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Capítulo 7

Sentí un pequeño peso en mi pecho, era bastante obvio quién era.

Se removió con satisfacción y poco a poco abrió los ojos, quedé petrificado.

—¡¿Eh?! —se separó de mí— Lo siento, lo siento, esto no es normal, yo no soy así... 

Sonaba desesperado.

—Solo estábamos durmiendo, no tiene nada de malo que me estés abrazando.

Esperé que recordará lo que le había dicho días atrás.

—Para mí es raro.

Fruncí el ceño evidenciando mi enojo.

—Tú sabes que vengo de otro año, esto no era considerado normal.

—Lo sé, pero no enloquezcas, aquí nadie te va decir que abrazar a otro hombre es gay. 

La puerta se abrió de golpe, dejando ver a mi mejor amigo y hermano adoptivo con una bandeja.

Una bandeja repleta de cosas para comer.

Pasé la lengua por mis labios viendo todo lo que traía: donas, galletas, huevo y tocino, salchichas, jugos y batidos, panqueques, chocolate, y entre muchas cosas más, también había palomitas.

¿Cómo pudo poner todo eso en una sola bandeja?

Namjoon debía estar de buen humor para preparar todo eso, solo para nosotros.

Mi emoción y hambre se incrementaron cuando dejó la bandeja en la cama.

Acerqué mi mano hacia una de esas deliciosas donas.

Mi mano fue golpeada y quitada antes de tocarla.

—¡No toques! —me regaña fuerte— ¡Es de Jimin! ¡Todo es de él!

Los ojos de Jimin se iluminaron y miraban a mi hermano encantado.

—Lo hice especialmente para ti. —agrega pasándole un vaso con lo que parecía ser un batido de fresas.

—Namjoon me agrada —dijo tomando del batido que le habían preparado—. Tú no, eres un paliducho atorrante.

—¿Disculpa? Si no fuera por este "paliducho atorrante" —hice las comillas con mis dedos, indignadísimo— probablemente estarías muerto.

—Halagador —interrumpe Namjoon—. Así que... Jimin, ¿cómo viajaste en el tiempo?

Jimin casi escupe el batido, tosiendo un par de veces.

Él había sido muy directo.

—¿De qué hablas? —le preguntó, pero me miró directamente a mí.

—Dime cómo llegaste al 2015.

Se echó a reír.

—No sabía que a tus hermanos les gustaba esto de improvisar historias. —ríe falsamente comiendo una de las galletas.

—¿Improvisar? —Namjoon me encaró— Yoongi me dijo que...

—Lo sabe. —declaré en voz baja.

Jimin dejó la galleta a un lado.

—Oh, a Yoongi sí que le gusta abrir la boca.

Lo miré con gracia.

—Por favor, no discutan —mi hermano golpeó la cama con rudeza—. Yo solo quiero saber.

Jimin mantenía su mirada en mí.

—Tranquilo, no busco hacerte daño.

Tomó una respiración.

—No hay mucho que decir —habló de una vez—. No recuerdo nada.

El interés notorio de Namjoon cayó.

—¿Están jugando conmigo? —dijo con disgusto— Soy un idiota, no debí confiar en ustedes.

Se estaba yendo.

—¡Es verdad! —grité con desesperación— Jimin, muéstrale tu documento de identidad.

Él se levantó en busca de sus pantalones, removió entre los bolsillos y sacó el papel doblado, se lo dio a Namjoon y al cabo de unos segundos su expresión fue cambiando.

—¿Tú? —apuntó a Jimin.

—Sí. —respondió él.

Namjoon retrocedió, chocando con la pared.

—Bien, esto es perturbador de cierta manera, son setenta y cinco años —calculó rápidamente—. ¿Perdiste la memoria al llegar?

Jimin negó con la cabeza y siguió comiendo tranquilamente.

Namjoon sacó de algún lado una pequeña libreta junto a un lápiz.

—¿Entonces? —dijo mientras anotaba en su libreta.

—Recuerdo mi vida, pero no los minutos antes de llegar acá —mordió la dona de chocolate—. ¿Qué?

Mi hermano lo miraba fijamente.

—¿Seguro? —miró por encima— ¿o nos estás mintiendo?

—¡¿Qué?! ¡¿Cómo...?!

—No tienes que fingir, Jimin, los dos sabemos aquí cuál es la verdad.

Me alarmé al ver a Namjoon intimidando a Jimin; él estaba al borde del colapso, sus manos temblaban y sus ojos brillaban.

—¡Namjoon!

Ambos dejaron de mirarse fijamente.

—No seas tonto —me levanté de la cama, dispuesto a echarlo—. ¡Lo asustas!

—Solo quería hacerle recordar —suelta una suave risa—. Lo siento, Jimin, no era mi intención.

Jimin estaba asustado.

Pobrecito.

—Eres como un bebé —menciona Namjoon que sigue riendo—. Tranquilos, yo me encargaré de tu documento —dirige su mirada hacia mí—. Yoongi, enséñale nuestra nueva "cultura".

Se fue llevándose el papel que contenía la información de Jimin.

Me acerqué a la cama, con mi mano dirigiéndose hacia la bandeja.

Y otra vez mi mano fue golpeada.

—¡Namjoon dijo que era mío!

—¡Dame al menos una galleta! —exclamé con enojo.

—¡No! —acerca la bandeja hacia él.

—Eres egoísta, la gente del futuro no es así —dije tratando de sonar convincente—. Paso número uno para ser un chico del futuro: sé amable con quien te salvó la vida.

—Dudo que sea así —su rostro se relaja y me entrega una galleta—. No soy bueno compartiendo lo mío.

Asentí mientras comía gustosamente la galleta.

—¿Crees que nadie sospeche? —pregunta.

—Lo dudo, nadie debe porqué saber; incluso si lo supieran, nadie lo creería.

Jimin ya estaba jugando con mi celular.

La pregunta era cómo lo había desbloqueado.

—¿Cómo sabes la contraseña?

Obviamente no lo hizo con mi rostro.

—Averigüe tu cumpleaños. —responde orgulloso.

Jimin estaba entretenido ahí, probablemente lo podía tener horas jugando.

—¿Me compras uno de esos?

Me enseñó una imagen de una consola de videojuegos.

—Tengo una. —apunté debajo de la televisión.

Su rostro se iluminó al igual que cuando vio el desayuno.

—¡¿Puedo, puedo, puedo?! —me reclama con emoción.

Es tan tierno.

—Puedes.

Él se emocionó aún más.

—Pero solo unos minutos, la adicción a los videojuegos es algo común en estos tiempos.




•     •     •




Su concentración era algo que aterraba; habían pasado dos horas, dos horas pegado en la televisión.

Mamá irrumpió un momento, pero vio a Jimin tan en lo suyo que prefirió no decirle nada.

Su personaje saltó en el lado incorrecto haciéndolo perder, por quinta vez en ese mismo nivel.

Hizo a un lado el mando y se cruzó de brazos, inflando sus mejillas.

—Eres tan adorable. —solté.

Él dio la vuelta hacia mí, estaba sorprendido y sonrojado, muy sonrojado.

Para él eso era raro.

Si tan solo supiera...












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