2.14
Los cinco caminaban lentamente por un túnel algo más húmedo que los anteriores de los que venían ese día. Sirius llevaba los dos pergaminos que les servían para ubicarse con la ruta que estaban tomando trazada con una tinta de color rojo que luego cambiaría al típico tono negro, y más adelante, James y Remus eran los que llevaban las varitas encendidas por el lumus para alumbrar el trayecto.
—Se supone que si tomamos la derecha aquí deberíamos entrar a la parte que está debajo de la Torre de Gryffindor —mencionó Sirius—, ya los dos caminos de los lados los probamos...
Doblaron en el siguiente cruce y se encontraron con algunas piedras de gran tamaño que debieron caer durante el último conflicto que sacudió el castillo. También estaban un poco húmedas. Regulus hizo una pausa y tocó una con la mano. Remus se detuvo unos pasos más allá y Severus lo imitó, mientras que Sirius y James continuaron caminando y susurrando entre ellos.
—Chicos...—murmuró Regulus.
—Aquí hay algo —avisó Remus.
Pero no contaba con que esos dos avanzarían sin detenerse hasta que James ahogó un grito porque tropezó con algo.
—Esto es...
Remus, Severus y Regulus asomaron las cabezas al mismo tiempo desde el borde de los escombros sólo para encontrarse con una figura enorme tendida en el suelo. Tenía el cuerpo de un león, un rostro semihumano en medio del pelaje y una larga cola de escorpión que fue con lo que James se tropezó y lo que en ese momento se estaba alzando al tiempo que la criatura abría los ojos y emitía un sonido gutural.
—Corran —Remus comenzó a retroceder—. ¡Corran!
En un parpadeo, la punta de la cola de escorpión se clavó en el suelo. James se había girado hacia un lado, y aun así, el borde le cortó la manga del suéter que llevaba puesto. La cola se volvió a levantar y Sirius agarró con fuerza el brazo de James para echar a correr arrastrándolo con él.
Remus iba adelante con la varita en alto para encontrar la bifucarción que los llevó a ese túnel. Severus tuvo que empujar a un paralizado Regulus para que se recuperase y empezase a correr. James y Sirius no tardaron en unírseles, y sólo unos pasos detrás, venía la manticora que gruñía como león y se estaba agazapando para tomar impulso y perseguirlos.
—Un hechizo, necesitamos un hechizo, está comenzando a- ¡MERLIN, ¿POR QUÉ ES TAN RÁPIDA?!
—¡¿Quizás porque es una criatura mágica gigantesca y furiosa?! —replicó Severus de mala gana ante el grito de James, que claramente la enojó más porque la manticora rugió al oírlo.
—¡Yo no creo que el malhumor ayude justo ahora, Snape! —comentó Sirius, dando un vistazo por encima del hombro a tiempo para empujar a James y sacarlo del camino de otro intento de insertarlo con la cola de escorpión.
—¡Ninguna de las tonterías de los tres ayudan justo ahora, Sirius! —reprendió Regulus, que estaba rebuscando algo en el maletín que llevaba consigo. De repente sacó un frasco y se lo lanzó a su hermano—. ¡Con asustarla basta!
Sirius reconoció la poción que le mandó el señor Potter. Se bebió la mitad de lo que le quedaba de un trago, dejó de correr y se giró para enfrentar a la manticora que venía hacia ellos con una gran llamarada que brotó de su boca.
Las patas de la criatura se deslizaron por el suelo medio húmedo cuando intentó frenar para no ser quemada por él. Sirius aprovechó el despiste y los instó a correr más rápido.
Como Remus ya estaba algo débil de por sí, se resbaló con las rocas del suelo. Severus le agarró un brazo y Regulus el otro, y entre los dos, de algún modo consiguieron levantarlo y arrastrarlo. James entonces se adelantó con su varita en alto para iluminarlos mientras Regulus le recordaba por cuál túnel entraron para que pudiesen salir de esa zona.
Sirius, que iba atrás, utilizó lo que le quedaba en el frasco para darle otro susto a la criatura con todo el fuego que podía crear a partir del aire en sus pulmones. Luego también le arrojó el frasco y siguió al resto.
Regulus recordó cuál túnel los dejó en la cocina y los hizo ir hasta allí. Salieron por la abertura en una alacena a trompicones, chocando con canastas y tirando al suelo diferentes alimentos. Un Regulus en pánico de inmediato llamó a los elfos domésticos y les pidió que usaran su magia para sellar ese túnel durante un rato.
Los elfos lo cerraron justo antes de que la manticora pudiese entrar a la cocina.
Les tomó unos segundos darse cuenta de que estaban a salvo. Los elfos no paraban de dar vueltas a su alrededor, preguntar si estaban bien, si eso era una manticora y si debían avisarle al director sobre la presencia de una criatura peligrosa para sus estudiantes. Ellos sólo se tiraron o cayeron sobre el piso de la cocina, jadeando por aire y cubiertos de sudor.
—"Es totalmente seguro, Snape, no te quejes tanto..." —Severus imitó una voz aguda que sonaba como James cuando gritaba.
—Estamos vivos, ¿no? —puntualizó James, abriendo los brazos para abarcarlos a todos con un gesto.
Sirius le dio una palmadita en la mejilla a Severus y asintió.
—Sí, sí, ahí está vivo. El malhumor es porque está vivo —se burló.
—No creo que...que...
La sonrisa de James se borró de su rostro y los ojos se le desenfocaron un poco.
Cuando se desplomó en el suelo, Sirius saltó para acercarse rápidamente y los elfos comenzaron a chillar y gritar en pánico, llamando a Dumbledore.
Regulus sacó un objeto pequeño del maletín que llevaba, lo metió en la boca de James y la cerró con los dedos. Severus, que reconoció el bezoar, suspiró y le recordó masajearle la garganta para hacer que bajase.
Un par de minutos después, un James algo mareado se sentaba en el suelo mientras mascullaba y Sirius le daba palmaditas en la rodilla.
—Ya está, amigo, no fue para tanto, ¿vieron, elfos? Un poco de veneno de manticora y ya. Nada que Reg no pueda resolver con su bolsito mágico. A veces uno sale envenenado, pero mientras uno no se muera-
Regulus utilizó el maletín para golpearle la parte de atrás de la cabeza antes de que terminase esa frase.
—Tienen que estar más pendientes, ¿cómo siguieron caminando cuando había una enorme huella de una pata en la piedra en la que nos detuvimos, Sirius?
—Y el ruido de su respiración —agregó Remus, un poco incrédulo—. ¿Es que no lo oyeron? Hasta estaba roncando. James debió poner todo su peso en su cola para que reaccionase.
James y Sirius intercambiaron miradas confundidas y luego los vieron a ellos dos de nuevo.
—O al menos podrían haber tenido el sentido común de parar cuando Lupin y mini Black lo hicieron —razonó Severus.
—Yo no...no vi nada raro —James adoptó un tono algo culpable— ni oí nada raro.
Los otros tres suspiraron de forma distinta pero con la misma dosis de resignación.
Como los elfos seguían ansiosos, les sirvieron algo de comida y los examinaron con magia. Después de comprobar que estaban en una pieza y el veneno había remitido por completo bajo el efecto del bezoar, los dejaron permanecer sentados allí. Uno de los elfos comprobó la puerta de la alacena y les comentó que no había rastros de una criatura mágica cerca.
—Tienen que llevar más cosas cuando bajen —decía Regulus, muy serio—, una varita no es suficiente si van a salir corriendo y sólo la van a usar para alumbrarse.
—Y estar más pendientes de los sonidos —siguió Remus.
Sirius estuvo en silencio durante unos segundos.
—Hagrid dijo que se iban a lugares cerrados por el invierno, creo que habrá que esperar que la nieve pase para seguir revisando esos túneles...
—¿Estás oyendo lo que te estamos diciendo? —reclamó Regulus, cruzándose de brazos.
—Sí, sí —Sirius asintió varias veces—. Es que estoy pensando en otro problema...
—¿Cuál? —le preguntó James.
—Somos muy humanos —Sirius lo dijo con total seriedad y un ceño fruncido.
—Oh, si quieres que Lupin te muerda y problema resuelto —soltó Severus.
—Eso podría funcionar si-
Regulus, que se había enterado de la condición de Remus durante esas vacaciones (y que había dicho que ya lo sospechaba desde antes), le dio otro golpe con el maletín en la cabeza a su hermano.
—¡No! ¡Severus lo decía de forma irónica, Sirius!
—Le puedes dar otro si no entiende todavía —señaló Severus con un gesto muy cercano a una sonrisa burlona, pero Regulus alzó el maletín como si fuese a tirárselo a él esa vez, y aunque todos sabían que no lo iba a hacer porque Sirius era el único al que le haría eso, Severus alzó las manos en señal de rendición de todos modos—. Bueno, obviamente no lo dijo bien porque es Black, pero creo que se refiere a que fuimos muy lentos y muy débiles, ¿no, Sirius?
Sirius alzó la cabeza al ver que alguien comprendía su punto y comenzó a asentir de inmediato.
—¡Eso es! No le hubiese costado nada tragarnos si no hubiésemos tenido la poción. Y Remus fue el único que lo escuchó antes de acercarnos —Sirius volvió a adoptar una expresión pensativa—. ¿No habrá...algo como un hechizo para agudizar el oído? ¿O el olfato?
—O la vista —añadió James, haciendo un gesto hacia sus lentes.
—O la vista —aceptó Sirius, asintiendo—. ¿No hay algo así?
—Si hay un agudizador de ingenio, tal vez sí haya un agudizador de sentidos —murmuró Severus, ceñudo—, pero no creo que esté en los libros para segundo año.
—Pues busquemos en libros más avanzados —argumentó Sirius sin preocuparse por ese tema—. No vamos a poder hacer un mapa del Bosque Prohibido así. Ni siquiera podremos entrar, esa manticora debe quedarse ahí cuando no es invierno y quién sabe qué otras cosas hayan ahí adentro.
—Es el Bosque Prohibido —recordó Regulus—. Está prohibido. Ya sabes, no es sólo su nombre, es que lo está.
—Los túneles del subsuelo no están precisamente abiertos al público, Reg, pero igual entramos...
—Cuando Wezen y Bezoar hayan crecido un poco, pueden ayudar revisando el bosque para un mapa de esa parte —mencionó Remus—. Yo sé que no van a querer que se los diga, pero tal vez estamos un poco...jóvenes para meternos ahí.
Sirius soltó un sonido de alguien que acababa de ser ofendido.
—¡El único muy joven aquí es Reg y yo lo cuido!
—Es sólo un año, tampoco es para tanto —se quejó Regulus.
—¿Vieron? Tampoco es para tanto.
Remus y Severus intercambiaron miradas y suspiraron de nuevo.
—Si conseguimos poder enfrentar a una manticora —siguió diciendo Sirius—, yo creo que podemos acompañar a Rem en luna llena.
—¿Que pueden qué? —Remus dio un brinco al escuchar que su nombre era incluido de pronto en este tema—. ¿Qué quieres decir con eso, Sirius?
Sirius se removió un poco en el sitio en que estaba.
—Pues es que estaba pensando que debe ser muy horrible pasar la noche encadenado, que te suelten un rato en el día y otra vez encadenado en la noche, y si pudiéramos acompañarte...
—Podría matarlos —dijo Remus, horrorizado.
—Sí, pero eso es ahora porque no podemos acompañarte —insistió Sirius—, y si conseguimos una forma, podríamos estar seguros y tú estarías...esas noches no...no serían tan...ay, ustedes entienden.
—Si quieres pasar la noche cerca de un licántropo transformado, no quieres sólo un agudizador de sentidos —aclaró Severus—, quieres algo más, algo que suena a magia mucho más avanzada.
—¿Y cuál es el problema? —preguntó James de pronto, enderezándose en su sitio y claramente listo para ponerse del lado de Sirius—. ¿No podemos?
—Justo ahora no —respondió Severus, intentando mantenerse razonable.
—¿Y más adelante? ¿O con ayuda? —continuó James.
Severus arrugó el entrecejo y movió un poco la cabeza mientras lo sopesaba hasta que asintió.
—Sí, supongo que más adelante o con ayuda o las dos cosas, sí sería posible...
—Si es posible significa que sólo hay que averiguar cómo —decidió James.
—Lo que quieren hacer suena muy peligroso...—murmuró Remus con clara preocupación.
—Lo que queremos hacer es algo que cualquiera debería hacer por un amigo licántropo —justificó Sirius y esa frase dio el tema por zanjado.
Ya que todavía quedaban unos días de las vacaciones y era obvio que lo más racional sería esperar que la manticora dejase los túneles, tuvieron que dedicarse a una parte menos "entretenida" de su objetivo.
Sirius se pasó largos ratos caminando por el castillo durante el día con Regulus, que hablaba con los retratos sobre cualquier espacio no tan usado o menos conocido en esas zonas. Sirius intentaba hacer un bosquejo inicial de los pisos del castillo y sus áreas más conocidas para conectarlo bien con el mapa de las rutas subterráneas que tomaban. Por la noche, se metía con James bajo la capa de invisibilidad en los salones en desuso, las oficinas del personal docente que conocían y no tenían seguridad mágica durante las vacaciones y los baños abandonados, incluyendo el de Myrtle, que persiguió a James todo el tiempo que estuvo ahí dentro hasta que él le soltó que le gustaba alguien mayor para que lo dejara en paz.
Sirius tenía las cejas arqueadas y una sonrisa en el rostro cuando James volvió a verlo.
—Obviamente era mentira —aclaró James.
—¿Ah, sí?
—Ni siquiera hablo con estudiantes mayores, Sirius.
—¿No has sabido nada de Malfoy? Yo creo que puedo conseguir una foto suya con mi prima y tú sólo tendrás que cortarla a ella de la imagen si-
—¡Olvídate de eso! —le chilló James en tono muy agudo.
—Amigo, estoy intentando ayudarte si-
—¡BASTA!
Sirius dejó el baño corriendo y riéndose esa noche y casi los atrapan por los chillidos de James.
Se organizaron de manera que James o Sirius acompañasen a Remus al deambular por los terrenos del colegio en el día, intentando conseguir un bosquejo con una idea general de cómo se organizaría un mapa del exterior del castillo. Severus estaba bastante tiempo en la biblioteca intentando encontrar lo que necesitaban y Regulus comenzó a pasar una parte de su día con él porque los dos caminaban en silencio por los pasillos en medio de los libros, ocupaban la misma mesa sin hablarse, y cuando terminaban, iban a ver a los cruppies en la cabaña de Hagrid.
La noche antes de que el resto de estudiantes regresaran para retomar el curso escolar, James consiguió meter a Sirius y a Severus en la Sección Prohibida de la biblioteca. Severus les dejó una lista que tenía su letra y la de Regulus con algunas palabras claves que podían buscar en la información básica de los libros y se dedicó a caminar por los corredores por su cuenta. Una hora más tarde, dejaron la biblioteca con tres libros que podrían ser útiles para sus planes.
—He estado pensando...—comentó James en voz baja mientras mantenía la capa en la posición correcta para que los tres pudiesen caminar sin tropezarse a través del pasillo a oscuras— que si no hay información sobre la sala especial de Gryffindor en la biblioteca del colegio tal vez sí haya algo en la biblioteca de Ravenclaw.
—¿Te quieres meter a la Sala Común de Ravenclaw? —indagó Severus en el mismo tono bajo.
—Tiene sentido —justificó Sirius, obviamente del lado de su mejor amigo—. ¿Rowena Ravenclaw no fue la que hizo el primer plano del castillo?
—Se supone que después dejó que el resto hiciese cambios y acomodase sus Salas Comunes —siguió James—, pero el plano era de ella. ¿Dónde más lo pondría?
—¿En la oficina del director? —Severus lucía inseguro sobre esta idea—. Si yo fuese el viejo, lo tendría en mi oficina, lejos de la gente que quiera meterse en las salas especiales de otras Casas.
—Podemos buscar en los dos sitios —decidió James.
Su conversación fue interrumpida por el conserje que caminaba cerca con una linterna. Los tres se pegaron a una pared y esperaron a que hubiese desaparecido por el pasillo para continuar caminando, pero no retomaron el tema porque ya era tarde, debían dejar a Severus en la entrada a las mazmorras (porque no los dejaba seguirlo hasta su Sala Común) y regresar a la torre.
—0—
Al día siguiente, había cuatro chicos de segundo año en la entrada al castillo cuando llegó el carruaje en que venía Lily. Ella se bajó de un salto, los saludó haciendo gestos amplios con los brazos y corrió hacia Severus para saltarle encima y abrazarlo. Se había cortado el cabello casi hasta las orejas y Severus la estaba mirando como si fuese una perfecta desconocida mientras James y Sirius tenían la boca abierta y Remus se echaba a reír por sus reacciones.
—¡Petunia me pegó un chicle en el cabello sólo porque una de sus amigas le preguntó por qué yo tenía el cabello rojo y ella era rubia y le dijo que el rojo era más "original"! ¿Pueden creerlo? —Ella se apartó de Severus y se puso las manos en la cadera—. ¿Entonces? ¿De qué me perdí? ¿Qué estuvieron haciendo ustedes que Sev no me haya contado en las cartas?
—¿Te contó de la manticora que casi se come a James? —preguntó Sirius, que ahora se reía cada vez que hablaba de ese día.
—Sí, pero no me dijo que se iba a comer a James, pensé que era a todos ustedes...
—No, se quiso comer a James, es que incluso...
Mientras entraban al colegio, Remus se fijó en que otro carruaje se estaba deteniendo cerca de la entrada y Peter se bajaba de este, por lo que lo saludó con un gesto y lo invitó a acercarse.
Sabía que seguramente pondría la misma cara de horror que Lily al escuchar la historia y eso haría reír más a Sirius.
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