un brazo en torno al otro y se reían tan fuerte que Severus comenzaba a preocuparse porque Sirius hubiese tomado poción energética también.
—...entonces me dijo que si no podía encontrar la snitch en tanto tiempo no servía —Era la tercera vez que Regulus repetía la explicación porque Sirius no podía dejar de reírse— y yo sólo le dije "capitán, sé que quieren que la busque, pero por respeto, no puedo agarrar la snitch que su subcapitán tiene metida en el trasero para esconderla de mí".
—¡Me hubiese encantado estar cerca para ver la cara de horror que puso el idiota...!
—¡Fue graciosísima! Y después el capitán le estaba diciendo "Crabbe, ¿tengo que meterte las manos en el pantalón o vas a darnos esa snitch?".
—Creo que ni siquiera yo hubiese podido con esa vergüenza...
Los dos volvieron a reírse como si aquello fuese lo más divertido que escucharon en sus vidas y Severus observó de reojo a los dos crups que caminaban junto a ellos como si quisiera asegurarse de que al menos los perros y él no estaban afectados.
—Mini Black —Severus los interrumpió antes de que siguieran con las tonterías—, ¿cuánto del frasco bebiste?
Los dos Black hicieron una pausa y se giraron hacia él. Regulus ladeó la cabeza, pensativo sólo durante un segundo antes de echarse a reír.
—¡Me la tomé toda, Sevi! Pensé...
—No me digas "Sevi". ¿Y cómo que toda?
—...que podía tomarme bastante tiempo y no me quería quedar sin energía a mitad de la prueba porque escuché a uno de séptimo hablando de cómo fastidiaban al estudiante menor del año...
—¿Por qué te la tomaste toda? —insistió Severus—. Te dije que era concentrada. Tú viste que era concentrada. La mitad era suficiente para toda la tarde.
Regulus soltó otra risita.
—Cálmate un poco, Sevi.
—No me llames así si quieres seguir con tus comidas libres de pociones-
—Sev, calma, ¿sí? —Sirius intervino sacudiendo las manos—. Calma, vamos. Pasó la prueba, es parte del equipo. ¿De qué poción estás hablando?
—Sirius, tu hermano está drogadísimo, sólo míralo —espetó Severus.
Sirius observó a Regulus, que se rió y lo abrazó de nuevo.
—Yo lo veo sólo muy feliz...
—Él no es así, Sirius, por favor.
—Él se portaba así de pequeño cuando estaba feliz —excusó Sirius—. Se me pegaba mucho y no me quería soltar...
Severus suspiró, resignado.
—Ya, ya, estoy bien —Regulus se reacomodó para pasar un brazo sobre los hombros de Sirius y otro sobre los de Severus—. No te preocupes tanto, Sevi. Es lindo, pero no te preocupes tanto.
Él les revolvió el cabello a ambos al mismo tiempo. Con Sirius le costaba un poco más, pero dado que en el último estirón Regulus había alcanzado la estatura de Severus, este fue el más afectado con el cabello cayéndole sobre el rostro de pronto.
—Estoy muy feliz porque vinieron a la prueba —susurró Regulus después, jalándolos más cerca—. Gracias. A los dos.
—¿Viste? —Sirius le dio un golpe sin fuerza en el brazo a Severus—. Sólo está muy feliz. Déjalo que sea feliz, con poción o sin ella.
Severus alzó las manos en señal de rendición.
—Cuando se le pase, va a recordar que yo intenté pararlos y que tú dejaste que siguiera libre por ahí estando drogado...
—¡Va a recordar que yo no le interrumpí el buen humor!
—Ya, ya, Sevi-
Regulus comenzó a frotar la mejilla contra la de Severus, pidiendo en susurros que se calmara, y Sirius se carcajeó.
—Creo que alguien va a ser un gato cuando completemos la poción...
Obviamente cuando Regulus intentó repetir el gesto con su hermano, Sirius se rió más fuerte, lo imitó y terminaron en una especie de abrazo-sacudida-balanceo raro que Severus no estaba seguro de si era algo Black, algo de hermanos o algo de estar drogado con una poción.
El plan original era llegar al camino que llevaba a la cabaña de Hagrid, saludarlo, darle la noticia de Regulus en el equipo de Quidditch y meterse al castillo antes del toque de queda o de que Lily y Remus fuesen por ellos.
Lo que no se esperaban era que al estar caminando tan cerca del Bosque Prohibido verían una figura desplazarse entre los árboles a pocos metros.
Severus la notó primero y por reflejo detuvo a Regulus, que al estar abrazado a Sirius, también lo frenó a él. Los dos miraron en la dirección en que él lo estaba haciendo y la sonrisa de Regulus titubeó antes de borrarse.
Los dos crups le estaban gruñendo a esa figura.
Bajo la poca luz, parecía una mujer. Sólo que de un color anormal con la boca cosida y sin ojos.
Y a pesar de eso, estaban seguros de que los veía.
(Por supuesto que hubo dos hojas de mandrágora que fueron tragadas esa noche)
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