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2.13

Remus Lupin consiguió permiso de su padre para quedarse y Sirius convenció a su elfo Kreacher de firmarle una autorización para tener un cruppie que en realidad su madre nunca firmó (ni vio), pero como era para Regulus, el elfo accedió de todas formas. Para el Yule de ese año, consiguieron que Hagrid les diese un par de troncos que eran enormes para ellos y que él cargaba en una sola mano sin problemas, los apilase y les hiciese una versión rústica de la quema del árbol del Yule.

La nieve estaba cayendo. Hagrid utilizó un hechizo para hacer un toldo invisible sobre el área donde ellos se sentarían y colocó algunas sillas y una manta sobre la capa helada del suelo. Los troncos que se quemaban se encontraban en el centro de ese espacio y James estaba celebrando porque consiguió comida de los elfos de la cocina y su madre les envió una gran caja con más comida encogida que Hagrid comenzó a agrandar para devolver a su tamaño original con magia.

Además Fleamont Potter tuvo un detalle extra con las amistades de su hijo y envió una segunda caja que contenía otras cajas más pequeñas con una etiqueta que llevaba el nombre de a quién pertenecían.

Primero comieron y hablaron un rato, antes de que James no pudiese con la curiosidad y adelantase el abrir los regalos. Puso la caja que envió su padre sobre sus piernas y cuatro chicos y un semigigante estiraron el cuello para ver el contenido.

James abrió la diminuta caja rectangular que tenía su nombre y sacó un frasco con un líquido amarillo. Tenía una etiqueta en la parte de atrás.

—Poción pegajosa apta para el contacto con la piel de corta duración para utilizar en escaladas —leyó, una gran sonrisa abriéndose paso en su rostro a medida que lo hacía.

Esto hizo que el resto sospechara sobre las demás cajas y se apresuraran a acercarse a James para recoger las suyas. Como James le había escrito una carta a su padre contándole con quiénes pasaría el Yule, Fleamont empacó una caja para Regulus también y una extra para Hagrid.

Sirius fue el que se dio cuenta de esto y le tendió a Hagrid su caja. Cuando el guardabosques leyó la etiqueta con su nombre, los ojos se le llenaron de lágrimas.

—¡Es un revitalizante para criaturas mágicas! —celebró—. Esto es perfecto para cualquier criatura que encuentre herida en el bosque, la dosis es tan concentrada que puedo usar unas gotas para cualquiera que pese menos que yo...

—Yo tengo una...—Sirius le dio la vuelta a su frasco con líquido azul—. ¡Poción de aliento de fuego!

Emocionado, Sirius le dio un sorbo. Hubo un segundo de silencio antes de que abriese la boca y duplicase el nivel de las llamas de la fogata con el fuego que salía de su boca.

Se comenzó a reír de inmediato, incluso mientras todavía salían algunas llamaradas y algo de humo de los bordes de su boca como pasaba con los dragones.

—¿Cuántas veces creen que pueda usarla? —Sirius elevó el frasco para que lo viesen bien y lo agitó un poco.

—Yo digo que dos veces más —indicó Severus, fijándose en el contenido.

—Tal vez tres si tomas menos y quieres sacar menos fuego —comentó James, divertido.

—¿Tú qué tienes? —le preguntó Sirius a Remus.

Remus revisó las instrucciones en su frasco y no pudo evitar sonreír.

—Un filtro de paz.

—Recuerdo que ese se usa en San Mungo para las personas que tienen problemas de ansiedad...—comentó Hagrid.

—Creo que te dijeron ansioso —bromeó Sirius, pero parecía muy satisfecho con el regalo que recibió Remus.

—Yo tengo un brebaje bocazas —le siguió Severus agitando su frasco con líquido rojo—. Dice que como está concentrado puede poner a alguien a hablar sin sentido por horas dependiendo de la dosis.

—Esa es un poco aburrida —se quejó Sirius.

Pero Severus sacudió la cabeza y la regresó a la caja.

—No, es perfecta.

Todos fijaron su atención en Regulus entonces, quien había estado leyendo la etiqueta en su frasco en silencio.

—"Una poción energética para cuando necesites mucha energía y entusiasmo" —les leyó.

—Se dio cuenta de que no eres el más animado por aquí —comentó Sirius, asintiendo como si le viese mucho sentido a este regalo.

—Un Black "animado" es suficiente —murmuró Severus a nadie en específico.

Sirius se quejó, le lanzó una patada que no lo alcanzó y comenzaron a discutir tontamente por un evento de una de las últimas clases antes de que terminase el ciclo escolar.

Cuando Severus agitó una mano en ese gesto que hacía para cortar sus discusiones, James vio la oportunidad, le pasó un brazo sobre los hombros a Sirius y le susurró algo.

Al instante, Sirius se puso de pie y se metió a la cabaña de Hagrid. James también se levantó y le cubrió los ojos a un confundido Regulus que preguntó qué sucedía.

—Falta el mejor regalo...

James sólo le quitó las manos del rostro a Regulus cuando Sirius se paró frente a ellos con el cruppie entre los brazos. El cachorro tenía menos de un mes de nacido y ya lamía la piel de Sirius y movía la cola dividida en dos.

Regulus abrió la boca, la cerró y observó a su hermano con indecisión. Sirius sonrió e hizo que él cargase al cachorro casi como si fuese un bebé.

—Sirius, no creo...

—Su madre firmó el permiso —le dijo Hagrid con una sonrisita.

Regulus le dio una mirada interrogante a su hermano, que se encogió de hombros.

—Yo lo arreglo —prometió Sirius en voz baja—. Tú sólo cuídalo.

—Todavía tendrá que estar unos dos meses pegado a la mamá —explicó Hagrid—, y mientras estén en el colegio, yo lo puedo cuidar. Estará un poco más grande y algo entrenado cuando salgan de vacaciones, yo me puedo ocupar de eso igual que entrené a su mamá y ustedes pueden venir a que les enseñe cómo se cuidan y entrenan y a jugar con él. Es buena idea que jueguen desde que está cachorro para que reconoza el olor y no sea de los crups adultos violentos con la gente...

—Y como es un Black —le siguió James, acomodándose los lentes—, Sirius y yo fuimos a preguntarle a la profesora de Astronomía qué nombres celestiales nos recomendaba...

Luego extrajo un pergamino enrollado de su bolsillo y se lo pasó a Sirius, que lo abrió y se lo mostró a su hermanito.

—A James le gusta "Orión" pero ya eso está muy desgastado por el árbol familiar, dijo que podía ser "Astro", no es creativo pero es sencillo, yo dije que podía ser Wezen por-

—Me gusta Wezen —Regulus lo interrumpió de inmediato.

—No recuerdo de dónde era ese nombre —confesó Hagrid, pasándose una mano por la barba.

—Es una estrella que está en Canis Majoris —dijo Regulus con una sonrisita—. Es la misma constelación de la que viene el nombre de Sirius, sólo que Sirius es la estrella más brillante y Wezen es la segunda o tecera...

—La tercera —señaló Sirius, claramente orgulloso porque Regulus había elegido el nombre de una estrella de esa constelación. Luego le tocó la cabecita al cruppie con un dedo—. Como eres una estrella cerca de la mía, a ti también te voy a cuidar.

—Podemos seguir comiendo después de eso otro que hay que hacer —James comenzó a realizar gestos con una mano y señas moviendo los ojos que causaron que Sirius frunciese el ceño sin entender nada—. Lo otro. Lo otro que acordamos. Eso otro. ¡Lo de Snape, Sirius!

Severus, que había estado observando la escena en silencio mientras sopesaba la caja con su frasco, levantó la cabeza al escuchar esto.

—¿Yo qué?

Sirius soltó un largo "ahhhh", asintió y corrió dentro de la cabaña de nuevo.

Cuando salió momentos después llevaba a otro cruppie en brazos, este dormido. Severus pasó la mirada del animal a James, a Sirius y luego a Hagrid.

—¿Sí recuerdan que Lily tiene que quedarse con mi lechuza por las vacaciones porque...?

—Esos dos consiguieron que tu papá también firmase un permiso —aclaró Hagrid, divertido—, yo hablé con Dumbledore, él le va a poner un collar encantado para que la cola bífida no sea vista por muggles y el permiso se puede tramitar aunque seas menor de edad si una persona adulta con magia firma como responsable.

—Y mi papá y mi mamá van a firmar, entonces van a ser dos personas adultas con magia responsables —agregó James de buen humor.

Severus seguía pensando en la frase que combinó "permiso" con su padre. ¿Estaban intentando que creyese que el tipo que gritó que si veía a su lechuza volando por la casa o encontraba una sola pluma la iba a matar y después a castigarlo a él había aceptado que tuviese un perro mágico?

Como la expresión incrédula de Severus era demasiado obvia, Sirius sonrió ampliamente y le tendió al perro.

Severus lo sostuvo sin tener ni idea de cómo se sujetaba a otra criatura viva y observó a esa cosita arrugada y pálida a la que todavía no le crecía el pelo como era debido, bien dormida y haciendo un ruidito raro.

—Es bastante feo —susurró.

—Es porque nació hace poco, cuando el pelo le crece sí parece un perro —comentó Regulus, algo divertido.

—Lily nos estaba diciendo que te estás divirtiendo mucho en el laboratorio de pociones, entonces —James carraspeó para hacer una pausa dramática y sacar un pergamino de su otro bolsillo— entre Sirius, ella y yo hicimos una lista de ingredientes de pociones como posibles nombres. Está Higo, Azufre...

—Yo propuse Belladona porque suena increíble y James dijo que no servía porque era "nombre de niña" pero es un perro y a quién le importa si su nombre suena a nombre de niña —comentó Sirius, gesticulando mucho con las manos.

—...y Lily dijo que podías preferir Bezoar, Antimonio, Cicuta, Miscanto o Crisopo —leyó James con el entrecejo algo arrugado.

—Y como ni James ni yo sabemos qué son esas cosas seguro son ingredientes muy avanzados y Lily está siendo súper lista y te van a gustar más esos nombres —continuó Sirius con absoluta certeza.

—Cicuta sería gracioso, pero no creo que se lo vaya a aprender, y Antimonio es algo largo —Severus lo consideró con cuidado—. ¿Bezoar?

—¿Y qué es eso? —insistió Sirius.

—Una piedra que sacan del estómago de una cabra y se usa contra muchos venenos para salvar a la gente —resumió Severus.

—Eso lo vi estos meses —Regulus pareció confundido—. ¿Por qué no lo saben?

—Debimos estar jugando snap explosivo silencioso bajo la mesa cuando hablaron de eso —confesó Sirius, poniendo una sonrisa brillante de absoluta inocencia.

—¿Cómo sacaste tan buenas notas si estabas jugando con James en clases?

—Sirius y yo nos pusimos la regla de "si la información no es algo que pueda usar y tampoco está en el examen no hace falta estresarse para recordarlo" —explicó James, encogiéndose de hombros.

—"Y si no la voy a usar y sólo está en el examen tampoco hace falta estresarse para recordarlo porque puedes leer el temario en el desayuno" —añadió Sirius sin perder la sonrisa.

—"Y ante cualquier duda, pregúntale a Remus" —completaron los dos al unísono.

Regulus adoptó una expresión incrédula que parecía decir "¡sí creo que deberías recordar un antídoto casi universal para venenos, Sirius!" pero Hagrid se comenzó a reír diciendo que él aplicaba algo similar en las clases que menos disfrutaba, luego Sirius chocó las manos con él y claramente no hubo forma de que se retractase o cambiase de parecer sobre su método de estudio.

Severus se concentró en la cosa arrugada que dormía entre sus brazos y le informó en un susurro que se llamaba Bezoar.

—0—

James y Sirius aprovecharon la escasez de gente presente en el colegio para llevar a cabo su investigación de los túneles durante las vacaciones. Deambularon de aquí para allá en busca de la entrada de la que les habló Hagrid, le preguntaron a Regulus para que consultase con su misteriosa fuente de información, que sólo les dio como respuesta que no sabían de eso, e incluso intentaron sacarle algo a sus profesores, sin éxito. McGonagall sospechaba que se meterían en un problema y comenzó a exigir que cenasen en el comedor en lugar de andar vagando por ahí.

Cuando la encontraron fue casi por casualidad y no se podían creer que hubiese una abertura escondida entre matorrales y trozos de piedra caída en una esquina del castillo. Por el tamaño del hueco, Hagrid debió ir agachado, pero para ellos era perfecto y pronto se encontraron en un túnel excavado bajo Hogwarts.

Tenían tres caminos diferentes y decidieron tomar el de la derecha. El problema fue que poco a poco se encontraban con más opciones y al final no pudieron recordar por dónde vinieron para rehacer sus pasos, así que acabaron llegando tarde a la cena y sólo porque un túnel los lanzó en una zona abandonada de las mazmorras cuando estaban perdidos.

Ese día Remus recién empezaba su período de tiempo aislado por luna llena, por lo que sólo eran ellos dos en el dormitorio, sentados en la cama de James con el lumus de las varitas encendido y un pergamino entre ambos.

Sirius trazó tres líneas que supuestamente representaban esos tres caminos originales.

—Desde ahora, vamos a ir marcando hacia dónde nos metemos y así al menos vamos a saber por dónde regresar cuando se nos esté haciendo tarde y no hayamos encontrado nada...

James asintió y extendió otro pergamino junto a este. Era una copia improvisada y no muy exacta de un mapa del colegio que había en la biblioteca. Sólo tenía los puntos claves marcados, pero podían distinguir dónde quedaba la Torre de Gryffindor por su cuenta.

—La entrada que encontramos está como por...aquí —Sirius trazó un círculo en esa zona en el mapa del colegio— entonces...la torre debe estar...

James alineó los dos pergaminos para que estuviesen en el mismo sentido y apuntó un área del mapa del subsuelo con un dedo.

—Como por aquí, ¿no?

—Debería haber sido hacia la derecha entonces, James, fue por donde fuimos.

—Tal vez no fuimos tan a la derecha porque recuerda que comenzamos a tomar el del medio y la izquierda después de unos giros...

—No tiene sentido que hayamos llegado a las mazmorras, mira lo lejos que está...

—¿Tal vez son túneles encantados? Hagrid dijo que eran por las guerras, podrían haber acortado camino para huir más rápido...

—Ya, sí, pero es que si estamos aquí...

La idea de llevar un registro de sus rutas los salvó de perderse de nuevo durante seis horas y que tanto Regulus como Severus les diesen unas claras miradas de sospecha. Pero eso no significaba que se perdieron menos, sólo que era más fácil (casi siempre) regresar.

Acabaron saliendo detrás de un cuadro, una vez llegaron al tercer piso sin haber subido escaleras en ningún momento, luego a los invernaderos, otro día estuvieron a punto de pedirle ayuda a Hagrid porque aparecieron en el Bosque Prohibido y no sabían en qué dirección ir.

Tan pronto como Remus regresó de sus días fuera, Severus le mencionó que los dos Gryffindor estaban portándose muy raro. Remus les preguntó sobre esto, ellos le mostraron los mapas, que todavía eran sólo un montón de líneas con anotaciones de dos caligrafías en los bordes, y comenzaron a llevarlo con ellos.

Remus tenía un buen sentido de orientación y Sirius se dio cuenta de que también tenía el oído un poco más agudo que ellos, lo que los hizo encontrar un túnel a medio sellar que daba a la cocina, ya que él escuchó a los elfos en el sótano desde el subsuelo.

Durante esas primeras excursiones, Regulus no había estado interesado porque pensó que sólo verían cuevas hasta que Sirius le explicó que parecía que podían llegar a casi cualquier punto del castillo desde el subsuelo. Entonces comenzó a unirse a las expediciones de vez en cuando. Regulus era el que tenía mejor memoria, así que podía recordar las secuencias de caminos que tomaban sin tener que darle más que un vistazo al túnel y le recordaba al resto dónde poner las notas del destino final de cada camino.

Severus, en cambio, había estado demasiado tranquilo esos días, pasando prácticamente todo su tiempo en la cabaña de Hagrid. Leía o le escribía a Lily mientras cierto cachorro dormía encima de él. Lo acercaba a su madre cuando Hagrid le indicaba que debía comer y el cachorro luego iba de nuevo hacia él para seguir durmiendo.

Sólo cuando era hora de la cena y James apareció con una mano vendada por unas piedras que le cayeron encima intentando abrir una salida medio sellada, Severus suspiró, puso cara de "me voy a arrepentir de esto" y les preguntó qué era lo que estaban haciendo.

James y Sirius se miraron y comenzaron a explicarle. Estaban mucho más entusiasmados ahora que podían moverse con libertad por algunos de los túneles que cuando sólo deambulaban desorientados.

—¿Quieres venir? —propuso James.

Severus lo pensó, vio de reojo que Remus asentía para invitarlo también y dijo que sí.

—Pero si algo me mata allá abajo —advirtió—, mi fantasma va a venir por ti, Potter.

—Es totalmente seguro, Snape, no te quejes tanto...

Claro, James dijo esto antes de que se encontraran con la mantícora durmiendo en el subsuelo del castillo.

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