3.16
Libro 3: Merodeadores vs. la animagia
1973
Regulus estaba tendido en el suelo. Todavía llevaba su camisa blanca perfecta y el pantalón de vestir, pero era probablemente lo más cercano a la paz que había conocido en su vida, allí tirado en el jardín de la madre de James Potter y con un crup que apoyaba la cabeza sobre su abdomen.
Wezen movió la cola y soltó un ladrido de aviso cuando la barrera de la casa recibió a alguien. En cuestión de segundos, otro crup se acercaba a Wezen para olfatearlo y luego pasaba a olisquear a un Regulus que acababa de abrir los ojos y no pudo escapar del lenguetazo entusiasmado de saludo.
Él se sentó en el césped y vio a Severus silbar. Esto hizo que el otro crup, Bezoar, regresara corriendo a su lado.
Severus llevaba un bolso.
—¿Vienes a invadir la casa de la familia Potter también? —le preguntó Regulus.
En realidad, él pensaba que iba a volver a casa durante el verano mientras su hermano regresaba con James. No se esperaba que Sirius lo arrastrase con él, agitando otra autorización con la firma de su madre.
La madre de James debió llegar a un acuerdo con Walburga al final porque nadie los había molestado durante esa primera semana de vacaciones.
—Esa es la idea —Severus asintió y se fijó en la puerta cuando Euphemia se asomó—. Perdón por venir sin avisar, señora Potter...
—No, no, no importa, mi niño. ¿Cómo has estado estos días? ¿Qué tal en casa? ¿Quieres comer algo? ¿Cómo está tu padre...?
—Está preso.
Por la forma en que uno de los lados de la boca de Severus se movía parecía que quería sonreír pero se estaba conteniendo frente a la expresión de horror de la bruja.
—Y no he comido desde ayer —siguió Severus como si no acabase de decir nada importante—. ¿Puedo pasar? Intentaré no estorbar-
Euphemia no tardó en tenerlo sentado en el comedor almorzando. Regulus se sentó frente a él con una taza de té y le dio una mirada inquisitiva.
—Si te lo cuento a ti antes que a Black, él me lo va a seguir recordando cuando estemos en la graduación —murmuró Severus entre bocados.
—No tiene que saberlo —replicó Regulus con un falso tono desinteresado y la mirada puesta en su taza.
Severus sacudió la cabeza.
—Podemos hacerlo como un intercambio de información —sugirió Regulus en medio de los sorbos de té.
El Slytherin mayor le hizo un gesto para que comenzara él, por lo que Regulus tomó una profunda bocanada de aire.
—A Remus le pasa "algo" con mi hermano —susurró—. Ya lo había visto, pero está más...—Hizo una pausa—. Ayer vino de visita durante un rato y se quedaba mirándolo y sonreía de repente y después se puso rojo cuando yo me quedé viéndolo.
—Le interesa Black. Y a Black le interesa él —Severus agitó una mano.
—¿Qué tipo de interés? —Regulus frunció un poco el ceño.
Severus hizo una pausa como si tuviese que pensar en algo.
—Ni idea —Fue lo único que respondió después.
De regreso al silencio.
Cuando Regulus terminó el té, recordó otro detalle.
—James dijo que tenía una idea sobre...lo de los sentidos más agudizados. Estaba esperando que Lily y tú vinieran.
—Lily está en un viaje con su familia desde hace dos días —Severus contestó en tono aburrido mientras se levantaba para lavar el plato que utilizó—, vuelve el fin de semana, creo. Eso se supone, pero su mamá siempre se emociona con paradas extras...
—Ah.
Más silencio.
—Te toca —recordó Regulus.
—A la policía muggle no le gusta la gente sucia, pobre y que no los alaba como dioses. Mi papá siempre ha sido las dos primeras cosas, pero se comportaba bien con la policía. Actuaba como un tipo decente y todo —Severus hizo una pausa y secó el plato con un pañuelo de cocina que tenía calderos bordados—, entonces le metí poción bocazas en la cerveza antes de que la patrulla que pasa por el río se acercara.
La voz de Severus había pasado del susurro tranquilo usual a un tono divertido. Más similar al que se podría esperar de alguien de trece años.
—¿Te divertiste?
Severus lo miró por encima del hombro con una sonrisa enorme y completamente desagradable.
—Que lo golpearan con un palo en medio de la calle y se lo llevaran mientras gritaba fue una de las mejores cosas que me ha pasado en la vida.
—Perturbador —murmuró Regulus.
—Un poco.
—No lo digas así frente a Sirius y James.
—No soy tonto —Severus hizo otra pausa cuando escuchó una puerta abriéndose y risas acercarse. Se llevó el dedo índice a los labios. Regulus tenía ambos codos apoyados en la mesa, el rostro entre las palmas y lo veía fijamente desde que notó el cambio en su tono—. Y no intentes analizarme, mini Black.
Ambos cambiaron de expresión automáticamente cuando Sirius y James entraron al comedor dándose empujones. Ellos se detuvieron al notar la presencia de Severus, Sirius lo saludó con un grito y James fue a rodearle los hombros con un brazo, emocionado por contarle del gnomo que acababa de morderle los dedos al otro.
Después de que Sirius añadió la anécdota sobre la última tontería de James y se robaron algunas frutas de la cocina, empezaron a arrastrarlo hacia el cuarto. Regulus los seguía caminando despacio detrás de ellos.
—¿Y Lil? —preguntó Sirius de pronto.
Severus les contó lo del viaje familiar, y de alguna manera, también terminó diciéndoles una versión resumida de lo de su padre.
James le dio una palmadita en el hombro.
—Debió ser horrible, lo siento —murmuró.
—Sí, sí —Severus agitó una mano para restarle importancia y arrojó su morral sobre la cama de James.
Notó que había un pergamino con notas y tachones sobre el colchón, pero James lo agarró y enrolló antes de que Severus pudiese darle un vistazo.
—Tienes que esperar a que Rem llegue —soltó un James que casi daba saltos en su posición—. Quería que Lil también estuviese, pero le contaremos todo en cuanto regrese.
—¿Todo sobre...?
James y Sirius intercambiaron miradas y sonrisas de una manera que le recordó al subsuelo de Hogwarts y la manticora.
—¿Puedo acabar muerto? —indagó Severus, por si acaso.
Le preocupó más que James y Sirius volvieron a intercambiar miradas.
—El libro no dice nada de riesgo de muerte —aclaró Regulus.
—Ah, el libro no dice que haya riesgo de muerte, sí, eso suena tranquilizador, gracias, mini Black...
—Deja de quejarte de todo —James jaló ambas mejillas de Severus.
—Tócame la cara de nuevo y te convierto los brazos en gelatina por un mes, Potter.
—Snivellus —murmuró James luego de soltarlo, riéndose.
Remus llegó alrededor de una hora más tarde. Llevaba un bolso para quedarse a pasar la noche, aprovechando que estaban por la luna nueva. Encontró a los dos Black jugando snap explosivo, a James asomado por la ventana para ver a los gnomos del patio y un Severus que leía uno de los cómics móviles que Fleamont Potter conseguía para su hijo. La música de Queen llenaba el cuarto desde un aparato muggle.
—Ahora sí —James se paró en medio del cuarto e hizo que se acomodasen frente a él. Se frotaba las manos y sonreía y eso no podía ser bueno—. Sirius y yo lo hemos hablado desde hace meses y decidimos que nos vamos a convertir en animagos. ¿Nos acompañan o no?
Remus, Regulus y Severus lo miraron con diferentes grados de confusión y aturdimiento.
—¿Cómo exactamente piensas hacer eso? —preguntó Severus.
—Eso ya lo resolvimos —Sirius agitó una mano para restarle importancia.
—Sí —James asintió de inmediato—, no se preocupen, lo tenemos todo pensado.
—0—
El "lo resolvimos" de James y Sirius significaba que veinte minutos más tarde había cuatro chicos asomados por el borde de la puerta del laboratorio de Fleamont Potter mientras James hacía un fuerte sonido que era el que había acordado para avisarle de su presencia a su padre y evitar contacto con cualquier elemento altamente tóxico. De nuevo. Euphemia no se lo volvería a dejar pasar a ninguno de los dos.
Fleamont hizo una pausa y lanzó un hechizo a su caldero que mantenía la poción ese estado exacto para poder prestarle atención a James y seguir trabajando luego. Se sacó los lentes gruesos que usaba como protección y se colocó los de cristal regular.
—¿Necesitan algo? —Fleamont vio a los chicos en la puerta con una sonrisita y se fijó en su hijo.
—Estábamos hablando sobre...las optativas para nuestro tercer año —mencionó James, haciendo muchos gestos con las manos durante el proceso.
—Oh —Fleamont pareció emocionarse—. Yo disfruté mucho Aritmancia. En mi cuarto año se abrió una sección de Alquimia también y tu madre y yo comenzamos a compartir mesa en ese momento. Se veía tan bonita contestando todas las preguntas de la profesora...
—Todavía no decidimos, pero...ya sabes, tenemos una profesora que se convierte en gato en Transformaciones y pues...estábamos hablando sobre si eso se enseña en una optativa o en la clase de Transformaciones o si...¿se pide una tutoría aparte?
—¿Para animagia? —Fleamont exhaló—. Normalmente es un proceso que debe ser supervisado. Es muy largo y tedioso y puede ser peligroso. Lo ideal sería que se lo pidan a su profesora animaga o a Dumbledore y que los supervisen durante todo el proceso.
James asintió lentamente.
—Pero...para saber qué ver o qué buscar...¿cómo se hace? Revisamos unos libros pero no entendimos mucho, entonces...no sabemos si hay que prepararnos desde antes.
—Tienen que poner una hoja de mandrágora en su boca durante una luna llena y tenerla allí hasta la siguiente luna llena. Si la mueves mucho o te la tragas, tienes que empezar de cero. Luego de ese mes, si has hecho todo bien, escupes la hoja en un frasco bajo la luz de la luna, se tiene que ver la luna en el cielo o no funciona. Con eso se hace una poción que lleva tu cabello, agua de rocío y una crisálida de...una polilla esfinge, si no mal recuerdo. Esa mezcla se guarda y se espera hasta una tormenta eléctrica, todos los días hay que recitar un conjuro en la mañana y al atardecer durante el tiempo entre la creación de la poción y la tormenta, y sólo en esa tormenta, te puedes beber la poción y ver qué pasa. No es seguro que alguien se transforme o que se transforme bien incluso después de todo esto...
Fleamont hizo una pausa y se rascó la barbilla.
—En realidad es algo innecesariamente complicado. Por eso no hay más de diez personas que se transformen registradas en lo que va de siglo. Y si tras hacer todo esto, todavía puede ser que te vuelvas mitad humano y mitad animal y nunca te recuperes...no es algo muy prático.
Un rato más tarde, cinco chicos estaban sentados en el césped del patio bajo al sombra de un árbol. Sirius acababa de espantar a los gnomos de nuevo y sostenía el palo con que los amenazó. El resto permanecía en silencio y James ya no podía soportarlo.
—Miren —Remus habló en tono suave—, agradezco la intención, pero lo que el señor Potter dijo...me dio miedo y ni siquiera sé qué es una polilla esfinge. Suena demasiado complicado y extraño y lo que puede salir mal-
—Papá tiene unas mandrágoras maduras que tienen hojas nuevas cada semana —mencionó James.
—James-
—Suena emocionante, ¿no? —agregó Sirius—. ¿Quién creen que se rinda primero con la hoja de mandrágora en la boca? Yo apuesto un galeón a que Severus no aguanta.
—Chicos-
—¿Sólo un galeón porque te da miedo perder más, Black? —Severus arqueó una ceja.
Sirius sonrió ampliamente.
—No, porque creo que a ti te da miedo atragantarte con la hoja...
—Me preocupa más tener que llevarte a ti a la enfermería porque te la tragaste.
—Eso sí puede pasar con Sirius —replicó James, riéndose.
—¡Chicos! —Remus los observaba con horror porque reconocía ese tono de voz en los tres.
—Ríndete —Regulus sacudió la cabeza—. Mira la cara que está haciendo Sirius. Ya lo decidieron.
—Puede salir muy mal —recordó Remus, más tenso.
—Así es la magia —Severus se encogió de hombros.
—Bueno, entonces recogeremos unas hojas el fin de semana —decidió James—. Lil ya debe haber regresado para entonces. Le preguntaremos si se atreve o si es demasiado cobarde.
—Tenemos que averiguar de dónde sacar la crisálida —Severus frunció el ceño al pensarlo—. Los ingredientes son un poco...raros. Hay que revisar el temario de este año para ver si podemos conseguirlos en el armario del laboratorio. O con Slughorn.
—Le podemos preguntar a Pandora sobre eso —sugirió James con una sonrisa—. Ella debe tener más acceso a ingredientes raros.
—¿Reg? —Sirius movió las cejas arriba y abajo mirando a su hermano menor, que suspiró.
—Si tú puedes hacer algo por un mes entero, supongo que yo también —Fue la respuesta de Regulus, lo que hizo que Sirius celebrara, lo jalara y le revolviera el cabello con claro orgullo.
Remus suspiró y meneó la cabeza, resignado.
Había un dicho entre las personas que trabajaban con espectros como su padre:
Si no puedes evitar que las criaturas merodeen cerca de ti, deja que piensen que eres una.
Él lo murmuró para sí mismo, pero James debió escucharlo porque se quedó mirándolo y una sonrisa se abrió paso en su rostro.
—"Merodear" suena divertido, Rem.
Remus sólo volvió a sacudir la cabeza.
—0—
El domingo de esa misma semana, un grupo de seis se acercó al invernadero de la casa Potter. Una parte tenía flores de Euphemia plantadas bajo condiciones muy específicas en cuadrantes separados por colores y la otra parte eran macetas donde crecían ingredientes que Fleamont cultivaba para sus pociones.
James estaba tan acostumbrado a su madre que cambiaba el clima en un espacio de un metro cuadrado con una palabra y a su padre que sacaba seres vivos de la tierra que sólo entró con su cesta, caminó por uno de los corredores y se tardó en darse cuenta de que el resto continuaba en la entrada. Ni siquiera Sirius se había animado a meterse al invernadero todavía.
—Nada muerde —juró antes de recordar la planta carnívora en la esquina. La señaló—. Bueno, ella sí, pero está durmiendo. No la toquen y no les pasará nada.
—Tu casa casi es un mini Hogwarts —susurró Lily, observando las enredaderas que colgaban del techo con atención.
—La gente con dinero es rara —añadió Severus, fijándose en unos diminutos espectros de forma humana que deambulaban por las macetas.
—Esos riegan las plantas cuando papá no viene —James le restó importancia, pero pensó que era mejor explicarlo en caso de que le diesen miedo. A él sí lo asustaban de pequeño.
Sirius y Regulus se animaron a entrar después de unos segundos, ambos con cestas y mirando alrededor con curiosidad. Remus, Lily y Severus ingresaron sin separarse y llevando una sola cesta.
—Las mandrágoras están por allá —James apuntó hacia un conjunto de macetas—. Hay que ponerse los protectores para las orejas...
Ya que no se animaban a acercarse más que eso, James les pasó los protectores y sacó una mandrágora él mismo de la manera en que se esperaba del hijo de un pocionista famoso. Consiguió cuatro hojas y se detuvo para mirar a Lily con las cejas arqueadas.
A pesar de que le contaron de su plan, ella no dio una respuesta afirmativa tan inmediata como el resto, por lo que quería comprobar que no les sobrarían hojas.
Tras unos segundos, Lily asintió, así que James recogió una hoja más.
Se reunieron afuera del invernadero con las hojas en las palmas de las manos e intercambiaron miradas.
—Sólo Rem no podrá hacer esto porque no puede sostener algo en la boca de una luna llena a la otra —recordó James con los ojos puestos en la hoja en su mano—, entonces...Rem va a estar llevando el control del proceso del resto.
Remus asintió, claramente nervioso. Tenía papel y una pluma, listo para anotar el momento de comienzo de ese mes. Era difícil saber si temblaba un poco por la preocupación o porque era el inicio de la luna creciente de ese mes. O ambas cosas.
—Un mes —Sirius inhaló profundo—. Si fallamos, volvemos a empezar de cero a la vez, ¿bien?
Hubo varios asentimientos.
—Ahora —indicó James.
Y hubo cinco bocas recibiendo una hoja de mandrágora.
—Tenemosh que aprener a hablar con esha metida en a boca —masculló James.
—Se van a ar cuenta —soltó Severus, refiriéndose a Euphemia y Fleamont Potter.
James hizo un gesto para darle a entender que resolverían eso sobre la marcha. Como de costumbre.
Un detrás de escenas:
Regulus de doce años: ¡a Remus le pasa algo con Sirius!
Severus de trece: yo creo que sólo son gays, pero bueno. Piensa lo que quieras.
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