2.12
A medida que el clima se enfriaba, Sirius tuvo que aprender a hacer amuletos de calor porque notaba a Regulus bastante frío y las capas de tela no estaban siendo suficiente.
—Es Slytherin, estoy seguro, ¡te debes estar enfermando porque están en esas mazmorras heladas y húmedas!
Regulus soltó ese pesado suspiro propio de un hermano menor que sabe que su hermano mayor no lo está escuchando porque cree que tiene todas las respuestas sólo por ser el mayor.
—Las mazmorras no son ni frías ni húmedas, Sirius. Hay un montón de sangrepuras de familias adineradas allí, ¿en serio crees que nos tendrían en un sitio así?
Sirius frunció el ceño. Como estaban caminando por un pasillo después de la última clase de ese ciclo escolar, él encantó un trozo de papel y se lo arrojó a un Severus que iba unos pasos por delante escuchando un debate entre Remus y Lily.
Severus se giró listo para regañarlo y Sirius lo confundió preguntándole cómo era la Sala Común de Slytherin.
Fue ignorado.
Sin embargo, como Lily y Remus también oyeron la pregunta interrumpieron su plática y ella le habló en tono más suave.
—¿De verdad no es frío allá abajo?
Severus sacudió la cabeza.
—Incluso el suelo tiene calefacción. El agua siempre sale caliente y hay mantas que también tienen calefacción...
—Hey, hey —James, que iba adelante de todo el grupo hablando con Peter, se dio la vuelta y empezó a caminar de reversa al escuchar esto—. ¿Cómo que siempre hay agua caliente? En Gryffindor sólo hay agua caliente en las mañanas...
Severus se encogió de hombros.
—Seguramente tenga que ver con que Gryffindor tiene la mayor cantidad de estudiantes no sangrepuras —Regulus eligió las palabras con cuidado porque todavía no estaba seguro de cómo decirlo sin sonar grosero— y en Slytherin es normal comprarte muebles o mejorar los cuartos porque tiene la mayor cantidad de estudiantes sangrepura con dinero.
—Que es diferente de ser sangrepura sin dinero —mencionó Peter en voz tan baja que no lo hubiesen escuchado de no estar en silencio—, muy diferente.
—Entonces Slytherin es la Casa más consentida —concluyó James, un poco de mal humor, cruzándose de brazos.
—Bueno...—Regulus titubeó—. ¿Ravenclaw no tiene su propia biblioteca y sala de estudios y Hufflepuff no tiene un pasaje hacia la cocina y un pequeño comedor propio...?
James soltó un sonido irritado y Severus le mostró una sonrisa burlona.
—¿Qué era lo que tenía Gryffindor de especial, Potter...?
—¡Muchas cosas! —refunfuñó James—. Es la mejor Casa.
—Gryffindor debería tener...—Regulus titubeó—. ¿No debería tener una armería?
Esto hizo que todo el grupo se detuviese y le diesen distintas miradas a Regulus que iban desde la curiosidad a la confusión.
Regulus estaba recordando lo que le escuchó decir al cuadro de Godric Gryffindor en el séptimo piso.
—¿Dónde? —James se le acercó de inmediato—. ¿Cómo entramos? ¿Qué tiene adentro? ¿Qué tienen las armerías normalmente? ¿Viste que Gryffindor es increíble? —Se giró hacia Severus para decírselo, pero luego regresó su atención a Regulus para continuar el interrogatorio—. ¿Cómo sabes tantas cosas? Sirius, ¿por qué Reg sabe tantas cosas?
Sirius se encogió de hombros.
—Ni idea.
—Decidido —James le pasó un brazo alrededor de los hombros a Regulus—, nuestra próxima misión será encontrar esa armería de Gryffindor.
—Suerte con eso —Lily lo encontró divertido—. ¿Es lo que piensan hacer durante las vacaciones?
James asintió.
—Me voy a quedar con estos dos —Entonces pasó su otro brazo alrededor de los hombros de Sirius y atrajo a ambos Black con cierta brusquedad que hizo que el menor se quejase— y vamos a conocer este castillo mejor que Dumbledore. ¿Ustedes qué van a hacer?
—Navidad muggle escuchando a Petunia cantar villancicos cristianos que le enseñaron en su escuela —Lily se movió de lado a lado e imitó la voz chillona de su hermana.
Hubo varios sonidos de desagrado de parte de los que conocían a Petunia Evans.
—Yo voy a visitar a mi abuela —murmuró Peter.
—Eso es genial, Pet —James sonrió, asintió y se fijó en los últimos dos con las cejas arqueadas.
—Sería demasiado peligroso que me quede más tiempo del necesario...—susurró Remus, sacudiendo la cabeza.
—Te vamos a acompañar si te quedas —ofreció Sirius de inmediato e incluso le dio un codazo para nada disimulado a James para que empezase a asentir y prometerle que no habría ningún problema.
Remus soltó una risita.
—Lo pensaré.
Luego se fijó en Severus, pero antes de que este abriese la boca, Sirius respondió por él.
—Decidimos que se quedaría también.
—¿Decidieron? —Lily se rió por el plural.
—Black dijo que si se me ocurría subirme a ese tren para irme a casa por Yule iba a saltar sobre mi espalda y se presentaría frente a mi papá —aclaró Severus, ceñudo—, pero yo pensaba dejar que fuese a verlo...
—Estaría bien que Sirius llegue vivo a la graduación, Sev.
—Lo único que lo impide es el mismo Sirius...
—¡Bueno, ya! —James les interrumpió estrechando a ambos Black con más ganas, lo que hizo reír a Sirius y le sacó otro quejido a Regulus—. Pasaremos Yule juntos entonces. Intenta quedarte, Rem.
Remus asintió.
—Le escribiré a mi papá para ver qué tal...
—Mientras nosotros —James bajó la voz para que sólo los dos Black lo oyesen— vamos a descubrir qué hay en la torre de Gryffindor que no hayamos visto antes.
Esto significaba que Regulus tenía que conseguir más detalles sobre lo que les mencionó, por supuesto.
—0—
El día en que el tren partía con quienes regresaban a casa, se despidieron de Lily y Peter desde el andén que tenía el colegio y caminaron de regreso acompañados por el guardabosques. Severus caminaba adelante en silencio, Regulus iba de último, también en silencio, mientras que James y Sirius tenían un brazo echado sobre el otro y murmuraban entre sí.
—¿Tú crees que nos deje...?
—No sé, yo le daría un regalo...
—¿Para convencerlo?
—Para presentarme —aclaró James—. Mamá dice que presentarse con un regalo es educado y le agrada a la otra persona.
—Seguro ya nos conoce.
—La vez que chocaste con él después de huir de una mandrágora llorona no cuenta, Sirius.
—También está la vez que...me asusté porque pensé que me iba a pisar...
—Eso mucho menos —James sacudió la cabeza.
—Bueno, sí, deberíamos presentarnos entonces...
—¿Cuando lleguemos?
—Podría ser, pero no sé qué regalo darle...
Una vez que entraron al terreno del colegio, el guardabosques se dirigió hacia su cabaña mientras que quienes fueron a despedir a alguien comenzaban a dispersarse para dar inicio oficialmente a sus vacaciones en el castillo.
El guardabosques titubeó ya entrando a su cabaña cuando se dio cuenta de que había dos chicos que lo seguían. Tenía que bajar la cabeza casi hasta sus pies para verlos.
—¿Puedo ayudarlos en algo, muchachos? —preguntó en tono animado.
Sirius abrió la boca, la cerró y codeó a James, asignándole hacer de "relaciones públicas" en su "equipo".
—Hagrid, ¿verdad? —James intentó copiar la sonrisa que ponía su madre cuando hablaba con alguien cuyo nombre no recordaba pero tampoco tenía intención de dejar que la otra persona se diese cuenta de ese detalle.
El enorme hombre asintió.
—Yo soy James, este es Sirius...
—Sí, son los que hicieron lo del mal olor en el salón de Historia y los que estuvieron en detención por la broma de los gnomos en el campo de Quidditch.
James ahogó un grito y fue Sirius el que tuvo que responder en nombre de ambos.
—¿De- de qué habla...? No...
Hagrid se empezó a reír y se agachó para quedar un poco más cerca del nivel de una persona adulta promedio.
—Un amigo me contó que los vieron, fue algo muy divertido, no le voy a decir a Dumbledore, pero tienen que tener más cuidado, no está bien saltarse sus exámenes ni pasarse semanas en detención...
Ambos chicos asintieron, un poco más cohibidos.
—Hagrid, eh...
—¿Quieren galletas? —Hagrid ya había entrado a su cabaña cuando continuó hablando—. Tengo galletas y té y yo sí quiero...
Sirius respondió sin pensar que sí, y de pronto, los dos se encontraron sentados en muebles acolchados más grandes que la talla promedio para un ser humano, frente a unas galletas del tamaño de sus manos y unas tazas de té que parecían vasos.
—Bueno, ¿qué decían que querían?
—Ahm...—James titubeó—. Hay unos rumores sobre lo que tienen las Salas Comunes dentro y a lo que sólo pueden entrar quienes estén en esa Casa y...
—¿Por qué está tan dura? —Sirius comenzó a lloriquear en voz baja después de intentar morder una galleta.
—...recuerdo que alguien mencionó que fuiste a Gryffindor, y como llevas tanto tiempo aquí, pues eres como una de las personas- criaturas- magos que mejor conocen el colegio, entonces...
—Esto no se puede tomar —Sirius volvió a lloriquear en susurros cuando se tomó un largo trago de té y toda su cara se convirtió en la arrugada que ponía al beber algo muy amargo.
—...queríamos preguntarte sobre lo que hay en la Sala Común de Gryffindor —concluyó James, ignorando por completo a su amigo.
—Ah, esos rumores...
Hagrid asintió. Como trasteaba de aquí para allá con un sartén en una mano y una taza de té en la otra, ambos sólo podían verlo y sentir la leve vibración de la cabaña a su paso. Sirius decidió apartar las galletas y té con cuidado y guardarse sus críticas de papilas gustativas de sangrepura criado con cocina de elfos domésticos.
James fue más inteligente y le arrojó una galleta a un animal que estaba echado en una de las esquinas de la cabaña, que la atrapó con la boca y se la devoró de inmediato.
—Bueno, si quieren la verdad, he visto desde afuera los pasajes de las salas especiales de Ravenclaw, Hufflepuf y Slytherin —explicaba Hagrid. Parecía estar preparando un trozo de carne enorme a medio cocer en un fuego que encendió con algunos carbones—, pero no he visto el de Gryffindor, si es que existe.
Esto hizo que ambos se fijasen de nuevo en él.
—Pero no es posible que Gryffindor sea el único sin algo increíble —replicó James—, ¿verdad?
Cuando la carne estuvo en el punto perfecto (todavía con sangre), Hagrid apagó el fuego, intentó en vano enfriarla un poco y la sirvió en un plato que colocó en el suelo. Sirius siguió los movimientos del animal peludo con una cola partida en dos que se levantó con dificultad de la esquina para olfatear la carne. Como seguía medio caliente, Sirius sacó la varita y utilizó un hechizo para enfriarla un poco.
—¿Es un crup? ¿Qué le pasa?
—Va a tener cruppies —Hagrid le dio una palmadita en la cabeza—, el embarazo en esa raza se ve mucho más exagerado que en perros normales y casi no se puede mover estos días.
—¿Y vas a tener un montón de cruppies en la cabaña? —siguió Sirius.
—No debería —aclaró Hagrid.
James intentó que regresaran al punto principal pero Sirius agitó una mano hacia él.
—Reg siempre quiso un crup —murmuró, por lo que a James no le quedó de otra que esperar que hablaran sobre partos primerizos de crups y si existía alguna posibilidad de que le diese crías a quienes estudiaban en Hogwarts.
—Tendría que preguntarle a su familia si quieren recibir un cruppie-
—¿Vale una autorización traída por un elfo doméstico?
—No sé, no estoy seguro, no quiero meter en problemas a Dumbledore...
—No habrá problemas, yo consigo la autorización y podemos tenerlo aquí durante las clases, ¿no?
James se olvidó de las reacciones de Sirius mientras los escuchaba hacer planes para los cruppies y se tomó un trago de té. Tuvo que recurrir a toda su fuerza de voluntad para no escupirlo.
Sólo cuando esos dos terminaron de organizarse, James rescató el tema por el que fueron a visitarlo: Gryffindor.
—¿Entonces los rumores sobre las otras Casas son verdad?
Hagrid tomó asiento frente a ellos y la mesa entera dio un pequeño salto.
—Nunca he entrado a las Salas Comunes de otras Casas, pero sé que hay algo allí, incluso hay profesores que me lo han comentado.
—¿Y no has oído nada acerca de dónde está lo de Gryffindor? —insistió James con el ceño fruncido.
—Una vez oí a McGonagall decir que quizás Gryffindor no tenía nada más que su sala y dormitorios porque a Godric se le conocía por creer que todo el mundo debía recibir lo mismo y tener el mismo acceso, así que tal vez pensó que no debía poner nada "extra" sólo por ser su Casa o las cosas "extras" que quería las fue dejando en otra parte del colegio...
—Eso no es justo —refunfuñó James.
Hagrid adoptó una expresión pensativa, pasándose una mano por el cabello, lo que se lo desordenó más.
—No le digan a nadie que yo les he dicho esto —Hagrid se inclinó más cerca y ambos lo imitaron al instante—, pero Hogwarts tiene unos túneles que pasan por debajo del castillo. En mis primeros años como guardabosques, tuve un ligero percance con una mantícora que traje del Bosque Prohibido-
—¿Hay mantícoras en el Bosque Prohibido? —preguntó Sirius, aturdido.
—¿Por qué la sacaste del bosque...? —dijo James, en cambio.
—Es que tenía una pata rota cuando la encontré —justificó Hagrid— y su cola de escorpión se había torcido un poco también, entonces la traje, le puse los huesos en su sitio con ayuda del enfermero que había en ese momento y la dejé durmiendo aquí mientras yo iba a hacer una ronda en el límite del bosque, pero se me olvidó que las mantícoras prefieren los lugares oscuros parecidos a las cuevas y la cabaña es muy cálida para una...
—Y que comen gente —agregó James con un hilo de voz.
—Sólo cuando no tienen más presas cerca —Hagrid hizo un gesto de descarte con la mano—, no son su primera elección, es una carne muy grasosa para su sistema digestivo, y yo la tenía bien alimentada. El problema es que si se encontraba con alguien, esa persona se iba a llevar un susto, así que tuve que correr por todo el castillo hasta que Dumbledore recordó el túnel que vio una vez cuando era estudiante, me dio toda una charla sobre que debían haber sido agregados durante la construcción pero algunos se perdieron y otros fueron restaurados o añadidos cuando empezó la guerra mágica de los Tres Reinos...
—¿Entonces había una mantícora en los túneles bajo el castillo? —resumió James.
—Sí, estaba hecha una bolita peluda en una parte oscura y algo húmeda, la pobrecita...
—¿Y había túneles bajo la torre de Gryffindor? —insistió James.
—Eso era lo que quería decirles —recordó Hagrid, asintiendo—. Mientras la buscaba, me di cuenta de que sí había una pared gruesa en esa zona que no era como las paredes excavadas, parecía una construcción como el resto del castillo, pero no tengo ni idea de por dónde se entraba porque no vi puertas y sólo busqué a la pobrecita herida, la cargué y la regresé al bosque.
—¿Y sigue viviendo en el bosque? —Sirius habló mientras James repasaba lo que el semigigante les contó.
—Puff, claro que no —Hagrid se rió de la idea—. Todo el mundo sabe que las mantícoras no se quedan en los bosques por el invierno. Se van a refugiar en sitios cerrados o se congelarían.
—Claro —Sirius asintió—, sí, todo el mundo lo sabe.
Al darse cuenta de la expresión seria de James, Hagrid se reacomodó en su silla y los señaló con un dedo.
—Pero no estoy instándolos a que se metan ahí abajo, ¿entendido? Es más, olvídense de todo lo que les he contado hoy. Esos túneles son muy viejos y yo no estuve en peligro porque me tendría que caer medio castillo encima para que no pueda salir de debajo de los escombros, pero ustedes...
Por la mirada que les dio era obvio que pensaba "ustedes son tan minúsculos que si les cae una roca encima eso será todo".
—Tranquilo —James le respondió en tono suave—, no vamos a correr hacia esos túneles.
En cuanto dejaron la cabaña, volvieron a echar un brazo sobre el otro y a hablar en susurros mientras caminaban.
—¿Cuándo nos metemos a los túneles? —preguntó Sirius.
—Primero tenemos que buscar dónde está la entrada que él utilizó...
—Podemos revisar eso durante el día con la capa y después en la noche ya meternos...
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